Actualizado el jueves 13/NOV/14

Mensaje a los esposos

Uno con una y para toda la vida. 

A pesar de las leyes inicuas que se aprueban desde los gobiernos anticristianos, el matrimonio siempre seguirá siendo de uno con una y para toda la vida.

El esposo y la esposa deberán vivir unidos en santo matrimonio, porque así lo exige la crianza de los hijos, que necesitarán una sociedad estable para crecer y desarrollarse, y eso se lo proporciona el matrimonio católico.

Satanás odia todo, pero en especial odia al matrimonio católico, porque es un semillero de santos y fermento de santidad en la sociedad. Por algo es que se empeña en atacar en primer lugar al matrimonio, porque bien sabe que destruyéndolo, o al menos desvirtuándolo, la sociedad se precipita en un caos que arrollará a la entera humanidad en el abismo infernal.

Para ser buenos esposos, primero hay que haber sido buenos novios; y para ser buenos novios, se debe haber sido buen cristiano, acostumbrado al espíritu de sacrificio y renuncia, sabiendo que no podemos ir por la vida dándonos todos los gustos y haciendo nuestro capricho, sino que debemos saber que el verdadero amor consiste en hacer feliz al ser amado, empezando por hacer feliz a Dios mismo, cumpliendo sus deseos y contentándole en todo, y luego también hacer feliz a los seres que amamos.

La lujuria es la gran enemiga del matrimonio. Por eso es necesario que los novios sean castos y tengan un noviazgo puro, sin relaciones prematrimoniales.

Siempre se está a tiempo de salvar un matrimonio, porque si cada uno de sus miembros, o al menos uno de ellos, trata sinceramente de ser santo, entonces puede revertir la situación más difícil y aparentemente insoluble.

Por eso también para el matrimonio católico, la solución pasa porque los esposos trabajen por su santificación y la del cónyuge.

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