Fracaso.
En este mundo que busca el éxito a toda costa, nos puede suceder que también nosotros busquemos tener éxito en todo. Pero sería bueno que recordáramos que el mayor éxito de la historia de la humanidad está revestido del más absoluto fracaso.
Efectivamente la crucifixión y muerte de Jesús, es aparentemente el mayor fracaso. Y sin embargo no hay triunfo superior a éste.
Por eso si bien es bueno que busquemos el éxito en nuestros apostolados y en todos los ámbitos de la vida, también es muy bueno que veamos todo con los ojos de Dios, y que sepamos que Dios no premia por los resultados y los frutos, sino por el trabajo hecho, por el sufrimiento y por la dedicación.
El verdadero fracaso es terminar condenado en el Infierno eterno. Ese sí que es un rotundo fracaso. Pero las demás obras que se realizan en la tierra, son relativas, pues lo que el mundo considera como triunfo, muchas veces es un verdadero fracaso.
El verdadero triunfador es quien se salva y va al Cielo, aunque en la tierra haya sido un cero a la izquierda y un número más.
Sabemos y creemos que Jesús resucitó. Pero ¿cómo terminó su vida en la tierra? En un rotundo fracaso para el mundo. Y puede ser que nuestra vida también termine de la misma o parecida manera, y nosotros no resucitaremos enseguida, sino que nuestro triunfo quedará patente sólo al fin del mundo, en el Juicio Final, donde será evidente quién es el que tenía razón, quiénes son los verdaderos triunfadores y cuáles son los fracasados.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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"Porque aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe nada."