María nos auxilia. 

Si somos devotos de la Virgen, y más aún si estamos consagrados a Ella, notaremos cómo en nuestra vida esta Virgen fiel nos auxilia en los momentos más graves y hasta en las cosas cotidianas.

María, en el camino al Calvario, se encontró con su Hijo Jesús que cargaba fatigosamente la Cruz, la cual le había producido una llaga muy dolorosa en el hombro. ¡Qué no querría haber hecho la Madre para aliviar a su Criatura! Y con sus oraciones obtuvo esa ayuda para Jesús, pues después de la estación del Vía Crucis del encuentro de Jesús con su Madre, inmediatamente viene la otra estación en que el Cireneo ayuda a Jesús a cargar la cruz. Y es que María siempre alivia la cruz de sus hijos. Ella nos hace dulce las cruces, como bien dice San Luis María Grignion de Montfort, ¡y felices quienes son sus devotos!, pues María jamás los abandona.

Entonces una ayuda en el camino, una Gran Ayuda en nuestro camino de la vida, es María Santísima, nuestra Madre amorosa, a quien debemos acudir con confianza, y especialmente mediante el rezo del Rosario, oración que tanto le gusta a Ella, y por la cual concede un número incalculable de gracias, y la ayuda en toda vicisitud.

María es la que ha sonreído a los mártires y les ha dado fuerzas y coraje para entregar su vida por Dios. Con María podemos enfrentar al mismo Infierno, y éste no nos puede hacer nada realmente malo.

 

 

 

 

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