(Sección especialmente dedicada a los Apóstoles de la Divina Misericordia)

Actualizado el martes 10/OCT/23

Mensaje de Misericordia

Las llamas de la Misericordia 

A Jesús le queman las llamas de su Misericordia y quiere derramarlas sobre las almas. Entonces debemos convertirnos en receptores de esa misericordia infinita de Dios. Y para hacerlo hay que abandonarse a Dios, confiar en Él y presentarle todas nuestras miserias a través del sacramento de la confesión, pues cuando nos confesamos con el sacerdote es allí donde se derrama la misericordia divina sobre nosotros. Hagamos el propósito de confesarnos frecuentemente, aunque no tengamos pecados graves, porque en la confesión se reciben muchas gracias y ayudas para rechazar las tentaciones y nos va curando el alma de culpas pasadas que han dejado heridas en el alma. La confesión es una lluvia de la sangre de Jesús que se derrama sobre el alma contrita y humillada. No pensemos que vamos a decirle nuestros pecados a un hombre, sino al mismo Jesús que está escondido en el sacerdote.

Jesús, en Vos confío.


Difunda este Mensaje de Misericordia, ya que Jesús ha prometido que:

“A las almas que propaguen la devoción a mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa protege a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso”.

“Las almas que adoren mi Misericordia y propaguen la devoción a ella invitando a otras almas a confiar en mi Misericordia, no experimentarán terror en la hora de la muerte. Mi Misericordia les dará amparo en este último combate”.

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