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Instrumentos de la Divina Misericordia

 

El mundo está necesitando imperiosamente la Misericordia de Dios. Es por eso que el domingo 3 de enero de 2010, fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, he decidido crear este grupo llamado Instrumentos de la Divina Misericordia.

Quien desee integrar este grupo deberá consagrarse al Inmaculado Corazón de María, si todavía no lo está, y cumplir las siguientes condiciones (lo que está en azul) que la misma Santísima Virgen le comunicara al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano, en el siguiente mensaje:

Fátima (Portugal), 15 de septiembre de 1989

Fiesta de la Virgen Dolorosa

Grande es mi dolor

“Participad, hijos predilectos de mi dolor.

Soy vuestra Madre Dolorosa.

Mi Corazón Inmaculado es traspasado por numerosas y dolorosas espinas.

El dominio de mi Adversario se ha hecho cada día mayor y su poder se expande en los corazones y en las almas.

Ya ha descendido sobre el mundo una densa tiniebla.

Es la tiniebla del rechazo obstinado de Dios.

Es la tiniebla del pecado cometido, justificado y ya no confesado.

Es la tiniebla de la lujuria y de la impureza.

Es la tiniebla del egoísmo desenfrenado y del odio, de la división y de la guerra.

Es la tiniebla de la pérdida de la fe y de la apostasía.

En el Cáliz de mi Corazón Inmaculado Yo recojo, también hoy, todo el dolor de mi Hijo Jesús, que revive místicamente las horas sangrientas de su agonía.

Nuevo Getsemaní es para Jesús ver hoy su Iglesia tan violada y desierta, donde la mayor parte de los Pastores duerme en la indiferencia y en la tibieza, mientras otros repiten el gesto de Judas y le traicionan por sed de poder y de dinero.

Exulta el Dragón frente a la vastedad de su conquista, con la ayuda de la bestia negra y de la bestia semejante a un cordero, en estos vuestros días, en los que el diablo se ha desencadenado contra vosotros, sabiendo que le queda poco tiempo.

Por esto han llegado también los días de mi gran dolor.

–Grande es mi dolor al ver a mi Hijo Jesús que sigue vilipendiado y flagelado en su Palabra, rechazada por orgullo y desgarrada por interpretaciones humanas y racionalistas.

–Grande es mi dolor al contemplar a Jesús, realmente presente en la Eucaristía, cada vez más olvidado, abandonado, ofendido y pisoteado.

–Grande es mi dolor al ver a mi Iglesia dividida, traicionada, despojada y crucificada.

–Grande es mi dolor al ver a mi Papa que sucumbe bajo el peso de una Cruz pesadísima, mientras se ve circundado por la completa indiferencia de parte de Obispos, Sacerdotes y Fieles.

–Grande es mi dolor por un número en constante crecimiento de mis pobres hijos que recorren el camino del mal y del pecado, del vicio y de la impureza, del egoísmo y del odio, con el gran peligro de perderse eternamente en el infierno.

"Entonces hoy, os pido a vosotros, hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, todo lo que en este mismo lugar, en mayo de 1917, he pedido a mis tres pequeños niños Lucía, Jacinta y Francisco, a quienes me aparecí.

- ¿Queréis también vosotros ofreceros como víctimas al Señor, sobre el altar de mi Corazón Inmaculado, por la salvación de todos mis pobres hijos pecadores?

Si acogéis esta mi invitación, deberéis hacer cuanto ahora os pido.

Orad cada vez más, especialmente con el Santo Rosario.

Practicad con frecuencia horas de adoración y reparación Eucarística.

Acoged con amor todos los sufrimientos que el Señor os mande.

Difundid sin miedo los mensajes que Yo os doy, como Celestial profetisa de estos vuestros últimos tiempos.

¡Si supierais el castigo que os espera, si seguís cerrando las puertas de vuestros corazones a la voz angustiada de vuestra Madre Celeste!

Ya que el Corazón Divino de mi Hijo Jesús ha confiado a mi Corazón Inmaculado la última y extrema tentativa de conduciros a todos a la salvación".

La oración para consagrarse al Inmaculado Corazón de María es la que sigue:

Virgen de Fátima, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra, refugio de los pecadores, nosotros, adhiriéndonos al Movimiento Mariano, nos consagramos de un modo especialísimo a Tu Corazón Inmaculado.

Con este acto de consagración queremos vivir Contigo y por medio de Ti, todos los compromisos asumidos con nuestra consagración bautismal; nos comprometemos a realizar en nosotros aquella conversión interior, tan requerida por el Evangelio, que nos libre de todo apego a nosotros mismos y a los fáciles compromisos con el mundo, para estar, como Tú,  sólo disponibles para hacer siempre la Voluntad del Padre.

Y mientras queremos confiarte, Madre dulcísima y misericordiosa, nuestra existencia y vocación cristiana, para que Tú dispongas de ellas para Tus designios de salvación en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo, nos comprometemos a vivirla según Tus deseos, en particular por lo que se refiere a un renovado espíritu de oración y de penitencia, a la participación fervorosa en la celebración de la Eucaristía y al apostolado, al rezo diario del Santo Rosario y a un austero modo de vida, conforme al Evangelio, que sea un buen ejemplo para todos en la observancia de la Ley de Dios, en el ejercicio de las virtudes cristianas, especialmente de la pureza.

Te prometemos también estar unidos al Santo Padre, a la Jerarquía y a nuestros Sacerdotes, para oponer así una barrera al proceso de contestación al Magisterio, que amenaza los fundamentos mismos de la Iglesia.

Bajo Tu protección queremos también ser los apóstoles de esta hoy tan necesaria unidad de oración y de amor al Papa sobre el cual invocamos de Ti una especial protección.

Finalmente, te prometemos llevar a las almas con las cuales entremos en contacto, en cuanto nos sea posible, a una renovada devoción hacia Ti.

Conscientes de que el ateísmo ha hecho naufragar en la fe a un gran número de fieles, de que la desacralización ha entrado en el Templo Santo de Dios, de que el mal y el pecado se propagan cada vez más en el mundo, nos atrevemos a levantar, confiados, los ojos a Ti, Madre de Jesús y Madre nuestra misericordiosa y poderosa, y también hoy, invocar y esperar de Ti la salvación para todos tus hijos. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! 

 

Una vez que usted se haya consagrado a la Virgen y esté dispuesto a cumplir con las condiciones más arriba expuestas (texto en azul), puede hacerse Instrumento de la Divina Misericordia SUSCRIBIÉNDOSE AQUÍ.

Periódicamente recibirá los mensajes más importantes dados por la Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano, para que los pueda difundir por todas partes, ya que este es uno de los compromisos que tenemos como Instrumentos de la Divina Misericordia. (Leer mensaje actual)

Aquí copio un mensaje muy esclarecedor de nuestra misión:

13 de agosto de 1982

Aniversario de la cuarta Aparición de Fátima

Instrumentos de mi Misericordia

“Hijos predilectos, vuelvo a vosotros estos mis ojos misericordiosos.

Soy la Madre de la Misericordia, del Amor Hermoso y de la santa Esperanza, y mi Corazón Inmaculado tiembla de preocupación por vosotros. ¡Cuántos peligros os amenazan! ¡Cuántas insidias os tiende mi Adversario!

En esta hora de su dominio y de su triunfo, son numerosos mis hijos expuestos al peligro de perderse eternamente.

Ved en qué grave situación os encontráis hoy: la humanidad se ha rebelado contra el Dios del amor y camina por la senda del odio y del pecado, que se propone como un bien a través de los medios de comunicación social.

Vivís en un ambiente malsano y corrompido, que hace muy difícil que permanezcáis fieles a los mandamientos de la Ley de Dios, que os conducen por la senda del amor, a huir del pecado y a vivir en la Gracia y en la santidad.

Así, cada día, se hacen más numerosos los pobres hijos que se dejan seducir por el egoísmo desenfrenado, por la envidia y la impureza. Las víctimas más fáciles, menos culpables, son los jóvenes, que tienen la desdichada suerte de vivir en estos años en que el mundo se ha hecho peor que en los tiempos del diluvio.

Por esto, sobre todo hacia mis hijos jóvenes, me siento Madre dulce y misericordiosa, y siembro en sus vidas palabras de confianza y de salvación.

Abro de par en par sus almas a una gran sed de bien, abro sus corazones a la gozosa experiencia del amor verdadero y de la donación; curo sus numerosas heridas, mientras invito a todos los buenos a auxiliarles con la oración, con el buen ejemplo y con la penitencia.

Si vosotros, hijos míos predilectos, sufrís y oráis Conmigo, lograréis encaminar diariamente a muchas almas por la senda que lleva al Paraíso.

Sed hoy, pues, hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, los instrumentos de mi materna misericordia.

“¡Cuántas almas van al infierno, porque no hay quien ruegue y se sacrifique por ellas!”, dije a Jacinta, a Francisco y a Lucía cuando me aparecí a ellos en Fátima.

Hoy os digo: ¡cuántas almas podéis salvar del fuego del infierno y conducir al Paraíso si, diariamente Conmigo, rezáis y os sacrificáis por ellas!...

El triunfo de mi Corazón se realiza, sobre todo, mediante esta Obra misericordiosa, Mía y vuestra, de Salvación.”

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