PortadaActualizado el domingo 8/JUN/13

Confiando en la Divina Misericordia

El Trono de la Misericordia. 

Dios quiere derramar su Misericordia divina sobre los hombres, y para ello quiere servirse de otros hombres elegidos, los Sacerdotes, que a través del Sacramento de la Confesión, perdonan los pecados en persona de Cristo.

Acudamos al confesionario frecuentemente, al menos una vez al mes, como sugiere la Virgen en Medjugorje, porque no hay que esperar a cometer faltas graves para ir a confesarnos, sino que hay que hacerlo de vez en cuando para estar siempre más limpios, e ir curándonos de las heridas que nos dejaron los pecados ya perdonados.

Además el confesor nos dará sabios consejos, y será el mismo Cristo quien hablará a través de él, para llevarnos cada vez más cerca de su Sagrado Corazón.

Aprovechemos que tenemos este tesoro de la Reconciliación a mano, porque con sólo ir a la iglesia, buscar al sacerdote y arrodillarnos ante él, confesando nuestras culpas, quedamos en paz y con una profunda alegría, la alegría que nos da el Espíritu Santo que habitará cómodamente en nuestra alma purificada.

Vemos en muchas iglesias que los comulgantes son muchísimos, pero no son muchísimos los que se van a confesar, por lo que se deduce que este sacramento de la confesión no es bien aprovechado por los hombres, y por eso Cristo ha querido, por medio de Santa Faustina Kowalska, revitalizarlo en la Iglesia.

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