Actualizado el viernes 3/NOV/23

MEDITACIÓN DE HOY

Sufrir por Cristo. 

San Vicente de Paúl solía decir que el no penar en esta Tierra debe reputarse por gran desgracia; y añadía que una congregación o persona que no padece y es de todo el mundo aplaudida, está ya al borde del precipicio. Por eso, el día que san Francisco de Asís pasaba sin algún trabajo por Cristo, temía que Dios lo hubiera dejado de su mano. Escribe san Juan Crisóstomo que, cuando el Señor concede a alguno el favor de padecer por Él, le da mayor gracia que si le concediera poder resucitar a los muertos, porque, en esto de obrar milagros, el hombre se hace deudor de Dios; mas en el padecer, Dios es quien se hace deudor del hombre; y añadía que el que pasa algún trabajo por Cristo, aunque otro favor no recibiera que el de padecer por Dios, a quien ama, eso sería la mayor correspondencia, y que la gracia que tuvo san Pablo de ser aherrojado por Cristo la tenía en más  que la de haber sido arrebatado al tercer cielo.

 “Práctica de amor a Jesucristo” – San Alfonso María de Ligorio 

Comentario: 

Dicen que si los ángeles pudieran envidiar algo a los hombres, envidiarían dos cosas: la Eucaristía y el padecer algo por Dios. Y nosotros los hombres, que tenemos la gracia de poder ofrecer algún sufrimiento por Cristo, tratamos de huir a toda costa del dolor y así demostramos poco amor al Señor y a los hermanos, porque todas las gracias se obtienen con el sufrimiento, como el mismo Jesús nos lo ha demostrado con su Pasión y Muerte.

Pero esta doctrina solo la entienden los hombres espirituales, porque los hombres carnales huyen del sufrimiento y lo tienen como una verdadera desgracia. No proceden así las almas víctimas, que son las que están más cerca del Corazón de Jesús, y no solo gozan en el sufrimiento, porque saben que con él salvan a muchos hermanos, sino que piden sufrir para poder ser corredentoras con Cristo.

Al menos nosotros, tengamos en alta estima el sufrir algo por Cristo, no quejándonos en las pruebas y dolores de esta vida, que son señal de que Dios nos quiere colocar en un puesto elevado en el Cielo.

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