PortadaActualizado el domingo 24/AGO/14

Florecillas de Sagrario

La Eucaristía es como una semilla. 

Cada vez que recibimos la Sagrada Comunión, la Hostia es como una semilla que se siembra en nuestra alma, y es necesario que esa semilla crezca y se haga árbol frondoso y copioso de frutos.

Cada Eucaristía es una siembra que hace el Señor, y debemos hacer crecer en nosotros a Cristo.

Cuando se gesta una nueva criatura, lo primero que se forma es el corazón. También el Señor nos da su Sagrado Corazón en cada Hostia consagrada, para que nosotros, al comulgarlo, tengamos ya el Corazón de Cristo en nosotros, y desde ese centro de amor hagamos crecer al Cristo adulto.

También nosotros debemos recorrer las edades de la vida espiritual, así como hemos recorrido las edades de la vida natural, y por medio de la Comunión frecuente, es que crecemos en gracia y amistad con Dios, y nos hacemos maduros en el conocimiento del Señor.

Pero a juzgar por cuántos reciben a Jesús Sacramentado, y la poca cantidad de santos que ello produce, nos damos cuenta de que hay algo que no anda bien. No podemos decir que la Eucaristía sea parcial o ineficaz, sino que son los receptores de la Comunión quienes ponen impedimentos a la gracia del sacramento.

La Eucaristía es una siembra en nosotros, ¡pero qué pocos santos produce!

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

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