Actualizado el miércoles 13/MAR/24

Cartas de San Pablo

El obrar.

Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido al poder del pecado. Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. (Rm 7, 14-20). 

Comentario: 

¡Y qué problema tenemos aquí, pues que Dios no premiará por lo que sepamos intelectualmente, ni porque aprobemos la bondad de los Diez Mandamientos, sino que premiará por cumplirlos! Es decir, que el Señor premiará el obrar de acuerdo a la Ley. Entonces nos encontramos en un problema, porque sabemos lo que es bueno pero realizamos lo que no es bueno, y aquí se presenta el combate que debemos librar en este mundo. Como dice Job: Es milicia la vida del hombre sobre la tierra. Entonces tenemos que luchar contra los tres enemigos que son el mundo, el demonio y la carne, es decir las pasiones. Es necesario aquí echar mano a la oración, que es la que nos ayudará a salir victoriosos de la contienda y a dominar nuestras pasiones y tenerlas bajo control. También los sacramentos, especialmente la Eucaristía, nos darán fuerzas para la lucha. Porque tengamos presente que del resultado de esta guerra dependerá nuestro destino eterno: Cielo o Infierno.

¡San Pablo, ruega por nosotros!

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