PortadaActualizado el martes 2/DIC/14

La misericordia en el Evangelio

Socorrer a los hermanos. 

Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. (Mt 4,24). 

Comentario: 

Quizás nosotros no somos tan santos como para hacer milagros como los que hacía Jesús, pero sí podemos aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos con las diferentes obras de misericordia, corporales y espirituales.

No dejemos pasar un sólo día sin realizar una obra de caridad y misericordia, porque no es necesario contar con cuantiosos bienes materiales para poder realizarlas, sino que cualquiera puede hacer obras de misericordia si tiene amor a Dios y al prójimo.

¿Acaso necesitamos dinero para acompañar al que está solo y triste, o para dar un buen consejo al que lo necesita, o visitar a un enfermo?

Santa Faustina nos dice en su Diario que el Señor le había pedido que cada día hiciera al menos una obra de misericordia, pero mejor si eran muchas, porque quien practica la misericordia con el prójimo, alcanzará Misericordia de Dios, ¡y todos necesitamos de la Misericordia divina! Por eso tenemos que ser misericordiosos si queremos que Dios lo sea también con nosotros.

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