PortadaActualizado el domingo 1/NOV/15

Si ya abortaste...

No desesperar. 

Si hemos abortado no desesperemos del perdón de Dios, porque adónde iremos lejos del Señor. Vayamos más bien a sus pies, a los pies del sacerdote católico, representante de Dios en la tierra, y abramos nuestro corazón, confesemos nuestra culpa. Y que el dolor que siente nuestro corazón nos ayude a pagar lo que debemos a la Justicia divina.

Quizás no sabíamos bien lo que estábamos haciendo, al practicarnos un aborto, porque quizás si lo hubiéramos sabido en realidad, no habríamos procedido de esa manera.

Muchos lugares donde practican abortos, les suelen  ocultar a la mujer que se los hace, el verdadero rostro de lo que están haciendo. No permiten que la madre oiga los latidos del corazón de su criatura, y le esconden y anestesian la conciencia para que puedan proceder sin problemas.

Es muy triste lo que hemos hecho. Pero más triste sería el que nos dañemos a nosotros mismos, no teniendo confianza en la Misericordia de Dios, que hubiera perdonado incluso a Judas, con tal de que éste hubiera venido a arrojarse a los pies de Jesús.

Es cierto que llevaremos el signo de Caín, y viviremos un poco en la amargura por haber matado. Pero que el vivir en el tiempo nos ayude a expiar nuestro crimen y que de todo el mal que hemos hecho, saquemos el bien, para nunca más volver a repetirlo, y tratar por todos los medios de impedir que otros hagan lo mismo que hicimos nosotros. Recordemos que no hay mal que por bien no venga, y si el mal ya está hecho y es irremediable, sepamos que Dios lo ha permitido y podemos sacar un bien de ello. El sólo hecho de considerarnos pecadores y necesitados de la misericordia divina, es decir, humildes, ya es un gran bien que sacaremos para nosotros.

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