Actualizado el viernes 15/MAR/24

Evangelio explicado

Mt 9, 27-31.  

Jesús da vista a dos ciegos. 

Cuando salía Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritando: “¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!” Y al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les dijo: “¿Creéis que puedo hacer eso?” Respondiéronle: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos diciendo: “Os sea hecho según vuestra fe”. Y sus ojos se abrieron. Y Jesús les ordenó rigurosamente: “¡Mirad que nadie lo sepa!”. Pero ellos, luego que salieron, hablaron de Él por toda aquella tierra. 

Comentario: 

Es lógico que con la alegría que experimentaron estos ciegos al ser curados no hicieran caso al Señor, que les mandó rigurosamente que no lo divulgaran. Pero la alegría del milagro, del beneficio del Señor para con nosotros, no debe hacer que le desobedezcamos al Señor. ¿Qué hubiera pasado si la Virgen, luego del Anuncio del Ángel y la Encarnación del Verbo, de tan feliz que se hallaba, lo hubiera comentado a todos y no hubiese guardado celosamente ese secreto como Dios se lo pedía? Habría sucedido que Satanás interfiriera en los planes de Dios y la Redención habría estado en peligro.

Por eso cuando recibimos una gracia de Dios o estamos muy contentos porque Dios nos ha revelado algún secreto íntimo, no lo divulguemos con cualquiera, sino escondámoslo en el fondo de nuestra intimidad, porque los secretos del Rey no deben ser revelados a cualquiera.

Siempre la obediencia a Dios es lo importante, ya sea que debamos hablar o no, siempre seguir lo que Dios manda, porque de lo contrario podemos hacer más daño que bien, y la gracia que recibimos no sería bien aprovechada.

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