Actualizada el sábado 10/AGO/13 (Segunda entrega)

¿Cómo evangelizar?

Con la palabra.

Muchos no aman a Dios porque no lo conocen, ya que nadie les ha explicado sobre su existencia, y menos aún sobre el gran amor que les tiene el Señor. Para eso estamos nosotros y si Dios nos ha elegido para esta misión, entonces confiemos en Él y no en la elocuencia de nuestras palabras, sino más bien dejemos hablar a Dios en nosotros.

Porque tenemos que saber que a veces una sencilla palabra puede convertir a un alma, como no lo hace ni siquiera un gran discurso. Por eso no es tan importante el adorno que damos a lo que decimos, sino más bien el decirlo con amor, con fe, y asistidos por la gracia de Dios. ¡Claro!, porque si queremos dar a Cristo a los demás, primero debemos tenerlo en nosotros, es decir vivir en gracia de Dios, en amistad con Él, porque nadie puede dar lo que no tiene, ¿y cómo pretenderemos que los demás amen a Dios, si nosotros estamos en pecado mortal y por lo tanto no lo estamos amando?

No se trata de hablar mucho ni poco, sino lo justo, lo que Dios nos inspire en ese momento, porque el más interesado de que las almas se acerquen a Dios, es Dios mismo, nosotros somos solo instrumentos suyos, tanto más idóneos en tanto y en cuanto nos dejamos manejar dócilmente por Él.

Y no creamos que deberemos decir un discurso o sermón para evangelizar, puesto que a veces una sencilla palabra de cariño y compasión, vale más que mil discursos fríos o superficiales.

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