Actualizada el martes 2/SEP/14 (Segunda entrega)

Virtudes del apóstol

Dulzura. 

Ya decía San Francisco de Sales, que se atrapan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre, dando a entender con ello que las almas se sienten más tocadas por alguien que va a ellas con dulzura, que no por quien va a ellas amenazadoramente o con dureza.

Tenemos que aprender a cultivar la dulzura, y para ello tenemos que empezar por casa, por nuestra familia y parientes, que es a veces con quienes más nos cuesta.

Cuando tratemos con delicadeza a nuestros familiares, entonces estaremos preparados para salir a evangelizar.

Pero nosotros muchas veces queremos arreglar todo a los gritos, y si bien algunas almas aceptan esto, la mayoría huyen y se desaniman en el camino del bien.

Por eso la dulzura es tan necesaria en todo apóstol, y en quien tenga que hacer las veces de padre, material o espiritual, pues es mejor tener como defecto la mucha dulzura, antes que el ser intransigentes.

Si pecamos por ser dulces, Dios no será tan severo con nosotros en el Juicio. Pero si pecamos por ser duros de corazón y de carácter áspero, seremos tratados por Dios como nosotros hemos tratado a los demás.

Así que una gran virtud del apóstol debe ser la dulzura, usando dureza sólo para sí mismo, pero para los demás debe tener sólo bondad y comprensión.

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