PortadaActualizado el domingo 1/NOV/15 (Segunda entrega)

Sí a la vida 

La vida es de Dios. 

Dios es el único que puede crear la vida. En cambio los hombres y Satanás son los destructores de la vida. Por eso debemos respetar la vida y defenderla, especialmente la vida del ser recién concebido, porque es el más inocente e indefenso de todos los hombres, y Dios ama mucho, muchísimo a quien defiende a los inocentes, comenzando por defender al más Inocente, Jesucristo.

El demonio no puede crear vida, sólo puede destruirla. No imitemos al diablo matando vidas, sino defendamos la vida con todas las armas que el Cielo nos provee, porque Dios es el Dios de la Vida, con mayúscula, que es la vida del cuerpo, pero también la Vida del alma, es decir, la gracia santificante. Y así como debemos cuidar de no matar las almas, o sea, que no debemos escandalizar a ninguno ni hacerlo pecar, porque de esa manera estaríamos matando su alma; tampoco tenemos que matar su vida material, porque es faltar contra la caridad y contra Dios, que es el Padre de todos los hombres.

Dios es el único que puede dar o quitar la vida, y los hombres no debemos arrogarnos el derechos de disponer de las vidas de los demás, ni tampoco de nuestra propia vida, pues no es nuestra, sino que Dios nos la ha donado para que la aprovechemos como un don para ganarnos el Cielo por medio de las buenas obras.

Defendiendo la vida, estaremos defendiendo a Dios, porque si Dios está en todos los hombres, pero de manera especial está en el niño apenas concebido.

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