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CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

 

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(Vea al final de esta página la oración a María Reina de los Ángeles)

Un día San Miguel Arcángel apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical.

Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aun mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

En esta coronilla invocaremos a los nueve coros de ángeles. Después de cada invocación rezaremos 1 Padre Nuestro y 3 Avemarías. Ofreceremos esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las asechanzas del demonio, y por los que están más alejados de Dios.

En el Nombre del Padre...

Se comienza la Corona rezando, la siguiente invocación:

Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, etc.

1. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Serafines, enciende en nuestros corazones la llama de la perfecta caridad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías

2. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Querubines, dígnate darnos tu gracia para que cada día aborrezcamos más el pecado y corramos con mayor decisión por el camino de la santidad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

3. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Tronos, derrama en nuestras almas el espíritu de la verdadera humildad. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

4. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Dominaciones, danos señorío sobre nuestros sentidos de modo que no nos dejemos dominar por las malas inclinaciones. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

5. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Principados, infunde en nuestro interior el espíritu de obediencia. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

6. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Potestades, dígnate proteger nuestras almas contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

7. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Virtudes, no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

8. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Arcángeles, concédenos el don de la perseverancia en la fe y buenas obras de modo que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén.

 1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

9. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Ángeles, dígnate darnos la gracia de que nos custodien durante esta vida mortal y luego nos conduzcan al Paraíso. Amén.

1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.

Se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:

*En honor a San Miguel ...... 1 Padre Nuestro
*En honor a San Gabriel...... 1 Padre Nuestro
*En honor a San Rafael........ 1 Padre Nuestro
*En honor a nuestro ángel de la Guarda..... 1 Padre Nuestro

Glorioso San Miguel, caudillo y príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, familiar de la casa de Dios, admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti y haz que mediante tu incomparable protección adelantemos todos los días en el santo servicio de Dios.

V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oremos. Todopoderoso y Eterno Dios, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.  

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Si queremos, al final de la Coronilla a San Miguel Arcángel, podemos agregar la siguiente oración:

ORACIÓN A MARÍA
REINA DE LOS ÁNGELES

¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas legiones para que, bajo vuestras órdenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.

¿Quién como Dios?
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
 

Historia de esta oración:

Ante el gran combate espiritual que libramos, Dios ha querido proveer por nosotros. Pero debemos rezar si deseamos su ayuda.

Escribe acerca de la Reina de los Ángeles el Venerable Luis Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María:

En 1863 un alma... sintió su mente elevada hacia la Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de los Ángeles pidiéndole las legiones santas para combatir y aplastar los poderes infernales.

–"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías enviarlas sin que os rogáramos?"

–"No", respondió la Santísima Virgen, "la oración es condición impuesta por Dios para alcanzar las gracias".

– "Entonces, Madre mía", dijo el alma "¿querrías enseñarme Vos la manera de rogaros?"

Y creyó escuchar la oración “Oh Augusta Reina...”

El señor Cestac fue el depositario de esta oración. Lo primero que hizo fue presentarla a Monseñor Lacroix, obispo de Bayona, quien le dio su aprobación. Inmediatamente mandó imprimir medio millón de ejemplares, que distribuyó gratis por todas partes.

No estará demás advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron dos veces. La oración a la Reina de los Ángeles se extendió rápidamente y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos.

San Pío X concedió trescientos días de indulgencia a quienes la rezaren.

(Imprimátur del Vicario General de Buenos Aires, 29 de febrero de 1912)

-“Regina Angelorum”, publicación de la Orden de María Reina, Pascua de 1978


Mensajes de la Santísima Virgen al P. Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano:

Nimega (Holanda), 29 de septiembre de 1979

Fiesta de los Santos Arcángeles

Los Ángeles del Señor.

“Acabas de terminar el Cenáculo con estos hijos míos, tan queridos, que sufren por el estado de laceración y de desorden en que se encuentra aquí mi Iglesia.

Une tu dolor al mío y sé tú expresión de la maternal benevolencia con que los miro, los acojo, los conforto y los conduzco.

No mires si son pocos y, en su mayoría, frágiles por la edad o la salud; pero son tan fieles y generosos que consuelan el inmenso dolor de mi Corazón Inmaculado.

Para Mí, son los tesoros más preciosos. Y también aquí, por su medio ¡cuán numerosos son los hijos que responden a mi invitación, entran en el refugio de mi Corazón y los formo en la heroica fidelidad a Jesús y a su Iglesia!

Así, en este mismo lugar, donde mi Adversario ha iniciado su obra de destrucción solapada de la Iglesia, Yo respondo al desafío y me formo mi ejército.

Es el ejército de los pequeños, de los pobres, de los humildes, que reúno en mi Corazón Inmaculado para darles mi espíritu de Sabiduría, para derrotar la soberbia de los que se han dejado seducir por la falsa ciencia y por el espíritu de grandeza y vanagloria.

También hoy, por medio de esta Obra mía, de la boca de los niños y de los lactantes, el Señor recibe la gloria perfecta.

Con vosotros están también los Ángeles del Señor. Yo soy su Reina y están prontos a mis órdenes, porque la Santísima Trinidad ha confiado a mi Corazón Inmaculado la obra de renovación de la Iglesia y del mundo.

San Miguel está a la cabeza de todo mi ejército, celeste y terrestre, dispuesto ya en orden de batalla.

San Gabriel está a vuestro lado para daros a todos la misma invencible fortaleza de Dios.

San Rafael os cura de las numerosas heridas que con frecuencia recibís a causa de la tremenda lucha en que estáis empeñados.

Sentid siempre a vuestro lado a los Ángeles de Dios e invocad con frecuencia su ayuda y protección.

Ellos tienen gran poder para defenderos y sustraeros a todas las insidias que os tiende Satanás, Adversario mío y vuestro.

Ahora su protección se intensificará y la advertiréis de modo particular, porque han llegado los tiempos de la gran prueba y estáis para entrar en un período de gran angustia como no lo ha habido hasta ahora.

A mis órdenes, sentid a vuestro lado a los Ángeles del Señor, que serán vuestra defensa y guía, para que pueda cumplirse en cada uno de vosotros, cuanto Yo he establecido para el triunfo de mi Corazón Inmaculado.”

Montevideo (Uruguay), 29 de septiembre de 1981

Fiesta de San Miguel, Gabriel y Rafael

Reina de los ángeles

“En la lucha a la que os llamo, hijos predilectos, os asisten y defienden particularmente los Ángeles de Luz.

Soy la Reina de los Ángeles.

A mis órdenes están reuniendo de todas las partes del mundo, a todos los que llamo a enrolarse en mi gran ejército victorioso.

En la lucha entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo, los Ángeles tienen la parte más importante a desarrollar. Por esto os debéis dejar guiar dócilmente por ellos.

Los Ángeles, Arcángeles y todas las jerarquías celestes están unidas con vosotros en el terrible combate contra el Dragón y sus secuaces. Os defienden de las asechanzas de Satanás y de los innumerables Demonios, que están ahora desencadenados con furia rabiosa y demoledora en todo el mundo.

Ésta es la hora de Satanás y del poder de los Espíritus del as tinieblas.

Es su hora que corresponde al momento de su aparente acción victoriosa.

Es su hora, pero el tiempo de que disponen es breve y los días de su triunfo están contados.

Por esto os tienden asechanzas peligrosas y terribles, y no podéis huir de ellas sin un especial auxilio de vuestros Ángeles Custodios.

¡Cuántas veces al cabo del día éstos habrán intervenido para sustraeros a las engañosas maniobras que os tiende, con astucia, mi Adversario!

Por esto os invito a confiaros cada vez más a los Ángeles del Señor.

Tened con ellos una afectuosa intimidad porque están más cerca de vosotros que los amigos y personas más queridas.

Caminad a la luz de su invisible pero segura y preciosa presencia. Ellos ruegan por vosotros, caminan a vuestro lado, os sostienen en la fatiga, os consuelan en el dolor, velan vuestro reposo, os toman de la mano y dulcemente os ponen en el camino que os he trazado.

Orad a vuestros Ángeles Custodios y vivid con confianza y con serenidad las dolorosas horas de la purificación.

En estos momentos, en realidad, el Cielo y la Tierra se unen en una extraordinaria comunión de oración, de amor y de acción a las órdenes de vuestra Celeste Capitana.”

Curaçao (Archipiélago de las Antillas), 29 de septiembre de 1983

Fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

La función de los Ángeles

“Hoy la Iglesia celebra la fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Es también vuestra fiesta, hijos predilectos, porque los Ángeles del Señor tienen una parte muy importante que desarrollar en mi plan victorioso.

He aquí cuál es su función: a mis órdenes libran una terrible batalla contra Satanás y todos los malos espíritus. Es una lucha que se desarrolla, sobre todo, a nivel de espíritus, con inteligencia y con perfecta adhesión a los planes de los dos grandes y opuestos caudillos: La Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo.

Misión de S. Gabriel es la de revestiros de la misma fortaleza de Dios.

Él, combate contra la asechanza más peligrosa de Satanás, la de debilitaros, llevándoos al desaliento y al cansancio. ¡Cuántos de vosotros se han parado en el camino de la consagración, que me han hecho, por causa de vuestra debilidad humana!

La debilidad es la causa que os conduce a la duda, a la incertidumbre, al miedo, a la turbación. Ésta es la tentación de mi Adversario para haceros inofensivos, cerrados en vosotros mismos, detenidos en vuestros problemas, incapaces de un verdadero empuje apostólico.

El Arcángel Gabriel tiene la misión de ayudaros a crecer en la confianza, revistiéndoos de la fortaleza de Dios. Y así os conduce cada día por al camino del valor, de la firmeza, de la fe heroica y pura.

Misión de S. Rafael es la de derramar bálsamo sobre vuestras heridas.

¡Cuántas veces Satanás logra heriros con el pecado, golpearos con sus solapadas seducciones!

Os hace sentir el peso de vuestra miseria, de la incapacidad, de la fragilidad y os detiene en el camino de vuestra perfecta donación.

S. Rafael tiene entonces la misión de acompañaros en el camino que os he trazado, dándoos aquella medicina que cura todas vuestras enfermedades espirituales.

Cada día él hace vuestro caminar más seguro, más firmes vuestros propósitos, más valerosos vuestros actos de amor y de apostolado, más decididas las respuestas a mis deseos, más atenta la mente a mi designio materno, y fortalecidos con su bálsamo celestial, proseguís vuestros combate.

Misión de S. Miguel es la de defenderos de los terribles ataques que Satanás desencadena contra vosotros.

En estos tiempos, mis predilectos que han acogido mi invitación y se han consagrado a mi Corazón Inmaculado, y todos mis hijos que se han entrado a formar parte de mi ejército victorioso, son el blanco escogido, con particular rabia y ferocidad, por parte de mi Adversario y vuestro.

Satanás os ataca en el campo espiritual con toda clase de tentaciones y sugestiones para llevaros al mal, a la desorientación, a la duda y a la desconfianza. Usa con frecuencia su arma preferida, que es la de la sugestión diabólica y la de la tentación impura. Os ataca con terribles insidias, con frecuencia trata de empujaros al peligro; incluso físicamente atenta contra vuestra vida e integridad.

El Arcángel Miguel, Patrono de la Iglesia Universal, es el que interviene con su gran poder y entra en combate para libraros del Maligno y de sus peligrosas asechanzas.

Por esto os invito a invocar su protección con el rezo diario de la breve, pero, al mismo tiempo, tan eficaz oración del exorcismo compuesto por el Papa León XIII.

Ved aquí, por qué los Ángeles del Señor tienen una importante función en la estrategia de la batalla que se está combatiendo: debéis vivir siempre en su compañía.

Tienen una misión preciosa e insustituible: están a vuestro lado combatiendo vuestra misma batalla; os dan fuerza y valor; os curan vuestras numerosas heridas; os defienden del mal y forman, con vosotros, la parte más aguerrida del ejército victorioso a las órdenes de la Celeste Capitana.”

Nápoles, 29 de septiembre de 1986

Fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel

Con vosotros en el combate

“Combatid, hijos predilectos, mis apóstoles, en estos últimos tiempos.

Ésta es la hora de mi gran victoria.

Con vosotros en el combate están también los Ángeles del Señor que, a mis órdenes, cumplen la misión que Yo les he confiado.

Todos los Espíritus Celestiales son seres luminosos y poderosos y se hallan muy cerca de Dios, a quien aman, sirven, defienden y glorifican.

En la Luz de la Santísima Trinidad, Ellos ven todas las insidias peligrosas y engañosas que os tienden los malos Espíritus, que luchan contra Dios y contra su real dominio.

Ésta es una batalla terrible, que se libra sobre todo a nivel de espíritus: los buenos contra los malos: los Ángeles contra los demonios.

Vosotros estáis también comprometidos en esta gran lucha y por esto debéis confiaros siempre a su segura protección e invocar a menudo, con la oración, su poderosa ayuda.

Todos los Espíritus Celestiales conocen mi designio, saben la hora de mi triunfo, ven como el ataque del infierno, en estos tiempos vuestros, se hace potente, continuo, universal.

Satanás ha logrado establecer su Reino en el mundo y se siente ya seguro vencedor.

Pero está cercano el momento de su grande y definitiva derrota. Por esto la batalla es cada día más áspera y terrible y también vosotros, con los Ángeles del Señor, estáis llamados al combate.

Las armas usadas por los demonios son las del mal, del pecado, del odio, de la impureza, de la soberbia y de la rebelión contra Dios.

Las armas esgrimidas por los Espíritus Celestiales, que están junto a vosotros en el combate, son las del bien, de la gracia divina, del amor, de la pureza, de la humildad y de la dócil sumisión a la Voluntad del Señor.

Los Espíritus Celestiales tienen también el encargo de fortaleceros, de curaros de las heridas, de defenderos de las insidias de mi Adversario, de protegeros del mal y de conduciros por la vía luminosa de mi Querer.

El Arcángel Gabriel, enviado por Dios para recibir el Sí de vuestra Madre Celestial, tiene ahora el encargo de recibir vuestro Sí al Querer del Padre. Él os refuerza y os sostiene; os conduce por el camino del valor y del heroico testimonio a Jesús y a su Evangelio.

El Arcángel Rafael repara vuestra debilidad, derrama bálsamo en toda herida dolorosa y os alivia el peso del cansancio y del desaliento para continuar en la lucha, con el escudo de la fe y con la coraza del amor y de la santidad.

El Arcángel Miguel os defiende de todos los terribles ataques de Satanás, que se ha desencadenado particularmente contra vosotros, que formáis parte de mi ejército y os dejáis guiar dócilmente por vuestra Celestial Capitana.

¡Cuántas veces hubierais sido víctimas de los ataques de Satanás, si el Arcángel Miguel no hubiese intervenido para vuestra defensa y protección! Invocadlo a menudo, con la oración tan eficaz del exorcismo contra Satanás y los Ángeles rebeldes para que Él os guíe en esta lucha, de modo que cada uno de vosotros pueda cumplir la tarea que le ha sido confiada por la Madre Celestial.

Uníos, pues, en afectuosa y fraternal comunión de vida, de oración y de acción, a todos los Espíritus Celestiales, que están empeñados con vosotros en librar la misma batalla y en preparar la gran victoria de Dios en el Reino Glorioso de Cristo, que vendrá a vosotros con el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.”

Inchon (Corea), 29 de septiembre de 1987.
Fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel.

Cielo y tierra se unen.

"Hijos predilectos, os llamo de todas las partes de la tierra.

Los Ángeles de Luz de mi Corazón Inmaculado están ahora recogiendo de todas partes a los elegidos, llamados a formar parte de mi ejército victorioso.

Os marcan con mi sello.

Os revisten de una fuerte armadura para la batalla.

Os cubren con mi escudo.

Os entregan el Crucifijo y el Rosario, como armas que usar para la gran victoria.

Ha llegado el tiempo de la lucha final.

Por esto los Ángeles del Señor intervienen de manera extraordinaria y se ponen cada día al lado de cada uno de vosotros para guiaros, para protegeros y para fortaleceros.

Así como, en estos tiempos, se les ha concedido a los Demonios y a todos los Espíritus del mal una gran libertad para sus manifestaciones diabólicas, así también éstos son los días en los que a los Ángeles del Señor se les llama a desarrollar la parte más importante de mi designio.

Cielo y tierra se unen en esta hora de la gran lucha final.

Os invito, pues, a que todos forméis una sola cosa con los Ángeles y con los Santos del Paraíso.

Sobre todo os invito a orar más a vuestros Ángeles custodios, porque están llamados, en estos tiempos, a cumplir una misión particular, que Yo les he asignado, en relación con cada uno de vosotros, hijos míos predilectos.

Es deseo de mi Corazón, que en el rezo diario del Ángelus, incluyáis también la oración del : "Ángel de Dios".

Os invito a vivir siempre en intimidad y comunicación con vuestros Ángeles Custodios.

Llamadlos en vuestras necesidades; invocadlos en los peligros; asociadlos a vuestro trabajo; confiadles vuestras dificultades; buscadlos en el momento de la tentación.

Ahora, deben formar una sola cosa con vosotros.

Sobre todo, sentid junto a vosotros a los Arcángeles, cuya fiesta celebra hoy la Iglesia: a San Gabriel, para que os dé la misma fortaleza de Dios; a San Rafael, para que sea la medicina de vuestras heridas, y a San Miguel, para que os defienda de las terribles insidias que, en estos tiempos, os tiende Satanás.

Caminad con ellos en la luz de mi designio y juntos combatid a mis órdenes.

Estáis llamados ahora a ver mis mayores prodigios porque habéis entrado en el tiempo de mi triunfo".

S. Albert (Alberta), Canadá 29 de septiembre de 1990

Fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel

La hora de las potestades Angélicas

“Hoy celebráis la fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel e invocáis su protección.

En estos tiempos de la gran tribulación os invito a vivir en unión de vida con los Ángeles del Señor.

Ellos tienen, hoy, una misión importante que cumplir a favor vuestro.

–Os iluminan el camino que debéis recorrer, para ser fieles a la consagración que me habéis hecho.

Es un camino difícil y doloroso, marcado por muchos obstáculos y amenazado por muchas insidias de mi Adversario.

Los Ángeles os toman de la mano y os conducen por la senda de la luz, del amor y de la santidad.

–Os dan valor y consuelo en las muchas dificultades que debéis soportar y os sostienen en vuestra debilidad humana.

Están a vuestro lado como verdaderos hermanos, que toman a pecho vuestra persona y vuestra vida.

–Os defienden contra los continuos ataques de Satanás, contra sus numerosas asechanzas, contra los obstáculos que pone en vuestro camino.

La gran batalla que se está combatiendo ahora es sobre todo a nivel de espíritus: los espíritus malos, contra los Espíritus Angélicos.

Vosotros estáis involucrados en esta lucha que se desarrolla entre el cielo y la tierra. Entre los Ángeles y los demonios, entre San Miguel Arcángel y Lucifer. A los Ángeles del Señor ha sido encomendada la misión de defender vuestras personas, la vida de la Iglesia, el bien de toda la humanidad.

En esta gran Nación, donde te encuentras para celebrar los cenáculos, contempla cómo la humanidad engañada por los falsos espíritus, corre por la senda del mal y de una gran inmoralidad y cómo la misma Iglesia está cada vez más minada por los errores y los pecados y corre peligro de perder la verdadera fe, debido a su separación del Papa y la oposición a su Magisterio.

En estos tiempos perversos vosotros debéis orar mucho a los Ángeles del Señor.

Es la hora de las Potestades Angélicas.

Las Potestades Angélicas son las que guían a todos mis hijos en la batalla decisiva, para la derrota definitiva de Satanás y la venida del Reino glorioso de Cristo, en el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.”

Omaha-Nebraska (U.S.A.), 29 de septiembre de 1994

Fiesta de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel

Los Ángeles de vuestro tiempo

“Hoy celebráis la fiesta de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel.

Son los Ángeles de vuestro tiempo.

Son los Ángeles del tiempo conclusivo de la purificación y de la gran tribulación.

Son los Ángeles de vuestro tiempo.

A ellos les está confiada una misión especial durante el período de la prueba y del gran castigo.

A ellos toca salvar al pueblo de Dios, recoger de todas partes de la tierra a quien es llamado a formar parte del pequeño resto, que permanecerá fiel, en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado.

Son los Ángeles de vuestro tiempo.

Sobre todo son los Ángeles que os revelan las últimas vicisitudes descritas en el Libro sellado.

Al Arcángel San Miguel se le ha confiado la misión de conducir a la batalla los ejércitos de los Ángeles y de mis hijos fieles contra las aguerridas huestes de Satanás, del mal, de las fuerzas satánicas y masónicas, ya organizadas a nivel mundial en una sola gran potencia, para ponerse contra Dios y contra su Cristo.

San Miguel intervendrá sobre todo para combatir al antiguo enemigo Lucifer que, en la última hora, aparecerá con toda la tenebrosa potencia del Anticristo.

Suya es la misión de combatirlo y de vencerlo, de arrojarlo dentro de su reino de tiniebla y de fuego, ofreciendo a vuestra Madre Celestial la cadena con la que lo sujetará y la llave para sellar la puerta del abismo, del cual no podrá salir ya más para perjudicar en el mundo.

Al Arcángel San Rafael se le ha confiado la misión de participar, como médico celestial, en la gran batalla, para socorrer y curar a cuantos son golpeados y heridos.

Como restituyó a Tobías la vista, así a millones de mis pobres hijos, que se han vuelto ciegos por el pecado, por los errores y por la gran tiniebla de vuestros días, dará la vista, para que puedan volver a creer y a contemplar el divino esplendor de la Verdad.

Al Arcángel San Gabriel se le ha confiado la gran misión de anunciar el retorno de Jesús en gloria, para instaurar su reino en el mundo.

Como ha venido por Él el anuncio de la primera venida de mi Hijo al mundo, así ahora será Él, el mensajero luminoso de la segunda venida de Jesús en gloria.

Esta segunda venida sucederá en el poder y la luz, con Jesús que aparecerá sobre las nubes del cielo, en el esplendor de su divinidad, para someter a Sí todas las cosas. Y así, ante todo el universo creado, aparecerá el divino poder de mi hijo Jesús.

Al Arcángel llamado “fortaleza de Dios” se le ha dado el encargo de anunciar a todos el próximo retorno de Cristo con la fuerza de su divino poder.

Por esto os invito hoy a orar y a invocar la protección de estos Arcángeles, llamados a desarrollar una misión tan grande en el tiempo conclusivo de la gran tribulación y a llevaros al corazón  de los últimos acontecimientos, que ahora estáis llamados a vivir con confianza y con una gran esperanza.”

Río de Janeiro (Brasil), 29 de septiembre de 1995

Fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel

Los tiempos serán abreviados

“Mi designio se está cumpliendo ya en todas partes.

Mi pequeño hijo, observa como se realiza el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Todo cuanto aquí sucede es un signo para ti.

Por decenas de millares mis hijos me están respondiendo, con un amor y un entusiasmo tan grande, que conmueve mi Corazón de Madre.

Por la respuesta que por doquier recibo de estos mis pequeños niños, Yo intervengo para abreviar los tiempos de la gran prueba tan dolorosa para vosotros.

–Los tiempos serán abreviados, porque soy la Madre de la Misericordia y cada día ofrezco sobre el trono de la divina Justicia mi oración, unida a la de los hijos que me responden con un sí y se consagran a mi Corazón Inmaculado.

Uno los dolores de mi Corazón a todos los sufrimientos de los buenos, que llevan con paciencia la cruz de estos tiempos de la gran tribulación.

Los dolores de los pobres y de los frustrados, de los pequeños y de los marginados, de los pecadores y de los alejados, de los enfermos y de los desesperados, de los abandonados y de los oprimidos, son recogidos en el jardín de mi sufrimiento materno y son ofrecidos a la divina Justicia en señal de reparación y de perenne intercesión.

–Los tiempos serán abreviados, porque soy vuestra Madre y quiero ayudaros, con mi presencia, a llevar la cruz de los dolorosos acontecimientos que estáis viviendo.

Cuántas veces he intervenido ya, para retrasar cada vez más el tiempo del inicio de la gran prueba, para la purificación de esta pobre humanidad, ahora poseída y dominada por el espíritu del Mal.

–Los tiempos serán abreviados, porque la gran batalla que se combate entre Dios y su adversario es sobre todo a nivel de Espíritus y se libra por encima de vosotros.

Esta terrible batalla se desarrolla entre los Espíritus Celestes y los espíritus infernales, entre los Ángeles del Señor y los demonios, entre las Potencias del cielo y las potencias del infierno.

En esta gran lucha, una misión particular se ha encomendado al Arcángel San Gabriel, que os reviste de la misma fortaleza de Dios; al Arcángel San Rafael, que vierte bálsamo de curación sobre todas vuestras heridas; al Arcángel San Miguel, que conduce a todas las milicias Angélicas a la completa victoria sobre los ejércitos infernales.

Por esto os confío a la potente protección de estos Arcángeles y de vuestros Ángeles Custodios, a fin de que seáis guiados y defendidos en la lucha que ahora se libra entre el Cielo y la tierra, entre el Paraíso y el infierno, entre San Miguel Arcángel y el mismo Lucifer, que aparecerá pronto con toda la potencia del Anticristo.

Así sois preparados para el gran prodigio que se cumplirá cuando, con el triunfo de mi Corazón Inmaculado, descenderá sobre el mundo la rociada celeste de la divina Misericordia”.

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