Amar es una gran ayuda. 

El motor de nuestra vida debe ser el amor, porque si tenemos amor a Dios y a los hermanos, entonces las cosas de la vida se nos harán más fáciles y llevaderas. En cambio, si no tenemos amor, ya viviremos un poco el Infierno aquí en la tierra.

Si Dios nos ha mandado amar, no es porque sea un capricho suyo, sino porque Él, que conoce a fondo al hombre, sabe que el amor es una necesidad de su corazón, y es ala que lleva a las alturas de la santidad, pues la santidad no es otra cosa que amar perfectamente a Dios y a los hombres.

Y Jesús, que conoce que el hombre suele complicar todo, ha querido todavía simplificar más la Ley, reduciéndola al simple mandamiento del amor: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y amarás al prójimo como a ti mismo”.

Quien trata de cumplir este mandamiento no pecará, y si peca, enseguida se enmendará, porque si bien quien ama puede equivocarse, es cierto también que el amor no permitirá el endurecimiento en el pecado.

Amemos de verdad y todo se nos hará fácil en la vida, y será una gran ayuda en el camino.

 

 

 

 

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