INTRODUCCIÓN 

 

¿Por qué me ha escogido Dios?

¿Quién soy yo?  Soy menos que un granito de polvo frente al  universo, soy menos que una gotita invisible frente al océano, soy menos que un repugnante gusanillo que se arrastra en el fango de la tierra.

Soy un pobre sacerdote, entre tantos, el menos culto, el menos docto, el más desprovisto, un pobre sacerdote rico sólo en innumerables miserias de toda naturaleza.

¿Por qué me ha escogido Dios? Para que se entienda que yo no soy más que un pobre instrumento en Sus Manos, para que se entienda por todos que no soy más que una miserable pluma despuntada, mi misma caligrafía es símbolo de mi inconmensurable pobreza y nulidad.

¿Por qué me ha escogido Dios? Para confundir a los soberbios, hinchados de orgullo por su saber, que han llenado la Iglesia de errores y de herejías, envenenando a las almas. Sí, necedades, errores, herejías, sobre Dios, sobre la Iglesia, sobre la Santísima Virgen, sobre la Revelación. Dios es infinitamente sencillo y nos quiere sencillos y humildes.

“En verdad, en verdad os digo que si no os volvéis sencillos como estos pequeños, no entraréis en el reino de los cielos”.

Basta transformar las cosas simples en las cosas más complicadas, basta acuñar nuevos vocablos, nuevas palabras, para ostentar su saber y atraer sobre sí, de este modo, la atención de los otros. Estimo útil esta breve introducción, si no necesaria, para que se establezca, entre mí, instrumento, y los lectores a los que está dirigido este libro, ambos envueltos en un designio de amor de la Providencia Divina, un contacto espiritual que facilite la acción de la divina voluntad. 

                                                                                  don Ottavio Michelini 

 

PLAN DE LA OBRA

Confidencias de Jesús a un Sacerdote 

 

PARTE 1ª   TÚ SABES QUE YO TE AMO. 

PARTE 2ª    HIJITOS MÍOS, ¡ÁNIMO! 

PARTE 3ª   LÍBRANOS DEL MALIGNO. 

PARTE 4ª   NO SOY YO, HIJOS MÍOS, QUIEN HA QUERIDO ESTA HORA.

PARTE 5ª  LA MEDIDA ESTÁ COLMADA, EL VASO SE DERRAMA. 

PARTE 6ª  LA HUMANIDAD EN EL UMBRAL DE SU LIBERACIÓN.

 

TÚ SABES QUE YO TE AMO

 

Confidencias de Jesús a un sacerdote

 

Parte 1ª

 

5 de Mayo de 1975

 

LOS QUIERO VIVOS.

 

Hijo mío, no me conformo con la adhesión poco más que formal de muchos sacerdotes míos.

Hijo, quiero de mis sacerdotes una participación activa en mi Redención.

Quiero a mis sacerdotes conmigo sobre el Calvario; muchos se niegan a seguirme en mi dolorosa subida.

A mis sacerdotes los quiero orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía. Algunos no creen ni siquiera en mi presencia en los altares, otros me abandonan y se olvidan de Mí, otros,  nuevos Judas, me traicionan.

¡Quiero a mis sacerdotes constructores de mi Reino en las almas, no devastadores de mi Reino!

Quiero de mis sacerdotes el amor, porque Yo los amo infinitamente desde la eternidad. Alma del amor es el sufrimiento: se ama en la medida en que se sufre. Pero hoy muchos huyen del sufrimiento, y por tanto, del amor.

Hijo, quiero a mis sacerdotes conscientes, responsables y conocedores de su papel en el Cuerpo Místico. Los quiero vivos, vibrantes de gracia, de fe, de amor y por tanto de sufrimientos.

¡Cuánto tiempo perdido, cuánto bien no realizado, cuántos obstáculos e impedimentos en mi Cuerpo Místico! Que despilfarro de lo sobrenatural... porque muchos, muchos no tienen como soporte sino sólo una escasa fe, esperanza y amor.

¡Pobres sacerdotes míos que caminan a tientas en la oscuridad! Los amo, quiero su conversión, hijo.

Por lo tanto ¿Te extraña entonces si te pido sufrir un poco y rezar por ellos?

 

Los quiero conscientes

 

—Jesús, hazme entender qué cosa quieres de nosotros, sacerdotes.

Ya te lo he dicho: os quiero conscientes de vuestra vocación. Yo os he escogido con especial predilección y amor.

Quiero a mis sacerdotes conscientes de su participación en mi Sacrificio, no simbólico sino real. Esto lleva consigo unión y fusión de su sufrimiento y el mío. No es formulismo exterior, sino estupenda y tremenda realidad: ¡la Santa Misa!

El sacerdote debe unirse a Mí en el ofrecimiento de Mí mismo al Padre. ¿Qué Misa es la del sacerdote carente de esta conciencia y convicción?

Piensa, hijo mío, ¡qué dignidad, grandeza y potencia he dado a mis sacerdotes! El poder de transubstanciar el pan y el vino en Mí mismo: en mi Cuerpo, en mi Sangre, en todo Yo mismo. En sus manos se repite cada día el prodigio de la Encarnación.

Los he constituido depositarios y dispensadores de los frutos divinos del Misterio de la Redención. Les he conferido el poder divino de perdonar o de retener los pecados de los hombres. Como a mi Padre putativo, los he constituido custodios míos sobre la tierra. Pero, para muchos, ¡qué diferencia  entre el amor con el que me custodiaba San José y su descuido de Mí en el Sagrario!

Hijo, a mis sacerdotes he confiado la tarea de anunciar mi palabra. Pero ¿en qué modo se lleva a efecto esta importante tarea del ministerio sacerdotal? Lo dice la esterilidad en general que acompaña a la predicación.

A mis sacerdotes les está confiada la tarea de combatir contra las oscuras fuerzas del Infierno, pero ¿quién se cuida de hacerlo, de echar a los demonios? Para hacer esto se necesita tender a la santidad; así también para curar a los enfermos se necesitan oraciones  mortificación.

Hijo mío, a mis sacerdotes los quiero santos porque deben santificar. No deben poner confianza, para su ministerio, en medios humanos como muchos lo hacen. No deben confiar en las criaturas sino en mi Corazón Misericordioso y en el Corazón Inmaculado de Mi Madre.

Los sacerdotes son verdaderos ministros míos pero, hecha excepción de pocos, no tienen conciencia de esta su posición.

Son mis embajadores, acreditados por Mí entre los hombres, las familias y los pueblos.

 

Van con el mundo

 

Los sacerdotes son realmente partícipes de mi eterno Sacerdocio. El sacerdote es protagonista, en el Cuerpo Místico, de grandes hechos y acontecimientos sobrenaturales.

Los sacerdotes deben ser hostias para darse e inmolarse por la salvación de los hermanos.

Es pecado gravísimo pensar en salvar las almas con los propios recursos humanos de inteligencia y de actividad. Toda actividad exterior del sacerdote que carece de fe,  amor, sufrimiento y oración, es nula, es vana.

El sacerdocio es un servicio. El que sirve se diferencia del servido, no se identifica con las personas servidas. El sacerdote debe diferenciarse de las almas a él confiadas, como el pastor se diferencia de su grey.

Si los sacerdotes vieran la grandeza de su dignidad, la sublime potencia sobrenatural de la que están revestidos (como veía estas cosas San Francisco de Asís)  tendrían para sí mismos y para sus hermanos sacerdotes un grande y devoto respeto.

Hijo, desgraciadamente algunos se buscan a sí mismos olvidándose de Mí. Otros muchos van con el mundo, aún sabiendo que el mundo no es de Dios sino de Satanás.

Algunos me traicionan, otros están demoliendo mi Reino en las almas, al sembrar errores y herejías. Otros están áridos por carencia de la savia vital del alma: el amor, cuya verdadera alma es el sufrimiento.

Debes por tanto, rezar y ofrecerte, con una correspondencia sensible a mis invitaciones, a la reparación, a la penitencia, a la oración para que todos mis sacerdotes se conviertan. Sí, se conviertan y cada uno tome su puesto en el Cuerpo Místico:  ad majorem Dei gloriam[1] y por la salvación de las almas.

 

Renovación real

 

-A mi pregunta de que qué quería dar a entender precisamente al decir: "Quiero a mis sacerdotes orantes y operantes Conmigo en la Eucaristía",  la respuesta ha sido ésta:

"¿Qué cosa he hecho y hago Yo en el sacrificio de la Cruz y de la Santa Misa? ¿Cómo he rezado al Padre?  “Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

No olvides (como muchos olvidan) que el sacrificio de la Santa Misa es la real renovación del sacrificio de la Cruz.

En el sacrificio de la Cruz está mi oración al Padre unida al anonadamiento de mi voluntad, aniquilamiento total. Está el ofrecimiento total de Mí mismo con un acto de infinito amor y de infinito sufrimiento; está la inmolación de Mí mismo por las almas.

El sacerdote que se une, y que Yo quiero unido a Mí en este sufrimiento, participa más que nunca en mi Sacerdocio. Nunca es tan sacerdote como cuando hace esto Conmigo.

 

Despilfarro de lo sobrenatural

 

¡Cuántas Santas Misas privadas de esta alma vital, de esta unión íntima y fecunda!

El Sacerdote atestigua su amor a Dios y al prójimo en el acto más importante de su jornada cuando, responsablemente en unión Conmigo, se anonada a sí mismo en la ofrenda eficaz de su voluntad al Padre y acepta inmolarse por las almas por las que Yo  incesantemente me inmolo.

O sea: el sacerdote en la Santa Misa debe darse realmente Conmigo al Padre para ser dado por el Padre a las almas.

Esto debe preceder a toda otra actividad del sacerdote, de lo contrario, es despilfarro de tiempo y de lo sobrenatural; de otro modo se vuelve estéril desde la raíz toda su actividad.

Hijo, si te hiciera ver cómo son celebradas muchas, muchas Santas Misas, te quedarías espantado hasta el punto de morir...

En este sentido te repito: quiero orantes y operantes a mis sacerdotes como Yo fui y soy; sólo así es como se hacen instrumentos, para sí y para los hermanos, de verdadera renovación espiritual.

¡Cuántas actividades inútiles, hijo mío, porque están privadas de su alma natural!

 

9 de Mayo de 1975

 

LA REDENCION SE COMPLETA

 

- He aquí, en síntesis, lo que Él me ha dicho: "Propter peccata veniunt adversa".[2]

La humanidad ha pecado en origen en Adán y Eva; luego los hombres han continuado pecando. Se necesitaba pagar y expiar;  pero la humanidad era impotente para expiar su deuda.

El Verbo se insertó en la humanidad con el Misterio de la Encarnación. Expía y da satisfacción por la Culpa y por las culpas de la humanidad. Su triunfo está constituido por el Misterio de la Cruz: “Cum exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum"[3]

Salva, expía, da satisfacción y redime con un sufrimiento infinito. Su triunfo brota de los insultos, de los escupitajos, de la flagelación... De este modo glorifica al Padre y salva a las almas; reconcilia a la humanidad con la Divinidad y triunfa sobre sus enemigos visibles pero sobre todo, sobre sus enemigos invisibles: Satanás y sus secuaces.

De su Costado brota el Misterio de la Iglesia, su Cuerpo Místico del que Él es la Cabeza.

Es ley natural que el sufrimiento de un órgano se refleje y repercuta en los otros órganos del cuerpo. Así la Redención, iniciada con la Encarnación y consumada en la Cruz se completa en todos los miembros del Cuerpo Místico con el sufrimiento hasta el fin de los tiempos.

Nuestras acciones humanas nunca son solamente personales; sus consecuencias, sean buenas o malas no son  nunca sólo personales, sino que repercuten positiva o negativamente en todo el Cuerpo Místico, del que cada uno es miembro.

Por eso el cristiano nunca es tan cristiano como cuando sufre, culpable o inocente, adulto o pequeño; su sufrimiento, como el de Cristo, se vuelve patrimonio de todos, aunque conservando su valor personal.

El cristiano, se acerca tanto más a Cristo con su sufrimiento, cuanto más colabora en completar el Misterio de la Redención en la Iglesia. Ésta, como Cristo, de cuyo costado ha brotado, triunfa en el dolor, en la humillación y en la persecución.

 

 

Las injusticias espirituales

 

El no querer sufrir es falta de amor a Dios, es falta de justicia y de amor al prójimo y a los hermanos más necesitados de la Misericordia divina.

Se deploran las injusticias sociales, y justamente, pero no se deploran para nada las injusticias espirituales perpetradas en perjuicio de tantas almas que se pierden porque nos hemos negado a sufrir con Él por su salvación.

Terrible falta de sensibilidad cristiana que revela la tremenda crisis de fe; y con la fe está en crisis la esperanza y la caridad.

El no querer sufrir manifiesta la falta de justicia y de caridad hacia Dios y hacia los hermanos: de estas dos grandes virtudes que constituyen el soporte de toda la vida cristiana.

Los rebeldes al sufrimiento corren el grave riesgo de auto eliminarse del Cuerpo Místico, corren el peligro de agostarse como ramas secas e inútiles, es más, nocivas, buenas solo para el fuego. Falta en los cristianos la visión del gran valor de los bienes eternos, para los que han sido creados y redimidos.

El no querer sufrir es un gravísimo mal de la sociedad materialista que, desgraciadamente, ha contagiado clero, religiosos y religiosas.

En consecuencia, ella ha sofocado la verdadera y auténtica vida cristiana de fe, de esperanza y de amor; ella ha vuelto ciegas las almas, ha hecho insípida a la sal y ha apagado muchas lámparas que habrían debido difundir luz y que ya no lucen más.

 

15 de Julio de 1975

 

UNA COMUNIÓN PERFECTA

 

- He pedido al Señor que me hiciera conocer la participación de la Santísima Virgen en el Misterio de la Encarnación. Con gran bondad me ha respondido:

“La participación de mi Madre en mi Encarnación es Misterio grande y sublime”.

Mientras Ella me daba la vida corporal y me nutría y me criaba, antes del nacimiento y después del nacimiento, Yo le daba en medida cada vez mayor mi Vida divina. [4]

Por eso Yo soy como parte de Ella por la naturaleza humana, y Ella es como parte de Mí por la naturaleza Divina.

Naturaleza humana y naturaleza divina en Mí y en Ella, se funden de un modo único, particularísimo y misterioso, por el que todo lo que es mío es también suyo y todo lo que es suyo es también mío.”

De aquí queda claro y evidente que su participación en el Misterio de mi Encarnación la lleva a una comunión perfecta por lo que, pensamientos, afectos, alegrías y dolores es como si brotaran de una sola fuente.

La participación de Ella en mi sufrimiento infinito es misteriosamente tan intensa que no se puede comprender por la mente humana. Por esta misma razón se vuelve incomprensible a la mente humana su amor por Mí, Uno y Trino, y por todos los hombres.

Es incomprensible a la mente humana la grandeza de mi Madre en la prueba, en el dolor y su grandeza en la gloria.

Ella vive en Mí; Yo vivo en Ella. Así es ahora, así fue,  así será siempre.

 

25de Julio de 1975

 

UN HECHO EVIDENTE

 

-  Señor, ¿cuál es la participación de tu Madre en el Misterio Eucarístico?

"La misma que en el Misterio de la Encarnación.

Es de comunión perfecta, viviendo Ella de Mí y Yo de Ella: Ella de mi naturaleza divina, Yo de su naturaleza humana.

He dicho que vivimos en una comunión perfecta: donde estoy Yo, también está Ella.

Hijo, bastaría esto para volver más accesible a las almas la grandeza de mi Madre y vuestra.

Por medio suyo el injerto de Mí, Verbo eterno de Dios, en la naturaleza humana; por medio suyo se ha hecho realidad el Misterio de la salvación.

Es un Misterio en pleno desarrollo. Por medio de Ella, Satanás ha sido vencido y el hombre de buena voluntad, si quiere, puede salvarse”.

La comunión, que brota del Misterio de la Encarnación, continúa en el Misterio Eucarístico y continuará eternamente. Yo siempre viviré de su naturaleza humana y Ella siempre vivirá de mi naturaleza divina.

Esta comunión es un hecho evidente jamás repetible. No tiene comparación en la comunión  mía con las almas en gracia, aunque también esta última es una cosa que no se puede describir humanamente por su belleza sobrenatural.

 

Envueltos en la oscuridad

 

De las relaciones que intervienen entre Dios Uno y Trino y Mi Madre se derivan hechos sublimes, únicos e irrepetibles:

 -  su maternidad inseparable de su virginidad,

 -  su concepción inmaculada,

 -  su exención de la corrupción de la carne,

 -  su asunción y su realeza sobre todas las potestades del Cielo y de la tierra,

-  su poder sobre las mismas fuerzas del infierno que, al final, derrotará definitivamente.

Los hombres, en su presuntuoso simplismo, no ven la grandeza y el poder de mi Madre que es también su Madre. No han escuchado sus repetidas llamadas maternales.

Si los hombres se volvieran a Ella arrepentidos, si le rezaran, podrían evitar la avalancha que los amenaza y que ya está en movimiento.

Pero, embriagados de placeres y de bienes materiales, viven en cambio envueltos en la oscuridad como si Dios no existiera y como si tampoco existiera mi Madre.

Los hombres, e incluso muchos de mis ministros, no han comprendido, el amor sin medida de su Madre Celestial, porque no han profundizado.

Si lo hubieran comprendido y lo hubieran correspondido, cuántos males no se habrían evitado a los individuos y a los pueblos; ¡cómo habría sido de serena para todos su peregrinación por la tierra!

 

28 de Julio de 1975

 

CON EL CORDERO SE OFRECIÓ A SÍ MISMA

 

 — ¿Cuál es la participación de la Virgen María en el Misterio de la Cruz?

"La participación de mi Madre en el Misterio de la Cruz es un hecho único en la historia del género humano y también en la historia del Cielo.

iluminada

Mi Madre, solo Ella entre todas las mujeres, es verdadera Sacerdotisa. Ella, bien erudita en las Sagradas Escrituras, iluminada sobreabundantemente por el Espíritu Santo, aceptando la maternidad divina bien sabía lo que iba a ser de Ella.

Por lo demás, el viejo Simeón, sin términos medios le dijo: "y tú, oh mujer, tendrás el corazón traspasado... etc."

Mi Madre conservó en su corazón esta tremenda profecía, para Ella límpida y transparente, tanto que la misma profecía fue como hoja afilada que le traspasó el corazón durante toda su vida.

Mi Madre fue verdadera Sacerdotisa.

 

No en el sentido común, en el que lo son en cierto modo, los bautizados y los confirmados. Ni siquiera en el sentido ministerial, sino en modo diferente, y todavía más profundo, de quien ha recibido el Sacramento del Orden.

Mi Madre fue y es verdadera Sacerdotisa en cuanto que en la cima del Calvario ofreció al Padre la Víctima pura y santa, el Cordero de Dios, su Hijo y con el Cordero se ofreció a sí misma.

Ella es también víctima por los pecados.

Presente, consciente, copartícipe, no sufrió la acción, pero - con el Hijo suyo divino - fue verdadera protagonista del drama de la Redención en el que se centra la historia del género humano.

En este doble ofrecimiento, que se renueva en cada Misa, está la acción por la cual el Sacerdote es verdaderamente tal. Nunca en efecto el Sacerdote es tan Sacerdote como cuando, junto a Mí, me ofrece a Mí mismo y a sí mismo al Padre.

Por esto mi Madre es corredentora.

Para realizar este ofrecimiento mi Madre ha debido anonadarse enteramente a sí misma. La víctima se destruye, la víctima se consuma. Ella ha debido destruir su corazón de Madre santa y pura, la más santa entre todas las madres.

Ha debido sacrificar e inmolar todo sentimiento suyo, ha debido y querido repetir su “fiat” y, como Jesús y con Jesús ha dicho: “no se haga, oh Padre, mi voluntad sino la tuya”.

Sólo un amor indescriptible, incomprensible, un amor sin dimensiones humanas la ha hecho capaz de tan grande prodigio.

Mi Madre, como Sacerdotisa, ha testimoniado a Dios y a los hombres la más grande prueba de amor que consiste en sacrificar no la propia vida, sino la vida de Aquel a quien más se ama.

 

Tremenda sorpresa

 

Los hombres saben poco y reflexionan menos todavía sobre lo poco que saben.

Los hombres y muchos ministros míos y almas consagradas, no consideran que el Misterio de la Cruz se renueva incesantemente. Débilmente creen en la sublime realidad del Misterio de la Cruz, que se perpetúa en el Santo Sacrificio de la Misa.

Los sacerdotes no piensan que junto a Mí, que estoy presente en la Hostia consagrada, está mi Madre como en el Calvario, que ofrece al Padre, al mismo tiempo que a Mí, también a sí misma.

Piensa, hijo, qué tremenda sorpresa será un día para muchos de mis ministros el descubrir el hecho de haber sido sólo materialmente, Conmigo y con la Madre mía y suya, protagonistas de estos grandes misterios.

Reflexiona en cuántos frutos no logrados, en cuántas almas no santificadas por la ceguera culpable de muchos ministros míos.

Reflexiona en los sacrilegios continuos.

Mi Madre está y permanece en perfecta comunión Conmigo. En Ella se han cumplido grandes cosas. ¡Qué ejemplo es mi Madre para todos los sacerdotes!

Si mis sacerdotes se inspiraran en esta perfecta comunión que interviene entre Mí y mi Madre, lucharían cotidianamente por el aniquilamiento total del propio yo.

Ofreciéndose al Padre junto a Mí, siguiéndome en la Cruz en lugar de seguir al mundo, experimentarían que mi yugo es suave y ligero.  Verían el árbol de mi Iglesia, riquísimo de frutos.

Hijo, el mundo se está precipitando hacia la ruina como una terrible avalancha. Cuando una avalancha inicia su descenso, raramente se la advierte; su movimiento inicial es imperceptible, luego, poco a poco, crece y se hace arrollador.

Pues bien, la avalancha ha iniciado su marcha y los hombres ciegamente no advierten el desastre hacia el que se precipitan.

La alarma se ha dado, casi inútilmente. Poquísimos la han acogido; muchísimos la han ignorado.

Pero lo que más entristece mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de la Madre mía y vuestra, es el hecho de que demasiados sacerdotes hayan ignorado las múltiples llamadas venidas del Cielo. Tremenda responsabilidad...

¡Rezar, reparar, ofrecer!

Esto urge decir; esto urge hacer.

                       

29 de Julio de 1975

 

LA DIGNIDAD SACERDOTAL

 

"Hijo, el Sacerdote me pertenece,  todas las criaturas me pertenecen, todos los hombres me pertenecen, pero el sacerdote me pertenece en modo diferente y particular.

Tú, hijo mío:

— me perteneces por Creación,

— me perteneces por Redención,

— me perteneces por Vocación,

— me perteneces por Reconquista.

Así es verdaderamente.

Por lo tanto, eres mi propiedad, y como propiedad mía, tú realizas el fin de la Creación, el fin de la Redención y el fin de tu Vocación solamente de un modo: adecuándote escrupulosamente a mi voluntad.

Para esto te he llamado: no me has escogido tú a Mí, sino que Yo te he escogido a ti. Te he escogido para hacer de ti un ministro mío, es decir, para hacer de ti otro Yo mismo. No es un modo de decir, sino que es una gran realidad: Sacerdos alter Christus[5].

Sólo los santos han tenido la justa visión de la grandeza sacerdotal. Muchos ministros míos están muy lejos de vivir esta realidad divina: no tienen la visión luminosa del Misterio del que son parte.

Mis ministros deberían ser responsablemente conscientes de su dignidad sacerdotal, adecuando a ella día y noche toda aspiración y toda energía, toda fatiga y todo sufrimiento.

Así han hecho los sacerdotes santos y ¡todos los sacerdotes deben ser santos!

Para esto los he escogido para santificarse y luego santificar, para darse a Mí enteramente porque son míos, porque me pertenecen por tantos títulos y para que Yo pueda darlos, sin reservas, a los hermanos.

Pero, ¿qué hacen tantos ministros míos? Cuidan de sus intereses (muchas veces disimulados, pero siempre sus intereses) no de los míos que son los de las almas. Están sedientos y hambrientos de cosas mundanas.

He dicho que cuidan de sus intereses: mejor definirlos pseudo - intereses; el verdadero interés de ellos debe ser uno sólo: “Dios”. La gloria de Dios, la salvación de las almas; todo el resto no vale.

Por fuerza vagan desorientados en la niebla y en la oscuridad, que no se reconocen ya ni a sí mismos. No saben ya quiénes son, no saben a dónde van;  por fuerza resulta que ¡no hacen mella en las almas!

No, no se salvan almas en las playas donde impera Satanás compitiendo con los hijos de las tinieblas en la inmodestia, en la impureza, en el mal. No se salvan almas leyendo toda clase de libros, envenenando y contaminando espíritu y alma. No se salvan almas repudiando la fe. Se han hecho materialistas.

 

Espantosa inversión

 

Cuán lejos están estos ministros míos del Centro propulsor de la gracia que es mi Corazón misericordioso.

Cuánto sufrí por Judas, reacio a mi amor, cuanto sufrí por Judas, pero más que por la traición hecha con relación a mí,  por la ruina de su alma.

Cuánto sufrimiento por muchos sacerdotes míos que traicionan el mandato divino, pudriéndose a sí mismos y a tantas almas.

Hijo mío, un sacerdote no se salva solo ni se pierde solo. Obrando por la salvación de un sacerdote se obra por la salvación de otras muchas almas.

Que tremenda y espantosa inversión de una estupenda realidad divina:

— de Alter Christus, a lobo rapaz que dispersa el rebaño;

— de Ángel de luz, a ángel de las tinieblas.

— de Ministro embajador de Dios a traidor de la finalidad de la Creación, de la Redención y de su Vocación.

"Ya no os llamo siervos, sino amigos".

De amigo de Dios a colaborador de Satanás en el arrancar a mi Corazón Misericordioso las almas

¿No es este el mal más grande que un hombre, un ministro mío puede hacer?

 

Necesidad esencial

 

¿Por qué se llega a tanto?

Hijo mío, a medida que se nos aleja de la fuente de la luz, se nos adentra primero en la sombra, luego en la oscuridad; a medida que se nos aleja de la fuente del calor (amor)  penetra en el alma primero el frío y después el hielo,  la insensibilidad a toda llamada mía.

Es necesario unirse a Mí, hijo, siempre más íntima y profundamente como mi Madre fue y está unida a Mí en el ofrecimiento.

Por eso no te debe extrañar lo que con insistencia te pido. Un acto de fe, un acto de esperanza, un acto de amor y de abandono me recompensa por las ofensas, injurias y sacrilegios que continuamente se realizan.

Yo quiero atraer a Mí las almas, a las que amo, con la violencia y la potencia infinita de mi amor.

Yo quiero vincular y elevar a Mí a éstas almas: he aquí por qué les  pido a ellas darse a Mí enteramente en la realización de  mi voluntad, según el ejemplo de mi Madre y vuestra Madre.

Quiero que estas almas estén tendiendo hacia Mí día y noche, en una unión que debe transformarse en comunión perfecta.

Esto sucede cuando el amor por Mí es verdadero, grande y abrasador. Entonces el tender hacia Mí con actos de fe, de esperanza, de confianza y de ofrecimiento se volverá como una segunda naturaleza, algo preciso, una necesidad esencial, como lo es para el amante tender hacia el objeto amado. Entonces como no se puede vivir sin respirar, tampoco se podrá vivir sin Mí.

Hijo, esto pido: no te olvides de que Yo soy el Amor, el Amor eterno, increado, que desde siempre estoy inclinado hacia vosotros.

Tengo derecho de ser amado por vosotros, porque soy el Amor, porque por amor os he creado, por amor os he redimido, por amor os he escogido y por amor os he reconquistado.                

 

6 de Agosto de 1975

 

EL RECHAZO DE DIOS

 

— Hijo, levántate y escribe de rodillas:

“Dos hechos centran en sí toda la historia del género humano.

El primero es la Creación del hombre y su rechazo de Dios.

Este rechazo de Dios constituye una catástrofe espantosa de gravedad gigantesca cuyas consecuencias destructivas se perpetuarán en los siglos hasta el fin de los tiempos.

Los hombres instigados por las oscuras y misteriosas potencias del infierno, materialistas como son,  no tienen ya la percepción de esta enorme tragedia que ha desbaratado la naturaleza humana hiriéndola mortalmente, debilitándola y privándola de los dones maravillosos con los que fue creada.

Los hombres ya no tienen conciencia de la inmensa tragedia de la que son objeto y víctimas, y en la que están envueltos personal y socialmente.

Guerras y revoluciones, epidemias, inundaciones y terremotos, cataclismos, dolores, sufrimientos tienen ahí su origen y  ¿qué son las particulares y terrenas vicisitudes humanas frente a esta tragedia por la que la humanidad entera estaba eternamente perdida?

El otro acontecimiento, que también centra en él toda la historia del género humano es el Misterio de la Encarnación, Muerte y Resurrección del Verbo.

Obra de la Trinidad Divina, querida por la misma Trinidad como respuesta eficaz con miras a limitar y circunscribir la obra devastadora de Satanás y como contra - medida para el rescate de la humanidad y para liberarla de la tiranía del Maligno.

Sólo Dios podía realizar una obra de redención semejante.

La monstruosidad de esta generación perversa está en ignorar y querer ignorar el portentoso Misterio de salvación, a través del cual es también visible el Amor infinito de Dios por la humanidad.

¿Podía, hijo mío, dar un testimonio más grande para la salvación de los hombres que el provisto con mi Encarnación, Muerte y Resurrección?

¿Podía dar un testimonio más grande que la perpetuación del Misterio de la Cruz mediante el Sacrificio de la Santa Misa?

¿Puede haber un hecho comparable a éste en todas las historias de los pueblos de la tierra?

¿Pruebas para creer? ¡No las buscan! De ellas he dado tantas. ¿Milagros Eucarísticos? Pero ¡cuántos de ellos he realizado en tiempos remotos y en tiempos actuales!

Hijo mío, no quieren creer, tienen miedo de tener que creer.

 

Un conflicto gigantesco

 

El rechazo de Dios, que es Amor infinito, es un pecado de tal gravedad que, todas las demás cosas y acontecimientos humanos son una nada.

El vaso está lleno y rebosa, sólo mi paciencia y longanimidad, las oraciones de los buenos, la intercesión de mi Madre y las virtudes de los Santos, han retardado el curso de la divina Justicia.

Esta generación de materialistas no tiene ideas en relación con estos dos grandes hechos en los cuales se centra y se compendia toda la historia del género humano, o si las tiene, estas ideas son oscuras y discrepantes.

Los hombres de hoy no saben que están, como objeto y víctimas, en el centro de un conflicto gigantesco.

Todos los hombres están implicados en este choque tremendo entre luz y tinieblas, entre vida y muerte eterna, entre bien y mal, entre verdad y error, entre salvación y condenación.

Esta generación perversa ni siquiera se preocupa por conocer lo que Dios creador, el Verbo hecho Carne Salvador,  el Espíritu Santo Santificador hacen para sustraerla de la ruina y perdición eterna.

Los hombres materialistas han ignorado y continúan ignorando todas las intervenciones de mi Madre y vuestra Madre. Han ignorado mis intervenciones; se tiene miedo y vergüenza de hablar de ellas, incluso por mis ministros.

Los hombres de este siglo perverso rechazan las aguas cristalinas y puras de la verdad. En cambio aman quitarse la sed con las aguas podridas de la corrupción de la sensualidad, de los placeres perdiendo hasta la noción del bien y del mal, nociones que Yo he incrustado en la naturaleza humana.

Hijo mío, estoy disgustado y harto. ¿Hasta cuándo se abusará de mi paciencia?

He aquí por qué te pido actos de amor, de reparación; he aquí por qué te pido que reces. No dejes pasar ni una hora del día sin elevar tu alma a Mí con actos de fe, de esperanza y de amor, de arrepentimiento, de humildad y de reparación.

Me darás así un poco de gozo, no le niegues a tu Jesús este poco de alegría.

Ámame, hijo mío. Te bendigo y contigo bendigo a todas las personas queridas por las que  rezas".

 

21 de Agosto de 1975

 

FRECUENTES ACTOS DE AMOR

 

Hijo mío, te defines como “una gotita de agua turbia que cae hacia abajo”. No has sido tú quien ha dado esta definición, sino que Yo te la he sugerido para que tú puedas comprender mejor la realidad de la vida.

Dime, ¿Puede una pequeña gota de agua que cae ha­cia abajo, repentinamente, invertir su ruta para volver a subir hacia lo alto por sí sola? No, lo ves;  esto va contra las le­yes de la naturaleza.

Dime hijo, ¿Puede un alma debilitada por el pecado original y por sus pecados actuales, puede esta alma, repentinamente, del bajo al que tiende, volver a subir hacia lo alto únicamente con sus fuerzas? ¡Jamás! ¡Absolutamente jamás!

San Pablo ya te ha instruido en esta materia: sin mi ayuda ni siquiera puedes decir: “Jesús es hijo de Dios”.

Entonces, hijo, “mi gotita de agua turbia”, Yo quiero liberarte de todas las escorias y volverte más puro que un rubí. Sólo entonces Yo podré absorberte y podrás fundirte en Mí en Místicas Nupcias y for­mar Conmigo una sola cosa.

He aquí por qué Yo te pido que renuncies a los periódicos, a las revistas, a la televisión. He aquí por qué te he pedido con insistencia, frecuentes actos de amor y de renuncia, de arrepentimiento, de ofreci­miento

He aquí porque insisto en la fórmula: Creer, Esperar, Amar, Confiar, Orar, Callar, Acep­tar, Sufrir, Ofrecer, Adorar. Así los dones maravillosos que te he dado de fe, esperanza y caridad los concretas día a día, hora a hora, obrando tu santificación.

 

La virtud base

 

Hijo mío, cuando te llamas "gota de agua turbia que cae hacia abajo", tú dices una gran verdad que se transforma en humildad; y tú sabes que la humildad es el fundamento de todas las demás virtudes, es la virtud base que se opone al pecado base que es la soberbia.

El Espíritu Santo lo ha dicho "Superbia radix omnium malorum"[6]. Jamás un alma empapada de soberbia podrá agradarme. El aniquilamiento del propio yo, de la propia voluntad es la primera cosa que debe hacerse por quien seriamente quiera meter mano a su propia santificación.

¡Cuán lejos estamos de esta obra de saneamiento espiri­tual! Muchísimos males, también en la Iglesia, en mis ministros, en las almas consagradas y no consagradas, en­cuentran su origen en el orgullo. ¡Cuánta ceguera!

Te bendigo, hijo mío.  Ámame, búscame día y noche y siempre me encontrarás y tú bien sabes el porqué.

 

24 de Agosto de l975

 

CONSTRUYEN MATERIALMENTE

 

Hijo mío, escribe:

- sacerdote malo: equivalente a Demonio que lleva al­mas a la perdición, deicida y homicida;

-  sacerdote tibio: como un arbusto espinoso en tierra árida y estéril;

-  sacerdote bueno: equivale a un poco de bien;

-  sacerdote fervoroso: equivale a llama que ilumina, calienta y purifica;             

-  sacerdote santo: igual a muchas almas salvadas y santificadas.

 

Hijo, muchos sacerdotes se agitan, se mueven,  construyen materialmente. Si tantas energías se gastaran en la construcción de mi Reino en las almas, cuánto bien... en cambio, ¡cómo están de orgullosos con sus obras estos sacerdo­tes míos! En realidad son como la higuera de la que habla el Evangelio, hojas, hojas y ni siquiera un fruto.

Sabes que es absurdo pensar en santificar a otros sin santificarse. Reflexiona en todo lo que Yo hice para que mis Apóstoles fueran santos, en todo lo que hice y hago para que mis sacerdotes sean santos.

Una pizca de verdadera fe bastaría para evitar las terroríficas consecuencias de la aridez estéril del alma sa­cerdotal. La esterilidad es culpable por carencia respon­sable de fe, esperanza y caridad, o sea, de la vida divina.

 

Los quiero salvos

 

Has visto la multitud de almas paradas, más aún inmóviles, estancadas como las aguas de los pantanos por la carencia culpable de buenos confesores expertos.

Has visto el estancamiento de muchas almas consagradas por la carencia culpable de santos y hábiles directores espirituales. Muchas de estas almas, si hubieran sido bien guiadas habrían llegado a cimas altísimas de perfección.

¡Qué desolación, hijo mío, que desolación! Esas almas no han realizado la finalidad suprema de su vocación por la ciega incapacidad de aquellos a quienes llegan y son confiadas.

¿Por qué te hablo casi exclusivamente sobre los males que afligen a mi Iglesia? Porque el médico cura la parte enferma del cuerpo, no de la sana. Y ¿no soy Yo el Médico divino de las almas?

No he venido a curar a los sanos, sino a los enfermos, no he venido por los justos sino por los pecadores. Y ¿quién más necesitado que un sacerdote en crisis de vida interior?

Los quiero salvos a estos sacerdotes míos. Los amo infinitamente, quiero su conversión. He dicho conversión, porque de conversión se trata.

Hijo, está en juego su alma, la salvación o perdición eterna de su alma. Reza y repara. Es un deber de justicia y de caridad.

Ofréceme tus sufrimientos y ámame.

Te Bendigo.

 

25 de Agosto de 1975

 

DEBIERAN VIGILAR

 

¿Has leído las palabras del Evangelio de esta mañana que dirigí a Pedro? "Tú eres Pedro y sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella".

En estas últimas palabras "las puertas de los Infiernos no prevalecerán" está claramente indicada la tremenda y gigantesca lucha, el choque continuo, el combate inevitable de las potencias del bien contra las oscuras y misteriosas potencias del mal.

Pero, si ya no se cree en Mí, Verbo eterno de Dios, ¿con qué valor se intenta predicar en mi nombre?

O si no creen, o dudan fuertemente incluso aquellos que han sido encargados de formar a mis futuros sacerdotes del mañana. ¿Qué se podrá pensar del mañana? ¿Podrá jamás un árbol malo dar frutos buenos?

Cuánto ofende a mi Corazón misericordioso la visión de la ruina espiritual que se realiza en los seminarios, en los conventos, en las familias religiosas. Pero ¿cómo evitar la justa ira de mi Padre?

Oh sí, hijo mío, el derrumbe está en curso y será tremendo su precipitarse arrollador.

Si en un ejército en guerra los oficiales, en lugar de vigilar y hacer de todo para descubrir los movimientos del enemigo, duermen y se entretienen en diversiones, la derrota es inevitable.

En mi Iglesia la batalla estalla en todos los frentes, los centinelas no todos están vigilantes. Aquellos que debieran vigilar, demasiado han dormido y demasiado duermen; no se hace uso de los grandes poderes dados a mis sacerdotes, y por desgracia muchos se encuentran en tal sopor que hacen dudar fuertemente de su despertar.

 

Satanás se señorea

 

No se cree, hijo, en la evidencia, porque se vive superficialmente. Bastaría meditar,  reflexionar un poco sobre lo que está sucediendo en la Iglesia y en el mundo, para llegar a la lógica conclusión de que todo lo que está sucediendo en el mundo no es fruto del tabú sino del Príncipe de las tinieblas y de sus secuaces.

No se ha dado importancia a mis múltiples intervenciones. No se han escuchado debidamente las sugerencias de mi Madre en sus numerosas intervenciones, para indicar a los cristianos, y a los sacerdotes en particular, el modo de contener, con oración y mortificación, la acción homicida de Satanás y sus secuaces.

No han valido las múltiples llamadas de mi Vicario, es más, se han hecho posteriormente materialistas, hablando hipócritamente de renovación.

No, hijo, la única renovación posible es una verdadera, sincera conversión.

Satanás con orgullosa arrogancia se señorea; y muchos de mis insensibles ministros no se dan cuenta o fingen no darse cuenta.

¿Hasta cuándo? ¿Aún por mucho tiempo? Reza, repara, ofréceme tus sufrimientos, ámame hijo.

Tú estás en mi Corazón misericordioso. Tú "la pequeña gota de agua" serás absorbido en el océano infinito de amor de mi Corazón, desgarrado por la salvación de todos.

Te bendigo.

 

26 de Agosto de 1975

 

AMIGOS Y CORREDENTORES

 

Te he dicho que todas las cosas me pertenecen: el mundo visible y el invisible.

Todo y todos me pertenecen, todo ha sido hecho por medio Mío y sin Mí nada de lo que existe ha sido hecho. Pero en modo muy particular, como ya te he manifestado, me pertenecen mis sacerdotes.

Los sacerdotes son mis corredentores; investidos de poderes misteriosos y sobrenaturales,  deben tener relaciones de gran intimidad Conmigo. Ya no os llamo siervos sino amigos.

Hijo mío, son pocos los sacerdotes que han comprendido el alcance de este don, de mi amistad real. Por tanto son pocos los sacerdotes conscientemente responsables de la necesaria e insustituible solidaridad de fe y de amor que debe producirse entre Mí, Maestro y Salvador, y ellos mis amigos y corredentores.

Son pocos los que han comprendido que entre Yo y ellos debe haber un intercambio recíproco de fuerzas y de energías. Yo me doy enteramente a ellos y ellos deberían darse exclusivamente a Mí.

Si falta este intercambio absolutamente esencial e insustituible entonces se tiene la muerte espiritual de mis ministros; y muerte quiere decir podredumbre que contagia y pierde a las almas. Muchos no parecen darse cuenta de las consecuencias que se derivan de ello.

Interrumpida la savia vital, mi ministro, de amigo mío y corredentor se convierte en aliado de Satanás, se vuelve como un demonio y hace las veces de demonio.

La insensibilidad de muchos ministros míos ante el escándalo del rechazo de Dios, ante el escándalo de la apostasía universalizada, la pasividad con la que asisten a la perdición de tantas almas, son, verdaderamente, heridas lacerantes para mi Corazón misericordioso.

Tú me dirás que muchos se mueven. Se agitan, ¡pero no se mueven en la dirección justa! Si al menos sintieran la necesidad de pedirme su conversión, que no niego a nadie de los que la piden con sentimiento de fe viva y de humildad sincera.

 

No me aman

 

Es bien cierto que no faltan sacerdotes santos, pero son pocos. Faltan expertos confesores y directores espirituales.

Hijo mío, podría hacerte comprender a fondo cuántas almas están apenas vivas, van tirando como plantas enfermas;  amarillean por falta de una iluminada dirección espiritual. Incluso en los conventos, entre las almas consagradas falta una válida dirección espiritual.

Hay almas que si estuvieran bien dirigidas, habrían llegado a los niveles más altos de la santidad.

Qui non diligit manet in morte[7]

Muchos sacerdotes míos están en la muerte porque no me aman, porque no han querido conocerme.

San Juan dice: "Vino a los suyos pero los suyos no lo recibieron". Pero que no me acojan mis predilectos en su corazón,  esto, hijo mío, es un pecado enorme.

Que se responda al amor con la frialdad y con la injusticia es una herida grande que incesantemente se provoca a mi Corazón misericordioso.

Fui rechazado cuando aún estaba en el seno materno. Continuo siendo arrojado fuera por mis ministros, escogidos con amor infinito.

Por dignidad y poder he puesto a mis sacerdotes por encima de las legiones angélicas.

Me he confiado a su arbitrio. Yo les he concedido el poder divino de perdonar los pecados, de transubstanciar el pan y el vino en mi Cuerpo, en mi Sangre, Alma y Divinidad.

¿Quién podría suponer que mi amor llegara a tanto?

Hijo mío, ámame mucho para reparar tan monstruosa ingratitud: dame todo tú mismo,  con  lo que tienes y lo que eres. Repara, hijo, repara por los innumerables Judas que diariamente me traicionan.

 

Acepta sufrir

 

Mis ministros vagan en la oscuridad ignorando culpablemente hacia lo que se dirigen.

No han acogido con responsabilidad consciente las numerosísimas intervenciones de mi Madre. Deberían, con inequívoca claridad, hacer de ello sabedores a los fieles. ¡Al contrario! Presunción, orgullo,  respeto humano, incredulidad los han cegado.

¡Qué hemorragia de almas consagradas!

¡Cuántos Judas habrá todavía!

Cuánta sangre, cuánta sangre será derramada... ¡Cuánto tiempo han tenido, a cuántos acontecimientos han asistido! La revolución española, la persecución en los países donde impera el comunismo, no han servido para nada, o de muy poco. La crisis de fe ha hecho materialistas a mis sacerdotes hasta tal punto que no pocos incluso han perdido el sentido cristiano de la vida.

¿Cómo pueden estos sacerdotes míos, a quienes quiero salvos a pesar de todo, adiestrar a las almas contra Satanás si ellos se han convertido en el hazmerreír de Satanás?

Han ignorado las repetidas llamadas de mi Vicario en la tierra. No aman a mi Vicario y ¿cómo podrán educar a las almas en el amor a mi Vicario, en mi amor?

Hijo ¡Qué desolación! Reza, repara, acepta sufrir por la salvación de estos ministros míos.

Te Bendigo, hijo mío. Ámame.

 

27 de Agosto de 1975

 

CALLAR Y OFRECER

 

Hijo mío, Yo te lo repito por segunda vez: procura convencerte de ello y no dudar.

Cuando rezas, cuando escribes lo que te digo, Satanás hace de todo, no sólo para distraerte y disuadirte de tu acción, sino para que te impacientes y, si lo consigue, ensoberbecerte. (...)

Satanás ha pecado por soberbia: en ella está y permanecerá eternamente. Se necesita vencerlo con la virtud opuesta: la humildad.

Si tú, esta tarde, en lugar de impacientarte, hubieras puesto en práctica con un acto de humildad el "callar, aceptar, sufrir y ofrecer",  habrías vencido a Satanás con la mortificación de tu “yo”.

El “yo” es orgullo y  Satanás, despechado y humillado, después de un poco hubiera soltado  su presa. En este caso tú eras la presa, porque él te miraba sirviéndose de "x"

He dicho “humillado” porque nada le molesta más que un acto de humildad. El bochorno de ser vencido por un hombre, inferior a él por naturaleza, lo exaspera y lo hiere.

¡Qué groseramente yerran los que (materializados y por tanto, ciegos, en nombre de la personalidad, es decir, del propio yo, basurero del orgullo, la vanidad y la presunción) favorecen e incrementan estas pasiones secundando a Satanás en su acción demoledora y devastadora del alma!

El Príncipe de la mentira hace creer que es fortaleza lo que en realidad es debilidad, debilidad lo que es fortaleza; de este modo muchas almas son impulsadas hacia su ruina.

Tú, hijo, puedes tocar con tu mano tu flojedad y ver la necedad de quien se deja prender tan fácilmente por el lazo. Sin embargo no faltan mis amonestaciones, no faltan mis ejemplos, ni los de mi Madre y vuestra Madre, los ejemplos de los Santos.

 

La virtud base

 

¿No os dije "aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón"? Cuesta más y se necesita más fuerza para mortificar el propio "yo", que para realizar cualquier otra empresa.

Satanás ha pecado de orgullo, por orgullo ha inducido al hombre a pecar; la victoria del hombre es derrotar a Satanás con la potente y eficaz arma de la humildad.

La humildad es la virtud  base, fundamental, sin la que no hay ningún progreso espiritual, sin ella es imposible la edificación del Reino de Dios en las almas.

Piensa, medita, reflexiona qué grande es esta virtud. Satanás teme a los humildes, porque por los humildes siempre es derrotado.

Hijo mío, tu Jesús, océano infinito de amor, está sediento de amor, pero los hombres, hechos pesados por la materia en la que están inmersos, son incapaces ya de verme y de entenderme, y por tanto mucho menos de amarme.

Ámame tú, hijo, quiéreme y ámame por los numerosísimos cristianos que no me aman, por tantos y tantos sacerdotes que no me aman, profesionales materializados de los valores de mi Redención.

Te Bendigo.

 

9 de Septiembre de 1975

 

EL AMOR Y EL ODIO

 

Hijo mío, si Yo soy el Amor que por naturaleza tiende a la unión, Satanás es odio, el odio nacido de la soberbia y que lleva a la desunión. Del amor brota la humildad, de la rebelión de Lucifer nace el odio.

La humanidad, desde su caída, conoce el amor de Dios que se vierte en ella; igualmente conoce el odio de Satanás: Caín fue el primer intoxicado por este odio,  la primera víctima.

El odio viene vomitado como fuente turbia sin descanso; ¡ay de los hombres que no sepan tener cuidado de esto!

Dios salva a los hombres de buena voluntad con el amor. Satanás los pierde con el odio y la división.

 

Dios transforma al hombre; de selvático lo hace humano, de humano lo hace cristiano es decir, hijo de Dios, elevándolo a su naturaleza divina "Consortes divinae naturae". [8]

También Satanás tiende a transformar al hombre en demonio de soberbia, odio y rebelión.

Frutos preciosos del amor de Dios son la fe, la esperanza y la caridad. De éstas derivan: el respeto de la libertad personal y social, el respeto por la justicia que une y hermana a los hombres y hace más serena y deseable la peregrinación terrena.

De la soberbia, del odio y de la división nacen las injusticias personales y sociales, la esclavitud, la explotación, la opresión que exaspera los ánimos de las personas y de los pueblos hasta la desesperación.

Frutos de la fe, de la esperanza y del amor son: la paz en las conciencias, en las familias, la paz  entre los pueblos. Son los justos, los santos y los buenos los que hacen civilizados a los hombres,  y ayudan al florecimiento del arte verdadero, del arte bueno, que no pervierte sino ayuda al hombre en su ascenso hacia la conquista del bien, de lo verdadero y de lo bello.

Frutos del orgullo, del odio, de la división son la violencia, las guerras, la degradación de la naturaleza humana, la corrupción en todos los sectores, la perversión del arte en pornografía y sensualidad.

 

En la más densa oscuridad

 

Todo esto, hijo mío, es evidente, es claro. Las experiencias cercanas y lejanas lo confirman, pero los hombres olvidan fácilmente. Es como si una cortina de densa niebla hubiera bajado sobre la humanidad, por lo que anda a tientas en la más densa oscuridad.

En esta oscuridad van a tientas también muchos sacerdotes míos; es fácil intuir con cuánto daño y peligro para la salvación de muchas almas.

Tú no puedes comprender y abarcar con la mente la inmensa mole de mal de la que sufre  mi Iglesia. Divisiones, rencores, incluso odio. Divisiones en las parroquias, divisiones y disensiones en las órdenes y en las congregaciones religiosas, en los conventos; rebeliones abiertas desgarran mi Cuerpo místico.

Un cenagoso torrente que desemboca del infierno sobre la tierra, en un hervidero rebosante de herejías, obscenidades, escándalos, violencias, injusticias privadas y públicas hace estragos también en las almas consagradas.

¡Oh, sí! Los hombres de hoy no son mejores que los hombres de antes del diluvio. Las ciudades de hoy no son mejores que Sodoma y Gomorra.

Para nada han servido las muchas llamadas, para nada han servido las múltiples intervenciones mías y de mi Madre. Para nada han servido los muchos castigos parciales.

Los hombres de este siglo han colmado la medida, han endurecido los corazones en la iniquidad, y el castigo total hubiera venido ya si no hubiera sido por la intervención de mi Madre y vuestra Madre, interponiéndose Ella entre vosotros y la Justicia divina.

Y si no hubiera sido por las almas víctimas, valerosas, generosas, heroicas, inmoladas como lámparas vivientes delante de mis altares...

Los habitantes de la corrupta Nínive creyeron y se arrepintieron ante las llamadas amenazadoras del profeta y así se salvaron. Pero los hombres de esta generación perversa, que rechaza a Dios, no saldrán ilesos de los castigos de la divina Justicia.

"Non Praevalebunt[9]

Sí, los justos verán que Dios es fiel a sus promesas; verán cómo mi Padre, en su Justicia  hará resplandecer su designio de amor para la salvación de la humanidad y de mi Iglesia.

Te bendigo hijo mío, ámame y ofréceme tus sufrimientos. Recuerda que mi Corazón misericordioso es inagotable en sus riquezas y arde en deseos de poderlas dar.

 

11 de Septiembre de 1975

 

SE PONEN EL MONO

 

Vuelvo, hijo, sobre un razonamiento que ya te he hecho, pero sobre el que es necesario parar frecuentemente vuestra mente para pensar y meditar, para después pensar y meditar de nuevo.  Quiero referirme a la renovación del santo Sacrificio de la Cruz continuado perpetuamente en la Santa Misa.

Tú sabes cómo son de pocos los sacerdotes que se acercan al Altar para realizar la Acción tres veces santa con el debido espíritu de fe y de gracia.

No hablamos de aquellos que profanan sacrílegamente mi Cuerpo y mi Sangre, y que no son pocos. Hablamos otra vez de los que se preparan para vestirse las vestiduras sagradas con la desenvoltura y con la mentalidad de los obreros que, antes de comenzar su trabajo manual se ponen el mono charlando de esto y de aquello.

Sin ningún pensamiento de recogimiento, proceden a la celebración del Rito Sagrado, mientras su mente discurre por las cosas más extrañas. Llegan a la Consagración, bien lejos de darse cuenta de que en ese momento en sus manos se repite el prodigio de los prodigios: se realiza la Encarnación, de Mí, Verbo de Dios.

 

"Et Verbum caro factum est"[10]. No se dan cuenta que en sus manos, en ese momento, provocan la intervención simultánea de la Santísima Trinidad.

Mi Madre, con su fiat provocó la intervención simultánea

 - del Padre que creó en Ella el alma humana de Mí, Verbo,

 - de Mí, Verbo que me uní al alma creada por el Padre.

 - del Espíritu Santo, causa eficiente de mi virginal concepción en el seno purísimo de María.

Desde ese momento fui verdadero Dios y verdadero hombre.

Entre las manos del sacerdote celebrante, en el momento de la Consagración se renueva realmente el Misterio de la Encarnación. Muy pocos de mis sacerdotes piensan en esto.

Quitada esta fe, esta convicción vivida, resulta evidente el porqué el sacerdote celebrante realiza la más santa entre todas las acciones, como el obrero realiza su trabajo cotidiano. El sacerdote se vuelve un obrero, eso es todo.

En su cara no vislumbrarás un sólo signo de compunción y de recogimiento. Así, con la misma indiferencia repugnante se continúa hasta el fin,  hasta la Comunión, obligándome a Mí, Víctima, a soportar el atroz sufrimiento de la Cruz.

 

El amor rechazado

 

Hijo mío, ¡hiere más agudamente a mi Corazón misericordioso, la actitud apática de mis sacerdotes que la rabiosa ofensa de los sacerdotes míos que habitualmente me tratan así!...

Es el Amor que choca contra una barrera de frialdad, de indiferencia. Es el Amor rechazado a pesar de todas las gracias dadas gratuitamente y de ningún modo debidas...

No desciendo en particular para decirte todas las faltas de delicadeza y licencias que se toman en relación Conmigo y que bien se cuidarían de tomárselas con  tantas otras personas del mundo así llamadas importantes.  Sólo Conmigo todo es lícito...

Me ven y me miran como un vago y lejano recuerdo histórico, ignorando culpablemente la Realidad  viva de la que ellos tienen parte tan importante.

Aunque teóricamente admitieran que el santo Sacrificio de la Misa es el mismo Sacrificio de la Cruz, en la práctica lo niegan con un comportamiento que revela la ausencia de la fe, de la esperanza y del amor.

Hijo ¡Qué océano infinito de miserias, de profanaciones, de traiciones, de oscuridad espiritual!

¡Oh, si todos mis sacerdotes estuvieran animados por una fe viva, por un amor ardiente cuando me tienen entre las manos ¡cuántos ríos de gracia podrían arrancar de mi Corazón misericordioso, aun para ellos y para las almas que ellos deben apacentar!

¿Por qué muchos sacerdotes míos están tan lejos y obstinados, están tan reacios  a mis repetidas invitaciones a la conversión?

Orgullo, presunción, vanidad, impureza. ¡Cuántos se pierden, ellos, los corredentores!

¡Qué tormento tan atroz su infierno!  Eran los dispensadores y depositarios de los frutos de mi Redención.

Ellos, los amigos predilectos, no me han querido conocer, su obra en mi Cuerpo místico ha quedado estéril por haber apagado la fe en su corazón, por haberse negado a seguirme en el camino de la cruz, por haber roto la unidad de mi Cuerpo místico.

 

Movido por el amor

 

Hijo, tú estás avisado por la insistencia con la que regreso a estos penosos asuntos.

Es urgente poner a la propia luz una situación en alto grado dolorosa, para que cuando el desmoronamiento inicie su acción destructora,  cuando se conozca la acción rigurosa de la Justicia de mi Padre, se sepa con claridad que no faltaron avisos, intervenciones y llamadas, por muchos no escuchados, para evitar a la cristiandad los indescriptibles males que la esperan.

Todavía es necesario que se sepa, especialmente por los buenos, que el Padre, en el rigor de su Justicia, siempre está movido por el amor porque Dios es Amor. Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva.

Al no haber acogido los hombres, y también muchos de mis sacerdotes, las reiteradas invitaciones a la conversión, no habiendo sacado provecho de los castigos parciales, permitidos y queridos para llamarlos a la realidad, estallará  sobre ellos la ira divina.

Han borrado a Dios de su Corazón.

En su necedad dicen que Dios no existe, y Dios borrará de la faz de la tierra los frutos de su locura y de su orgullo

Hijo mío, reza y haz rezar; el desmoronamiento está ya en marcha.

 

16 de Septiembre de 1975

 

EL DON DEL BAUTISMO

 

- Señor, ¿Cuál es la participación de nosotros, sacerdotes, en el Misterio de la Encarnación?

Hijo, ya te he respondido indirectamente a esta pregunta en nuestros anteriores coloquios.

Todos los cristianos han sido regenerados por la Gracia, todos han sido hechos hijos de Dios. Este es un hecho tan grande y tan sublime que es necesario darle un relieve adecuado.

Mira, hijo mío: en este siglo materialista vuestra generación infiel da más importancia a lo exterior que al hecho sobrenatural del Bautismo, el cual graba de una manera sustancial el alma del niño para el tiempo y para la eternidad.

Por consiguiente, no es considerado sino en una mínima parte el Don, no debido, sino dado con divina generosidad al bautizado.

A este marco pagano que circunda al Bautismo se han adaptado mis sacerdotes con desenvuelta superficialidad; quiero decir que no ha habido reacción a este paganismo que, como densa sombra, esconde a los ojos de los fieles el precioso don de Dios.

Las imperantes costumbres paganas de vida ofuscan las más bellas Realidades divinas.

La gracia conferida al bautizado transforma y transfigura el alma del que recibe este Sacramento, hecho posible por el Misterio de la Encarnación. Por consiguiente, todo bautizado participa en el Misterio de la Encarnación.

Esta participación debe, o debería intensificarse con el desarrollo y el incremento de mi Vida divina mediante la colaboración requerida y necesaria de una educación cristiana por parte de los padres y de quienes hacen sus veces.

Esta educación debe ser iniciada desde los primeros meses. Desgraciadamente ya casi no se acostumbra; nada se ve en el niño de este pueblo pagano fuera de la naturaleza humana.

Ha faltado y falta por parte de mis sacerdotes la solícita vigilancia sobre este punto central de la vida cristiana.

Los cristianos participan todos en el Misterio de la Encarnación (por consiguiente, en mayor medida los sacerdotes) con la firme adhesión a la fe en este gran misterio.

Si Yo, Verbo de Dios, me he encarnado para poder comunicar  a los hombres mi Vida Divina, para levantarlos, ayudarlos y encaminarlos a la vida eterna, los hombres, razonablemente, deberían aceptar con alegría todas las consecuencias derivadas de este gran Misterio, viviendo con fidelidad en su vida cotidiana.

Hijo, tú mismo puedes considerar cómo el paganismo ha alejado a mis fieles, y con ellos a muchos sacerdotes míos de la Realidad divina, reduciendo todo a los más o menos fastuosos ritos paganizantes.

 

Coherentes con el bautismo

 

Y ahora respondo directamente a tu pregunta, aunque la respuesta la puedes encontrar en un coloquio anterior.

Vosotros, sacerdotes, no sois simples cristianos; Yo os he escogido para ser mis Ministros sobre la tierra. Os he escogido para ser el objeto de mi predilección y de mi amor.

Yo os he sacado del mundo, aunque dejándoos en el mundo, para que vosotros seáis instrumentos, colaboradores y corredentores en la realización del Misterio de la Salvación.

Yo os he revestido de una dignidad y potencia de la que no tenéis plena conciencia, y de la que bien poco os servís para la eficacia de vuestro ministerio.

Vosotros deberíais, con mayor rigor, ser firmísimamente coherentes con vuestro Bautismo, con vuestra Confirmación, con vuestro y mi Sacerdocio.

Como fue para mi Madre, que pronunciando su “fiat”, fue causa de un prodigio tan grande que cielo y tierra no pueden contener (cuyas consecuencias han cambiado la suerte de toda la humanidad, en el tiempo y en la eternidad) así es para vosotros, sacerdotes, que pronunciáis las palabras de la Consagración.

Debéis creer que Yo, Verbo de Dios, me hago Carne y Sangre, Alma y Divinidad en vuestras manos.

Como mi Madre, en el momento en el que dio su libre, consciente y responsable consentimiento,  provocó la intervención simultánea de Mi, Uno y Trino, así vosotros en la Consagración provocáis la simultánea intervención de la Trinidad divina, estando presente también la Madre mía y vuestra.

 

Creer firmemente

 

Hijo, si un sacerdote está penetrado y compenetrado por esta fe, si un sacerdote cree firmemente en esta Realidad divina, testimonio del Amor infinito de Dios, este sacerdote se transforma; su vida se vuelve maravillosamente fecunda.

En el Misterio de la Encarnación (que por obra suya, Dios renueva en sus manos, no sin alguna causa consagradas), él encuentra la fuente inagotable de los dones de mi Corazón misericordioso. Ninguna potencia adversa los podrá resistir, porque Yo estoy en él y él en Mí.

Hijo mío, hemos visto juntos otro aspecto de la sordidez que esta generación incrédula manifiesta. Ámame, tiende a Mí día y noche, recompénsame con tu amor y con tu fe de la frialdad de tantos ministros míos, a los que amo mucho y que quiero salvos.

Te Bendigo; contigo bendigo a las personas queridas. Recuerda que mi Bendición es  paraguas de protección y escudo de defensa.

 

17 de Septiembre de 1975

 

SOMBRAS DE MI CUERPO MISTICO

 

Hijo, todos los miembros de un cuerpo tienden armoniosamente a un único fin; la conservación y el crecimiento del mismo cuerpo.

Así en mi Cuerpo Místico, todos los miembros deberían tender razonablemente al supremo bien del Cuerpo Místico, que es la salvación de todos los miembros de los que esta formado.

El hecho de que estos miembros sean libres e inteligentes, capaces de discernir y de querer el bien o el mal, constituye una razón más para que todos tiendan al bien común. Sin embargo no es así.

Seducidos y engañados muchos miembros, rompiendo la armonía del Cuerpo del que forman parte, persiguen el mal tenazmente, dañando no sólo a sí mismos, sino a todos los otros miembros del cuerpo.

Si además, estos miembros son sacerdotes, ellos destruyen la armoniosa cohesión con un daño incalculable para sí mismos y para  comunidad cristiana entera.

En mi Iglesia todos los sacerdotes deben tender esforzadamente al bien común de todas las almas; para esto han sido llamados, sin ninguna excepción.

No hay en Mi Iglesia distinción de fines: la finalidad es una sola para todos los miembros, de modo muy particular para mis sacerdotes: salvar almas, salvar almas, salvar almas.

El último sacerdote, (último en la forma vuestra de decir, porque podría ser el primero, como el Santo Cura de Ars, último y primero), digo el último sacerdote que gasta su vida en el ofrecimiento de sí mismo en el Santo Sacrificio de la Misa en comunión Conmigo delante de mi Padre, es hasta más grande que muchos dignatarios que no siempre lo hacen.

En mi Cuerpo Místico hay muchos miembros terriblemente enfermos de presunción, de soberbia, de lujuria.

En mi Cuerpo Místico hay muchos sacerdotes obreros, más preocupados por el lucro que por la salvación de las almas.

Hay muchos sacerdotes orgullosos de su "saber hacer”, es decir de su astucia. Olvidando que a menudo, aunque no siempre, el arte del saber hacer es el arte del mentir: esta es la perfidia o la astucia de Satanás.

Vuestro lenguaje sea simple y sincero: si es sí, sí; si es no, no: la verdad es caridad.

 

No sus palabras

 

En Mi Iglesia hay sacerdotes que se predican a sí mismos. En el rebuscamiento del lenguaje, en la elegancia del decir, y con otros cien recursos, buscan llamar la atención de los oyentes para hacerlos converger sobre sí.

Es verdad que mi palabra es por sí misma eficaz, ¡pero mi Palabra, no su palabra!. Mi Palabra, antes de ser anunciada ha de ser leída, meditada y absorbida; después dada con humildad y simplicidad.

En mi Cuerpo Místico hay focos de infección, hay llagas purulentas.

En los seminarios hay gente infectada que contamina a aquellos que deben ser mis ministros del mañana ¿quién puede valorar el mal?

Si en una clínica o en una comunidad se manifiesta una enfermedad contagiosa, se recurre a los remedios con gran solicitud, con informaciones y aislamientos, con medidas enérgicas y repentinas. En mi Cuerpo Místico se manifiestan males mucho más graves, y hay aquiescencia como si nada estuviera pasando. Miedos y temores injustificados, se dice.

¡No es amor, no es caridad el permitir difundirse los males que llevan a las almas a la perdición!

Hay abuso exagerado de la Misericordia de Dios como, si con la Misericordia, no coexistiese la Justicia...

Quién está investido de responsabilidad, actuando con rectitud, no debe preocuparse por las consecuencias cuando necesita tomar medidas para cortar el mal en curso.

Hijo, ¿qué decir luego de tantos sacerdotes míos, del modo del todo irresponsable con el que llevan a cabo una tarea delicadísima, como es la de la enseñanza religiosa en las escuelas?

De acuerdo que no faltan sacerdotes bien formados y conscientes, que cumplen sus deberes de la mejor manera. Pero junto a los buenos, ¡cuántos superficiales, inconscientes, incluso corruptos! Han hecho y hacen un mal inmenso, en lugar del bien, a los jóvenes, tan necesitados de ser ayudados moral y espiritualmente.

La comprensión para estos sacerdotes míos no debe justificar licencia.

 

Un hábito apropiado

 

De lo alto han sido impartidas disposiciones con relación al hábito sacerdotal. Mis sacerdotes, viviendo en el mundo han sido segregados del mundo.

Quiero a mis sacerdotes distintos de los laicos, no sólo por un tenor de vida espiritual más perfecta, sino también exteriormente deben distinguirse con su hábito propio.

¡Cuántos escándalos, cuántos abusos y cuántas ocasiones más de pecado y cuántos pecados más!

¡Qué inadmisible condescendencia por parte de los que tienen el poder de legislar! Y junto con el poder, tienen también el deber de hacer respetar sus leyes.  ¿Porqué no se hace?

Lo sé: las molestias no serían pocas. Pero Yo no he prometido jamás a nadie una vida fácil, cómoda, exenta de disgustos.

Quizá teman reacciones contraproducentes. No, el relajamiento provoca  un mayor relajamiento.

Funcionarios estatales, de empresas, de entes militares visten su uniforme. Muchos sacerdotes míos se avergüenzan, contraviniendo las disposiciones, compitiendo en coquetería con los mundanos.

¿Cómo, hijo, puedo no dolerme amorosamente? Quien no es fiel en lo poco, tampoco lo es en lo mucho.

¿Qué decir, luego, del modo en que se administran mis Sacramentos por tantos de mis sacerdotes?  Se va al confesionario en mangas de camisa, y no siempre con la camisa, sin estola.

Si se debe hacer una visita a una familia de respeto, se ponen la chaqueta, pero la casa de Dios es mucho más que cualquier familia de respeto.

También está prescrito vestido talar para el ejercicio del propio ministerio: asistencia a los enfermos, enseñanza en las escuelas, visitas a los hospitales, celebración de la Santa Misa, administración de los Sacramentos. ¿Quién se pone ahora el vestido talar para todo esto?

Esto, hijo mío, es indisciplina que roza en la anarquía.

¿Que decirte de tantos sacerdotes míos que no tienen tiempo de rezar, atosigados  como están en tantas actividades inútiles, aunque aparentemente santas?

Actividades inútiles porque les falta su alma, porque les falta mi presencia. Donde Yo no estoy no hay fecundidad espiritual.

Pero cuántos sacerdotes tienen tiempo para ir a ver películas inmorales y pornográficas, con el pretexto de que se necesita conocer para juzgar. Esta justificación es satánica.

Los santos sacerdotes, que jamás se permitirían tales inmoralidades, no serían hábiles para orientar y aconsejar a las almas...

 

El deber de la obediencia

 

Aquí tienes hasta qué punto hemos llegado.

Pero lo hay peor todavía. Yo, hijo mío, he constituido la Iglesia jerárquica, y no se diga que los tiempos han cambiado y que por eso es necesario cambiar todo.

En mi Iglesia hay puntos firmes que no pueden variar con el mudar de los tiempos. Jamás podrá ser cambiado el principio de autoridad, el deber de la obediencia.

Podrá ser cambiado el modo de ejercer la autoridad, pero no podrá ser anulada la autoridad.

¡No se confunda jamás la paternidad requerida en las altas esferas con la debilidad! La paternidad no excluye sino, al contrario, exige la firmeza.

Hijo mío, ¿porqué he querido sacar a la luz una parte de los muchos males que afligen a mi Iglesia? Lo he hecho para poner a mis sacerdotes frente a sus responsabilidades. Quiero su regreso para una vida verdaderamente santa.

Quiero su conversión porque los amo. Sepan que su conducta a veces es causa de escándalos y de ruina para muchas almas.

¡No es justo que se abuse del amor de Dios, confiando en su misericordia e ignorando casi enteramente su justicia!

Hijo, te he dicho repetidamente que el alud está ya en curso. Sólo el regreso sincero a la oración y a la penitencia de todos mis sacerdotes y de los cristianos podría aplacar la Ira del Padre y detener las justas y lógicas consecuencias de su justicia, siempre movida por el Amor.

He querido decirte esto porque quiero hacer de mi "pequeña gota de agua que cae hacia abajo" un instrumento para el plan de mi Providencia.

Te bendigo, oh hijo. Quiéreme mucho; reza, repara y recompénsame con tu amor de tanto mal que arrecia en mi Iglesia.

 

También mucho bien

 

Es bien cierto que en mi Iglesia hay también mucho bien, ¡Ay si no fuera así! Pero Yo no he venido por los justos; ellos no tienen necesidad. He venido por los pecadores; ¡a éstos quiero, a éstos debo salvar!

Por eso he dado el toque en alguna de las muchas llagas y heridas, causa de la perdición de almas.

Se dice que no se va al infierno. O se niega el infierno o se apela a la Misericordia de Dios que no puede mandar a ninguno al infierno.

No por estas herejías y errores deja de existir el Infierno. No por esto muchos impenitentes, también sacerdotes, evitan el Infierno...

                                  

18 de Septiembre de 1975

 

ESTOY EN MEDIO DE VOSOTROS

 

Hijo, en mis precedentes coloquios no han faltado alusiones a mi presencia en medio de vosotros. Hoy pretendo reclamar aún tu atención sobre esta Realidad divina, de la que podrán sacar inestimables dones en orden a la vida sea espiritual y eterna, sea material y terrena.

Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios, engendrado por el Padre desde siempre, en la plenitud de los tiempos hecho Carne en el seno virginal de mi Santísima Madre y Madre misericordiosa vuestra, estoy gloriosamente presente a la derecha del Padre en la gloria del Paraíso.

Estoy realmente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en todas las Hostias consagradas del mundo; estoy  y estaré en medio de vosotros hasta la consumación de los siglos, hasta el fin de los tiempos.

¿Cómo es que por muchos nunca se busca el porqué de esta presencia  mía en medio de los hombres?

¿Por qué he querido permanecer en medio de vosotros, conociendo bien desde siempre qué trato me estaría reservado por los hombres? Odios, ofensas, injurias, frialdades, aunque no faltan, y no faltarán jamás almas generosas que me recompensan del mal de los impíos.

El porqué de mi presencia en el mundo tiene una sola respuesta, hijo mío: el Amor.

 

Mi palabra

 

¿Cómo ejerzo Yo mi presencia en mi Cuerpo Místico?

Primero con el don de mi palabra.

Yo he confiado a la Iglesia el patrimonio, el depósito espiritual de mi Palabra que es palabra de vida y de verdad: he tutelado este tesoro con la asistencia del Espíritu Santo.

Yo soy la Verdad, el Camino que mi Iglesia puede indicar con seguridad a todas las almas sin sombra de equivocación.

Los atentados contra Mí, Palabra de Dios, en el curso de los siglos han sido continuos y feroces. Herejes, pseudo - maestros y mentirosos instigados sin tregua por el Maligno, han hecho de todo para borrar de la faz de la tierra a Mí, Camino, Verdad, Vida, a Mí, Palabra de Dios. Pero inútilmente.

Este siglo en fin, materialista, no desperdicia medio ninguno, ninguna tentativa para destruirme: sectas, partidos ateos, corrientes envenenadas de filosofías perversas y demoledoras de todos los más sublimes valores espirituales, valores de verdadera civilización.

Pero ¿es posible que los hombres sean tan cortos de memoria para no recordar ya  la trágica historia de este siglo, que es vuestra historia?

Lo que es extremadamente penoso es el hecho de que muchos de mis sacerdotes, antes que confiarse humildemente al Magisterio infalible de Mi Iglesia, erigiéndose con presunción en maestros, se han  coaligado con los enemigos de la verdad,  se han vuelto responsables de la difusión de no pocas herejías con gran daño para las almas

¿Porqué tantos sacerdotes míos se hacen promotores con Satanás de tanto daño para las almas? La soberbia ciega, sí verdaderamente ciega.

 

Mi Vicario

 

Yo estoy en medio de vosotros, hijo, en la persona de mi Vicario.

A él se le ha dado toda potestad para apacentar a los corderos y a las ovejas. Quien le ama, me ama a Mí, quien no le escucha, no me escucha a Mí, quien le combate me combate a Mí, quien le desprecia me desprecia a Mí.

Él sube a su Calvario día a día, pero muchos no se dan cuenta. Derrama lágrimas por los hijos que se vuelven lobos rapaces y hacen estragos de su grey. Como a Mí, se le hace objeto de escarnio, de odio y de guerra.

Él está al timón de mi navecilla en esta triste hora en la que el mar está fuertemente agitado y el sordo hervir del oleaje es presagio de próxima y salvaje tempestad.

Hijo mío, hace falta estar cercanos a mi Vicario, al dulce Cristo en la tierra, es necesario sostenerlo con la oración y con la ofrenda de los propios sufrimientos. Es necesario amarlo y hacerlo amar.

Todo lo que en bien o en mal se le hace a él, se me hace a Mí. Es necesario defenderlo de las insinuaciones satánicas, tan frecuentes, de sus enemigos.

Yo estoy en él, estoy presente en mi Iglesia en su persona.

 

La Eucaristía

 

Hijo, estoy además presente en la Iglesia en el misterio del Amor y de la Fe, quiero decir en el Misterio de la Eucaristía.

Estoy verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Esta presencia mía,  si fuera creída, sentida y vivida en toda la sublime maravillosa realidad divina, por todos mis sacerdotes, se transformaría en tal fermento de purificación y vida sobrenatural, que se podría transformar aun  por sólo mis sacerdotes, el rostro de la Iglesia y  arrancar de mi Corazón misericordioso gracias y hasta milagros insospechados.

pero por desgracia no son muchos los que creen firmemente.

La mayoría cree débilmente; no faltan los que en realidad no creen en mi presencia eucarística.

Con razón mi Vicario en la tierra ha hablado repetidamente de crisis de fe, causa y origen de innumerables males.

 

Donde hay sufrimiento

 

Hay una cuarta forma de presencia mía en la tierra: estoy realmente presente en mis santos.

Santos son aquellos que viven de mi Vida divina. Estoy realmente presente en mis Santos que más tenazmente persiguen las más audaces conquistas de todas las virtudes cristianas.

Estoy realmente presente en los que sufren; donde hay sufrimiento ahí estoy Yo.

En fin estoy presente en las almas víctimas, en ellas encuentro mis complacencias, mis alegrías, ellas me recompensan abundantemente por las ofensas, insultos, blasfemias y sacrilegios de los que no me aman.

Ellas forman las delicias de mi Padre; las almas víctimas son las que han mitigado, detenido la ira de mi Padre por tantas iniquidades de esta generación perversa, que en lugar de apagar su sed en la fuente del Agua viva y pura, se afana en apagarla en las pútridas y enfangadas aguas de los pantanos llenos de miasmas.

Hijo mío, ámame mucho, sólo a Mí, con tu amor, con tú fe,  con tu ofrecimiento.

Te bendigo y contigo bendigo a las personas por quienes rezas diariamente.

 

19 de Septiembre de 1975

 

BASTARÍA UNA MIRADA

 

Hijo, ¿Para qué sirven gloria, estima, riqueza y salud, prosperidad, ingenio y cultura si luego al final se pierde el alma?

Estas palabras fueron motivo para muchas almas de buena voluntad, de una radical regeneración espiritual o conversión.

Una seria y ponderada reflexión a esta invitación mía, puede llevar a las almas a la conquista de virtudes heroicas, a lograr la perfección y santidad.

Una seria meditación sobre esta advertencia  mía ha llevado y puede llevar a muchas almas a descubrir aquella perla preciosa de la que Yo hablo en la parábola, por la que bien vale la pena cortar netamente con el pecado, a través de un resuelto desapego de los falaces  bienes y afectos de este mundo. Y seguirme en el camino del Calvario, a cambio de una inmarcesible corona de gloria eterna en la Casa de mi Padre...

Hijo, el alma en pecado es como la piedra que, de lo alto, en virtud de la ley natural de la gravedad, se precipita hacia el fondo, aumentando en su caída de peso y de velocidad.

El alma en pecado se precipita hacia el fondo, aumentando en su caída el peso de sus culpas, de sus pasiones. ¿Qué ley natural puede detener e invertir una piedra cayendo de lo alto hacia abajo? ¿Qué ley natural puede invertir la bajada hacia abajo en ascenso hacia lo alto?

Ninguna ley natural puede hacer este milagro. Solamente una ley de orden superior lo podría hacer.

Sólo Yo soy la ley sobrenatural, esto es la Fuerza divina que puede detener al pecador en su ruinosa bajada hacia el precipicio e invertir su rumbo de descenso en  subida, hacia lo alto, hacia la Vida.

Esto es lo que más ardientemente deseo hacer con todos los pecadores, pero en particular con mis sacerdotes arrollados por el maligno, por la concupiscencia del espíritu y de los sentidos.

Bastaría una mirada suya hacia Mí crucificado, una invocación suya a mi Corazón misericordioso, y que según el ejemplo de Pedro, me dijeran:  “¡Sálvame, Señor, porque me ahogo entre las olas!”

¡Oh, hijo mío, cómo sería solícito en alargarles mi mano, para traerlos  a salvo!

 

Yo amo a las almas

 

¿Te das cuenta de la trágica situación de muchos sacerdotes míos que están caminando a grandes pasos hacia la condenación eterna de su alma? ¿Puede haber sobre la tierra tragedia más grande,  más horrible que ésta?

¿Puede haber engaño más diabólico que el que se ha difundido en nuestros tiempos, por pseudo - maestros afirmando que el Infierno no existe y que la Misericordia divina no podría permitir jamás la condenación eterna de un alma? Estos propaladores de herejías y errores quisieran anulada la Justicia divina, mientras deberían saber que en Mí, Misericordia y Justicia son indivisibles, porque en Mí son la misma única cosa.

Hijo mío, Yo soy la luz que ha venido a este mundo. La luz resplandece en las tinieblas, pero las tinieblas no la han acogido.

Yo amo a las almas. Quiero la salvación de las almas; para esto he venido, pero tengo necesidad de vosotros, de vuestra colaboración.

Vosotros sois mis miembros, y todos los miembros tienden al mismo único fin.

Yo tengo necesidad de vosotros, para que se cumpla en su plenitud el Misterio de la salvación.

Según mi ejemplo, según el ejemplo de mi Madre Santísima, de los mártires, de los santos, debéis abrazar generosamente vuestra cruz y seguirme. Si la cruz os parece pesada, vosotros sabéis que Yo estoy en vosotros para aliviar el peso.

Hijo, te he dicho y te lo repito: éste es un deber de justicia y de caridad; nadie se puede sustraer de él, mucho menos mis ministros.

No temas, estoy Yo para conducirte. Ve hacia adelante, no retrocedas y no te preocupes. Han rechazado mi Evangelio, han distorsionado mi verdad, no han creído a las almas víctimas, a las que he hablado. En sus palabras he puesto el sello de mi gracia; han resistido a todo.

He dictado a María Valtorta, alma víctima, una obra maravillosa. Yo soy el autor de esta obra. Tú mismo te has dado cuenta de las rabiosas reacciones de Satanás.[11]

Tú has comprobado la resistencia que muchos sacerdotes oponen a esta obra que si fuera, no digo leída, sino estudiada y meditada llevaría un bien grandísimo a muchas almas. Ella es fuente de seria y sólida cultura.

Pero frente a esta obra, a la que está reservado un gran éxito en la Iglesia renovada, se prefiere la basura de tantas revistas y de libros de presuntuosos teólogos.

Te bendigo como siempre. Ámame mucho.

 

22 de Septiembre de 1975

 

LA COMUNION DE LOS SANTOS

 

Hijo,  te he dicho repetidamente que Yo soy el Amor; donde hay amor estoy Yo.

Yo Soy el Amor Infinito, Eterno, Increado, venido a la tierra a reconciliar y por consiguiente reunir con Dios a la humanidad arrancada del odio.

El amor por su naturaleza tiende a la unión, como el odio por su naturaleza tiende a la división.

Nosotros somos Tres, pero el Amor Infinito nos une íntimamente en Uno solo, en una sola naturaleza, esencia y voluntad.

El amor me ha llevado a Mí, Verbo eterno de Dios hecho carne, a inmolarme a fin de que se diese a todo hombre la posibilidad de unirse en Mí a Dios, y formar Conmigo una sola cosa, como Yo soy una sola cosa con mi Padre que me ha enviado.

Hijo, desde hace más de cien años el Materialismo como sombra oscura y densa, envuelve buena parte de la humanidad.

Él ha ofuscado también en mi Cuerpo Místico, esto en el alma de muchos fieles y sacerdotes, el dogma de la Comunión de los Santos que es una realidad espiritual grandiosa, viva, verdadera y operante en  Cielo y tierra.

No hay términos aptos para explicar su grandeza, potencia y actuación vibrante de amor y de vida.  No hay palabras en vuestro lenguaje, aptas para hacer comprender el invisible, misterioso intercambio que encuentra su centro en mi Corazón misericordioso.

Pocas son las almas que han comprendido, y pocos son también los sacerdotes que, además de creer abstractamente, viven activamente en esta Comunión con los bienaventurados comprensores[12] del Paraíso, con las almas en espera en el Purgatorio y con los hermanos militantes en la tierra.

La muerte, contrariamente a los prejuicios con respecto a ella, no pone fin a la actividad de las almas. La muerte que, con palabra más precisa deberíais llamar "tránsito", es un pasar del tiempo a la eternidad, que no es poner fin a la actividad del alma, sea en el bien, sea en el mal.

 

La familia de Dios

 

En cualquier familia ordenada en el amor, cada miembro que la constituye, concurre al bien común en un intercambio de bienes dados y recibidos en una comunión armoniosa.

En un grado con mucho superior, así es en la gran Familia de todos los hijos de Dios: militantes en la tierra, en espera en el Purgatorio y bienaventurados en el Paraíso.

Por tanto es necesario, con el fin de volver cada vez más rica de frutos divinos la fe en esta Realidad divina y humana, brotada de mi Inmolación en la Cruz,  tener sobre ella  ideas precisas.

Se debe:

1)  Creer firmemente en el dogma de la Comunión de los Santos.

2)  Cuando se habla de la familia de los hijos de Dios, los sacerdotes deben dejar bien claro que a esta familia pertenecen los peregrinos en la tierra, las almas en espera en el Purgatorio y los justos del Paraíso, esto es los santos.

3)  Los sacerdotes (muchos de los cuales ponen el acento casi exclusivamente en las cuestiones sociales en favor de los hermanos militantes, deplorando con razón las injusticias perpetradas) olvidan casi siempre las injusticias más graves hechas en perjuicio de los hermanos que están en el Purgatorio.

Para tal gravísima omisión se necesita o no creer en el Purgatorio o no creer en el tremendo sufrimiento al que las almas purgantes están sometidas.

La necesidad de ayuda de las almas en espera es bastante más  grande que la de la criatura humana que más sufre en la tierra.

El deber en fin de caridad y de justicia hacia las almas en pena es mas acuciante para vosotros en cuanto que , no raras veces, hay allí almas purgantes que su­fren por culpa de vuestros malos ejemplos, porque habéis sido cómplices con ellas en el mal o en cualquier forma ocasión de pecado.

Si la fe no es operante, no es fe.

 

La vida continúa

 

Hijo mío, se necesita hacer entender con claridad que la vida continúa después de la tumba.

Todos aquellos que os han precedido en el signo de la fe, sea que estén en el Pur­gatorio o ya en el Paraíso, todavía os aman con amor mas puro, más vivo y más grande.

Están animados por un gran deseo de ayudaros a superar las duras pruebas de la vida para que alcancéis, como ellos ya han alcanzado, el gran punto de llegada, el fin de la vida misma.

Ellos conocen ya muy bien todos los peligros que acechan a vuestras almas.

Pero su ayuda con respecto a vosotros, está condicionada en buena medi­da por vuestra fe y vuestra libre voluntad para acercaros a ellos con la oración y con la confianza en su eficacísimo patrocinio ante Dios y la Virgen Santísima.

Si los sacerdotes y los fieles están animados de vivísima fe, conscientes de los inagotables recursos de gra­cias, de ayudas y de dones que pueden obtener de este Dog­ma de la Comunión de los Santos, verán centuplicado su poder sobre las fuerzas del Mal.

Yo he dotado a mi gran Familia de riqueza y po­tencia insondable y la robustezco con la fuerza invenci­ble de un Amor infinito y eterno.

 

Recursos inutilizados

 

Mis sacerdotes instruyen a los fieles con palabras sim­ples y claras, diciendo que vuestros hermanos que han cum­plido ya en la tierra el periplo de su vida tempo­ral, no están divididos de nosotros, no están lejanos de vosotros.

Decid también que no están inertes y pasivos a vuestro respecto sino que, en un nuevo estado de vida más perfecta que la vuestra, os están cercanos, os aman. Ellos toman parte, en medida de la perfección alcan­zada, en todas las vicisitudes de Mi Cuerpo Místico.

Os repito que ellos no pueden descartar vuestra libertad pero, si son solicitados por vuestra fe y por vues­tras invocaciones, os están y estarán cada vez más cercanos en la lucha contra el Maligno.

Os miran, os siguen e inter­vienen en la medida determinada por vuestra fe y por vuestra libre voluntad.

Hijo mío, ¡qué inmensos tesoros ha predispuesto mi Padre para vosotros!

¡Cuán inmensos recursos inutili­zados!

¡Cuántas posibilidades de bien dejadas caer en el va­cío!

Se afirma creer, pero no hay más que un mínimo de co­herencia con la fe en la que se dice creer.

Te bendigo. ¡Ámame!

 

Domingo 23 de Septiembre de 1975

 

REVISAR DESDE NUEVAS BASES VUESTRA VIDA

 

Todo comandante de estado mayor, periódicamente reúne en torno a su mesa de trabajo a sus ayudantes.

Con ellos, mira, revisa y estudia los planes elaborados pa­ra la defensa y según la necesidad, también para el ataque contra los que se consideran enemigos. Estos planes son actualizados y reelaborados continuamente según el variar de las situaciones de los pueblos.

Ahora bien, hijo, y con mayor cuidado deberían hacer otro tanto aque­llos que, en Mi Iglesia y en mis iglesias, tienen el deber preciso e irrenunciable de preparar el malparado ejército de mis soldados (todos los confirmados son mis soldados) a la defensa de los ataques de sus enemigos espirituales: el demonio, el mundo, y las pasiones. ¡Y prepararlos no sólo para la defensa sino también para el ataque!

La batalla que mis soldados deben combatir es la más importante, la más necesaria, la más urgente de todas las  guerras que se combaten en el mundo. La más necesaria porque del éxito de esta batalla de­pende la vida o la muerte eterna.

La más urgente porque las fuerzas bien organizadas y bien dirigidas del Mal quie­ren el predominio sobre las fuerzas del Bien y el prevalecer de éste sería determinante para el futuro de la Iglesia y del mundo.

La más importante, si no quieren sucumbir en el tiempo y en la eternidad.

Hijo, en un precedente coloquio, te he hablado con claridad de la gigantesca lucha que desde la creación del hombre, está en acto en el mundo.

Los cristianos, influen­ciados y sugestionados, parece hayan perdido el senti­do de su existencia, abatidos por la crisis de fe, originada por la antisocial oleada materialista. Mal guiados, no bien adiestrados, son espantosamente arrastrados por las fuerzas adversas del mal.

Urge poner la segur[13] a la raíz y tener el valor de mirar a la cara la realidad si no se quiere ser sumergidos.

 

Remedios espirituales

 

— Señor, a mí me parece que hay tantas iniciati­vas y actividades en acción en tu Iglesia, precisamen­te para contener el mal.

Hijo mío, no faltan actividades e iniciativas, es­tudios y encuentros; hasta demasiados hay de eso. Pero te he dicho que urge poner la segur a la raíz, lo que quiere decir tener el valor de buscar las causas verdaderas de esta derrota del mundo cristiano de hoy.

El Concilio ha indicado estas causas, pero poquísimos las han tomado en serio. La mayoría con diabólica insen­satez, han tomado el apunte para generar confusión y anarquía en Mi Cuerpo Místico, entre mis soldados, entre mis fieles.

Los remedios para eliminar las causas de tantos ma­les espirituales no pueden ser sino espirituales.

Es obvio, los remedios os los he indicado con los luminosos ejemplos de mi vida, pasión y muerte.

El primer remedio, fundamental y seguro es una auténtica conversión.

Ninguno debe maravillarse, ni los fieles ni mucho menos los sacerdotes.

Comiencen mis sacerdotes a exami­narse sobre su vida interior ¡cuánto encontrarán que deben rehacer!

Rehacerse a sí mismos para rehacer a los demás, santificarse a sí mismos para santificar a los demás; menos lecturas inútiles y nocivas, menos televisión, menos espectáculos; más meditación y oración, más devoción a mi Ma­dre y Madre vuestra también, más vida eucarística.

Hijo, por muchos de mis sacerdotes soy tratado como un objeto, ni más ni menos que un objeto cualquiera. Sin embargo Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, Dios como el Padre mío, estoy realmente presente en el Misterio del Amor, en el Misterio de la Fe.

 

Saneamiento interior

 

Si mis sacerdotes tiene el valor de poner la mano en el arado para dar inicio a este saneamiento interior, Yo estaré con ellos, Yo los ayudaré, los asistiré, los consolaré a fin de que no fallen en sus santos propósitos y grande será también ayuda, la asistencia  de mi Madre.

Desde aquí hijo mío, — dilo a tus hermanos sacerdotes — desde aquí se necesita iniciar la gran reforma para purificar y sobrenaturalizar mi Iglesia en buena parte pagani­zada.

Para esto deberían mis sacerdotes encontrarse, pa­ra elaborar en hermandad de intentos, los planes de defensa personal y social de mi Iglesia.

No teman: Yo estaré en medio de ellos. Entonces sí que les haré conocer mis ca­minos y mis pensamientos. En estos mis caminos los guiaré.

Dilo hijo mío, sin miedo, sin temor; arroja tu pequeña semilla y reza para que no caiga en terreno árido sino en terreno fértil y fecundo.

Te bendigo. Ámame mucho.

 

25 de Septiembre de 1975

 

SOMBRAS QUE ENVUELVEN  MI IGLESIA

 

No es nuevo el asunto del que te hablaré.  Ya otras veces te he señalado las sombras que envuelven a Mi Iglesia.

 Te he dicho sombras, esto quiere decir que son varias pero todas tienen una única causa: "grandes crisis de fe".

La fe no es un producto del hombre, sino es un gran don de Dios; es un fruto precioso de mi Redención que brota de mi Corazón abierto y misericordioso.

Yo soy la vida de los hombres pero la vida es luz que resplandece en las tinieblas y que las tinieblas no han acogido.

La vida, hablo de mi Vida divina, se la puede acrecentar, desarrollar;  se la puede apagar o debilitar a tal punto de privarla de toda fuerza y energía.

Mi Cuerpo Místico está en crisis, está envuelto de sombras oscuras, como la tierra cuando en el cielo se desencadena el temporal. Mi Iglesia está en crisis porque sus miembro están sofocando en la mordaza del materialismo, la Vida divina, la vida interior de la fe y con la fe, la esperanza y la caridad.

Te he hablado de lámparas apagadas, de lámparas que se apagan: son las almas de muchos sacerdotes míos y de muchísimos fieles en los cuales ya no late, ya no vibra la vida divina de la Gracia.

¿Para qué sirve una luz apagada? ¿Y un cadáver? Se lo entierra para evitar que de él se desprendan miasmas peligrosos e infecciones mortales.

Cada cristiano y, con mayor razón, cada sacerdote deben ser lámparas encendidas en el mundo envuelto en las tinieblas, para irradiar luz, para dar testimonio de Mí, Verbo de Dios hecho Carne, Luz del mundo.

 

Coherencia y fidelidad

 

Para hacer esto, hace vivir la propia fe con coherencia y fidelidad.

En los últimos años muchas veces mi Vicario ha elevado con fuerza su voz iluminada. Sacerdotes y cristia­nos en gran numero no han prestado oído a sus palabras, no rara vez hechas objeto de befa e irrisión.

¿Cómo, hijo mío, no estar profundamente apenado por tanta insensata e impenitente conducta?

El materialismo, que desde hace decenios y decenios se desfoga, alimentado por Satanás, ha contaminado a la humanidad; él está apagando cada vez en más almas el don incomparable de la fe, de la esperanza, de la caridad, de la vida interior y de la Gracia divina, sin la cual ninguno puede salvarse.

Hay sí, en mi Cuerpo Místico, brotes vigoro­sos.  Conocidos u ocultos a los ojos de muchos, serán los gérmenes fecundísimos de mi Iglesia renacida, regene­rada y purificada en este actual desierto, porque tal se puede delinear hoy a mi Iglesia, donde abundan matorrales, cañas, espinas y ramas secas, volviendo el camino tan difícil a los buenos.

Pero cuando el incen­dio, que ya bajo las cenizas  incuba, se inflame abrasará toda cosa, los nume­rosos retoños de vida recubrirán entonces el terreno purificado de los frutos de la locura humana, del orgullo, de la impureza y de toda otra abominación.

La tierra, como jardín exuberante y fecundo, dará asilo a los hombres vueltos juiciosos y sabios, reconciliados con Dios en Mí y entre ellos, y en el Amor vivirán en paz.

 

El sentido de la vida

 

Cuánto quisiera que sacerdotes y fieles, liberados del peso que los oprime y sofoca, reconquistaran el sentido de la vida, convirtiéndose a Mí, a la luz, a la verdadera vida regresando a la casa de mi Padre que los espera y los ama, no obstante su perversión.

Para esto, hijo, te hablo para que tu lleves a mis sacerdotes a conocer las amarguras de mi Corazón misericordioso y la angustia de mi Padre que ve a sus hijos, arrancados de su amor, caminar hacia la ruina y la muerte. Pobres almas, redimidas por Mí, ebrias y cegadas van dando tum­bos en la oscuridad.

Ignoran que la vida terrena, don de Dios Creador, está en orden a la vida eterna, ignoran que ella es breve y fugaz, que dura cuanto dura la hierba y la flor del campo que la hoz siega,  se agosta y se seca.

¡Pobres hijos míos! Orgullo, vanidad y presunción los han envuelto en la oscuridad tanto que ya ni siquiera se reconocen.

Nada debe descuidarse, hijo, para obtenerles a ellos la gracia de una verdadera conversión porque, una vez más te lo digo, se trata para muchos de conversión.

Se necesita rezar y suplicar oraciones: ofrecer tribulaciones y contrariedades. Los sufrimientos sembrados en la vida de todos, si son aceptados con fe y ofreci­dos con generosidad son verdaderamente fermentos de gracia y de misericordia.

Pero el tiempo a disposición no es mucho. ¡Ay de no aprovecharlo!

Te Bendigo a ti y a las personas unidas a ti en la fe y en el amor fraterno.

Ámame mucho. Tu sabes que Yo te amo.

 

2 9 de Septiembre de 1975

 

ESENCIAL Y URGENTE REVISIÓN

 

Hijo, todo comandante de estado mayor reúne periódica­mente en torno a su mesa de trabajo a sus ayudan­tes. Con ellos revisa los diferentes planes de defensa y también de ataque; se da quehacer para que sus planes estén siempre bien estudiados, preparados según el sucederse las relacione de los varios pueblos circunvecinos, para que estén listos para toda coyuntura.

Así hacen los hombres que tienen responsabilidades sociales.

También en mi Iglesia y en mis Iglesias se debería haber hecho otro tanto con el mismo diligente y solícito esmero.

En mi Iglesia hay un inmenso ejército de confirma­dos que debe ser adiestrado para la lucha contra los enemi­gos del alma: los demonios, las pasiones y el mundo.

Toca a la Jerarquía, al los varios estados mayores de las Iglesias locales, organizar y conducir esta gigantesca batalla que se combate desde la creación del hombre y continuará sin in­terrupciones hasta el fin de los tiempos.

Ya he dicho que los hombres, ya sea tomados particular o socialmente, son objeto y víctima de esta lucha contra las oscuras y tenebrosas po­tencias infernales, para las que toda insidia y seducción son buenas con tal  que se pierdan las almas.

Ya no se presta fe a esto por parte de muchos. Al no creer, no se valoran las fuerzas ni las posibilidades del Enemigo por lo que resulta imposible conducir una guerra bien organizada, si de ella no están convencidos ni sobre el plano individual ni sobre el plano social.

 Es laudable la diligencia con el que algunos estados mayores preparan sus planes, convencidos de estar cumpliendo un deber.  Es deplorable por el contrario la inercia de parte de estados mayores de otras Iglesias locales, que no saben ni preparar ni ejecutar sus planes de defensa ni de ataque contra todas las fuerzas del Mal.

 

Hasta demasiadas cosas

 

Se hacen sí muchas cosas: a veces hasta demasiadas cosas, que sirven bien poco para el fin, que es el de desbaratar las fuerzas del Maligno.

Los enemigos de la Iglesia, del bien y de la verdad se han hecho atrevidos y prepotentes; avanzan cada vez más y se hacen cada vez más insolentes, llegando a subvertir las leyes divinas y naturales ¿Por qué, hijo mío?

Muchas responsabilidades pesan sobre mi Iglesia por los muchos males que la afligen, a la base de los cuales está la crisis de fe, la crisis de vida interior.

No raramente se ha llegado a ser cómplices de los enemigos de Dios y de la Iglesia. Debilidad, morboso amor al prestigio, falta de unidad, verdadera y propia anarquía.  Ha sido des­figurada la fisonomía de los hijos de Dios y de los minis­tros de Dios.

¡Es tiempo de despertar! Es tiempo de poner la segur a la raíz. Quiero decir que es tiempo de responder a mi insistente invitación a una verdadera conversión, antes que sea demasiado tarde.

Es tiempo de que los dife­rentes estados mayores de mis Iglesias cesen de perder tiempo en cosas o iniciativas inútiles. Tienen el yerro de no ir a las raíces de los males.

 

Examen de conciencia

 

La gravedad de la situación impone un plan válido para todos, para llevarse a la práctica por todos al vértice y a la base, con obligado examen de conciencia que lleve a las siguientes conclusiones:

—¿Estamos convencidos de la necesidad de revisar seriamente la concepción sobre la que está basada nuestra vida? ¿Es vida integralmente cristiana? ¿O en parte pagana? ¿O del todo pagana?

— ¿Estamos dispuestos a elaborar un nuevo plan de vida interior? ¿Un nuevo modo de vivir nuestra fe, la espe­ranza, la caridad, la vida de gracia?

—¿Estamos dispuestos a hacer lo que hacen tantos hombres con laborioso empeño, para adiestrarnos contra las fuerzas del Mal con una verdadera cruzada de oración y de penitencia?

—¿Estamos dispuestos a hacer callar los tumultos que se levantan en torno a nosotros (y son tantos) para escuchar en el silencio y en el recogimiento las invitaciones que nos vienen de lo Alto, para ayudarnos a conjurar los peligros que nos dominan?

—¿Estamos dispuestos a retornar a una devoción viva, sincera, a la Madre de Jesús y Madre nuestra?  ¿A acoger su llamada a la mortificación y a la penitencia?

—¿Estamos dispuestos a un regreso sincero y vivo a Jesús Eucaristía?

Si mis sacerdotes, tan ocupados en tantas actividades, quieren ser objetivos, deben admitir que no obstante su febril trabajo, no ofrecen ya, salvo excepciones, motivos de credibilidad.

¿Se han seca­do quizá las fuentes de la Gracia? ¡No! Mi Corazón misericordioso está siempre abierto.

En sí mismos  deben volver a buscar las causas.  Se necesita poner la segur a la raíz; quiero decir que urge que cambiéis la ruta primero vosotros sacerdotes, si queréis que el grueso del ejército os siga.

Para esto sí que vale la pena de encontrarse y en una leal y sincera fraternidad elaborar un nuevo plan de reforma espiritual. ¿No es esto al fin lo que os pide el Concilio?

Vida de gracia, unidad y obediencia, fin de la anar­quía, lucha contra el demonio y contra el mal sin descender a  compro­misos, son los grandes temas que verdaderamen­te hay que profundizar, en el vértice y en la base.

¿Qué se espera todavía para hacerlo?

Miedo, vergüenza, respeto humano, apego a una vida cómoda... ¡Convertíos, convertíos! No os dé miedo ni os escandalice esta invitación.

 Yo y Mi Madre, que tanto os amamos, estaremos a vuestro lado.  Se trata de la salva­ción de vuestra alma y de aquellas que se os han confiado.

Hijo, te bendigo;  ámame.

 

30 de Septiembre de 1975

 

MI PASION CONTINUA

 

Qué alejados de la verdad están aquellos, y no son pocos, que piensan y contemplan el Misterio de mi Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección corno un acontecimiento tan lejano que se pierde al fondo de los siglos.

Qué alejados están todavía de la verdad los otros que piensan en Mí, quizá sí, glorioso en el Paraíso pero olvidado o desinteresado de las cosas de los hombres y de los acontecimientos humanos. Éstas son las distorsiones de una fe tenue, enferma y contagiada por la ignorancia.

Un cristiano no puede ignorar mi presencia, además de en el Paraíso, también en la tierra. Los cristianos no pueden ignorar que estoy y estaré en la tierra hasta la consumación de los tiempos.

Ningún hecho o acontecimiento de las personas o de los pueblos, por grande o pequeño que sea, puede ser extraño a mi Corazón misericordioso.

¡No sería Dios, si esto no fuera así!

Los cristianos no deben ignorar que, si físicamente no puedo ya sufrir, en cambio moralmente estoy atrozmente apenado por la frialdad e ingratitud, por las ofensas, las traiciones y las horribles blasfemias con las que continuamente soy ultrajado.

Los Judas se han multiplicado fuera de medida. El amor no es correspondido, y a menudo recompensado con hostilidades e insultos de todo género, y sufrimiento que los hombres en la dureza de su corazón no pueden comprender.

Qué alejados están de la realidad aquellos que tienen una visión tan nebulosa del Misterio de la Salvación. Misterio en acto, es el Misterio de la Cruz, que continúo en la crudeza atroz aunque en modo incruento.

Mi Sangre es derramada en verdad continuamente por la remisión de vuestros pecados; mi Cuerpo es verdaderamente dado en alimento para nutrir vuestras almas. Soy verdaderamente la Víctima ofrecida al Padre y en Mí, Víctima divina, Humanidad y Divinidad se en­cuentran y se reconcilian en un amor infinito.

 

Allí está Dios omnipotente

 

Hijo mío, ¡si por lo menos mis sacerdotes tuvieran la firme y sólida convicción de que Yo, Hijo de Dios, verda­dero Dios y verdadero hombre, punto de encuentro de la humanidad pecadora con mi Padre celestial, estoy siem­pre con vosotros, en medio de vosotros día y noche en es­tado de víctima!

Si por lo menos estuvieran convencidos, cuando me encierran entre aquellas pequeñas cuatro paredes, que allí está Dios Omnipotente, Creador del Cielo y de la tierra, Redentor y Salvador, podrían tener por lo menos un latido de amor por Mí, pero para estas consideraciones no hay lu­gar en el ánimo.

Han abandonado mis caminos, mis senderos y no tienen tiempo de buscarme en mi humilde morada. Una fe viva, verdadera, vivida hora tras hora en una ofrenda continua, haría inflamar un incendio purificador en toda Mi Iglesia; sería capaz de aplacar la divina Justicia y detener la hemorragia de almas encaminadas a la per­dición eterna.

¡Qué tremenda responsabilidad para mis sacerdotes, que tienen posibilidad y medios eficaces para colaborar Conmigo para la salvación de las almas, pero no se sirven de ello!

 

Confianza en el medico

 

—¿Qué hacer, Señor, para que nosotros sa­cerdotes podamos entrar nuevamente en nosotros mismos? ¿Para que podamos salir de la oscuridad que nos envuelve, para des­pertarnos del letargo en el que hemos caído? ¿Para que podamos sacudirnos y salir de la crisis que nos ha afectado?

Se necesita que con gran humildad os convenzáis del mal que sufrís. Ningún enfermo, si no tiene clara conciencia de su mal, puede sentir la necesidad de cu­rarse.

Ningún enfermo si no tiene plena confianza en el médico que lo cura, se da prisa de curarse.

Nin­guno de mis muchos sacerdotes afectados por crisis de fe, si no se convence de su mal, sentirá la necesidad de cu­rarse espiritualmente.

Ninguno de mis sacerdotes afecta­dos por crisis de vida interior, si no tiene confianza en Mí, presente en mi Vicario, encontrará la fuerza para recuperarse.

Yo he hablado, por medio de Mi Vicario, abundante­mente acerca de la infección que aflige al clero de este siglo materialista.

He indicado con claridad las causas y los remedios de esta infección. Pero ¿quién ha tomado en serio mis palabras?

Aun prescindiendo de esto, que es tan importante, ¿no soy Yo el Camino, la Verdad y la Vida?

 ¿No he dicho claramente: "quien quiera venir en pos de Mí tome su cruz y niéguese a sí mismo?” ¿No es ésta una clarísima indicación para todos y para mis sacerdotes en particular?

Aquí, hijo mío, está la clave y la solución de todos los problemas originados por la crisis de fe. Mortificación interior y mortificación exterior.

Esto contrasta con la vida que se lleva y se quiere llevar: cine, televisión, automóvil sin a veces justificación pastoral alguna que lo excuse, dinamismo febril pero improductivo, poca disponibilidad y propensión para la oración.

De aquí el paso a la rebelión interior y exterior es breve.  En­tonces, en una verdadera y propia anarquía los últimos resplando­res de fe se apagan en un tenor de vida enteramente condicionado por la civilización pagana de este si­glo.

Poned la segur a la raíz sin tergiversar, podan­do lo que debe ser podado, después en mi Corazón Misericordioso encontrareis todos los remedios para remontar el sendero arduo, sí, pero no impracticable de la virtud.

Te bendigo hijo, Ámame mucho.

 

30 de Septiembre de 1975

 

EL LLANTO NO ES SIGNO DE DEBILIDAD

 

Hijo mío, Yo he llorado y no  una sola vez como alguno cree. He llorado contemplando desde lo alto la Ciudad, objeto de mi gran amor. Mis lágrimas eran el rebosar al exterior de un dolor que mi Corazón no podía ya contener.

 He llorado pues no por debilidad, sino porque veía las lla­gas de la Ciudad predilecta, la destrucción y la suerte señalada por la Justicia divina.

Qué necios son los que piensan poder burlarse de Dios con terca obstinación, o bien otros que piensan poder continuar en sus pecados, confiando en la Miseri­cordia divina.

Olvidan como ya te he dicho, que en Dios, mise­ricordia y justicia son inseparables porque son una cosa sola.

Hijo, no sólo una vez lloré sobre la Ciudad amada y pre­dilecta, pero he llorado otras veces por la ruina de las almas, tan amadas y que por ellas no he vacilado en inmolarme como víctima de expiación y reconciliación en el Calvario y en los altares.

He llorado por Judas, como ya sabes, no tanto por la traición perpetrada a mi respecto, sino por la pérdida de su espíritu soberbio, lujurio­so e impenitente.

Judas ha resistido a mi amor y a todo im­pulso de mi gracia. Habría bastado un acto simple de arre­pentimiento y Yo, con alegría, lo habría salvado.

Esto lo deben de considerar bien los centuplicados Judas de estos tiempos, y deben considerarlo también los numerosísimos hijos míos que se obstinan en rechazarme.

No es debilidad pues, mi llanto, sino el rebosante dolor de mi Corazón herido mor­talmente por la ruina de tantas almas,  no pocas de ellas consagradas a Mí.

 

Ha llorado también la Madre

 

Ha llorado también mi Madre, la mas fuerte y valerosa entre todas las madres de la humanidad. Ha derramado lágrimas amargas en tiempos lejanos y cercanos, ante la casi total insensibilidad de muchos sacerdotes y fieles.

Ella conoce bien la grave crisis que sufre mi Iglesia y el mundo entero, sordos a todo reclamo de mi Corazón misericordioso, envueltos en una pavorosa oscu­ridad que es preludio de la inminente tempestad.

No rían los hijos del pecado, no rían los hijos de las tinieblas: ¡la espada de la divina Justicia pende sobre su cabeza!

Hijo, ¿qué más podía hacer por mi querida y tiernamente amada Ciudad? Entonces dije: "¡Jerusalén, Jerusalén, tu que ma­tas a los profetas y lapidas a los que te son enviados, ¡Cuán­tas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas y vosotros no habéis querido! Os será abandonada vuestra casa desierta y de ti no queda­rá piedra sobre piedra".

 

Arroja la semilla

 

¿Acaso hoy mi Iglesia, mis Iglesias, las ciuda­des y las naciones, son mejores que Jerusalén?

Pero ¿qué cosa podía hacer que no haya hecho para sal­varos?

Jerusalén me rechazó. Jerusalén me condenó; no faltaron los buenos que sí acogieron mis palabras, como tampoco faltan hoy.

Ciudades y pueblos sumergidos en un nauseabundo paganismo, me rechazan renovando así la inicua condena.

Hijo mío: el curso de la divina Justicia será inexorable e irresistible.

Transmite este mensaje mío a tus hermanos, sin preo­cuparte de las reacciones que de ello puedan venir.

Como buen sembrador arroja la semilla, de la cual aunque únicamente un solo granito cayera en buen terreno, no habrá  sido inútil tu trabajo y tus sufrimientos.

Habrás hecho un buen servicio a tus hermanos y dado a Mí un poco de alegría entre tantas amarguras que me son dadas.

Te bendigo hijo mío, ámame mucho.

 

1 de octubre de 1975

 

ME DOY CONTINUAMENTE

 

— Señor, he dado en visión tu mensaje de la participación de la Santísima Virgen en el Misterio de la Cruz” [14] a algunas personas. Han encontrado dificultad en creer en él se ha dicho con relación a la presencia de Ma­ría Santísima en el Sacrificio de la Santa Misa en el ofre­cimiento que Ella, unida a Ti, hace de Sí misma al Padre.

Esto te dice, hijo mío, que los buenos aún no han intuido nada o casi nada de la esencia del Cristianismo. Podrás también comprender qué cosa sabrán aquellos que a ti te pueden parecer menos buenos. . .

En mis precedentes mensajes se ha afirmado muchas veces que Yo soy El Amor y que en el Mandamiento del Amor está toda la ley y los profetas. Pero la naturaleza del amor comporta en su manifestación el dar y el darse.

Yo, Dios he da­do todo a vosotros y me he dado, todo Yo mismo a vosotros. Yo Dios he dado a vosotros la Vida, Yo Dios he dado a vosotros la Redención.

 Yo os he dado el universo, Yo os he dado la tierra, esta maravillosa casa en que habitáis (y que estáis desfigurando) y eso que es la casa del exilio.

Aire, luz, sol, calor, frío, mares y ríos, montes y fértiles llanuras, plantas, frutas y flores, animales y peces de todo género y especie; son todos dones de mi amor.

Pero Yo no soy sólo el amor sino el Amor eterno, infinito, increado. No bastaba haberos dado todo, toda la obra de mi creación sino que he querido darme a Mí mismo: Yo, El Creador, el Señor de todos y de todo, El Dios Omnipotente, omnipresente y omnisciente.

Me doy continuamente a vosotros en el Misterio de la Cruz real­mente perpetuado, incesantemente consumado y renovado en el Misterio de la Santa Misa.

 

Vive de Mí

 

El amor por su naturaleza tiende a la unión por ley sobrenatural y natural. Yo Dios Omnipotente puedo todas las cosas, puedo saciar mi sed ardiente de amor dándome enteramente a vosotros para ser con vosotros una sola cosa como Uno soy con el Padre y el Espíritu Santo. Somos Tres en Uno exactamente por esta ley del amor.

Después de Mí, la Criatura cuyo amor es sin límite, es Mi Madre, obra maestra de la Santísima Trinidad. Ella, asociada a Mí en el Misterio de la Encarnación y en el Misterio de la Cruz no podía dejar de estar asociada a Mí en el Misterio de la Santa Misa que es el mismo Mis­terio de la Cruz aunque incruento.

Hijo, si el amor me ha llevado a unirme a vosotros en el Misterio Eucarístico, con mayor razón me lleva a unir­me a Mi Madre en una comunión perfecta, única en toda la historia de la humanidad. Confirmo que Ella vive de Mí, de mi Naturaleza divina como Yo vivo de Ella, de su naturaleza humana.

Por tanto, es lógico que donde estoy Yo Ella tam­bién esté; es más, es por necesidad de la naturaleza del amor.

Mi Madre no solamente aceptó el sacrificio de la Cruz consumado en aquel momento histórico sino que ha aceptado también el Sacrificio de la Cruz en su extensión en el tiempo.

No habría sido perfecto su amor si no hubiese sido así: por tanto es verdaderamente real su presencia en la Santa Misa como en el Calvario; es verdaderamente real el ofre­cimiento de Sí misma al Padre conjuntamente Conmigo, con mi ofrecimiento.

Es verdaderamente real su “fiat” en el Calvario como en el Altar para la remisión de vuestros pecados: si no fuera así, no sería corredentora.

Corredentora fue, es y será Conmigo en su perfecta comunión,  como Yo estaré en comunión con vosotros en la eternidad: ahora unidos mediante el Misterio de la fe para quien en ello cree y de ello vive, en la eternidad en una comunión perfecta en la recíproca e intercambiable donación mía y vuestra en la gloria del Paraíso.

 

Tome su cruz

 

¿Por qué, hijo mío, muchos cristianos y también muchos sacerdotes no quieren profundizar, creer y vivir estas sublimes realidades divinas?

Están demasiado distraídos para hacerlo, están demasiado afanados en sus pequeñas y transitorias vicisitudes coti­dianas.  Si se ocuparan de estas realidades, ¡qué gran­des resplandores de luz penetrarían las' tinieblas que en­vuelven almas, familias,  pueblos, la misma Iglesia mía!

¡Qué lluvia de gracias haría brotar de mi Co­razón abierto! ¡Cuántas almas serían arrancadas del infierno y cuánta alegría darían a Mi Corazón Misericordioso tan atrozmente acongojado!

Si los así llamados buenos no consiguen a entender nada o casi nada del móvil de su creación y de su redención, si muchos de mis mismos sacerdotes consideran baratijas de poca cuantía los prodigios de mi amor, (bien lejos por eso de vivirlos ellos, mis ministros, los administradores de los frutos de mi redención), si las almas consagradas, religiosos y religiosas frecuentemente vi­ven una piedad superficial, formalista por la concepción materialista de la vida, con todo esto puedes entender e imaginar el estado de salud espiritual de Mi Cuerpo Mís­tico.

Yo he venido a traer el fuego a la tierra;  es nece­sario que este fuego arda en las almas.  Pero no hay alternativas para esto: uno es el camino para todos, en particular para las almas consagradas. Quién quie­ra venir en pos de Mí tome su Cruz y niéguese a sí mis­mo.  A nadie he prometido el paraíso en la tierra.

Es ne­cesario convencerse que la vida terrena es una prueba; la prueba sólo se la puede superar viniendo en pos de  Mí. Hijo, quién obstinadamente se cierra a mi Amor, se despertará al rigor de la divina Justicia.

 

Teresa del Niño Jesús

 

Hoy se celebra la fiesta de una pequeña y grande al­ma: Teresa del Niño Jesús. En esta alma se deberían ins­pirar los sacerdotes y todas las almas consagradas.

¿Cuál es el secreto de su rápido y vertiginoso ascenso hacia las altas cimas de la santidad, de la perfección?

Su humilde, simple, perseverante y sensibilísima correspondencia a ca­da impulso de mi Gracia.

En la base está la humildad:

"Te agradezco Padre porque has ocultado estas cosas  a los grandes y sabios de la tierra y las has revelado a los humildes a los senci­llos . . ." "si no os hacéis iguales a los pequeños no entra­réis en el Reino de los Cielos.

Teresa por su humildad y por su generosidad, mere­ció llegar a ser la depositaria de los secretos de Mi Cora­zón Misericordioso; ella trazó un nuevo camino a todas las almas consagradas.

Transitando este sendero quemó etapas y en breve llegó a la cima de la Santa Montaña.

Yerran aquellos que la consideran como una frágil mojigata, indicada para almas débiles. Teresa fue heroicamente fuerte y generosa en su amor por Mí, hasta tanto de no conceder nada ni a sí misma ni, mucho menos, al mundo ni a Satanás.

Desgraciadamente no son muchas las almas de las que se pueda decir otro tanto. Hijo mío, te bendigo. Ámame mucho.

 

5 de Octubre de 1975

 

EL TERCER CAMINO

 

Hijo, ¡cuántas veces no he pedido la conversión de muchos sacerdotes míos arrastrados por una visión errada de la vida sacerdotal! Pero principio de toda conversión es la humildad.

La soberbia es un muro infranqueable que se erige entre el alma y Dios; se necesita abajarse para poder después elevarse hasta Dios.

La soberbia tiene lejos de Mí a muchos sacerdotes y cosecha entre ellos muchas víctimas para el Infierno. Aunque la opinión de bastantes no concuerde con esta mi afir­mación, la realidad irrefutable es ésta.

Se ha dicho que son dos los caminos que llevan a la salvación: la inocencia y la penitencia.

Pero Yo te digo que hay otro, un tercero más breve y no menos se­guro que los dos primeros, y es el del Amor.

El camino de la inocencia está frecuentado por la muchedumbre de angelitos humanos: son los niñitos sor­prendidos por la muerte antes de que la culpa los haya tocado.

Con ellos hay también otras almas que la humildad y correspondencia perseverante y generosa a los impulsos de mi gracia, han conservado y preservado de cualquier contagio del mal llegando, al término de su camino terreno, con todo el esplendor y el candor inmaculado de la nieve.

En el Paraíso todas estas almas forman un coro celestial que cantan hosannas a Dios tres veces Santo.

Está después el segundo camino de la penitencia, necesaria para todos aquellos que desgraciadamente, en medida di­ferente han pasado por la dura y amarga experiencia del pecado: "Si no hacéis penitencia no entraréis en el Reino de los Cielos".

Muchísimos son los pecadores, pero no todos entran al camino de la penitencia. El porqué de esto vosotros no lo sabéis y no lo entendéis porque solo Dios escruta los abis­mos insondables del corazón humano.

Ninguna criatura humana, ni aún la más extraviada es totalmente negativa, en todos los hombres en propor­ción diversa hay siempre el bien y el mal. La gracia suficiente para salvarse, Yo, Dios la doy a todos.

No todos sin embargo la saben acoger, no todos la  saben apreciar como un tesoro.

Pero hay otras razones para que esto suceda así y mis sacerdotes no las pueden ignorar sin traicionar su vocación.

 ¿No son los sacerdotes mis corredentores? ¿Ignoran este punto funda­mental de la vida sacerdotal? ¿Han olvidado quizá mi in­finito sufrimiento por las almas? ¿No saben ya posar su mirada en Mí Crucificado? ¿No saben tal vez que si no me siguen en el camino de la Cruz, es decir de penitencia in­terior y exterior anulan su fecundidad espiritual?

 ¿No piensan muchos sacerdotes en el bien que ha faltado a tan­tas almas perdidas? ¿No piensan que para ellos es un deber de justicia y de caridad obrar santamente para salvar al­mas?

No tienen tiempo para arrodillarse ante Mí Crucifi­cado para hacer un serio examen de conciencia, para escu­char mi voz... si lo hicieran ¡cuánta luz en sus almas!

Recientemente te he hablado de la Comunión de los Santos, otra realidad sublime, otra fuente de gracia y de gracias para quien cree en ella y de ella vive.

Los frutos de Mi Redención pasan y deben circular en todo Mi Cuerpo Místico, es decir, la Iglesia triunfante, purgante y militante. Pero pasan en medida y proporción de la cual sabéis y os queréis valer.

 

El Camino del Amor

 

Ahora falta decirte unas palabras sobre el tercer camino, el más breve y corto para el Paraíso que ha sido escogido por tantas almas privilegiadas: es el camino del amor.

No es que haya sido abierto a las almas sólo en estos últimos tiempos. Siempre ha existido, igual que los otros dos.

María Magdalena escogió este camino y después de ella muchas otras almas. Pero en estos últimos tiempos ha sido redescubierto. Fue preferido y transitado por muchas almas y entre éstas Teresita del Niño Jesús.

Yo, hijo mío, me he inmolado a fin de que vosotros fuerais una cosa sola entre vosotros y Conmigo,  como Yo lo soy con el Padre y el Espirita Santo.

El amor tiene dos dimensiones, la vertical que tiende hacia Dios y la ho­rizontal que tiende hacia el prójimo. Así es en Mí, así debe ser en vosotros.

Este amor debe estar por encima de todos los problemas de vuestra vida y si no fuera así no estaríais en el camino correcto. El amor une, el amor robustece.

Padre, Hijo y Espíritu Santo son Tres en Uno, el amor equivale por tanto a unidad, a unión.

El amor que une al alma a Dios y a los hermanos es fuego que purifica y que hace arder las escorias de la fragilidad humana. Mi espíritu es espíritu de amor que calienta, que ilumina y que vivifica: disuelve las sombras de la debilidad humana que se posan en el alma.

Pero el amor es también fuerza y po­tencia, como el hierro, fundido con el cemento; esas dos na­turalezas se funden y se transforman en un único e irrom­pible bloque contra el que en vano choca la fuerza

de quien lo quisiera despedazar.

Así, amor divino y humano fundidos juntos unen las almas a  Dios y entre sí para formar un único bloque tan compacto que inútilmente  chocan contra él las fuerzas del Mal.

Hijo, esfuérzate en figurarte Mí Cuerpo Místico como debería de ser: un poderoso bloque formado por todos sus miembros unidos a la Cabeza, al que ninguna fuerza terrestre o infernal pudieran causarle ni un rasguño.

La Iglesia purificada y regenerada del futuro siglo será este cuerpo granítico al que ninguno podrá romper, es más, ni hacerle ni un rasguño.  Los caminos de Dios y los planes de Dios son muy di­ferentes de vuestros planes y de vuestros caminos.

 

Hacer callar los egoísmos

 

Insisto en la necesidad de echar mano a la segur[15].

Las diferentes iglesias locales si quieren aprovechar con sabiduría los signos de los tiempos deben revisar to­do y reorganizarse en las dos dimensiones del amor.

Es tiempo de hacer callar los egoísmos, las ambiciones, y las envidias, los celos; es tiempo de salir de las nubes que os envuelven, de sacudir el polvo de las mantas.

Es tiempo de desembarazarse del pesadísimo fardo del materialismo, sea ello marxista o capitalista: tanto uno como otro son venenosos y mortíferos. Es tiempo para muchos sacerdotes míos contagiados por este veneno del materialismo, de reflexionar y convertirse si no quieren perecer.

Los caminos entonces, para llegar a Dios, para reali­zar la finalidad de la Creación y de la Redención, y para mis sacerdotes y para mis almas consagradas en general, también el fin de su Vocación, son tres; los tres son válidos y óp­timos porque en los tres está siempre presente el elemento esencial: el amor, si bien con colores y matices diferen­tes.

Hijo mío, hazlo saber a todos mis sacerdotes que no hay más tiempo que perder.

Para los buenos es un deber impuesto por la caridad rezar y ofrecer por los más tibios y por los más alejados.

Ellos se debaten entre las insidias y las seducciones de un mundo que no es mío sino de Satanás, y los remordimientos de su conciencia, la cual, aún encallecida, se rebela porque está oprimida por un peso que no quisiera llevar.

Te bendigo, ámame mucho.

 

7 de Octubre de 1975

 

SATANAS, EL MALIGNO

 

Hijo mío, cuando Yo entro en un alma vibra la fe, arde el amor y la esperanza es viva.

Pero cuando en un alma está adormecida la Vida divina, entonces hay quien es corroí­do por la envidia, los celos y el odio y con malas artes bus­ca y encuentra el modo de arrojar agua sobre el fuego del amor.

Si el amor se puede comparar con un brasero ardiente, tú sabes el efecto que produce el agua arrojada sobre él: apaga el fuego, atenúa el calor, levanta una columna de denso vapor, y no deja más que carbones negros.

Esto le sucede en el alma ardiente de amor cuando está bajo la acción de Satanás, si  no se sabe salvaguardar de la pérfida ac­ción de él.

Del amor y del fuego que le arde en el corazón, del calor y de la luz no queda ya nada. Una nube de humo envuelve al alma, carbones negros, porque negra se ha vuelto el alma bajo la acción del pecado.

Hoy, hijo son pocas las almas que tienen conciencia de las peligrosas astucias y artes del Maligno porque en él ya nadie cree y de él (excepción hecha de pocos), nadie se preocupa de defenderse. Así el Maligno puede co­sechar numerosas víctimas incluso entre mis sacerdotes.

La ignorancia de quien no cree, las lagunas de la fe, la falta de entrenamiento en la lucha, la inexperiencia y el abandono total de los medios de defensa, señala a favor del enemigo numerosísimas victorias.

¡Pobres almas inexpertas y no solo de simples fieles sino también de muchos ministros míos! Estos por el carác­ter impreso en sus almas, por la potencia con la cual han sido dotados, por la autoridad que los reviste, deberían con­ducir las tropas de militantes a espléndidas y fulgurantes victorias contra Satanás y sus tenebrosas legiones diabóli­cas.

¿Qué hacer para defenderse?

Creer en la existencia del Enemigo. Si muchos militantes y con ellos no pocos sacerdotes no creen en él no pueden combatirlo.

Conocer la potencia y la fuerza del Enemigo y conocer también la propia fuerza y la propia potencia.

Conocer sus métodos de lucha, sus astucias sus seducciones. Al mismo tiempo ser cons­cientes de los propios medios de lucha y querer usarlos.

Es claro que si uno ignora la emboscada que el enemigo le ha tendido, no puede guardarse de ella, no puede  defenderse. Al contrario si uno tiene conocimiento de ello, prudentemente toma sus precauciones y no solo se prepara a la defensa, sino se predispone a atacar.

 

El más grande enemigo

 

Hoy, hijo, la casi totalidad de los cristianos igno­ra a su más grande enemigo: Satanás y sus diabólicas le­giones.

Ignoran al que quiere su ruina eterna: ignoran la inmensidad del mal que Satanás les hace; en cuya comparación, las más grandes y graves desventuras hu­manas son una nada.

Ignoran que se trata de la única cosa importante en la vida: la salvación de la propia alma.

Ante a esta trágica situación está la indiferencia, a veces la incredulidad de muchos sacerdotes míos. Está la inconsciencia de muchos otros que no se cuidan de su principal deber que es el de instruir a los fieles, de poner los al corriente del peligro de esta tremenda lucha que se combate desde los albores de la humanidad.

No se preocupan de educar  a los fieles en el uso eficaz de los medios de defensa, numerosos y a dispo­sición en Mi Iglesia. Tienen vergüenza hasta de solo hablar de ello, temen ser considerados como retrógradas; como ves se trata de verdadero y propio respeto humano.

Pero tú sabes, hijo mío,  que si en el ejército un oficial deserta de su puesto de respon­sabilidad es marcado con el título de traidor y la justicia humana lo persigue.

¿Qué decir entonces de lo que está ocurriendo en Mi Iglesia? ¿No es quizá la más trágica y terrible traición tendida a las almas, el dejarlas a expensas del Enemigo que quiere su perdición?

Mi Vicario en la tierra, Pablo VI, no hace mucho tiempo ha dicho que en la Iglesia se están verificando hechos y acontecimientos que no se pueden humanamente explicar, sino con la intervención del Demonio.

Hijo, te he hablado de sombras que apagan el esplen­dor de Mi Iglesia: todo esto es más que una sombra.

Si hoy el Enemigo está más arrogante que nunca y do­mina sobre las personas, sobre las familias, sobre los pue­blos, y sobre los gobiernos, en todas partes, ¡es natural!  Tiene el campo libre y casi sin oposición.

Cierto que para com­batir a Satanás se necesita querer ser santos; para vencer­lo eficazmente se necesitan penitencias, mortificaciones, oraciones. Pero ¿no es todo esto mi precepto para todos y en particular pa­ra mis consagrados?

¿Porqué no se hacen los exorcismos privadamente? Para esto no se necesitan particulares autorizaciones.

¡No, muchos sacerdotes míos no conocen su propia identidad! No saben quiénes son, no saben con qué potencia tan formidable han sido dotados. De esta ignorancia son culpables y responsables.

Son exactamente igual que los oficiales de un ejército que desertan de sus puestos de responsabilidad,  ha­ciéndose culpables del caos que de ahí se sigue.

 

Se necesita decirlo a los Sacerdotes

 

Qué motivo de rubor  y de vergüenza el saber que buenos laicos, do­tados de exquisita sensibilidad de fe y de ardiente amor por las almas, sobrepasan con mucho la indiferencia de mu­chos de mis ministros los cuales no tienen tiempo para es­tas cosas.

No lo consideran importante; para otras co­sas sí que encuentran el tiempo.

No hay tiempo para defender la propia alma y las almas de quienes un día deberán responder delante de Dios al que nada escapa, delante de Dios que pedirá cuenta aún de una palabra ociosa. Serán esas mismas almas traicionadas las que severamente acusarán por el bien no realizado, por las derrotas que sufrieron, por el mal que realizaron debido a que, quien debía guiarlas en el camino de la salvación las abandonó en manos del ene­migo.

Reafirmo con insistencia la activa presencia de los Demonios en la Iglesia, en las comunidades religiosas, en los Conventos y en las rectorías, en la sociedad, en los gobier­nos y en los partidos, en los pueblos.

Donde hay modo de disminuir la fe, de perder una inocencia, de cometer un delito, de perpetuar una injusticia, de predisponer a una disputa, de crear divisiones, de suscitar violencias o guerras civiles y revoluciones, Satanás está presente.

El frente de acción de Satanás y sus secuaces es tan amplio como amplia es la tierra.

La resistencia que bien conducida podría ser eficacísima, es mínima y totalmente desproporcionada en relación con las fuerzas del Enemigo.

No se impute a Dios la responsabilidad de una situa­ción verdaderamente trágica cuyos responsables sois  solamente vosotros.

Estas tremendas realidades envuelven a todos: el reino de las Tinieblas oscurece hoy al Reino de la Luz

 

Salvar el alma

 

El reino de la mentira parece prevalecer sobre el rei­no de la verdad y de la justicia;  pero será ya por poco tiempo.  Proveerá la divina Justicia a limpiar a la tierra, a la humanidad contagiada e infestada por el Maligno.

Se ocupará mi Madre Santísima en aplastar de nuevo la cabeza de Satanás; pero no creáis que El con sus legio­nes, con los innumerables aliados encontrados en el mundo, renuncie a su reino sin reacciones y convulsiones tremendas.

Todo esto os lo digo con el fin de que os convirtáis, os preparéis y consigáis predisponer vuestro ánimo a la oración y a la penitencia.

Las cosas de la tierra pasan; no pa­san mis Palabras. Una sola cosa es importante: salvar el alma.

Te Bendigo hijo mío y contigo bendigo a las personas por las que oras.

 

8 de Octubre de 1975

 

RIGOR DE LA DIVINA JUSTICIA

 

Muchos no llegan a convencerse de la eventualidad de un grande futuro castigo. Muchos lo dudan: otros muchos lo niegan terminantemente y afirman que un gran castigo debe considerarse contrario a la divina Misericordia.

Tam­poco mis Apóstoles quisieron aceptar la idea de mi Pasión y Muerte; no quisieron aceptar mis palabras. La presunción impedía a mis Apóstoles el ver claro, esto es, los privaba del don de sabiduría.

Hoy para muchos se repite otra vez la misma cosa.

Yo, Verbo de Dios hecho carne, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, he sido la Víctima por excelencia del rigor de la Justicia divina.

El Amor por la humanidad perdida determinó por parte de la Santísima Trinidad el Misterio de la Encarnación, Pasión y Muerte mía. Por la boca de la Sabiduría ha sido dicho: "Propter peccata veniunt adversa"[16].

El pecado es una deuda personal y social que el hombre como individuo y la colectividad contraen con Dios. Dios puede siempre pedir una satisfacción parcial y digo parcial porque ni el hombre como individuo ni la sociedad pueden extinguir totalmente la deuda. Por esto ha provisto Dios con el Misterio de mi Encarnación, Pasión y Muerte.

 

La misma  e indivisible cosa

 

A los que con tanta seguridad afirman que no se necesita hablar de castigos, sino sólo y siempre de la Mise­ricordia divina, Yo les respondo enérgicamente afirmando que Misericordia y Justicia en Dios son la misma e indivi­sible cosa.

Yo respondo que impunemente “Deus non irridetur”[17].

Yo respondo que cuando la iniquidad supera el nivel de flotación, como vosotros decís, entonces la Justicia divina perseguirá sus inescrutables fines.

He dicho y repito que las ciudades de esta generación incrédula e impía, son peores que Sodoma y Gomorra; he dicho que la corrupción ha entrado por todas partes, que el mal se difunde por la tierra con la violencia de un torrente que desborda.

Ni siquiera mi Iglesia ha quedado inmune.

Mu­chos de mis sacerdotes se han contaminado. El rechazo de Dios jamás ha estado tan universalizado.

 

La copa rebosa

 

¡Pobres sacerdotes míos, qué miopes están que igno­ran y no ven ni comprenden como Dios aún en su ira es movido como siempre por un designio de Misericordia!

Pero ¿Porqué tantos sacerdotes míos no piensan en mi te­rrible agonía en el Getsemaní? ¿Porqué no piensan que en mi sudor de sangre, en el abandono de Mi Padre, pesaba todo el rigor de la divina Justicia sobre Mí, su Hijo Unigénito? Es porque me había echado encima todos los pecados de los hombres...

También esta Justicia era siempre fruto de un designio de Infinita Misericordia.

No serán la incredulidad y la necedad las que deten­gan el Brazo de Dios para no castigar a la humanidad or­gullosa y soberbia. Mi Madre lo ha podido hacer. Los sufrimientos de los buenos y de los inocentes, el heroico ofrecimiento de las almas víctimas, han podido mitigar y aplazar el ya decretado castigo.

Pero ahora la copa rebosa. La medida está colmada hasta lo inverosímil, el de­rrumbe está en marcha, aunque la ceguera impide a los hombres ver el preludio de la inmensa catástrofe.

Mientras tanto la Misericordia divina, que muchos de mis sacerdotes no saben conciliar con la Justicia, ha puesto en movimiento los numerosos fermentos para una Iglesia purificada y regenerada sobre nuevas estructuras y también para una humanidad rehecha y liberada de todas las locuras del orgullo humano. Misericordia y Justicia, en paso a la par, seguirán su curso.

Hijo, dilo: urge predisponer los ánimos a la oración, a la penitencia y a la conversión.

¡Tened confianza! Dios, aun en su justicia, es siempre Amor, y toda su acción es movida por el Amor.

Te bendigo: ámame mucho. Compénsame con tu amor las ingratitudes y las ofensas.

 

12 de Octubre de 1975

 

LA VÍA  DE  SENTIDO ÚNICO

 

Hijo, varias veces te he señalado la "vía de sentido único". Uso este término en boga en las caóticas y corrup­tas ciudades modernas.

Una carretera nace siempre en un determinado punto, se desliza por llanuras y montañas entre dos orillas que determi­nan su anchura y termina en otro punto, la meta final. Pues bien, hijo mío la vida de todo hombre es como una carretera, tiene su punto de partida y su meta final, cada hombre tiene su camino que recorrer señalado desde la eternidad.

Pero el hombre, entre todas las criaturas de la tierra es la única criatura libre e inteligente, capaz de distinguir el bien del mal y de quererlo o rechazarlo; por esto el hombre es tan grande que se asemeja a Dios.

Todas las demás criaturas vivientes en la tierra, a diferencia del hombre, están obligadas por su misma naturaleza a un recorrido fijo. No  les es dado salirse y tomar caminos diferentes del que les ha asignado su Creador.

El hombre, criatura maravillosa por su inteligencia y voluntad,  es libre para aceptar o bien rechazar el camino que le ha trazado Dios su Creador  para facilitarle el logro y la llegada a su meta final: la salvación eterna de su alma.

Es extraño y también monstruoso que el hombre abuse de un don que lo realza por en­cima de cualquier otro ser viviente sobre la tierra, negándose a recorrer el camino de su exilio terreno para encaminarse por sen­deros oscuros y tortuosos que lo llevan a la ruina y a la perdición eterna.

Es extraño si no se tuviese conciencia de su caída y de las seducciones e insidias con las que Satanás, príncipe de la mentira lo seduce y lo rodea.

Satanás por otra parte puede sí, debilitar la libertad del hombre, pe­ro no la puede destruir... a menos que el mismo hombre lo ayude.

En cualquier caso, no es justificable la desviación del hombre, porque Yo, Verbo de Dios hecho carne he remediado su debilidad ofreciéndole los pre­ciosos frutos de Mi Redención, siempre que él quie­ra beneficiarse de ellos.

Pero si, sobre el rastro de Satanás rechaza a Dios, el hombre se con­dena.

 

Mi camino

 

Hoy los hombres me han abandonado a Mí, camino, verdad y vida, camino derecho y seguro para enfilar la senda trazada por Satanás, la mona de Dios.

Si no se convierten no se salvarán, no obstante las necedades de los sembradores de cizaña en mi viña que se han multiplicado como langostas haciendo estragos en las al­mas con sus herejías.

Son demonios encarnados, corroídos por la vanidad y la soberbia; sus escritos no son menos da­ñosos que los libros pornográficos y están presentes en to­das partes: en los seminarios, en los conventos, en las escue­las. Su veneno es mortífero y cosechan víctimas especial­mente entre los jóvenes.

El camino de cada hombre se inicia en el seno mater­no y el punto de llegada es la muerte corporal que deter­mina el Juicio sin apelación, después del cual el hombre inicia la vida eterna feliz o infeliz según que ha usado o abusado de su libertad.

Yo, Verbo eterno de Dios, engendrado desde siempre por el Padre, encarnado en la plenitud de los tiempos en el seno purísimo de la Madre Mía y vuestra, estoy glorio­samente presente a la derecha del Padre y estoy siempre en medio de vosotros en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el misterio de la Fe y del Amor.

He querido yo también recorrer mi vía de sentido único en la tierra, como todos los demás hombres.

El punto de partida fue mi  concepción virgi­nal en el seno de Mi Madre; mi punto de lle­gada: la cruz y por tanto la muerte corporal.

Yo, el Camino, he completado mi recorrido en la tierra para vosotros, para que cada uno de vosotros siguiéndome fuese auxiliado en su camino, y no tuviera dudas, incertidum­bres ni desviaciones peligrosas.

Mi vía de sentido único (lo que quiere decir que no admite desviaciones ni retornos) bue­na y segura para todo hombre de buena voluntad, inicia con un acto de infinita humildad.

 

Infinita humildad

 

La Encarnación de Mí, Hijo de Dios, ha sido un acto de infinita humildad, para que fuera sabido por todos los hombres que la humildad es la virtud base, el fundamento seguro y esencial para toda virtud.

Bastaría que tantos pseudo ‑ teólogos meditaran un po­quito en esta realidad divina: he nacido en una gruta utilizada como establo, fría y húmeda, he iniciado mi camino en el mundo en la más absoluta pobreza.

¿Qué piensan de esto los así dichos mis seguidores, los favore­cedores de la civilización de consumo? ¿Qué piensan de ello mis sacerdotes?

Qué piensan de todo esto algunos presuntuosos teólo­gos que aman escribir libros venenosos, con sofismas y com­plicados razonamientos, olvidando la divina simplicidad de mi Evangelio. Yo soy Dios infinitamente simple y amo la simplicidad.

Estos teólogos, que aman los apartamentos y viviendas cómodas y bien caldeadas, no piensan que su Salvador ha nacido en un establo sin nada de lo que tienen todos los hombres.

 ¿No ven el estridente contraste con mi vida, de la vida de ellos y de los cristianos de hoy, ávidos de riquezas y co­modidades, que a nada quieren renunciar, ni siquiera a las cosas ilícitas?

Hay egoístas indiferentes, despreciadores de Dios, sor­dos a todo reclamo de mi Vicario, prontos a contestar sus palabras, porque no sufren ninguna turbación suscitada por la Verdad.

¿No se dan cuenta estos sacerdotes míos, y no todos de la base, del fango que continuamente están arrojando a mi Iglesia? Han olvidado las palabras de mi apóstol Pablo: “En verdad, la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que sofocan la verdad con la injusticia; en efecto, lo que se puede conocer de Dios está en ellos manifiesto..."

Yo, Verbo de Dios hecho carne, claramente se lo he manifestado con el camino que he trazado en la tierra, con la humildad, pobreza y obediencia, con el sufrimiento más atroz, con el amor a Mi Padre y a los hermanos.

Lean todos, cristianos, sacerdotes y obispos, lean bien mis palabras transmitidas a todos vosotros por medio de Pablo en la Carta a los Romanos: "Por cuanto conociendo a Dios no le dieron gloria”  (1, 16 -25).

 

Soberbia y presunción

 

¿Son acaso mejores los cristianos de hoy que los pa­ganos de hace veinte siglos?

¿Se puede pretender que los cristianos de hoy se salven de la Ira divina si han abandonado el camino para perderse en los oscuros y tortuosos senderos de las pasiones más torpes? Quieren sofocar mi verdad y enterrarla bajo el abismo de su soberbia y de su presunción.

¿No es esto lo que están haciendo los falsos profetas propagadores de un neo ‑ protestantismo peor que el primero, enmascarados en una nauseabunda hipocresía?

Han escogido otras vías, otras sendas que no son mi vía, que no son mi camino.

Frecuentemente apelan a mi Misericordia. Ha sido hasta ahora tiempo de Misericordia pero la hora de la Justicia está a punto de sonar. Terrible será el Padre mío y vuestro en su Justicia.

Quisieran en su pavorosa ceguera que Yo renegase de mi vida, renegase de mi misma identidad de verdadero Dios y  verdadero Hombre.

Hijo, una vez más te pido que grites fuertemente la invitación dirigida a todos para una verdadera conversión.

No temas por las reacciones que vas a suscitar. Yo los quiero a todos salvos pero si su obstinación en la soberbia no termina, serán dispersados como cascarilla al viento.

Si no quieren abrir sus ojos a la luz que Yo, luz del mundo he traído, tendrán entonces como fruto las tinieblas en el tiempo y en la eternidad.

Te bendigo y Conmigo te bendice la Madre mía y tuya.

 

14 de Octubre de 1975

 

AMOR Y VERDAD ME IMPELEN

 

Escribe hijo mío lo que voy a decirte:

Yo, Jesús Verbo de Dios, nada hago y nada digo si no soy movido por el amor. Yo nutro un infinito amor para mis sacerdotes y con mayor razón para aquellos que de Mí, de Mi sacerdocio han tenido la plenitud.

Pero el amor no puede impedirme decir la verdad porque soy Amor y soy Verdad.

Amor y Verdad me empujan, me impelen a hablar con el fin de que se conozca la infinita amargura que la hora presente, tan grave y llena de oscuras nubes que envuelven a toda Mi Iglesia, hace llegar a Mi Corazón Misericordioso.

Me he dirigido a los sacerdotes; ahora llega el momento de dirigirme con reverencia pero también con claridad y firmeza a los Sucesores de Mis Apóstoles.

Entre los Obispos de Mi Iglesia los hay verdadera­mente buenos y santos por los cuales nutro amor y benevo­lencia, otros en cambio tienen extrema necesidad de revisar y re ‑ examinar (porque es grande su responsabilidad) su pastoral.

Urge que lo hagan pronto y seriamente con gran hu­mildad a la luz de mi Evangelio, a la luz del resplandeciente camino trazado por Mí para todos los hombres, pero primero entre todos para que aquellos que debían ser Maestros, Pastores y Guías seguros de los hombres.

Mi camino en la tierra tuvo su inicio en el seno de Mi Madre y vuestra también, en el momento que Ella pronunció su “fiat”. Su inicio fue y es Misterio de infinita bondad: un Dios que se hace Carne.

Mi comparecencia en el mundo está señalada por una extrema pobreza. Mi camino en la tierra tuvo inicio en una gruta empleada como establo, fría y húmeda, en la más absoluta pobreza, y la pobreza fue la compañera de toda mi vida humana. Trabajo, oración, obediencia - "usque ad mortem"[18] - fueron el recorrido de mi camino.

Yo soy el Camino para todos los hombres de todos los tiempos, no puedo cambiar. No puedo cambiar aunque cambien las condiciones, los usos y las cos­tumbres de los pueblos.

 

El deber de preceder

 

Los Obispos como primeros tienen el grandísimo deber de preceder en est vía a sus sacerdotes y a los cristianos, si es que quieren ser seguidos por los mis­mos.

Por esto quiero que este mensaje llegue a todos los Obispos porque entre ellos no faltan aquellos que tienen urgente necesidad de reexaminar con humildad y reformar sin dilaciones su pastoral.

Hijo, es suficiente una comparación entre mi vida en la tierra (con todos los ejemplos con que he sellado mi transcurso terrestre) y su forma de vida. Se verá con clari­dad cuán necesario sea, y para no pocos obispos, echar mano a la segur[19] y golpear inexorablemente, con firmeza y valor.

No es un misterio el de obispos contestatarios, hasta de purpurados rebeldes a las directivas de Mi Vicario en la tierra.

No han valorado el escándalo dado y el mal cometido. Una cosa es discutir con la debida reserva y otra muy diferente una pública toma de posición contra Mi Vicario que tiene todo el  sabor de la abierta desobediencia.

¿En qué cosa se ha inspirado el comportamiento de estos Obispos? Ciertamente no en mi ejemplo. Yo, Dios, he obedecido a criaturas humanas y a Mi Padre Celes­tial hasta la muerte. Pero ellos...

Hijo mío no faltan obispos más o menos responsables de la crisis que aflige a la Iglesia por su inexplicable e injustificable debilidad. Su debili­dad no ha servido ciertamente para detener la evasión de miles de consagrados.

La bondad y la paternidad no se confunden con la debilidad que es causa, en parte, del relajamiento en que se encuentran tantos sa­cerdotes.

La bondad, la paternidad y el amor no se confunden con la licencia, causa de tantos males y escándalos de los que se hacen cómplices, incluso si involuntarios, no pocos Pastores de almas,.

¿Puede un Obispo tolerar que en su seminario ha­ya herejes, sí herejes, a los que se confía la tarea más delicada, la de forjar las almas de los sacerdotes del mañana?

¿No saben los obispos que la verdad es amor, y Yo soy Verdad y Amor, mientras la herejía y el error vienen de otra fuente bien diferente?

 

Humildad y pobreza

 

Hijo, dilo aun también a los obispos que los he pedido a ellos seguirme en la vía de la cruz, recuérdales que he iniciado mi camino en la tierra con infinita Hu­mildad y Pobreza.

Fui en la tierra el Pobre entre los pobres. ¿Se pue­de decir esto de no pocos obispos?

Otro grande peligro para los obispos es la presunción. Ni siquiera a mi Vicario le ha sido dada la impecabilidad.

A mi Vicario le ha sido dada la infalibilidad como maestro de las gentes, en cuanto depositario de la doc­trina mía. Pero los obispos como individuos no son infalibles, solamente en unión con mi Vicario usufructúan y participan en ese don de Él. Esto lo han olvidado algunos obispos y aún algunos purpurados dando gran sufrimiento a mi Cuerpo Místico.

Mi camino está sellado por el sufrimiento.

Aquella cruz que llevan al pecho si no la llevan sobre su espalda se convierte en una hipocresía.

Mi camino, he dicho, está sellado con la pobreza. ¿Con qué valor puede un obispo dormir tranquilamente en su residencia cómoda, algunas veces lujosa, sabiendo que entre sus sacerdotes a algunos les falta lo indispensable?

¡Hijo, si se vieran todas las injusticias! ¡Cuántas heridas en mi Cuerpo Místico!

En el contexto de este mensaje (que cosechará reac­ciones no indiferentes y que será rechazado por aquellos que no han tenido el valor de una humilde confrontación con mi camino sim­ple y luminoso) Yo he dicho y lo confirmo que en Mi Iglesia hay buenos y santos obispos para los cuales va toda la benevolencia y el amor de Mi Corazón misericordioso.

¡Pero esto no basta! Yo a los sucesores de mis Apóstoles los quiero a todos buenos, es mas, los quiero a todos Santos con una santidad fuerte, heroica, generosa y valiente.  Si no es así ¿Cómo hacen para defender a su grey de lobos rapaces?

El obispo es un porta –  estandarte: a todos debe preceder.

¿Cómo podría quedarme callado en relación con la gra­vísima omisión por parte de muchos pastores con relación a este terri­ble problema?

En efecto a ninguno se le puede escapar, ni siquiera a los simples cristianos, tanto menos a los sacerdotes y menos aún a los obispos, la pavorosa devastación obrada por Satanás y por todas las potencias del mal para introducirse, contagiar, infestar y dominar las almas de los redimidos.

Satanás, encarnándose en el materialismo homicida, no solo ha ofuscado la fe, sino que la ha sofocado y destruido en cientos de millones de almas en el mundo cristiano y en el no cristiano.

Ahora se sepa por todos que para vencer en es­ta batalla no sirven para nada las iniciativas de carácter exterior, sino aquellas indicadas por Mí con las pala­bras y con el ejemplo.

 

La lucha contra Satanás

 

En este momento, hijo mío, repito para los obispos lo que ya te he dicho para los sacerdotes: ¡qué desperdicio de tiempo y de medios, reuniones, encuentros y discusiones que, en muchos casos, se convierten en medios de enfrentamientos, choques y divisiones!

Uno se reúne muchas veces para comer y para discutir, muy pocas veces para rezar.  Satanás y a las potencias del mal se combaten y se vencen con la oración y con la penitencia.

¡A esto van las llamadas de mi Ma­dre! Reiteradas llamadas que han caído en el va­cío por una excesiva,  exasperada prudencia, que degeneró en grave imprudencia. Con mayor atención y solicitud y con menores prejuicios y temores se habrían afrontado estas intervenciones mías y de mi Madre.

Regreso a la grave omisión imputable a los obispos y junto con ellos también a muchísimos sacerdotes al no haber tomado medidas adecuadas y convenientes, organiza­das con fe y sabiduría, para detener y aun anular las fuerzas del Mal.

No se ha hecho frente al problema central, funda­mental: la lucha contra las fuerzas del Mal. En otras palabras: Satanás con sus legiones, el que ha tenido buen juego, porque se ha encontrado ante un adversario espiritual­mente desarmado.

No son muchos los que hacen penitencia, los que re­zan como se debe rezar.

Mortificación interior y exterior, penitencia... ¿pero quién adiestra hoy a los soldados, los confirmados míos para la lu­cha?

¿Si no se tiene ni siquiera el valor de decir que el Ene­migo existe, que el Enemigo es la más tremenda realidad, que al Enemigo hay que combatirlo con determinadas armas, por ejemplo el Rosario?... El Rosario hoy tan perseguido, es un arma formidable.

Gravísima omisión por parte de los obispos y de los sacerdotes el no haber proveído oportunamente a sustituir con nuevas formas, pero oro tanto eficaces, las cofradías del Santísimo Sacramento, del Rosario, las Pías uniones y otras instituciones válidas en tiempos pasados para delimitar la acción demoledora de Satanás en las almas.

¿A qué se espera todavía para colmar esta gravísima laguna con Grupos de oración y con otras iniciativas que no dejaré de sugerir, si me lo piden, por ejemplo los "Ami­gos del Santísimo Sacramento"?

A Satanás se le combate sólo con las armas usadas por Mí y transmitidas a mis Apóstoles.

 

Actualización espiritual

 

¿Qué comandante de estado mayor en sus planes de defensa y de ataque no incluye un plan de actualización permanente de sus armas?

En mi Iglesia, esto no ha sucedido. Yo hablo aquí de armas espirituales.

No hay tiempo que perder. Urge proveer, formar, incitar en todas las parroquias Grupos de oración.

No se pierdan los pastores de almas en discusiones y consultas inútiles. Llamen en torno a sí a sus sacerdotes y con ellos se tomen adecuadas providencias.

Repito que es urgente hacer esto. Lo repito cualquier cosa que piensen aquellos que, cegados por su necedad, no creen ya en la justicia de Dios.

Te Bendigo hijo. No te preocupes: arroja tu semilla y ofrece tu sufrimiento, para que al menos en parte pueda caer en terreno fértil.

 

15 de Octubre de 1975

 

CRISIS DE FE

 

Sois muchos a preguntarme por qué suceden cier­tas cosas en el mundo, y sobre todo en Mi Iglesia. Yo, Jesús, os  doy la respuesta.

Ya os la ha dado muchas veces Mi Vicario. Leed sus discursos de estos últimos años y constataréis con qué claridad el Papa ha respondido a esta pregunta. Pero muchos continúan preguntándolo.

La repuesta de mi Vicario es la respuesta mía: pero vosotros estáis aún en la negrura. Por esto intervengo Yo per­sonalmente con este mensaje.

 El que os lo transmite es un simple instrumento que yo he escogido para esta misión. El mal del que sufre la iglesia y el mundo es uno solo: ¡crisis de fe!

¿Qué quiere decir crisis de fe? Quiere decir crisis de esperanza, crisis de amor; quiere decir crisis de sabiduría y de prudencia, de fortaleza, de justicia y de templanza; cri­sis de obediencia, de pureza, de paciencia, de piedad y de mansedumbre.

 Quiere decir crisis de hambre y sed de Dios, quiere decir crisis de arrepentimiento, de humildad, de mortificación. Estos son los males de los que sufre la Iglesia en esta su Semana de Pasión. la Semana de Pasión precede a la Semana Santa.

Todos estos males vosotros los podéis sintetizar en la crisis de fe, de esperanza y de caridad: se puede simplificar aún en dos palabras: crisis de vida interior, y más aún en una sola palabra: crisis de Gracia.

 

Crisis de gracia

 

La gracia es la participación de mi Vida divina al alma. La Gracia es el alma del alma. Yo, Jesús, soy uno con el Padre y el Espíritu Santo; somos tres personas en Uno.

Ahora bien, hijos míos, vosotros habéis sido creados a imagen y semejanza de Dios. Una es vuestra alma, pero tres son las facultades: inteligen­cia, memoria y voluntad.

No tanto por esto es por lo que os asemejáis a Mí, sino sobre todo por la vida sobrenatu­ral, esto es, por la gracia.

El hombre era creado en gracia. Yo, Verbo de Dios, he venido al mundo para daros nuevamente la vida perdida mediante Mi Pasión, Muerte y Resurrección.

Como Yo, Dios, soy el Ser infinitamente simple, así voso­tros hechos a mi imagen sois simples en vuestra alma.

Vuestra alma no es de varios, sino de un solo compartimento en el cual está la Fe, la Esperanza, el Amor.

Como en Mí, en quien Amor, Misericordia, Verdad, Justicia, Sabidu­ría y cualquier otro atributo son un solo ser, son Dios.

Si en el hombre está en crisis la Fe, están en crisis la esperanza, la prudencia, la justicia, la fortaleza, la piedad, la templanza, el amor de Dios, el temor de Dios. La falta de todo esto en el alma humana (que después quiere decir ausencia de Dios) ha provocado la tremenda crisis de la que sufre la humanidad entera.

El materialismo, encarnación de Satanás, es la ausencia de Dios en el alma humana. Pero Dios es Amor, Luz y Justicia, es Esperanza y Sabiduría, es Fortaleza, es Piedad y Templanza y cualquier otra virtud y perfección.

 

La Mona de Dios

 

Jamás, hijos míos, una crisis de fe tan universalizada ha atormentado a la humanidad. Satanás, mona de Dios, ha provocado con vuestra complicidad esta pavorosa oscuridad en las almas.

Os he hablado de Semana de Pasión y os he dicho que la Semana de Pasión precede a la Semana Santa. Lo que sucedió en la Semana Santa todos lo sabéis.

Esto, hijos, os lo he dicho para que dispongáis vuestro ánimo y os preparéis con una vida de arrepentimiento. Y todos tenéis motivos para arrepentiros. Os lo he dicho para que podáis prepararos espiri­tualmente a fin de que, en el momento de la dura prueba, Yo pueda encontraros con la antorcha encendida.

¡Ay de aquellos que no tengan su antorcha encendida, ay de ellos porque no se arrepentirán! Perecerán. Aun siendo Yo Amor infinito e inmutable, os digo que el tiempo de la Misericordia está para ceder al tiempo de la Justicia.

Para vuestro consuelo os quiero recordar mis pala­bras: "Cuando sea levantado de la tierra atraeré a todos a Mí".

Mi gran triunfo es en la Cruz. Con la Cruz he ven­cido al mundo, con la Cruz triunfan las almas predilectas, con la Cruz triunfará la Iglesia.

La Cruz la derrotará y mi Madre aplastará de nuevo la cabeza a la Ser­piente.

Yo, Jesús el Salvador, seré de nuevo la Luz, que ahora está apagada y sofocada en muchas almas incluso de mis sa­cerdotes.

Yo seré de nuevo la luz del mundo.

Preguntaos, hijos míos, por qué no tenéis vocaciones. ¿No os lo habéis preguntado? Es por la crisis de fe.

Donde la Iglesia está en cruz Conmi­go, las vocaciones no faltan. Reflexionad, hijos. No os faltan los motivos  para ello y no olvidéis que Yo he iniciado mi camino en la tierra con un acto de infinita humildad. Sin humildad no hay conversión.

Te Bendigo.

 

18 de Octubre de 1975

 

URGE  OBRAR  PRONTO

 

— Querido Jesús, si me quieres hablar háblame. Ayú­dame a escuchar tu voz y procura cumplir en mí tus deseos.

Sí hijo, soy Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, en­gendrado desde siempre por el Padre, en la plenitud de los tiempos hecho carne en el seno Purísimo de la Madre mía y vuestra, gloriosamente presente en el Paraíso a la diestra del Padre. Realmente presente en Cuerpo, San­gre, Alma y Divinidad en el Misterio de la Fe y del Amor.

—¿Entonces anoche no estabas ensombrecido conmigo cuando ca­llabas a mis repetidas preguntas?

“No, hijo mío, te lo he dicho esta noche”.

—Jesús, quisiera preguntarte una cosa. Temo charlar demasiado en lo tocante al avecinarse  la hora tremenda de tu Justicia.

“No, hijo mío. Dilo, lo quiero,  lo quie­ro y también por mis  mensajes urge ha­cerlo pronto".

—Pero Jesús, ¡dirán que estoy loco!

“Cuántas veces no te he dicho que no te preocu­pes de nada por lo que pensarán los demás de ti. ¡Los enemigos míos cuántas veces me han acusado de estar loco! He­rodes me hizo vestir de loco y así maltratado me hizo caminar por las calles de Jerusalén.

¿No querían también llevar a Don Bosco al manicomio? Y todos los santos ¿no han sido considera­dos, quién más, quién menos, un poco locos?

—La comparación no vale. Hablas de Ti y de Don Bosco. Pero yo, Jesús...

“Tú eres "la pequeña gota de agua que cae hacia abajo". ¿No puedo Yo tomarla y hacer de ella lo que quiero? ¿No eres tú el que me dices que quieres ser un instrumento en mis manos disponible al cien por cien?

 

Hijo, Yo me sirvo escogiendo a quién, cuando y como creo. Me he ser­vido de Balaam. Me he servido de Jonás. "Seria mejor morirme antes que... ".  Era recalcitrante, pero se fue a Nínive.

Escogiéndote a ti, precisamente  por tu nulidad, será más fácil con­vencerte que soy Yo el que habla en el que se ha dado completamente a Mí para que Yo haga de él lo que quiera  ¿te has arrepentido de haberte dado a Mí?

— ¡No, no! No me he arrepentido, quiero lo que Tú quieras.

“Hijo, ahora te bendigo.  Conmigo te bendicen el Padre y el Espíritu Santo y con Nosotros te bendicen también mi Madre y San José.

Junto contigo bendecimos a todos aquellos por quienes rezas y de los que haces mención. Recuerda que esta bendición es resguardo de protección y escudo de defensa.

Ámame cada vez más.

 

20 de Octubre de 1975

 

SACERDOTES   SANTOS

 

Hijo mío, escribe.

Hay tres categorías de sacerdotes.

Hay sacerdotes santos. Sacerdotes buenos, verdadera­mente buenos que viven, en unión Conmigo, la Vida mía divina.

Están iluminados por la Sabiduría, guiados en sus fatigas pastorales por el Espirita Santo. Siguen mis ense­ñanzas comunicadas a ellos por mi Vicario en la tierra, el Papa.

Están animados y vivificados por el amor que es fue­go que purifica, que ilumina y calienta, que los transforma y los une a Mí como Yo estoy unido al Padre.

Cumplen con diligencia su ministerio sa­cerdotal, trayendo las almas a Mí con la oración, con el ofrecimiento y con el sufrimiento.

San queridos de mi Corazón misericordioso y de mi Madre y vuestra también; son objeto de mi predi­lección. La humildad que los anima ha atraído sobre ellas la mirada misericordiosa mía, Verbo de Dios, del Padre y del Espíritu Santo.

Por ellos, por su piedad, se les han evitado muchos padecimientos a los hombres; han asegurado mi protección. Les espera un lugar y una corona en el Paraíso.

 

Sacerdotes  desviados

 

La segunda categoría es la de los desviados, de los desorientados.

Son los que toman a pecho mucho más las cosas del mun­do, que no las  de Dios.  Y son tantos, hijo mío.

Tienen tiempo para todo, para sus afectos humanos; tienen tiempo para sus diversiones, para lecturas nocivas a su alma que acrecientan las sombras. Ningún tiempo para rezar, para meditar. Su vida no es vida de unión con Dios.

Están faltos del don de sabiduría, no ven, no entienden;  en fin, tienen oídos y no oyen, tienen ojos y no ven. Su formalismo asemeja una práctica de vida cristiana, vacía de un espíritu verdadero, sin vida de Gracia.

Entre esos las deserciones han sido muchas. Muchísimas serán las fugas, las apostasías verdaderas y propias en la no lejana hora de la Justicia. Muchos en esa hora revelarán ante el mundo su identidad de Judas. He dicho ante el mundo, porque Yo los conozco desde siempre.

 

El Padre los espera

 

Yo los amo igualmente, quiero su conversión, el Pa­dre los espera.

No tengo sino un deseo, decir a cada uno: "¡Ven hijo mío, todo está olvidado, todas las escorias de tu alma son abrasadas por mi Amor!"

Pero exactamen­te porque te amo, no puedo ocultarte qué tremenda responsa­bilidad  es resistir a Dios que te espera, a Dios que te ama hasta tal punto de haber derramado su Sangre preciosa por ti.

El enfermo que rechaza al médico y  las medicinas está destinado a perecer. He aquí  por qué he querido llegar hasta ti por todos los medios, no termino esta invitación a la conver­sión antes de que sea demasiado tarde.

El instrumento del que me he servido ha tenido la orden de gritar fuertemen­te a todos: "Convertíos, al Señor vuestro Dios antes que sea demasiado tarde".

Os lo repito, la hora de la misericordia está para ceder a la hora de la justicia. No protestéis contra mi insis­tencia, no digáis: es siempre la misma canción.

Soy vuestro Dios, vuestro Padre, soy vuestro Herma­no, soy vuestro Salvador. Sólo el amor inspira e impele a Dios a rogaros, a suplicaros: "Convertíos antes que sea demasiado tarde, de otro modo pereceréis".

"Deus non irridetur"[20]Es astucia de vuestro enemigo, Satanás, haceros creer muerta la Justicia divina. Misericordia y Justicia son en Mí una sola cosa. ¿Es po­sible tanta ceguera?

 

El veneno de Satanás

 

La tercera categoría, está formada por los sacerdotes que, íntimamente, se auto consideran buenos.

Viven como si fueran buenos pero un velo los envuel­ve, el velo de su presunción por la que no ven su realidad interior que, aunque frecuentemente pasa desapercibida pa­ra los hombres, pero no para Mí, Dios.

En otras palabras: les falta la verdadera y sincera humildad, esa humildad que debe hacer de cada uno de voso­tros un niño; les falta la simplicidad de la humildad y a ellos mi Padre no les revela nada.

Es difícil su conversión; su soberbia es refinada, re­vestida de humildad. Pero bajo aquella pseudo ‑ humildad está el veneno de Satanás, exactamente como ciertas joyas de apariencia preciosas, pero bajo el recubrimiento de oro está el metal vil.

No creen sino en sí mismos, desdeñan y no aguantan que algún otro vea un poco más lejos que ellos.

Satanás en muchos modos tiende sus lazos a mis sacerdotes. También por estos se necesita rezar y sufrir, porque es ardua su conversión.

Ahora basta hijo mío, veo que estás cansado. Te Bendigo y Conmigo te bendicen Mi Madre y San José.

 

23 de Octubre de 1975

 

¿QUIÉNES SON LOS OBISPOS?

 

Los Obispos son aquellos a quienes Yo, Sacerdote Eterno, he llamado para hacerlos partícipes de mi Eterno Sacerdocio. Los Obispos son los sucesores de mis Apóstoles. Los Obispos son los jefes de las Iglesias locales.

Los Obispos con el Papa mi Vicario en la tierra a la cabeza, forman el colegio apostólico.

Los Obispos, unidos al Papa, son los depositarios y los custodios, los que difunden y los defensores de mi Divina Palabra. "Id y predicad mi Evangelio a todas las gentes".

 

Los Obispos, con el Papa son los administradores de los frutos de la Redención; puesto que son partícipes de la plenitud de mi Sacerdocio, deberían todos poseer el don de la sabiduría.

He dicho: todos deberían poseerlo. Por desgracia no es así y quienes lo poseen lo poseen en diferentes grados, como la luz que no tiene siempre la misma intensidad. Una es la luz del sol en pleno medio día, otra es la claridad que proviene de la luna, otra la de la lámpara y otra la de la luciérnaga.

 

¿Quizá el Espíritu Santo ha sido imparcial? No, hi­jo mío. El grado de sabiduría está en relación con el grado de correspondencia a los impulsos de la gracia.

Aquellos que con atenta y vigilante sensibilidad han respondido generosamente y valerosamente, a veces heroicamente y con perseverancia a los impulsos de la gracia, no dejándolos caer en el vacío, están llenos de sabiduría.

Quien menos ha correspondido menos ha recibido. Quienes no la poseen del todo quiere decir que han cerrado el camino al Espíritu Santo con su presunción y soberbia, raíz de todos los males.

 

Simplismo presuntuoso

 

Hijo, mis Apóstoles, durante los tres años vividos junto a Mí, no hicieron grandes progresos en la vía de la perfección.

¿La razón? El simplismo presuntuoso del que estaba embebido su espíritu. Lo confirman sus necias preguntas dirigidas a Mí en varias ocasiones, excepción hecha del Apóstol predilecto, porque su espíritu puro, sim­ple y humilde lo hizo sumamente querido a Mí y al Espíritu Santo quien lo enriqueció con el don de la sabiduría, todavía antes de Pentecostés.

Después de mi Resurrección me aparecí a mi Madre, a la Magdalena, a Lázaro, a los discípulos de Emaús y a otros; en cambio no lo hice inmediatamente a mis Apóstoles quienes por ello fue­ron humillados, arrepentidos y también un poquitín resentidos.

Esta lección sirvió para hacerlos entrar en sí mismos; sirvió para inducirlos a reflexionar en la gravedad de su huida, en su comportamiento poco honorable en el tiempo de mí Pasión.

El simplismo presuntuoso del que estaba empapado su espíritu fue la causa del profundo sueño del que fueron presa. No estuvieron vigilantes, dando así el flanco a la emboscada del Ene­migo que los venció.

Durante los cuarenta días que precedieron a mi As­censión, Yo vacié su orgullo, los preparé a la separación de la Ascensión y sobre todo los preparé volver su ánimo dispo­nible a la acción del Espíritu de sabiduría.

Les conferí el poder sacerdotal culminado con la plenitud de mi sacerdocio del Pentecostés.

 

Una  cruzada  incesante

 

La presunción es como un muro insalvable que se erige entre Dios y el alma. Aquellos entre los Obispos que están contagiados de ella no admitirán jamás que Yo te haya escogido a ti, pequeña gota de agua, imantada y atraída hacia abajo, para la realización de este designio mío de Amor.

¿Porqué muchos pastores de mi grey no se preguntan la razón de la esterilidad de su febril actividad?

Ya he ha­blado de esto en mi precedente mensaje dirigido a ellos, pe­ro voluntariamente lo repito ya que es talmente importante y determi­nante para su alma y para las a ellos con­fiadas, que jamás será dicho suficiente.

En la edad media se convocaron las cruzadas entre los cristianos para liberar mi Sepulcro. Ciertamente mi Se­pulcro es sagrado porque hospedó Mi Cuerpo Santísimo.

Pero mi Sepulcro sin embargo no es más que una tumba, que no vale lo que un alma cuyo precio es infinito, cuyo precio es el Misterio de mi Redención.

Las cruzadas entran en el plano el Misterio de la salvación en marcha. Tienen su razón de símbolo, una razón figurativa; es­tán para indicar la necesidad de hacer una cruzada ince­sante contra el Príncipe de las tinieblas y sus tenebrosos ejércitos. Satanás es homicida en el sentido más verdadero de la palabra.

 

Único Fin

 

Mi Encarnación, mi Pasión y Muerte, tienen como único fin la liberación de las almas de la mortífera esclavi­tud de Satanás.

La participación de mi Sacerdocio a los obispos y a los sacerdotes tiene el único fin de hacerlos corredentores míos en la lucha contra el poder de las Tinieblas, en una cruzada sin interrupciones, conducida con sabiduría, inteligencia y constancia usando las armas indica­das por Mí con la palabra y sobre todo con el ejemplo.

No hay alternativas. Si en mi Iglesia se hubiera hecho buen uso de estas armas, bien otra sería hoy la situación en el mundo.  Satanás domina porque no ha sido obstaculizado en su avance.

Ser corredentores quiere decir (¡si lo entendieran bien obispos y sacerdotes!) seguirme en el camino seguro de la humildad, la pobreza, del sufrimiento, del amor, de la obediencia y de la paternidad firme y estable en defensa de la verdad de la que ellos con mi Vicario son depositarios y custodios, en defensa de la justicia tan conculcada y denigrada.       

No pueden los obispos ignorar ni siquiera por un ins­tante que se nace para morir y que se muere para iniciar la verdadera vida, la vida eterna. Es a ésta hacia donde hace falta dirigir  mente, corazón y energías; a esta vida eterna que el Padre ha preparado y pagado con la humi­llación de la Encarnación mía y de mi Inmolación en la Cruz.

No pueden los obispos ni mis sacerdotes ignorar u ol­vidar que el Enemigo del hombre no se da tregua, sino que día y noche lanza sus ataques para arrastrar  las almas a la perdición.

No con las obras exteriores, no con la herejía de la acción ni con otros medios inadecuados a la áspera lu­cha contra un Enemigo mucho más fuerte y potente que ellos...

 

No se debe subestimar

 

Yo he trazado el plan de defensa que ellos no han sabido llevar a cabo; mirándome y siguiéndo­me en la Cruz, podrían sacar fuerzas para hacer frente y vencer a su Adversario  que no se debe subestimar.

Hijo, las contradicciones que se dan en mi Iglesia, la anarquía imperante, el trastorno y perversión de la doctrina y de la moral, la desorientación en la que andan a tientas sacerdotes y fieles, no son sin cau­sa.

¿Quieres algún ejemplo? Observa las salas de cine. En la iglesia se habla un lenguaje, en el cine, considerada la estructura esencial, se habla otro opuesto.

En la iglesia se habla de Dios; en las salas parroquia­les se divulgan a menudo el materialismo, la sensualidad, la violencia.

En el mensaje precedente he dicho: mejor sin sacer­dotes antes que transformar el seminario en viveros de he­rejes.  ¿De quién es la responsabilidad de tanto mal? ¿De este caos? Una parte considerable recae sobre los que disponiendo de los poderes necesarios, no han actuado.

Esta insensatez es tremenda. Están inactivos, desar­mados frente a la fascinante avanzada de las fuerzas del Mal.

Sin embargo Yo he vencido al mundo. Mi Madre ha aplasta­do la cabeza de la Serpiente por su humildad. Solamente unidos a Mí en la humildad, pobreza, obedien­cia y sufrimiento, se puede vencer al Enemigo de vues­tras almas.

Pero, tranquilo vivir, respeto humano, intereses, temor a perder el favor de la gente, han vuelto ciegos a aquellos que debían ser guía y luz de las almas.

Lo que se dice del cine se puede por desgracia decir, de otras dolorosísimas situacio­nes, por ejemplo: la enseñanza religiosa en las escuelas confiada a sacerdotes herejes.

¡Sí! Cuántas semillas se han arrojado en el alma de muchachos y muchachas en la edad más crítica y no siem­pre por sacerdotes de vida ejemplar.

Mejor habría sido con­fiar esta delicadísima misión a buenos laicos (y de ello mucho bien hubiera venido) antes que a sacerdotes trocados en demonios, en lobos rapaces.

La rigidez que tantos pastores han usado para sofocar en el silencio muchas intervenciones mías y de mi Ma­dre en esta hora de tinieblas, en esta hora de Barrabás, podía haber sido usada con razón en bien diversas circunstancias con resultados mejores.

Errores e inmoralidad son divulgados por medios propagandísticos directa e in­directamente en las estructuras parroquiales ¿Los obispos no han comprendido este problema central de la Iglesia?

¿No se dan cuenta de que ellos mismos han abierto de par en par las puertas al Adversario del cual ahora demuestran no conocer sus astucias, sus insidias, sus trampas, su potencia y sus seducciones?

¿No se dan cuenta de las tremen­das contradicciones de las que está embebida su pastoral? El Enemigo ha desatado una gran batalla con el materialismo, que es como su encarnación; ha triunfado en sus ataques sin encontrar sino débiles contraataques.

 

Urge  poner  remedios

 

Hijo mío,  con gran amargura debo ha­cer esta llamada, porque urge poner remedios para preparar los ánimos con la oración y la penitencia.

La hora de la Misericordia está para ceder a la hora de la Justicia. Es necesario poner remedios preparando  las al­mas con el volverlas conscientes, de que la hora grave que está a punto de sonar, no de­be ser imputada a mi Padre, sino a su pecado y a su desarme contra las fuerzas del Mal.

Es necesario obrar sin vacilación para que muchas al­mas no sean arrastradas por la oscuridad de la noche que está por sobrevenir.

¡No temas! Grítalo fuerte, que los hombres tienen oídos para oír y no oyen, tienen ojos para ver y no ven. La luz se ha extinguido en sus corazones.

Pero ¡no prevalecerán las fuerzas del Mal! Mi Iglesia será purificada de las locuras de la soberbia humana y, al final, el amor de mi Madre y vuestra también triunfa­rá.

Te bendigo, hijo. Reza, reza y ofréceme tus sufrimien­tos.

 

26 de octubre de 1975

 

CONTRADICCIONES EN LA PASTORAL

 

Hijo, en el precedente mensaje a los obispos te he hablado de las contradicciones existentes actualmente en la pastoral de los obispos y de los sacerdotes.

Estas contradicciones, si lo quieren, no será difícil verificarlas. Más importante aún será buscar sus causas.

 Ninguno se deje vencer por la tentación de evadirse. Si con humildad me quieren, Yo estaré junto a ellos para infundir la luz y el valor.

He dicho que éste es tiempo de revisión, y de revisión urgente. Es tiempo de intervenir con firmeza, amor y prudencia. No se dejen intimidar por el Maligno, vuelto  fuerte y audaz por el letargo en que ha caído mi Iglesia.

La incoherencia ha sido superada con mucho por las contradicciones tan frecuentes, tan difundidas que se han transformado en costumbres de vida, por lo que ya ni se notan. Las consecuencias de estas contradicciones en acto en mi Cuerpo Místico son verdaderamente inconmensurables. Pero por desgracia no son éstas los únicos males.

No es el caso ahora hablar de muchos que se profesan ateos, sino de los que comúnmente son considerados "bue­nos cristianos".

La mañana del domingo van a la iglesia, quizá esperando al entrar en ella que se haya acabado el interminable comentario de mi Palabra. Se acercan a los Sacramentos, pocos con fervorosa fe, muchos por costumbre o tradición familiar.  Hay tan escasa convicción que por la tarde no tienen ningún escrúpulo en asistir  a películas pornográficas o, si no todas son  tales, a películas que son verdaderas escuelas de robo y violencia de todo tipo.

Al fin el veneno del materialismo entra en todos.  Entre adolescentes y jóvenes la corrupción ha entrado como ríos en crecida, y la inmoralidad se difunde.

Todas las puertas han estado abiertas, incluso las de los así llamados "buenos cristianos" que por la mañana van a confesarse, aun  sabiendo que en el resto del día pecarán gravemente.

 

Jueces de las conciencias

 

Eso lo saben ellos y lo saben también muchos confesores que continúan absolviendo todo y a todos. Por la ma­ñana Santa Comunión, que al fin no es santa, por la tarde se fre­cuentan bailes, lugares y encuentros en los que la exaltación de la sensualidad es ley.

Los adúlteros se confiesan ya con la seguridad de que no faltará el sacerdote siempre pronto a absolverles. Se han olvidado las palabras claras y precisas "Nolite po­nere margaritas ante porcos"[21]. Se ha olvidado que los Sacramentos son los frutos preciosos de mi Redención.

Se han olvidado las palabras con las que Yo, Salvador y Liberador, he conferido a mis Apóstoles y a su Sucesores el poder de perdonar o retener los pecados.

Se han olvidado muchos sacerdotes de que han sido constituidos jueces de las conciencias. Y es función del juez, en el ejercicio de su profesión, el indagar sobre los delitos, sobre la entidad de los delitos.

La facilonería con  que se absuelve siempre todo y a todos no responde al designio de mi Misericordia sino a un plan de Satanás. Transformar los medios de salvación en medios de condenación, y desacreditar el valor infinito de la Gracia y de los medios por Mí queridos para distribuirla.

Te he hablado de Misas sacrílegas, ahora te digo que a las Misas puedes añadir las Confesiones sacrílegas, a veces doblemente sacrílegas.  De las Comuniones sacrílegas he aquí, hijo, dónde están las raíces. Este laxismo que vuelve indiferenciable lo lícito de lo ilícito, el bien del mal, ¿dónde tiene sus raíces? He aquí por qué urge la revisión sin vacilaciones.

La anarquía ha entrado sin oposición, del externo también al foro interno por lo que algunos sa­cerdotes se hacen autores de nuevas doctrinas y de una nueva moral que todo admite y que todo aprueba.

Las consecuencias son por sí mismas comprensibles: para muchos sacerdotes el sexto y el noveno Mandamientos no tienen ya razón de ser. Esto es suma soberbia, esto es quererse sustituir a Dios, esto es no creer en Dios, esto es no creer en la Omnipotencia, Omnisciencia y Omnipre­sencia de Dios.

Satanás a continuación induce a sacerdotes a que repi­tan su pecado de soberbia y de desobediencia. Él ha encon­trado aliados fieles en mi Iglesia, induciéndoles a hacerse colaboradores suyos en la obra de desmantelamiento.

Pero Satanás y estos sus colaboradores ¿ignoran tal vez mis palabras que no cambian: "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos y las puertas del In­fierno no prevalecerán"?

¡Mi Iglesia será purificada, será liberada mi Iglesia!

Lo exige mi amor por ella, lo exige la justicia, lo exige mi Misericordia. De esto no se tiene la apropiada visión.

 

Yo soy el fuego

 

Hijo, cuántas veces en los precedentes mensajes no te he hablado de nubes que cubren mi Iglesia, en oscuridad profunda.  No lo hecho por casualidad.

En otras ocasiones te he dicho que el Amor se puede comparar con un brasero ardiente, capaz de transformar y de comunicar a otras cosas de naturaleza diversa (ver el hierro de por sí frío y oscuro), la propia natura­leza que desprende fulgor y calor. Un pedazo de hierro puesto en un brasero, abrasa como el fuego, resplandece como el fuego y produce los efectos del fuego.

Yo soy el fuego venido a la tierra para incen­diar  las almas con mi amor, para compenetrarlas con mi  vida divina. Sobre este fuego no es agua lo que se arroja para apagarlo sino toda la porquería, la inmundicia, y toda la oscuridad que hay en la mente de quien es tinieblas y pecado, que es odio y rebelión.

¿Qué queda del brasero ardiente sobre el que se arroja el agua? Pocos carbones negros y humeantes. La mona de Dios todo hace y todo realiza en oposición a Dios Creador, a Dios Redentor, a Dios Santificador.

He venido a la tierra para traer el fuego de mi Amor, para comunicar a las almas el calor y el esplendor de mi Amor divino y hacer de los hombres, esclavos, hijos de Dios, hermanos míos herederos Conmigo de la gloria del Pa­dre.

Satanás que nada ha perdido de la potencia con la que fue dotado ni de su libertad natural, continuamente esta inclinado a una obra de transformación de las almas en tizones negros y humeantes, herederos con él de las penas eternas del Infierno.

Hijo mío, no se quiere comprender que la presencia del hombre en la tierra está en orden a la vida eterna, que la tierra es exilio y campo de una lucha, no querida por Dios sino por el odio, por la envidia y la rivalidad de Satanás y de sus diabólicas legiones.

Su designio ahora se podría decir que lo ha logrado. Es el de convencer a los hombres de su no-existencia y  mantener en letargo a obispos y sacerdotes, tanto de no advertir las contradicciones en que están sumer­gidos.

Pero la última palabra la dirá la Madre mía y vuestra que aplastará de nuevo con su pié la cabeza de la mal­dita Serpiente.

Un despertar a la fe, a la visión realista y trágica de las contradicciones en las que se vive, un retorno a un sin­cero arrepentimiento, podrían detener el alud en marcha.  ¿No irán todavía la oscuridad, la presunción y el orgullo a vencer?...

 

Ninguno se engañe

 

Grítalo fuerte, hijo: ninguno se haga ilusiones, los días están contados. Ay de aquellos que se hagan sordos e insensibles a mis llamadas.  Demasiada resistencia han opuesto a mi Misericor­dia.

Es tiempo de revisión, es tiempo de poner la segur a la raíz, es tiempo de sacudirse el letargo, es tiempo de bajar al campo y presentar batalla contra el infer­nal Enemigo.

Yo he vencido a Satanás, Yo he vencido al mundo, Yo he vencido a la muerte.

Hijos míos, ¡valor!, La hora es grave, pero unidos a Mí, unidos entre vosotros, podéis salvaros.

Es la última posibilidad que se os ofrece. Los medios no os faltan y más que válidos para frenar, detener y delimitar el arrogante avance del Ene­migo.

Te bendigo. Ofréceme tus tribulaciones: me pagarán por la necia e insensata obstinación de tantas almas consa­gradas a Mí.

 

28 de Octubre de 1975

 

INSTRUMENTO DE PERDICIÓN

 

Yo te he dicho, hablando de la Confesión, que el modo en que se administra este Sacramento no responde del todo a un plan de mi Misericordia y de mi Amor si­no más bien a un perverso designio del Maligno.

El no ha dejado nada sin intentar por transformar este Sacramento, medio de resurrección y de vida, en un mortífero instrumento de perdición, oscureciendo él, Prínci­pe de las tinieblas, este precioso fruto de mi Redención.

Te he dicho en un reciente mensaje, que he constituido a mis sacerdotes en jueces de las conciencias. ¿Cómo?...  ¿No soy Yo el Eterno Sacerdote?...

Cuando vosotros, llamados por Mí, os habéis consagra­do a Mí, Yo os he participado a vosotros mi Sacerdocio, o sea, os he llamado a formar parte de mi Sacerdocio, como en su tanto participo a las almas (con  los otros Sa­cramentos) mi Vida sobrenatural.

Pero Yo soy el Ser infinitamente simple: no hay en Mí atributos o perfecciones distintas. Yo soy el Ser infinita­mente perfecto, y en Mí están todas las perfecciones.

Yo soy el Eterno Sacerdote, Yo soy el Eterno Juez. Soy el Eterno Amor y la Eterna Justicia, soy la Eterna Misericordia.

A Mí, Juez está reservado el juicio particular de todo hombre, juicio sin apelación, irrevocable que tendrá su con­clusión final con el juicio universal, y esto sea para la huma­nidad o sea para la naturaleza angélica.

Yo, el Juez infinitamente justo, juzgo a cada hombre con justicia. Ser juez quiere decir absolver o condenar con justicia las culpas de quien ha pecado.

 Todo sacerdote debe ser juez recto, justo e imparcial.  Este poder no es de ellos sino de Mí, Eterno Juez.

Muchísimos ejercitan este poder como si fuese de ellos; administran este poder sobrenatural con una facilonería e inconsciencia que hace estremecer a quien tiene un poquito de sensibilidad espiritual.

Se ayuda a los penitentes a encontrar todas las justi­ficaciones posibles a sus pecados, concluyendo que la misericordia de Dios es grande.

 

Confesiones sacrílegas

 

La Misericordia de Dios no es solo grande sino que es infini­ta, pero esto no autoriza a ninguno a abusar de ella en un modo tan vergonzoso.

Es importante, hijo, y por eso te repito esta cosa: "¡No os volváis de administradores de la justicia divina, en cómpli­ces del demonio, de instrumentos de salvación, en instru­mentos de perdición!".

De Dios no se puede uno reír impunemente. Las palabras con las que Yo he instituido este medio de salvación, son de una cla­ridad inequívoca: Perdonar o retener los pecados.

No puede haber Confesión válida sin arrepentimiento sincero, no puede haber arrepentimiento sincero sin un se­rio y eficaz propósito de no querer pecar más.

Muchas Confesiones son nulas. Muchas son dos ve­ces sacrílegas. Quien se confiesa sin tener las disposiciones requeridas y quien absuelve sin cerciorarse que las requeridas dispo­siciones existan, profana el sacramento y comete un sacrilegio.

Envilece este prodigioso medio de salvación, transmutándolo en medio de perdición, aquel sa­cerdote que se hace cómplice del malvado designio de Sa­tanás.  No busca a Dios ni el bien de las almas, sino se busca a sí mismo y es en verdad terrible anteponer a sí mismo a Dios.

—Entonces Señor...

Sí,  hijo mío, no estúpido rigor, sino rectitud y jus­ticia.

¿Porqué habría dicho a los Apóstoles y a sus suceso­res: "Andad, y a todos aquellos a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados y a quienes se los retuviereis les serán retenidos?”  Es evidente que con estas palabras se les pide un serio y equilibrado juicio que no admi­te compromisos con ninguno, ni con la propia conciencia, ni con el penitente y mucho menos Conmigo.

 

Ya nada es pecado

 

Muchas cosas, hijo mío, voluntariamente las repito para imprimir mejor en el alma de mis sacerdotes este pun­to focal de la pastoral actual.  Sí, se absuelve todo y a todos sin ninguna discriminación.

Para muchos sacerdotes es además tan fácil absolver, porque ya nada es pecado...

La pureza ya no es una virtud;  la paternidad res­ponsable, que justamente entendida es cosa buena, se ha vuelto motivo de todas las licencias en las relaciones matrimoniales.

Bajo el pretexto de favorecer la cultura se autorizan las lecturas más perjudiciales en las que los gérmenes de la lujuria y de los errores filosóficos y teológicos se arrojan sin parsimonia.

Hoy todo está basado en el fraude, en el hurto; la justicia exige que el confesor se asegure del serio, eficaz propósito de restituir lo quitado.  Muchísimas veces, ni siquie­ra se advierte al penitente de este estricto deber.

En nombre del progreso, para convencer al penitente que el confesor es hombre moderno a la altura de los tiempos se cierran ambos los dos ojos.

Estas cosas se pasan por alto por quien tiene la responsabilidad de combatir el mal desde sus raíc­es, siempre, en todas partes y sin descanso para no ser superados (como en verdad lo seréis) en esta oscu­ra y tremenda hora que estáis a punto de vivir.

Te bendigo y Conmigo te bendicen la Madre y San José.

 

2 de Noviembre de 1975

 

DESESPERADA MALDAD

 

Hijo mío, no es nuevo el asunto del que te hablaré esta tarde. Te he hablado de él varias veces en precedentes Mensajes.  Se trata de la lucha que Satanás ha desatado con­tra el hombre.

Al no poder afrontar directamente a Dios, lo combate indirectamente descargando su desesperada maldad (hecha de odio, envidia y celos) sobre el hombre destinado a colmar los vacíos abiertos con su rebelión a Dios.

Satanás es llamado Príncipe de las tinieblas porque su fundamental intento es el de oscurecer y ensombrecer la luz de Dios en las almas.

Dios es Luz, Satanás es Tinieblas.

Dios es Amor, Satanás es Odio.

Dios es Humildad, Satanás es Soberbia.

La guerra declarada por Satanás al hombre en odio a Dios ha asumido proporciones tan vastas y grandiosas en su horrible realidad que no tiene comparación en la historia humana.

La guerra, en general, está formada por una cadena de batallas. Esta batalla, de una guerra que con­tinuará hasta el fin de los tiempos, es la más grande y pavo­rosa.  Su epílogo no está lejano, sucederá por la directa inter­vención de la Madre mía y vuestra.

Ella  aplastará de nue­vo la cabeza de la Serpiente. Ella, la humilde Sierva del Señor, por su humildad ha vencido la soberbia y el orgullo, y definitivamente lo vencerá al fin de los tiempos.

Satanás es tinieblas y por tanto no ve. Su desesperado orgullo se lo impide. Sin embargo teme la derrota de esta batalla, que para él será motivo de vergonzoso envilecimien­to, mientras para mi Iglesia purificada será motivo de un largo período de paz y así también lo será para los pueblos nuevamente sanados de los muchos males de los que hoy sufren.

Por esto Satanás ha empeñado todas sus posibilidades y las de sus legiones.

Todas las astucias, todas las insidias de su naturaleza corrompida pero rica en innumerables dones de potencia, de inteligencia y de volun­tad, son usadas en su loca tentativa, nacida y madurada en él a partir del momento de su rebelión a Dios.

Destruirme a Mí, el Cristo, el Verbo de Dios hecho Carne, y la Iglesia salida de mi Corazón abierto son la meta desesperadamente anhelada, y te­nazmente perseguida.

 

Cierran los ojos

 

Pero la loca ceguera le ha hecho cometer numerosos errores tácticos, típico aquel de descubrirse de­masiado.

Un general perspicaz nunca deja entrever sus planes a sus enemigos, sa­biendo bien que esto es una imperdonable imprudencia. En cambio Satanás ha descubierto muchas de sus cartas.

Por esto Mi Vicario en la tierra recientemente ha po­dido decir que hoy en la Iglesia se verifican hechos que humanamente no se pueden explicar: en ellos son evidentes las intervenciones directas del Príncipe de las tinieblas.

Sin embargo Obispos, Sacerdotes y la casi totalidad de los fieles no ven.  No ven porque cierran los ojos a la luz, porque tienen mente y corazón envueltos en la oscuridad.

Cuando Pablo VI dijo: "El humo del Infierno ha entrado en la Iglesia" ¿qué quería decir? El contagio de Satanás ha entrado en la Iglesia. El contagio de Satanás es la soberbia, el orgullo.

Repito: Satanás en su 'loca, desesperada ilusión se propone como objetivo principal borrar de la faz de la tie­rra a Mí, Verbo Eterno de Dios y naturalmente Con­migo a Mi Iglesia salida de mi Corazón abierto. Quisiera aniquilar el Misterio de la Encarnación, razón y causa de la liberación de la humanidad de su tiranía.

Con la caída de Adán y Eva pensaba haber derro­tado a Dios, haber asegurado para siempre un completo dominio sobre los hijos de la culpa; estaba con­vencido de haber arrebatado con el engaño y con la astucia a Dios Creador  sus criaturas sujetándolas a su indiscutible dominio, en el tiempo y en la eternidad.

Pero Dios es Amor y con unánime concurso de la divina Trinidad, fue  decretado el Misterio de la Salvación: de aquí el implacable odio de Satanás contra Dios y contra el hom­bre.

 

La victoria en sus manos

 

Actualmente Satanás, siendo tinieblas no tiene la jus­ta visión de las cosas, está convencido de que tiene la victoria en sus manos por lo que no sin dramáticas, horribles y pavorosas convulsiones dejará que se le escape su presa, que es la humanidad contagiada por su mal: la soberbia y a presunción.

Esta guerra tendrá su epílogo al fin de los tiempos, pero le guerra es una cadena de batallas como dije; y la batalla actualmente en acto es la más grande, después de la combatida por San Miguel y sus letones contra las po­tencias rebeldes.

Muchas batallas luego se han combatido en el trans­curso de los siglos pero ninguna de estas es equiparable a esta presente batalla en la que están incluidas naciones y pueblos de todo el mundo.

Los hijos de mi predilección serán, más que los otros puestos en la mira y hechos blanco de una feroz persecución pero de nada deben temer, en la hora de la prueba Yo estaré en ellos.

Yo que soy la Sabiduría, la Misericordia, el Amor y la Omnipotencia sabré plegar las oscuras maniobras y el loco orgullo de Satanás y de sus legiones para sacar de todo esto un triunfo; Mi Iglesia purificada.

¡Ay de aquellos, hijo mío, que se rehusan a ver! Bas­ta un acto de sincera humildad para permitir que la luz se filtre en sus almas.

Necios e insensatos si se obstinan en resistir al Amor que los quiere salvos. ¿No saben y no piensan a lo que están renunciando? No saben y no piensan en aquello a cuyo en­cuentro se dirigen?

Ves en esto hijo mío, cómo mucha os­curidad se ha hecho en Mi Iglesia...

La tierra es lugar de exilio, la Humanidad entera es­tá en marcha hacia la Eternidad.

 

El materialismo

 

El materialismo, encarnación de Satanás, negando y sustituyéndose a Dios pretende dar a los hombres un pa­raíso aquí en la tierra, una felicidad que ella no posee y por tanto no puede dar.

¡Trágica mentira, astuto engaño al que muchos cristianos, sacerdotes y aún Obispos se han aferrado en nombre del progreso, olvidando el fin de la Creación y el de la Redención!

He aquí porqué ya no se habla de los Novísimos, del verdadero enemigo del hombre, del pecado con el que la obra de Satanás se identifica. De esto son responsables no pocos Obispos, muchísimos Sacerdotes.

 

La casi totalidad de los cristianos se han dejado se­ducir desviándose de la recta vía. Mientras tanto cada hombre como individuo está en marcha hacia la Eternidad, o de gozo eterno o de condenación eterna.

El hombre, presa de Satanás, está al centro de una furiosa lucha de Satanás, desencadenada para arrebatarlo a Dios quien, con un designio providencial, ha enviado a la tierra su Verbo hecho Carne, para liberar al hombre y así devolverle la primitiva grandeza, dignidad y libertad.

¿A quién le toca guiar al hambre en su cami­no y peregrinación terrena?

A Mi Iglesia.

Pero en mi Iglesia el Príncipe de las tinieblas ha traído temiblemente su contagio: soberbia y orgullo, oscureciendo las mentes y endureciendo los corazones.

 

La iglesia es mía

 

Pero la Iglesia, hijo, ¡Es mía!

Ella ha salido de Mi Corazón Misericordioso y abierto.

Yo quiero a Mi Iglesia: una y santa, pura y resplan­deciente de mi Doctrina y no dividida por herejes en oposición perenne contraste entre ellos mis­mos. Y así será después de la purificación cercana.

Yo he triunfado como ya te dije, en el sufrimien­to y en el dolor y así será también para Mi Iglesia.

He conocido horas de tinieblas, he conocido violencias y hu­millaciones de todo género. Yo hasta he gritado: "Padre, Padre mío ¿porqué me has abandonado?" Este grito lo elevarán al Cielo muchos hijos míos en el colmo de su pasión.

Pero ¿puede Dios que es Amor, abandonar a sus hi­jos a quienes ha amado y ama desde toda la eternidad?

La mujer en el parto gime, pero des­pués se alegra porque ha dado a la luz un hijo.

Es tiempo de que el grano arrojado en el seno de la tierra se descomponga para luego dar mucho fruto.

Está próxima la hora en la cual mi Iglesia gemirá en la feroz e inaudita persecución para poder renacer Una, Pura, Santa e Inmaculada.

Será la madre de los pue­blos que se reunirán bajo sus alas y en la paz y en la justicia, será maestra y guía segura para todos los hombres de buena voluntad.

He aquí porqué te digo: urge hacerlo pronto. Quie­ro que Obispos y Sacerdotes se preparen en la humildad y en la penitencia, en la oración que debe ser unánime. No han de olvidar que a Mi Pasión siguió Mi Resurrección.

Te bendigo hijo mío.

Ofréceme tus sufrimientos, consuela Mi Corazón tras­pasado por la dureza e insensibilidad de mis redimidos, de mis ministros y de aquellos que Yo he llamado y  he amado como hermanos y amigos.

 

15 de Noviembre de 1975

 

SOY HOMBRE PECADOR

 

Te creo, oh Jesús mío, Uno, con el Padre y con el Espíritu Santo en la Unidad de naturaleza, esencia y de vo­luntad y en la Trinidad de personas.

Jesús, dame una correspondencia sensibilísima e in­mediata, generosa, valerosa y perseverante.

Jesús, tómame de la mano y arrástrame donde, como y cuando quieras Tú. Sé en mí fermento de transformación sobrenatural, de purificación, día y noche pero especialmente en la Santa Misa.

Jesús mío, ¡acéptame como soy para que volverme como Tu quisieras que yo fuera! Enséñame tus caminos y condúceme por ellos.

Jesús, sé Tú quien dirija mis pasos en la realización de tu Voluntad.

Revélame, oh Señor, tus pensamientos y tus deseos,  y ayúdame a ponerlos en práctica en la vida de cada día.

Sé Tú, oh Jesús, en mí en el creer y en esperar, en amar y confiar; se Tú en mí en el callar y aceptar, en el sufrir y ofrecer. Sé Tú en mí en el rezar y adorar, en el hablar,  en el vivir en mí.

Jesús mío, auméntame sin límites la fe, la esperan­za, la caridad; acrecienta ilimitadamente la sabiduría, la justicia y la fortaleza, la piedad, el temor de Dios y la tem­planza.

Jesús, dame sin medida la seguridad y la confianza, la humildad y el arrepentimiento, el abandono y el espirita de mortificación y  de obediencia, de pobreza y de pureza.

Revive en mí, o Jesús,  tu paciencia y mansedumbre, tu clemencia.

Jesús mío, ten piedad de mí: soy hombre peca­dor.

 

 

¡HIJOS MÍOS,ÁNIMO!

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

 

Parte 2ª

 

15 de noviembre de 1975

 

AMARTE SIN LÍMITES

 

Señor soy menos que gusano, un puñado de polvo, Dios mío soy solamente pecado.

De Ti he recibido todo: de Ti la vida, la gracia y la luz. Tú solo eres Grande, eres el Santo, Tú el Omnipotente y el Omnisciente; Tú solo el Omnipresente.

Señor, si yo te amo es porque Tú me has dado el amor.

Si yo espero en Ti es porque me has dado la esperanza.

Señor, si yo creo en Ti es porque Tú me has dado la fe. Señor mío Tú eres el Todo, yo la nada;  Tú la Luz, yo las tinieblas; Tú La Vida, yo la muerte; Tú la Verdad, yo el error. Señor yo soy la necedad, Tú eres la Sabiduría.

Dios mío, has puesto desde la eternidad tu mirada misericordiosa en mí, que soy como un gusano que se arrastra en el polvo.

Ven, Oh Jesús mío, con el Padre y el Espíritu Santo, ven a tu "gotita de agua que cae hacia abajo", Ella te quiere amar sin limites y sin limitaciones pero no podrá si Tú no vienes a ella.

Sé por tanto Tú el alma de mi alma, dame tu Espíritu que es fuego que arde y que transforma, que ilumina y calienta, que purifica y vivifica.

Sé Tú el alma de mi corazón, de mi cuerpo, de toda mi vida. Sólo así, Jesús, puedo amarte verdaderamente sin límites.

Así quiero amarte por el tiempo que no te he amado, por aquellos que desde el principio no te han amado, por quien actualmente no te ama y por los que no te amarán basta la consumación de los siglos; te quiero amar por los condenados que te odiarán por la eternidad.

Corazón misericordioso de Jesús, ten piedad de mí. Soy un hombre pecador.

 

17 de noviembre de 1975

 

AMIGOS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 

“Hijo mío, escribe:

Yo, Jesús, quiero una institución que desarrolle de todas las maneras la fe, la devoción, el amor y el culto a Mí, realmente presente en el Misterio de fe y de amor por excelencia, la Eucaristía.

1.      A esta Pía Unión podrán adherirse todos, niños y niñas, muchachos y muchachas, hombres y mujeres sin discriminación de edad.

2.      Su finalidad es la de favorecer en si mismos y en los demás, en todas las formas aprobadas por la Iglesia, la fe y el amor a Mí, realmente presente en el Misterio Eucarístico.

3.      Su objeto es:

— La visita diaria a Mí en la Iglesia, o al menos una visita y comunión espiritual hecha en casa si no es posible ir a la iglesia.

— La Santa Comunión (al menos) semanal.

La hora de adoración al menos mensual.

La reunión una vez al mes.

Es bueno tener un pequeño registro con el nombre de los que se adhieren.

5.      Es función del  Párroco o quien haga las veces, la dirección del grupo y el desarrollo de las catequesis de la Eucaristía en las reuniones, y estimular, con el ejemplo y con la palabra, el amor a Mí en el Santísimo Sacramento.

Esta Pía Unión será llamada: "Amigos del Santísimo Sacramento".

Yo, Jesús, deseo vivamente esto; no se pierda tiempo”.

 

Algunos sacerdotes han acogido ya la invitación (3 diciembre 1975) y algunas asociaciones, en el silencio y el fervor, están ya germinando.

Se tenga presente que:

La Pía Unión será dirigida por un consejo formado por el Director, un secretario, un tesorero (para las ofrendas que puedan venir; no se moleste sin embargo ninguno en pedir) y por dos o tres consejeros, nombrados por la asamblea de los adherentes.

El tema de las reuniones será siempre y solamente eucarístico, además de las propuestas y discusiones sobre los medios más convenientes para hacer vivir la Pía Unión.

Satanás no quiere ciertamente esta Pía Unión y no faltará de crear obstáculos. Hace falta resistir y contraatacar, quemando etapas con la oración, especialmente con el Rosario.

Jesús (y con Él la Madre Celeste) mira con complacencia a todos aquellos que tomen seriamente a pecho Su Invitación. Esta Pía unión no es más que una actualización de las Confraternidades del Santísimo Sacramento.

 

 

 

17 de noviembre de 1975

 

EL AMOR DE LOS INOCENTES

 

“Escribe, hijo mío. Te había anunciado que volvería sobre este tema y heme aquí fiel.

En cada criatura humana hay tres fisonomías; dos de las cuales son sabidas.

La fisonomía del rostro que es visible a todos; vemos el rostro de todos, hecho sobre el mismo modelo, sin embargo, todos son diferentes uno de otro.

Vemos menos claramente la fisonomía interior del hombre, esto es, la del alma, del temperamento, del carácter, de la inteligencia, etc.

Luego está la fisonomía aún más interior del alma, es decir, la de su vida o muerte sobrenatural.

Esta tercera fisonomía es percibida por muy pocos.

El alma, penetrada de la Gracia Divina, revestida de su cándido vestido nupcial es maravillosa.

Este esplendor lo ve Dios porque forma parte de Él. Lo entrevén también algunas almas muy avanzadas en la vida de la Gracia, es decir, de la perfección.

Pero como las fisonomías corporales no son iguales, tampoco las fisonomías interiores son iguales, es decir, los caracteres de los hombres, ni tampoco son iguales las fisonomías sobrenaturales.

He aquí las tres fisonomías, la del Cuerpo, la del Alma, y la de la Gracia.

La Gracia es la vida divina de las almas. Pero Yo soy el Amor. La Gracia es por lo tanto el Amor de Dios participado a las almas.

 

Diverso esplendor

 

Cada alma en Gracia tiene en sí mi Amor, con diversa intensidad de esplendor porque diferente es en cada alma mi Amor.

Se puede amar poco, poco; Se puede amar bastante, se puede amar muchísimo, y se puede amar en formas diversas.

Quien no ama en cambio está en la muerte, no tiene en sí luz interior. Es la más tremenda desdicha, ya que para el alma que no encuentra el amor que fue infundido en ella en el Bautismo, es la muerte eterna, el Infierno.

¡Sí, di fuerte esta palabra: Infierno, en el que ya casi nadie cree! Se puede amar bastante, se puede amar mucho, pero siempre con el alma. También con los sentidos se puede amar, como en el amor nupcial, que es amor casto y santo si esta bien dirigido en la justa vía. Se puede amar muchísimo interior y exteriormente sin sensualidad.

Es el amor de los inocentes es el amor de los puros, es el amor de los ángeles, es el amor de los primeros padres antes del pecado. El niño que abraza afectuosamente a la mamá excluye en su amor puro toda viscosidad.

 

Necesidad de expansión

 

El alma pura y casta, abismada en el amor de Dios y del prójimo, y que del Mandamiento del Amor ha hecho la ley de su vida, no es capaz de contener el amor en su interior. Él estalla incluso en la materia que lo aprisiona y tiene necesidad de expandirse como naturalmente se expande luz y calor de la llama.

Este amor fuerte, puro, inocente, no es comprendido sino por pocas almas. Por eso las pocas afortunadas que lo poseen deben con frecuencia sofocarlo no raras veces porque podría ser motivo de escándalo. Son poquísimas las almas consagradas que alcanzan esta plenitud de amor.

Pero como el alma del amor es siempre el sufrimiento, he aquí que, a veces, sofocándolo por un justo motivo, lo alimenta en mayor medida, por que sale fortalecida el alma del amor que es precisamente el sufrimiento.

Quien ama así no siente los estímulos de los sentidos.

Es más puede ser un error querer detener el curso natural del amor sobrenatural por motivos de respeto humano no justificable; como entre los primeros cristianos que se saludaban con el beso aun entre personas de diferente sexo. Ningún inconveniente se derivaba de ahí, porque eran castos y puros.

 

Palabra que no cambia

 

— Pero Señor, en este mundo nuestro en el mundo de hoy donde vicio, corrupción, obscenidad e impureza reinan soberanos, ¿no consideras esta doctrina peligrosa?

— No, hijo mío.

Mi Palabra es la Palabra viva, es la Palabra que no cambia con el cambiar de los acontecimientos y costumbres de los hombres.

Mi Palabra es como un rayo de luz que toca el fango, lo ilumina, pero no queda contaminado por él.

Si hoy esto no se comprende, lo será mañana en mi Iglesia regenerada a nueva vida y esplendor.

Te bendigo como siempre. Recuerda cuanto has escrito hoy. Para Ti y para tantas almas es importante.

Ámame. No olvides lo que tan frecuentemente te pido.

 

 

 

19 de noviembre de 1975

 

TODAVÍA JUNTO A MÍ

 

Escribe hijo mío:

Ya te he hablado de mi Madre Corredentora. Ella lo fue en realidad desde el momento en que se consagró a Dios, ofreciéndose toda ella, su pureza, su voluntad.

Este ofrecimiento se hizo cada vez más vivo, más luminoso, más consciente. Crecía en Ella la Gracia con el crecer de la edad.

Se hizo luego oficialmente corredentora en el momento en que pronunció su Fiat[22], provocando en Ella la Virginal Concepción de Mí, Verbo de Dios. Intensificó su acción de corredentora cada día de su vida haciendo realidad práctica su ofrecimiento inicial.

Corredentora en sus siete dolores, lo fue en modo sublime cuando me acompañó a Mí en el Calvario y cuando, bajo la Cruz, renovó también su Fiat, aceptando ofrecerme a Mí y a sí misma, como víctima al Padre por la liberación de la humanidad caída bajo las garras de Satanás.

Corredentora es y continuará siéndolo por siempre.

 

Presencia de la Madre

 

El misterio de la Cruz se renueva y se perpetúa en el misterio de la Misa.

Por consiguiente es real la presencia de mi Madre en la Santa Misa, como fue real su presencia en el Calvario.

Cierto no presente en la Hostia sino junto a la Hostia consagrada, como estuvo junto a Mí bajo la Cruz.

En aquel momento, hijo, junto a mi Madre en el Calvario estuvo Juan, y la presencia de Juan se continúa en la Santa Misa con la presencia del sacerdote celebrante.

Única y real fue, es y será siempre la presencia de mi Madre en la Santa Misa. Real es y será la presencia del Sacerdote en la Santa Misa. Pero esta presencia del Sacerdote puede ser diversa, porque diversas son las disposiciones  con las que los sacerdotes celebran.

Hay sacerdotes (no muchos pero los hay) que están presentes como Juan con una santa, activa participación, con un claro ofrecimiento, generoso, valeroso de sí mismos a mi Padre en unión Conmigo.

¡Piensa, hijo mío, en estas Santas Misas! Qué unidad sublime, estupenda y maravillosa en el Amor y en el sufrimiento, que es la esencia del amor, en una trinidad sublime, maravillosa.

Unidad y trinidad de amor ofrecida a mi Padre que, satisfecho, se reconcilia con la humanidad, a través del Nuevo Adán, la Nueva Eva y el pueblo de Dios en la persona de Juan, esto es, del sacerdote.

 

Un daño inmenso

 

Te dije hijo, que en su casi totalidad mis ministros ignoran culpablemente este rango suyo en el más alto Misterio de la fe y de la religión.

De este modo se privan a sí mismos y al pueblo que representan de innumerables gracias, mutilando y mortificando, en cuanto está en ellos, el designio de amor infinito de la Trinidad Divina, mortificando de nuevo la unidad y trinidad de amor del Calvario, al ser su presencia puramente material. Viene prácticamente a faltar, aun estando materialmente presente, la participación del pueblo al que el sacerdote representa.

De aquí debes deducir la gravedad de la inconsciente presencia de muchos sacerdotes míos en el Santo Sacrificio de la Misa.

Debes comprender el daño inmenso causado al pueblo de Dios, defraudado de tantos dones a él destinados a través del sacerdote, mediador y depositario de la Redención.

El sacerdote, (y son tantos, ¡hijo!) de canal a través del que debe correr mi gracia, se convierte en dique que se levanta entre mi Corazón abierto y el pueblo que él representa.

Piensa todavía en la vergüenza y el sonrojo que pasarán algunos sacerdotes en el Juicio final, viendo su grandeza, la dignidad real y la potencia que nunca por su culpa quisieron comprender, y a la que abdicaron en favor de otras cosas sin importancia, y que ahora llenan su vida de humo más bien que de luz.

 

Estoy afligido

 

Hijo, grítalo fuerte, grítalo a todos aquellos sacerdotes, que están fuera del plano de la salvación, que no son instrumentos de redención sino fuegos fatuos.

¡Mis sacerdotes no encuentran cinco minutos para prepararse a la Santa Misa, no encuentran cinco minutos para un poco de agradecimiento!... Y es lógico que sea así ¿De qué cosa podrían agradecerme si de la Santa Misa no han sacado ningún fruto? Luego pasan toda su jornada y parte de la noche, en cosas infecundas, inútiles y no pocas veces pecaminosas.

De esta pavorosa realidad ¿cómo no se iba a aprovechar Satanás?

Dilo a todos, sin reticencias, que las consecuencias catastróficas se deben en gran parte a mis ministros. ¿Qué maravilla si mañana su sangre tiñe de rojo la tierra?...

Te lo he dicho: bien distinta sería la situación de mi Iglesia si mis sacerdotes hubieran cultivado en sí la vida interior de sus almas.

Estoy afligido.

No a Mí se deberán imputar los grandes sufrimientos de la hora que se avecina.

Te bendigo, y contigo bendigo a los que te son queridos.

 

20 de noviembre de 1975

 

INVITACIÓN A LA ORACION

 

Escribe hijo mío:

Muchas veces he lamentado la crisis de fe que contagia a mi Iglesia, del vértice a la base.

Mi Iglesia languidece, mi Iglesia sufre porque mis ministros están gravemente contagiados.

Cuando el cuerpo no se alimenta, las fuerzas disminuyen; el cuerpo debilitado no reacciona contra los enemigos que lo atacan y que, más o menos lentamente, lo matan.

La lámpara no alimentada se apaga.

También la lámpara, no alimentada, de la fe se apaga y en el alma entonces se hace la oscuridad, se hace la noche.

Hasta el más pequeño hilo de hierba, incluso la flor si no son alimentadas, mueren pronto.

¿Qué cosa es una hoja de hierba agostada?

¿En qué se convierte una flor fresca y perfumada dejada sin alimento?

Pocas hojitas marchitas y secas, un tallo sutil y frágil que se parte al contacto con otro cuerpo.

 

Ángel prisionero

 

¿Qué es el alma del cristiano sin fe?

¿Qué es el alma del sacerdote que no reza?

Es lo más frágil y vulnerable que existe.

Inmersa en la oscuridad se pierde y es arrollada inexorablemente por la concupiscencia del espíritu, o por la de los sentidos,  frecuentemente por una y por la otra.

Es el ángel encarcelado por Satanás en la podredumbre de los sentidos o en la impureza del espíritu, en el error y la herejía.

¿Qué cosa es el ama del sacerdote que está en crisis de fe por falta de vida interior?

 Es el hazmerreír y el juguete de Satanás, quien desfoga sobre ella su odio, sus celos, ensuciándola

con todas las porquerías, y de ella hace una esclava.

Es la revancha desesperada de Satanás que vomita toda su baba venenosa sobre esa pobre y desventurada alma, que no ha querido usar los medios eficacísimos de defensa que Yo he puesto a su disposición.

 

Oxígeno del alma

 

El primer medio de defensa es la oración.

— la oración que eleva el alma hasta Dios.

— la oración que es la respiración del alma.

— la oración que es el oxigeno del alma.

— la oración que une el alma a Dios de un modo íntimo y profundo.

Cuando un alma se aferra fuertemente a Mí ¿quién la podrá arrancar de Mí, de mi Corazón?

El alma que no reza es como un fruto agusanado: nadie advierte la creciente podredumbre en su interior. Pero al final el fruto caerá a tierra, y se sabe como terminan estos frutos: en el estercolero.

Yo, Jesús Hijo de Dios, he rezado día y noche aun no teniendo necesidad. He querido que a la enseñanza precediera el ejemplo; pero para muchísimos cristianos y sacerdotes mi ejemplo no ha servido para nada.

Si alguien se niega a comer no me puede imputar a Mí la disminución en él de la fuerza física; si alguien se niega a orar no se me puede imputar a Mí el que se apague en él toda energía espiritual. Quien no reza es como un náufrago entre las olas tempestuosas de un mundo que no es de Dios. Si no nada ¿cómo puede salvarse?

Un número impresionante de sacerdotes que han dejado caer en el vacío mis invitaciones a la oración ¿cómo podrán salvarse? ¿No advierten que su febril actividad es estéril, que no está bendecida por Dios? Muchas veces hasta es contraproducente.

Ya no creen en los Sacramentales, de los que ya casi no hacen uso, salvo siempre las excepciones; Viven fuera de la viva Realidad espiritual; están como hipnotizados por el Maligno.

 

¡Enciéndanse fuegos!

 

Hijo, creen sólo en sí mismos, creen en las revistas vacías y en los periódicos. De estas fuentes beben ávidamente.

Bastaría una mirada tranquila y retrospectiva a la vida de la Iglesia para darse cuenta que sin la oración ningún Santo se ha santificado. Ningún mártir (y son millones) ha dado testimonio con su sangre de su fidelidad a Mí, a la Fe, sin ser sostenido por la oración.

A esto no miran. Pero ¿de qué alimentan su alma?¡ La vida de la Gracia está apagada en muchos!

¡Cuánta ceguera! Qué noche tan profunda...

Es terrible, han rechazado y rechazan la luz y la vida los elegidos para llevar luz y vida a las almas.

Hijo mío, Yo soy el Amor que ellos rechazan, Yo soy la vida que ellos apagan. Yo soy el fuego. ¿Qué quiero si no que este fuego arda?

 Por esto quiero que se enciendan muchos fuegos en los pueblos y en las ciudades. ¡Ay de aquellos pastores que se opongan a esta mi voluntad!

Quiero, por ejemplo, los amigos de Mí Eucaristía como te he dicho.

Te he elegido para una gran cosa: ¡para llevar mi Palabra a los sucesores de los Apóstoles, a los sacerdotes, a mis fieles!

¡Es una última oportunidad de salvarse y de salvar a las almas!

No me han creído a Mí, no han creído a mi Madre. No creerán; muchos persistirán en su ceguera, pero Yo quiero que sepan que ¡la hora está cercana!

Te bendigo, hijo mío.

 

21 de noviembre de 1975

 

BATALLA IMPORTANTÍSIMA

 

Hijo mío escribe.

Está escrito: "Meditare Novissima tua et in aeternum non peccabis"[23].

Estas palabras salidas de los labios de la Sabiduría se dieron al pueblo de Dios como norma de vida.

Permanecen como fuente de luz para que el hombre caído en las tinieblas pudiera caminar seguro hacia la meta final de su existencia humana.

Ahora este precepto, tan importante y tan eficaz, ha sido dejado a un lado con otros en nombre de la evolución de los tiempos que exigen nuevas formas de vida y de costumbres.

Habría bastado un poco de discernimiento para ver, en este desenfrenado deseo de lo nuevo, un astuto engaño del Enemigo del hombre.

El precepto de meditar día y noche las grandes verdades de la fe viene de Dios; la ardiente sed de novedades viene del Maligno.

Si los consagrados, en modo particular, hubieran pedido luz, no se la hubiese negado; pero deslumbrados por el Enemigo, se han dejado convencer por él, con todas las consecuencias que tú mismo puedes ver.

Dios quiere guiar al hombre al logro de la salvación eterna de su alma, pero cuando el hombre niega la poca colaboración que puede dar, Dios lo abandona sí mismo.

Dios quiere al hombre salvado pero con su consentimiento.

Dios lo quiere salvado pero no contra su elección.

Buscar a Dios en el silencio

En un mensaje precedente te he dicho claramente que solamente en el silencio del alma Dios hace oír su voz.

¿Pero quién, hijo mío, busca a Dios en el silencio?

 Los hombres en general, y hasta mis ministros, se han aliado a Satanás en la obra de envilecimiento de la dignidad humana. No sólo en envilecerla, se ayudan en destruirla, tanto que ya no se la reconoce.

 El hombre ya no sabe quién es. A tanto ha llegado la obra nefasta del materialismo, engendro de Satanás.

Aquellos que debían empeñar todas las energías posibles para impedir una situación tan dramática, no sólo no lo han hecho, sino que han aceptado aliarse con las tenebrosas potencias del mal, agravando y acelerando el proceso de desintegración de todos los valores espirituales y sobrenaturales que hacían y hacen grande al hombre, criatura libre e inteligente, hecho a imagen y semejanza de Dios.

Hijo mío, ya te dije que la hora de las tinieblas está cerca y que la humanidad conocerá la más tremenda lucha desencadenada en el mundo por el Infierno, el cual hará todo lo que sea preciso para no perder esa victoria que está convencido que tiene en las manos.

 Te he dicho que esta batalla encontrará paralelo sólo en la inmensa lucha combatida en el Cielo entre los hijos de la luz y los de las tinieblas. ¿Vislumbras ahora la razón de esta afirmación mía?

Muchos, aún entre mis consagrados y entre los mismos sucesores de los Apóstoles, no saben que esta hora, ha sido deseada siempre por Satanás con sus legiones, desde la caída de Adán y Eva, la ha deseado ardientemente y buscado con todos los medios a su disposición. Piensa en esta batalla como una revancha segura sobre Dios, sobre Mí, Redentor, sobre la Iglesia, fruto de mi Redención, sobre Mí y mi Iglesia, porque Yo le he arrancado a él la humanidad hecha su esclava.

Que todos sepan

Quiero que todos conozcan los próximos acontecimientos, te lo repito otra vez, como los más graves en la historia del género humano.

Pero ¿por qué no se quieren convencer mientras son evidentes las señales y las advertencias que mi Madre ha dado?

Ahora, cerrando los ojos a la luz, se habla de la Misericordia, ¿Por qué no hablaron de ella antes cuando en Fátima, en Lourdes y en otros lugares esa Misericordia se ha manifestado prodigiosamente para llamar al arrepentimiento y a la oración?

Es presunción rechazar a Dios, y luego hablar de su Misericordia.

La Misericordia de Dios es como un imán; debe encontrar su punto de atracción y no de repulsión.

Yo no quiero la desdicha.

 Someteré la necedad y la maldad humana en una obra de purificación por el triunfo de la Misericordia y de la Justicia.

Quien ha renunciado a la luz para hacerse hijo de las tinieblas no puede tener palabras de verdad y de luz.

Meditare novissima tua et in aeternum non peccabis.

Pero ninguno medita ya, hecha excepción de pocos. Son ilusos, son como muchachos que corretean tras la multicolor mariposa y hecha prisionera, abriendo sus manos se dan cuenta que de la mariposa no ha quedado más que un gusano. Pobre humanidad que cada vez más desilusionada y extraviada no sabe encontrar la recta vía...

Reza hijo mío; te bendigo.

 

22 de noviembre de 1975

 

NO HAN ENTENDIDO MUCHO

 

Muchos sacerdotes y hasta algunos sucesores de mis Apóstoles no han entendido mucho de la historia de la humanidad.

Los cristianos poco o nada entienden, pero son menos responsables porque nadie ha provisto a iluminarlos.

¡Pocas son las almas de mis consagrados que poseen la visión exacta de la historia del mundo!

Toda esta historia se basa en la lucha entre Satanás y Dios. Dios es combatido por Satanás y sus legiones en sus criaturas.

Satanás sabe bien que no puede enfrentarse a Dios directamente, entonces, lo combate indirectamente en el género humano.

¿ Qué es, hijo mío, la historia del Misterio de la salvación, sobre la que los teólogos se exprimen el cerebro para encontrar, incluso en este campo, alguna novedad, y se afanan de todas las formas en complicar las verdades reveladas por Mí?

¿Qué han entendido de la simplicidad y profundidad de mi doctrina, es decir, de las Sagradas Escrituras, de mi Evangelio?

¿La historia de la Iglesia qué otra cosa es sino el áspero antagonismo entre el bien y el mal?

Te he dicho hijo, que la historia de la humanidad tiene dos puntos focales:

La creación del hombre con todos sus dones naturales, preternaturales y sobrenaturales. Es importante tener presente esto para entender la gravedad de la caída de los primeros padres. He aquí que Satanás finalmente ha encontrado el objeto sobre el cual desfogar su odio, su veneno, sus desenfrenadas y desesperadas pasiones:

—  el hombre rico hecho pobre

—  el hombre sabio hecho ignorante

—  el hombre fuerte vuelto débil

—  el hombre feliz vuelto infeliz

el hombre inmortal vuelto mortal

No pudiendo Satanás enfrentarse con Dios, ahora puede ensañarse desesperadamente sobre el hombre, sobre todo el género humano.

Cuando después vino a conocer la Encarnación de Mí, Verbo Eterno de Dios, concibió su loco plan de aniquilarme a Mí y a mi Iglesia, y de hacer nulos los frutos de la Redención.

 Necio y perverso plan de guerra. Guerra tejida de innumerables batallas, sirviéndose de todo y de todos los que se prestan a su acción devastadora, a servir a su desenfrenado orgullo.

El segundo punto focal de la historia humana es la Encarnación, Pasión y Muerte de Mí, Hijo de Dios hecho hombre. Es también la pasión, muerte y resurrección de Mi Cuerpo Místico, es decir, de mi Iglesia salida de mi Corazón Misericordioso.

 

Historia auténtica

 

Esta es la auténtica historia del género humano, que se desenvuelve progresivamente, y cuya última página será escrita al fin de los tiempos.

Por lo tanto, es historia en acción, que revela de manera clara la lucha sin tregua entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre el amor y el odio, entre la fe y el ateísmo, entre el gozo y el dolor, entre la luz y las tinieblas.

Detrás del bien, de la luz, de la verdad, del amor está Dios; al contrario, detrás del mal está Satanás.

Ahora, hijo, con infinita amargura se ve cómo por parte de mi Iglesia, por culpa de muchos de mis pastores y sacerdotes, no se ha planeado como se debiera la defensa contra las incansables e insidiosas fuerzas del Infierno, la defensa de los valores de la Redención, y cómo no han sido preparados los medios de defensa contra los asaltos del Enemigo.

Esta es responsabilidad de los pastores y de los sacerdotes que hoy se debaten como si hubieran caído en arenas movedizas. Y aún, mientras la casa arde y el derrumbe está ocurriendo, se pierden en mil actividades improductivas, porque no encuadran la visión real de la situación.

Te confirmo que la guerra en curso desembocará en la más pavorosa batalla jamás combatida hasta ahora sobre la tierra, y que no tiene comparación sino en la batalla celeste de los Angeles rebeldes contra los Angeles de la luz.

Quiero que absolutamente todos sepan lo que no Yo sino los hombres, aliados con Satanás están locamente realizando.

¡No Yo! No a Mí por tanto debe imputarse esta próxima lucha. Yo, Justicia y Misericordia de la maldad de otros sabré sacar una Iglesia nueva y un mundo renovado.

Sabré dar a esta Iglesia y a este mundo un largo período de paz y de justicia.

Sabré salvar de las penas del Infierno a todos aquellos que con humildad y arrepentimiento acojan a tiempo estos mensajes, testimonio de mí amor.

Te bendigo hijo mío, y contigo bendigo a todos aquellos que creerán.

 

23 de noviembre de l975

 

LAS GRANDES VERDADES

 

De los labios de la Sabiduría ha salido el dicho: "Meditare novissima tua et in aetenum non peccabis".

El Espíritu Santo ha querido poner ante vuestras almas cuatro grandes realidades:

Muerte – Juicio – Infierno – Paraíso.

Por tanto se muere.

La muerte es una realidad concreta, una realidad de la que, indirectamente, hacéis experiencia todos los días: un día haréis también la experiencia personal.

Sin embargo hijo, podrá parecer no cierto pero en realidad nadie se ocupa de ella; se vive más o menos alegremente, como si no se debiera morir.

¿Quién es el que conduce a los hombres, a los cristianos, a los sacerdotes, a olvidar lo dicho por el Espíritu Santo, aquello de reflexionar sobre la muerte, la mordaza de la que ninguno podrá escapar?

¡Es Satanás! Siempre él, que cerca al alma humana con sus astucias y seducciones, con sus mentiras: Sicut leo rugiens quarens quem devoret.[24]

Se os ha puesto en guardia.

Se os ha dicho que ruge, pero no os puede morder si no en el caso de que vosotros os expongáis voluntariamente a sus pasadas.

Sobre este tema disponéis de mucha luz. Las Sagradas Escrituras, las vidas de los Santos y de los Mártires, y toda una historia de luchas tremendas entre el hombre y el Príncipe de las tinieblas. Recordad al Angel de Tobías que libera a Sara, y otros miles de episodios.

 

El Ángel custodio

 

En esta lucha, al lado del hombre, al que Yo no he querido solo, porque de otro modo la lucha habría sido desigual, he puesto un Angel mío, un Angel siempre preparado para intervenir en cualquier momento que es requerido.

Por desgracia la incredulidad hace, sí, que pocos recurran a él.

¡Cuántas veces mis Angeles, vuestros custodios están obligados a la pasividad casi absoluta por la incredulidad de los hombres! ¡Cuántas veces se ven obligados a retirarse para no asistir a la destrucción que el hombre hace de si mismo!

¡Pobre hombre que vas andando a tientas en las tinieblas, cuando Yo te he trazado un camino de luz!...

¿Medios de defensa? ¡Pero si son tantos!

Están los Sacramentos, los Sacramentales, la oración. Pero ningún medio es útil cuando el alma está en la oscuridad, y hoy muchísimas almas están en la más profunda oscuridad. La falta de fe lleva tinieblas a las almas.

 

Si no hacéis penitencia

 

La crisis de fe más grande, desde la creación del hombre hasta hoy, es la actual.

Una formalista costumbre de vida cristiana hace ilusionar a muchos de estar en el camino justo. Algunos sacerdotes creen estar en el camino justo como lo creían los sacerdotes, los escribas y los fariseos en los tiempos en los que Yo estuve en la tierra en mi visible Humanidad.

En todos los tiempos y en todos los lugares la lucha entre el bien y el mal lleva el mismo sello inmutable.

Si la humanidad atea de hoy no se pone en pie y no procura sacudirse el polvo y el humo que le nubla el alma perecerá en gran parte.

No serán los sarcasmos ni las ironías de los pseudo-teólogos y de los sacerdotes insensatos y soberbios, no serán las artes de los manipuladores de corrupción en todos los sectores de la vida privada y pública, lo que evite la ruina que el hombre neciamente esta provocando.

Di fuerte que el tiempo está contado, grítalo fuerte como Jonás: "Si no hacéis penitencia pereceréis".

Dilo fuerte que de Dios no se puede reír impunemente.

Grítalo fuerte que la hora de las tinieblas no es querida por Dios sino por los hombres mismos.

Grítalo fuerte que mi Madre ha hecho mucho para alejar del mundo la catástrofe.

Recuérdales a todos: Lourdes, Fátima y miles de intervenciones muchas veces sofocadas precisamente por obra de aquellos cuya tarea era la de juzgar con mayor objetividad y menor respeto humano. Han tenido miedo del juicio del mundo...

Aquí está su culpa: no la verdad, sino a sí mismos han puesto delante. Y ahora hablan sólo de la Misericordia de Dios y no de sus responsabilidades.

¿También al pronunciarse sobre estos mensajes otra vez más será rechazada la luz?...

Yo los quiero a todos salvos, pero ellos oponen resistencia. Aman la oscuridad. En las tinieblas perecerán.

Tú no temas; continúa siéndome fiel. Estás en Mi Corazón y aquí nadie te podrá tocar, ni siquiera rozar.

Te bendigo, hijo mío; ámame y camina derecho ante Mí. Soy el Camino que muchos se niegan a transitar.

 

24 de noviembre de 1975

 

LA VOLUNTAD DE DIOS

 

Hijo, escribe cómo quiero Yo a mis obispos, a mis sacerdotes y a mis fieles.

Si los de esta generación no aceptan la transformación de su vida que desde hace tiempo y con tanta insistencia he pedido, entonces me proveeré Yo a la necesaria reforma de vida.

 

A Mí los medios no me faltan; si no se proveen ellos a conformarse a la voluntad divina, proveeré Yo a fin de que el divino querer sea cumplido.

Os maravilláis, al leer en la Biblia de la dureza de corazón de los sacerdotes y de los doctos del pueblo de Israel; pero vosotros no lo sois menos que ellos. ¿Tardos y duros de corazón qué esperáis todavía? ¿No os han bastado los signos que os fueron dados?

Yo quiero a mi Iglesia hecha nueva, purificada de la suciedad de la que está actualmente invadida.

No os engañéis. Os repito que soy el Dios de la Misericordia, pero, de mi Misericordia ¿qué habéis hecho? ¿Por qué no queréis entender que en Mí, Misericordia y Justicia son la misma cosa?

No tenéis el poder de destruir mi Justicia, como tampoco el poder de destruir el Infierno del que ya no queréis oír hablar.

¿Acaso dejo Yo de ser la Misericordia cuando, por Justicia soy obligado a excluir de la Casa de mi Padre a los réprobos, a los impenitentes? ¿Y qué Juez sería Yo si diera el mismo veredicto a los buenos y a los malos?

Entonces, anulada la justicia, según vuestro pecaminoso modo de razonar, se debería anular también el Juicio, tanto particular como universal, y se debería también admitir que la vida terrena no es tierra de exilio, ni tiempo de prueba y las cosas deberían continuar así como están, No habría tampoco la separación del trigo bueno de la cizaña, ni de los réprobos de los justos. Mis enseñanzas estarían infectadas de errores...

 

La voluntad de Dios

 

No, hijo mío, Yo no puedo errar. Os habéis dado tal modelo de vida que contrasta con mi doctrina y con mis ejemplos.

Yo soy el Camino. El que quiera venir detrás de Mi, obispos, sacerdotes, fieles, deben seguirme.

En un anterior mensaje "El camino” se dice claramente: "Yo he iniciado con la humildad, con la pobreza, con la obediencia a mi Padre, usque ad mortem”[25]

"Yo me he adaptado a la divina voluntad del Padre, pero ¿quien trata hoy de cumplir la voluntad de Dios?

Ni siquiera se trata de conocerla.

¿Cómo pues deben ser mis pastores, mis sacerdotes y mis fieles? ¿Pero hay algo más limpio y más claro en mi Evangelio? Sin embargo no ven, oscurecidos por la soberbia o por una y la otra de las dos concupiscencias.

Vengo a la luz de esta vida terrena; mis Ángeles no van a comunicarlo a los poderosos y a los ricos      de la tierra, sino a los pastores, gente humilde y casta, gente justa y honesta.

Los pastores vienen a ofrecerme su saludo, a darme su amor.

Nacido en acto de infinita humildad, alrededor mío he querido a los simples, a los humildes y a los puros de corazón. Así quiero a mis obispos, a mis sacerdotes, a mis fieles, y así serán en la Iglesia purificada.

Mi Padre me ha dado a José como Padre legal, el hombre justo.

¿Qué quiere decir hombre justo? Hombre santo que practica la justicia, hombre humilde, hombre puro.

Pero si los obispos y mis sacerdotes quisieran reflexionar un poco, deberían entender claramente lo que Dios quiere de ellos.

 

Simplicidad y pureza

 

No hablo de mi Madre, Reina de todas las virtudes, de mi Madre que única entre todas las mujeres, y bendita entre todas, fue hecha partícipe (en el modo precisado en mensajes anteriores) de mi Sacerdocio. Ella es por tanto modelo de todas las virtudes para obispos y sacerdotes.

¡Como fue mi Madre, así deberían serían ser todos mis obispos y mis sacerdotes!

Bastaría meditar para aprender.

Entre mis Apóstoles hubo uno particularmente predilecto, Juan. Tuvo las confidencias de mi Corazón misericordioso. La humildad, la simplicidad y la pureza de Juan raptaron mi Corazón.

Entre mis apóstoles otro de corazón soberbio y de espíritu impuro, a pesar de mi Misericordia acabó desesperado en el Infierno. No quiso acoger los impulsos de mi amor y de mi misericordia sino que escuchó la voz insidiosa de las más torpes pasiones.

Y luego, ¿quiénes fueron los santos? Fueron mis verdaderos amigos.

Podría continuar citando mis enseñanzas con relación a esto, para traer a tu memoria hechos y ejemplos pero considero esto suficiente.

Te bendigo, hijo mío. Ofréceme tus sufrimientos para unirlos a los míos para que se haga luz en el espíritu de quien vive en las tinieblas.

 

25 de noviembre de 1975

 

LA FLOR MÁS BELLA

 

¿Cuál es la flor más bella del Paraíso y de la tierra?

¿Cuál es, hijo mío, la obra más bella de la Creación?

¿Cuál es, hijo mío, lo que mayormente es querido a la Trinidad Divina?

Es el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra Madre, objeto del amor eterno de Dios, Uno y Trino.

Pues bien, de lo que le es más querido a su Corazón, Dios ha querido hacer don a vosotros.

Flor estupenda y fragante, tiene en sí los perfumes de todas las virtudes, flor que no tiene competencia ni en el Cielo ni en la tierra, tanto se separa por su belleza de los Ángeles y de todas las criaturas de la tierra.

Dios la ha mirado a Ella desde siempre, Dios la ha amado y la ha hecho objeto de sus complacencias desde siempre; Dios la ha querido junto a Él para la realización de su infinito proyecto de amor. La ha hecho Corredentora, Madre, Reina, la ha hecho poderosa.

Ante Ella se someten las jerarquías angélicas y las generaciones humanas la llaman Bienaventurada.

Dios ha amado a los hombres hasta el punto de dar por ellos a su Hijo y después del Hijo, la Madre. Pero los hombres no siempre han demostrado y demuestran haber entendido el don de Dios.

Flor hecha de candor inmaculado, de pureza, de amor, de generosidad. Flor única en el Cielo y en la tierra, nunca habrá otra igual. Ella es la verdadera obra maestra de Dios, comparada con la cual todo está descolorido y todo es poco.

Pues bien, esta Madre tiene una capacidad de amor que no tiene límites. Los que no admiten esto, porque dicen que no creen en las numerosas intervenciones de Mi Madre en favor de la Humanidad peregrinante en la tierra, no saben lo que es el amor; su corazón es árido, su mente está oscurecida hasta el punto de no ver.

 

No conocéis el Amor

 

Ya te dije que fe, esperanza y amor no pueden estar nunca separadas; son (un poco como las Personas de la Santísima Trinidad) distintas pero unidas por ser una en tres. ¿Cómo podría ser de otra manera? Son virtudes sobrenaturales participadas al alma de todo cristiano por Dios mismo, por lo que el cristiano se hace hijo de Dios, partícipe de Su naturaleza y por tanto semejante a Dios.

Pobres hijos míos, pobres sacerdotes qué mísera vida es la vuestra ¡no conocéis el amor! Qué triste vida es la vuestra; ¡no conocéis la causa motriz de la alegría, de la esperanza! No conocéis la fuerza que hace vencer las pruebas y las dificultades; ¡qué corrupta naturaleza es la vuestra!

Mundo y Demonio ponen continuamente obstáculos en vuestro camino; por eso estáis frecuentemente por los suelos. ¿Porqué estáis intranquilos y rebeldes? Porque donde no hay amor hay resentimiento que degenera, aún en ministros míos, no pocas veces en odio.

No hijos, no hay zonas neutrales o se está en el área del amor infinito de Dios o se está en el área del Enemigo de Dios y del hombre, es decir de Satanás.

Por lo tanto, no creer o incluso sólo dudar de las numerosas intervenciones mías y de mi Madre en favor de la Humanidad (intervenciones siempre realizadas según la necesidad de los tiempos) es como negar la esencia de Dios que es amor, y la realidad de la Flor más bella de la tierra y del cielo, que es el Corazón Inmaculado de mi Madre.

El amor tiende necesariamente al objeto amado, el amor se vuelca sobre el objeto amado. No entender esto es no entender la naturaleza del amor.

Ya he lamentado el comportamiento de la Jerarquía sobre este punto al que no se le ha dado la necesaria importancia. No se ha indagado suficiente ni objetivamente. Los juicios dados por muchos Obispos han estado condicionados por miedos, por temores personales, el miedo a comprometerse etc.. No se ha buscado la verdad, sólo la verdad, despojándola de todo elemento extraño. Siempre el terrible yo aflora en todas las acciones, el miedo a la responsabilidad; en fin, ellos mismos primero, los intereses de Dios y de las almas después...

¡Cuánto tiempo perdido, cuántas almas obstaculizadas, cuántas condenas injustas! ¡De cuánto bien han sido privadas tantas almas! Es tremenda la responsabilidad de los que tienen autoridad de indagar, de juzgar con verdad y justicia y no con cobardía e injusticia. Con mentira se comportan cuando anteponen su propia persona a los verdaderos intereses de Dios. Con injusticia se causa daño a las almas con injustas condenas.

 

Amor sin medida

 

Hijo, quisiera hacerte comprender con una comparación el grandioso plan de amor de tu Señor:

Imagina unos padres que tienen un único hijo al que aman locamente y forma el objeto, la finalidad de su vida. Pues bien, un día se les pide dar ese hijo para salvar de la muerte a otras muchas criaturas humanas.

Estos padres aun amando con un amor indescriptible al hijo, firman ellos mismos su muerte. El hijo, que a su vez ama desmesuradamente a sus padres, consiente sacrificarse por tantos hermanos suyos. Amor sin medida del padre y de la madre por el hijo, amor sin medida del padre y de la madre por los condenados a morir sin el sacrificio del hijo, amor sin medida del hijo por sus padres y por sus hermanos menores que salvar.

El Amor tiende a dar y a darse, Dios ama infinitamente al Hijo y lo da por la salvación de la Humanidad, el Hijo ama infinitamente al Padre y acepta morir por la humanidad.

El Padre celestial y la Virgen aman respectivamente a su Hijo y lo dan por la salvación de los hombres.

El amor del Hijo por el Padre celestial y por los hombres se encuentra en su Corazón misericordioso así como el amor de mi Madre y vuestra por Dios Uno y Trino y por vosotros se encuentra en su Corazón Inmaculado. Pero ¿qué saben de este misterio de amor mis incrédulos sacerdotes?

¡He aquí su aridez espiritual, he aquí porqué no quieren sufrir! El sufrimiento es el alma del amor...

Esto sí lo han entendido las almas víctimas. Pero los sacerdotes ¿qué saben de esto y qué cosa tienen para dar a las almas si están privados del amor?

¿Qué cosa tienen para dar sino a sí mismos? He aquí porqué se buscan siempre a sí mismos, aunque hablan hipócritamente con palabras de amor. Sus palabras rebuscadas serán siempre frías y privadas de cualquier fuerza de penetración. Son unos mercenarios que no hacen nada sin contentarse a sí mismos, que no saben qué cosa quiere decir adecuarse a la voluntad divina, ya que esto exige amor.

Son egoístas. Por fuerza: son orgullo, por lo tanto egoísmo; son mercenarios que en un mañana próximo, cuando los lobos entren en medio de la grey para descuartizar a las ovejas, huirán a millares, dejando detrás de sí sólo ruinas.

Traicionarán a Dios y a los hermanos; no verán sino a sí mismos.

¿Cómo podrían amar si nunca han conocido el amor? Y esto es por culpa de ellos, hijo, por su culpa, porque han dejado caer en el vacío los impulsos de mi Gracia.

Qué tremenda visión, qué zona oscura son estos sacerdotes míos, hijos de mi Iglesia. ¡Cuánto frío y hielo en torno a ellos!

"Qui non diligit manet in morte"[26]. Están sí, en la muerte porque el alma sin amor esta muerta; están en la oscuridad tanto por no ver, como por no creer lo que las almas simples ven y creen; son peso muerto para mi Iglesia, son miembros gangrenados de mi Cuerpo Místico, son un sufrimiento y un daño incalculable para ellos y para las almas. Son sarmientos separados de la vid, son como la higuera maldita que producía sólo hojas y nunca frutos.

¡Pobres hijos! Orgullo y presunción los han hecho perder el camino firme, son incapaces de ascender hacia las conquistas del bien, no tienen la fuerza de subir a la cumbre de la Santa Montaña.

Es necesario despertarlos de ese sueño de muerte por el que están atenazados.

¿Cómo, oh Señor?

“Hijo mío, lo sabes: ¡humildad, oración, y sufrimiento!

Con la humildad se abate la soberbia, con el sufrimiento se enciende el fuego, con la oración se constriñe a Dios a la Piedad y a la Misericordia.

Hijo, he aquí porqué quiero que los Obispos intenten dar vida en las Parroquias a la institución de mis amigos, a la "Pía Unión Amigos de Jesús Eucaristía”. Deben comprender que ésta es una cuestión de fe y de amor. Es mucho más importante que tantas otras actividades encender el fuego del amor, encender los braseros de fe y de caridad.

En todas partes es posible, no importa el número de los que se adhieran, importa que en todas las parroquias, los amigos de Mí presente en el Misterio de la fe y del amor, se conviertan en mis aliados para salvar a las almas en peligro.

Es necesario para que en la hora de las tinieblas que se avecina, las almas de los fieles sepan dónde pueden templarse y alimentarse y tengan un punto seguro para no perderse en la oscuridad de la noche.

Cuesta poco, por eso háganlo mientras tienen tiempo. Ahora basta hijo, quien tenga oídos para oír que oiga.

Te bendigo, ofréceme tus sufrimientos, estáte Conmigo. Esta noche te has desvelado y me has consolado con tu amor.

 

26 de noviembre de 1975

 

EL ENEMIGO CON EL QUE HAY QUE ENFRENTARSE

 

Yo, Verbo Eterno de Dios, Palabra del Padre, he hablado a los hombres, he anunciado la verdad.

La verdad irradia luz y había necesidad de luz porque las sombras de la muerte habían bajado sobre la humanidad culpable, envolviéndola y aprisionándola como en una mordaza tremenda y venenosa.

La lucha ha tenido inicio pronto. Es la lucha entre luz y tinieblas entre verdad y mentira, entre vida y muerte. Los primeros padres culpables, corren a ocultarse entre la espesura de la vegetación, tienen miedo; sienten la necesidad de cubrirse, tienen vergüenza, advierten los primeros efectos de su culpa.

Pero Yo, Palabra de Dios, Luz del mundo, irradié verdad y luz sobre los progenitores envueltos en tinieblas de muerte, y obtenida su confesión, anuncié la victoria por medio de María: "Has insidiado a la mujer, la mujer te aplastará la cabeza, te arrastrarás sobre la tierra, morderás el polvo y serás maldita entre los animales que pueblan la tierra".

He aquí la guerra en el mundo, he aquí el inicio del duelo sin descanso ni tregua que tendrá su epílogo al final de los tiempos con el Juicio Universal. Aquel será el gran día que consagrará con el sello divino la gran victoria de Mí, Palabra de Dios y Luz del mundo, sobre la mentira.

Vosotros, hijos míos, desde la creación y caída del hombre hasta hoy, no habéis comprendido aún que toda la historia de la humanidad se centra en esta guerra. He dicho: toda la historia de la humanidad. Todos los esfuerzos de las tenebrosas potencias del mal consisten concretamente en esto: desviar del espíritu humano la real visión de esta lucha dramática lucha sin tregua entre Mí, Palabra de Dios hecha Carne, y Satanás con sus legiones.

Toda la historia del Misterio de la Salvación se emperna aquí. La historia del Cuerpo Místico se centra aquí. La historia de la humanidad tiene aquí su razón de ser. Pero ¡que todo esto no sea comprendido por muchos Obispos y por muchos, muchos sacerdotes es paradójico!

 He aquí porqué hemos llegado a esta catastrófica situación. Si los que debieran vigilar no conocen el peligro del que cuidarse ¿a qué cosa se reduce su vigilancia?

 Si los que deben guiar no conocen el camino justo ¿qué guías son?

 Si los que deben combatir no usan las armas adecuadas para vencer están destinados a la derrota.  Así fue al principio, Adán y Eva tenían fuerza y poder en abundancia para vencer la trampa del enemigo, pero eran inexpertos en el modo de defenderse contra el ardid de la mentira, que ellos no conocían.

 

No podéis ignorar

 

Mucho más grave es para vosotros que no podéis ignorar, después de siglos y siglos de esta lucha, de qué carácter es el enemigo al que debéis enfrentaros.

Adán y Eva buscaron una justificación a su culpa; la achacaron al tentador tratando después de haber pecado, de descargar la culpa sobre el adversario.

Así harán muchos obispos y muchos sacerdotes en su vana tentativa de alejar de ellos la responsabilidad. Han tenido y tienen miedo de tomar su responsabilidad. Motivos de prestigio personal les ha hecho ceder al Enemigo, y esto infinidad de veces; primero el prestigio personal, primero la dignidad...

Hechos globos suspendidos en el aire en nombre del prestigio han venido a menos en sus compromisos que debían tener el primer puesto.

Han cedido al respeto humano y a otras mezquindades indignas de un pastor de almas.

¡Han sido los primeros en no usar las armas apropiadas! Humildad, pobreza, sufrimiento, oración... ¿Cómo podrían usarlas los otros? Dirán que han rezado. Pero la oración debía tener el primer lugar y el mayor tiempo, en realidad ha sido relegada al último puesto.

He invitado a sacerdotes y obispos a una confrontación, háganlo antes de que sea demasiado tarde, una confrontación entre su vida y mi vida en la tierra, entre el camino recorrido por ellos y mi camino.      Ahí podrán ver sin peligro de engañarse, la realidad.

Si en verdad tuvieran el valor, debería salir de esta leal comparación todo el pus que tienen dentro.

¿No valen los ejemplos de los grandes obispos? ¿Y para los sacerdotes el Santo Cura de Ars no dice nada? Negado y despreciado pasaba horas y horas orando, pero la Gracia divina en él era tal que convertía hasta las piedras.

No debéis vosotros adaptaros a los tiempos, sino que los tiempos deben adaptarse a vosotros. ¡Qué responsabilidad el haber abdicado de la lucha! Si vosotros sois obispos y sacerdotes, lo sois en virtud de esta lucha. Sin esta lucha no tendríais razón de ser. Y muchos lo ignoran.

Hijo, te bendigo, no temas, mírame y ¡adelante en tu camino hasta el gran encuentro! Entonces las espinas se convertirán en rosas maravillosas desconocidas en la tierra del exilio.

 

27 de noviembre de l975

 

NO ESTAMOS LEJOS

 

Hijo, me has manifestado tu deseo de conocer y comunicarte con el santo Mártir Octavio, aquí está:

“Soy San Octavio, Mártir romano. Quiero sepas que en el Paraíso no se vive una vida de inercia sino una vida intensamente activa.

En el Paraíso se tiene la plenitud de la vida. Entra dentro de lo normal el deseo de comunicarse entre nosotros; el Cuerpo es único, una sola es la Cabeza; también las actividades, mientras los peregrinos en la tierra no se desvíen en cosas dañinas al cuerpo entero y lesivas de los derechos de todos los miembros, ante todo los de la Cabeza.

Hermano mío, no te ha faltado jamás, desde tu nacimiento y no te faltará hasta el fin de tus días terrenos, la asistencia y ayuda que se nos ha consentido.

Mucho más grande habría sido si más intenso hubiera sido tu deseo de recibirlas y más frecuente tu requerimiento. La Bondad Divina nos ha concedido el encuentro, entonces pongámonos de acuerdo para una colaboración recíproca más fecunda. Es alegría para la Bondad divina y gozo para nosotros, hermano mío, volver nuestras relaciones más íntimas, hacerlas más frecuentes, más confidenciales y sobre todo más fecundas de bien.

¡No estamos lejanos de vosotros, hermano¡ Es un error el pensarlo, somos miembros libres e inteligentes del mismo Cuerpo. La misma Vida divina nos alimenta a nosotros y a vosotros. Es sólo que nosotros os amamos mucho y vosotros nos amáis mucho menos, nos amáis tan poco que os olvidáis de nosotros.

 

La comunión de los santos

 

Pero tú sabes, hermano, que el amor tiende necesariamente a la unión, a la unión perfecta. ¿Cómo se puede volverla fácilmente realizable? No puede realizarse si el amor es unilateral.

¡Hermano mío, dilo a todos que el bien en la tierra podría ser inmenso, incalculable si vosotros, todavía peregrinos, vivierais como nosotros ardientemente deseamos vivir (y lo vivimos en la medida que vosotros lo consentís) el dogma de la Comunión de los Santos!

En el Paraíso no se puede uno entristecer por nada, de otra manera no sería felicidad perfecta, pero si algo nos pudiera entristecer sería ciertamente esto, el haber perdido inmensas posibilidades de bien y haber descuidado una fuente maravillosa de recursos Espirituales y también materiales para el bien personal y social de la Iglesia.

Por bondad divina nos sea concedido encontrarnos y comunicarnos con mayor frecuencia para honor y gloria de nuestro tres veces Santo Dios, Uno y Trino.

 

27 de noviembre de 1975

 

PEQUEÑAS Y GRANDES COSAS

 

Jesús, antes de darme su bendición como suele cada noche, me ha dicho:

Hijo, ámame, acuérdate que ante Mí nada es grande ni nada es pequeño. Acuérdate que es precisamente en las pequeñas cosas, en las cosas más diminutas donde se demuestra el amarme y amarme ardientemente.

...Aquella sonrisa dada a una persona que te molesta, aquel acto de humildad hecho en el momento justo, aquel acto prontamente retirado, aquella generosidad en responder a los impulsos de mi gracia, aquella puntualidad en el trato con terceros, ese saber escuchar (y podía continuar todavía), son pequeñas y grandes cosas que enriquecen la nobleza del espíritu.

Ellas me dan alegría y son testimonios de un auténtico amor.

Hijo mío, quiero que me ames así. Así harás feliz a tu Jesús.

Quien me es fiel en lo poco, me es y me será fiel en lo mucho.

                                                                                             

28 de noviembre de 1975

 

OBRA MAESTRA DE LA TRINIDAD

 

Hijo mío, escribe:

Te he dicho ya cómo quiero a mis sacerdotes aunque me he limitado a las cosas principales.

Ahora quisiera hacerte comprender cómo al sacerdote sensible y atento a las llamadas de la gracia, lo quiero plasmar, naturalmente no sin su consentimiento.

A veces me basta con que no ponga obstáculos a la obra de mi cincel, obra que no sólo enriquece al sacerdote de méritos y de virtudes, sino que lo hace una obra maestra de la divina Trinidad.

De él se deleita el Padre, de él se goza el Espíritu Santo, quien se servirá de sus labios para manifestar la sabiduría que irradiará luz en las almas.

De él está contento su Jesús, que hará de él una cascada de gracias que penetrará las almas con las que esté en contacto.

De él Jesús hará otro Sí mismo, que pasará por el mundo atrayendo hacia sí con la fuerza de la oración, con la potencia del sufrimiento. Como Yo, triunfará en las humillaciones y en las incomprensiones de aquellos que lo rodean.

Hijo, el sacerdote que Yo quiero debe estar atento a mis palabras. El sacerdote que Yo quiero debe estar atento hacia Mí en la donación de todo él mismo a Mí y a los hermanos, como Yo me he dado todo al Padre y todo a vosotros.

El sacerdote, según mi ejemplo, debe ser el hombre de la oración.

 

Árido desierto

 

Hijo mío ¡qué vuelco de situación en mi Iglesia! No se reza o se reza mal, es una oración material.

Por esto no hay más vocaciones. Cómo podría Yo suscitar vocaciones para hacer de ellos no sacerdotes, sino servidores de Satanás, porque ésta es la realidad; muchos sacerdotes en vez de ser mis ministros se han puesto al servicio del Demonio.

Mis verdaderos sacerdotes saben bien que a la oración se le debe dedicar un tiempo considerable; es solamente con la oración y con el sufrimiento, hoy aborrecido, con lo que el sacerdote se vuelve fuerte por la misma fortaleza mía.

El sacerdote que quiero Yo, vive de fe. Es imposible que un sacerdote no sea el hombre de la fe.

¿Pero crees tú que tuviesen fe los que me han abandonado para correr tras los fatuos placeres del mundo? ¿Crees tú que tienen una gran fe todos los que han quedado? No, por desgracia...

¡Qué horrorosa aflicción, qué árido desierto ha creado el Enemigo en mi Iglesia!

El sacerdote que Yo quiero, el sacerdote de la Iglesia purificada para una nueva vida, debe tener en sí, también el fuego del amor. ¿No he venido a la tierra para encender el fuego y qué quiero sino que el fuego arda y se inflame hasta crear un gran incendio? Sin embargo los corazones de algunos pastores y de muchos sacerdotes están hinchados de soberbia y por lo tanto de egoísmo.

El verdadero sacerdote me anhela día y noche a Mí, como el ciervo sediento anhela aguas frescas y limpias.

¿Crees tú que me buscan tantos sacerdotes de esta generación? No, hijo mío, desean el coche, sueñan con el matrimonio, aman los salones, los lugares públicos, algunos incluso los cafés, aman las películas hasta inmorales, se pegan a la televisión.

Algunos tienen corazón para todas las vanidades y comodidades, menos para su Dios. En vez de ¡Dios sobre todas las cosas! ¡Todas las cosas sobre Dios!...

 

No tienen el valor

 

¿Y los Obispos? Algunos de ellos duermen. Si saben, no tienen el valor de echar mano a la segur, y entonces buscan nuevos medios, nuevos caminos. Nuevos caminos no existen, como tampoco existen otros medios fuera de los indicados por Mí, frutos de mi Redención.

Los Obispos, en nombre de la prudencia, continúan cometiendo imprudencias. ¡Cuántas han cometido, con daño gravísimo para las almas y para la Iglesia a la que han sido llamados a presidir!

En nombre de la prudencia duermen porque, en muchos casos, son los miedosos que fingen un amor y un cuidado que no tienen, y una paternidad que, en no pocos casos, no es sincera.

Hay quien obra por cálculo; pero el amor no hace cálculos, el amor marcha en otra dirección,  el amor todo lo supera, todo lo vence y no se pierde en tonterías. El amor es fuego que arde, que quema, que no se detiene.

Lean bien a San Pablo sobre este punto y muchos de ellos deberán admitir que marchan por un camino opuesto, o casi, al indicado por el Apóstol.

Te he dicho, en mensajes anteriores, que Yo quiero a mis sacerdotes santos; ahora te he especificado mejor lo que el sacerdote debe y lo que no debe ser para llegar a ser santo.

Te bendigo, hijo mío. Reza y sufre por la conversión de los sacerdotes.

 

2 de diciembre de 1975

 

EL PROGRESO MODERNO ES PAGANISMO

 

Hijo mío, escribe:

El progreso moderno es arma mortífera con la que Satanás aleja almas y almas de las fuentes de agua viva, para llevarlas a un desierto y luego abandonarlas para que mueran de sed.

Quien debía poner en guardia a las almas de los bautizados de este grave peligro, se ha dejado deslumbrar también.

Sin oponer resistencia ni advertir a la grey del gravísimo peligro hacia el que iban al encuentro, ha seguido al Enemigo, que así ha podido alejar de la luz de la fe grey y pastores.

Demostrarte cuán cierto es esto, me parece superfluo; ¿quién no ve hoy profanada y desencuadernada la familia?

¿Quién no ve hoy la escuela, de santuario transformada en una fosa infernal, donde con el pretexto del progreso y de la evolución de los tiempos, los niños son iniciados oficialmente en el pecado?

¿Quién no ve cómo el cine y la televisión se han convertido en cátedras con millones y millones de alumnos que absorben ávidamente lecciones de violencia, crimen, adulterio?

Son cátedras en las que el veneno del ateísmo es inculcado a todas horas del día y de la noche con noticieros embusteros, con películas exaltando el divorcio y el aborto; con canciones insinuando el amor libre, la sensualidad. La inmodestia es exaltada y glorificada a través del nudismo, la inmoralidad de las costumbres. La difusión de errores de todo género es cotidianamente acogida como una conquista de libertad.

 

En nombre de la libertad

 

En nombre de la libertad se mata, en nombre de la libertad se corrompe, en nombre de la libertad se llevan a cabo las más perversas empresas.

No te hablo de lo que sucede en villas, en casas particulares, en lugares públicos; toda aberración, toda perversión e iniquidad es consumada. Aquí Satanás desfoga todo su odio contra la naturaleza humana, degradándola, destruyendo en ella todo pudor y sentido de dignidad, pisoteándola, humillándola en todas las formas consentidas por su astucia degradada.

¿Qué decir de la prensa, otra jactancia del progreso?

También ella es un medio de comunicación domesticado al servicio del mal.

La prensa buena tiene una acogida muy fría y mucho menos amplia que la prensa mala. Mira los diarios: están pasando en buena parte al servicio del ateísmo. Este seudo-progreso, (progreso material pero impresionante retroceso moral y espiritual) ha sido aceptado sin reacción, sin embargo es evidente en él la presencia soberbia del Maligno, que ha hecho de ello un arma para matar a Dios en las almas.

No sólo no se ha reaccionado, sino que no pocos lo han exaltado y muchos hombres que debían, unidos, poner un dique a esta invasión satánica la han seguido.

He aquí entonces que mis ejemplos y mis enseñanzas están en perfecto contraste con los principios y costumbres de esta civilización del pecado.

De aquí el celo desenfrenado, por conciliar lo irreconciliable, de muchos ministros y pastores míos que, quieren cambiar y reformar todo. He aquí la lluvia de innovaciones que, según ellos, deberían hacer posible servir a dos amos a la vez. Quisieran fundir juntos luz y tinieblas, volver lícito lo ilícito, aumentando los escándalos, heridas y divisiones en mi Iglesia.

Estos innovadores han olvidado lo verdaderamente importante: renovarse a sí mismos. Ellos, una vez renovados habrían podido proceder, con sabiduría, a una sensata actualización, a una útil reforma.

 

Para salvar a las almas

 

Los que hoy se aferran a mi misericordia, tendrían razón, si no olvidaran cosas de capital importancia:

— Vale el alma más que el cuerpo, ¿sí o no?.

— Si es sí, ¿sería misericordia, dejar que se perdieran las almas, por salvar los cuerpos?

Yo no soy el Dios de la venganza, sino que soy el Amor infinito y eterno, es decir desde la eternidad Yo os amo infinitamente a vosotros.

Yo no quiero la ruina de los hombres sino que, porque soy Amor, quiero su salvación, la salvación eterna. Vosotros me habéis abandonado, me habéis pospuesto a vuestra civilización pagana que habéis aceptado y con la que habéis pactado, rebajándoos a los más indignos compromisos.

Ahora comenzáis a vislumbrar confusamente el abismo que hay bajo vuestros pies y apeláis a mi misericordia. Será precisamente mi misericordia la que impedirá a la almas continuar perdiéndose, sometiendo la cercana hora de la justicia a la misericordia, por lo que mi Iglesia, nacida a vida nueva llevará a cabo los fines para los que Yo la he querido.

Estás cansado y no te sientes bien hijo mío; por esta noche basta. Te bendigo. Ámame.

 

3 de diciembre de 1975

 

SE HAN PASADO AL ENEMIGO

 

Escribe, hijo mío:

Yo, Jesús, Verbo de Dios hecho Carne, veo hoy a mi Iglesia en un modo muy diverso a aquel en el que Yo la he estructurado al principio.

¿Qué ha quedado de la estructura verdadera, genuina? Casi no la reconozco ya...

¿Son los Obispos de hoy los Apóstoles de ayer? ¿Están guiados por el mismo celo desinteresado de los primeros tiempos? ¿Es el mismo espíritu de humildad y de pobreza el que los guía? ¿Los sacerdotes de hoy son semejantes a los discípulos de ayer? No, hijo mío.

No quiero decir que también al inicio no hayan faltado los débiles y los desertores, pero el espíritu de los buenos era el espíritu de Dios. La fe que los animaba, la esperanza que los sostenía era de Dios, la caridad que los unía era caridad verdadera, tanto que los paganos observando el espíritu que los animaba decían: "mirad cómo se aman" y eran atraídos hacia ellos.

Hoy, hijo mío, las cosas son bien diversas. Siempre hecha la excepción de los pocos verdaderamente buenos y santos, ni siquiera los Obispos aman con la verdadera caridad de Cristo a sus sacerdotes, untuosos exteriormente, pero interiormente fríos, como el metal.

Luego entre los sacerdotes, el amor fraterno está hecho a menudo de palabras vacías; impera la malevolencia más que la fraternidad.

Siempre dispuestos a aliarse con cualquiera con tal de atacar a un hermano, siempre dispuestos a transformarse era abogados defensores de Dios contra otro Sacerdote. No hablemos luego de las envidias, celos y resentimiento que hierven a continuación en la olla del Demonio, con maledicencia y hasta con calumnias con las que Satanás riega la Iglesia de nuestros días.

Te recuerdo también las lesiones inferidas a mi Cuerpo Místico por los pecados contra el sexto y noveno Mandamiento.

Los sacrilegios son incontables, y se consuman con una indiferencia que tal vez ni Judas conoció. En un reciente mensaje aludía al pus que se ha acumulado en el interior de mi Cuerpo Místico.

Oh, si se pudiera sajar Mi Cuerpo Místico como se corta el cuerpo físico, el pus saldría fuera con gran violencia.

No puedo permitir, hijo, que las almas continúen precipitándose en el Infierno.

¡No puedo estar pasivo mientras es inútil para muchísimas almas mi Sufrimiento infinito, inútil Mi Sangre, inútil mi misma muerte!

La Misericordia infinita reclama la hora de la Justicia contra la injusticia perpetrada por Satanás, homicida y ladrón, con la libre alianza y colaboración de personas que voluntariamente obran para la perdición de las almas que desde la eternidad Yo amo.

 

Tremenda responsabilidad

 

Hijo mío, si Yo te hiciera ver la tremenda responsabilidad de los Consagrados en esta obra de ruina, de tormento y de laceración de las almas en combinación con las fuerzas del Infierno, tú no podrías sobrevivir ni un instante...

Quiero que se sepa por todos que, persistiendo el mal moral y espiritual en mi Iglesia, la hora de la purificación no podrá ser prorrogada ni siquiera por las súplicas de mi Madre y por los sufrimientos de las almas víctimas, aun siendo tan eficaces.

La salvación de las almas es cosa de tal manera grande que a ella ninguna otra cosa debe ser antepuesta. Dios ve lo que vosotros no podéis ver.

La misericordia de Dios, la paciencia de Dios, la longanimidad de Dios son mucho más grandes que toda vuestra imaginación, pero no pueden tolerar más allá el estrago de almas perpetrado día y noche por el pecado

Hijo mío, ¿hasta cuándo los hombres, tan lentos para comprender, se darán cuenta de la futilidad de todas las cosas en las que malgastan tiempo y energías?

Aquí no hablo de los alejados, sino de los que incluso se dicen mis seguidores pero en su gran mayoría colocan Dios y el alma en el último lugar. Por Dios y por su alma jamás harían los sacrificios que hacen diariamente por los caprichos de su cuerpo del que se han hecho un ídolo. Piensa tú de los otros qué puedo esperar...

Pero lo que me causa más dolor es que mis centinelas, es decir mis consagrados, en buen número se han pasado al Enemigo.

Vosotros, os lo repito, afortunadamente no veis lo que Yo veo.

Veo todo, también los pensamientos más escondidos. Vosotros nunca podréis comprender la infinita tristeza de mi Corazón misericordioso y la tristeza del Corazón Inmaculado de mi Madre.

Se continúa transitando los senderos tortuosos de la hipocresía, y no se quiere por los más, acometer la vía maestra de la Cruz y de la oración.

Por ahora basta. Te bendigo; ofréceme tus sufrimientos. Ahora son grandes, pero sólo ofreciéndolos con amor, es como das alegría a Mi Corazón.

                                                          

3 de diciembre de 1975

 

SED PERSEVERANTES

 

Pido la bendición particular sobre los Reverendos Párrocos y Sacerdotes y para los adheridos de la Pía Unión que mañana, 4 de diciembre de 1975, primer jueves de mes, inician la adoración a Jesús, como Él mismo ha deseado ardientemente.[27]

 

Escribe:

“Hijos, mis delicias, mi alegría es estar con vosotros.

Desde la Eternidad os he amado; desde siempre sois el objeto de mi Amor. Por esto os he querido aquí, os quiero aquí ahora y también en el futuro. Soy olvidado por muchos, por muchos soy ofendido, insultado, traicionado, traspasado...

Mi amor no encuentra correspondencia adecuada y Yo, Dios, la busco en vosotros que habéis respondido sí a mi invitación.

Si también vosotros me amáis como Yo os amo, se establecerán nuevas relaciones de amistad entre Mi y vosotros.

Mi amistad, que Yo os ofrezco, Yo Dios, vuestro Creador y vuestro Señor, vuestro Todo, Alfa y Omega, es lo más precioso y grande que os puedo dar.

Vosotros vendréis aquí, todos juntos, al menos una vez al mes para estar como se está entre amigos, vendréis aquí para rezar y reparar por aquellos que rechazan y repudian mi amistad.

Sed perseverantes; guardaos de las astucias del Enemigo que hará todo por obstaculizaros en vuestros propósitos de bien.

Venid con el corazón abierto y Yo lo llenaré de mis gracias y de mis dones.

Hijos, será hermoso el encontraros aquí con vuestro Jesús.

 

6 de diciembre de 1975

 

DA MIHI VIRTUTEM CONTRA HOSTES TUOS[28]

 

Hijo mío, estas son palabras que todo fiel mío, todo sacerdote mío no sólo debe pronunciar con los labios sino que debe pronunciarlas con el corazón y con la mente, en humildad de espíritu y simplicidad de fe.

No por nada estas palabras han sido puestas en los labios de los cristianos y en particular de mis sacerdotes. Además de ser una oración, son una advertencia de extraordinaria importancia, son una indicación de la misión específica del cristianismo como soldado de Cristo, en la incansable lucha contra las fuerzas tenebrosas del infierno, enemigas de Dios y de la salvación de las almas.

 

Amigos de Satanás

 

He hablado en anteriores mensajes de las múltiples contradicciones en mi Iglesia. He aquí una estridente: se reza, se pide fuerza, potencia contra un Enemigo en el que no se cree en absoluto, o poquísimo y al que luego se rechaza combatir en el modo más conforme.

Es como si soldados y oficiales pidieran las armas y obtenidas se negasen a usarlas. ¿No es ésta, hijo mío, una inexplicable e injustificable contradicción? Pero la contradicción asume aspectos todavía más absurdos ya que no sólo no se combate al más peligroso enemigo, sino que muy a menudo se le coadyuva, se le da ánimos en su acción devastadora en las almas. ¡Cuántos sacerdotes herejes, soberbios y rebeldes, cuántos cristianos infieles y blasfemos, amigos de Satanás más que de Dios!...

Yo he venido al mundo precisamente para recobrar, de las manos de Satanás y de sus legiones, lo que con el engaño y la mentira me habían sustraído. He combatido y vencido mi batalla con la humillación de la Encarnación, con la oración perseverante y con el infinito sufrimiento de mi Inmolación, las armas seguras para una infalible victoria sobre los enemigos de Dios y de las almas.

¿No he dicho claramente: “Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame?”, en otras palabras ¿no he dicho claramente: “Quien quiera ser mi seguidor, haga lo que Yo he hecho primero?”

Ahora, hijo, te dejo a ti el juzgar si cristianos, sacerdotes y pastores hacen lo que Yo he hecho. No, hijo mío, son pocos, poquísimos hoy los dispuestos a seguirme en el camino del Calvario, llevando su corona de espinas.

Observa el enorme contraste entre mi vida y su vida, entre mi camino y su camino, entre mis obras y sus obras. Hasta se marcha en dirección opuesta.

Situación verdaderamente trágica y dramática, que no puede desembocar sino en la obra de la purificación. Increíble es la ceguera de los hombres y la dureza de sus corazones, inadmisible la conducta de mis cristianos, provocativo el tenor de vida de algunos de mis sacerdotes. No temen a Dios, no temen su justicia, perecerán y serán dispersados como polvo al viento. No Yo, sino su obstinación los perderá.

"Da mihi virtutem contra hostes tuos", a flor de labios, mientras en la realidad cotidiana de su vida favorecen, de hecho, los planes de devastación de las almas.

Se guardan bien estos sacerdotes míos de valerse del exorcismo, usando el poder a ellos conferido aún antes del Orden sagrado, sea porque no creen en ello, sea porque intuyen la inutilidad por el contraste de su vida con la del sacerdote fiel que hace del exorcismo un arma valiosísima para contener, limitar, neutralizar la jactanciosa arrogancia del Enemigo.

 

Oscuridad sobre el mundo

 

¡Oh, sí! Generación perversa e incrédula que todo problema lo reduce a un problema de bienestar material, desconociendo de hecho los valores espirituales de la vida humana, rebajando y anulando la dignidad del hombre, nivelándolo al rango de un animal cualquiera...

Hijo mío, qué oscuridad profunda se ha hecho en el mundo; ¡los hombres embrutecidos, mis ministros escarnio de los hombres y hazmerreír de las potencias del mal!

Lo que más entristece a mi Corazón misericordioso y al Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra, es que el amor sea repudiado, que la luz sea rechazada, que Dios sea combatido y se haga de todo para obstaculizar su plan de salvación.

Son mentiras en la boca de muchos las palabras: "Da mihi virtutem contra hostes tuos". Sí, es mentira que permite ver el abismo en el que se han precipitado, dejando caer en el vacío todas las llamadas (¡y han sido tantas!) para evitar a la humanidad la más tremenda desgracia de la historia. Pero los Enemigos no prevalecerán.

Mi Misericordia, jamás separada de mi Justicia, triunfará. Triunfará también mi Madre y vuestra, que hará huir las tinieblas que han descendido en el mundo, para devolver a la humanidad bien y justicia.

Bella será mi Iglesia purificada, regenerada a nueva vida. Tomará el lugar que le compete en el mundo, y que naciones y pueblos le reconocerán, de Maestra y de Guía de toda la gran familia de los hijos de Dios.

Te bendigo, te pido tu sufrimiento y tu amor.

 

7 de diciembre de 1975

 

ROSA MÍSTICA DEL CIELO

 

“Escribe hijo mío:

Hoy, 7 de diciembre, vigilia de la fiesta de la Inmaculada Concepción de mi Madre y vuestra Madre, fiesta grande en el Cielo y fiesta en la tierra, te quiero hablar de Ella, mística Rosa del cielo y de la tierra.

Te quiero hablar de Ella, la más bella flor de toda la creación, obra maestra de mi Sabiduría, de mi Potencia, de mi Amor.

Ya te he referido de esta flor, de su naturaleza, de su belleza única; no existe ni existirá otra en el tiempo ni en la eternidad.

Está hecha de candor inmaculado, está hecha de esplendor inigualable, está hecha de amor. Y por Mí, Dios Uno y Trino.

Yo soy el Lirio de los valles; ella ha raptado mi luz; Yo soy el Amor, ella ha raptado mi amor. María es candor, luz y amor, rosa mística.

En el centro de esta rosa mística está el amor. Como brasero ardiente irradia calor que se expande en el cielo y en la tierra, todo y a todos envuelve y compenetra de sí.

Ella es el gozo del Padre, su hija predilecta y más querida.

Ella es la Madre generosa que me da a Mí, Verbo, su humanidad, Ella es la esposa amada del Espíritu Santo que infunde en ella la abundancia infinita de sus dones.

Ella es la Rosa mística del Paraíso, de la tierra y del universo entero.

 

Está hecha de amor

 

Pero la rosa no tiene sólo la corola, la rosa tiene también su tallo, tiene sus hojitas que la adornan y completan su belleza, la rosa tiene sus colores estupendos.

La Rosa mística tiene en su centro los colores de las virtudes sobrenaturales, de la fe, de la esperanza y del amor; estos colores hacen gradación en matices hasta el amarillo oro de los bordes para significar que Ella no es sólo la mística rosa del Paraíso, sino también de la Iglesia sobre la tierra.

Las hojitas que la adornan son el símbolo de las virtudes cardinales y de las otras virtudes; el tallo robusto con agudas espinas simboliza la defensa contra cualquier tentativa de vejación por parte de sus Enemigos visibles e invisibles.

La Rosa mística tiene su perfume que envuelve a todas las almas que en Ella confían y que a Ella se abandonan.

El perfume, también él amigo, es protección segura contra los asaltos de las potencias del mal.

Mística Rosa, la flor más bella del cielo y de la tierra, nadie jamás te podrá desfigurar. Rosa mística, eres objeto de contante, inmutable amor de parte de Dios, y de la veneración de los Angeles y los Santos.

 

8 de diciembre de 1975

 

TODAVÍA HOY NO CREEN

 

Hijo mío, escribe:

Yo, Jesús, Unigénito Hijo de Dios, uno con el Padre y con el Espíritu Santo, en los tres años de mi vida pública muchas veces, con claridad y precisión, he manifestado a mis Apóstoles y Discípulos que era necesario que el grano de trigo fuese arrojado en tierra para pudrirse y poder dar frutos abundantes.

Pero ni los discípulos ni los Apóstoles quisieron comprender, a pesar de que mis palabras no se prestaban a equívocos. Nunca se convencieron de la razón de mi muerte ni de mi tremenda pasión; a pesar de las veces que les hablé de esto, sin velos.

Estaba realizando mi designio de amor por la salvación de los hombres (designio iniciado en la humillación y pobreza, en la obediencia y sufrimiento, en la oración continua) y ellos no entendieron porque no querían aceptar la hora tremenda de las tinieblas.

Era Yo el que preparaba el germinar de mi Iglesia en la persecución por parte de los grandes del pueblo, pero no conseguí la comprensión de mis predilectos. Era el Hombre-Dios y hacía milagros, pero no se me creía.

Se rebelaron en la hora oscura de mi Pasión y Muerte con obstinación ciega, con absurda testarudez.

Sólo una criatura estaba bien segura de la inevitable hora de las tinieblas que se cernía sobre el mundo: Mi Madre. Durante toda su vida tuvo traspasado su Corazón Inmaculado por la visión de mi Pasión y Muerte.

Hijo mío, hoy las cosas son las mismas de entonces, pero no se me debe imputar a Mí esta situación sino solamente a esta generación perversa que rechaza a Dios con el pecado de Satanás y que, impenitente, no cree en mis palabras.

¿No ha hablado Mi Madre con precisión, con claridad en Lourdes, en Fátima y en otros innumerables lugares? No han creído.

He hablado Yo y todavía no han creído. Hace dos mil años que el Grano debía morir para renacer como germen lozano y vital. La Cabeza de la naciente Iglesia debía inmolarse en la aniquilación para la Salvación común.

Allá fue la Cabeza se inmoló a Sí mismo para satisfacer la deuda impagable debida a la divina Justicia.

Hoy es el entero Cuerpo Místico que vuelto estéril, como la higuera maldita, por la infestación demoniaca del ateísmo, debe como el grano de trigo ser arrojado al seno de la tierra y morir para renacer a nueva y fecunda vida divina. Esto responde exactamente a exigencias irreversibles de mi Justicia y de mi Misericordia.

En verdad os digo que si no renacéis, no entraréis en el reino de los cielos. Acto de infinita misericordia y justicia es el misterio de mi Redención. Acto de misericordia y de justicia es la hora de la purificación.

 

La Redención está en curso

 

La Redención continúa, la Redención está en curso. Mi Misericordia exige vuestra salvación, Mi Justicia la satisfacción de las deudas contraídas por vosotros, mis miembros vivos, libres e inteligentes, capaces de querer o de rechazar el bien y el mal, por tanto, responsables de vuestras acciones.

No te turbes, hijo mío: la misericordia exige que todos sean advertidos, además de con llamadas interiores, también con las exteriores.

Quien quiera entender que entienda; pero el que obstinadamente, obcecado por la soberbia y el orgullo, quiera perecer como Satanás, que perezca.

¡Animo! Nada turbe tu espíritu, sea en un sentido o en otro. Yo premiaré tu docilidad y te protegeré, aunque no te ahorraré el sufrimiento.

¡Oh, ceguera y obstinación!

Oh, generación incrédula y perversa, ¿qué más podía hacer para sustraerte a la hora de la oscuridad, a la hora de muerte y de sangre que se avecina?

¿Qué más podía daros que lo que os he dado? ¡Os he dado mi Amor, mi Corazón abierto! ¡El amor de Mi Madre y vuestra!

Muchas veces Ella ha venido a la tierra para sacudiros de vuestro sopor, para haceros volver a las grandes realidades de la fe, para indicaros el camino maestro por recorrer.

 

Sanaré a mi Iglesia

 

Yo sanaré a los pueblos y a las naciones.

¡Yo sanaré a mi Iglesia!

No serán los teólogos muchos de los cuales, oscurecidos por la soberbia de Satanás, antes que luz se han vuelto tinieblas, acrecentando la confusión y la desorientación con sus aberrantes doctrinas.

Yo soy el Ser simplicísimo y todo lo que viene de Mí es simple mientras muchos de ellos son complicados.

Yo vuelvo simple lo que es complicado, ellos vuelven complicado lo que es simple.

No te maravilles si no aceptan estos mensajes, si desdeñosamente los rechazan. Jamás admitirán, como los doctores del templo, la verdad que no es la de ellos, porque ellos no son de la Verdad.

No te turbes.

Te bendigo. Dame a ti mismo, así como eres, con lo que tienes. Dame tus penas: las encerraré en mi Corazón misericordioso para devolvértelas en lluvia de gracias.

Ámame siempre.

 

12 de diciembre de 1975

 

LA VIRTUD DE LA PIEDAD

 

“Es decreto de la Divina Providencia el que los hombres peregrinantes sobre la tierra tengan que comunicarse con Dios Creador, Señor, Redentor y Santificador con signos y medios particulares.

 

Estos medios son variados pero todos responden al objeto. Dios en cambio puede comunicarse con vosotros también sin estos medios.

El uso de estos medios, que regulan vuestras relaciones con Dios Creador y Señor, se llama "piedad". La piedad es virtud de gran importancia porque sirve a las almas para elevarse a su Creador para alabarlo, darle gracias, glorificarlo, para expresarle a Él los propios sentimientos, para pedirle perdón de los pecados cometidos, para unirse a las voces de toda la Creación, para unirse al coro universal de todas la criaturas, animadas e inanimadas, en el himno de alabanza debido a Él, Alfa y Omega de todos y de todo.

Así pues la piedad debe ser virtud de todas las almas. Ay de aquellos que la destruyen en sí mismos; apagando en sí toda luz divina aislándose de Dios, permaneciendo como presa ansiada de Satanás.

Un hombre sin piedad es como un hombre privado de sus extremidades, que no puede dar y no puede recibir nada de nadie; el hombre sin piedad está mutilado en su libertad, condenado a ser esclavo de Satanás. En las manos de Satanás será instrumento de perdición.

 

Ya no rezan

 

De aquí brota la importancia de esta virtud fundamental que el ateísmo siempre ha tratado de destruir de todos modos y por todos los medios en millones y millones de almas.

Hoy el ateísmo puede jactarse con razón de haber destruido esta virtud en muchísimos cristianos, incluso en el alma de muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que, deslumbrados por esta absurda civilización materialista, han apagado en sí mismos la fuente que alimentaba su vida interior, alma de toda actividad pastoral. Sin la piedad las almas se aridecen, transformando la Iglesia de jardín en desierto.

¡Cuántos son los sacerdotes que ya no rezan! ...

Nada de recitación del Oficio divino, nada de Rosario, "tabú bueno para otros tiempos", nada de meditación. En lugar de estas prácticas: radio, televisión, canciones, lecturas y todavía otras de las que es mejor callar.

Las luces de la fe, de la esperanza y del amor se han apagado y el proceso de desintegración de la vida divina está casi consumado.

Destronado Dios del espíritu, ha sustituido su puesto un mítico progreso social y una igualmente hipotética justicia social que jamás podrán realizar, pues está claro que ningún progreso y mucho menos ninguna justicia social es realizable sin la verdadera libertad, sin la ayuda de Dios.

 

Abrir los ojos

 

Hijo, mi Vicario en la tierra conoce y sigue la creciente fase de desintegración moral y espiritual de mi Cuerpo Místico y está afligido por ello. Sufre porque por muchos sacerdotes y hasta por algún obispo han quedado sin escuchar sus numerosas llamadas a la fe viva, a la verdadera piedad, única fuente de fecundidad espiritual.

No escuchando al Papa no se me escucha a Mí; ignorando al Papa se me ignora a Mí; no siguiendo al Papa no se me sigue a Mí.

¿Qué se espera todavía para sacudirse del letargo?

¿Qué se espera todavía para abrir los ojos a la realidad evidente?

¿Esperáis pasivamente ser sepultados bajo las ruinas?

Te he dicho, hijo, cómo quisiera en cada Comunidad Parroquial la Pía Unión de los Amigos del Santísimo Sacramento. Provee, sin perder tiempo, para hacer llegar a los Párrocos que conoces el estatuto que te he dado: será un encender de nuevo el fuego en muchas almas.

Reza, hijo mío, y haz rezar.

 

13 de diciembre de 1975

 

LA FORTALEZA INTERIOR

 

Escribe, hijo:

En un mensaje anterior te he hablado mucho de una virtud importante. Todas las virtudes son importantes, así como todos los miembros de un cuerpo, pero hay miembros de mayor importancia, otros de menor importancia.

La virtud de la que ahora tengo intención de hablarte es esa fortaleza interior de la que el cristiano tiene extrema necesidad, debiendo combatir durante toda su vida contra las fuerzas del Mal.

"Militia est vita hominis super terram"[29]. Es una verdad olvidada, tratada pálidamente al modo de todos los otros problemas eclesiales, mientras se debería hacer objeto particular de estudio y tomar medidas adecuadas para difundirla y protegerla de toda insidias del Enemigo.

A medida que el muchacho toma conciencia de las dificultades espirituales que encuentra para conservarse bueno y mantenerse fiel a Dios Creador, Redentor y Santificador, debe ser iluminado. Se le ayuda a entrenarse con la virtud de la fortaleza y a formarse una visión realista de la lucha como finalidad principal de su vida terrena para alcanzar la vida eterna.

Se le deben indicar las armas indispensables para la lucha, se le deben indicar los tiempos y los modos para el uso eficaz de estas armas.

Los hombres enseñan a los soldados de un modo mucho más estricto el uso de las armas; hacen efectuar maniobras y explican a los soldados cuándo, cómo y porqué se debe recurrir al uso de estas armas. Sólo en mi Iglesia, que no carece de las estructuras necesarias, no se ha comprendido la importancia de este problema central de la pastoral. Excepto esto, el resto es marginal, es marco, ¿para qué le sirve al hombre el resto si luego, al final perdiese su alma?

 

Depende la salvación

 

Toda la educación y formación de dar a los niños que, abriéndose a la vida encuentran las primeras dificultades, debe estar basada en estos puntos, de los que ya se ha hablado en los mensajes anteriores: Creación y caída del hombre; Encarnación - Pasión y Muerte de Mí, Verbo Eterno de Dios para la liberación de la humanidad; mi Redención, mi Cuerpo Místico salido de Mi Corazón abierto.

¿Por qué insisto tanto en estos puntos que forman la espina dorsal de la historia del género humano? Porque a estas realidades históricas está ligada la vida de todos los hombres.

Los hombres no pueden sustraerse a esta lucha, de cuya suerte depende o la salvación o la condenación eterna.

Ningún hombre en el mundo puede presumir de poder enfrentarse a un enemigo superior por naturaleza y por potencia, sin una ayuda adecuada que Yo he provisto dársela, al precio que bien conocéis.

Para esto he querido la Iglesia en el mundo. Su objeto no es sólo la de engendrar los hijos de Dios sino de todos los modos y con los medios que posee, Ella debe hacerlos crecer, nutrirlos y defenderlos.

Dado que la Iglesia no está formada sólo por la Jerarquía sino por todos los bautizados, he aquí que padres, educadores y sacerdotes tienen el gravísimo deber de comprometerse a fondo de esta pastoral, dirigida a hacer comprender a los hombres que es su deber combatir a Satanás que encarna el mal, en todo momento de su vida, usando las armas adecuadas y en el momento preciso.

Esta lucha debe tener para el cristiano la precedencia sobre todas las otras cosas; del resto está claro que todas las otras cosas valen sólo en la medida en que sirven al logro del fin de nuestra vida.

No debe nunca ser olvidado que Yo he hecho del cristiano un soldado, un combatiente. Fuertes en la fe, fuertes en la esperanza, fuertes en el amor, bien armados y equipados, podrán enfrentarse al Enemigo con la certeza de la victoria, como David que combatió y venció a Goliat.

 

Formación equivocada

 

Hijo, dime si el enfoque dado por parte de los que se dicen padres cristianos, a la formación y educación de sus hijos ¡te parece a ti la justa!

De los hijos han hecho primero unos muñecos, luego unos ídolos, al final unos tiranos prepotentes.

Nada se niega a los hijos. Desde la primerísima infancia, todo capricho es satisfecho, todo deseo es contentado. Crecen así día a día las exigencias; pueden decir de todo, pueden hacer de todo, pueden experimentar de todo y he aquí que ya tenéis ya en las escuelas primarias niños drogadictos.

No se les ha pedido jamás una renuncia suya, un sacrificio; ¿es de extrañar que el vicio los domine ya aún antes de que estos capullos se abran a la vida?

Muchos padres de estos hijos se consideran buenos cristianos; se confiesan de vez en cuando, mis sacerdotes los absuelven con afable benevolencia y los obispos continúan su sueño.

Hemos llegado a este punto de perversión; se ha perdido de vista el problema principal. Se discuten infinidad de cosas, pero no se nos reúne alrededor del Pastor para estudiar una estrategia común respecto al más grande problema de toda la Pastoral.

No se curan enfermedades mentales con blandas medicinas genéricas, no se cura un tumor con una pastilla cualquiera. Aunque una intervención quirúrgica no sea grata, no se titubea en practicarla cuando está de por medio la vida. Pero ¡cuánto miedo, cuántos temores vanos cuando se trata del bien supremo del alma! Se duda, se teme y se aplaza la solución justa hasta un tiempo que jamás vendrá.

La debilidad y las incertidumbres de obispos y sacerdotes son una de las causas principales de los muchos males de los que hoy sufre la Iglesia.

Intervenciones ponderadas sí, pero rápidas, realizadas en el momento justo, habrían evitado muchos ayes. ¡Qué daño incalculable a las almas!

Reza, hijo mío, reza y ofréceme tus pequeños sufrimientos para mitigar la infinita tristeza de Mi Corazón misericordioso.

Te bendigo: no te preocupes de lo que será de ti. Te basta mi amor, Te basta saber que estás en Mi Corazón.

 

14 de diciembre de 1975

 

ENCENDER DE NUEVO EL FUEGO

 

Escribe, hijo mío:

Más veces te he hablado del Amor; con insistencia he vuelto sobre este razonamiento. Esto responde a la lógica; éste es argumento inagotable, porque inagotable soy Yo, el Amor.

He dado a los hombres un mandamiento nuevo, síntesis de toda la ley. He dado a la humanidad la clave de la felicidad; en efecto, si los hombres pusieran en práctica mi mandamiento, la tierra estaría transformada en la antecámara del Paraíso. En el Paraíso está el triunfo del amor.

Yo Soy el Amor y de Mí viven todas las almas. La perfección de la vida sobre la tierra está dada por el grado de intensidad con el que las almas me aman a Mí y Conmigo aman a los hermanos. Tanto más perfecto y santo se es, cuanto más se ama. En el amor verdadero, esto es, en mi amor está la verdadera razón de la vida, la auténtica alegría de la vida.

 

El don de la libertad

 

¡Esfuérzate, hijo, en imaginar la vida del hombre sin una brizna de amor! Qué sería sino una vida sombría y desesperada, árida e infecunda, sin una sonrisa jamás (la sonrisa es el inicio de un acto de amor), sin un rayo de luz.

Es la vida de los demonios, es la vida de los condenados. Es la vida de los que se dejan envolver por los espíritus malignos que son orgullo, odio y desesperación, envidia, celos y sed inextinguible de mal.

Estos espíritus condenados, corroídos por la ardiente necesidad de obrar el mal, son autores de iniquidad, son fomentadores de violencias, de blasfemias, de odios y de divisiones, de herejías, de obscenidades y de cuanto todavía hay de mal en el universo.

Al contrario, el amor es ardor de bien, es autor de bien, es arrebato irresistible del alma, que está invadida de él hacia Dios y hacia los hermanos.

El amor es un sentimiento misterioso que tiene su fuente en Dios y, como flecha disparada por el arco, se dirige hacia las almas que son el objeto del amor. Las almas son de naturaleza diversa de la materia a la que, en la tierra, están unidas.

El alma es el soplo divino de vida que informa la materia, el alma por tanto se asemeja a Dios. Libre e inteligente, puede aceptar el amor o rechazar el amor, lo puede aceptar en medida y grados diversos.

Hijo, el sol extiende sus rayos, su luz y su calor sobre los cuerpos que están en su órbita y los cuerpos, desde los más nobles a los más viles, reciben las irradiaciones solares sin rechazo y sin contaminar ni luz ni calor. Pero para las almas no es así.

Las almas pueden abdicar al amor y optar por el odio, pueden abdicar a la luz y optar por las tinieblas, pueden abdicar del bien y optar por el mal. ¡Si los hombres comprendieran el don de la libertad!...

Si los hombres comprendieran lo que encierra en sí este don: escoger una felicidad eterna que ninguna lengua puede describir y que sólo el Padre puede dar, o bien una infelicidad no comprensible por parte del hombre peregrino en la tierra.

 

Rechazan el amor

 

En la humanidad viandante no hay todavía amor perfecto: este amor perfecto consiste en amar a Dios, Uno y Trino y en amar a los hermanos más que cualquier otra cosa en el mundo; es el mandamiento nuevo libremente aceptado y vivido en el grado más alto de intensidad.

Esta perfección del amor se alcanza y se completa en el Paraíso. El grado de gloria corresponde a este grado de amor: cuanto más intenso es el amor alcanzado, más alto es el grado de gloria.

¿Por qué rechazan los hombres el amor? ¿Por qué no saben los hombres valorar el bien mayor para el que fueron creados? También en esto pesan graves responsabilidades sobre la conciencia de mis sacerdotes y pastores.

Si aquellos que están encargados de alimentar los altos hornos de las acerías dejan de alimentar el fuego, todo se detiene; cesa el fuego de los hornos, cesa toda la actividad en la factoría. Así podéis decir para las grandes centrales térmicas.

El amor puede ser asemejado al fuego, de cualquier naturaleza que este sea, que alimenta a la acería o a la gran central: si cesa el fuego, deja de latir la vida.

En mi Iglesia muchos hornos se han apagado. Cada Obispo y cada sacerdote debe ser un horno incandescente que desprende calor, energía espiritual con la santidad de la vida, con la potencia de la Gracia divina, con la divina Palabra.

Pero si estos hornos no son alimentados, en ellos y en sus comunidades se apaga poco a poco la vida. Por esta triste realidad la Iglesia sufre.

 

El verdadero problema

 

¡Qué estupendo milagro se produciría, qué prodigios vería el mundo si los Obispos llamaran en torno a ellos a sus sacerdotes y con humildad verdadera, verdadera, verdadera, (como Yo les he enseñado) y sin la cual no hay genuina vitalidad interior, conviniesen juntos de mutuo acuerdo en encender de nuevo en sí mismos el fuego del amor para comunicarlo a sus hijos y hermanos!.

Oh, si poniendo aparte todas esas cosas que de bien poco sirven para la salvación de las almas, se dedicaran intensamente al verdadero problema de la Iglesia, el de contener y rebatir la ofensiva desencadenada por las fuerzas del Infierno, usando y afilando las armas puestas en desuso de la oración, de la mortificación, de la penitencia interior y exterior, caminando delante de Mi en la obediencia a mi Vicario y a la Jerarquía en la pobreza evangélica.

El mundo todavía podría ser salvado del derrumbamiento en acto que lo amenaza...

Pero no se puede rezar, no se puede mortificarse, no se puede aceptar el sufrimiento si no se cree y si no se ama.

Hijo mío, he aquí que otra vez hemos llegado al quid de la cuestión: hay crisis de fe. Y necesariamente hay crisis de amor.

Muchos hablan de amor, pero en realidad en pocas almas arde de veras. La crisis de fe ha apagado muchos hornos en la Iglesia misma.

Hace falta encenderlos nuevamente, sin perder tiempo, para que la Vida divina fluya otra vez en las almas.

Hijo, reza y haz rezar a las almas buenas. Ofrecerse con generosidad a mi Corazón misericordioso y al Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra quiere decir encender de nuevo el fuego en donde hay frío y hielo de muerte.

Te bendigo.

 

21 de diciembre de 1975

 

VIVEN EN LA SUPERFICIE

 

Hijo, escribe:

"¡En Él somos, en Él vivimos, en Él nos movemos!" Cuántos prejuicios en vuestras almas en relación a mi presencia real en todas las cosas. He dicho: en todas las cosas.

Soy Infinito: dondequiera que tú llegues, no digo con tu cuerpo, sino con tu alma, Yo estoy allí.

Por esto he dicho: "Camina en mi presencia y serás perfecto”.

¿Se puede uno sustraer a la presencia de Dios? Lo creyeron neciamente Adán y Eva que se escondieron después de haber consumado su pecado; lo piensan muchos hombres, muchos cristianos en el acto de consumar su pecado. Lo piensa incluso alguno de mis sacerdotes.

¡Cuánta necedad y ceguera! Nadie puede escapar de la mirada de Dios. "En Él somos, en Él vivimos, en Él nos movemos". ¿No sientes hijo mío, la presencia de Mí, Verbo de Dios, Uno y Trino, en tu alma?

 

Todo de Dios

 

Si los hombres usaran mejor las facultades de su alma, penetrando con la reflexión esta estupenda realidad divina, cuánto bien sacarían de ella. Pero los hombres hoy no piensan; pocos son los que meditan. Viven en la superficie.

Recordad: No sólo "en Él somos, en Él nos movemos, en Él vivimos" sino que todo lo que tenemos lo tenemos de Él.

No de nosotros nos hemos dado la vida, no nos hemos dado la fe, no nos hemos dado la vida sobrenatural de la Gracia, no nos hemos dado la Iglesia: ¡todo de Dios, todo de Dios!

Pero muchos cristianos y sacerdotes usan y abusan de los dones de Dios como si se tratara de cosas suyas, de su propiedad y es así que subvierten el orden natural, moral y espiritual establecido por Dios.

Sólo el hombre, criatura inteligente, creado con acto de amor infinito, para ser los fieles intérpretes del universo y rendir alabanza y dar gracias a Dios, se transforma en un elemento de desorden.

Piensa, hijo, si los astros un día cualquiera se salieran de su órbita y se pusieran a caminar por su cuenta, ¡qué cataclismo habría en el espacio!

A los hombres se les ha dado inteligencia, voluntad, libertad, no para crear el caos (como lo han creado y mucho más grande que el de Babel). Desorden en su vida física, desorden moral y espiritual, desorden personal y familiar, desorden social, desorden mundial...

Hijo, hasta los ciegos pueden constatar ésta realidad producida, con diabólica tenacidad, por los hombres de esta generación perversa. ¡Desorden hasta en mi Iglesia, desorden en la vida de muchos de mis sacerdotes!...

Los hombres de este siglo, en lugar de seguir el lógico curso de la naturaleza, de la razón y de la fe, en lugar de mirar hacia la estrella luminosa puesta por Dios para disipar las tinieblas de este mundo y volver más fácil y más seguro el camino hacia el logro de su fin, han invertido el orden y la armonía establecidos por Dios.

¿Cuál será, hijo mío, la consecuencia de este desorden de proporciones inauditas y que no tiene comparación con todos los males de los siglos pasados?

El cataclismo será a la medida de las causas que lo han provocado.

 

No hacerse ilusiones

 

Que no hagan ilusiones los hombres. Abandonando a Dios, bondad infinita, se han dejado desviar por las potencias del Infierno, por los espíritus pervertidos, corriendo hacia su ruina, creando desorden y caos como nunca fue, destruyendo el orden preestablecido por Dios.

Dios es el orden, y en su orden el hombre encuentra la paz en la tierra, preludio y germen de su felicidad eterna.

Los hombres de buena voluntad deben colaborar. Deben colaborar Conmigo los obispos, los sacerdotes y los buenos cristianos para restablecer el orden moral semidestruido por el pecado, y unidos en el amor y en la penitencia, llevar a Dios las almas a Él arrancadas.

Los medios para esta colaboración, que Yo pido a todos mis hijos, son como siempre:

Fe, Esperanza y Caridad; prudencia y justicia, fortaleza y templanza. Son la oración, los sacramentos y la penitencia exterior e interior.

¡Usad los medios seguros, probados por todos los Santos!

Creed, amad, esperad sin medida y seréis prodigiosamente fecundos.

Hijo mío, te bendigo, ámame. No dudes nunca. Yo soy fiel a mis promesas.

 

27 de diciembre de 1975

 

NUESTRA GRANDEZA

 

“Hijo mío, sé que vosotros deseáis un mensaje de X. Ella me ha amado mucho, por esto ha sufrido mucho.

La medida de su amor ha sido su gran sufrimiento.

En el Reino de la luz y del amor, donde se encuentra bienaventurada, os sigue y, como madre amorosa ruega e intercede por vosotros”.

“Hijos míos, la muerte no ha truncado nuestras relaciones espirituales y el recíproco y santo amor; es más, la muerte ha servido para volverlas más estrechas, para volver más intenso y más operante nuestro amor.

Don O., dices verdad cuando afirmas que no he sido extraña a los acontecimientos de tu vida en estos últimos años, como lo soy siempre, como no soy extraña en la vida y en las cosas de mi R. y de la hermana M.

Mucho he hecho por vosotros; mucho me queda por hacer.

Pero, hijitos, vosotros que sois Sacerdotes, no perdáis jamás de vista vuestra grandeza, ¡la dignidad sacerdotal! No olvidéis, ni siquiera por un instante, la finalidad de vuestra vocación: arrancar a Satanás las almas con todos los medios que la divina Misericordia ha puesto a vuestra disposición.

No olvidéis que todo el universo no vale lo que vale un alma.

Hijos míos, para arrancar almas al infierno es necesario rezar mucho, sufrir mucho, luchar mucho contra las fuerzas tenebrosas del mal con una lucha sin tregua y perseverante hasta el final.

Arrancar almas al mal, llevar estas almas a los Corazones de Jesús y de María Santísima; ¡ésta es vuestra inigualable misión!

 

Las cosas son nada...

 

Las cosas son nada, nada son todos los bienes terrenos. Servíos de ellos sólo para lo indispensable. No se aficionen vuestros corazones a los bienes que, tarde o temprano, se disolverán en la nada, sino aferraos al Bien Supremo. Vuestro amor a Dios y vuestro amor a los hermanos (dando testimonio de este amor, predicando a todos) ésta es la verdadera finalidad de la vida.

Confirmad este amor con el sello de la plena, perseverante adhesión a la Voluntad divina, la cual os hará santos y os abrirá los tesoros de Gracia y de gracias, encerrados en el Corazón Misericordioso de Jesús.

Yo estoy inmersa en la luz y en el amor de Dios.

Sería vano tratar de deciros mi felicidad.

¡No ochenta años de vida sino todo el tiempo, desde la creación hasta su fin sería insuficiente para ganar tanta felicidad!

Ninguna fatiga, ningún sufrimiento, ninguna pena que se os pida os parezca inútil a vosotros: son muy preciosas para las almas.

Ninguna cosa en el mundo os puede separar del amor de Cristo, con tal de que queráis estar unidos a Él con Fe. La Esperanza irradiará vuestro espíritu en la oscuridad que se está haciendo sobre el mundo y sobre la Iglesia.

           

¡Ánimo, hijitos míos!

 

¡Hijitos míos, valor! La vida terrena vista desde aquí es un relámpago que fluctúa en el espacio y se apaga. Yo os aseguro mi permanente intercesión cerca de Aquel y Aquella que todo lo pueden.

No os dejéis desviar y mucho menos intimidar por el Maligno: combatidlo de todos los modos, con todos los medios. Tened confianza, sed levadura, sed fermento de vida. Pavorosa es la ceguera de los hombres, de los cristianos; terrorífica la perversión de muchos sacerdotes y el número de almas que van al Infierno con las señales indestructibles de su consagración a Dios.

Rezad y haced rezar, invitad a la penitencia, no os cuidéis de lo que la necedad humana podrá suscitar contra vosotros.

Don X., hijo mío, nuestro pacto continúa; iniciado en el tiempo continúa en la eternidad.

 

30 de diciembre de 1975

 

ALBA DE RESURRECCION

 

Te he hablado de fuerzas tenebrosas, de nubes que envuelven mi Iglesia.

Estas expresiones ¿son sólo formas de decir, o una realidad en la que es necesario creer?

Hijo, quiero aclararte bien esto, por eso traigo a tu mente al Profeta Isaías: "Levántate, revístete de luz porque viene tu Luz. La Gloria del Señor brilla sobre ti, porque he aquí que las tinieblas recubren la tierra, tupida niebla envuelve a las naciones pero sobre ti resplandece el Señor".

Yo vine al mundo en una noche oscura.

La noche de los tiempos había caído sobre la humanidad.

Yo nací en el corazón de la noche para indicar las tinieblas que envolvían a toda la humanidad, provocadas por Satanás con la insidia tendida a los primeros padres.

La luz de la Gracia, fue suplantada en Adán y Eva y sus descendientes por la noche del pecado, de la ignorancia, del mal, de todo el mal.

No por nada fue anunciado mi Nacimiento por la aparición de una estrella en el cielo, y un resplandor prodigioso aclaró las tinieblas del establo en que Yo nací.

Yo, Luz del mundo, vine para hacer huir las tinieblas en las que la humanidad estaba envuelta.

Oscuridad intensa se hizo también en el Calvario. Era pleno mediodía cuando fui alzado de la tierra, pero desde aquel momento la luz del día se hizo cada vez mas tenue; a ella sucedieron las profundas tinieblas cuando exhalé mi espíritu.

Tinieblas exteriores para indicar las tinieblas interiores de sacerdotes y escribas, fariseos y doctores y de todo el pueblo que, con malvado sadismo, habían querido asistir a mi Pasión y Muerte.

 

El pecado de soberbia

 

El pecado, hijo, lleva siempre oscuridad; de modo especial el pecado de Satanás. El pecado de soberbia espesa las tinieblas y las transforma en oscuridad total por lo que el alma contagiada no ve nada más.

No valieron los milagros realizados por Mí durante mi Pasión, como no valieron los milagros realizados durante mi vida pública. Ni siquiera la resurrección de Lázaro, a la que asistieron no pocos sacerdotes y doctores de la ley, sirvió para disipar la oscuridad en el espíritu de los presuntuosos sacerdotes del templo.

Así, hijo, tantas almas, tantos sacerdotes no ven ahora los milagros que Yo realizo a continuación en mi Iglesia. Mi Muerte fue acompañada por hechos preternaturales:

— Un violento terremoto hizo tambalearse la tierra.

— El templo de Jerusalén fue sacudido desde sus cimientos.

— El velo del templo se rasgó y algunos muertos resucitaron.

Ellos, los soberbios del Templo, nada vieron y nada entendieron, pero el Centurión, pagano, golpeándose el pecho dijo: "Verdaderamente éste era el Hijo de Dios”.

Oscuridad produjo entonces y oscuridad produce hoy el rechazo de Dios.

He aquí porqué te repito que muchos no aceptarán estos mensajes.

¿Por qué, hijo mío, he querido decirte esto?

Hay una gran analogía entre los tiempos actuales y aquellos de mi vida terrena, porque la Pasión sufrida por Mí está por renovarse en mi Cuerpo Místico.

¿Por qué te he dicho esto?

Porque escribas, sacerdotes y fariseos no faltan hoy tampoco y no son menos hipócritas que los de entonces.

Tú, no ves sino muy poco de la realidad en mi Iglesia: formalismo, mucho formalismo... ¡Y cuánta oscuridad!

¡Sí! No tardará la hora de las tinieblas.

¡No tardará el Viernes Santo para Mi Iglesia!

Pero Yo a él lo haré seguir una radiante, luminosísima alba de Resurrección.

Te bendigo, hijo mío.

 

31 de diciembre de 1975

 

FIAT VOLUNTAS TUA [30]

 

Deseo hablarte de un artículo de la Oración que he enseñado a Mis Apóstoles: mi Voluntad.

Hay una Voluntad divina conocida por todos; nadie puede ignorarla, incluso los no cristianos la conocen.

Esta Voluntad la conocen los buenos y la conocen los impíos, aunque pocos hombres se adhieren a ella.

Esta Voluntad mía es genérica. Todos saben que Dios quiere sólo el bien y este bien lo exige de todos. Todos saben que Dios no quiere el mal, jamás, por ninguna razón. El mal no tiene ni puede tener ninguna justificación; no hay fin ni razón que pueda justificar el mal; jamás, absolutamente nunca.

Hay luego una Voluntad mía, menos genérica pero sin embargo conocida siempre por todos: Yo quiero la observancia de los diez mandamientos.

Todos saben que Yo quiero el respeto a la vida de todos, que quiero el respeto al Santo Nombre de Dios y la santificación de las Fiestas, aunque hoy una gran mayoría profana las Fiestas de modo escandaloso.

Todos saben que quiero el amor recíproco de los cónyuges, el respeto a los padres y a los hijos, la obediencia a la autoridad constituida, etc.

Esta Voluntad mía es pisoteada por la mayoría.

Hay luego una Voluntad divina menos conocida, pero no por esto menos vinculante: es aquella por la que Dios quiere que los hombres estén colocados en el puesto justo en la Familia, en la Iglesia, en la sociedad civil: esta Voluntad puede ser conocida por vosotros por medio de la oración.

Mi Padre concede luces y ayudas particulares para que cada criatura recta se coloque en el puesto justo, es decir, siga su vocación.

 

La voluntad permisiva

 

Finalmente hay una Voluntad permisiva, que también debe ser aceptada, confiando en mi Bondad, en mi Amor, en mi Sabiduría.

Yo no quiero las calamidades y las desgracias que afligen a los hombres. Vosotros, hombres, las provocáis con vuestra perversión, con vuestra rebelión a las leyes divinas y naturales.

Yo permito estas desgracias para la realización de un designio mío de misericordia y de justicia, a fin de sacar un bien espiritual para las almas.

No raramente los hombres, probados por el sufrimiento y por las desventuras, se lanzan contra Dios acusándolo de insensibilidad, de sordera. La ceguera les hace hablar así, olvidando que por sus pecados suceden las cosas adversas e ignorando el bien, mucho más grande que todos sus sufrimientos, que de ellos Yo sé sacar.

Si la ignorancia culpable de la Voluntad divina es desdicha para todos, ¿qué se podrá decir cuando este rechazo de la luz respecto a un problema esencial para la salvación del hombre es provocado por almas consagradas?

Abdicar al bien por el mal es culpa grave contra la divina Voluntad.

El querer sustituirse a Dios y pretender imponer a otros la propia voluntad es mal sin medida.

El rechazo a los impulsos de la Gracia, pecado tan frecuente, es contra la Voluntad divina.

Oponerse a la Voluntad divina, al oponerse a la propia vocación o la de otros, es pecado que provoca la indignación de Dios.

Para vivir una vida ordenada en la Familia, en la Iglesia, en la Sociedad civil, para alcanzar el fin de cada una de estas sociedades, he dado mandamientos y preceptos, he enseñado a los hombres qué deben pedir diariamente a Dios Creador, Redentor y Santificador.

 

Síntesis maravillosa

 

En la oración del Padre Nuestro está todo en una síntesis maravillosa y simple, accesible a todos y que ninguna magistratura en el mundo podría imitar.

A pesar de esto mira, hijo, cuál es la situación. Ni siquiera en los tiempos de Babel hubo una confusión similar.

Las tinieblas cubren la tierra; los hombres ya no se comprenden.

La soberbia, la necedad y la presunción humana no tienen límites y hoy han llegado a un nivel jamás conocido en los siglos pasados.

Los hombres de esta generación, en su ridículo y pueril orgullo, han perdido el sentido del bien y del mal, están legalizando el crimen: divorcio, aborto, matrimonios anormales, poligamia de hecho, etc.

Buscan el justificar toda clase de mal. El hombre ignora su dignidad de hijo de Dios, ignora y reniega de sí mismo. A esto ha llevado el ateísmo, sea teórico o práctico, difundido en todo el mundo.

El hombre está trabajando activamente para su destrucción. Su soberbia, el orgullo, el rechazo de Dios ha provocado el desmoronamiento que lo arrollará.

Hijo mío, dilo a todos: deben conocer que la hora se acerca.

Te bendigo, ámame.

 

1 de enero de 1976

 

¿QUE HARÁS, SEÑOR?

 

Con acción devastadora, Satanás despedaza con rabia a la humanidad, y en particular a la Iglesia.

En efecto hoy en la Iglesia suceden cosas que no se pueden explicar humanamente si no con el uso loco por parte de Satanás y de todas las potencias del Infierno insidiando, instigando y atormentando almas.

Basta ser un poco objetivos para darse cuenta de los sacrilegios realizados en varias naciones a través de prensa, televisión, películas. Satanás no perdona a nadie; ha entrado por todas partes, manda en la base de la Iglesia y no ha perdonado al vértice.

El Papa, Mi Vicario sobre la tierra, debe moverse en medio de mil dificultades.

No desciendo a los detalles de esta poderosa ofensiva del Infierno contra mi Iglesia, contra los hijos de Dios. Es más que suficiente lo que podéis ver con vuestros propios ojos, aunque refleja sólo en parte aquello que vosotros no podéis ver.

— ¿Qué harás Tú, Señor, para no permitir que la Iglesia tenga que sucumbir?

Te repito que, si las aguas podridas continúan subiendo, no se debe sólo a la venenosa acción del Infierno.

Pesan responsabilidades también en el alma de los pastores, sacerdotes y religiosos que no han reaccionado como se debe a las insidias del Enemigo, que no han contenido el mal. No raras veces han secundado los planes del demonio, otras veces se han convertido en los ejecutores. Dolorosísima realidad que ha aumentado la osadía de las fuerzas del mal y debilitado enormemente las fuerzas del bien.

¿Qué cosa he hecho y hago Yo?

Yo soy la Vida, y la vida es movimiento que tiende al bien de las almas a las que amo y quiero salvar. He suscitado grandes santos; he mandado a mi Madre que se ha manifestado en tantos lugares y a tantas personas.

Ya he dicho que no pocas intervenciones de Mi Madre, han sido atacadas y negadas como auténticas por temores injustificados, por respeto humano. Para evitar molestias se busca la paz, pero así no se podrá tener la paz verdadera.

— He escogido para mi Iglesia Pontífices santos.

— He suscitado movimientos para la santificación del clero.

— He querido y promovido el Concilio.

Si todo lo que he promovido en mi Iglesia hubiera sido acogido con una inteligente y eficaz respuesta, con una adecuada movilización de todos los consagrados, como por lo demás Pío XII, con una afligida llamada pidió a toda la Iglesia, las aguas turbias no habrían alcanzado su nivel actual.

Tú me preguntas, hijo, que qué hago por salvar a mi Iglesia. Continúo vertiendo mi Sangre, aun si es profanada sacrílegamente.

 

Los verdaderos carismáticos

 

He mandado mi Espíritu que es amor. Es fuego que arde, que transforma, que ilumina y calienta, que purifica y vivifica y alienta en muchas almas que vosotros llamáis carismáticas.

Las he suscitado en toda la Iglesia; pero también entre éstas Satanás se ha insinuado sembrando ambiciones, rivalidades, divisiones. Estas almas deben permanecer unidas espiritualmente y poner los dones recibidos al servicio de la Comunidad eclesial.

Los verdaderos carismáticos son escogidos por el Espíritu Santo en la Iglesia, para la Iglesia. No son Iglesia.

La Iglesia fundada por Mí es la jerárquica.

El carisma está destinado al bien de la comunidad.

Los carismáticos se completan y se integran en la unidad espiritual entre ellos (también en la distinción de sus misiones particulares) y con la Jerarquía.

El carismático es un instrumento del Espíritu Santo y, como tal, debe ser dúctil y disponible para la realización de un plan que ni siquiera él conoce en su amplitud, pero que es conocido por la Providencia divina que ha dispuesto este plan.

El carismático es el administrador de un tesoro para el bien de todos; no puede apoderarse de él para sí ni por un instante; ay si se deja disuadir de este fin. Quien tiene un tesoro a su custodia, vigila para frustrar cualquier tentativa del enemigo de arrebatárselo.

Vosotros, peregrinos sobre la tierra, de señales, llamadas y prodigios ¡cuántas habéis tenido de mi Madre, de mis Santos, cuántas!... Pero las tinieblas de la soberbia han vuelto ciegos a fieles, sacerdotes y hasta a algunos pastores. Se ha rechazado la luz, se han rechazado las intensas llamadas interiores y exteriores por lo que os habéis alejado cada vez más de Dios.

— ¿Qué sucederá Señor? ¿Qué sucederá, Jesús mío?

“Ya sabes lo que sucederá.

Misericordia y Justicia divina no pueden tolerar que se continúe, con monstruosa ingratitud poblando el Infierno. Dios no puede tolerar más allá que el orden establecido (orden moral, social, internacional, mundial), sea tan descaradamente trastornado por el Enemigo. No puede tolerar que el Rebelde y sus legiones tengan que gobernar todavía en la humanidad por Mí redimida.

Te lo repito, y se lo metan bien en la cabeza Obispos y Sacerdotes, que el inimicus hominis[31] ha entrado en la viña y también porque aquellos a los que estaba confiada no han vigilado, no la han cercado y defendido con los medios a su disposición. Hagan un severo examen de conciencia sobre esto.

¡No se desarma frente a un enemigo aguerrido y siempre al acecho! Debilidades, necedades y ambiciones han sido las puertas abiertas al Enemigo. Relajamiento de religiosos y religiosas, de consagrados en general, que se han adaptado mansamente a las astucias del Enemigo a través de un neopaganismo, fueron otras tantas barreras caídas.

La proliferación de teorías infectas de algunos teólogos sedientos, más que de verdad, de sí mismos, ha aumentado el caos en mi Iglesia. El daño acarreado a las almas no es evaluable por la mente humana.

Sólo Yo, eterno Juez, veo la gravedad de ello, la amplitud de su medida, valoro la responsabilidad y las consecuencias.

Estos teólogos han pisoteado a Dios, han traspasado mi Cuerpo Místico, han profanado mi Sangre, han encaminado muchas almas por el camino de la perdición. Siervos y colaboradores de Satanás han levantado la cabeza soberbiamente contra mi Vicario para repetir el diabólico grito: "Non Serviam"[32].

Si estas serpientes no se convierten, perecerán entre las llamas del Infierno, de ese Infierno en el que se han negado a creer.

Yo soy Juez de infinita Misericordia pero también de tremenda Justicia.

 

Abundan los tibios

 

Irás, hijo mío, a llevar los mensajes a Obispos y Sacerdotes. Mediten en las responsabilidades que pesan sobre su conciencia.

Te dije que no faltan obispos santos y excelentes sacerdotes, pero desgraciadamente abundan los tibios, los indiferentes, los presuntuosos; no faltan los herejes y los descreídos.

¿No parece esto absurdo y anacrónico? Sin embargo es la realidad.

¡Reza, hijo mío! No te canses, ofréceme tus sufrimientos. Quiero hacer de ti una lámpara encendida, instrumento en mis manos para la salvación de tantos hermanos tuyos.

No te preocupes de las opiniones de los hombres.

No separes tu mirada de Mí que te amo.

Te bendigo, juntamente con los que colaboran contigo para la difusión de mis mensajes.

 

3 de enero de 1976

 

LA REDENCIÓN CONTINÚA

 

Hijo mío escribe:

( ...) Es bien sabido que en Dios no hay ni puede haber contradicciones, que Dios es inmutable; Yo, Dios Uno y Trino, soy infinitamente sencillo.

En Mí no hay atributos más perfectos, otros menos. Yo soy la verdad, la sabiduría y la potencia, la justicia y la misericordia, la luz y la vida.

El Infierno creado para los réprobos, no va contra la misericordia y es conforme a la justicia. Yo, verdadero Dios y verdadero Hombre, habiéndome cargado todas las culpas de la humanidad, con mi tremenda Pasión y Muerte, he satisfecho a la justicia y a la misericordia. Acto de infinita Misericordia el Misterio de la Encarnación, acto de infinita Justicia el Misterio de la Pasión y Muerte.

 

            "Justitia et Misericordia oscultatae sunt".[33]

 

Vuestra pasión

 

Yo soy la Cabeza de mi Iglesia, vosotros sois los miembros vivos, libres y responsables. Yo Cabeza me he adherido a la voluntad del Padre con acto de misericordia. Vosotros formáis Conmigo un solo cuerpo.

El Misterio de la Redención está en acto, continúa. Para nada se opone a la Misericordia divina el hecho de que los miembros deberán, como la Cabeza, sufrir su pasión.

Hay luego una cosa de gran importancia. Mi Madre y vuestra, que es Madre de misericordia y espejo de justicia, ya ha advertido repetidamente a la humanidad que, en caso de que no se verificasen las condiciones pedidas de arrepentimiento y de conversión, se abatiría un castigo tremendo sobre las Naciones.

Mi Madre os ha advertido que son numerosísimas las almas que van al Infierno. ¿Puedo entonces Yo, el Amor infinito, permitir que las almas rescatadas por Mí con un precio de sufrimiento infinito, tengan que condenarse en número pavorosamente creciente?

Si no ha podido nada sobre ellos la misericordia y el amor, ¿puedo Yo impedir que la aflicción debida a sus pecados, y el caos provocado por ellos mismos, tengan que ser convertidos por Mí en instrumentos de salvación de una humanidad en ruina? No, hijos míos.

Por desgracia la hora tremenda de la purificación está ya en curso, pero la ceguera de los hombres les impide ver; el ateísmo es ceguera profunda. La hora se aproxima; resulta inevitable sólo por la obstinación de esta generación incrédula que ama el error, que rechaza la justicia en todas partes dañada y ofendida.

Yo quiero una Iglesia regenerada donde justicia, paz y amor resplandezcan con luz nunca vista. Yo quiero poner término a la hemorragia de almas que se están perdiendo, Yo quiero restablecer el orden perturbado.

Yo quiero que mi pueblo vuelva a ser el pueblo de Dios, y todo esto lo obtendré valiéndome de la necedad y de la iniquidad de los hombres.

Mostraré a las generaciones lo bueno y misericordioso que es su Dios.

 

7 de enero de 1976

 

REGINA APOSTOLORUM[34]

 

Jesús: "Es Mi Madre y tuya la que te habla. Escúchala con humildad y amor, con fe viva".

“Hijo, escogida para ser la Bendita entre todas las mujeres, ab aeterno[35] en el corazón de Dios soy el objeto de su Amor infinito. Agradé a Dios por mi filial candor, pero agradé todavía más a Dios por la humildad.

Mi Hijo, antes de subir al Cielo, me dijo que yo no lo podría seguir inmediatamente a la Casa del Padre, sino que debería permanecer en la tierra para ser Madre de la Iglesia naciente, y continuar engendrando a la Iglesia en el Amor.

Con Jesús la engendré en el dolor atroz, sin límites. Como Madre y Corredentora debía engendrar su Cuerpo Místico en el Amor.

Mi Jesús y vuestro, en la realización del Misterio de Salvación, me quiso cercana a Él. El Hijo de Dios, pero también verdadero hijo mío según la Carne, me quiso Corredentora y Madre de su Cuerpo Místico.

 

Verdadera Sacerdotisa

 

Me corresponde verdaderamente el título de Madre de la Iglesia. Pero no basta. Si te acuerdas, oh hijo, en un mensaje se te ha revelado que Yo, María, Madre de Dios, soy la única y sola mujer en la Iglesia que es verdadera Sacerdotisa.

Jesús, Sacerdote Eterno, me ha comunicado a Mí su Vida divina. Y Jesús es Dios inmutable, simplicísimo.

Yo, como se ha indicado otras veces, le di a Él la vida humana y El me dio a mí la Vida Divina; ahora bien, de la Vida Divina es también el Sacerdocio. Entonces se podría pensar que el Sacerdocio a Mí comunicado sería como el dado a cada bautizado; como naturaleza sí, como medida no.

A Mí me fue comunicada la plenitud sacerdotal, en forma diversa y a la vez superior a la comunicada a los Apóstoles de los cuales soy verdaderamente Reina. ¡Justamente se me invoca como Regina Apostolorum!

Yo fui profundamente respetuosa de la Jerarquía, querida e instituida por Jesús Redentor.

Cabeza visible de esta Jerarquía por Voluntad divina fue Pedro. Yo era la Reina de los Apóstoles, y me reconocieron y me honraron como Madre de la Iglesia y como su Madre y Reina, los mismos Apóstoles.

También Pedro, en los años que permaneció en Jerusalén, venía a Mí por confortación y me llamaba madre, venía a Mí por consejo y por ayuda y me honraba como Reina.

 

Si me estimaran verdaderamente

 

Si mis Pastores y mis Sacerdotes tuvieran plena conciencia de los vínculos espirituales que nos unen, si realmente me estimaran como Madre y Reina suya, Yo los cubriría de gracias, como soy generosa en ayuda para todos los hijos que me aman y que difunden la devoción a mi Corazón Inmaculado.

Presente en el Cenáculo, en el día de Pentecostés, me preparé con los Apóstoles y los preparé para recibir el Espíritu Santo. Sobre Mí descendió en mayor medida: Yo, la Esposa del Espíritu Santo fui llena de Él.

No se nos olvida la propia madre terrena porque se sabe que la ternura de su amor no disminuye jamás. Pero hijo mío, ¡el amor con el que os ama vuestra Madre Celeste es inmensamente superior a cualquier amor humano!

Yo os amo a todos, y a todos os quiero salvos.

No resistáis a la voz de Dios que os llama a una verdadera, sincera conversión.

¡Temed al Señor que pasa!...

Leed con humildad los mensajes que la Bondad divina os ha enviado.

Es misericordia, gran misericordia la de advertiros de la hora de la purificación ya cercana.

Te bendigo, hijito.

 

10 de enero de 1976

 

REFLEXIONES SOBRE ALGUNOS MENSAJES

 

Nuestra participación, como ministros de Dios en el Misterio de la Encarnación, de la Cruz y de la Eucaristía tiene puntos de gran semejanza con la participación de la Virgen Santísima en estos tres grandes Misterios.

Como la Santa Virgen, así el sacerdote es llamado por vocación a estar activamente presente en el Sacrificio de la Santa Misa, perpetuación del Santo Sacrificio de la Cruz.

Está presente en unión con Cristo en el ofrecimiento de sí mismo; está listo para aceptar, sufrir y ofrecer dificultades e incomprensiones, insultos y ofensas, el sufrimiento en general como Jesús ha hecho. Sin este ofrecimiento, la participación del Sacerdote resulta tan sólo exterior, material y por lo tanto infecunda.

El sacerdote, con las palabras de la Consagración, renueva el prodigio de la Encarnación: provoca, como la Virgen con su Fiat[36], la real Encarnación del Verbo en sus manos.

Amándolo, como María lo ha amado en su seno, recibiéndolo en la Santa Comunión con la pureza de alma y de cuerpo con la que la Virgen lo concibió, con el ofrecimiento hecho en unión con Jesús al Padre, el Sacerdote se vuelve, como la Virgen, verdaderamente corredentor.

Si el sacerdote celebrante no está animado por esta fe y por estos sentimientos y propósitos, su Misa es estéril para él; no ha sido más que un protagonista material del más grande Misterio.

 

¡No esperéis!

 

Si nosotros sacerdotes celebrásemos la Santa Misa como la debiéramos celebrar, el mundo no seria lo que es; Satanás no tendría la fuerza que tiene, y muchas más almas se salvarían.

El tormento del Sacerdote que se condena será muy diferente del tormento de los otros condenados; solo hallará comparación con la desesperación de Judas que habría podido ser, uniendo y fundiendo sus dones naturales con los sobrenaturales, un grandísimo apóstol.

... Sacerdotes que celebráis la Santa Misa sacrílegamente, coméis y bebéis diariamente vuestra condenación.

No aplacéis de hoy para mañana vuestra conversión. No esperéis... Mañana podría ser demasiado tarde.

Un gran acto de humildad, lo que Judas siempre se negó a hacer, una ardiente invocación a la Virgen Santísima, refugio de los pecadores, transformará vuestra existencia y cambiará vuestro destino eterno.

Hermanos en el Sacerdocio, ¿no habéis meditado jamás el sueño, la visión de San Juan Bosco "las dos columnas"? Leedla, os daréis cuenta que nosotros estamos viviendo de lleno la profecía; la última parte de la visión predice los tiempos que seguirán a los actuales acontecimientos.

Estos tiempos se acercan; debemos prepararnos en la oración y en la penitencia.

No seamos escépticos e incrédulos; ¡creamos y nos será dado ver y entender! ¡No dejéis caer en el vacío los impulsos de la gracia que llaman la puerta de vuestro corazón!

El Corazón Misericordioso de Jesús, el Corazón Inmaculado de María nos salven y nos bendigan.

 

12 de enero de 1976

 

LOS PECADOS SOCIALES

 

Hijo mío, escribe.

He aquí los tres grandes pecados sociales de la humanidad:

— La humanidad ha pecado en Adán y Eva.

— La humanidad ha pecado, con el deicidio, en el pueblo elegido, el pueblo de Dios.

— La humanidad peca, hoy, con el rechazo de Dios.

1) El pecado de la humanidad en Adán y Eva desbarata enteramente el estupendo plan de Dios; le cambia el resultado.

Al orden sucede el más desconcertante desorden. A la felicidad del Paraíso terrenal sigue la infelicidad, a la luz siguieron las tinieblas de la ignorancia.

Al amor, el odio; al bien —para el que el hombre fue creado— el mal con toda la gama de sus manifestaciones; a la paz siguen las guerras y violencias.

A la vida eterna —finalidad de la creación— se puede preferir la muerte eterna, en la profunda desesperación del Infierno.

Esto es el pecado original. Esta ha sido la respuesta dada al Amor de Dios por la humanidad entera en Adán y Eva.

Una monstruosa ingratitud consumada por el primer hombre y la primera mujer a los que no les faltó la gracia, no solo necesaria, sino sobreabundante en la medida de su inmensa responsabilidad.

Dios, por un acto suyo de amor sin límites, ha cosechado un tremendo insulto.

 

La justicia genera misericordia

 

2) Pecado social es la decadencia consumada por el Pueblo elegido.

A la rebelión de la humanidad en Adán y Eva, Dios responde no con la maldad sino con la justicia y la misericordia.

Con la justicia castiga el pecado en la humanidad entera. Desde su origen hasta el fin, el hombre comerá el pan con el sudor de su frente. La Justicia pesará sobre la humanidad hasta el fin de los tiempos.

Pronto sin embargo estalla también la infinita misericordia. Obtenida la confesión y el arrepentimiento por parte de los primeros padres, Dios hace seguir el perdón con la promesa de la Redención.

Para preparar el gran acontecimiento de la liberación de la humanidad de la esclavitud del Infierno, Dios se escoge un pueblo, el pueblo preferido, que Dios quiere santo, pero que no se vuelve nunca santo a pesar de la lluvia de gracias y de milagros.

Hecho objeto de su amor, este pueblo responde con la ingratitud a la predilección.

Dios hace surgir profetas que con voz fuerte llaman al pueblo a la misión a la que estaba predestinado.

Los profetas, que son los altavoces de Dios, anuncian favores, gracias y liberaciones. Ante la ciega obstinación, también amenazan y anuncian castigos que el pueblo conocerá en el dolor.

Se recordarán de los padres en el sufrimiento, y entonces estallará de nuevo la misericordia. La justicia divina engendra siempre la misericordia aunque los hombres, oscurecidos por su egoísmo, no quieran comprender esta realidad.

Madurando los tiempos despunta el alba radiante del nacimiento del Salvador.

Las hostilidades contra el Verbo hecho Carne son promovidas y fomentadas por Satanás que se empeña en una tremenda lucha, que nunca había cesado, pero que llega renovada con furor. Y he aquí que el Niño divino toma el camino del exilio para escapar del cruel y corrupto Herodes.

Más tarde Satanás instigará a los sacerdotes del Templo y a los grandes del pueblo hebreo que tramarán y consumarán el deicidio.

Dios ha amado a su pueblo hasta lo inverosímil, y su pueblo Lo pone en la cruz.

 

La destrucción de la Iglesia

 

3) La humanidad peca hoy con la repulsa de Dios.

De su Corazón abierto, suspendido en la Cruz, Jesús entrega su Iglesia a la humanidad.

Desde este momento, nuevo plan de Satanás y de sus legiones contra el Cuerpo Místico de Jesús.

Satanás quiere su destrucción. Ya se ha hecho ilusiones de haber matado a la Cabeza, ahora trama la destrucción del Cuerpo. He aquí la guerra agotadora, que se combate sin tregua desde hace casi dos mil años.

La Iglesia no siempre responde como debiera a esta lucha. De ella ha conocido, en veinte siglos, heridas dolorosas...

Hoy por tanto Satanás marca muchos puntos a su favor.

La batalla, la gran batalla está en acción.

La visión parcial e irresponsable de la realidad por parte de no pocos pastores y sacerdotes, ha alentado al Enemigo en sus tenaces esfuerzos por destruir a la Iglesia y a su divino Fundador.

La batalla en curso, que solamente los inconscientes no advierten, deflagrará cada vez más furiosa y se apuntará muchísimas víctimas entre el clero y los fieles. El mundo, pero especialmente Europa, se abrasará con ella en una hora sin precedentes.

Hora de justicia y también hora de misericordia será la llegada de una nueva primavera de paz y de justicia, para la humanidad y para la Iglesia.

La Madre mía y vuestra aplastará de nuevo, por segunda vez, la cabeza de Satanás. Desaparecerá el ateísmo del mundo (...).

 

14 de enero de 1976

 

LE APLASTARA LA CABEZA

 

¿Por qué, hijo mío, pido con insistencia a las almas que viven de Fe: “¡Reparación, reparación, reparación!”?

1º -  Porque al Amor Infinito de Dios, Amor que obra la creación del hombre, el hombre responde con un acto de soberbia y de desobediencia.

2º -  Porque al Misterio de la Redención prometido inmediatamente después de la caída de los primeros padres y cumplido en la plenitud de los tiempos, la humanidad en el Pueblo hebreo reacciona cometiendo el Deicidio.

3º -  El Verbo, hecho Carne, responde al Deicidio con el don de Sí mismo en el Misterio de la Eucaristía y de la Iglesia. Y la humanidad, bajo el impulso de las potencias del mal, va ahora paganizándose con la casi total repulsa de Dios.

 

Un alba radiante

 

Vendrá la hora de la purificación y la Virgen Corredentora, aplastará por segunda vez la cabeza de la Serpiente infernal.

La Iglesia y la Humanidad, hechas nuevas, verán un alba radiante, jamás conocida hasta ahora. Un período de paz y de justicia será la respuesta a todas las provocaciones del Infierno contra una pobre Humanidad que se había hecho colaboradora de las fuerzas del Mal.

Después se llegará a la última fase de esta lucha entre Luz y Tinieblas, entre Amor y Odio, entre Bien y Mal, entre Vida y Muerte.

Sólo al final de los tiempos vendrá la tercera y decisiva intervención de la Virgen Santa que aplastará de nuevo, por tercera vez la cabeza de Satanás.

Seguirá el Juicio, la separación definitiva del Paraíso y del Infierno, es decir de los Salvados y de los Condenados.

 

20 de enero de 1976

 

NO ESTAIS SOLOS

 

“Escribe hijo mío:

El Movimiento Mariano entra a formar parte del designio de la Providencia, como fuerza de choque, al lado mío y de mi Madre en la gran batalla en curso, contra Satanás y contra los aliados del Infierno que en el mundo, y desgraciadamente también en Mi Iglesia, son tantos.

El Cielo os mira a vosotros, Sacerdotes benditos, que tenéis la suerte de formar parte de él. Sois más que nunca, en estos tiempos de emergencia, soldados escogidos, guiados y dirigidos por la Reina de las Victorias para la defensa de Mi Vicario y de Mi Iglesia.

El Infierno os odia y os combate, pero nada habéis de temer. Vuestros sufrimientos físicos, morales y espirituales son fermentados por el Espíritu Santo y transformados en Luz, Amor y Gracia para muchas almas de vuestros hermanos que, sin vuestra coparticipación en mi Pasión y en la de mi Madre y vuestra, irían a su perdición eterna.

Sacerdotes, amados de Mi Corazón Misericordioso y del Corazón Inmaculado de la Reina del Universo, os miran admirados los Ángeles; todos los Santos del Paraíso piden por vosotros e interceden por vosotros.

Vosotros sois bálsamo para mi Corazón tan brutalmente ultrajado y vilipendiado; sois una sonrisa de amor al Corazón traspasado de mi Madre.

 

¡No temáis!

 

¡Adelante, hijos míos! Un lugar de honor y de gloria está preparado para vosotros ab aeterno[37] en la Casa del Padre. ¡No temáis, no temáis! Mi mirada y la de la Madre está siempre sobre vosotros.

Os bendigo a todos, hijos. Os bendigo Yo, Jesús, con el Padre y el Espíritu Santo. Conmigo os bendice la Madre.

Con vosotros bendecimos a los buenos seglares que están a vuestro lado con la fe, con el amor y con la eficaz aportación de sus sufrimientos.

Por consiguiente no estáis solos. Estáis en medio de la refriega, pero con vosotros está el Paraíso, con vosotros están las almas Purgantes, con vosotros están los santos de la Iglesia militante".

 

20 de enero de 1976

 

INSTRUMENTOS DOCILES

 

Cuántos son los así llamados buenos que dicen: "Señor, Señor", pero ¡qué pocos son los dispuestos a hacer verdaderamente la voluntad divina!

Son numerosísimos los que se consideran instrumentos de Dios; lo afirman casi con convicción. Pero la verdad es otra: son instrumentos de sí mismos, esto es de su propio orgullo, lo que quiere decir instrumentos de Satanás. Hijo, no hay alternativas o sois de Dios o sois siervos de Satanás.

Un instrumento no maneja nunca nada. Un instrumento se deja manejar.

Si obispos y sacerdotes se dejaran manejar verdaderamente como instrumentos disponibles en las manos de Dios, la Iglesia sería, para el Cielo y para la tierra, espectáculo asombroso de santidad y de amor. Mis Ángeles quedarían admirados y los hombres de la tierra fascinados.

En cambio ¡qué triste visión! Visión de horrorizar, de desórdenes morales, visión de pasiones deshonestas, visión de luchas, de odios, de males de toda especie...

 

No de palabra

 

Hijo, mis palabras no cambian jamás. Serán salvos no los que me pertenecen de palabra, sino los que me pertenecen con la plena adhesión a la voluntad del Padre Celeste.

Si muchos de mis obispos no se ven obedecidos, si deben constatar que sus iglesias están sacudidas desde los cimientos, antes de buscar la causa en el exterior, busquen esas causas en el interior de su vida. Es fácil hablar de instrumentos de la Providencia, pero no ha sido igualmente fácil para muchos volverse instrumentos de la Providencia divina.

Sí, hijo, es la historia del primer pecado que se repite siempre en el tiempo, pero cuya lección no se aprende nunca.

Satanás provoca la caída del hombre. El hombre, rompe el estupendo orden preestablecido, la maravillosa armonía de la naturaleza y de la gracia.

El pecado es desorden gravísimo, que provoca y genera otro desorden en cadena, en el mundo del espíritu, de la gracia, y de la naturaleza.

Pecan los primeros padres, sigue la inmediata rebelión de los sentidos, la rebelión de la naturaleza: "deberás arrancar de la tierra el pan con el sudor de tu frente; tú, mujer, parirás con dolor".

No podréis comprender jamás lo que habéis perdido: la admirable, gozosa armonía de la gracia y de la naturaleza. Paraíso terrenal fue llamada la primera morada del hombre; ¡terrestre pero paraíso!

 

Males en cadena

 

Obispos y sacerdotes deberían estar bien instruidos acerca de las terribles consecuencias del primer pecado.

Como deberían saber que estas consecuencias son regeneradas por la consumación de cada pecado y en modo extraordinario por el pecado de soberbia.

Un pecado de soberbia, de orgullo y de presunción, hecho por un obispo o por un sacerdote, provoca en su Iglesia local consecuencias de males en cadena. Muchos desordenes tienen aquí su origen.

He aquí, hijo mío, el porqué de mi insistencia, casi exasperada en lo que a ti respecta, con la que te repito que se ha comprendido muy poco de un problema fundamental para mi Cuerpo Místico.

Es doloroso deberlo constatar, pero bastantes obispos y sacerdotes son como el necio que al edificar su casa se ocupa en cosas de poca importancia, como ciertos motivos ornamentales, y descuida los cimientos y las estructuras de sustentación, por lo que el resultado será una bella casa destinada a un seguro derrumbamiento. ¿No es esto necedad?

¡Pues bien, esta necedad impera en la Iglesia!

Te lo debería repetir quién sabe cuántas veces, a fin de que cada uno se decida finalmente a tomar en la debida consideración el grave problema.

Hijo, has podido darte cuenta también esta mañana en la reunión con X. No se quiere creer en una realidad tan evidente. Pero esta ceguera, estas mentirosas convicciones que el Enemigo ha logrado con astucia maligna arraigar en las almas, no podrán ni evitar, ni retrasar un solo momento la purificación requerida por el Amor, que no puede tolerar más allá el descarado dominio de Satanás en el mundo y sobre las almas que, numerosísimas, se están perdiendo.

¡Se considera inútil, incluso ridículo un mandato mío a los apóstoles de echar los demonios, a los que hoy en cambio se les han abierto de par en par todas las puertas!

 

¡Soy persona viva!

 

Hijo, dilo a todos, no te preocupes en lo más mínimo de las reacciones cualesquiera que sean. Soy Yo Jesús, que lo quiero, te lo ordeno.

Dilo fuerte que basta con aquella seudo-prudencia por la que se ha llegado al temor de hacer saber a todos que Yo, Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, soy Persona viva, real como vosotros, más que vosotros, con todo derecho y deber de hacer oír mi voz a quien, como y cuando quiero, o en el modo en que quiero Yo.

Dilo, hijo, que tengo el derecho y el poder de llamar a quien quiero, cuando y como quiero, para cualquier tarea que se deba llevar a cabo en Mi Iglesia.

Estén ellos persuadidos de que Yo los he elegido para ser sacerdotes, a algunos de ellos para ser obispos y, como los he llamado, puedo de nuevo, y tengo el poder, de elegir entre mis sacerdotes a aquellos a los que confiar tareas especiales que llevar a cabo en el modo y en el tiempo establecidos por Mí.

No te canses de rezar y de ofrecerte. Mira, los otros no se cansan de ofenderme. Tus sufrimientos han aumentado, pero sabes que son la medida de tu amor por Mí.

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todos aquellos que, con espíritu de verdadera humildad, sepan acoger la urgente invitación del Hombre-Dios que quiere a todos salvos.

 

21 de enero de 1976

 

SANTAMENTE ORGULLOSOS

 

Escribe:

“El mundo no es Dios, por esto no está en la luz. Oscuridad profunda lo envuelve.

Los hijos de la Luz (que no son del mundo, sino de mi Reino) no pueden hablar, y no deben juzgar como los del mundo.

El papá y la mamá de R.[38] son juzgados por el mundo como infelices y desafortunados, pero por los hijos de la Luz, ¡no!

Los hijos de la Luz pueden intuir que R. es un don, un gran don.

Quien verdaderamente vive de fe comprende qué inestimable misión ha sido confiada a R., amigo predilecto de Mi Corazón Misericordioso, hijo amado y admirado de mi Madre, objeto de las complacencias divinas, R. irradia potencia y gracia en la vida interior de mi Cuerpo Místico, y cuanto más oscura es su misión en la tierra, tanto más grande y resplandeciente es su vida de gloria en el Cielo.

La necedad está en el corazón de quien no ve en la luz de Dios, y la sabiduría está en el corazón de quien ve.

 

Reconocimiento de Dios

 

Hijo ¿deben entonces considerarse afortunados los padres de R.?

¡Sí, deben estar santamente orgullosos de ello!

No amargura, no desencantos, no lamentos, sino gratitud y reconocimiento se debe a Dios que pone su mirada sobre R., y por reflejo sobre sus padres y familiares.

Mi bendición y la de la Madre está sobre vosotros y sobre vosotros permanezca.

 

21 de enero de 1976

 

SIGNO DE PREDILECCION

 

Hijo mío, escribe:

Dirás a.. que son signo de la predilección Divina los sufrimientos aceptados con humilde resignación. Ellos son transformados por el Espíritu Santo en fermento de luz, de fe, de gracia para las almas que así son apacentadas y nutridas por el buen pastor que las ama, las custodia, las protege de las garras rapaces del Enemigo, que no ahorra esfuerzos y astucias para insinuarse entre el rebaño para dispersarlo y perderlo.

Hijo, dirás a.. que tanto a Mí, como a Mi Madre nos son conocidas las fatigas y los sufrimientos ofrecidos para tutelar y salvaguardar su rebaño.

... bien conoce la visión de Don Bosco de las dos columnas: Mi Madre Santísima y la Eucaristía. Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios realmente presente y vibrante de vida y de ardor en el Misterio de la fe y la Inmaculada, salvaremos a la Iglesia en la hora de la purificación que será hora de gran misericordia.

Hay mucho que hacer y mucho puede hacer... llevando a su rebaño, cada vez más unido, a los pies del Tabernáculo y a los pies de la Inmaculada.

Designe para esta grande y fecunda misión a alguno de sus mejores sacerdotes.

Satanás no lo querrá, por esto suscitará obstáculos.

Pero Yo lo quiero, y estaré cercano al buen pastor, y a cuantos colaboren para la realización de la Voluntad de mi Padre y Padre celeste.

Con Mi Madre y Vuestra, bendigo al pastor bueno que ama a sus ovejas, y que Yo y la Madre amamos con tierno afecto.

 

22 de enero de 1976.

 

EL SABOR DE LO DIVINO

 

Muchas veces he hablado de la actual crisis de fe de la que está infestada Mi Iglesia; es un mal del que está contagiada toda la humanidad entera.

La tierra se está transformando cada vez más en un árido desierto, en el que no faltan, aquí y allá, oasis sosegados que mantienen circulante en mi Cuerpo Místico la vida divina de la Gracia.

Sí, hijo mío, Si en un cuerpo todos los miembros estuvieran muertos, no tendríamos un cuerpo vivo, sino un cadáver en putrefacción. La Iglesia no podrá nunca morir ni volverse árida totalmente. Esto está garantizado por mis palabras explícitas; nadie puede dudarlo.

Está garantizado todavía por la presencia del Espíritu Santo; también hoy, entre la suciedad de los cadáveres que la recubren, no faltan las almas buenas, verdaderamente santas, a las que va el reconocimiento de contribuir a la circulación de la vida divina.

Hace algunos días te he hablado de los sacerdotes del Movimiento Mariano, milicia elegida, querida por mi Corazón Misericordioso y por el Corazón Inmaculado de mi Madre, para sostén y defensa de mi Iglesia, de mi Vicario en la tierra, hecho blanco de tantos dardos. Es milicia querida, bendecida y guiada por Mi Madre para preparar, con la lucha a la descarada y desvergonzada tiranía de Satanás, la hora grande de la liberación, la hora grande de la Reina de las Victorias.

 

La nueva primavera

 

Entre estos sacerdotes, está X. Me es querido por su deseo de perfección, y también por su amor por aquella Obra maravillosa que el mundo ignora, que los soberbios rechazan y que los humildes aman: el “Poema del Hombre-Dios”.

Es obra querida por la Sabiduría y Providencia divinas para los tiempos nuevos; es fuente de agua viva y pura.

Soy Yo, la Palabra viviente y eterna, que me he dado nuevamente en alimento a las almas que amo. Yo soy Luz, y la luz no se confunde y mucho menos se funde con las tinieblas. Donde Yo entro, las tinieblas se disuelven para dar lugar a la luz.

Donde no hay vida hay muerte, y la muerte es podredumbre. Hay una podredumbre espiritual no menos nauseabunda que la putrefacción orgánica de los cuerpos en descomposición. Yo, verdad y vida, agua viva y luz del mundo, ¿cómo podría morar en almas corrompidas por las concupiscencias de la carne y del espíritu?

También esto, hijo, prueba que quien no ha sentido en el "Poema" el sabor de lo divino, el perfume de lo sobrenatural, tiene el alma obstruida y oscurecida.

Hay obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que una vez más todavía alegan esa prudencia, para ellos causa de tantas imprudencias. Se refugian dentro, y no saben que están dentro del fortín del demonio. La prudencia es virtud, y la virtud no tiene náusea de lo Divino.

Hijo mío, ¡qué bajo hemos llegado! Que sepa Don X.. que cada vez que ha releído el "Poema del Hombre-Dios" me ha dado alegría por todos aquellos que me han negado esa alegría.

Que no tema nada, si hay quien se niega a comprenderlo.

Sed conscientes de que el bien nuestro es muy diferente de el del mundo. El amor que nosotros llevamos a las almas está siempre unido al sufrimiento: es ley.

El sufrimiento es el medio no sólo útil sino necesario para la transformación, para la purificación y divinización del alma.

Hijo, ¡cuánto se necesita rezar, mortificarse y reparar por uno mismo y por los hermanos!

Si la hora de la purificación ha sonado, también los retoños vigorosos que anuncian la nueva primavera ya han despuntado.

¡Animo, Yo y mi Madre estamos con vosotros!

 

5 de febrero de 1976

 

SE REZA MAL

 

Hijo mío, escribe:

"Yo Soy el Señor Dios tuyo; ¡no tendrás otro Dios fuera de Mí!".

También escribe:

"Ama al Señor Dios tuyo con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente".

Os habéis habituado a escuchar estos Mandamientos como se escucha el sonido de las campanas que cada día hacen oír su repique. Todos las oyen pero casi ninguno las hace caso; así también los Mandamientos han quedado como letra muerta, mientras que deberían estar vivos en vuestros corazones.

He querido poner esta premisa para hacerte comprender mejor cómo se reza mal, incluso por los pocos que rezan. poquísimos son los que rezan bien, ya que no es posible rezar si se ignora el primer Mandamiento; peor todavía si, conociéndolo, se olvida.

Ponerse en la presencia de Dios quiere decir cumplir una serie de acciones espirituales, esenciales para una oración buena y eficaz.

Es necesario hacer un acto de fe que eleve nuestra alma hasta Él. Lo que quiere decir tomar contacto espiritual con Dios Uno y Trino.

A este acto de fe tienen que seguir, necesariamente, actos de humildad, de confianza y de amor que sirven para intensificar el contacto con Dios. Estos actos son indispensables para una buena oración, porque impiden un ejercicio puramente mecánico que repugna a Dios. Yo alejo de Mí a los que me honran solo con los labios y no con el corazón.

Desgraciadamente son muchos, entre los pocos que rezan, los que rezan solo materialmente, engañándose a sí mismos de haber cumplido un deber que en realidad no se ha cumplido.

 

En el plano justo

 

Por lo que vengo exponiendo, ves qué graves deficiencias hay en la vida espiritual de los cristianos; por el momento me limito a ésta, pero ¡cuántas otras hay que señalar!

"Ama al Señor, tu Dios, con todo el corazón..."

Para quien ama verdaderamente a Dios, poniéndolo en el vértice de toda su vida, no hay peligro de elevar a Él oraciones que sean la expresión del orgullo y del egoísmo, como el pedir sólo el éxito de las cosas materiales, la salud, riqueza y honores.

Si se piden solamente estas cosas, no se puede establecer ningún contacto con Dios.

Dios no entra en almas llenas de preocupaciones materiales, sedientas sólo de bienes terrenos; estas almas están envueltas por la oscuridad.

Quien ama a Dios verdaderamente, se pone en el plano justo delante de Dios buscando la gloria y el amor de Él.

Quien ama verdaderamente a Dios, busca, como primera cosa en su oración, el Reino de Dios en las almas, para su mayor Gloria; “Quaerite primum Regnum Dei et haec omnia adiicentur vobis”[39]

Dios no sería Dios si no fuera fiel a sus promesas. "Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá...".

Quien reza y queda decepcionado, lo debe al hecho de ponerse fuera del Primer Mandamiento "Yo soy el Señor Dios tuyo, no tendrás otro Dios fuera de Mí". Y porque no observa el Mandamiento fundamental: "¡Ama a Dios con todo el corazón!", su oración no es escuchada.

Se ha olvidado que Yo he enseñado a los Apóstoles y a vosotros cómo se debe rezar: "Padre nuestro que estás en el Cielo...”

Ponerse en la presencia de Dios es un elemento de primer orden en la oración. El orante se olvida de sí mismo para subir con su alma a Dios Padre que es el único Grande, el único Santo, el único Bueno.

Algunas reflexiones

Aquí entra el Mandamiento del amor como parte esencial de la oración a Dios Padre. La Paternidad divina equivale también al amor del prójimo. Decimos "Padre Nuestro" para recordarnos el amor hacia los hermanos como nosotros hijos de Dios, del mismo único Padre, del Cual ha brotado por creación nuestra vida y hacia el Cual nos dirigimos.

En Él debemos fijar nuestra mirada con confianza como el náufrago mira con confianza y esperanza a la estrella polar.

"Santificado sea tu Nombre": Debemos santificar, esto es, glorificar el santo Nombre de Dios, uniéndonos al coro de todas las voces (nihil sine voce[40]) y satisfaciendo así la finalidad de la Creación que es la glorificación de Dios.

"Venga Tu Reino": Quien verdaderamente ama se olvida de sí mismo, porque su pensamiento corre hacia la persona amada para la que quiere la felicidad.

"Hágase tu Voluntad” el buscar la realización de nuestros deseos y quereres, es anteponernos a los demás y esto es egoísmo. El anteponer a nuestra voluntad la Voluntad Divina, esto es amor.

Si el que reza, reza con estos sentimientos, y se pone en la presencia de Dios, preocupado sólo de su gloria, del advenimiento de su Reino, de la realización de su Voluntad, ve que su oración produce efectos inesperados y maravillosos. Todo le será dado y en medida sobreabundante.

¿Puede tal vez Dios, Padre infinitamente bueno, dejarse superar por sus hijos? ¡No, esto no! Por esto Él dejará caer sobre el orante una lluvia de gracias y de dones celestes. Dios nos pide a nosotros que lo amemos.

No tolera que nosotros lo pospongamos a nuestras mezquindades humanas, porque sería ofensa e ingratitud.

 

Maestros de oración

 

“Mis ministros ¿no deberían ser maestros incansables para enseñar a los fieles a rezar? Una buena mamá no se cansa jamás de enseñar a sus niños, a medida que crecen, las cosas necesarias para la vida. Y mis ministros ¿no son ellos los que engendran, mediante el Bautismo, la vida divina en las almas? ¿No vivís vosotros una auténtica paternidad espiritual sobre los fieles confiados a vuestro cuidado? ¿Qué cosa es la que os hace descuidar deberes tan importantes?

Los efectos desastrosos de esta paternidad tan mal ejercida sobre vuestros hijos espirituales los podéis constatar, si tenéis el valor de observarlos.

A Dios, justo Juez, nada escapa de lo que debéis dar. Está en juego la salvación de tantas almas cuyo precio es infinito.

Hijos míos, es verdad, que las causas de la crisis de Fe, que está encaminándose a su epílogo, son diversas y algunas de ellas están fuera de vuestra voluntad; pero también es cierto que algunas de estas causas se os deben imputar ¿Qué será de vosotros, si no os arrepentís y no hacéis penitencia?

¿Qué será de vosotros, si continuáis sirviéndoos a vosotros mismos en vez de servir a Dios?

Hijos y sacerdotes míos, el tiempo que os queda no es mucho. No Yo, sino vosotros estáis determinando vuestra eternidad.

Hijo, no me canso de pedirte oraciones y reparación”.

 

13 de febrero de 1976

 

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

 

(...) “El Paraíso es una cosa tan grande que vosotros peregrinos en la tierra no podéis comprender.

En el Paraíso no hay posibilidad ni de crecimiento, ni de disminución de la propia felicidad que no consiste, como vosotros estáis tentados de pensar, en una, aunque feliz, pero inmóvil situación de contemplación de Dios y de todas las bellezas del Universo que en él se reflejan.

En el Paraíso la vida no es inmovilidad estancada, aunque sobrenaturalmente maravillosa.

En el Paraíso la felicidad se renueva en aquel instante sin pasado y sin futuro, que se llama eternidad y que es siempre infinitamente nuevo (...)”.

En humildad de espíritu alabad y glorificad a Dios, Uno y Trino, por haber sido escogidos, aunque en medida diversa, pero todos para el mismo fin, como obreros cualificados para trabajar en la viña del Señor, para contener el irrumpir de las aguas del Infierno por medio de las cuales se trata de derribar la Iglesia de la que Jesús es Cabeza tres veces Santo. De Él, Cabeza, se quiere destruir la identidad divina y humana; se quiere destruir a la Virgen Santísima, la Madre que ha engendrado a la Iglesia en el dolor y en el amor sin límites.

Sois hijos predilectos llamados para colaborar, con la oración y el sufrimiento, para que la Iglesia no sea destruida como el Infierno y sus aliados quisieran.

 

Realmente unidos

 

Acordaos de la Comunión de los Santos: estáis realmente unidos a nosotros.

Es un poco tibia vuestra fe en este gran Misterio. Somos hijos del mismo Padre celeste, tenemos en común la misma santa Madre, circula en nosotros la misma linfa vital. Tenemos los mismos intereses: la gloria de Dios para propugnar en todas partes, la realización de la voluntad divina.

No olvides nunca que la muerte corporal os separa solo físicamente, pero no espiritualmente.

Este grande y misterioso dogma, no basta con creerlo vagamente. Debe ser vivido en su realidad humana y sobrenatural. El hilo de la vida no se rompe enteramente sino sólo parcialmente.

Os repito: ¡vivid este Misterio día y noche!

 

19 de febrero de 1976

 

NO TENDRAS OTRO DIOS

 

Te he hablado, hijo, de la necesidad que quien reza se ponga en mi presencia, subiendo hasta Mí con un acto de Fe, de Esperanza y de Caridad.

El hombre debe ponerse ante Mí, no para ponerme ante sí mismo y a su egoísmo, preocupado siempre en pedir cosas materiales, sino que debe recogerse ante Mí, adorando y orando por la glorificación del Nombre de mi Padre, para pedir el advenimiento de mi Reino y para la realización de mi Voluntad.

Al hombre de fe, que hará esto, le será dado todo lo demás.

El primer mandamiento "Yo soy el Señor tu Dios, no tendrás otro Dios fuera de Mí" significa que el hombre, criatura libre e inteligente, debe colocarse en la tierra en el plano justo ante Mí, si quiere encontrar en su peregrinaje terreno, (porque tal es la vida humana, un camino hacia la eternidad) el equilibrio entre las exigencias materiales y las exigencias espirituales de su persona.

La necesidad de lo sobrenatural es tan fuerte en el hombre que, si le faltan estas realidades trascendentes, no tiene felicidad, no tiene paz; el tormento se hace tan grande que lo lleva no raras veces a la desesperación.

 

Retornar a Dios

 

El hombre es obra de Dios, y Dios conoce aquello de lo que tiene necesidad. Por eso le ha dado el primer mandamiento que lo pone en el camino donde colocarse a sí mismo en el puesto justo de la economía del Orden universal.

El hombre, salido de las manos de Dios, recorriendo su lógico y natural circuito, retorna a Dios.

Es ésta la lógica de la fe y de la razón que así lo quieren, que así lo exigen.

¿Tú me preguntas cómo? Es simple, hijo mío: haciendo de Dios la primera y suprema finalidad de la propia existencia.

"Conocer, amar, servir a Dios en esta Vida para luego ir a gozarlo en la otra en el Paraíso".

Esto es auténtico, genuino catecismo que la perversión de las mentes y de los corazones, fruto natural de una concepción naturalista de la vida, ha apagado en los cristianos e incluso en no pocos de mis ministros.

¿Quieres un ejemplo práctico de esto?

No muy lejos de tu ciudad, un religioso, que tú conoces, alma consagrada que debería tender hacia la perfección y conocer este catecismo sobre el origen y sobre la finalidad de la vida, sabes que en la confesión absuelve, sin exigir arrepentimiento, todas las impurezas, incluso el adulterio.

Ha borrado de su vida, y de la vida de muchos fieles que se agolpan en su confesionario, no sólo el sexto y el noveno mandamiento, sino todos los mandamientos.

¡Y no es solo aquel desventurado religioso en pensar de este modo!

Pero los obispos ¿no se dan cuenta de lo que está pasando en sus Diócesis? Y, si lo saben, ¿Por qué no tienen el valor de quitar a esos la facultad de confesar? ¿Por qué toleran centros de verdadera corrupción?

 

Sus intereses

 

¡Qué lejos están de perseguir la verdadera finalidad de la vida, hoy, cristianos y sacerdotes siempre ocupados, como si ellos fueran los regidores del mundo! Están agobiados en buscarse a sí mismos, a su propio yo.

En apariencia tú los ves llenos de celo y activos, todos atrapados en sus iniciativas. Date cuenta de que he dicho de "sus" iniciativas, no de las mías que son mucho más simples, seguras y luminosas: buscar a Dios con todos los medios disponibles, amar a Dios sobre todas las cosas, antes de vuestros intereses o de los otros.

Los intereses de Dios son:

1. La Gloria de Dios.

2. El Reino de Dios.

3. La Voluntad de Dios.

Servir a Dios excluye el servirse a sí mismo.

Hijo ¿cuántos son los sacerdotes que sirven fielmente a Dios? ¡Los podrías conocer aún tú!

Si a las plantas se les juzga por sus frutos es fácil comprender quiénes sirven a Dios, y quiénes al contrario se sirven a sí mismos esto es, al Demonio. Verás cuántas peras agusanadas caerán todavía, traicionando, apostatando y renegando. Lo veréis con vuestros propios ojos...

Hijo, debo decirte que la necedad humana es verdaderamente ilimitada. Sin embargo sabéis que nadie puede escapar de la muerte "Statutum est hominibus semel morí"[41] y todos sabéis que la muerte no es el fin total del hombre, sino sólo la momentánea separación del alma del cuerpo.

Pero Jesús mío, ¿y los ateos?

“De palabra son muchos, un número ilimitado. En realidad son mucho menos; de cualquier modo no hay ninguno que frente a la muerte no tenga dudas o perplejidad. Pero Yo te estaba hablando de aquellos sacerdotes que están lejos de poseer aquella sabiduría que hasta los paganos tuvieron. Cicerón decía: "Mors, quam bonum est judicium tuum"[42].

El pensamiento de la muerte, considerado sabio por los mismos paganos, está alejado del ánimo de esta generación incrédula como algo nefasto y triste. Nadie, salvo pocas excepciones, piensa en la muerte como punto de llegada y como punto de partida.

¡El número de los necios es verdaderamente grande más allá de lo que se puede decir!

Reza y repara. No te alarmes; ofrecerás tu sufrimiento: él Me es agradable. Como incienso perfumado sube hasta mi Trono para luego descender en una lluvia de gracias.

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a los que te son cercanos, que te aman, que colaboran contigo para que sea conocida mi palabra, que es palabra de vida.

 

20 de febrero de 1976

 

NO MATARÁS

 

Mi Ley es sobrenatural y eterna. Vosotros la llamáis ley natural porque es conforme a todas las exigencias de vuestra naturaleza humana, a fin de que podáis conseguir aquel feliz equilibrio del que sentís necesidad.

Quien infringe esta ley, sea o no cristiano, perjudica la semilla de donde brota el justo equilibrio sin el que no puede haber en el hombre serenidad y paz, por tanto felicidad; y va a romper el orden establecido por Dios con consecuencias incalculables.

Esto es evidente: pero la maldad humana, amasijo de soberbia, de rebelión y de división, infringe voluntariamente la ley y destruye este germen divino llevando al hombre fuera del sendero del bien, haciéndolo perderse en un laberinto a menudo sin camino de salida.

He aquí, hijo mío, que con satánica insistencia, contra todo elemental derecho a la vida, contra todo derecho de la naturaleza, se quiere una inicua ley humana que legalice lo que Dios ha condenado desde siempre: el homicidio.

Esta ley: "No matarás", redactada y sancionada por el Padre, constituye una columna que sustenta el derecho natural. Quien la infringe no solo se pone en una actitud soberbia de desafío a Dios Creador, sino que violenta la misma naturaleza, realizando un crimen que grita venganza a los ojos del Cielo y de la tierra.

 

Matanza salvaje

 

Tú me has entendido, hijo: quiero hablarte del aborto, abominable parto de mentes congeladas por Satanás en el odio contra Dios y contra el hombre.

A los propugnadores de esta ley, cuya crueldad no es inferior a aquella de Herodes, no les importa la inhumana matanza de millones de criaturas inocentes e indefensas, no les importa romper la armonía de la Creación. Una cosa les importa: dar desahogo al odio inextinguible contra Dios y contra los depositarios de la ley de Dios.

Es impresionante que los inventores de esta conjura, hecha contra Dios (porque éste es el móvil principal de quienes luchan por la legalización del aborto), hayan encontrado tantos aliados. Se han convertido en una multitud separada de Dios y encaminada por la vía del crimen.

En medio de estos, tú ves no sin espanto a algunos de mis sacerdotes, incluso algún pastor que, disimulado, se hace pequeño para no ser descubierto. En vano, porque un día, aquel día grande de amargo llanto, Yo los acusaré frente a toda la humanidad por haberse prestado a la realización de un inicuo plan del Infierno.

 

Culpa gravísima

 

El aborto procurado es culpa gravísima, cuyo origen es de Satanás, porque es transgresión de la ley de mi Padre, que es ley de amor tendiente a conservar, defender y proteger el don impagable de la vida.

¿Qué hombre tiene el derecho de suprimir la vida de otro hombre?

¿Qué Estado puede arrogarse el derecho de romper el equilibrio de la naturaleza humana?

¿Qué Estado puede exaltar el derecho de abrogar una Ley divina? El pretender hacerlo es un crimen de tal gravedad que Dios no puede dejar impune.

El aborto es abominación y perversión fruto de una sociedad corrompida y anticristiana.

¡Ay de aquellos sobre cuya conciencia pesará tan tremenda responsabilidad!

No solo Yo seré inexorable Juez, sino que serán los seres humanos, víctimas del aborto los que se dirigirán directamente a mi Padre, Dador de la vida para pedir justicia sobre sus verdugos materiales y morales.

Hijo, la legalización del aborto es un producto de la barbarie materialista; pero cuántos otros hay: la violencia, los crímenes, la droga, la pornografía, la corrupción organizada, secretamente querida y financiada, aunque públicamente deplorada.

Si te hiciera ver el verdadero rostro de esta sociedad incrédula, te repito que de ello te morirías.

Esta humanidad ha rechazado la salvación ofrecida por mi misericordia; la salvaré con mi justicia.

Hijo, reza, reza; ¡no te canses!

Hoy no ves sino lo que ha podido la perversidad del Maligno; mañana verás cuánto ha podido la oración y el sufrimiento de los buenos.

Te bendigo, hijo mío; ámame.

 

25 de febrero de 1976

 

SIEMPRE HE HABLADO

 

“Ahora no puedes desear más para creer en lo que te he dicho en relación con la crisis de Fe que envuelve a mi Cuerpo Místico.

¿Has visto cuánta fatiga es precisa, incluso de los así llamados buenos, para creer en Mí, Verbo de Dios hecho Carne, realmente presente en mi Iglesia, en el Misterio de la Fe y del Amor? ¡Cuánta fatiga deben pasar los así llamados buenos para otorgar el derecho de ciudadanía al Hijo de Dios!

Así, se logra todavía con mayor dificultad admitir que la palabra de Dios se puede manifestar a alguno, como y cuando Dios cree.

¡Yo quisiera hablar con todas las almas! Esta es una exigencia de mi Amor infinito. Hablar quiere decir comunicarse con las almas, y comunicarse quiere decir dar algo.

En mi caso comunicar quiere decir dar luz a las almas; pero son poquísimas las dispuestas a recibir y dispuestas a aceptar el diálogo Conmigo. Para la mayoría faltan las previas disposiciones de fe, de humildad y de amor.

Las almas que carecen de estas virtudes no admiten que otras las puedan tener.

 

Si verdaderamente creyeran

 

La Cristiandad vive en las contradicciones. Se dice creer en Mí, Verbo hecho Carne, por tanto verdadero Dios y verdadero Hombre, pero de hecho se me niega, negándome el derecho de hablar. Si verdaderamente creyeran en Mí, entonces creerían en lo que Yo, Dios, he hecho desde los orígenes de la humanidad.

He hablado siempre a los hombres.

He hablado directamente a Adán y a Eva. He hablado a Caín.

He hablado a los Patriarcas, he hablado por medio de los profetas. He hablado por medio de mis Santos.

Yo, hoy, ¿¡no puedo y no debo hablar!?... y ¿sabes por qué? Porque para los materialistas Yo no existo.

El hablar, decía, es comunicar; comunicar quiere decir algo: una idea, una verdad o también una mentira como hacen tantas veces los hombres con su espíritu torcido, dirigido al mal.

Lo que siempre y en todas partes ha sido una necesidad elemental de la naturaleza humana, se le quiere negar al Autor de la misma naturaleza.

 

¿Qué saben ellos?

 

Algunos por ejemplo, no creerán, que Yo haya hablado por medio de ti, mi pequeña pluma despuntada. ¿Por qué? ¿No me he servido Yo de San Pablo? Y ¿quién era Pablo antes de la conversión? ¿No me he servido de San Agustín? Y ¿quién era Agustín antes de la conversión? Por medio de cuántos Agustines no he hablado a los hombres en los siglos... ¿Qué saben ellos de lo que ocurre entre Mí y tu alma?

Es paradójico decir "Creo que Jesús es la Palabra viviente, es el Hijo de Dios" y luego negar que Jesús pueda hablar a una alma. La primera afirmación es destruida por la segunda.

¡Cuántas otras cosas son hoy paradójicas en mi Iglesia! Como el comportamiento de algunos sacerdotes que dicen creer en mi Presencia real, cuando la realidad de su vida es un mentís a lo que dicen con los labios. Si creyeran en mi Presencia en el Misterio del Amor, deberían creer también en la razón que me ha inducido a la institución del Prodigio Eucarístico.

¡Oh, hijo, si se quisiera analizar a fondo la vida y la fe de mis ministros, se llegaría a conclusiones amargas...

Reza, hijo, no te canses.

Te bendigo.

 

28 de febrero de 1976

 

LAS COSAS CAMBIARÁN

 

No pienses que el mundo esté muy cambiado de lo que era hace casi dos mil años. Para cambiar radicalmente, deberían cambiar las causas de los males que están precisamente en las raíces de la naturaleza humana.

El hombre puede progresar o retroceder pero no puede cambiar substancialmente; quedará siempre como un ser mortalmente herido en su naturaleza debilitada por el pecado original, por lo que estará siempre inclinado al mal al que podrá, queriéndolo, superar con la ayuda que le viene de lo Alto.

He aquí porqué, después de dos mil años de Cristianismo, el hombre no ha cambiado mucho. Hoy, como hace dos mil años, y con la misma crueldad ciega, se renueva mi Pasión. Con la misma absurda tenacidad el hombre de este siglo materialista y descreído prefiere a Barrabás y grita: "¡Sea crucificado el Cristo!".

En la raíz encuentras siempre la misma causa: el odio de Satanás contra el Verbo de Dios, hecho Carne para la salvación de la humanidad, el odio de Satanás contra Mí, Salvador y contra el hombre al que quiere arrastrar en su misma perdición.

Esta es la verdadera razón por la que, después de dos mil años, en las logias masónicas, en los parlamentos, en las aulas universitarias, en las revistas, en la radio y en la televisión, en las sedes de los partidos, en los periódicos, se continúa gritando el "Crucifigatur". ¡Sea crucificado el Cristo y viva en cambio Barrabas!

 

La venganza del Diablo

 

Satanás, congelado en su odio contra Dios desde el momento en el que se rebeló y cayó, concibió su venganza. De este odio vive, de este odio se nutre y de este odio ha hecho la finalidad de su existencia.

Siendo superior a la naturaleza humana, puede mucho sobre ella, y se vale de esta superioridad para azuzar al hombre al mal.

He aquí, porqué hoy, como hace dos mil años, tú ves en el hombre los mismos instintos brutales de su naturaleza herida, las mismas manifestaciones de odio en lo que a Mí respecta.

Jesús mío, entonces ¿qué culpa tiene el hombre si un ser más fuerte que él lo empuja inexorablemente al mal?

“Hijo, no olvides que Yo he venido precisamente para esto: para restablecer en la naturaleza humana el orden tan terriblemente turbado por el pecado original.

No olvides cómo Yo he unido a la Naturaleza divina la naturaleza humana para tener la debida satisfacción y reparación por parte de la humanidad. El devolver a la naturaleza humana, envilecida con el pecado, su primitiva dignidad, ha exacerbado terriblemente en Satanás la sed de odio, de envidia y de celos hacia vosotros.

Con todo esto no se puede justificar el mal que los hombres hacen, incluso bajo el impulso de Satanás, porque el hombre es libre y la Redención ha restablecido el orden y el equilibrio turbados. Precisamente por medio de la Redención le son proporcionados al hombre los medios necesarios para afrontar y superar las tentaciones.

Si luego el hombre, complaciente, presta oídos a la voz del mal, lo hace no sin su responsabilidad. Si voluntariamente rechaza los frutos de la Redención, se pone en una pendiente peligrosa por la que fácilmente resbalará, de precipicio en precipicio, hasta el fondo del abismo.

 

“¡Viva Barrabás!”

 

Hijo, he aquí porqué hoy al Amor, esto es al Hijo de Dios que se hizo Redentor de los hombres, se le grita con rabia el "Crucifigatur". He aquí porque se repite el "¡Viva Barrabás, muerte al Nazareno!".

— ¡Viva Barrabás!

Viva el crimen, viva la violencia hasta la exaltación de uno y de la otra.

Viva el odio, viva la prostitución y la pornografía.

Viva la prensa perversa, viva la inmoralidad exaltada a través del cine y de la televisión.

Viva Barrabás: Viva el mal y muerte a Cristo, el Salvador.

— ¡Muerte al Amor! venido a salvar a la humanidad perdida, envilecida y esclava; venido para devolver a la humanidad libertad y dignidad; venido para entreabrir a la humanidad horizontes de esperanza, horizontes nuevos e infinitos de salvación.

Pues bien, frente a este drama ¿cuál es el comportamiento de muchos de mis sacerdotes?

Para no pocos de ellos es de neta indiferencia, para otros es de simpatía y colaboración con mis enemigos. Son los sacerdotes marxistas, vergonzosamente suscritos a diarios ateos y materialistas. Son mucho más numerosos de los actualmente conocidos: lo veréis en la hora de la prueba.

Luego está la postura de los sacerdotes de oficio, que no han sabido ver en el sacerdocio, el Misterio de la Iglesia, del que son parte esencial; en efecto ¿cómo se podría pensar en la Iglesia sin el sacerdocio, que es su espina dorsal?

¡Precisamente como en El Calvario! Muchos eran los indiferentes y los curiosos. Estaban los escribas y los fariseos, aliados e instigados por los sacerdotes; pocos, poquísimos los buenos: la Madre, San Juan, la piadosas Mujeres, algunos discípulos y entre estos los pastores.

El mundo, hijo, ha cambiado muy poco porque la matriz del mal es siempre la misma. Es a esta matriz del mal a la que se necesita apuntar para limitar su potencia ofensiva, para prevenir sus movimientos y neutralizar su acción. Esto no se ha hecho por todos, y no se ha hecho en la justa medida.

           

Fermento de vida

 

A pesar de todo, las cosas cambiarán: mi Pasión y Muerte han traído al mundo tal fermento de vida por lo cual las fuerzas del Mal no prevalecerán.

Mi Pasión continúa en mi Cuerpo Místico. Los sufrimientos de los buenos, de los santos, de las almas víctimas han dado y darán sus frutos.

La Tierra será bañada por la sangre de nuevos mártires que anticiparán el alba radiante de una Iglesia renacida a nueva vida, de una Iglesia que tomará el puesto de maestra y de guía de los pueblos de todo el mundo.

Las fuerzas del Mal serán aplastadas bajo el talón de Aquella que, como ejército formado para la batalla, marcará otra espléndida victoria para la Cruz y para la Iglesia. La humanidad será devuelta al Padre que la ha querido bienaventurada por la eternidad.

Hijo mío, reza. Ofréceme, como siempre, todo lo que tienes, todo lo que eres.

Te bendigo, ámame.

 

6 de abril de 1976

 

ESTARÉ A TU LADO

 

Angel mío querido, que has sido puesto por Jesús a mi lado para asistirme y defenderme, yo pobre Sacerdote me reconozco culpable ante Ti de tantísimas culpas.

Habría debido amarte más, buscarte más, especialmente en los momentos difíciles de mi vida. Sin embargo mis muchas miserias, las necias preocupaciones humanas y la infidelidad han arrebatado a mi alma la luz indispensable para hacer el bien, han quitado a mi voluntad esa agilidad y firmeza para hacer frente a las astucias y a las insidias de la Serpiente, siempre al acecho y dispuesta a golpear con su veneno, y me han privado de tu ayuda.

Angel mío querido, perdona mi negligencia, mi culpable necedad.

Provee tú, vigilante custodio y centinela, a defenderme y a protegerme contra el asalto del infernal enemigo y de sus legiones.

Angel custodio mío, hazme sentir tu real y benéfica presencia, házmela sentir en la vida y en modo especial en la hora de la muerte.

Ahora, oh amigo de mi alma, si me quieres hablar, háblame. Con la Gracia Divina me dispongo a prestarte toda mi atención.

 

Amistad intensificada

 

“¡Si, hermano mío! No te asombre si te llamo de este modo.

Somos hijos del mismo Padre; somos miembros del mismo Cuerpo; vivimos de la misma linfa divina; somos objeto del Amor y estamos vivificados para los mismos fines: ¡la Gloria de Dios Omnipotente, su Reino, su soberana, divina Voluntad!.

Hermano, en un mensaje anterior me he presentado a ti, pero el lazo que nos une debe siempre aumentar, acrecentando así nuestra relación. Nuestra amistad puede y debe ser intensificada con nuestra voluntad recíproca.

Mira, si entras en una casa oscura, en ti es instintivo buscar la fuente de la luz, encendiendo un fósforo, accionando un interruptor.

¡Cuánta oscuridad tenéis en torno a vosotros hermano mío! ¿y entonces?

Tú búscame. Yo soy como el interruptor que, saltando, te haré inundar de luz divina.

De hecho, aun siendo tú Ministro de Dios, no conoces todos los medios de santificación.

Hermano mío, ¡eres Ministro del Omnipotente! Y Él, el Omnipotente te ha hecho participante de su divina Soberanía.

Si tú y los demás Sacerdotes fuerais conscientes de esta realidad, podríais verdaderamente dar la vuelta a la situación.

El atrevimiento de las fuerzas tenebrosas del mal disminuye en la medida en que crecéis en el proceso de vuestra santificación.

Cuanto más subáis vosotros sacerdotes en la luz de Dios, tanto más las fuerzas del mal descenderán y se hundirán en la oscuridad del Infierno.

Hermano, se necesita intensificar nuestras relaciones, se necesita una comunión no ficticia sino real. Lo exige la Voluntad divina a la que debemos reconocer humildemente y actuar. La prueba para ti, hermano, está en acción.

El Amor de Dios me ha puesto a tu lado para ayudarte a superarla. Estaré junto a ti para defenderte; la lucha tendrá momentos de dura aspereza.

¡Adelante sin temor, Jesús te llevará a la victoria!

Llámame y yo estaré junto a ti. Juntos recibamos la bendición de Él, Uno con el Padre y el Espíritu Santo.

 

7 de abril de 1976

 

HIJOS MIOS ¡VALOR!

 

Hijo mío, escribe: Soy Yo, la Madre, la que completo la serie de los mensajes de estos días.

Son voces que vienen del Cielo. Son voces que atentamente debéis acoger y meditar con fe.

Son Gracias que Él y Yo, Madre suya y vuestra, hemos predispuesto para que podáis proceder con serenidad y solicitud a adaptaros a la Voluntad divina siguiendo los impulsos y las sugerencias tan claramente dadas.

Hijos míos, no debéis, no podéis dudar más. La duda en vosotros, se vuelve ingratitud culpable. No os detengáis en una lectura simple, superficial, sino reflexionad atentamente, rezad fervorosamente, ofreced generosamente. Buscad el intensificar vuestra unión con Él y Conmigo que soy para vosotros realmente madre.

Hijos míos, ya no es tiempo de ligerezas. Mis lágrimas son lágrimas de dolor y de amor. Los hijos verdaderamente buenos funden las lágrimas de la madre que los ama tiernamente, con las suyas. Quiero decir que los hijos verdaderamente buenos no se contentan con saber o deplorar que la Madre llore, sino que lloran con la Madre, porque el dolor de la Madre es su dolor.

Hijos míos, ¡animo! Estáis en mi Corazón Inmaculado, estáis en el Corazón Misericordioso del mío y vuestro Jesús. Las nubes precursoras de tormenta se amontonan cada vez más en el cielo. Recemos y reparemos, a fin de que el temporal no estalle antes del tiempo.

Las iniquidades se multiplican, los sacrilegios van en aumento, los pecados y las provocaciones son más numerosos que las arenas del mar. Si no se contrapone penitencia, oración y reparación, la hora de las tinieblas puede ser anticipada.

 

Reaccionar contra el mal

 

La humanidad, puesta en la balanza, se ha encontrado pavorosamente en deuda con la Justicia divina.

Vosotros, hijos míos, podéis y debéis reaccionar contra el mal ofreciendo vuestra efectiva colaboración a las fuerzas del bien. No prevalecerán, porque Yo intervendré una vez más, como ejército formado para la batalla.

Bajo el impulso y la influencia de Satanás y de sus formaciones, la humanidad pecadora se ha organizado. También las fuerzas del bien, superando todas las dificultades, se deben unir para rechazar el ataque del Enemigo.

¡Todos sois hijos de Dios! Esto debe bastar y ser más que suficiente para unirnos en defensa de la verdad y de la Iglesia, que es y será siempre una Madre amorosa para vosotros.

¡Estemos unidos con Jesús, nuestra Cabeza, nuestro Rey Divino!

Os bendigo, hijitos míos, os bendigo. Con vosotros bendigo a los que os son queridos.

 

TEN PIEDAD DE MÍ

 

Señor, yo creo en Ti, Uno y Trino.

Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, Padre que me has creado.

Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, oh Verbo Eterno de Dios hecho Carne, Redentor de la humanidad.

Creo en Ti, te amo, te adoro y te doy gracias, oh Espíritu Santo, alma de la Iglesia y alma de mi alma.

Te pido perdón, oh Dios mío, por esa multitud de culpas, más numerosas que las arenas del mar, que he cometido en el curso de mi vida.

Pecando te he ofendido a Ti que eres el Alfa y la Omega, el Amor eterno e infinito, que eres el único, máximo Bienhechor de todos y de todo. Señor, conviérteme radicalmente a Ti, en la entrega de mí mismo, en la realización de tu Voluntad.

Quiero vivir en un amor creciente por Ti, Uno con el Padre y el Espíritu Santo. Quiero vivir para tu Madre y mía, para San José, para la Iglesia triunfante, purgante y militante.

¡Señor, ten piedad de mí! Soy un hombre pecador...

 

 

LÍBRANOS DEL MALIGNO

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

 

Parte 3ª

24 de Mayo de 1976

 

LA GRAN BATALLA

 

Hay una guerra que no terminará hasta el fin de los tiempos.

La más grande batalla de proporciones apocalípticas se combate en el Cielo entre los Ángeles fieles a Dios y los Ángeles rebeldes a Dios, los primeros encabezados por el Arcángel San Miguel y los segundos por Lucifer, el terrible dragón del Apocalipsis.

"Entonces se entabló una guerra en el Cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón que fue precipitado". Es Satanás, la antigua Serpiente que insidió a los primeros padres induciéndolos por el orgullo a la desobediencia.

Esta es la terrible realidad de la que el mundo se ríe estúpidamente mientras sufre su acción mortífera hecha de tiranía, oscuridad y sufrimientos. El reino de Satanás es el reino de las tinieblas, es el reino del mal, de todos los males, porque los males de cualquier naturaleza manan de él como de fuente de toda iniquidad.

La batalla que se combatió en el Cielo en la presencia de Dios fue una inmensa batalla de Inteligencias, que determinó para la eternidad el futuro destino de los ángeles y de los hombres. Fue un hecho histórico de primera importancia que abarcaría cielo y tierra.
¡La historia de la humanidad está ligada y condicionada a este suceso, digan lo que digan o piensen los hombres!

Las Santas Escrituras, las afirmaciones de los Padres y de los Doctores de la Iglesia dan claro testimonio de ello.

 

Escépticos e incrédulos

 

Los particulares momentos que vivís y el inmediato futuro que os espera os harán creer en la intervención de las milicias celestes, bien sea por una peculiar presencia de la Providencia divina que gobierna al mundo, o bien, por la gravedad de los acontecimientos que pondrán de manifiesto la presencia del perturbador del orden establecido por Dios, como el Papa Pablo VI con valor os ha dicho: "el racionalismo primero, el materialismo ahora han hecho de todo para poner en descrédito el hecho más importante del cielo y de la tierra sin el cual ninguna explicación es aceptable".

La presencia no sólo Mía, sino también de Satanás en la historia y en la Iglesia, con los hechos que lo comprueban, choca terriblemente con la pueril tentativa de los enemigos de Ella para minimizar e incluso negar la límpida realidad.
Con tristeza y con dolor se debe constatar hoy que no sólo los tradicionales enemigos míos y de mi Iglesia niegan la presencia junto a los hombres de seres de naturaleza diversa de la humana, pero hasta cristianos y ministros de Dios son escépticos e incrédulos, con grave daño para ellos en lo personal y gravísimo daño social.

El Enemigo del hombre ha conseguido narcotizar muchas almas y muchos corazones, así queda menos contrastado su radio de acción. Por desgracia en la Iglesia, aún a los que afirman creer les falta luego la más elemental coherencia con la Fe que afirman poseer.

 

Indiferencia culpable

 

¿Se puede permanecer pasivos, o casi, frente a la acción de un enemigo furiosamente activo que no carece ni de inteligencia ni de potencia para combatir a las almas a las que odia y quiere atropellar y perder?

Razonablemente se diría que no. Pero por desgracia la realidad es bien diferente: indiferencia y escepticismo se encuentran incluso en aquellos que, por razón de su estado, por el fin primordial de su vocación y por coherencia con la fe deben, no sólo sostenerla, sino defenderla y difundirla, y en cambio permanecen inertes.

Se han atrofiado en acciones secundarias y ciertamente no aptas para confinar y limitar la tremenda obra devastadora de Satanás y de su Iglesia.

¿Cómo se explican ciertas lagunas, que han abierto pavorosas brechas al enemigo? Así por ejemplo, de improviso se anulan cada día medio millón de exorcismos que un gran Pontífice había establecido con intuición profética para este vuestro siglo, para combatir a Satanás y a sus legiones...

Me refiero a la oración a mi Madre y vuestra, y a San Miguel que se recitaban al final de la Santa Misa.

¿Con qué cosa se ha pensado sustituir tan importantísima disposición tomada por un Vicario mío y confirmada por tantos santos Sucesores suyos? ¡Con ninguna medida!

¿Es sabiduría destruir lo que se había construido con sabiduría e inteligencia, sin proveer después a sustituirlo? Esto es un ejemplo: pero ¡cuántos más se podrían traer!

¿No es caso de reflexionar, haciendo un serio examen de conciencia?

Te bendigo, hijo mío.

 

25 de Mayo de 1976

 

FORTALEZA DESGUARNECIDA

 

El comunismo ateo y la transformación de la sociedad, mediante el proceso industrial en curso en la civilización de consumo, han sido inmejorables armas en manos del Enemigo del hombre para volver materialista y atea a la humanidad entera; han sido los medios mejores para alejar al hombre de Dios.

El Enemigo, que desde la creación del hombre no ha descuidado nada para arrancarlo de Dios y dirigirlo al camino de la perdición, ha orquestado con su inteligencia, superior a la humana, una guerra que conduce con tenacidad y perfidia.
Es justo decir que no han faltado las tentativas de reacción. Pero es increíble que, a medida que crecía la acción pervertidora del Enemigo, se debilitase en mi Iglesia la contraofensiva con medios adecuados. Ha habido, sí en la Iglesia, una reacción externa bastante viva (Movimiento católico de Obreros, Estudiantes, Profesionales...) pero, por el contrario, se ha ido enfriando la acción interna de resistencia y de contraataque.

Os llamo aún la atención otra vez, y no por casualidad, León XIII, que vislumbró este gran peligro y no dejó de componer un Exorcismo que pudiera ser utilizado por todos, Sacerdotes y simples fieles, para detener el avance enemigo. Fueron poquísimos los que sacaron provecho de él; la mayoría no comprendieron.

El Enemigo, como hábil estratega, asaltaba la Iglesia no sólo desde afuera (Racionalismo, Revolución francesa, Positivismo, Masonería, Socialismo, Marxismo, etc.) sino que trabajaba hábilmente en su interior.

 

Hendidura interior

 

Los últimos Papas, - recordad, por ejemplo, Pío IX, León XIII, Pío X, Pío XII- han sido grandes luchadores contra los varios movimientos de ofensiva que, como columnas que el Enemigo hacia avanzar en varias direcciones, apuntaban a la Iglesia para denigrarla y resquebrajarla. Satanás buscaba destruirla y la acción más solapada la realizaba en el interior mismo de la Iglesia (ve el Modernismo, Horizontalismo, Permisivismo.). Mientras el asedio externo se hacía cada vez más estrecho y directo, él buscaba abatir las estructuras capaces de resistencia.

Cayeron así las cofradías, cayeron otras pías uniones y asociaciones que habían nacido y crecido para alimentar la vida de la Fe y la vida de Gracia.

Los Pastores de almas no advirtieron el desequilibrio que se estaba verificando en la Iglesia. No se las ingeniaron, salvas siempre excepciones, para remediar con otros medios más adecuados a la evolución de los tiempos. Mi Iglesia quedó como una fortaleza desguarnecida y desarmada. El grito de alarma lanzado por los Papas no siempre encontró aquella pronta y diligente colaboración que habría frenado e incluso detenido la acción del enemigo.

 

Correr a los refugios

 

No habríais llegado al estado actual; no tendría Yo hoy cristianos que no saben ni siquiera que están enrolados en un gran ejército, cuyo objeto es desbaratar al temible enemigo de vuestras almas, que no deja nada con tal de desviaros al camino de la perdición eterna.
Vosotros, vuestros hijos, vuestras familias, vuestra sociedad, os habéis encontrado hechos prisioneros sin ni siquiera daros cuenta, os habéis encontrado transformados en enemigos de vosotros mismos y del Sumo Bien, del cual, por el cual y para el cual habéis sido creados. ¡Este es el gran drama de la Iglesia!

Para libertar a mi Iglesia y a mis hijos de la tiranía cada vez más descarada del enemigo, ¡es necesario sublevarse y correr a los refugios sin demora! Para aliviar tantos sufrimientos causados por el dominio de Satanás sobre las almas, es necesario organizarse sin perder tiempo, actuar con humildad y con una fe tenaz.

¡Yo, Jesús, os daré las indicaciones a seguir!

Mientras tanto, para encontraros a vosotros mismos, extraviados y perdidos en medio de la anarquía imperante hoy, usad las indicaciones que la Virgen, Madre mía y vuestra, os ha dado en Fátima, en Lourdes y en tantísimos otros lugares: ¡Oración y Penitencia! Se necesita más oración y penitencia consciente.

Organizaos para este fin bien preciso: para que mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra apresuren el triunfo final de esta inmensa lucha, de esta gigantesca batalla en la que Vida y muerte, Luz y tinieblas, Verdad y error están frente a frente en una batalla decisiva.

Te bendigo, hijo mío.

 

25 de Mayo de 1976

 

CIVILIZACION DE CONSUMO

 

Cuando Yo he instituido los sacramentos, conocía la necesidad que los cristianos tendrían de ellos.

Esta necesidad no ha disminuido jamás, es más, se puede decir que hoy ha aumentado para vosotros en proporción a la rápida transformación de la sociedad patriarcal, agrícola y ganadera en sociedad industrial.

La industrialización ha traído mayor riqueza a los pueblos y a las familias. He dicho mayor riqueza y no mayor bienestar; os ha traído mayores comodidades materiales, pero no mayor felicidad.

Ha traído mayores y asombrosos medios de comunicación, pero no mayor unidad de corazones; es más, a través de estos medios mal usados, un contagio impresionante de males espirituales y morales aflige a la humanidad moderna.

Vosotros, nacidos y crecidos en esta sociedad en continua evolución, sois arrollados por su ritmo inexorable, muchas veces inhumano. Os habéis contagiado de su fiebre, a veces tan abrasadora, que produce un malestar espiritual tal que os hace perder de vista lo que siempre deberíais tener presente de modo vivísimo en vuestra mente: la finalidad principal de vuestra fugaz vida terrena. Así distraídos y atraídos al mismo tiempo por los frutos de la civilización de consumo, entra en vosotros el Enemigo, que con sus artes asedia las almas, oscureciéndolas, debilitándolas y privándolas del alimento necesario.

 

Trágica pendiente

 

La vida moderna no tiene tiempo para la vida interior, debilitando y a menudo matando la semilla de la Gracia, y al mismo tiempo deslumbrando a las almas con la cegadora fascinación que ejercen sobre los corazones los productos de la actual civilización.
El engaño y la mentira concurren para hacer materialista la vida y para haceros olvidar que la peregrinación terrena no se debe considerar como un fin en sí misma, sino única y exclusivamente en orden a la eternidad para la que fuisteis creados.
Con este terrible juego preparado y realizado con fina astucia, el Enemigo de Dios y del hombre ha logrado encaminar a toda la sociedad hacia una trágica pendiente, apartando a pueblos enteros de la vía del bien e implicando en este juego a la misma Iglesia.

 

La Santa Confirmación

 

En Mí, Verbo Eterno de Dios, no hay pasado ni futuro, Yo Soy el Instante en el que todo está presente. He dado a los hombres todos los medios necesarios para salvarse y defenderse de todos los males, que tienen como origen a Satanás, el Príncipe de las tinieblas que todo quiere oscurecer.

Los Sacramentos, frutos preciosos del misterio de mi Redención, los he querido y ligado al misterio de la Iglesia para vuestra salvación.

Entre estos Sacramentos he querido la santa Confirmación para hacer de cada bautizado un auténtico soldado con las armas adecuadas, con un sello y divisa indestructible llamado carácter. Esta divisa caracteriza al confirmado como soldado y lo distingue de quien no ha recibido este Sacramento.

Ahora, la crisis de fe, que ha descendido sobre la Iglesia por obra del Maligno, ha desarreglado el exterminado ejército de mis soldados.
Considerad, hijos, las consecuencias que se derivan en un ejército que ya no cree en sus oficiales y comandantes, que ya no cree en las razones por las que ha sido movilizado, que ya no cree en la eficacia de las armas con que ha sido dotado...
Imaginad el estado de ánimo de la tropa: inferiores y superiores que descuidan sus deberes; oficiales que no castigan las indisciplinas porque también ellos dudan aún de su propia razón de ser.

Medid qué potente fuerza erosiva disgrega a este ejército y considerad también la arrogancia y potencia del enemigo que conoce muy bien la situación de sus adversarios que ahora ya siente tener en sus manos.

 

La Iglesia, hoy

 

Esta es la situación de la Iglesia hoy. Todos pueden constatar la tremenda realidad. A Mí no me son imputables los males actuales, como por el Enemigo se querría hacer creer, sino a los que Yo había escogido con un acto de amor, para guiar y pastorear a mi rebaño.

Es inútil, como habían hecho los primeros padres y como tiende a hacer siempre el hombre culpable, intentar sacudirse de encima las propias culpas.

Sois responsables de esta falta de perspicacia, de esta falta de eficiencia en el ejército de los Confirmados, entre los cuales muchos ni siquiera recuerdan ser tales.

Lo que se necesita es humildad para saber reconocer las propias faltas y responsabilidades.

Te bendigo, hijo mío.

 

26 de Mayo de 1976

 

LA HOSTILIDAD DE SATANÁS

 

Escribe, hijo mío.

Yo, Jesús, nazco en Belén en un establo.

Para Mí no hay sitio en la posada donde los demás encuentran albergue. Esa hospitalidad no fue negada a María y a José sólo por la maternidad ya próxima en Ella, sino por una inconsciente hostilidad surgida en el corazón del posadero contra aquellos jóvenes esposos tan diversos de los demás. Satanás puede haber hecho del posadero un ignorante y dócil instrumento para obstaculizar a aquella pareja, que él teme y odia por la resistencia opuesta a todas sus insidias.

La hostilidad de Satanás se hará cada vez más fuerte. No puede rozar las almas de José y María: cada una de sus tentativas es rechazada con una decisión que lo aterra. Por esto rodea la situación actuando sobre las personas que me pueden dañar a Mí, Jesús, y a mi Madre. Pero ignora que, mientras realiza esta acción saturada de odio, sirve maravillosamente a los planes del Señor Dios, para que se acrecienten los méritos de aquellos dos jóvenes Esposos, a fin de que encuentre su pleno cumplimiento todo lo que de Ellos fue escrito por los profetas.

Satanás encontrará buen terreno en el espíritu corrupto de Herodes. Este hombre consumido por las concupiscencias del espíritu y de la carne, responderá dócilmente a todas las invitaciones de Satanás y ordenará la matanza de los inocentes. Dios Omnipotente salvará y sustraerá de las artimañas de Satanás y de su cómplice a Mí, su divino Hijo, con mi Madre y mi Padre putativo.
Así será en todas las demás tentativas directas e indirectas, llevadas a cabo contra mi santa Familia.

Nada, absolutamente nada, pudo el Demonio, no sólo sobre Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, sino tampoco sobre Mi Madre y vuestra, ni sobre José.

 

Combate directo

 

El descaro sin recato de Satanás llegará a enfrentarme en el desierto. Directamente, sin intermediarios, quiso cerciorarse de mi identidad. Y he aquí el ataque frontal a Mí que todo lo sé, para quien todo es presente, y que en la oración y en la mortificación me quise preparar para darle la respuesta merecida.

Durante mi vida pública son evidentes los tenaces esfuerzos de Satanás para molestarme de cualquier modo sirviéndose, sobre todo, del Apóstol infiel. También Judas, como Herodes, fue dominado por las concupiscencias del espíritu y de la carne, de la soberbia y de la sensualidad, y fue motivo de muchos sufrimientos para Mí.

Yo, que conocía perfectamente la obra demoledora de Satanás en Judas, opuse a ella oración y penitencia, aunque nunca encontré en él ni siquiera un mínimo de correspondencia.

¿Oponen los pastores de almas oración y penitencia por los sacerdotes confiados a su cuidado que están necesitados de ser rescatados del yugo del Maligno?

Y no solamente de Judas se sirvió Satanás, sino también de los otros Apóstoles, que no fueron inmunes a las tentaciones de presunción, de envidia, de celos. Se sirvió de los Sacerdotes del Templo, que llegaron a odiarme hasta el punto urdir contra Mí inicuas conjuras muchas veces. Se sirvió de los escribas, de los fariseos. Yo les resistí a todos, derrotándolos con la oración y con la penitencia, las armas esenciales para vencer las fuerzas del mal. Pero como hoy se rehusa usar estas armas, y se hace irrisión de la existencia del Demonio, os toca sufrir su acción despiadada, origen no sólo de sufrimientos morales y espirituales, sino también físicos.

 

Insensibilidad absurda

 

El porcentaje de los que sufren, hoy, en la Iglesia y en el mundo por el descarado poder de Satanás, es tan elevado que debería haceros verdadera impresión.  Frente a este problema, ¿no encontráis absurda la insensibilidad e incluso la incredulidad de no pocos obispos?

Lo demuestra el hecho de afanarse por hacer otras cosas secundarias, pero de esto poco o nada se hace.
A veces se llega a obstaculizar a aquellos que, con genuina intuición sacerdotal, han tratado hacer alguna cosa para restringir la acción maléfica de Satanás y de sus aliados.

Esta es la trágica realidad, ante la cual no pocos, por escasez de fe y de humildad, se rebelarán. Criticarán a quien ha osado hacer tales afirmaciones, ignorando que quien las ha hecho no es un hombre, sino que soy Yo, Jesús, que me he servido de un hombre, el Sacerdote más pobre y desprovisto.

Te bendigo, hijo; reza y repara. Ámame.

 

26 de Mayo de 1976

 

YO LO PERMITO

 

Escribe, hijo.

Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios, he sufrido por un tiempo la malvada acción de Satanás, saturado de odio y de envidia, a través de Judas, enteramente dominado por mi irreductible Enemigo; hoy la sufro a través de tantos Judas que celebran el Sacrificio de la Santa Misa en pecado mortal, y en pecado administran mis Sacramentos.

Satanás, por lo tanto, obra junto a Mí y ninguno se asombre si Yo permito que así sea.

Los motivos son bastantes. No quiero coartar su libertad; Satanás ha escogido libremente el mal, y en él está congelado. He querido así quitarle la razón que ciertamente habría usado para justificar su última derrota en el día del Juicio Final.
Lo que hoy se realiza en el alma de muchos Sacerdotes míos, instigados e insidiados por el Demonio, es tan grave como la sacrílega traición de Judas. Es más, es una traición continua y cínica.

La acción supersacrílega de Satanás no es creída ni valorada en sus nefastas consecuencias.

No se cree en el que es la primera causa de vuestros gravísimos males, no se cree en Satanás, cuyo atrevimiento no tiene medida. Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, respondo a la acción de Satanás con un acto de humildad, primero lavando los pies de mis Apóstoles y luego instituyendo el Sacramento de la Eucaristía.

A la desmedida soberbia de Satanás he dado una respuesta de infinita humildad y la sigo dando todavía a los nuevos Judas que se suceden a través de los siglos.

 

Vigilad y orad

 

Di a mis Apóstoles otra preciosa enseñanza para no caer en las insidias y trampas de Satanás: "Vigílate et orate ut non intretis in tentationem" .

Con su comunión sacrílega, Judas concretó en sí las palabras: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre indignamente, come y bebe su propia condenación". Tremendas palabras que tienen su cumplimiento en el alma de aquellos sacerdotes que concluyen mal su prueba en la tierra.

Satanás tentó a los Apóstoles, que estaban junto a Mí, y los doblegó a su querer, porque no hicieron un tesoro de mis palabras: "Vigilate et orate", que les dirigí para advertirlos y prepararlos contra la tentación del Enemigo. ¿Cómo pueden salvarse de la ruina espiritual aquellos Sacerdotes que rezan tan poco y los que ya no rezan? ¡Cuánta verdad en las palabras de San Alfonso: "El que reza se salva, el que no reza se condena!”

El demonio hizo buen juego con los Apóstoles que en Getsemaní huyeron vilmente; entre los doce, uno me traicionó y otro renegó de mí jurando que nunca me había conocido.

Satanás hizo buen juego con los Sacerdotes hebreos, hipócritas, egoístas e impuros. No rezaban sino en publico. No por convicción, sino por ostentación: su fe no era verdadera sino sólo formalismo exterior. Este género de Sacerdotes no se ha extinguido, sino que continúa pululando en mi Iglesia. Mi Iglesia será limpiada de estas víboras que intoxican con su veneno a los que se les acercan.

Satanás obró con éxito sobre Pilato, sobre los soldados del templo, y sobre los soldados romanos, hecha alguna excepción.
Satanás trató de obrar en los dos ladrones que fueron crucificados Conmigo: pero uno supo creer, me imploró y se salvó; el otro no creyó y murió blasfemándome.

 

No perdona a ninguno

 

Satanás no perdonó a ninguno, ni siquiera a mi Madre, cuyo ánimo insidió con la duda sobre mi Resurrección; pero no pudo hacer ni el más pequeño rasguño al Alma Inmaculada de María, Templo resplandeciente del Espíritu Santo.

Pocos son los que, aun siendo tentados quedan inmunes a la acción corrosiva del Demonio.

Recordad: aun los buenos discípulos de Emaús y tantos otros amigos míos tampoco fueron excluidos de la tentación y cedieron al descorazonamiento.
La nefasta obra de Satanás desde la caída del hombre no ha sufrido mengua y no la tendrá hasta la consumación de los tiempos, cuando también él será juzgado por segunda vez con todas sus legiones.

Entonces deberá admitir desesperadamente el haber perdido la guerra provocada y combatida por él, a pesar de la libertad de acción que le fue concedida.

En aquel día tremendo, en el que resplandecerá la Justicia divina, se le quitará la posibilidad de dañar. Entonces deberá admitir vergonzosamente que Él, Lucifer, la criatura más bella del universo, la criatura más inteligente y potente, ha sido derrotado por una débil criatura humana, muy inferior a él por naturaleza, pero inmensamente superior a él por Gracia.

Este será su humillante tormento por toda la eternidad. No menor tormento sufrirán las almas condenadas, de modo particular los Consagrados traidores, por los cuales te invito a rezar y a ofrecerte, para que se conviertan y vivan.

Contigo, hijo, bendigo a todos mis Sacerdotes.

 

27 de Mayo de 1976

 

ARBOL ENVENENADO

 

Hijo, escribe:

¿Cuántos son los libros, las revistas que tratan los problemas de la Iglesia? Son tantos que al numerarlos resultaría una lista interminable.
¿Pero cuántos son los libros que han centrado el verdadero problema de la Pastoral? ¡No los hay! Esta afirmación podrá parecer presuntuosa y arbitraria, pero la verdad no debe nunca preocuparse de los juicios de los hombres, ni de las consecuencias que estos juicios producen.

En los mensajes precedentes, he dicho claramente: la historia de la Iglesia y de la humanidad está constituida esencialmente por la creación y caída de los Ángeles, por la creación y caída de toda la humanidad en Adán y Eva, por el Misterio de la Redención y por el Misterio de la Iglesia salida del Corazón abierto de Mí, Verbo Eterno.

Si queréis podéis imaginar a la humanidad como un gran árbol en el cual el tronco y las ramas principales están formados por los hechos arriba descritos, las ramitas y las hojas son los acontecimientos de los pueblos, de épocas y de civilizaciones que se suceden en el tiempo, como retoños naturales de este árbol gigantesco.  El árbol de la vida, que tiene sus raíces en Dios, ha sido envenenado por Satanás.

Dios es la única, grande y omnipotente Realidad que domina la vida, la muerte, el tiempo y el espacio, el cielo y la tierra.

Satanás, aún estando distanciado de Dios por un abismo insalvable, por lo que jamás podrá nada contra Dios, desfoga su poder, grande pero limitado y lleno de oscuridad, contra la humanidad entera de la que logró adueñarse en Adán y Eva, y que Yo volví a arrancar desde el primer día con el anuncio hecho a los primeros padres, después de su confesión, del Misterio de mi Encarnación.

 

Verdades olvidadas

 

Estas realidades los hombres las han olvidado. En mi Iglesia no se ven éstas con la claridad necesaria para el planteamiento sobre bases sólidas, de una pastoral eficaz para bien de las almas.

Trabajan en vacío todos aquellos Obispos y Sacerdotes que no tienen ideas claras ni convicciones sólidas de esta realidad de la que las Sagradas Escrituras, antiguas y nuevas, hablan continuamente. No creer esto firmemente quiere decir desviar tesoros irrecuperables de tiempo, de fatigas, de energías, de estudios, de sobrenatural, hacia un terreno infecundo donde todo se pudre.

Imaginad, hijos, las consecuencias que se derivan de desviar un río de su cauce natural, sobre un terreno formado por alturas y depresiones: se forman estancamientos en los que las aguas se corrompen, se saturan de miasmas, y se hacen portadoras de infecciones y enfermedades.

Así es ahora la Iglesia. Esta crisis de fe que tiene sus raíces en la soberbia y la presunción, ha oscurecido las grandes realidades, claras aguas de manantial, haciendo desviarse el río de luz y de verdad de las Escrituras y de la Tradición de su cauce natural a riachuelos de aguas pútridas. Cómo se ha llegado a esto, que es el no va más de lo absurdo, es complejo de decir, pero ciertamente es también obra de la pérfida voluntad de Satanás, impotente enemigo de Dios, pero ultrapotente enemigo del hombre.
Disimulado, insidioso, tenaz en el mal, tiene buena ventaja sobre la debilitada naturaleza humana. Le resulta fácil obrar sobre una naturaleza inferior a la suya y, por añadidura, ya mortalmente herida por él.

Dios es obrador de bien, de luz, de verdad, de justicia y de paz, Satanás es obrador del mal. He aquí el origen de la historia que abarca cielo y tierra, que abarca a la humanidad.

¿Qué piensan de ello los Pastores de almas?. Si suprimís esta realidad de la mente y de los corazones de los hombres, ¿qué va a ser de los hombres? ¿Se puede pensar en anular esta realidad sin contradecir y minar desde su base la esencia de la historia humana?
Piensen los pastores de almas y mediten en serio, porque es desde aquí, desde la raíz, desde donde se debe curar el mal.

Te bendigo, hijo; ámame.

 

27 de Mayo de 1976

 

UNA LARVA DE VIDA

 

Escribe, hijo:

Como Satanás ha desgarrado mi Cuerpo físico, en el modo que os es bien conocido, con torturas atroces, así ahora dirige sus furibundos ataques contra mi Cuerpo Místico, la Iglesia. Como se valió de Judas para ponerme a Mí, Cristo Jesús, en manos de mis enemigos, así se vale ahora y se servirá mañana de los mismos sacerdotes, para entregar la Iglesia en las manos de sus enemigos. Por medio de la cruz volvió a entrar la Vida al mundo. Por medio de la cruz será renovada mi Iglesia. Sea bien notorio para todos que no existen otros caminos intermedios. A Satanás se le derrota oponiéndole los actos opuestos a los que él practica. Por soberbia se separó a sí mismo de Dios, y a innumerables legiones de Ángeles, que se convirtieron en sus secuaces. Con humildad infinita, le arranqué Yo innumerables legiones de almas. Satanás está presente en la Iglesia con la soberbia. Ésta es la tremenda pasión que, como cáncer maligno, devora almas que ocupan puestos claves en el Cuerpo místico, y se sabe que la soberbia "est radix omnium malorum" .

Satanás maniobró de forma que provocase, a través de los sacerdotes del templo, de los escribas y fariseos, mi condena a muerte. Hoy la estrategia con la que actúa es la misma: prepara en la sombra conjuras y complots que llevarán a mi Cuerpo místico al desgarramiento, como sucedió con mi Cuerpo físico. Habrá de nuevo derramamiento de sangre.

Satanás, aún siendo una criatura con una gran inteligencia natural y de gran potencia, es no obstante siempre limitado. No podrá cambiar sus artes, por lo que seguirá usando las mismas del principio. Por esto no es difícil, para quien tiene fe y espíritu de observación, reconocer sus trucos, sus mentiras y sus maneras de acechar a las almas. En los milenios de su actividad demoledora nada ha cambiado sustancialmente y nada podrá cambiar.

 

Soberbia y oscuridad

 

Estando así las cosas, debería ser fácil determinar su obra de erosión del Cuerpo místico. ¿Cómo es que en cambio lo perciben sólo unos pocos, mientras que muchos ni siquiera os creen?

La crisis de fe produce oscuridad, y en la oscuridad no se ven los objetos que nos rodean. La crisis de fe y la falta de vida interior son una sola cosa. Sin vida interior, no hay capacidad de obrar. La falta de vida interior es falta de vida de gracia: quién no vive, no puede hacer nada. Si la fe es tenue, la vida interior se vuelve una larva. Una larva de vida no desprende ni luz para ver, ni fuerza para actuar: he aquí la verdadera causa de la crisis sacerdotal.

Imaginad el triste espectáculo de una gran clínica moderna en donde falten médicos y enfermeras o, si hubiera alguno, no estuviera a la altura de su deber. Pues bien, la Iglesia es como una gran clínica en la que demasiados enfermos no encuentran la asistencia debida para sus enfermedades y, si hay un mínimo de asistencia, queda siempre inadecuada a la necesidad.

Es necesario preguntar: ¿se cree o no se cree en las palabras del divino Maestro? ¿Se cree en su Divinidad?  ¿Se cree, o no se cree en sus palabras que, precisamente porque son suyas, no pueden cambiar, por lo que son tan válidas hoy como ayer?

 

Señales de la fe

 

Releed mi Evangelio según Marcos: "Jesús se apareció a los once y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación, el que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean les: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos, y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien”. Con esto el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban".

¿Por qué los Pastores de almas no obran de en conformidad con estas palabras? ¿Tal vez temen que la virtud de esta Palabra después de tantos siglos se haya hecho estéril? ¿O bien, creen que su acción pastoral no tenga necesidad de ser confirmada por el Cielo? ¿O bien porque piensan que los milagros sobre los enfermos, sobre los muertos, sobre los endemoniados, etc., han sido un lujo del tiempo de mi vida terrena y que el mundo actual no tiene ya necesidad de auténticos prodigios que iluminen su noche y lo sacudan de su sopor? ¡Todo prodigio, hijo mío, como la liberación de un endemoniado, no le cuesta a la omnipotencia de vuestro Dios, sino a la debilidad de vuestra fe!

Te bendigo, hijo, ámame.

 

28 de Mayo de 1976

 

NO TENGO A NADIE

 

Meditad, hijos míos, el Evangelio de San Juan: "Se celebraba una fiesta de los judíos y subió Jesús a Jerusalén. Hay en Jerusalén junto a la puerta de las Ovejas una piscina que se llama en hebreo Betesda con cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, cojos, ciegos, paralíticos esperando la agitación del agua. Un Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua quedaba curado de cualquier mal que tuviera.
Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús viéndolo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el paralítico: “Señor, no tengo a nadie que cuando se agita el agua me meta en la piscina y mientras yo voy, baja otro antes que yo”. Jesús le dijo": “Levántate, toma tu camilla y anda”.

Y el paralítico así hizo, con gran escándalo de los Judíos.

Os ofrezco este episodio para muchas consideraciones. En el paralítico ved representados a tantos y tantos enfermos de sufrimientos físicos o espirituales. Hace años que sufren, hace años que esperan que manos piadosas se posen sobre ellos para curarlos. Hace años que Pastores y Ministros de Dios pasan junto a ellos sin darse cuenta de su enfermedad espiritual y a menudo también física. Naturalmente, al no darse cuenta de nada, nada hacen para ayudarlos.

Para ser más preciso diré, aún sabiendo que esta afirmación hará torcer la nariz a alguno, que entre ellos son muchísimos los que sufren por culpa del Demonio, y no sólo sufren espiritualmente, sino también físicamente. Una vez más será bueno recordar que Satanás tiene superioridad sobre la naturaleza humana; por el singular y grandísimo poder de que dispone, puede mucho sobre esta pobre naturaleza.  Deberíais recordar aquí los numerosos casos de endemoniados liberados por Mí, deberíais recordar también las numerosísimas curaciones obradas por Mí en persona y por medio de mis Apóstoles a los que había conferido el poder de curar y de liberar a las personas atormentadas por los demonios.

 

El exorcismo

 

¡Leed el Evangelio y leedlo bien! Meditad los pasajes que tratan esta delicada materia. De mi Evangelio no pocos descartan lo que no les es cómodo creer. Los Sacerdotes no deberían ignorar que con un orden especial, así llamado menor, recibieron el poder de exorcizar y de bendecir.

Se escandalizaron los Sacerdotes hebreos por la curación realizada por Jesús en día de sábado: pero muchos de mis sacerdotes se escandalizan hoy sólo de oír hablar de exorcismos. Dicen que es cosa de otros tiempos, si acaso hoy día reservada a los Obispos. Cierto, para realizarlos en público y con solemnidad, el Sacerdote exorcista debe ser autorizado por su Obispo. Pero, en privado, ¿quién le puede prohibir valerse de un poder que le ha sido reglamentariamente conferido?

Satanás, rabiosamente activo, usa su maléfico influjo para hacer sufrir almas y cuerpos sin encontrar la mínima resistencia. Falta entonces la visión justa de un problema de primera importancia. Es ejercicio de la verdadera paternidad pastoral el bendecir y exorcizar a quien tiene necesidad. Es deber primario del Sacerdote contener y contraatacar la nefasta acción del demonio, en cualquier forma y con todos los medios de que puede disponer.

Pero, ¿lo saben mis Sacerdotes de qué grandes poderes han sido investidos? ¿Saben quiénes son? ¿Saben que los Ángeles, superiores a ellos por naturaleza, son inferiores a los Sacerdotes en poder?

Pero ¿de qué vale vuestro poder, si no lo usáis para la finalidad para la que os ha sido dado?

Cualquier máquina, cualquier motor, aún teniendo potencialmente capacidad de desarrollar una gran energía, no sirve para nada si no se le pone en movimiento. Vosotros, sacerdotes, sois motores parados, no desarrolláis ninguna energía, dejáis libre al Enemigo para que haga lo que le plazca. En la viña del Señor no os ocupáis más que en mínima parte de detener su maldita acción.

Basta por ahora, hijo mío.

Te bendigo y ámame.

 

29 de Mayo de 1976

 

PROFESIONALISMO SACERDOTAL

 

Siempre salvas las debidas excepciones, el planteamiento actual de la acción pastoral no es el querido por Mí.
La pastoral actual está terriblemente contagiada de graves males, de los cuales uno es el profesionalismo. Ella es considerada del mismo modo que cualquier otra profesión.  No podía ser de otra manera, porque está carente de la Fe, que da el sello a la acción. La Fe es a la acción como el motor del automóvil es a la carrocería. Hay motores de diferente potencia y carrocerías de diferente capacidad. Si el motor es ineficaz, la carrocería es inútil y permanece parada.

¡Mirad a los Sacerdotes de esta generación, miradlos en sus comportamientos! ¿Qué diferencia notáis entre su forma de vestir, entre el modo de comportarse y de hablar y el modo común de vivir del pueblo?

¡Cuántos motores apagados, sobrenaturalmente hablando! Podríamos llamarlos motores inútiles, es más, nocivos para el Cuerpo Místico del que son parte tan importante.

Hay una diferencia entre el profesionalismo del Sacerdote no santo y el profesionalismo común de los laicos: el del Sacerdote se cubre con un manto de hipocresía, cosa que generalmente no sucede en el profesionalismo de los laicos.

Fe, esperanza y amor, las tres virtudes infusas, en los sacerdotes deberían brillar con un fulgor muy especial, estando tan íntimamente unidas para formar una sola cosa, lo que se llama: vida de Gracia. En cambio... Como consecuencia, si el Sacerdote carece de fe, carece también de esperanza, es decir, la médula esencial para poder superar las innumerables dificultades que implica la vida pastoral, he aquí el porqué de caídas, escándalos y miserias, depresiones morales y espirituales hasta la apostasía.
¡Cuántos han apostatado! ¡Cuántos que, aunque no han apostatado, se han quedado, desgraciadamente, como ramas secas del Cuerpo Místico, tumores contagiosos para tantas almas, causa, no de salvación, sino de perdición! ¡Qué cadenas tan terribles tienen sujetos a estos desventurados sacerdotes al enemigo del Sacerdocio!

 

Sin amor

 

Profesionalismo frío, infecundo e hipócrita el del sacerdote sin fe, sin esperanza y sin amor. Ante los sufrimientos de aquellas almas, de las que es padre, no tiene sino palabras vacías de conveniencia y privadas de cualquier eficacia, palabras sin alma.

Las palabras que salen del sacerdote en comunión con el Eterno Sacerdote, son palabras de vida. Impregnadas de la unción y eficacia que tienen las palabras del Sacerdote santo, se convierten en bálsamo capaz de aligerar los sufrimientos de tantas personas.

El Sacerdote profesional no está en situación de hacer un diagnóstico de las almas que sufren por culpa del Maligno, en el que, entre otras cosas, no cree. Su espíritu está árido, y la aridez es impotente contra los males del espíritu, cuando ésta es culpable, como en muchos sacerdotes de esta generación incrédula.

¿Cuál es el comportamiento que se debe tener con estos sacerdotes? Son los más desventurados entre los hombres y, a pesar de todas las apariencias contrarias, merecen ser ayudados, sea con la oración o con el ofrecimiento a Dios de los propios sufrimientos, sea con lenguaje respetuoso y prudente, sincero y realista. Hace falta hacer sentir, hacer llegar a sus corazones sentimientos de verdadera amistad y fraternidad.

Ya no saben, tal vez nunca lo han sabido, que son criaturas humanas y divinas juntamente, hechos participes de la Vida, del Sacerdocio, de mi poder, Cristo Jesús.  No saben que son el Hombre de Dios, escogido por Dios para la salvación eterna de las almas que han sido redimidas con el sacrificio del Hijo Unigénito. No saben que son el Hombre del que tienen necesidad las almas para ser lavadas, purificadas, santificadas en Mi Sangre. No saben que son el objeto disputado por infinito Amor y por ilimitado odio.

Reza hijo, repara y bendice, para ayudarlos a romper las cadenas que los tienen atados a la más horrible esclavitud.

Te bendigo; ámame.

 

4 de Junio de 1976

 

NO TIENEN VALOR

 

Escribe, hijo mío:

No tengas miedo: soy Yo, Jesús, que te hablo, soy Yo que te he escogido para ser mi pluma.

No temas: ya te había advertido claramente cómo serías juzgado.

Esto, hijo, debe ser para ti motivo de consuelo, en el sufrimiento. Esto debería ser motivo de reflexión para los que te juzgan. Pero ellos no saben distinguir, porque no ven lo que es justo y lo que es injusto según Dios.

Mira: ellos callan, y quien calla muchas veces otorga. Callan, o poco o nada osan decir a sacerdotes marxistas y herejes, que no son pocos. Para ellos tienen sonrisas, halagos. Sin embargo deberían saber qué mal tan enorme es esparcir cizaña entre el buen grano.

¡Cuántos sembradores de cizaña hay hoy en la Iglesia, y precisamente entre aquellos que deberían cultivar y hacer madurar, con su diligente fatiga, la mies! En cambio se oponen de lleno a las directrices de Pedro, continúan esparciendo cizaña, es decir, confusión y desorientación en las almas.

¿Qué hacen aquellos a quienes les ha sido confiada la viña? Nada, o casi nada, que es como si no se hiciera nada. No se tiene el valor de llamarlos herejes, no se tienen el valor de arrinconar los productos de la he­rejía: revistas, diarios,  libros...

¿Cuántos Obispos han tenido el valor de condenar explícitamente revistas y diarios pseudo católicos que difun­den errores contra las directrices de Pedro? No muchos, hijo mío.

 

Pseudo prudencia

 

Pero sí se ha tenido el valor de relegar a un pobre sacerdote a una perdida parroquia de montaña porque creía en la existencia del demonio, fuente de sufrimiento es­piritual y físico, y en la eficacia de las bendiciones con las que aliviaba a quienes sufren, cada vez más numerosos en la Iglesia de vuestro tiempo.

¡Cuántos ejemplos te podría citar, hijo mío! No se procede contra la difusión del error aduciendo el motivo de la prudencia. La pruden­cia, gran virtud, tiene el riesgo de ser invertida en culpa gravísima.

Los herejes, los sembradores de cizaña, deben ser desenmascarados y sus doctrinas señaladas a los fieles como un peligro para sus almas. Pero no se osa hacerlo con el falso pre­texto de la prudencia. Pero los Pastores bien saben que la verdadera razón es otra: ¡es por razón de comodidad!

Te darás cuenta en cambio de que la prudencia, tan fre­cuentemente aducida, se muda en celo cuando se trata de combatir escritos o palabras que nada tienen de peligroso en sí, pero que al contrario tienen como única finalidad la afirmación de la verdad.

La verdad a menudo abrasa y las quemaduras hacen daño. Así es, hijo mío: se alza la voz cuando convendría el silencio, y se calla cuando mejor sería levantar la voz como signo de alarma.

 

Leal  paternidad

 

Muchos obispos deberán también convencerse que su pastoral no es siempre la del Evangelio. Abrirán los ojos cuando sea demasiado tarde.

Se necesita rezar y hacer rezar porque el Inimicus hominis[43] está dentro de la viña y sin ser molestado, es más, ayudado por bastantes, realiza su obra nefasta.

Basta con instrumentalizar  también el nombre de las virtudes para las propias comodidades personales.

¡Es tiempo de reflexión, es tiempo de meditación!

Es tiempo de remontar el camino de los siglos para llegar a las fuentes y hacer una comparación con mi lenguaje sincero, abierto, leal, el único que se ajusta a una leal paterni­dad.

Es tiempo de salir del equívoco. La política de la astucia no tiene nada que ver con la simplicidad de la paloma ni con la sagacidad de la serpiente. Astucia no quiere decir doblez ni mentira. He dicho muchas veces que mis caminos no son los caminos del mundo.

Los Pastores de almas, mis sacerdotes, deben conocer mis caminos y por ellos deben caminar y no por los del mundo.

Hijo, no temas, reza y repara. Haz todo el bien puedas. Te bendigo.

 

5 de Junio de 1976

 

LA JUSTICIA

 

Escribe, hijo mío: En la tierra, en la sociedad humana, subsisten vicios y pasiones, dificultades e imperfecciones de todo género. Se encuentran omisiones de todo tipo.

También sub­sisten las virtudes, que se practican con di­ferentes grados de intensidad. Entre éstas está la justicia.

La justicia es una virtud de la que todos hablan, de la que todos se hacen defensores, que todos afirman favorecer. La realidad, hijo, es otra, bien diversa de la que clamorosamente se proclama.

Yo te lo digo, hijo mío: si hay una virtud que sea maltratada y conculcada es precisamente la virtud de la justicia. Esto sucede también en mi Iglesia y no sólo por parte de los fieles, sino frecuentemente por parte de mis sacerdotes y no raramente por parte de los Pastores.

Hecho extraño: el mundo tiene su particular estima de esta virtud, pero la quebranta y pisotea a cada instante. Pero si esto fuera sólo en el mundo, cuyo príncipe es el Maligno: desgraciadamente también en la Iglesia, mi Cuerpo místico, esta virtud es ofendida. ¿Cómo es posible? Porque, para practicarla, a menudo se tiene necesidad esencial de otras virtudes: humildad y amor. Sin estas dos virtudes no puede subsistir la justicia en el espíritu humano. Cuando ves la justicia gravemente herida y la injusticia triunfar, y esto sucede con frecuencia, puedes considerar que la causa primera es la falta de hu­mildad y de amor.

 

Hábito de vida

 

En "Tu sabes que yo te amo" he dicho que en la Iglesia, mi Cuerpo místico, la virtud de la justicia está herida, a veces muy gravemente, no sólo en la base sino también en el vértice.

¡Cuántas son las almas que su­fren por esta situación en la Iglesia! ¿Citas de hechos y casos particulares? No, hijo, porque son tan frecuentes que con razón se puede de­cir: la transgresión de la justicia se ha convertido en hábito de vida.

Pero hay una injusticia que clama venganza ante Dios: es la traición realizada continuamente por la incoherencia de los que tienen responsabilidades fundamentales y personales en la Iglesia.

No podrán sustraerse al especial y per­sonal juicio de Dios. No les servirá para justificar su propia acción el decir que han seguido a la mayoría. En este siglo han convertido en hábito de vida ambiciones, presunciones y errores de toda clase. No se han dado cuenta de que están en un camino equivocado.

En el primer volumen "Tú sabes que Yo te amo" está dicho claramente que una comparación entre mi vida y la suya resultaría un contraste inconfundible.

La mayoría no se atreve a hacer esta comparación. ¿Se tiene miedo? ¡Pero si no se hace ahora, por vuestra propia iniciativa, esta comparación se hará en el juicio cuando no haya ninguna po­sibilidad de enmienda!...

 

Bajo tierra

 

Yo, Jesús, he dicho que hasta los cabellos de vuestra cabeza me son conocidos; he dicho que premiaré aún un vaso de agua dado a un pobre por amor mío, pero también he dicho que pediré cuentas aún de una sola palabra ociosa.

Para Mí todo está a la vista, a Mí nada escapa. No sería Misericordia Infinita ni Justicia infinita si no fuera así.

Pero ¿quién piensa en esto, hijo mío?

¡Los Santos, sólo los santos! El que no es santo no tiene tiempo para pensar en las cosas fundamentales de la vida. El que no tiende a la santidad es como el que construye su casa sobre arena.

El que busca la san­tidad se apresura sin embargo a construir el edificio de la pro­pia santificación sobre sólida roca.

Hijo, ¿no tengo pues razón en insistir en que oréis y reparéis? ¡Cuántos motivos de oración y repara­ción hay en mi Iglesia!

Te bendigo. Conozco la amargura de la que está lleno tu ánimo; un día esta amargura será transformada en gozo; tú ahora debes estar bajo tierra a morir. ¿No eres comprendido, hijo? ¿No fue Conmigo, tu Jesús, lo mismo?

Te bendigo.

 

6 de Junio de 1976

 

RESPETO HUMANO

 

Escribe, hijo mío: No te preocupes si aún no tienes la menor idea de lo que voy a decirte: esto demuestra que no eres tú el que piensas y meditas, sino que soy Yo el que te hablo.

En mensajes anteriores te he hablado extensamente de las contradicciones de la pastoral moderna. Estas contradicciones son tan evidentes que no escapan a nadie, ni siquiera a las almas menos sensibles a los pro­blemas de la vida cristiana.

Pero ¿ningún pastor tiene el valor de romper esta barrera de miedo, de res­peto humano? Miedo, respeto humano, temores se unen formando juntos una pared casi insuperable.

Para poder escalar este muro se necesitaría, en unidad de espíritu y en ardor de fe, meditar el Evangelio, asimilar su contenido y desear eficazmente su aplicación antes que nada en vuestro propio interior. De ello derivaría como consecuencia la espontánea voluntad de una aplicación exterior al Cuerpo místico. Si no se realiza primero la asimilación interior, no se puede, como consecuencia, realizar la exterior.

Por analogía pasaría en el alma lo que normalmente sucede en el cuerpo: para un real y sin embargo siempre misterioso proceso de la digestión, el alimento ingerido es transformado y asimilado primero, después estas sustancias se distribuyen a todos los demás miembros que forman el cuerpo.

 

Contra la justicia

 

Pecan contra la justicia todos los que han de­jado contagiar de errores y herejías a su grey, que no han tenido el valor de tomar una posición firme contra los lobos que han hecho estragos en las almas del rebaño, especialmente en los seminarios y en las escuelas.

Pecan contra la justicia, Pastores y Sacerdotes que permiten la propagación del materialismo en los am­bientes nacidos para alegrar a las almas, en un clima de serena alegría, que se han convertido a veces en lugares de contagio espiritual.

Pecan contra la justicia aquellos Pastores y aquellos Sacerdo­tes que, por tener la mente oscurecida por la presunción, no son casi nunca objetivos en sus juicios. Frente a terceros, toman posiciones equivocadas: no indagan directa­mente y a fondo, creyendo que poseen en exclusiva la asis­tencia del Espíritu Santo. Con una sorprendente seguridad, cometen errores cuyas consecuencias son lágrimas y sufri­mientos para quien es la víctima de ellos.

Un padre no quiere el sufrimiento del hijo, quiere su corrección y por eso sabe unir la corrección, si se necesita, al amor y no vincula nunca su obrar al juicio exterior de los demás.

 

Pastoral contradictoria

 

A ti, hijo mío, te parece duro afirmar esta verdad, porque tú no ves lo que Yo veo. Yo escruto los corazones humanos en su profundidad, insondable para voso­tros, pero no para Dios que los ha creado.

¿Cómo explicar el comportamiento de algunos Pas­tores, Superiores religiosos y Ministros míos rígidos e in­flexibles hacia sacerdotes animados de buen espíritu y con buenas iniciativas?

Por el contrario veras sonreír a los que osan rebelarse y se burlan, aún sabiendo muy bien que hacen mucho daño a la grey a ellos confiada.

Una pastoral contradictoria no podrá nunca ser fecunda. No se dan cuenta que están sembrando en un desierto pedregoso, donde la semilla muere en cuanto es arrojada y ni siquiera tiene tiempo de germinar.

El no querer profundizar en la investigación de los males que sufre hoy la Iglesia es también una contradicción.

Se excusarán diciendo que esto no es cierto, porque se han he­cho muchísimos estudios. Sí, hasta demasiados, pero siem­pre en superficie, jamás con profundidad. La causa pri­mera permanece siempre en el fondo de un mar tremen­damente agitado, que anuncia tormenta.

La causa primera, el gran mal que aflige a la Iglesia hoy, es la ambición y la soberbia en lo alto y en lo bajo. La oscuridad se supera sólo con la humildad. Volvemos así a la comparación que algunos Pastores y Sacerdotes rehusan hacer entre su vida y la mía, cuyo trazado está siempre marcado por la humildad, la pobreza y la obediencia.

Quién no tiene el valor de rehacer el camino de la propia vida sacerdotal desde Belén hasta el Calvario, se hace corresponsable de aquello por lo cual mi Iglesia sufre hoy, y más aún, se hace corresponsable de la hecatombe que se avecina pavorosamente y que arrollará juntos a corderos, ovejas y pastores, no sólo en la sangre sino, muchos, tam­bién en la perdición eterna.

Yo no he muerto en la cruz por capricho: he muerto en la cruz para arrancar las almas a Satanás y a sus le­giones. No puedo tolerar que las almas se pierdan por la ineficacia de aquellos que, siguiendo mi ejemplo, deberían subir diaria­mente Conmigo al Calvario en la humildad, en la pobreza y en la obediencia.

Hijo, no creen, no quieren creer. Por esto insiste en el ofrecimiento y en la oración.

Te bendigo.

 

7 de Junio de 1976

 

EL ASUNTO Y EL MARCO

 

Escribe, hijo mío: Leyendo los Mensajes que habéis publicado en el pri­mero y en el segundo volumen, puede suceder que alguno se asombre de que los temas tratados sean, más o menos, casi siempre los mismos.

No se habla de las estructuras de la vida pastoral o, si se habla a veces, es para resaltar defectos y lagunas.

La vida pastoral, como se ha venido delineando a través de los siglos, es compleja, por tanto, el razonamiento sobre ella debería ser también complejo.

La vida pastoral es ahora compleja porque vosotros la habéis vuelto así, pero en realidad, en el centro de la pastoral permanece el Misterio de la Encar­nación, de la Pasión y Muerte mía, Verbo de Dios hecho carne. Este es el verdadero hecho con el que Dios ha obrado la liberación del yugo de Satanás.

 

Colaboración

 

El punto focal es este. Yo, Jesús, sí he liberado al hombre del yugo de Satanás y, con la gracia superabundante de la Redención, he dado al hombre todos los medios para mantenerse libre de los asaltos del Maligno; pero no he librado al hombre del deber de hacer su aportación a su liberación, con el creer y el esperar, con el amar, el sufrir y el ofrecer.

En otras palabras, Yo no salvo al hombre sin la co­laboración del hombre, por lo que, el problema central es: Dios salva al hombre, pero quiere su colaboración en la lucha contra las fuerzas del mal. Ellas existen en vosotros por el pecado original, causado por el demonio, quien se ensaña contra todo hombre y contra el cristiano en medida especial.

En esta lucha contra la humanidad, Satanás tiene también por aliado al mundo, porque a él le pertenece.

El cuadro de la Pastoral es esto; todo lo demás es marco. El mal de hoy es hacer resaltar el marco y resaltar poco el cuadro por él enmarcado.

Vuelvo por eso a invitaros a empezar de nuevo (y esto lo hará la Iglesia purificada) a introducir en el alma de los niños una catequesis adecuada con relación a Mí que salvo y redimo, pero no sin la colaboración de todo bautizado en la lucha contra las fuerzas del mal.

Todo lo demás se adaptará a esta realidad de la que depende la salvación. Por lo tanto, prensa, cine y todos los medios de la pedagogía deberán tomar como centro esta idea, que es el pilar doctrinal de la Biblia.

 

 

Pilar fundamental

 

Hoy los católicos están rellenos  de materialismo. El fracaso de los católicos de hoy es por haber creado estructuras de una pastoral separada del pilar central. Por ejemplo: ¿Para qué sirve un cine parroquial donde se pro­yectan películas anticristianas?

¿Para qué sirven escuelas y centros de reunión donde, por temor a chocar con la sensibilidad antirreligiosa, se imparte sólo una educación religiosa "al agua de rosas". ¿Para qué sirven otras mil iniciativas, si no tienen un sólido enganche con el pilar central de la pastoral: Cristo Redentor, Liberador y Salvador, que condiciona Su acción divina a la colaboración del hombre, obrada a través de la Iglesia?. Pero Satanás está hoy en la Iglesia y obra intensamente hasta empujar las estructuras de Ella lejos del pilar fundamental.

Si hoy, algunos Obispos y Sacerdotes no logran percibir esta situación, es otro signo terrible de cómo van las cosas.

¡En cambio esto bien lo ve mi Vicario! Encíclicas y lla­madas, señales y alarmas no han faltado nunca, pe­ro demasiadas veces han quedado en letra muerta y el mal se ha agigantado.

He aquí, hijo, porqué vendrá la hora de la purificación, que será deplorada por los ciegos como la hora de la Justi­cia divina. No sabrán ver en ella antes que nada la Miseri­cordia, jamás separada de la Justicia, porque Dios quiere la salvación de las almas y no su perdición.

 

7 de Junio de 1976

 

SE NECESITA CAMINAR

 

Escribe, hijo mío: es Padre Pío quien te quiere hablar.

Te había dicho que me volverías a escuchar, y heme aquí fiel. Hijito, no debes abatirte ni parar el rit­mo de tu vida interior. Hay quien hace de todo para para­lizar tu voluntad, pero recuerda que hay una virtud im­portante: la perseverancia en el bien.

¡Ay de poner la mano en el arado y después volverse atrás! Es necesario caminar, aunque el caminar a ve­ces se haga pesado y traiga fatigas. Esta maña de desanimar es el arte del que siempre está al acecho para descubrir el mo­mento oportuno a su acción demoledora.

Yo, Padre Pío, he perseverado por toda la vida y no cedí nunca ni a los halagos, ni a las insidias, ni a sus ame­nazas. Y no fueron sólo amenazas, sino verdaderos sufri­mientos que el Maligno me procuró en los años de mi vida y que se convirtieron en arma formidable para capturar almas, para arrancarle almas y devolvérselas a Cristo.

 

El director espiritual

 

Hijo mío, relee atentamente los mensajes que te he dado. ¡El dogma de la comunión de los Santos es una rea­lidad! Se te ha dicho muchas veces que vivas y hagas vivir este maravilloso dogma a las almas de tu mundo.

Hazte paladín de esta maravillosa realidad espiritual que tantas veces ha sido olvidada: son pocos los que os creen y que la viven.

Escucha, hijo, otra cosa de extrema importancia.

En los mensajes, que se te han dado por mí y por otros, encontrarás comunicaciones que te afectan directamente a ti: todas estas comunicaciones son válidas.

Aquí, en el Paraíso, vivimos de la Vida divina de un modo perfecto, diferente del modo en el que vosotros vivís la vida de la Gracia, que también es ya Vida divina. Por consiguiente, aquí no se puede decir mentiras, no se pueden decir cosas que no responden a la verdad, por ninguna razón del mundo. Por eso todo lo que se te ha dicho responde a la verdad.

Es justo que te atengas, en todo y para todo, a las directrices de tu Director espiritual.

"Padre, ¿cómo hago yo para distinguir si lo que se me dice es de vosotros, o bien de aquel del Fuego, o bien fruto de mi fantasía?"

Pruebas, hijo mío, no te han faltado, señales las has tenido y otras tendrás. Pero para ti debe bastar el veredicto del Director Espiritual.

Nos escucharemos todavía y te confirmo que tam­bién nos volveremos a ver: ten confianza y mira con más atención los Mensajes precedentes.

Te bendigo: soy Padre Pío.

 

8 de Junio de 1976

 

EL DOBLE JUEGO

 

Escribe, hijo mío:

Hay estructuras no esenciales, hay dispersión de ri­quezas robadas a los pobres. Esto causa la parálisis que inmoviliza un colosal conjunto de obras que no sirven ya, al menos así como hoy están estructuradas.

 

Hijo, no tengas temor. Siempre te he dicho que la verdad forma parte esencial de la caridad y no es por el gusto de poner en evidencia miserias de toda clase por lo que te digo la razón del fracaso de las estructuras de la pastoral actual.

En todo esto no se sabe ver el doble juego de Satanás, que obra sin problemas desde el exterior y desde el interior de la Iglesia.

- Desde el exterior: quien no ve sus instrumentos está ciego: El comunismo, encarnación de Satanás, y el capitalismo masónico. En efecto, también la burguesía está resquebrajada espantosamente por el radicalismo masónico, fuerte por sus vínculos internacionales. Son armas con las que Satanás sin tregua busca desmoronar la Iglesia, y no se puede negar que, a través de tal aparato, en parte lo haya conseguido.

- Desde el interior: Satanás está provocando una tre­menda y nunca tan universalizada crisis de fe en el clero. Las consecuencias son evidentísimas. Se sirve del progreso, de la tecnología moderna, toda o casi toda al servicio de Satanás, del mundo su aliado y de vuestras pasiones. La concupiscencia del espíritu, es decir la sober­bia, gravísimo pecado de la Iglesia de vuestro tiempo, y la concupiscencia de la carne han separado del Cuerpo de Cristo a muchos miembros destinados al servicio del bien común, Sacerdotes y almas consagradas.

Estas maniobras son dignas de quien fue el más bello y el más potente de todos, después de Dios, y que todavía es potente. Lo demuestra por la gigantesca mole de mal que obra en el seno de la Iglesia y en la comunidad humana entera.

 

Pecado de pereza

 

Frente a este formidable enemigo Yo, vuestro Dios, para liberaros de él, con humildad infinita me he hecho hombre, inmolándome a Mí mismo en la Cruz. Pero ahora con­diciono vuestra salvación a vuestra adhesión y cooperación al Misterio de la Redención.

Yo quiero una libre y activa participación por parte de todos los bautizados, no un consenso pasivo, como sin embargo hoy erróneamente se concibe el Cristianismo por par­te de tantos cristianos. Aquí hay un vacío espantoso, causado por la abulia anémica de tantos cristia­nos, tan gravemente enfermos de hacer temer por su curación.

Esta inapetencia de las cosas divinas, esta atrofia de la vida sobrenatural es pecado de pereza. Los Cristianos, que deberían estar vibrantes de vida, sedientos de luz y de verdad, se han reducido a tal estado que parecen agonizantes seres perdidos. Están sin fuerza y sin energía, sea por su culpa, sea por culpa de otros.

El príncipe de las tinieblas, mientras ha intoxicado a la Igle­sia, despojándola en muchos de sus miembros de la vitalidad sobrenatural, mantiene bien vivas sus fuerzas, provistas de un odio tal que, cuando explote, se verán cosas jamás conocidas por la humanidad en gravedad y en ex­tensión.

 

Malgastan el tiempo

 

¿A quién se imputa tal estado de cosas? A aquellos que han abierto de par en par las puertas al enemigo, a aquellos que ni siquiera creen en el enemigo, a aquellos que le han permitido una in­filtración agotadora: se imputa a los que todavía hoy malgastan tiempo y energías propias y ajenas, que no podrán nunca mejorar una situación que es necesario tener el valor de denunciar como gravísima.

Esta situación hay que imputarla en fin a aquellos que, a pesar de todo el aparato burocrático y todos los arreos, todavía no encuentran el camino justo, el único camino para dar de nuevo oxígeno a mi Iglesia que agoniza.

Sí, hijo mío, admitir esta agonía induciría a hacer una marcha atrás tan enérgica como para impresionar saluda­blemente a cualquiera.

¡He aquí cómo han permitido a las fuerzas del mal reducir a mi Cuerpo Místico!

 

La iglesia no perecerá

 

Mi Iglesia debería estar formada por un inmenso ejército de valerosos hijos de Dios, de audaces y valientes soldados míos, vigilantes y activos. Todos llenos de entusiasmo, todos y no sólo una pequeña elite, armados espiritualmente y acorazados serían invencibles, porque Yo, a fin de que sean tales, les he dado todo lo necesario.

¡Mi Iglesia no perecerá! Yo la regeneraré en el dolor, como en el dolor, en la humillación y en la sangre Yo he obrado el Misterio de la Salvación.

Mi Cuerpo Místico derramará su sangre; Yo, su Ca­beza, he derramado la mía, y la Iglesia, después del dos mil, regenerada y hecha nueva, remontará el camino, Madre y no madrastra de los pueblos.

Reza, hijo mío, y no te preocupes del juicio negativo que brotará de la presunción. Tal juicio durará lo que una pompa de jabón.

Te bendigo, hijo.

 

8 de Junio de 1976

 

RÍO CENAGOSO

           

Escribe, hijo:

Es mi intención afrontar la problemática de la pastoral presente poniendo primero en evidencia las la­gunas.

A quien objeta que no es positivo hacer esto, responde que no es sabio no buscar las causas que dan lugar a las enfermedades del cuerpo; un cuidadoso diagnóstico siempre es la primera tarea de un médico consciente.

Es sabiduría, por analogía, que pastores y sacerdotes, ya que a ellos está confiado el cuidado de mi Iglesia, ha­gan un diagnóstico objetivo y valeroso de los males que afligen a mi Cuerpo Místico. Si no vale esta razón para conven­cerlos, no valdrá ninguna otra.

¿Por qué se han acumulado tantos males en mi Igle­sia?

Las razones son varias, y veremos algunas de ellas a conti­nuación, pero queda la razón central, la falta de toma de una posición contra Satanás, como ya he dicho en otros mensajes. Él es la primera causa del mal y el río cenagoso de toda la corrupción que, desde la caída del hombre, se vierte sobre la humanidad.

Esta martilleante afirmación quiero que tú la repitas todavía pa­ra que los sordos finalmente entiendan, si lo quieren entender. Así pues, no es repetición casual, sino repetición querida.

En mi Evangelio está dicho que los hijos de las ti­nieblas son mucho más audaces que los hijos de la luz. Todo el Evangelio es verdad.

¡Fíjate cómo los hijos de las tinieblas se identifican con sus tenebrosos problemas! Los viven día y noche. Sus propósitos de mal los tienen ocupados sin interrupción de tiempo; para estos problemas viven, obran, en ellos esperan

Mira con qué coraje actúan: no tienen miedo ni vergüenza de nada: afrontan incluso incomodidades y sacrificios, en suma no sufren de esa anemia de la que están afligidos demasiados cristianos.

Ellos son una sola cosa con sus programas, tesis no cierta­mente para la conquista de lo verdadero, de la libertad y de la justicia, aunque hay entre ellos quien lo cree de buena fe.

 

Consecuencias ilógicas

 

La diferencia con aquellos que se consideran cristianos es grandísima. Estos últimos muy a menudo separan su vida de los problemas religiosos y aun sociales que la existencia humana conlleva. Yo veo a mis cristianos que, planteada su vida sobre convicciones erróneas (no siempre por culpa de ellos, a menudo por defecto de formación, sea familiar o eclesial) se encaminan a las más ilógicas y graves consecuencias.

"La religión es una cosa, los negocios otra". En base en este principio equivocado, el hurto y el fraude se convierten en costumbre de vida, por lo que no se hace escrúpulo de robar continuamente, de engañar y de explotar al prójimo de todos modos. Las ganancias ilícitas ni siquiera se confiesan, porque tal concepción ha llegado a ofuscar aun las almas de sacerdotes que no se proponen semejantes "escrúpulos".

Tú no sabes, hijo mío, cuántos consagrados deberán pagar después de la vida terrena, o con el Infierno o con un tiempo tremendamente largo de Purgatorio, los pecados por apropiación indebida por falta o por injusta retribución a dependientes, por verdadero y propio fraude y por otras cosas más frecuentes de lo que se cree en mi Iglesia.

Escindir los problemas y los deberes religiosos y so­ciales de los demás deberes personales es simplemente ab­surdo. Así también es absurdo el dicho "se vive una sola vez", entendido en modo de volver en la ocasión licito lo ilícito.

Los hijos de las tinieblas no son tan ilógicos: hijos de la luz sí.

 

Hacer la elección

 

Así, las almas son separadas de Dios, se encallecen en una moral amoral, volviéndose como crustáceos, difíciles de convertirse.

¿Cómo se puede (¡he aquí el error!) pretender formar co­laboradores con cadáveres, o con anémicos crónicos, talmente graves que no se pueden mover de ningún modo?

Se debe hacer comprender a los bautizados desde la primera infancia que no hay otra alternativa, como he dicho claramente en mi Evangelio. No se puede servir simultáneamente a dos amos que tienen intereses y objetivos opuestos.

O Dios, o Satanás. El espíritu humano, no digo cada día, sino a cada momento, está en condición de hacer su elección. O se piensa en una cosa buena, o bien se piensa en una mala. O se hace una acción buena, o bien se hace una acción mala.

El problema de la pastoral es problema de fondo, antes que de estructura: ¡Dios, o Satanás, o el bien, o el mal!

Te bendigo, hijo mío.

 

9 de Junio de 1976

 

EL CUERPO MÍSTICO

 

Hijo, Yo considero pastoral la acción de mi Iglesia tendida hacia los hombres todos, para que todos puedan ad­herirse espontánea y firmemente a los principios cristia­nos.

Promover y guiar esta acción es propio de la Jerar­quía, que no excluye la colaboración justa y debida de buenos laicos "vocati ad hoc"[44].

Yo he dado las indicaciones para la eficacia de la acción pastoral, por eso he dicho: seréis la luz del mundo, seréis la sal de la tierra. También he dicho: resplandezcan vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos. He dicho: seréis la levadura que fermenta la masa.

Un sacerdote, si no resplandece de luz sobrenatural, si la luz de la gracia no hace transparente su alma de modo que todos puedan ver dentro claramente (y esto implica lealtad, sencillez y no doblez) uno se dará cuenta que su ac­ción es infecunda.

Yo, Cristo, potencialmente he vencido al mundo. A Mí todo me ha sido dado, para Mí todo ha sido hecho; pero mi victoria total se realizará en la consumación de los tiempos, con el juicio final. Yo, Cristo, manifestaré ante todos, ante el Cielo y la tierra, mi completa victo­ria. Yo, Dios hecho hombre, he realizado y realizaré Mi Cuerpo Místico, o sea mi Iglesia, con la cual Yo soy una sola cosa.

Esta es la verdadera razón de mi retardado triunfo total: he querido partícipe de este triunfo a mi Cuerpo Místico. Cabeza y cuerpo son una sola cosa. Aquellos que se ma­ravillan de que mi triunfo total no se haya verificado con mi Resurrección y Ascensión al Cielo, han comprendido poco del Misterio de la Encarnación.

 

En el Calvario

 

Yo, Jesús, me he unido íntimamente a la naturaleza humana por cuya liberación y victoria me he inmolado. He asociado la naturaleza humana a todos los acontecimientos divinos y humanos de mi vida temporal y eterna, por esto la Iglesia, mi verdadero Cuerpo, si bien místico, deberá seguirme en el Calvario para poder seguirme en la gloria.

"Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame" ¿A dónde, con la cruz, sino al Calvario?

La gran batalla, que Yo he abierto con el misterio de mi Encarnación, Pasión y Muerte, continúa y continuará has­ta el fin de los tiempos con intensidad y gradaciones diversas. Serán momentos de tal inaudita violencia como para no creerlo, como será en esta próxima ofensiva enemiga, por cierto ya en marcha.

¿Se ha dado a los bautizados esta visión realista de una Iglesia en perenne lucha contra sus enemigos aguerridos: Satanás, el mundo y las pasiones?

La Pastoral debe llevar a las almas a adherirse a los principios cristianos, a aceptar espontáneamente a Dios, su ley, su verdad, sus misterios.

La Pastoral hecha solamente con estructuras no sirve para nada, si faltan los presupuestos fundamentales. Los hechos lo están demostrando.

 

Lucha y peregrinación

 

Vuestras capillas están desiertas y vuestras salas cinematográficas son instrumentos de veneno, en vuestros centros de reunión no raramente se blasfema y se habla un lenguaje que no es cristiano.

Muchas instituciones se han derrumbado; la llamada pastoral institucional está en un estado de quiebra. Es in­útil querer hacerse ilusiones, las concepciones materialistas de la vida no pueden más que poner sólidas raíces en cristianos profundamente enfermos de anemia espiritual.

Grupos promiscuos de jóvenes y muchachas, que por libertad excesiva, por la moda indecente y por las influen­cias deletéreas de lecturas y de películas eróticas no pueden resistir, de cristianismo tienen sólo la etiqueta, pero sustancialmente son paganos.

Estos son vicios de una pastoral institucional que no puede sostenerse, porque está carente de la visión fundamental de la vida.

La vida cristiana debe ser concebida como milicia, es decir, como lucha incesante contra Satanás y sus aliados; debe ser concebida como peregrinación.

Las instituciones para una Pastoral eficiente eran vá­lidas cuando los cristianos eran buenos, pero hoy que ellos son paganos, las instituciones tradicionales frecuentemente son ocasión de mal.

Te bendigo, hijo mío.

 

10 de Junio de 1976

 

QUIÉN ES SATANÁS

 

Escribe, hijo, y no temas nada. Un día compren­derás por qué ahora quiero de ti esta dura experiencia, y todavía te digo que no te preocupes de la incredulidad de quien, más que tú o como tú, debería creer, pero no cree. Cuando quieran creer no tendrán el tiempo de ello. Duras palabras éstas; pero tú sabes que mis palabras son verda­deras y que no cambian.

Ahora, quiero profundizar todavía más en lo que ya te he ex­puesto en Mensajes precedentes.

¿Quién es Satanás, en el que muchos no creen y otros creen confusa o vagamente?

Después de Dios era la criatura más bella, la más rica en dones y en potencia.

Es persona espiritual, viva, real y potente, convertida de Ángel en el monstruo más horrible por fealdad y por perfidia, por su sed inextinguible de mal y de odio. Es el Mal, porque se identifica con el mal. Ha rechazado a Dios por soberbia, para ser el dominador y señor del Reino de las tinieblas.

Satanás es aquel que ha determinado, con un acto de su voluntad, su personal perdición eterna y la de las legiones que han creído en él y le han seguido. Él determinó también, con la astucia y la mentira la perdición de la humanidad, insi­diando a los primeros padres, induciéndolos con el engaño a la rebelión a Dios, a repetir su pecado.

Está confirmado en su pecado, por eso sabe que no puede haber, ni ahora ni nunca, posibilidad de cambiar su suerte de odio desesperado.

Satanás es el Mal en continuo movimiento, sin pausa ni siquiera por un instante; Satanás es mentira, es oscuridad; Satanás, en cuanto lo puede ser una pequeña criatura en relación con el Infinito, es lo opuesto de Dios.

Dios es Luz, Amor, Justicia y Verdad; Satanás es lo opuesto a todo esto. Satanás es el enemigo jurado de Dios, en particular del Verbo hecho Carne y de Su Iglesia, del Uno y de la Otra quiere la destrucción. Está bloqueado en este loco y malvado propósito, por lo que no desiste un solo instante en perseguirlo con sus fuerzas.

Este conocimiento del Maligno, hijo, es presupuesto sustancial de cualquier pastoral.

Es absolutamente incon­cebible una pastoral eficaz sin una visión viva y precisa de esta realidad de base.

 

Implacable enemigo

 

Satanás es también el Enemigo por excelencia de la Virgen Santísima.

¿Qué pastoral pueden hacer tantos Sacerdotes que no tienen una fuerte e iluminada devoción a mi Madre y suya, o que no creen en estas realidades, o bien las creen de modo confuso?

Toda acción pastoral de cualquier naturaleza es in­fecunda si no se apoya en los sólidos fundamentos de la Fe en Dios, Creador, Salvador y Redentor, y en la existencia del implacable e irreductible enemigo del bien, Satanás. A esta fe va unida la firme convicción de que es necesario subir al Calvario con Cristo: "quien quiera venir en pos de Mí tome su cruz..."

Las disquisiciones teológicas son inútiles si no tie­nen como base esta realidad. Actualmente se construye so­bre la arena.

La crisis de Fe ha desviado la acción pastoral por muchos cauces tortuosos que no llevan a las almas a Dios. También aquí, hijo, debo lamentar pérdida de tiempo en demasiadas reuniones. De por sí serían muy útiles, si en estas juntas se volviera a encontrar el coraje de ir a las raíces, es decir, de afrontar el problema en su punto crucial. Esto es consecuencia de la crisis de Fe que Satanás, con perseverante tenacidad, ha logrado traer a la Iglesia y al mundo.

 

Meditación seria

 

¡Oh hijo mío, cuánto se han alejado del camino maes­tro, recto y seguro! Si se leyera el Evangelio, o mejor aún, si el Evangelio fuera objeto de seria meditación e imita­ción, se encontraría la luz necesaria para volver a llevar a mis Obispos, a mis Sacerdotes al Camino en el que no se pierden.

Parábolas, hechos y enseñanzas sobre este punto tan importante son tan numerosas que la duda por tanto no de­bería rozar el ánimo de nadie; en cambio tú mismo ves cómo van las cosas.

Hijo, reza y repara. No te avergüences de rogar a almas buenas la limosna de oraciones y reparaciones.

Déjales decir; ¡no ven, no comprenden! El amor que me traigas sea tan grande que cualquier otra cosa o jui­cio en relación tuya se disuelva en la nada.

Observa los juicios humanos como pompas de jabón. ¿Qué puede hacerte una pompa de jabón? ¿Y qué te pueden hacer los juicios de los que no creen?

Te bendigo, hijo.

 

11 de Junio de 1976

 

ARROJAD LOS DEMONIOS

 

Escribe, hijo, sin ningún temor.

Dilo, ¡que Jesús no está contento! No puedo es­tar contento ante la grosera ceguera de los Pastores y de los Sa­cerdotes con relación al problema sustancial de la Pas­toral.

Ya te he dicho algo de Satanás y sus le­giones; no te he dicho todo sobre él, sólo lo que necesitas conocer. Él puede mucho más sobre la naturaleza huma­na de lo que el hombre puede sobre la naturaleza ani­mal, y tú ves cuánto puede el hombre sobre la naturaleza animal.

Él sabe induciros a un radical cambio en el modo de vivir.

El hombre puede dominar a un animal, pero Satanás puede dominar a un hombre mucho más, mucho más.

Te he hablado poco antes de ceguera grosera. Sí, hijo, y he aquí las consecuencias de la culpable inactivi­dad de muchos Pastores y Sacerdotes frente a la febril, incesante acción demoledora del Enemigo.

Yo, Jesús, durante mi vida pública, no me he limita­do a anunciar la verdad; he curado enfer­mos, he liberado endemoniados y consideraba también esto una parte esencial de mi pastoral. Hoy no se hace (porque los Pastores no quieren ocuparse personalmente de ella y sólo raras veces la delegan en otros) esta parte de la pastoral.

Yo la delegué en mis Apóstoles para que los Apóstoles y sus sucesores la realizaran. Si lo he hecho Yo, Jesús, también los Pastores de hoy deberían bendecir y exorcizar.

No son hoy menos los que sufren por culpa de Satanás, al contrario, son más que en aquel tiempo.

 

Inmovilismo interior

 

El comportamiento que tienen hoy los Obispos, salvo siempre las debidas excepciones, no es ciertamente el deseado por Mí, no es el que Yo quisiera.

Que el padre no esté presente, pudiéndolo, donde es­tán los hijos que sufren está verdaderamente contra la na­turaleza de las cosas. Sin embargo, esto es lo que sucede ha­bitualmente. Que un padre delegue en otro para que lo represente ante el hijo que sufre, no es menos amargo que lo que se ha dicho antes.

Que luego un padre no crea ni siquiera en el sufrimiento de tantos hijos suyos, que también evidentemente sufren, se considera imposible. Sin embargo, es lo que habitualmente sucede.

Pero hay más, hijo mío, no temas y escribe: que luego un padre llegue a obstaculizar a aquel que por un sentimiento de piedad debida (he dicho piedad, y no justicia) se tome el cuidado de sus hijitos que sufren, esto está hasta fuera de toda lógica y contra todo sentimiento de amor paterno.

Hijo, dilo fuerte, esto continuamente se verifica en mi Iglesia. Estos Pastores se mueven en la periferia de sus almas y de sus corazones pero están inmóviles en el centro.

¿Qué quiero decir con estas palabras? Exteriormente son activísimos, a veces hasta demasiado; quedando inmóviles, o casi, interiormente.

Muchos de ellos son víctimas del frenesí de la ac­ción. ¡Mucho mejor si fueran víctimas mías! Mis vícti­mas, al contrario, son casi inmóviles externamente, movilísimas y activísimas interiormente ¡Son ellas las que salvan a las almas! Son las víctimas voluntarias las que han frenado hasta ahora la justicia divina. Son mis víctimas la verda­dera levadura, el fermento de la Iglesia. A ellas Yo no les puedo negar nada, no al activismo exterior de tantos Pastores.

 

La iglesia languidece

 

Dada la necesidad de que Obispos y Sacerdotes tomen en consideración el problema de tantas almas que sufren, fórmese en cada diócesis, al menos inicialmente, un comité de fervientes Sacerdo­tes y laicos que den lugar a una cadena de almas dis­puestas a ofrecer cada día, con sus sufrimientos, al me­nos una hora o una media hora de oración por los que su­fren por culpa de los Espíritus malignos, y que puedan bendecir a quienes sufren en determinados días, en una determinada Iglesia.

Ninguna razón detenga a los Pastores y a los Sacerdotes voluntariosos para cumplir este deber: es un problema de ac­tualidad.

¿No os habéis dado cuenta de nada?  ¿No os habéis dado cuenta de que la Iglesia languidece y agoniza por culpa del Maligno? ¿No os dais cuenta de que algo tremendo está madurando? ¿Qué hacen, qué piensan algunos? Despójense de la presunción que les quita la gracia y el consuelo de la luz.

Te bendigo. Ámame.

 

12 de Junio de 1976

 

EL HUMO DEL INFIERNO

 

Escribe hijo:

Llamo una vez más la atención sobre las palabras de mi vicario en la tierra: "El humo del Infierno ha entrado en la Iglesia". Nadie, o casi nadie ha dado la debida im­portancia a esta expresión del Papa.

Pocos han sabido dar a estas palabras un sentido prác­tico. El humo, habíamos dicho, mancha y oscurece. Satanás ha oscurecido la mente de muchos que estaban en la cabeza de las estructuras que deberían servir para una pastoral de salvación.

Congregaciones, órdenes religiosas, seminarios, con­ventos, colegios, escuelas, casas parroquiales, iglesias... ¡el humo del Infierno ha entrado por todas partes! Por otra parte, el humo es como el agua: lo ves llegar y quizá no sabes ni de dónde. Se insinúa, penetra, mancha, sin dar impresión de ello. Ésta ha sido y ésta es la acción de Satanás.

 

Infección difundida

 

Ya te he hablado de grosera ceguera: ahora te confirmo que esta expresión responde a una dolorosa realidad.

Hijo, no desciendo a detalles porque los detalles ya no existen. Se trata de un mal social pa­vorosamente difundido en la Iglesia.

¿Seminarios infectados? ¡Cuántos! ¿Órdenes religiosas infectadas? ¡Cuantas! Es el humo del Infierno que se ha insinuado por todas partes, no perdonando siquiera el Vaticano

¿Y parroquias infectadas? ¡Cuántas! Suceden hoy en mi Iglesia cosas que no se pueden explicar humanamente, sin una intervención personal del Demonio.

Detalles lamentables siempre los ha habido. Comen­zaron en el Colegio Apostólico con la traición de Judas y con la huida de los Apóstoles. Luego las herejías y los escándalos se han sucedido en los siglos.

Donde está el hombre ahí también está su acérrimo enemigo, Satanás, que no ahorra nada para inducir al hombre al mal.

Por esto os he enseñado Yo a pedir diariamente la liberación del maligno.

 

El Santo Padre ¿Qué ha querido decir con las palabras: “Suceden hoy en la Iglesia cosas que sólo se pueden ex­plicar con la intervención personal del Demonio”?

Mi Vicario, antes que nada, ha querido reafirmar una verdad de fe porque ella resulta clara y repetidamente de la Revelación. En segundo lugar ha querido reafirmar que Satanás es persona viva y real, pavorosamente activa y ferozmente malvada, en perenne movimiento para difundir veneno espiritual mu­cho más peligroso que el más potente veneno ma­terial.

Son las cosas que él lleva a cabo en perjuicio de la Iglesia, a las que alude el Papa cuando señala su interven­ción personal en la Iglesia hoy.

Su acción es universal y los actos criminales, que urde a la sombra de congregaciones y de sectas, son innumerables.

Mi Vicario, por la posición preeminente que ocupa en la Iglesia y en el mundo y por la gracia de su estado, conoce bien los males que Satanás perpetra en la Igle­sia.

Mi Vicario conoce los males que Satanás lleva a cabo en la Iglesia valiéndose de traidores, de corruptos de toda ralea, de Sacerdotes apóstatas y renegados, para los que debéis querer y pedir la salvación.

 

Oración y ayuno

 

Pero aquí debo recordar mis palabras dichas a los apóstoles: que hay demonios que no todos pueden arrojar. Para arrojarlos se necesita mucha oración y mucha penitencia.

Se verá a qué tremendos excesos llegará la acción del Maligno; muchos de los que hoy no ven, o ven confusamente, cambiarán de opinión, si tienen tiempo de ello.

En mi Iglesia renacida será éste el gran tema en el que se basará la catequesis: formar a los cristianos como verdaderos y conscientes combatientes contra las fuerzas del mal. Si el Enemigo no desiste de sus ataques, tampoco deben cansarse los combatientes en la defensa.

Hijo, te bendigo y contigo bendigo a los que verdaderamente van a querer emplearse, en todos los modos y con todos los medios, en la defensa de las almas de las fuerzas del Mal.

 

13 de Junio de 1976

 

EL GRAN DESAFÍO

 

Escribe hijo mío:

Ahora te digo lo que los demonios pueden hacer con innumerables medios. Pero en primer lugar ¿Por qué pueden hacer tanto?

Es porque Yo los he creado libres y no les he quitado los dones naturales. Obran sin pausa, desde la caída del hombre, induciéndolo con el engaño a desobedecerme a Mí, inculcando en el hombre su mismo tremendo vicio: la soberbia. Obrando contra el hombre, su falsedad y maldad se funden conjuntamente en una mezcla espiritual que abrasa y explota.

Ningún medio se desaprovecha, lisonjas, seduccio­nes, sensualidad, moda provocativa, pornografía, fraude, hurto, violencia, terror y todo cuanto su agudísima inteli­gencia les permite inventar.

Su grande y loco sueño es emular a Dios; ¡cómo Dios, quiere poseer un reino! Con la insidia tendida a los primeros padres, lo logró en cierto modo. Con la caída de Adán y Eva, la humanidad le pertenece; sería suya en el tiempo y en la eternidad si no hubiera intervenido Yo.

Nació así el río de aguas impuras con todos los males; nació el sufrimiento, nació la vergüenza, nació la concupiscencia, se desbocaron todas las pasiones. Por aquel pecado ha entrado la muerte en el mundo, ha entrado el trabajo con sudor: es el mal que ha nacido de Satanás y que se vuelca sobre la humanidad.

 

No juzguéis

 

El desafío fue lanzado, pero el desafío lanzado a Dios le costará caro, en el tiempo y en la eternidad. Los hom­bres que no han aceptado la soberanía de este terrible tira­no, los que verdaderamente creen en Dios, se preguntan asombrados: ¿Pero por qué todavía puede tanto? ¿Por qué Dios, que es infinitamente más grande y más potente, no le impide actuar? ¿Por qué no lo encierra en su Infierno?

A esta pregunta ya se ha respondido: no os toca a vosotros juzgar el obrar de Dios. ¿Quiénes sois vosotros para presumir de poderlo hacer?

De todos modos Yo mismo os he iluminado, y vosotros sabéis las razones principales al menos. Dios no priva nunca a sus criaturas de los dones dados gratuitamente. Son las criaturas las que pueden perderlos, como el don de la Gracia, destruido, sea en los ángeles, sea en los hombres, no por parte de Dios sino por libre elección de los ángeles y de los hombres.

Los dones naturales permanecen también con el pecado. Pero Dios por un misterioso designio de su Provi­dencia, somete el mal al bien. También Satanás un día deberá reconocer haber servido siempre a Dios.

Las tentaciones que el Demonio despliega sobre el hombre sirven frecuentemente para hacer al hombre más prudente, mas asiduo a la oración, esto es, sirven para empujarlo hacia Dios.

La tentación no rechaza­da, sino acogida y consumada en el pecado, sirve para humillar al hombre y castigarlo por su presunción. Es difícil para vosotros penetrar en los misteriosos designios de Dios, todos de amor, de misericordia y de justicia.

En esta última palabra quiero detener de nuevo vuestra aten­ción. Dios da a todos la gracia suficiente para salvarse. Quien la rechaza comete una injusticia con relación a Dios. La justicia divina restablece el equilibrio roto por culpa de la criatura ingrata y rebelde a los dones de Dios.

 

Justicia perfecta

 

Para vosotros cristianos bastaría saber que Dios es amor infinito. Por eso esto debería bastar para confiar ciegamente a Él sin la presunción de querer criticar su obrar.

De todos modos, Satanás, el genio maléfico del mal, incapaz de bien, en el día del juicio final, con vergüenza desesperada, deberá admitir haber prestado una grandísima contribución a la santificación y por tanto a la glorificación de una multitud de santos, de mártires, de vírgenes, de bienaventurados comprensores del Paraíso.

¡Designio maravilloso, misericordioso, designio misterioso de la omnisciencia y omnipotencia divina! Confusión grande aquel día de llanto y de amargura, pero también día de justicia perfecta.

Yo, el Verbo de Dios hecho carne, en presencia del Cielo y de la tierra, de todos los vivientes de mundo invisible y visible, en el fulgor de mi gloria y majestad divina, mostraré mi potencia infinita.

Yo, la Resurrección y la Vida pronunciaré la sentencia sin apelación sobre quien ha ahogado la Vida divina y humana en la muerte. Aquellos que hayan creído en Mí vivirán eternamente. Aquellos que no hayan creído en Mí tendrán muerte eterna, en aquel lugar de tormento sin fin y sin esperanza.

¡Hijo mío, se necesita ser verdaderamente insensatos y ciegos para no ver!

Reza y repara. No te canses, ofréceme tus sufrimientos. Ellos me son gozosos porque con ellos puedes traerme almas.

Te bendigo.

 

13 de Junio de 1976

 

VERDAD DE FE

 

Remacha, hijo, esta verdad: de toda la Revelación y especialmente del Evangelio resulta  claramente la existencia de Satanás y de sus legiones. Por esto es verdad de Fe.

El negar esta verdad es comportamiento herético. El negarse a enseñar esta verdad es igualmente herético. Herejes por tanto son los que de mala fe niegan esta realidad.

Negar la existencia del Demonio significa también negar la caí­da del hombre; es negar el pecado original y por tanto la Redención y, por consiguiente, la Iglesia.

Negar la existencia del Demonio quiere decir demoler el cristianismo, al negar de él el origen y la finalidad.

Negar la existencia del Demonio es negar no sólo una verdad revelada, sino quiere decir negar la evidencia, ya que no habría ninguna explicación aceptable para aquellas cosas que han sucedido, que suceden y que sucederán, y que hu­manamente no se puede explicar sin la interven­ción directa de Satanás.

¿Es concebible que un sacerdote pueda llegar a tanta incredulidad, sin la maléfica influencia de Satanás? Satanás nunca es ajeno a estos horribles pecados de im­piedad.

 

La mona de Dios

 

Alguien, hijo, te objetará que, ¡con todo lo que se ha escrito en estos Mensajes, Satanás ha sido elevado en su prestigio de Príncipe de este mundo, si no glorificado!

Ciertamente no se puede negar que Satanás, por la superioridad de naturaleza, está en condiciones de poder conseguir ventaja, con una cierta facilidad, sobre vuestras personas, sobre familias y sobre todas las estructuras reli­giosas y civiles, económicas y políticas.

Él, no condicionado por el tiempo ni por el espacio, puede obrar en todas partes. Él, la mona de Dios, se esfuerza en obrar como Dios, pero en modo opuesto. Esto, naturalmente es loca soberbia, porque en­tre él y Dios hay una distancia infinita.

De su acción no salen sino rencores, envidias y ce­los, pleitos y fraudes, hurtos y blasfemias, obscenidades y violencias: es la cloaca de todos los males.

Colosal error de la pastoral moderna, es precisamente, el no haber centrado el problema de la Iglesia, de la vida cristiana: Dios Sumo Bien. Al lado opuesto: Sata­nás, el Maligno. Entre los dos, el hombre es el objeto de la lucha permanentemente en ejecución.

Dios, Amor infinito, inmola incesantemente a su Hijo unigénito para la salvación del hombre. Dios tiende hacia el hombre para proporcionarle los medios nece­sarios de defensa y protección contra la obra de perdición del Maligno. Él, el Maligno, tiende hacia el hombre para arrancarlo del Amor de Cristo y dirigirlo hacia el camino de la ruina eterna.

En el centro de este duelo, el hombre, libre e inteli­gente, puede decir sí, a su Salvador como puede decir también no, y hacer tender su alma hacia el Seductor, hacia su condenación eterna.

 

Dramática alternativa

 

¡Trágica y dramática responsabilidad la de este hombre que, durante su peregrinación terrena, se encuentra siem­pre en la alternativa de escoger¡ ¡Ésta es vuestra prueba!

La lucha interior que debéis necesariamente sostener es la razón de vuestra presencia en la tierra. Sobre los orígenes, las causas, las finalidades de esta dramática lucha, vosotros, Cristianos, no habéis sido formados e instruidos más que superficialmente. De aquí mi dis­gusto y mi dolor.

Mi Padre ha amado tanto a los hombres como para darme a Mí, su Hijo Unigénito, para salvación de ellos, y los hombres, también por insuficiente conocimiento del único verdaderamente grande problema de su vida, y por el maléfico influjo de Satanás, hoy en gran número se pierden.

¿Cómo pueden los verdaderos padres de las almas concederse paz? ¿Cómo pueden dormir sueños tranquilos? ¿Cómo puede un Sacerdote mío no sufrir por la terrible rea­lidad de la que él es parte?

Hijo, las cosas no habrían llegado a este punto si hubiera habido más Fe. Y hubiera habido más Fe si este in­comparable don me hubiera sido pedido con perseverancia, si se hubiera desconfiado más de sí mismo y confiado mayormente en la Misericordia y Providencia de Dios.

Hijo, ánimo, aunque las consecuencias serán gravísimas. La purificación remediará la responsabilidad culpable de muchos en mi Iglesia.

Te bendigo, y contigo bendigo a aquellos que se ponen a disposición de mi Providencia que tiende a aliviar  tantos sufrimientos que hay por culpa del Ma­ligno.

 

13 de Junio de 1976

 

FALTA DE CAUTELA

 

Hijo mío, escribe lo que L. te va a decir:

 

- Don O., esperaba este momento. ¿Recuerdas lo que te dije en mi último mensaje? Dije que en el Paraí­so ninguna cosa puede hacernos... enfadar.

La visión de Dios, la participación activa en su Vida es algo tan grande que no es explicable en términos humanos. Aquí la felicidad es plena y perfecta; nada puede cambiarla, por esto no hay lugar para lo que vosotros llamaríais enfados.

Pero te repito, Don O., si hubiera lu­gar para enojarse no habrían faltado motivos y estos motivos son precisamente causados por vosotros.

Todo lo que se os ha dicho antes, durante y después del viaje, no ha servido para mucho. Vosotros continuáis vivien­do vuestro tran-tran de vida, sin hacer ningún esfuerzo por penetrar el contenido de los mensajes.

De nada han servido las advertencias para poneros en guardia contra quien, siguiéndoos por todas partes, desviaba vuestra atención hacia intereses y objetivos diferentes a los fijados por la Providencia.

Ha logrado, por esa falta de cautela necesaria, descu­brir lo que no debía haber conocido nunca de vuestra parte. Así le ha sido fácil desviar vuestros planes, confundir vuestras ideas, generando dudas y deteniendo toda activi­dad dirigida a realizar el plan del Señor.

           

Sólo un velo

 

Don O., ¡cuántas cosas lamentables han sucedido!

Aún no tenéis la convicción clara de haber sido ele­gidos para ser instrumentos de la Voluntad divina.

¡No ha habido continuidad ni de fe, ni de correspondencia a los designios de Dios!

- L. ¿Qué sucederá ahora?

- Dios es grande e infinitamente bueno, os toca a vosotros reconocer humildemente las lagunas de vuestra fe.

Don O., aún estando nosotros todavía tan cercanos, vosotros no estáis todavía convencidos. Una vez más os repito que sólo un misterioso velo nos divide. Nuestra vida es muy diferente de la vuestra, pero está muy cercana.

Vosotros estáis en la refriega, nosotros estamos en la infinita paz de Dios, que nada puede turbar ni alterar.

Don O., os repito: sed más solícitos de las cosas del Cielo y no para las de la tierra. ¿Qué valen las cosas de la tierra? ¡Nada! ¡Nada!, ¡Nada! ¡De ellas ni siquiera quedará el recuerdo!

Si hubiera habido esta solicitud por las cosas de Dios, no se habrían realizado esas deficiencias y fugas.

 

Espiritualmente preparados

 

Don O., atención a no frustrar los planes del Se­ñor y nuestro ardiente deseo de ayudaros.

¡Tened confianza en nosotros, que os seguimos paso a paso!

Como vosotros, nosotros también conocimos dudas, indecisiones, intrigas suscitadas por el común Ene­migo.

           

Don O., dirás a mi madre que no le ha faltado toda mi protección y mi amor de hija, amor que la muerte física no corta sino perfecciona.

No le faltará ni siquiera en el futuro, cuando tendrá mayor necesidad de ella. Dirás a mi madre que están en mi corazón también la hermana P., los sobrinos y los demás que me fueron y me son igualmente queridos.

Por todos pido, intercedo y vigilo.

Dirás también a mi madre que es necesario estar espiritualmente pre­venidos y preparados para la oscuridad que va haciéndose más densa inexorablemente.

 

14 de Junio de 1976

 

LAS RAZONES DEL ODIO

 

Escribe, hijo mío:

Satanás odia a la naturaleza humana en cuanto tal, por esto odia a todos los hombres, en modo particular a los cristianos.

Antes de su rebelión, la obra maestra de la Creación era él. Después de Dios no había nada más grande, más perfecto, más resplandeciente.

Esta grandeza suya le hizo calcular ser semejante a Dios.

— de aquí el rechazo de reconocer al Señor Dios, Alfa y Omega de todo y de todos.

— de aquí su grito de rebelión "non serviam tibi"[45]

— de aquí el desafío de San Miguel que se puso a la cabeza de las legiones fieles al grito de "¿Quien como Dios?".

Hubo así en el Cielo la más terrible batalla que la historia de la Creación recuerde. Las legiones Angélicas se dividieron y para los rebeldes hubo el Infierno.

Satanás tiene una segunda razón para odiar a la naturaleza humana. De la naturaleza humana brotó el Retoño de Jesé.

Para la naturaleza humana el Verbo se hizo Carne, asociando a Su Naturaleza Divina la humana, en la persona de Cristo. La naturaleza humana mortalmente herida, caída bajo la tiranía de Satanás, fue liberada y sublimada. Le fue restituida la primitiva dignidad, brutalmente pisoteada y destruida con el engaño: “Si coméis de este fruto, os haréis semejantes a Dios”.

 

La flor más bella

 

Pero Satanás tiene todavía otra razón para odiar a la naturale­za humana, una razón de envidia y celos.

De la natura­leza humana surgiría una criatura, la más bella flor del Cielo y de la tierra, "Humilde y alta más que criatura", ningún ser la podrá igualar. Objeto de las complacencias divinas, Ella no conoció nunca, ni siquiera por un solo instante, la esclavitud de Satanás.

Satanás no puede mirarla, no puede pensar en Ella sin ser por ello turbado desesperadamente, sin sufrir como a ninguno de vosotros os es dado poder comprender.

Satanás odia a MARIA, la Hija de Dios, la Madre de Dios, la Esposa de Dios, el objeto de las complacencias divinas, la flor más bella del cielo y de la tierra, la Obra Maestra de la poten­cia, de la omnisciencia, de la omnipresencia divina.

De estos dones divinos la "llena de Gracia" vive, en una comunión perfecta con el Padre, su Creador, con el Hijo, su Redentor, con el Esposo su Santificador.

Ante Ella se inclinan las legiones angélicas, todos los Santos del Paraíso.

María pone en fuga las potencias tenebrosas y con su pié aplasta, cada vez que quiere, la cabeza de la serpiente venenosa, Satanás.

 

Desesperada ilusión

 

Por María, Satanás ha sido destronado; por Ella ha perdido desde el comienzo su obstinada guerra contra la hu­manidad.

La oscuridad le impide ahora conocer toda la ver­dad. Él, de nombre Lucifer, es decir, emisor de luz, es ahora tiniebla y genera oscuridad. No conoce, sino en modo confuso, el Misterio de la Encarnación del Verbo, por lo que nutre y cultiva en sí mismo la desesperada ilusión de poderlo vencer, destruyendo con Él a la Iglesia, brotada de su Corazón herido.

Satanás odia sin límites a Cristo, a Su Madre y a la Iglesia con la ilusión de poder destruir a quien le impide a él el dominio sobre la humanidad, a la que él considera aún su presa.

La loca ilusión es originada por su desmedido orgullo, puesto que la soberbia es, por sí misma, oscuridad espiritual. El soberbio no podrá nunca poseer límpida la verdad, que es hija de la humildad.

He aquí, hijo mío, en síntesis, cuanto necesita saber quien debe luchar en el mundo para alcanzar la gran meta de la salvación del alma. Ahora, hijo, intenta proceder con solicitud para  que se dé principio a un librito de mensajes para hacerlos llegar a las almas que tienen necesidad de ellos y están esperando. Te bendigo, hijo. Extiendo mi bendición a todos aquellos que colaboran contigo en la realización de mi plan de amor. Reza y ámame.

 

14 de Junio de 1976

 

UNA MUJER TE APLASTARÁ

 

Escribe, hijo mío:

¿Cuántos son los espíritus del mal? ¡Un número grande! Son millones de millones y pululan por todas partes. Todos están congelados en la voluntad del mal. No todos son igualmente culpables y por tanto no son igualmente castigados, pero todos viven en el terror. In­funden miedo, pero ellos viven también en el miedo que jamás tendrá fin.

Su caudillo, que puede desencadenar desórdenes perso­nales y sociales, familiares, nacionales y mundiales, que puede suscitar monstruos de tiranía y ferocidad, y sabe infundir terror sobre naciones enteras, él también, Satanás, vive en el miedo. Vive en el terror de una Mujer que ha destruido su sueño de supremacía infernal sobre la humanidad.

He aquí porqué las almas, que verdaderamente viven de fe, no le te­men, es más, lo pueden hacer huir, si lo quieren.

Después de la caída, Dios habló a los primeros padres, les impuso la penitencia y les prometió la redención. Di­rigiéndose luego al autor de tanto mal, lo maldijo y le pro­metió la dura derrota: "Una mujer te aplastará la cabeza".

Estas palabras de Dios fueron para Satanás, y lo serán eter­namente, el castigo más grande. La sombra de la Virgen Santísima le sigue por doquier; es para él un terror desesperado; para él no hay reposo, quemado y requemado por la voluntad de mal, sin embargo consciente de que la victoria final será de la Mujer y de Su Hijo.

 

Sufrimiento eterno

 

Ilimitada la catástrofe fríamente querida y obrada por él, pero sin dimensiones  también el castigo impuesto infligido a él.

El alma humana es incapaz de abarcar, en todo su dramatismo, la inmensa tragedia provocada por el Maligno. Sus secuaces son como otros tantos príncipes de las tinieblas y son obra­dores del mal, como ya os he dicho antes, en la medida de su responsabilidad. Como será para los hom­bres, arrollados por ellos en la perdición eterna pero en grados diversos, así es el eterno sufrimiento de los demonios. Este mundo tenebroso e invisible, tan poco y mal conocido por los hombres y hasta por los cristianos, pesa como una capa de plomo sobre la humanidad.

Es incomprensible la casi indiferencia de los pastores de almas ante este problema que les toca tan de cerca. Es incomprensible la indiferencia de los cristianos ante este misterioso pero real mundo del Más allá, al que está también ligada vuestra existencia terrena y tal vez vuestra felicidad o infelicidad eterna.

¿Por qué vosotros, hombres capaces de penetrar y entender las cosas con los dones naturales de inteligencia y voluntad, no os esforzáis luego en usar estos dones para el problema más importante de vuestra vida: vuestra salvación eterna?

 

No duerme

 

Es tiempo de quitar los velos con los que Satanás ha ofuscado en vosotros la verdad. Debéis admitirlo: le habéis deja­do a él la facultad de oscurecer vuestras men­tes y de narcotizar vuestra voluntad. ¡Necesidad de despertaros!

El Enemigo no duerme. Él os sigue a todas partes, pero nada podrá contra vosotros si permanecéis unidos a Mí, Jesús. Debéis estar conscientemente convencidos de que con la gracia divina podréis siempre derrotar a Satanás.

Dios, que es Amor, es vuestra ayuda, vuestra sal­vación. David, en el nombre de Dios, con una honda venció al gigante Goliat, vosotros también, en el nombre de Dios y de Su Madre Santísima, cada vez que lo necesitéis, podréis vencer al Gigante del reino de las tinieblas.

 

15 de Junio de 1976

 

¿QUIÉN SE PREOCUPA?

 

Hijo no es una pregunta superflua, sino co­herente con todos los precedentes mensajes.

La respuesta a esta pregunta es verdaderamente triste.

No es mi intención nivelar a todos bajo el mismo plano, al contrario, es necesario excluir a aquellos que, animados por una ardiente fe, obran en conformidad contra las fuerzas del mal, para alivio y consuelo de tantas almas que sufren.

Pero debo considerar deplorable el comportamiento de no pocos Pastores y de muchísimos sacerdotes que, por falta de conocimiento del problema, se mantienen indiferentes, como si esto no fuera de su incumbencia.

Son extraños, como si fuera un negocio de otros y no de ellos, permanecen insen­sibles, por lo que ni siquiera se preguntan por qué las almas debieran sufrir por culpa de los demonios. Muchos no creen, o creen de un modo confuso y ambiguo, por lo que se man­tienen afuera de cualquier concreto interesarse.

 

Indiferencia

 

La actitud  de indiferencia de los sacerdotes es antipastoral. Es precisamente la actitud absurda de los que voluntariamente toman un camino opuesto a la meta que tienen intención de alcanzar.

Esta es otra impresionante con­tradicción actualmente existente en la Iglesia.

Se acepta el sacerdocio, se acepta el convertirse en corredentores con Jesús para la salvación de las almas y luego se rechaza el seguir a Jesús en la lucha que Él ha realizado y continua realizando para arrancar las almas a Satanás y al Infierno.

¿Por qué nunca me he me he dado a conocer como Aquel que se opone a Satanás? El Misterio de la Encarnación es en primer lugar un Misterio de infinita humildad, como el pecado de Satanás es misterio de ilimitada soberbia.

Haced el paralelo. Satanás, infinitamente inferior a Su Creador, sueña con equipararse a Dios. Dios en cambio se hace hombre, abajándose a Sí mismo hasta hacerse Car­ne en el seno de María.

Satanás sueña con un trono y quiere un reino. Yo, Ver­bo de Dios hecho Carne, nazco en un establo, pobre entre todos los pobres.

Satanás rechaza la obediencia y Yo, Jesús, que soy el Dios Creador y Señor de todas las cosas, lavo los pies a mis Apóstoles.

Satanás arrastra a la humanidad a la muerte, al caos, al desorden de toda clase. Yo muero en la Cruz. En la Cruz tiene inicio mi victoria y mi triunfo, "Cum exaltatus fuero ecc..."[46]

Yo vengo al mundo, vivo, obro y muero en antítesis a Satanás.

El Sacerdote iluminado, que vive de fe, no puede escoger sino el camino pisado por Mí, indicado como el único a seguir. Yo Soy el camino, Yo soy la vida.

Satanás ha traído la muerte al mundo, Yo he traído la vida. "Ego sum resurrectio et vita"[47].

 

¿A cuantos he curado?

 

He empezado primero a hacer, luego a enseñar. Si tomáis en la mano el Evangelio podréis constatar có­mo Yo he obrado verdaderamente. Mi principal ocupación y preocupación ha sido la de conocer y acercarme a los que sufren, aliviar las penas, curar las enferme­dades, perdonarles los pecados y liberar a los poseídos de los espíritus del mal. ¡A cuántos he curado!

¿Qué hace pensar a Obispos y Sacerdotes que no deban imitarme en esta importante obra de apostolado? ¿No es éste un medio para llegar a las almas y acercarlas a Dios? ¿No es, ésta, buena y eficaz pastoral? ¿Tal vez se duda de no poderlo hacer? Entonces Yo, Divino Maestro, habría impartido a mis Apóstoles una orden no ejecutable ¿qué Maestro habría sido?

¿Por qué los Santos con tanta eficacia bendecían y sanaban? Aún en estos años Obispos y Car­denales Santos ¡cuántas veces no lo han hecho! Sin embargo han sido Pastores de este siglo, de esta generación.

La causa de la ineficacia de tantos pastores, ¿no se debe buscar más bien en la falta de fe y de peni­tencia?

Hagan mis Obispos un examen de conciencia sobre estos dos puntos y verán las razones por las que se han alejado de una sólida pastoral.

Es inútil huir la cuestión, tachando de locura a quién os la propone.

Recordad, Pastores de almas, que quien os propone estas impelentes interrogaciones, no es un pobre Sacerdote, sino soy Yo, Jesús.

Hijo, te bendigo. Ámame y no te preocupes de los juicios humanos.

 

15 de Junio de 1976

 

LA HORA DE LA REVISIÓN

 

Hijo, escribe:

Ahora sabes por qué Satanás y sus legiones Me odian, odian a mi Madre y vuestra y odian a la humanidad entera.

Ahora sabes hijo mío que este odio se concreta en una acción incesante, sin jamás un solo instante de descanso.

Toda su actividad está terriblemente organizada, toda dirigida a la ruina material y espiritual de los hombres, hacia el loco designio de poder luchar con Dios de igual a igual. De esto están convencidos los demonios.

Después que San Miguel se alzó al grito: "¿Quién como Dios?", sabes que Satanás y sus legiones, han quedado congelados en esta loca convicción, por lo que no abandonan la esperanza de poder salir vencedores.

Por esto, hijo mío, no querrán soltar lo que con­sideran su presa sin violentísimas reacciones, que serán cau­sa de tanto sufrimiento y que Yo, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, someteré a la purificación de mi Iglesia.

Ahora conoces el estado de ánimo de los cristianos, sacerdotes y pastores. Ahora sabes que la Iglesia ha llegado a encontrarse en condiciones de inferioridad frente a sus irreductibles enemigos, no por culpa de Dios, no porque le falten los medios de defensa, sino porque no ha reacciona­do a los asaltos, a las insidias, a las tenta­ciones con las que ha sido agredida.

Ahora, hijo, tienes un cuadro preciso de una situación en gran parte culpable, cuya responsabilidad cae en sus Obispos, sus sacerdotes y sus fieles, naturalmen­te en medidas diferentes.

 

En conocimiento de todos

 

Este cuadro te ha sido dado a ti, pero tú eres el instru­mento escogido para llevarlo al conocimiento de todos. No lo olvides. Ya ves cómo este designio desagrada a las fuerzas del Infierno, ya ves cuánto te han hecho sufrir, pero no temas.

No te dejes ni engañar, ni asustar por las estúpidas agresiones con las que te molestan.

¡Todos sepan, pastores y sacerdotes, que la hora de la revisión ha sonado!

Deben revisar toda su acción pastoral planteada actualmente sobre reglas falsas. Si no lo hacen, serán después obligados a hacerlo.

No se renueva nada, nada se regenera, sino partiendo de los presupuestos que claramente te he expuesto. Tomen el Evangelio en la mano, mediten mi acción pastoral. ¿Qué más puedo decir? ¿Qué otras indicaciones más precisas podría dar?

Hijo ¡procura no perder tiempo! Los muchos pecados de los hombres, los muchos sacrilegios de los Consagrados, la nauseabunda indiferencia de los cristianos, ya no son tolerables.

Hijo, ¡ánimo! Te quieren asustar, pero Yo estoy en ti, Yo, uno con el Padre y con el Espíritu Santo.

Entonces, ¿qué te podrán hacer? Nada, hijo mío, más que eso que Yo permito para santificarte y enriquecerte. Te bendigo.

 

15 de Junio de 1976

 

ORGANIZAR LA DEFENSA

 

Escribe, hijo mío:

Te he dicho que las legiones rebeldes están compuestas por un número grandísimo de Diablos. Son una ilimitada multitud; vosotros no podríais abarcar con vuestra mente la extensión de ellos.

No todos obran con igual perfidia; lo que quiere decir que se diferencia la gravedad de su pecado.

Pero todos sin excluir uno, obran para el mal. Se rebelaron contra Dios y ahora conocen la más feroz tiranía de su líder, Satanás, y de su estado mayor. Pertenecen, también en el Infierno, a diferentes jerarquías.

Todos odian a la Virgen Santísima, todos odian la humanidad, todos cultivan, junto con el odio, unos profundos celos contra los elegidos y una tremenda envidia por vosotros viandantes en la tierra, por el miedo de que también vosotros vayáis a salvaros.

En ellos no hay ningún sentimiento de piedad: - son incapaces de esto - sino sólo sadismo. Vosotros no conocéis y ni siquiera podéis imaginar la atrocidad con la que desfogan sus pérfidos sentimientos sobre las víctimas que caen bajo sus garras.

Se trata de aquellas personas que han podido ligar a ellos, que se han hecho sus instrumentos, que se han entregado en alma y cuerpo a los Demonios. Creed que no son pocos, y también varios de vuestra generación tienen per­sonal experiencia de ello.

 

¿Qué esperan aún?

 

Ahora, hijo, pon buena atención. Imagina un ejercito formidable por el número de guerreros, por la potencia de las armas y bien armado, que ha tomado posición con según un plan inteligentemente preparado y predispuesto hasta en sus más mínimos detalles.

Este colosal ejército, más potente por naturaleza y por organización, se pone al ataque contra una Iglesia y una sociedad hu­mana que, a pesar de tener un considerable número de soldados, de oficiales y de generales, no sabiendo o no recordando   que tiene un enemigo aguerrido y lleno de odio, no piensa lo más mínimo en defenderse.

Es más, se ríe de los pocos que hablan de esto y que quisieran organizar una defensa. Estos son tachados de demencia o manía religiosa.

Mientras tanto el enemigo, buscan­do esconder con arte las propias fuerzas, aprovechando la honradez del adversario, se insinúa por todas partes, se adueña de los puestos clave y coloca a sus agentes por todas partes  y así llega a adueñarse de los adversarios. Hay aquí y allá núcleos de resistencia, pero el enemigo atrevido por sus éxitos, no se preocupa.

En este punto, convencido de tener ya la victoria en el puño, reaccionará con ferocidad tal de desconcertar ante cualquier tentativa seria del ad­versario. Querido hijo, tú bien sabes, por experiencia personal, cómo el enemigo no tolera ningún movimiento defensivo, mejor dicho, cómo trata de prevenir cualquier movimiento contra él.

En esta delicada situación  ¿Qué esperan aún los Obispos para bajar de sus tronos, para salir de sus palacios, para empuñar las riendas de mando e instruir y guiar a sus soldados, los cristianos, al contraataque?

¿Saben o no saben que no tiene importancia la superioridad sólo aparente del enemigo, ya que si, seguidos por sus sacerdotes, inmunes de las herejías del día y de la anemia que ha debilitado y contagiado a tantos, hacen esto, su éxito está asegurado y a ellos será  dada la victoria?

 

Fuera la presunción!

 

Hijo, ¿Cuántas veces debo decirlo, que Yo he vencido al mundo con la humildad, la pobreza y la obediencia? ¡Es con estas virtudes, es con su sí que mi Madre y vuestra ha hecho posible la Redención!

¿Cuántas veces debo deciros que el amor es más fuerte que el odio?

Obispos y sacerdotes se convenzan de realizar esas reformas que han proclamado con el Concilio y que, por las interferencias y la acción del Infierno, han sido tan malamente aplicadas.

Si se decidieran de una vez a tomar el camino justo, y soy Yo el Camino seguro, entonces Yo estaré con ellos y la Iglesia rejuvenecerá y pronto conocerá un esplendor jamás hasta ahora visto.

¿A qué se espera todavía? ¡Fuera los prejuicios, fuera la presunción!

Oren para que la luz ilumine el camino a recorrer, y ¡adelante!

Hijo, conozco tu estado de ánimo. Por lo que Yo te he hecho ver, tú ahora sufres porque quisieras que también los demás vieran.

Te bendigo. Ámame

 

16 de Junio de 1976

 

UNA GRAN HUMILDAD

 

Hijo mío, escribe:

¿Habéis considerado alguna vez las circunstancias en las que me llegaron las tentaciones del Maligno, especialmente las del desierto?

Estas circunstancias de tiempo y de lugar se han considerado atenta­mente ya que Yo, Verbo Eterno de Dios, no he hecho nada ni he dicho nada que no fuera ins­pirado por un fin altísimo. Y si he permitido a Satanás el acercarse a Mí para tentarme, lo he hecho para que vosotros, en quienes Yo pensaba, a los que Yo veía, aprendierais cómo se debe afrontar al Maligno y a sus pérfidas le­giones.

La tentación llegó al final de mi estancia en el desierto, vino al final de mi ayuno.

Yo, Hombre y Dios, he podido y querido hacer esto, para indicaros a vosotros un planteamiento de lucha. He querido deciros a vosotros: oración y penitencia ¡mucha oración y mucha penitencia! Solamente de esta manera se puede esperar salir victorioso del combate.

Hoy las fuerzas del Infierno vagabundean por el mundo, imponiendo su ley, burlándose sarcásticamente ante la bonachonería de aquellos que, bien resguardados, deberían avanzar en primera fila contra las fuerzas enemigas.

 

Incoherencia

 

Hoy el Infierno no teme ni a Obispos ni a Sacerdotes, hechas las debidas excepciones, porque no tienen en lo más mínimo la visión, y por tanto, la convicción, de que el problema fundamental de la Iglesia es la salvación de vuestras almas en la lucha que se lleva contra aquellos que quieren su perdición. Es más, reaccionan negativamente ante estas realidades espirituales, ante estas llamadas mías.

Esto significa que no son las almas lo que ellos buscan, sino a sí mismos en su sutil y aterciopelada presunción.

Reaccionan negativamente ante estas llamadas mías, y confirman de este modo su incurable ceguera, la incoherencia en una misión que fue deseada, no para el bien de las almas, sino por intereses propios, lo que quiere decir, de la propia soberbia.

Dado que os habéis arraigado en un comportamiento antipastoral, ahora se necesita una actitud de gran humildad para salirse fuera. Un acto de buena voluntad os volverá a traer al plano justo.

Vosotros decís: ¡A grandes males, grandes remedios! Pues bien, Yo os digo: es ciertamente un remedio extremo, es realmente una cosa difícil para un Obispo tomar la decisión de convocar a todos sus sacerdotes a su alrededor para decirles:

"Hijos míos, todos hemos sido un poco engañados, nos hemos dejado desviar por las artes de nuestros irreductibles enemigos espirituales. Ellos han logrado distraer nuestros cuidados y nuestras atenciones de un problema vital de la pastoral, como es plantear toda nuestra acción en una visión más justa, más realista y que más responde a las necesidades y a los intereses de las almas.

Yo, pastor de almas, estaré más cercano a los que sufren por culpa de las fuerzas oscuras del infierno, y seré más vigilante en proteger a mi grey contra sus jugadas, usando los medios que Él, el Maestro divino, me ha indicado con su ejemplo y sus palabras."

 

Valor humilde

 

Hijo mío, bien sé qué lucha debería sostener un Pastor de almas para llevar a cabo este gesto de humildad, pero este gesto de humildad lo volvería grande delante de Dios y grande ante la Iglesia.

A veces se revisten de gran humildad en sus discur­sos, en sus homilías, pero si luego alguno osase decirles a ellos las cosas que ellos dicen de sí mismos, verías una reacción inmediata y una hostilidad tenaz, porque no olvidan, como olvidarían los verdaderos padres.

Prueba, hijo, a comparar la fingida humildad que emerge de ciertas confesiones públicas de sus miserias, de sus limitaciones, con la humildad verdadera de San Francisco que decía a su compañero de viaje (se dirigían a un convento): "Hermano mío, si cuando hayamos llegado nos cerraran la puerta en las narices, si luego nos insultaran y nos apalearan, y más todavía, así malparados nos arrojaran por tierra en la nieve, esto sería verdadero gozo, verdadera alegría".

No fue en Mí una pseudo humildad, sino verdadera humildad, recibir el beso de amor que me dio el Apóstol traidor. No fue artificio por mi parte el olvidar la ofensa, tan atroz, de Pedro que me negó tres veces.

Si meditaran en serio estos episodios de mi vida, ¡Cuántas cosas cambiarían!

Te bendigo, hijo mío.

 

17 de Junio de 1976

 

UNA CADENA DE AMOR

 

Hijo mío, escribe:

Ya se te han dado comunicaciones sobre las contradicciones de la pastoral moderna. Te he hecho conocer la raíz de todas las contradicciones que puedes encontrar en la Iglesia. Te he hablado de ello en mensajes que harás llegar a Obispos y Sacerdotes: son parte de mi última llamada, antes que la avalancha os arrolle.

¿Qué deberán hacer Obispos y Sacerdotes contra el Enemigo, numérica e intelectualmente superior y superior por naturaleza?

Un enemigo bien organizado, que no tiene otros objetivos más que el de derrotar a su adversario, se afronta con el ánimo quererlo derrotar. Deben usar todas las indicaciones y los medios que Yo con la palabra, con el ejemplo y con mi redención os he indicado.

 

Preceder a los fieles

 

Con la palabra:

Las palabras dirigidas a mis Apóstoles eran también para vosotros "para arrojar ciertos demonios se necesita mucha oración y mucha penitencia". Es un gran programa para poner en práctica.

Un pastor de almas santo debe tomar estas palabras en consideración, las debe meditar y traducir a la realidad concreta de su vida diaria. Debe preceder a los fieles, siendo él el primero de su Iglesia, maestro y guía, el padre de su Iglesia.

Un Pastor que vive de fe, penetrado de humildad y de amor por las almas, no puede no advertir el impelente deber de ser el primero entre todos los combatientes de su Iglesia.

Por eso él comienza con una acción de defen­sa personal. Es bien sabido que todo buen comandante es presa ardientemente deseada por sus adversarios. Debe inmunizarse y salvaguardarse a sí mismo con la oración, en particular la Santa Misa y el Rosario, desinfectar espiritualmente los ambien­tes en los que vive, haciendo uso del agua bendita. ¡Asperja incluso la habitación en que vive y bendígase a sí mismo y a los otros familiares!

¡Cuántas incomprensiones, cuántas desgracias, cuántas palabras cau­sa de sufrimiento para sí y para los otros se suscitan por el Espíritu de la discordia!

Si se hiciera este simple exorcismo en todos los am­bientes donde viven Obispos y Sacerdotes, cuánto mal se evitaría, cuántas energías espirituales se podrían poner al servicio del bien, ¡mientras veis altos purpurados que poco se diferencian de comunes funcionarios o jefes de Gobierno Civil y de Comisaría!

 

Un momento de oración

 

Los Obispos, verdaderos comandantes de los oficiales, los sacerdotes, y de los soldados, los fieles comunes, tienen la sacrosanta obligación de preocuparse por la seguridad espiri­tual de sus súbditos, de sus hijos, si se sienten verdadera­mente padres.

Deben combinar una acción común, una cadena de amor, arma formidable capaz de poner en fuga al enemigo aunque más numeroso y potencialmente más fuerte, a lo menos por naturaleza.

¿Cómo organizar esta Cadena de Amor?

Formando grupos de oración, dirigiéndose a los grupos existentes, comprometiéndolos, cuando sea posible, en una hora diaria de oración y del ofrecimiento de sus propios sufrimientos para sostén de los sacerdotes lla­mados por el Obispo para el encargo de bendecir. Con la experiencia estos Sacerdotes deberán organizar una acción sabia y prudente contra la obra de Satanás. Acción prudente no quiere decir inexistente, sino sólo inteligentemente operante.

Si los Pastores de almas no comprendieran la urgencia de actuar sobre esta directiva significaría que no son Pastores de almas, sino burócratas que nada tienen que envidiar a tantos que se encuentran en los ministerios y en las oficinas civiles, cuya característica es a menudo la de no dejar nunca traslucir lo que son, ni lo que hacen.

No se afronta un enemigo, como son las fuerza oscuras del Infierno, por parte de quien tiene responsabilidades sociales, aisladamente, sino sólo colectivamente.

Hijo mío querido, ahora te bendigo y, contigo, a aquellos que, animados de fe van a estar a tu lado para contribuir, de cualquier forma, a la difusión de cuanto te he expuesto.

Ámame y repara.

 

7 de Julio de 1976

 

OBSERVAR  LA  REALIDAD

 

Escribe, hijo:

Soy L., que no regresa a ti después de un largo si­lencio, sino que soy L. que te sigue siempre. Como la mamá cuida al hijo necesitado, así estoy yo cerca de ti y velo por ti. Hijo, desde nuestro último coloquio te han sucedido muchas cosas, también mucho sufrimiento. Pero este sufrimiento, como fresco rocío, hace más vigorosa tu vida espiritual y la vuelve fecunda del bien que tú deseas.

Sé lo que piensas, pero ¡ánimo, hijo! Las almas ne­cesitadas son tantas, las almas en peligro son tantísimas. ¡Ay, si faltaran almas generosas, prontas a tenderles sus brazos para detenerlas del precipicio!

Hijo, ¡no temas! Se te ha dicho que pongas a un lado escrúpulos injustificados, dudas y temores.

Te será dado ese sentido de seguridad que hasta aho­ra no tenías y te será concedida una mayor energía contra las fuerzas del Mal. Mira cómo ellas se han enfurecido con respecto a ti, y esto es una buena señal.

Has sufrido mucho por el plan de X.

¡Estáte tranquilo! Tienes mérito por haber obedecido a tu Director Espiritual.

No te preocupes por lo que C. piensa y dice de ti: palabras al viento. Ya habías sido advertido de Él. Recuerda las palabras de Jesús: "Bienaventurados los que sufran por amor de la justicia y de la verdad".

 

Id directos

 

Hijo, el tercer libro es de gran importancia.

Todo lo que se relaciona con Dios y las almas es de gran importancia, pero este tercer libro quiere traer de nuevo a escena el problema fundamental de la Iglesia: orientar las almas hacia Dios, encaminándolas y guiándolas al amor de Dios y al mismo tiempo a la aversión de Satanás, que se identifica con el mal, porque es el Maligno y quiere llevaros al pecado.

¿Qué otra cosa ha hecho Jesús con las palabras y con el ejemplo sino esto?

Una vez más sea dicho a los sacerdotes que no hay tiempo que perder, que urge una revisión para no continuar desperdiciando tiempo y sobrenatural en actividades inútiles.

Es tiempo de hacer a un lado ese formalismo vuelto estéril. Se necesita poner los pies en la tierra, mirar cara a cara la realidad por la que Jesús ha venido al mundo enviado por el Amor Infinito del Padre. Jesús venido para arrancar las almas a Satanás mediante un precio infinito de sufrimientos y de humillaciones, venciendo así a su malvado enemigo.

Pero Cristo es la Cabeza de la Iglesia y vosotros de la Iglesia sois los miembros. Como tales tenéis esta misma vocación porque Dios llama a todos y quiere que todos, en sí mismos, completen la obra y la acción de la Cabeza.

¡Fuera los perifollos inútiles!

Id directos al objeto de la Redención: amor a Dios y odio al pecado.

¿Por qué, hijo, se ha llegado a este punto?

Las causas son muchas y las responsabilidades no son todas de esta generación.

¡Adelante, hijo mío! No estás solo.

También nosotros aunque estamos en la gloria, no somos ni extraños, ni indiferentes a la lucha para dar nuevamente a la Iglesia el papel que le toca en el mundo.

La batalla será dura y áspera, pero más espléndida será la victoria que obtendrá la Reina de las victorias sobre el Maligno y sus pérfidas legiones. Jesús, Luz del mundo, brillará con un fulgor jamás visto.

Por ti y por vosotros rezo e intercedo. Os bendigo.

 

12 de Julio de 1976

 

YO SOY FELIZ

 

Don O., soy la hermana de M.

Poco nos hemos conocido en la tierra, apenas nos hemos visto de lejos. Pero esto no tiene importancia, ya que somos hijos del mismo Padre, pertenecemos a la misma familia de los hijos de Dios, estén ellos en la Gloria, como yo estoy, o estén todavía en la tierra, como ahora estáis vosotros.

La realidad divina de la Comunión de los Santos, nos une en el amor de Cristo.

Don O., mi vida en la tierra fue humilde y escondida. Nunca soñé lo que tantas almas deslumbradas desean: placeres, honores y riquezas, salud y cosas por el estilo. ¡Pobres almas ilusas! Si no va a haber  quien, con la oración y con el sufrimiento, les abra los ojos, irán perdidas para toda la eternidad.

 

Se necesita meditar

 

Yo soy feliz, nado en el júbilo, en la luz, en el amor de Dios. Jamas lamentaré mi vida terrena, fuente de mi felicidad eterna.

Don O.,  haz llegar este mensaje a mis queridos en la tierra; que también ellos sepan que la muerte no interrumpe la vida.

La vida, purificada del polvo de la tierra, se perfecciona e integra a la Bienaventuranza divina, porque en el Paraíso se vive en Dios y de Dios, pero de modo diferente de las almas en Gracia, que aún están en camino hacia el Cielo.

Don O., no puedo menos de deplorar la necedad de todos aquellos que, sin reflexionar, se dejan engañar con tanta facilidad por el Maligno.

Él es un lobo disfrazado de cordero.

Él odia sin tregua a todos los hombres que, en su loca desesperación, quiere arrastrar al mal y luego llevar al Infierno.

Si los hombres cesaran por un poquito de tiempo, sus actividades, sólo para meditar en estas dos palabras: "Infierno y Eternidad" el mundo rápidamente cambiaría. Pero Él, el Maligno hace de todo para que esto no suceda.

Te bendigo.

Soy la hermana de M.

 

12 de Julio de 1976

 

MENOS DE UN INSTANTE

 

Hijo mío, escribe, soy tu mamá.

Tú comprendes cómo es de sensible el corazón de una madre para todo lo que se relaciona con la vida de sus hijos.

Ahora bien, se te ha dicho muchas veces, y con razón, que la vida no se interrumpe por la muerte. Estoy ha­blado del alma, razón y  causa de la vida del cuerpo.

El alma de una madre se purifica y perfecciona, en su existencia ultraterrena, también en su sen­sibilidad hacia aquellos que ella engendró en vida.

Hijo mío, tú puedes comprender que, viviendo nosotros de Dios, en su luz infinita os vemos a vosotros y vuestras experiencias cotidianas, sufrimientos y dificultades, pero no podemos sufrir por nada de esto.

Nuestra confianza sin limites en Él y el Amor que Dios tiene por vosotros nos hace felices.

¡Ánimo, hijo! Tú crees en la Comunión de los Santos y sabes que ésta no es una verdad abstracta: es una subli­me realidad por la que Dios nos une. Ya que vivimos en Su amor, necesariamente estamos también unidos en el amor con vosotros.

Te repito: ¡Ánimo!

La vida en el tiempo es menos que un instante, y la pobre tierra es menos que un invisible punto en el espacio.

Tu mamá

 

13 de Julio de 1976

 

LA REDENCIÓN

 

Escribe, hijo mío:

Te he hablado de ello repetidamente, ahora deseo reca­pitular las varias alusiones hechas, como conclusión del tercer libro destinado a volver a llevar a escena el único problema verdaderamente importante de la Pastoral en mi Iglesia.

Todos los demás problemas se deben introducir en este objeto  fundamental de toda actividad pastoral.

Muchos en mi Iglesia, hijo mío, no tienen las ideas claras sobre la razón primaria de su vocación. Esto es ver­daderamente paradójico.

Yo, Jesús, quiero que Obispos, sacerdotes y fieles sean mis corredentores. En medida diferente, pero los quiero a todos corredentores, esto es, deben continuar Con­migo el Misterio de la Redención. Pero ¿qué quiere decir re­dimir si no liberar a las almas de la vejación de Sata­nás, la más horrible y la más nociva?

¿Quién es Satanás? ¿Quiénes son las legiones a Él sometidas?

Satanás es criatura de Dios, que se rebeló contra Dios.

Satanás, después de Dios, en el Mundo invisible y visible era la criatura más poderosa, más grande, maravillosa en su bondad y santidad.

Fue ésta su ilimitada potencia y belleza lo que le perdió, porque fue tan tremendamente orgulloso de ellas como para considerarse igual a Dios.

De aquí su rechazo a someterse a Dios, de aquí su perdición eterna, de aquí su implacable odio hacia Dios, hacia la Virgen que de hecho lo ha sustituido a él, en el primer puesto de la creación. La Virgen no sólo es la razón de su derrota, haciendo Ella posible la Redención por su humildad, sino que ahora es Ella la primera, después de Dios, del mundo invisible y visible y ninguna criatura podrá jamás igualarla.

 

Tremenda realidad

 

Satanás es persona verdadera, viva y real, poderosa y malvada, corrupta, capaz únicamente del mal, es más, todo el mal ha entrado en el mundo por culpa de él.

Satanás es una tremenda realidad con la que, lo queramos o no, debemos contar.

Satanás es el sádico por excelencia: no condicionado por el tiempo ni por el espacio, puede obrar simultánea­mente en varios lugares.

Desde su rebelión contra Dios nunca ha cesado por un instante de urdir conjuras, crímenes, delitos nefandos de todas clases.

Satanás está siempre al acecho, listo para tender lazos a las almas incautas e imprudentes para hacerlas víctimas suyas.

Hay en la tierra no millares, sino millones de personas que sufren físicamente, moralmente y espiritualmente por culpa de Él. Hay algunas personas en los manicomios no por verdadera enfermedad sino por culpa de él, que ha sabido camu­flar su presencia hasta el punto de llevarlas al envileci­miento y a la desesperación.

Tiene al mundo bajo su odiosa tiranía, y el mundo estúpidamente no cree en él.

Lo que se ha dicho de Satanás, se ha de decir también de las innumerables legiones de sus secuaces: un número impresionante.

 

Lucha contra el pecado

 

Redimir quiere decir rescatar de la esclavitud, es decir, liberar a las almas de esta odiosa y perversa tiranía.

Yo, Jesús, me he hecho Carne para esto, para esto renuevo el Misterio de la Cruz en el Misterio de la santa Misa; perpetúo mi presencia en el mundo en los Santos Sagrarios, misterio de infinita humildad.

Satanás es soberbia ilimitada.

Yo, Jesús, soy humildad Infinita.

Ahora bien, que Obispos, sacerdotes y fieles no comprendan que la finalidad fundamental de su vocación es liberar a las almas de los asaltos de las potencias del Infierno, o sea de los demonios, es verdaderamente paradójico.

Que hayan camuflado su pastoral con mi­les de actividades e iniciativas pero que no sirven para esta finalidad, es tan evidente que el no admitirlo es ceguera completa.

Pero Obispos y sacerdotes, ¿ven o no ven su fracaso? ¿No sienten la necesidad de buscar las causas de su fallida pas­toral?

¿No emerge clarísimo en la Revelación la finalidad de la Redención, que es la lucha contra Sa­tanás y el pecado?

¿Pero no ven Obispos y sacerdotes que toda cualquier actividad, si no está injertada en esta lucha, es estéril como se vuelven las ramas que no están injertadas en el tronco?

 

Mirar a Jesús

 

He dicho ya claramente la suerte de un ejército cuyos líderes, oficiales y soldados no creen en el enemigo, en su potencia, en su astucia.

Esta es la situación de la Iglesia hoy.

No se llegará nunca a ver, a admitir la trágica situa­ción de la Iglesia si no se me mira a Mí, Hijo de Dios y a mi Madre santísima.

Con la humildad, con la pobreza y con la oración nosotros hemos  hecho frente al Enemigo.

Ahora es el momento de Mi Cuerpo Místico: o se toma el único camino justo - ¡y Yo Soy el Camino! - o ¡la ava­lancha os dispersará!

Te bendigo, hijo, y no temas. La verdad no debe temer a nada.

 

16 de Julio de 1976

 

INTENCIONES UNIVERSALES

 

Soy Padre Pío.

Hijo, me es conocido tu deseo de una comunión más viva y más intensa con todo el Cuerpo Místico.

Llegarás a ello poniendo en práctica tu propósito de renunciar al estipendio de la Santa Misa, así podrás realizar el Santo Sacrificio libre de cualquier interés material. Serás libre de aplicar no obliga­do por las exigencias de los demás, que no rara­mente ligan al Santo Sacrificio intenciones muy pobres y bien alejadas de las razones por las que Jesús continúa inmolándose.

Tú aplicarás la Santa Misa por la conversión de los pecadores, por las almas del Purgatorio o por otras intenciones semejantes, que sean siempre un acto de amor hacia Dios y hacia el prójimo.

No te preocupes para nada por la cuestión material.

Él te resarcirá abundantemente en el modo que Él quiera.

 

Fermento espiritual

 

Hijo, también con este medio profundizarás en la comunión con Él Jesús, y:

- con la Iglesia Purgante (y la razón es evidente),

- con la Iglesia Triunfante; que verá en ti un amor más puro, una generosidad y una fe más cercana a esa perfección tan querida para ellos.

- tendrás una comunión más íntima y más intensa con toda la Iglesia Militante.

En particular estarás más unido con las almas víctimas. Ellas renuncian en la vida terrena a mucho, mucho más que al equivalente a una limosna por una Santa Misa, y se inmolan por aquellos pecadores por los cuales ciertos sacerdotes no rezan si no hay por detrás compensación.

Hijo, tu propósito, si se lleva a cabo con pronta firmeza, será causa de un fermento espiritual en todo el Cuerpo Místico. Tendrás gran ayuda de los Santos del Paraíso. No te digo lo que harán por ti las almas del Purgatorio. Estarás en una comunión más perfecta con las almas víctimas.

El Santo Sacrificio, inmune por tu parte de todo interés humano, subirá al Padre más grato. La Santa Misa será además vínculo de una mayor unión tuya con Jesús en el ofrecimiento de Sí y también de ti al Padre.

¡Animo, hijo! Será para ti un salto hacia adelante.

 

Correspondencia valerosa

 

Hijo no te oculto pues como antes te dije, que, en tu viaje a.... y después, no faltaron las sombras y las faltas de correspondencia por parte de todos.

En la vida espiritual tiene mucha importancia una particular sensibilidad para captar los impulsos de la Gracia, que no hace falta jamás dejar caer en el vacío so pena de un retroceso peligroso. Una caída, aun ligera, puede tener serias consecuencias para el cuerpo, no menos que para el alma.

Continúa pidiendo a Dios, con insistencia oportuna e inoportuna, el don de una correspondencia sensible, inmediata, generosa, valerosa.

¡Adelante en el heroico ascenso hacia la cumbre! Si la cruz es pesada, mira a Jesús que te precede.

Míralo bien, hijo...

Míralo coronado de espinas, lacerado, desangrado, exhausto.

Cae una, dos, tres veces; el sudor embebido de sangre y de polvo, le cubre el rostro en una expresión de infinito sufrimiento. No olvides sus palabras, por muchos conocidas pero no comprendidas: "Si quieres venir en pos de Mí, toma tu cruz y sígueme".

Hijo querido, yo estoy contento de haberlo seguido sobre el Calvario por toda la vida.

¡Cuánto sufrir, pero cuánto gozar con Él!

Él sabe hacer dulce aun la cruz.

No te arrepentirás por toda la eternidad de haber aco­gido eficazmente la invitación de Él, rechazada por muchísimos.

Hasta pronto, hijo.

Padre Pío.

 

16 de Julio de 1976

  

Fiesta de la Virgen del Carmen

 

MI EVANGELIO

 

Muchos son los cristianos y los sacerdotes que, antes que sacar agua directamente de mi Evangelio para quitarse sed en las aguas puras y límpidas de mi Palabra - la mía es Palabra de vida, es Palabra eterna como eterno soy Yo, es Palabra que no cambia porque es verdadera y la verdad es inmutable como inmutable soy Yo- prefieren sacar agua de riachuelos contaminados. Haciendo así dan lugar en lo íntimo de su espíritu a una erosión que los lleva lejos de la fe, hacia la ruina interior de su corazón.

Los fieles son responsables, pero los consagrados lo son no sólo personalmente, sino también por todas aquellas almas contagiadas por ellos y a las que, según el plan de la Providencia, ellos debían guiar hacia la perfección cristiana.

Estos llamados no han querido convencerse de que estaba a su disposición un tesoro de inestimable valor espiritual, un tesoro inigualable de potencia divina: ¡mi Evangelio!

¿Por qué es esto?

Han cedido a la tentación del Maligno, a los repetidos asaltos de la antigua Serpiente, y se han dejado prender del lazo del que raramente logran después desligarse.

  

Se trata de almas

  

Es uno de los muchos aspectos negativos de la Pastoral moderna: la infestación de libros, periódicos, revistas que exhalan veneno de sus páginas. Muchos sacerdotes han absorbido de ellas el alimento contaminado que ahora preparan a las almas.  

La responsabilidad es gravísima. El mal se está ha­ciendo crónico y ya está muy avanzado; es una lepra difundida y contagiosa.

Estos cristianos, estos ministros míos ¿ignoran que las fuerzas del infierno, como olas de un mar siempre en tempestad, no se desaniman nunca, van y vuelven como las olas que rompen contra el arrecife?

Estos sacerdotes míos ¿ignoran la nobleza de su vo­cación, prenda de amor y de predilección?  ¿Ig­noran la responsabilidad vinculada con su vocación?

¡Se trata de almas! Está en juego o su salvación eterna o su perdición irreparable.

 

Cuestión de justicia

  

Tú piensas, hijo mío, que ellos me considerarán in­transigente.

Diles a mis sacerdotes que no es así.

No se trata de intransigencia mía, sino de anarquía existente en mi Iglesia. Lo que para vosotros ordina­riamente sería un deber realizar con amor, en tiempos de crisis interior se considera un peso insoportable.

Por lo demás, hijo mío, si mis ministros meditaran el Evangelio, habrían aprendido una parábola importante, la de los talentos.

Quien recibe cinco debe responder restituyendo diez, quien recibe dos debe responder restituyendo cuatro. ¡Ay de aquellos que no hacen fructificar los talentos re­cibidos!

Pero ¿cuál será la suerte de aquellos que se han servido de los talentos que han tenido no para cultivar la viña, sino para devastarla con ingentes daños, muy superiores al capital recibido?

No es por tanto intransigencia, sino cuestión de justicia. Y Yo, Dios, soy justo, soy la Justicia perfecta.

 

¿No piensan muchos sacerdotes míos en el mal incalculable causado a las almas por la pésima administración de mis Sacramentos, por las venenosas enseñanzas impartidas en las escuelas, por los malos ejemplos dados en cada momento?

¡Es terrible! No reflexionan, no meditan mi Palabra, que es Palabra de Vida.

¡Hijo mío, qué aberrante oscuridad, y cuánta culpabilidad!

Te bendigo, hijo. Reza y repara.

 

17 de julio 1976

 

LAUDABLE RENUNCIA

 

Hermano, soy el Arcángel Gabriel.

Tú ya eres sabedor de lo que yo soy para ti por Voluntad divina, y también por libre voluntad mía, porque no hay ni podrá haber nunca contradicción en la Patria Celeste.

Estoy contento, hermano, de que tú me hayas deseado y llamado.

Estoy contento por este nuestro encuentro que esperaba.

Vosotros, militantes en la tierra, habéis consagrado este mes de julio al culto de la preciosísima Sangre, derra­mada por el Verbo hecho Carne para la remisión de vues­tros pecados, por vuestra reconciliación con Dios y entre vosotros.

Pero el Maligno ha envuelto a la humanidad en grandes tinieblas por lo que ya no ve.

Hermano, para desgarrar las tinieblas es cosa óptima tu propósito de renunciar a toda remuneración por la celebración de la Santa Misa y no celebrar la Santa Misa sino ¡por las razones por las que Jesús, el Redentor, ha derramado Su Sangre!

De este modo te conformarás mejor a las intenciones de Jesús en el ofrecimiento que hace de Sí mismo al Don.

 

Abrirá los ojos

 

¿Comprendes, hermano, lo que quiere decir esto?

Quiere decir testimoniar a Jesús que has comprendido el porqué de la efusión continua de Su preciosísima Sangre

Quiere decir agregar un motivo, ciertamente no secundario, para ha­cer más estrecha, más profunda, más eficaz la unión con Él. Será uno de aquellos motivos que desde la unión te llevarán a la verdadera Comunión con la Víctima Inmaculada y Santa.

¡Verás, hijo, qué fecundo de bien será este propósito tuyo! Liberaras la Santa Misa de uno de los hilos que impide volar al alma, desnuda de intereses humanos, hacia el Creador, el Redentor y Santificador.

El camino que vas a tomar será riquísimo en frutos. No cedas a ninguna seducción: ¡Dios es Infinitamente rico!

Entre tus cotidianas vicisitudes, ha descendido un rayo de oro sobre ti; no permitas que se disuelva en la nada.

Yo, Gabriel, estoy cercano a ti. Intercedo por ti, velo sobre ti, rezo contigo. Sí, hermano, será para ti consuelo y ayuda el saber que Gabriel, el Arcángel que fue encargado de llevar a cabo la Gran Embajada, pide a Dios, Uno y Trino, y a la Madre por ti. Recuérdalo, hermano, nuestras oraciones estarán más unidas y por lo tanto acogidas con mayor agrado.

Hermano, todo lo que te he confiado en el presente mensaje, ha desencadenado la rabia del reino de las tinieblas. No podía ser de otra forma, porque todo eso deberá marcar no pocas  derrotas.

Convéncete de que tu propósito es cosa grande.

Si luego tu Director Espiritual quiere incluir este mensaje mío en el tercer libro, entonces  será el inicio de una lenta pero importante reforma que abrirá muchos ojos, ahora cerrados, a la luz.

Hasta pronto que nos volveremos a escuchar, hermano.

Soy el Arcángel Gabriel

 

19 de julio de 1976

 

EL ÚNICO DESEO

 

Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nues­tro encuentro con el eterno Juez divino.

Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nues­tro encuentro con el eterno Juez divino. 

Somos almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación.

Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena.

Si una imagen pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos: intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias.

Es una pálida idea que puede haceros com­prender el deseo ardiente de poner fin a la atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien hemos sido creados.

En la tierra, distraídos como estáis continuamen­te por mil intereses, influidos por los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material, vosotros no po­déis comprender-nos a nosotros, almas purgantes. Estamos abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e inmutable deseo: reunir­nos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de ma­nera diferente a vosotros. Hermano sacerdote, Don O., tú sabes que no pode­mos hacer nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener para vosotros, todavía militantes en la tierra.

Esto sucede por un admirable designio de la Pro­videncia que ha querido que circule en toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús y los miembros entre ellos.

 

Llama vivísima

 

Ahora considera, que si te vas a comprometer a celebrar el Santo Sacrificio por el único fin por el que Él, el Verbo hecho Carne, lo hizo sobre el Calvario y lo continúa, por medio vuestro, en los altares y es decir por la remisión de los pecados y de las penas debidas por los pecados, tú puedes comprender, hermano nuestro, cuántos fermentos de reconocimiento y gratitud suscitarás en nosotras.

Nosotras nos sentiremos obligadas con relación a ti, intercederemos sin descanso, ofreceremos continuamente nuestro sufrimiento (podríamos llamarlo martirio) por ti y por tus necesidades espirituales, para estar a tu lado en la dura lucha contra las fuerzas del Infierno.

Será, hermano, como si la llamita que actualmente arde en vosotros y en nosotras de improviso se transformase en una grande y vivísima llama.

Habrá un aumento de calor, de dolor y de amor que nos unirá a Él y entre nosotros; "Caritas Christi urget nos"[48].

Hermano sacerdote y ministro de Dios: ¿Por qué no hacemos nunca operantes estos misterios de gracia y de amor latentes en nosotros y en vosotros? ¿Por qué no hacemos saltar el resorte por ambas partes para abreviar en nosotros la pena debida a nuestras culpas, y en vosotros hacer brotar una fuente de tantas gracias insospechadas pero reales?

Hermano Don O., esperamos con ansia que, llevados a término tus compromisos, tu propósito se haga realidad concreta para todo Cuerpo Místico.

Te damos las gracias por el recuerdo cotidiano en espera de unas relaciones más eficaces entre nosotras y tú, que consigan hacer más fecundo el Dogma de la Comunión de los Santos.

Hermano, la experiencia te confirmará la verdad de este mensaje y quisiéramos que muchos sacerdotes llegaran a conocerlo.

Somos Almas purgantes

 

20 de julio de 1976

 

SI PUDIERAIS VER

 

Don O., soy Z

Cuántas cosas quisiera decir! Después de nuestro último encuentro ante Él, en la Parroquia de C., pocos días de estancia en el hospital, luego, súbitamente, el Paraíso.

No he conocido la terrible espera del Purgatorio. Ahora soy feliz para siempre; estoy eternamente agradecida a Dios por el don de la vida, por esas tribulaciones que acom­pañaron mi existencia, medida de mi amor por Él.

Don O., soy una de las almas que aquí piden por usted, y son tantas.

¡Animo! 

Para usted aún militante en la tierra, cuando el su­frimiento acosa, el tiempo parece lento, tan lento como si se hubiera detenido. Aquí, en cambio, fuera del tiempo, vemos cómo el tiempo transcurre veloz poniendo rápidamente fin a todas las cosas.

Si vosotros pudierais ver lo que nosotros vemos, cier­tamente que los ateos ya no existirían, pero en ese caso cesaría la prueba de la fe, volviendo estériles todas vuestras acciones.

Dios, infinitamente Sabio, ha hecho bien todas las cosas, y todas las dispone y dirige al fin propio.

 

Se necesita dar

  

Don O., soy Z

  

¡Cuántas cosas quisiera decir! Después de nuestro último encuentro ante Él, en la Parroquia de C., pocos días de estancia en el hospital,  luego, súbitamente, el Paraíso.

No he conocido la terrible espera del Purgatorio. Ahora soy feliz para siempre; estoy eternamente agradecida a Dios por el don de la vida, por esas tribulaciones que acom­pañaron mi existencia, medida de mi amor por Él.

 

Don O., soy una de las almas que aquí piden por usted, y son tantas.

¡Animo!

Para usted aún militante en la tierra, cuando el su­frimiento acosa, el tiempo parece lento, tan lento como si se hubiera detenido. Aquí, en cambio, fuera del tiempo, vemos cómo el tiempo transcurre veloz poniendo rápidamente fin a todas las cosas.

  

Si vosotros pudierais ver lo que nosotros vemos, cier­tamente que los ateos ya no existirían, pero en ese caso cesaría la prueba de la fe, volviendo estériles todas vuestras acciones.

Dios, infinitamente Sabio, ha hecho bien todas las cosas, y todas las dispone y dirige al fin propio.

 

Se necesita dar

  

Don O., usted que fue mi confesor ocupa un lugar especial en mi espíritu. Conozco los dones de Gracia con los que Jesús lo ha enriquecido.

Pero me permito decirle que se necesita ser muy sensible en intuir que los susodichos dones son ante todo ad majorem Dei gloriam[50]; en segundo lugar que, como el sacerdote no se pertenece a sí mismo, sino a la Iglesia, así también los dones que Él otorga no son ad personam ma propter co­munitatem[51].

Por lo tanto, Don O., cuando se requiere el uso de estos dones para la gloria de Dios y el bien de las almas, se necesita dar, dar hasta el aniquilamiento.

  

El Padre ha dado a Cristo, Su Hijo Unigénito, por la humanidad y Jesús se consumará a sí mismo en holo­causto por la gloria del Padre y la salvación de las almas.

Don O., todo lo que usted ha tenido como hombre y como sacerdote lo debe ofrecer, según el luminoso ejem­plo del divino Maestro, en holocausto para la Gloria de Dios y para la salvación de muchas almas.

 

Usted, Don O., pide almas diariamente. Esta sed ardiente e inextinguible viene de Jesús.  Es de Él el modo, verdaderamente prodigioso, para salvar almas.

  

¿Qué cosa queda para usted?

Queda una cosa: la correspondencia a todo lo que se le pide. Es la clave  de la santificación y del enriqueci­miento de su espíritu.

  

 Adelante, y hasta pronto en que nos escuchemos nuevamente.

 

Z

 

Don O., usted que fue mi confesor ocupa un lugar especial en mi espíritu. Conozco los dones de Gracia con los que Jesús lo ha enriquecido.

Pero me permito decirle que se necesita ser muy sensible en intuir que los susodichos dones son ante todo ad majorem Dei gloriam9; en segundo lugar que, como el sacerdote no se pertenece a sí mismo, sino a la Iglesia, así también los dones que Él otorga no son ad personam ma propter co­munitatem10.

Por lo tanto, Don O., cuando se requiere el uso de estos dones para la gloria de Dios y el bien de las almas, se necesita dar, dar hasta el aniquilamiento.

El Padre ha dado a Cristo, Su Hijo Unigénito, por la humanidad y Jesús se consumará a sí mismo en holo­causto por la gloria del Padre y la salvación de las almas.

Don O., todo lo que usted ha tenido como hombre y como sacerdote lo debe ofrecer, según el luminoso ejem­plo del divino Maestro, en holocausto para la Gloria de Dios y para la salvación de muchas almas.

 

Usted, Don O., pide almas diariamente. Esta sed ardiente e inextinguible viene de Jesús.

Es de Él el modo, verdaderamente prodigioso, para salvar almas.

¿Qué cosa queda para usted?

Queda una cosa: la correspondencia a todo lo que se le pide. Es la clave de la santificación y del enriqueci­miento de su espíritu.

Adelante, y hasta pronto en que nos escuchemos nuevamente.

Z

 

21 de Julio de 1976

 

INESTIMABLE TESORO

 

Soy el Padre R.

Una sola vez nos hemos encontrado en la vida.

La muerte que puso fin a la vida terrena ha abierto mi alma a la verdadera vida de la que Él, Uno y Trino, nos hace partícipes en la medida en que en la tierra haya­mos creído, esperado, amado y servido a Él.

Don O., sé que otros te han dicho la imposibilidad para vosotros de comprender lo que es el Paraíso: es la verdad, por eso yo no intentaré lo imposible.

Os baste el saber que aún la más fértil imaginación no podrá jamás figurarse ni de modo aproximado la realidad que supera cualquier capacidad vuestra de en­tender.

Más bien, Don O., vuelvo sobre un asunto más accesible en teoría, más difícil para vivirlo en la práctica: el Dogma de la Comunión de los Santos.

La Sabiduría Increada ha provisto que lo recordemos, incluyéndolo en el Credo, este gran Dogma, tan incom­prendido con gran daño de los militantes en la tierra y de los que sufren en el Purgatorio.

En efecto, este Dogma, no basta con aceptarlo teóricamente. Sólo si se traduce  en la practica diaria de vuestra vida, tiene posibilidad de incrementar no sólo vuestra vida personal, sino toda la vida comunitaria de la Iglesia.

Pensad que vuestra contribución de sufragios cotidia­nos se transforma en una lluvia de gracias y estrecha las relaciones de amor, por consiguiente de mayor unión, entre vosotros y las almas del Purgatorio.

Pensad en lo que podemos nosotros que vivimos en Dios y de Dios, si vosotros recurrís a nosotros, situándonos en la condición de poderos ayudar.

El Dogma de la Comunión de los Santos es comparable a un grande e incalculable tesoro al que sólo poquísi­mos alcanzan. La mayoría no van más allá de un común y pálido acto de fe.

 

Apostolado fecundo

 

Don O., estoy convencido de que el propagar la necesidad de conocer y vivir más profundamente el Dogma de la Comunión de los Santos equivale a un óptimo y fecundo apostolado. Sólo si los hijos de Dios, de las tres Iglesias triunfante, militante y purgante viven en una común voluntad de conocerse, amarse y ayudarse, pueden hacer más fuerte el conjunto del Cuerpo Místico, en particular contra las fuerzas del mal.

Don O., el mal se propaga, la anemia espiri­tual se agudiza.

Satanás ha encontrado amigos y colaboradores en el ur­dir conjuras, en el preparar su desesperado asalto contra la Iglesia. Ahora está minando con la dinamita del odio Italia y Europa.

Rezar, reparar, hacer penitencia, son las únicas cosas que verdaderamente sirven para desalentar al Enemigo.

Si las invitaciones de la Virgen Santísima, hechas repetidas veces para informaros del grave peligro que amenaza la humanidad y a la Iglesia, hubieran sido fiel­mente acogidas, todo habría sido evitado.

No temas y no te preocupes de los juicios de los de­más: habla claramente, vuelve a llamar a las almas a la realidad que han perdido de vista.

Los hombres han perdido la sensatez. Si no te escu­chan será peor para ellos.

Es verdadero lo que Jesús dice, que vendrá un día en que los habitantes de Nínive se alzarán en juicio para acusar a esta generación, incrédula, pagana y por desgracia, impía".

Te bendigo, Don O.

Padre R.

 

23 de Julio de 1976

 

NO ESTOY PASIVO

 

Escribe, hijo mío:

La Fe se debe traducir en la vida dia­ria.

Hay muchos que creen en abstracto, pero no obran en conformidad de su vida cotidiana.

La Fe debe empapar vuestra acción, todas vuestras acciones: entonces llega a ser práctica.

La Fe sin las obras es vana y las obras sin la Fe sirven.

Sin la Fe no valen no sólo las obras, sino tampoco las palabras que continuamente pronunciáis.

Hijo, ¿quieres ser un instrumento válido en mis manos?

Yo quiero que tú seas un instrumento en mis manos, por esto así te debes sentir y como tal debes obrar y ha­blar.

Debes creer que estoy en ti; estoy en ti no pasivo, sino muy activo.

La Fe llega a hacerse límpida y cristalina, si eres coherente siempre.

- Jesús, pero ¿no hay peligro que me equivoque?

- No, si tú firmemente crees que Yo estoy en ti en el vivir y pensar, en el hablar y obrar, en el amar y esperar...

Te bendigo, hijo mío.

 

3 de Septiembre de 1976

 

VIDA POBRE

 

Don O., soy Padre A.,

soy el sacerdote que, aún pudiendo vivir acomodadamente, sin problemas económicos, por los bienes de los que mi familia disponía, preferí la vida simple y pobre a imitación del divino Maestro. He seguido sus palabras de vida, sus ejemplos luminosos de pobreza, de humildad, de obediencia.

Amé, "toto corde"[52] 11, al Sumo Sacerdote y amé el Sacerdocio. Recé y sufrí por las vocaciones sacerdotales, fui celoso de la salvación de las almas, fundé la Obra R. que para la tierra fue un fracaso, para el Cielo fue un triunfo. Que esto te diga, Don O., cómo el juicio de los hombres raramente coincide con el juicio de Dios.

 

¿Responden con fe?

 

Don O.: ¿cuántos son los sacerdotes que, animados de santo ardor y coherentes con la vocación recibida, responden con fe a las fuertes llamadas del divino Maestro y de la Madre común, de la Madre de la Iglesia?

Don O., ¿qué visión tienen la mayoría de los sacerdotes, de Cristo Hijo de Dios, presente en el Misterio del Amor y de la fe en un prodigio infinito de humildad?

Don O.: ¿no caen en la cuenta de que caminan por el borde de un pavoroso precipicio, con el Maligno al lado que, astuto e insidioso, los sigue para perderlos eternamente?

Don O.: ¿cómo es posible tanta oscuridad en los mismos Pastores de la Iglesia, muchos de los cuales tienen como problema de su pastoral la salvaguarda de su prestigio personal?

¿Y cómo es posible que no adviertan la esterilidad de su actuación, terrible confirmación de un fracaso cuya evidencia no puede escapar a nadie?

¿Cómo es posible persistir en una postura presuntuosa que ofende a Dios, ofusca a la Iglesia y desfigura en ella la fisonomía impresa por su divino Fun­dador? ¿Puede todavía el Señor Dios permitir tanta abo­minación que envilece y desfigura a la Iglesia, salida de su Corazón misericordioso?

Don O., La Iglesia no tiene necesidad de diplomáticos astutos, la Iglesia no tiene necesidad de gober­nadores orgullosos, la Iglesia tiene necesidad de Pastores santos que sepan unir a la paternidad una sabia firmeza, para poner fin al estado de anarquía que todavía envilece a la Iglesia.

No deben ignorar que Satanás, el Príncipe de las tinieblas, el promotor de escándalos, de herejías y de cismas no se detiene jamás. Satanás tiene fuertes y podero­sos aliados en las logias masónicas, en los partidos políti­cos, ateos y hasta no ateos.

Sepan los Pastores de almas que, mientras pierden el tiempo en ribetes, celosos de su prestigio, Satanás descepa, devasta y destruye la viña del Señor, precipita almas al Infierno, y se ríe de la necedad de sus adver­sarios porque nada hacen de eficaz para contrarrestarlo.

 

Un deber suyo

 

El divino Maestro, Fundador y Cabeza de la Iglesia, curaba a los enfermos, arrojaba los demonios.

¿Qué es lo que hace ignorar a los Obispos este deber suyo?

¿Qué les induce a ignorar las palabras divinas en esta delicada materia?

¿Qué oscurece hasta tal punto su mente y sus ojos que no ven el número grandísimo no sólo de almas sino también de cuerpos invadidos, subyugados por Satanás? ¡Cuántas personas de cualquier sexo, edad y condición social están influenciadas por él y atormentadas en el alma y en su cuerpo!

¿Quién autoriza a los Obispos, no sólo a no ejercer este Ministerio fundamental, sino hasta llegar a prohibirlo a los sacerdotes, a los que han conferido Orden de Exorcista?

¡Respondan los Obispos a estas preguntas!

¿No ven los Obispos las llagas de las que sufre el Cuerpo Místico del Señor?

¿Por qué su inmovilismo sobre tantos problemas que reclaman soluciones enérgicas, urgentes, improrrogables?

No advierten los presagios de la tremenda hora que se avecina, ignoran las llamadas angustiadas de la Madre...

Don O., ¡ánimo! Ya sabes el camino.

No te dé miedo el sufrimiento, no te espanten los demonios.

Te bendigo.

Padre A

 

8 de Septiembre de 1976

 

SOY LA DOLOROSA

 

Escribe, hijo:

Soy la Madre de Jesús y Madre vuestra.

Soy la Dolorosa, nunca tan Dolorosa como en esta hora gravísima para la Iglesia, tomada literalmente al asalto por sus enemigos invisibles, los demonios y por sus aliados que se han hecho numerosísimos.

En la sombra se conjura contra mi Hijo y contra su Vicario en la tierra, el Papa.

Los enemigos de mi Hijo y de su Iglesia se han divi­dido bien los cometidos. Con astuta estrategia actúan en diferentes lugares y en los tiempos establecidos, para desatar lo que ellos estiman el último ataque decisivo según sus pérfidos planes y sus esperanzas.

He hablado de hora gravísima para la Iglesia y para la humanidad y es tal.

Hijo, he dicho que soy la Dolorosa y ¿cómo podría no serlo?

Mis intervenciones para desbaratar los pla­nes de las potencias del infierno han sido muchísimas. Muchas las apariciones mías a almas escogidas en cada nación cristiana, muchos mis mensajes transmitidos a los pueblos mediante almas preparadas para esta misión.

La contestación a estas llamadas maternales no ha sido la deseada; desgraciadamente los hombres han endurecido su corazón a las cosas de Dios, al amor de Dios y así mu­chas almas se pierden.

Hijo, la Madre de Jesús y Madre vuestra no puede permanecer insensible ante la desolación de la Iglesia; no sería Madre si fuera insensible.

Hijo, a ti se te ha concedido vislumbrar la ceguera de no pocos Pastores y sacerdotes. Sabes así, qué tremendo es para quien ve, constatar la ceguera de quien no ve. No ven porque incautamente se han dejado cautivar por las astucias y oscuras tramas del infierno.

Hijo, te ha sido dicho que el derrumbe está en marcha.

 

Una hora bellísima

 

Es realidad triste y terrible que muchos se niegan a creer. Esto no quita que la acción de este derrumbe continúe inexorablemente su corrosión, avecine pavorosamente la hora de la purificación. En aquella hora ninguno podrá decir que la Madre no haya hecho todo lo que a Ella, Reina del Cielo y de la tierra, le ha sido otorgado hacer.

La hora querida por Satanás y por los hombres de mala voluntad será terrible, hijo. Pero la Misericordia infinita de mi Hijo hará también de ella una hora bellísima porque marcará el advenimiento del reino de Dios a la tierra.

La derrota de Satanás y de sus legiones, marcará el fin de las locuras del orgullo humano. El ateísmo, arma formidable de Satanás, será borrado de la faz de la tierra. Si muchísimos perecerán material y espiritualmente, será sólo porque lo habrán querido.

Hijo: ¡Rosario, Rosario, Rosario!

Yo, Reina de las Victorias, protegeré a todos aquellos que, sensibles a mis llamadas, me hayan invocado la oración amada por Mí en la intimidad del hogar doméstico, y hayan divulgado de algún modo la devoción, el amor al Rosario.

Protegeré también a aquellos que no se avergüencen de recitarlo en público, dando a los tibios y a los débiles un ejemplo de valerosa piedad cristiana.

Yo vigilaré en el momento de la prueba sobre las familias y sobre las personas que me hayan permanecido fieles.

Hijo, propagar el Rosario quiere decir el empeño de buscar ardientemente la Gloria de Dios y la salvación de las almas.

Un día veréis la potencia y la eficacia de esta oración, veréis los maravillosos frutos de ella en la Casa del Padre.

Hijo, te bendigo y quiero que esta bendición se extienda  a todos mis devotos y a todos aquellos que tienen celo por el Santo Rosario.

 

9 de Septiembre de 1976

 

UNA GRAN MISIÓN

 

Escribe:

Soy Don S.,

También yo estoy deseoso de unirme al coro de tus amigos del Cielo que ya te han hablado, y de otros que te hablarán.

Vosotros, peregrinos en la tierra, estáis viviendo una hora grave y estáis en la víspera de no menos graves acontecimientos que determinarán el futuro de la humanidad. Pero como tú mismo puedes constatar, son poquísimos los que comprenden la grave crisis que sufre la humanidad de este siglo descreído.

Este ateísmo, esta concepción materialista de la vida ha resquebrajado las relaciones entre Cielo y tierra.

La humanidad entera está subyugada y atormentada por su peor Enemigo: por Satanás y por sus legiones.

Lo que agrava tremendamente la situación es que humanidad, cerrando los ojos a la luz de la Verdad Eterna, rechazando a Dios y a Su Ley, se haya alineado decididamente de parte de los enemigos de Dios y de sus propios enemigos. ¡Este es el colmo de la necedad y de la ignorancia humana!

La humanidad debería combatir a sus enemigos bajo la guía de la Iglesia y de los Pastores de las almas; pero los mismos Pastores no tienen en general conciencia de la situación que los atenaza y los paraliza, por lo que no reaccionan enérgicamente y con la prontitud debida.

Don O.: no te dejes atemorizar, escucha Voz de Él; Jesús te ha escogido para una gran misión ¡Agradéceselo!

El Enemigo hace de todo para deprimirte, para fatigarte y para abatirte.

¡No cedas!

Su rugido puede hacerte sobresaltar, pero tú utiliza abun­dantemente y bien los medios que Jesús ha puesto en tus manos. Tendrás que sufrir, sí, pero tu sufrimiento es levadura para ti, para muchas almas y para muchos consagrados.

 

Misterio de amor

 

Déjate conducir dócilmente; en el momento justo Él sabrá proveer.

Don O., donde está Jesús, el Enemigo de Él y tuyo no puede estar. Y en ti está Jesús. Por eso, es claro que su acción de estorbo te viene sólo del exterior.

Jesús no impide esta acción, porque sabe transformarla en fermentos de vida.

Te sirva otra vez la analogía entre lo que sucede en el mun­do de la materia y en el del espíritu.

De un cuerpo en pu­trefacción pueden salir gérmenes de vida por una provi­dencial ley de la naturaleza.

De la acción de Satanás y de sus satélites, criaturas en perenne putrefacción espiritual, salen brotes maravi­llosos de vida en virtud de la Sabiduría y Potencia Divi­na.

La Providencia Divina hace este continuo milagro cuando en­cuentra almas bien dispuestas a colaborar en la salvación propia y en la de otros.

Don O., busca profundizar en este misterio de amor de Dios, Uno y Trino, por sus hijos, por sus redimidos, por los cohe­rentes con su dignidad sacerdotal, que obran realmente para la realización de la Voluntad Divina.

Don O., la insistencia con la que nosotros, amigos vues­tros, venimos a vosotros para disipar la niebla que os cir­cunda, para ayudaros en virtud de la Comunión de los Santos, debe ser bien entendida. Es el amor nuestro el que nos espolea a haceros comprender mejor el gran Mis­terio de Amor que es Dios.

Nada es comprensible sin Él, suma y eterna Verdad.

En un mensaje reciente se te ha dicho que no tengas miedo de tener que sufrir por amor de la justicia y de la verdad.

Cuando luego por Voluntad Divina se te ha comunicado cómo se hace afluir la luz a muchas almas a través de ti, "pequeña pluma despuntada", instrumento en las manos de Dios, de salvación y de corredención de almas, de ello debes sacar  motivo no sólo de gozo, sino de gratitud: "Bienaven­turados los que sufran por amor..."

Te bendigo, y continuaré intercediendo por ti ante Aquella, que to­do lo puede.

Don S.

 

 

No he sido Yo, hijos  míos quien ha querido esta hora

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

 

Parte 4ª

 

28 de Octubre de 1976

 

ES LA AURORA

 

Escribe, hijo mío,

soy Yo, Jesús, quien te quiere hablar. Ahora conoces con claridad las varias razones por las que te he condu­cido a este lugar, y te digo que la Comunidad de la que te he hablado, la quiero así:

1º -Deberá estar abierta a todos. He dicho a todos, con tal de que aquellos que pidan formar parte de ella demuestren sin lugar a dudas, que tienen un conocimiento comple­to de la finalidad que la Comunidad quiere alcanzar, de las bases en las que se funda y del espíritu del que debe estar penetrada y compenetrada.

2º -La Comunidad, siendo UNA y debiendo permanecer una, se articulará en dos ramas.

La primera rama estará compuesta por aquellos que quieren vivir juntos, formando una familia ordenada, ejemplar, será un cuerpo solo - y una sola alma - penetrados de la misma fe, del mismo amor, de la misma finalidad.

Predominará Dios sobre cualquier otra cosa, por tanto predominará la piedad que eleva el alma hacia Dios y la une con Dios. Cada uno de los miembros se dedicará al trabajo según sus aptitudes y según le sea pedido por quien tenga la responsabilidad de dirigir la comunidad - todos para uno, uno para todos. - Cada uno deberá considerarse al servicio directo de los propios hermanos.

La segunda rama estará compuesta en cambio por aquellos que deseando la vida en común, situaciones par­ticulares no les permitan realizar este deseo. Pero incluso aquellos de la segunda rama, que podríamos llamar externos, estarán condicionados en todo y por todo a los deberes a cumplir por los de la primera rama.

Es evidente que todos los bienes deberán ser puestos en común.

La administración de los bienes será atendida por el Consejo Directivo, por medio de la persona delegada o ecó­nomo, que formará parte del Consejo.

Fin de esta comunidad será formar un vigo­roso retoño de la Iglesia regenerada, Iglesia de verdaderos, sinceros, leales hijos de Dios que deberán devolver a Dios el lugar que Le es debido en cuanto Alfa y Omega de todo y de todos.

Los dos máximos mandamientos del amor que encierran en sí toda la ley y los profetas, serán el alma de la Comunidad. Lo que Dios ha dado era y es perfecto, no se necesitan por tanto cosas nuevas; quiero en este espíri­tu regenerado, a Mi Cuerpo Místico, tan martirizado por la maldad, infernal y humana, ahora.

Realidad viva, palpitante de esos dos máximos mandamientos del amor, serán la humildad, la obe­diencia, la vida entendida como un servicio que debemos a Dios y a los hermanos, según mi ejemplo que no vine a hacerme servir sino...

 

Quiero Mi revolución

 

Hijo mío, el mundo quiere su revolución, la quiere y la tendrá; pero Yo quiero la Mía que es la nega­ción y la solemne condena de la del mundo. La revolución que el mundo ha querido y quiere está penetrada de odio, de venganza, de divisiones, de violencias, de delitos y de toda clase de perversidad.

La Mía estará toda penetrada por el amor y se desenvolverá en el orden, en la justicia, en la paz y en el respeto del derecho natural de las gentes.

Pero: ¡Ay de aquellos que no sepan acoger a Aquel que pasa! Hijo mío, si los hombres no quieren comprender y no quieren reconocer a Aquel que pasa, entonces, hijo mío verán la ira terrible de Dios.

El cataclismo que se abatirá sobre la humanidad será tal como para cambiar la topografía de la tierra y la humanidad será redimensionada  y cesará la turbia tiranía de Sa­tanás que, derrotado por Mi Madre Santísima, con sus legiones, encerraré en su maldito infierno.

Te bendigo, hijo y te digo: Bienaventurados aquellos que creerán.

 

1 de Noviembre de 1976

 

BUSCAR EL REINO DE DIOS

 

Hijo mío, continuemos el discurso sobre la Comunidad que Yo quiero y que te he dicho como la quiero; ella debe estar abierta a todos, a todos aquellos que tengan plena conciencia de lo que piden, que demuestren conocer  los fines, la estructura, las bases sobre las que se funda y el espíritu de que debe estar penetrada.

Hijo, quiero esta Comunidad aún más perfecta que las formadas por los primeros cristianos; estará fundada so­bre los dos primeros y fundamentales pilares del Amor de Dios y del prójimo. Serás guiado paso a paso, por el Espí­ritu Santo y por Mi Madre Santísima. Seré Yo, Jesús, quien llame a aquellos que formarán parte de ella. No te preocupes de nada porque nada de lo necesario os fal­tará.

Hijo mío, pon mucha atención a lo que te digo, te repito: no os preocupéis de cómo haréis para vivir; Yo, Jesús, sé bien de lo que tenéis necesidad.

Una sola gran preocupación debe encontrar lugar en vuestro espíritu: "Buscar el Reino de Dios". Quaerite primum Regnum Dei...[53]

 

Son pocos los que ven

 

Hijo, pocos son los que rezan y esos pocos generalmente no saben sino pedir, siempre y solamente pidiendo; esto es índice de la aridez que el egoísmo ha llevado a las almas.

Quiero que mi Evangelio reviva en su potencia vivificadora en toda la Comunidad; hijo, si sois fieles, íntegramente fieles a Mi Palabra, ella, de pequeña semilla llegará a ser árbol gigantesco en Mi Iglesia regenerada, hecha nueva.

Hoy la humanidad está sumergida en la más profunda oscuridad, sin excluir a mi Iglesia al menos en gran parte, son pocos en Mi Iglesia los que ven, los que no han recha­zado la luz. Hoy no se puede comprender lo que Yo estoy preparando para la regeneración de Mi Iglesia; pero las al­mas que Yo desde siempre he elegido comprenderán, oh, sí, ellas comprenderán.

Esto, hijo mío, no lo olvides, es una indicación precisa que te evitará peligrosos errores. Reza al Espíritu Santo y aconséjate con tu Director Espiritual. Hijo, te recuerdo una vez más que tú eres un simple instrumento de mi Providen­cia.

Hijo, te bendigo. Ámame, reza y repara. El nivel del mal está creciendo y la humanidad está al borde del abismo.

 

3 de Noviembre de 1976

 

ANILLO DE UNIÓN

 

Escribe, hijo.

Deseo que tú tengas ideas claras y precisas sobre la Comunidad para la cual Yo, Jesús, te he escogido como instrumento. Ya te he dicho sobre qué bases deseo se construya esta comunidad; ya te he hablado de su sus fines.

La quiero como anillo de unión entre la Iglesia hoy desgarrada por los numerosos males que la afectan, y la Iglesia renacida, regenerada bajo el influjo del Espíritu Santo y mediante la acción vigorosa de la Virgen Santísima dirigida a derrotar a Satanás, y a sus legiones.

Hijo, te he dicho también que no se trata de cosa nueva, en el sentido que vosotros dais a esta palabra, una cosa que empieza a ser en un determinado momento tiempo, nada de todo esto; confirmo el concepto que ya te he manifestado; se trata de formar una comunidad de personas que firme y decididamente, quieren volver a descubrir el espíritu genuino y auténtico de Mi Evangelio, los valores infinitos de Mi Redención, la eficacia real de los Sacramentos.

Todo ha  quedado sepultado bajo el formalismo, la indiferencia religiosa, sepultado bajo una costumbre pagana de vida, bajo el ateísmo, bajo el odio y la aversión hacia Mí y hacia Mi Iglesia.

Lo verás dentro de no mucho hasta qué punto llegará el hombre bajo el influjo de las potencias del infierno

 

Comunidad vigilante y sagaz

 

El Vesubio eructó su lava incandescente sobre Herculano y Pompeya y las borró de la vista y hasta de la memoria; así Satanás, vomita desde siempre su odio incandescente sobre esta pobre humanidad para deformarla mons­truosamente; ha matado el amor en los corazones, ha apagado la fe y la esperanza en las almas; ha hecho arder en Mi misma Iglesia, las dos concupiscencias, la del espíritu y la de la materia (carne); la oscuridad se ha abatido sobre Mi Iglesia, salida de Mi Corazón desgarrado.

Quiero, hijo mío, una Comunidad de personas cemen­tadas entre ellas por un amor tan intenso que haga de ellas una cosa sola, un cuerpo solo, como Yo con el Padre y el Espíritu Santo somos tres en uno solo.

Quiero, hijo mío, una Comunidad de personas, de al­mas conscientes de su dignidad Divina y humana, decididamente resueltas hasta el derramamiento de la sangre, para defender esta sobrenatural dignidad comuni­cada a ellos con los valores infinitos de Mi Redención.

Quiero, hijo mío, una Comunidad vigilante y sagaz, pronta en todo momento a la lucha extrema contra el Malig­no y sus compactas legiones, por el triunfo de la verdad, de la justicia ­y de la paz, frutos preciosos del Amor infinito de Dios.

Por esta tarde basta. Te bendigo, hijo, ámame.

Ofrécete a ti mismo a Mí así como eres, con lo que tienes. Contigo hijo, bendigo a los que serán escogidos por Mí para la realización de Mi plan de Amor.

 

4 de Noviembre de 1976

 

EL AMOR EN ACCIÓN

 

Don O., soy Padre Benedetto.

Tengo prisa por decirte toda mi inexplicable ilimitada felicidad, estoy en el Paraíso; ni siquiera intentaré yo decirte qué cosa es el Paraíso, sería vano e inútil; eso es cosa que trasciende nuestra naturaleza humana más de lo que el Cielo trasciende a la tierra.

La vida en la tierra, aunque iluminada por la fe, está siempre envuelta por la oscuridad, no hablo de la oscuridad del infierno, oscuridad tenebrosa, sino de la oscuridad que envuelve a la misma fe. Nosotros de hecho vemos, como dice San Pablo, en enigma[54].

Por los que me han precedido en la gloria se te ha hablado repetidamente de la Comunión de los Santos. Yo nada he de añadir sobre este concepto, la Comunión de los Santos es el Amor en acción.

Esta fuerza motriz del Amor, esta misteriosa potencia del Amor, que vence todas las cosas, es una realidad que nosotros podemos más o menos intensa o débilmente vivir, o también no vivir; depende casi totalmente de nuestra libre voluntad más o menos iluminada, más o menos penetrada de fe.

Llamadnos y nosotros vendremos; tened confianza y no os defraudaremos; pedidnos y nosotros os ayudaremos a obtener; importunadnos y nos haréis gozosos. Don O., coherente con cuanto te he dicho, te aseguro que nuestro pacto conservará toda su frescura. Es necesario insistir, para que el maravilloso dogma, una de tantas espléndidas obras maestras de la sabiduría y potencia divinas, se haga vivir, vivir realmente en su maravillosa belleza y eficacia. ¡Pobres almas, pobres almas, qué fuente de inmensa riqueza ignoráis!

 

Es cosa grande para la Iglesia regenerada

 

Don O., añado mi voz a la del Arcángel Gabriel, a la del Padre Pío y a la de otras almas que te han hablado con relación a tu propósito de desatar la Santa Misa de toda ligadura material; es cosa grande para la Iglesia regenerada; no te dejes seducir por las insidiosas mañas del Maligno que hará de todo para desviarte de tu propósito.

Yo, Padre B., te aseguro que estaré a tu lado en esta ba­talla, que no es comprendida al menos por ahora.

Don O., Lina, P. Pío y un cortejo de almas ele­gidas han venido a mi encuentro y me han acompañado y pre­sentado al Eterno Juez, infinitamente Bueno.

Tu pacto con Luisa y conmigo es siempre más que nunca válido.

Padre B.

 

4 de Noviembre de 1976

 

EGOÍSMO   =  DEMONIO

 

Don O., soy L. la que te habla;

¿Te acuerdas cuando en un precedente mensaje te dije que en el cielo no se puede uno enojar y ni siquiera se puede sufrir por los errores cometidos en la tierra, o por falta de fe o por un refinado egoísmo interior que sabe esconderse en los recovecos más profundos del corazón humano, para no ser descubierto por aquellos mismos que son víctimas de él? Porque egoísmo quiere decir Demonio.

El proyecto de San Juan ha fallado por cálculos humanos, antes que la fe el cálculo, quiero decir que en nuestro caso el egoísmo ha triunfado. Pero la misericordia de Él, verdaderamente infinita, conoce la fragilidad y la debilidad humana y pone remedio en el modo que tú ves.

¡Otras deserciones habrá! El hombre es hijo de culpa, es lo que hace mejor, porque para ayudarlo en esa acción malvada de deserción y rebelión a Dios está junto a él siempre un espíritu del mal.

He aquí, Don O., porqué se necesita dar una adecuada importancia al modo de poder hacer frente de una manera humilde, pero valerosamente, a las pérfidas potencias del mal, que en esta última parte del siglo se han desencadenado para el terrible combate que tendrá próximamente su fase culminante.

 

Intima unión con Dios

 

La primera condición para poder combatir las potencias del mal es la intima unión con Aquel que ha derrotado a Satanás, con la inmolación de sí mismo. Quien está humildemente unido a Él en llevar la cruz, se hace invulnerable.

La Santa Misa, el Santo Rosario, las diferentes ben­diciones después, son también medios buenos y útiles para hacer frente al enemigo y arrojarlo de las almas y de nuestras casas.

Las cosas santas se deben usar y tratar siempre santamente; también las bendiciones[55] son sacramentales, cosas santas, y por tanto deben usarse con fe, con las debidas y previas disposiciones interiores. Don O. la tarea que te espera será objeto de furia; estáte atento y vigilante, pero con Él no tendrás por qué temer.

No desconfíes jamás, estás en la brecha, ánimo; fe, fe, fe y tú sabes que con la fe está la esperanza y el amor. Don O., confianza y abandono, eres instrumento en Sus manos, no le impidas a Él servirse de ti en el modo en que Él quiera.

 

Ánimo, os esperamos

 

Ánimo, os esperamos; no olvides nunca que somos miembros de la misma familia. Si tuvieras un familiar en América o en Japón, no por eso lo consideraríais menos familiar por la lejanía que os separa de él; nosotros esta­mos inmensamente más cercanos a vosotros que América o Japón, no olvidarlo.

La indicación del Padre B. sobre la Comunión de los Santos es bellísima, hace falta hacer vivir este dogma en su sublime realidad. No os arrepentiréis, insistid; la gota que cae continuamente sobre el granito ter­mina socavando el granito, es cuestión de tiempo y de perseverancia.

Animo, nosotros estamos junto a vosotros, aun estando en la gloria; ahora no podéis entender, pero un día comprenderéis.

 

5 de Noviembre de 1976

 

DONDEQUIERA QUE ESTEIS, SENTÍOS EN LA CASA DEL PADRE

 

Escribe, hijito, soy Luigina.

No tiene importancia estar en un puesto o en otro, para vosotros podrá parecer importante, pero en realidad no lo es. Lo que sí es importante en cambio es estar donde Él, el Amor, nos quiere. Para ti Don O., es importante encontrarte aquí, sólo porque viniendo has secundado el plan Divino predispuesto desde siempre por los insondables designios de Su Voluntad.

El ser trasladado a V. es el principio de este designio que tú ya conoces en líneas generales. Inescrutables son los pensamientos del Señor e infinita Su Misericordia para quien en Él confía.

Ahora bien, lo que se te pide es coherencia, fidelidad, correspondencia a los impulsos de Su Gracia, humildad y conciencia de ser sólo un fragilísimo instrumento de su amor y de su voluntad. Debes protegerte a ti mismo con una profunda piedad, prudencia y discreción. No te preocupes por nada, sé dócil y pronto a sus llamadas, persiste en tus propósitos de bien, no te dejes seducir por las insidias Maligno que tan pronto te rodea, como trata de atemorizarte y desanimarte.

Todos los rumores y estruendos del mundo, todas las insulsas peroratas de tantas personas no valen lo que una hora de silencio y recogimiento junto a Él. No puedo sino confirmarte eso de lo que estás al corriente acerca de los próximos acontecimientos. Sabes que todo está bajo control del Altísimo, por consiguiente procede con absoluta confianza y abandono.

 

Inmensos tesoros vueltos estériles

 

Ya te he dicho que son muchísimos los amigos que tienes en cl Cielo, otros ya te lo han confirmado; inculca siempre la necesidad de llevar a un plano más práctico y más concreto, el maravilloso Dogma de la Comunión de los Santos. Hay tesoros inmensos de riqueza espiritual olvi­dados y vueltos estériles.

La Iglesia de Jesús, que es también nuestra Iglesia, no se encontraría en tanta desolación si los que habrían debido, hubieran formado y educado e iluminado a los fieles sobre el prodigio de la Comunión de los Santos.

Jamás insistirás lo suficiente. En la Iglesia regenerada, el Dogma de la Comunión de los Santos será uno de los puntales de apoyo. Cierto que para entender este Dogma, como para los demás, se requiere  humildad, fe, es­peranza y amor.

Don O., un cuerpo humano perfecto en su forma externa y estructura interna, sin la circu­lación de la sangre no sería más que un cadáver. El Cuerpo Mítico sin el prodigio de su circulación: la Comunión de los Santos ¿qué cosa es? Tú lo ves, el materialismo ha apagado también esta preciosa e inestimable llama.

Hijo ánimo, no temas, considera los caminos miste­riosos por los que Él te ha conducido hasta ahora y des­pués dime si te va a ser posible dudar.

Te bendigo.

Luigina

 

10 de Noviembre de 1976

 

COMUNIÓN CONSCIENTE Y QUERIDA

 

Don O., soy yo, Marisa.

Esperaba a que me hubieses pedido que te hablara; estoy contenta de que me des esta posibilidad; ya se te ha dicho tanto sobre la Comunión de los Santos, pero aún queda tanto que decirte.

Yo, y conmigo todos los Bienaventurados del Paraíso, deseamos comunicarnos con vosotros, esto es cosa santa, fruto de la Infinita Bondad de Dios, que responde a un bien de todo el Cuerpo Místico del que todos somos miembros, particularmente para bien vuestro que estáis aún en camino y de este camino sentís la incomodidad, las dificultades, los miedos, los temores, las incertidumbres, el cansancio y el sufrimiento.

Nosotros, para ayudaros a superar y aliviar vuestras inquietudes, podemos mucho, pero podemos en la medida con que vosotros creéis y esperáis en nuestra ayuda y en la medida en la que lo pedís. Esta comunión entre vosotros, viandantes, y nosotros bienaventurados, debe ser consciente y querida; ahora bien, de nuestra parte esto lo es siempre, pero de la vuestra lo es sólo en muy pocas almas.

Esta comunión debe ser un producto de la fe y del amor por parte vuestra, porque para nosotros la fe no existe ya, nosotros no creemos, vemos, es decir, no creemos ya porque vemos. Don O., el materialismo, densa niebla, ha ofuscado la luz de la Revelación y bien poco ha quedado de un patrimonio tan grande y precioso en el corazón de esta generación pagana.

 

Esta hora no es querida ni provocada por Dios

 

Yo he querido volver sobre este Dogma, sobre esta maravillosa y estupenda realidad del Cuerpo Místico en un momento crucial de la vida de la Iglesia en el que muchos cristianos parece que han perdido el sentido y el valor de la vida. Esa larva de fe que queda en los corazones muy a menudo está subor­dinada a los intereses humanos, al egoísmo al orgullo (pe­cados de Satanás) precisamente en un momento crucial de la vida de la Iglesia que está a punto de entrar en un choque frontal con todas las fuerzas oscuras del mal y del infierno

Sangre, lutos, hambre y sed, epidemias y otras des­gracias os esperan... ¿Y entonces este aviso previo no es un acto de amor, no es un aldabonazo fraterno para que volváis los ojos hacia aquellos que pueden y que quieren ayudaros?

 ¡No esperéis a buscarnos en el momento de la desesperación!

Que todos se enteren que la hora terrible de la purificación no es querida ni provocada por Dios, sino por vuestros pecados y por las potencias del mal.

Don O., ¡no temas nada! Tú crees y tu fe no quedará estéril, sino que dará sus frutos.

Marisa.

 

13 de Noviembre de 1976

 

CAMINO OBSTRUIDO

 

Hermano, debería aclarar bastantes ideas sobre el modo de comunicaros con nosotros. No es tan difícil como a ti y a otros puede parecer; tú ves que es suficiente un deseo tuyo y una simple petición para que nosotros nos comuniquemos con vosotros... más bien son necesarias algunas singulares y esenciales condiciones interiores de fe, de humildad, de confianza y antes que cualquier otra cosa de Gracia.

Es obvio que quien con el pecado se hace automáticamente un extraño a la Comunión de los Santos, no puede comunicarse con los mismos. Hermano mío de nuestra parte, si vemos en vosotros las disposiciones requeridas, no existe ninguna dificultad.

También yo estaba aguardando confirmarte cuanto te ha sido comunicado con relación a los próximos acontecimientos de Navidad y Pascua.

Convéncete, hermano, que es Él, el Amor, el que te guía, y mira con cuánta delicadeza lo hace; Satanás está a tu calcañar, Satanás te inculca miedo, temores y desconfianza que están en total contraste con la fe, con la confianza y con el abandono que Él quiere de ti.

Él te ha escogido como su instrumento; Satanás hace de todo para que seas un instrumento inutilizable.

 

La aspereza de la lucha es grande, pero la victoria es segura

 

Mira, hermano, Satanás es el líder y el maestro todos los saboteadores; debes luchar sin desconfiar, tú le tienes a Él contigo y contigo estamos todos nosotros. La aspereza de la lucha es grande y lo que se juega es más grande todavía.

En otro mensaje te he dicho que yo continuo luchando desde el momento de la primera rebelión. Tú debes prepararte para días duros, a privaciones, a sacrificios; al mismo tiempo tú sabes con certeza que Quien todo lo puede, proveerá para todos y para cada uno.

Hermano, nada de desconfianzas, nada de temores ni miedos injustificados; estas cosas son como otros tantos bastones puestos entre las ruedas para detener, frenar e impedir la realización del plan de Dios.

Este lugar será defendido y protegido, de nada debes temer.

Hermano, has sido escogido para una cosa muy gran­de: poner sobre el tapete de la Iglesia el problema más importante, el de la Redención.

Adelante, por tanto, en Él, con Él y por Él; el camino que debes recorrer es aún largo y sembrado de dificultades, pero todas serán afrontadas y todas superadas.

San Miguel Arcángel

 

15 de Noviembre de 1976

 

METAMORFOSIS PRODIGIOSA

 

Don O., Soy Don Enrico,

no quiero volver a decirte lo que ya repetidamente se te ha dicho, considero mejor recordarte nuestro primer encuentro en la Capilla de F. de G.

Mucha impresión te hicieron mi quebrantada salud física, mi cuerpo en malas condiciones, mi alma prisionera en un físico enteramente inoperante como para suscitar conmiseración en los que se me acercaban, porque en el mayor de los casos esas personas no veían más que el lado exterior de mi vida. Eran por tanto incapaces de penetrar y de entender la prodigiosa metamorfosis que se realizaba en mi alma mediante el sufrimiento tanto físico como moral, sufrimiento que, por gracia de Dios, nunca rechacé.

Yo mismo no estaba siempre en grado de valorar la importancia enorme de esta digestión espiritual y no hay que extrañarse de esto puesto que el hombre ni siquiera se da cuenta de la importancia que tiene su digestión corporal por medio de la cual transforma el alimento que ha ingerido en carne de su carne y hueso de sus huesos.

Pobre criatura humana, aun teniendo inteligencia para penetrar el valor de las cosas, debilitado y oscurecido como está por el pecado, poco se da cuenta de cuanto sucede en él y en torno a él. Esta maravillosa metamorfosis del espíritu, escapa a los hombres, no se le oculta a Él, a Dios que es su autor.

 

Conocerse mejor a sí mismos

 

Don O., si los cristianos en lugar de dejarse arrastrar y superar por las fútiles cosas de la vida exterior se empeñaran un poco mas en conocerse mejor a sí mismos y lo que en sí mismos sucede, no por mérito o capacidad personales, sino por obra de Dios, autor de la naturaleza humana, la escalada hacia Dios seria en gran medida facilitada.

Sólo en mi encuentro con Él, mi Salvador y Reden­tor, vi en un relámpago el efecto indescriptible y las estupendas consecuencias de la metamorfosis de mi sufrimiento físico y moral.

A este punto estoy obligado a decirte, como otros ya antes te han dicho, que ningún militante en la tierra podrá compren­der jamás la felicidad que Él reserva a sus elegidos, ningún mor­tal podría sostener la visión de un alma en gloria.

 

Ilimitada necedad de los hombres

 

Don O., desde acá se ve, como desde ningún otro lugar es posible, la ilimitada necedad de los hombres en la tierra; desde acá se ve cómo el hombre en la tierra se deja no sólo burlar sino embaucar por el Maligno.

He hablado de necedad en los hombres y en verdad es precisamente así: bastarían sólo las facultades recibidas por Dios y un deseo más vivo de verdad para tomar el camino adecuado.  Pero ¿es posible que el hombre, creado por Dios, hijo de Dios, redimido por Dios, restituido a la primera dignidad divina y humana por Dios, rechace a Dios, su sumo bien?

¿Es jamás concebible que el hombre, creado a imagen de Dios, hijo de Dios, levante su frente soberbia contra Dios y alián­dose a Satanás Le grite su rebelión?

¿Te parece natural y comprensible que un niño cuya existencia está condicionada a la vida de sus padres, al amor y a los cuidados que ellos le tienen, se rebele y los rechace gritándoles a la cara: "No os reconozco, no os amo, y no os quiero?”

¿No es el hombre criatura de Dios, hijo de Dios, condicionado en su vida terrena y eterna a Dios? ¿No ha sido creado para conocer, amar y servir a Dios?

 

Si los sacerdotes reflexionaran...

 

En los sacerdotes falta la conciencia, la convicción de la trágica y perversa acción del Maligno en las almas, creadas para la luz, para el amor, para la felicidad; mientras que Satanás persigue con el engaño el aniquilamiento del fin de la Creación y del fin de la Redención por el odio que nutre contra Dios y contra los hombres.

Si los sacerdotes reflexionaran, si meditaran en serio sobre el valor infinito de una sola alma por la que el Padre ha sacrificado a su Hijo Unigénito, ¿qué no deberían hacer para evitar a las almas de caer en las garras de Satanás?

¡Oh, si los sacerdotes reflexionaran y meditaran en serio, los hábitos de vida sacerdotal serían modificados radicalmente...!

Te he hablado de la prodigiosa metamorfosis que Él realiza en las almas mediante el sufrimiento, tanto físico como moral; pero no olvides que el Maligno incansable remedador de Dios, opera también él su metamorfosis en las almas mediante el pecado cuyas consecuencias te son bien conocidas.

Don O., es necesario hacer conocer el valor de la vida, es necesario hacer conocer la maravillosa, estupenda metamorfosis del dolor y del sufrimiento a lo que inconscientemente nos rebelamos y de lo que se huye.

Si los ministros de Dios rehuyen ellos mismos el sufrimiento ¿Cómo podrán ellos, los maestros y corredentores inculcarlo en los demás?

Don  Enrico

 

19 de Noviembre de 1976

 

EL ACTO MÁS SUBLIME, CONTAMINADO

 

Respondo a tu deseo, hijo mío.

Sé que deseas ardientemente mayores aclaraciones con relación al propósito que laudablemente estás realizando, de abolir por lo que a ti toca, el llamado estipendio ligado a la Santa Misa.

Cuánto te han dicho San Gabriel, Padre Pío, Luigina y otros, es claro y comprensible por todos aquellos que tienen su espíritu abierto a la luz, esto es, a la Sabiduría del Espíritu Santo, en cambio por desgracia no lo van a entende­r nunca todos los otros cerrados a la luz del Espíritu Santo.

 

Necedad y locura pensarlo

 

Ahora, hijo mío es tu Jesús quien te hace la pregunta:

“¿Crees tú que si alguna persona en la víspera de Mi Pasión, se me hubiera presentado delante diciéndome: ‘Aquí tienes este dinero, yo te lo doy para que tú te sacrifiques en la Cruz por la remisión de mis pecados’, ¿crees tú, hijo mío, que Yo hubiera aceptado semejante propuesta?”

¡Sería necedad y locura sólo pensarlo!

¡Lo que me ha llevado a la Cruz y me lleva a renovar el Sacrificio de la Cruz en la Santa Misa, ha sido, es y será siem­pre una sola cosa: EL AMOR! Hijo mío, pon mucha atención: ¿Qué diferencia hay si hoy las personas se presentan ante ti ofreciéndote unas monedas por la celebración de una Santa Misa?

Hijo, tu intención como ministro mío, como parti­cipante en mi eterno Sacerdocio, ¿puede diferenciarse de mi purísima intención?

Y dime de nuevo, ¿es, o no es la Santa Misa el mismo Sacrificio de la Cruz?

 

Cortar cualquier atadura venal

 

Tú, en la Santa Misa, ¿no debes unirte a Mí en el ofrecimiento de tu voluntad, ofrecimiento eficaz que incluye el aniquilamiento de tu "yo", y con la misma purísima intención con la que Yo, Jesús, y Mi Madre María Santísima, siempre presente como Corredentora, nos ofrece­mos al Padre?

Haces bien, hijo mío, haces bien en no envilecer el acto más grande que se realiza en la tierra, corta y separa de este acto cualquier atadura venal.

¿Es jamás posible condicionar tu participación, la participación en general del sacerdote celebrante, a un par de billetes?

Te he dicho, hijo mío, condicionar, no digo de todos los sacerdotes, pero de muchos, no hay ofrenda, no hay Santa Misa. ¡He aquí a qué punto puede llevar la ausencia de amor y la ausencia de fe!

Para tantos que celebran la Santa Misa en pecado, ¿Qué les puede importar la pureza de intención o la acción corredentora? Estos sacerdotes, puesto que están separados de Mí, nada agregan ni pueden agregar a la Santa Misa de la que son protagonistas sólo materiales, no unidos a Mí, sino a aquel debido al cual Yo me inmolo, es decir, están unidos a Satanás, ni mas ni menos que Judas.

 

Persevera, será reforma importante

 

Hijo, se te ha dicho que perseveres en tu propósito, que no cedas ante los repetidos ataques del Maligno. Pues bien, te lo repito también Yo, Jesús; insiste, persevera, será esta una perla preciosa, una reforma importante de mi Iglesia regenerada.

No sirven los pretextos ni las argumentaciones para justificar una acción que testimonia la  pobreza espiritual de estos tiempos de incoherencia y de crisis de fe; ¿no soy Yo, Jesús, el Verbo hecho Carne, por tanto verdadero Dios y verdadero hombre, el Protagonista del Santo Sacrificio?

¿ Y cómo podría Yo, Dios y Señor de todas las cosas, ignorar las justas necesidades de los que junto Con­migo se ofrecen desinteresadamente al Padre por los her­manos, vivos y difuntos, en un gran acto de amor?

¿No soy Yo, el Unigénito del Padre, y todas las cosas no han sido hechas por Mí? ¿No he dado suficientes prue­bas de mi generosidad? ¿Acaso alguna vez me he dejado vencer en generosidad por vosotros? Hijo mío, también en esto eres mi instrumento para mi plan de amor.

Te bendigo y contigo bendigo a todos los sacerdotes que humildemente te seguirán por este camino y prometo a todos ellos gracias y dones particulares.

 

23 de Noviembre de 1976

 

CREACIÓN, ORDEN ESTUPENDO

 

Hijo mío, escribe:

Yo soy la Perfección y soy el único en ser la perfec­ción infinita. Esta perfección mía se refleja en todo el universo creado, en el mundo invisible y en el mundo visible, originando en cada cosa en particular, y en todas las cosas tomadas globalmente, una estupenda armonía digna de su Creador, en un orden no menos estupendo ni menos ad­mirable donde cada cosa tiende a perseguir su propio fin en la alabanza a su Creador.

Después viene la creación de seres inteligentes, libres, capaces de obrar el bien y capaces de obrar el mal; pero los dones, aun los naturales con los que estaban revestidos, eran tales que todo concurría en ellos para orientarlos y lanzarlos hacia el bien.

En esta condición debíamos permanecer por el tiempo determinado por el Padre, Creador y Señor de todas las cosas, y, terminado este tiempo de espera, ante ellos se habrían abierto de par en par las puertas del Paraíso para ser admitidos a parti­cipar en la Gloria y en la felicidad sin límites del Padre. Pero la más bella, la más potente de las criaturas, des­pués de Dios, enorgullecida por su potencia y su esplendor, la hizo pecar, y queriendo ser igual a Dios, se rebeló contra Él, dando así comienzo en el mundo universo a una rebelión cuyas consecuencias fueron, son y serán de una gravedad tal que ninguna mente humana es capaz de abarcar.

 

Turbación del orden: el pecado

 

La armonía de la creación quedó turbada en tal forma que cambió radicalmente el orden establecido; to­do el universo se resintió de este trastorno, y la misma na­turaleza gime bajo el peso del pecado.

A la rebelión del mundo invisible siguió la rebelión de la humanidad en Adán y Eva, incrementando el trastorno del orden preestablecido y dando origen al mal en el mundo, catástrofe sin precedentes, y aparte del sufrimiento, las guerras, las enfermedades, los odios, los delitos, la muerte, las violencias, los crímenes, tributo a Satanás de cada generación. Baste el  recordar, hijo mío, las almas condenadas o que se condenan; la perdición de una alma es mucho más gra­ve que todas las guerras, epidemias, revoluciones y des­gracias de todas clases, de todos los tiempos juntas. Esto no lo podéis fácilmente comprender porque no sois capaces de comprender qué cosa quiere decir una eternidad de tormentos.

 

Restablecimiento del orden: Iglesia y Sacerdocio

 

Hijo, Yo, el Amor, no podía permitir tal ruina de la naturaleza humana; he aquí entonces la razón de la Encarnación y Redención obrada por el Verbo, cuya finalidad es restable­cer el orden destruido y dar nuevamente la posibilidad de salvación a todas las almas de buena voluntad.

Con la Redención, la Iglesia, el sacramento de salvación, y en la Iglesia el Sacerdocio, para formar con ello a mis colaboradores que constituyeran la espina dorsal de mi Cuerpo Místico.

 

Sacerdote se llega a ser sólo por Vocación

 

Hijo mío, así como los hombres escogen sus colabo­radores, así también Yo, Verbo de Dios hecho Carne, me escojo a mis colaboradores, por lo que ¡Ay de los intrusos; Ay de los no llamados. Ay de los que como Judas, por razones humanas y por cálculos de inte­reses humanos se introducen entre mis llamados...! Sacerdote se llega a ser sólo por vocación; cualquier otro camino sería no sólo pecaminoso, sino sacrílego.

He aquí, hijo mío, el problema de las vocaciones sa­cerdotales.

Así como Mi Padre, en el plano de la Providencia, pone en el corazón de los hombres aptitudes y tendencias diferentes con el fin de que en la gran familia los hom­bres se complementen y se integren en el orden armonioso preestablecido, así Yo en Mi Iglesia introduzco en el corazón de mis escogidos el germen precioso y sublime de la vocación; germen precioso que debe ser acogido y custodiado, protegido y desarrollado tanto por el que lo recibe como por todas las personas ligadas al llamado, como los padres, tutores, etc.

De muchas vocaciones fallidas por culpa de quien tenía el deber de tutelarlas, deberán responder los respon­sables. Es notorio que padres paganos y padres cristianos descristianizados, a menudo se oponen y contrarres­tan, con gravísimo daño a la Iglesia, las vocaciones dadas por Mí a tantas almas. ¡Responsabilidad tremenda!

Por ahora basta, hijo mío, reanudaremos la conversación cuanto antes. Te bendigo; reza y ofrece tus sufrimientos para que muchos sean operarios en Mi viña.

 

26 de Noviembre de 1976

 

REDENCIÓN Y SANTIFICACIÓN PARA TODOS

 

Escribe, hijo mío:

En un mensaje contenido en el libro "Hijitos míos, ánimo", se te ha dicho que el orden establecido por Dios en el universo exige que todas las cosas y todas las criaturas deben ocupar el puesto, para el que han sido creadas.

El Padre, Creador y Señor de todo y de todos dirige con sabiduría, bondad y amor infinito a todos y a todo hacia el logro del propio fin en la armonía del universo.

También en mi Iglesia, nacida y brotada de Mi Cora­zón abierto, sociedad humana y divina, terrena y celeste, en armonía y uniformidad con el Padre, las almas son llamadas a tomar parte, para que todas y cada una puedan alcanzar su fin, su santificación en la tierra y su glorificación en el Cielo, en el puesto a ellas asignado por Dios.

En cada sociedad no todos hacen ni pueden hacer las mismas cosas, sino que cada uno, siguiendo sus propias ap­titudes, sería más exacto y conforme a la verdad decir, siguiendo su propia vocación, rea­liza la acción y la misión querida y predispuesta por el Supremo Ordenador para el bien de todos; y es así que las criaturas, aunque no siempre y todas conscientemente, se in­tegran y se completan con un acto de amor reciproco que está en las raíz del corazón humano, de la socie­dad humana, en un intercambio y donación reciproca, esencial para la convivencia y supervivencia de la natura­leza humana, en un acto de amor natural y rudimentario que forma el cemento de la unión para formar de todos una sola familia, una sola sociedad en la que los diversos miembros, no están ni deben considerarse en orden al bien personal, sino al bien social de todos.

Así el Padre ha ordenado y ordena la sociedad hu­mana.

 

Misión de mi Iglesia

 

El que se rebela a los designios del Padre, Creador y Señor, supremo ordenador de todas las cosas y criaturas, infringe el derecho divino y natural y peca gravemente con­tra Dios y contra los hermanos, es decir, contra la sociedad dando origen a una serie de desordenes personales primero, sociales después, de una gravedad inmensa e ilimitada.

Por esto, el actual ordenamiento social de los pueblos capitalistas y comunistas, y el mismo ordenamiento de Mi Iglesia, suena y grita venganza en la presencia de Dios. Los hombres y los cristianos han quebrantado el orden preestablecido conculcando el derecho y la justicia; Dios no los puede tolerar más y serán aplastados en el impacto con Cristo Liberador y Redentor.

Declarado esto previamente, hijo mío, volvamos al problema de las vocaciones que es un problema grave.

Mi Iglesia se rige fundamentalmente sobre los principios generales sobre los que se debe regir la gran familia humana, pero Mi Iglesia se distingue de todas las demás sociedades humanas por su ordenamiento como sociedad perfecta en la cual lo humano y lo divino se encuentran, se entrelazan y se funden, por lo que ella se diferencia, emerge y se levanta sobre las familias de los pueblos y sobre las otras sociedades humanas, precisamente por esta su misteriosa naturaleza que tiene como su fin propio guiar y orientar, con la luz de sus verdades, de las que ella es depositaria y guardián, para guiar a los pueblos en el camino de la Salvación eterna.

Ninguna otra sociedad fuera de Mi Iglesia tiene una misión igual, por tanto, tampoco tendrá una igual dignidad y salvación. Pero que quede bien claro que la grandeza de Mi Iglesia no esta originada por la fastuosidad, la riqueza, la pompa, por la exterioridad, sino siempre y únicamente por el misterio de su naturaleza humana y divina, por su misión en el mundo de guiar a los hombres y a los pueblos a la Patria celestial del Paraíso.

En la Iglesia el Sacerdocio tiene un puesto de primaria importancia

 

En la Iglesia el Sacerdocio tiene un puesto de primaria importancia

 

Tarea nobilísima y ardua pero realizable. El misterio de la Iglesia se manifiesta también en el Sacerdocio que por su institución jerárquica ocupa un lugar de primera importancia.

De Mi Sacerdocio brota la realeza; Yo soy el Rey sumo y eterno. Por Mí todas las cosas han sido hechas y todas me pertenecen, y de este mi real y eterno Sacerdocio, Yo hago partícipes a aquellos que ab aeterno[56] han sido esco­gidos por Mi Padre Celestial.

El escogido, criatura humana, es investido de mi Divina y real dignidad sacerdotal, con la tarea, en Mi Igle­sia, de hacerse directo colaborador Mío y corredentor para la realización del misterio en acto de la salvación.

Hijo mío, no es posible explicarte en términos humanos la grandeza humana y divina de la naturaleza, del poder y de la dignidad sacerdotal, porque vuestras pala­bras y vocablos no sirven para explicar lo divino, lo sobre­natural, lo eterno, lo infinito... pero una atenta reflexión por parte de mis sacerdotes sobre el Misterio del cual son parte, puede servir para hacerlos a ellos más responsables y más atentos a sus deberes.

Hijo mío, por hoy basta; continuaremos nuestro coloquio, porque ni mucho menos está agotado.

Te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son particularmente queridos. Ámame y ofréceme tus sufrimientos y tus oraciones por la conversión de muchos de mis sacerdotes.

 

30 de Noviembre de 1976

 

ALMAS VÍCTIMAS

 

Hijo mío, escribe:

¿Quiénes son las almas víctimas? ¿Cuál es el fin de las almas víctimas?

¿Por qué las almas víctimas no son conocidas, sino por poquísimas almas? ¿Por que las almas víctimas incurren frecuentemente en la aversión o incomprensión y a veces persecución de quienes, por razón de lógica, las deberían comprender y apoyar en todas las formas?

 

¿Quiénes son?

 

Las almas víctimas son almas elegidas y escogidas por el Cielo, por la Divina Trinidad, de la que se convierten en hijas y esposas; son las almas más amadas del Padre y más íntimamente unidas al Hijo y al Espíritu Santo.

Son las almas que, generosamente, con frecuencia he­roicamente, hacen a Dios don de su vida humana condi­cionando toda su vida a la Divina Voluntad, no queriendo sino lo que Dios quiere de ellas, no deseando sino sólo a Dios, verdadero, único y gran bien, Alfa y Omega de todo y de todos, ofreciéndose e inmolándose a si mismas por amor a Dios, Supremo Bien, razón y fin de nuestra vida, para reparar las ofensas propias y las de los demás.

 

¿Qué hacen? Suben con Cristo a la Cruz

 

Las almas víctimas son almas privilegiadas que únicamente piden no sólo poder seguir a Cristo, según Sus pa­labras: “quien quiera venir en pos de Mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame”, no sólo se contentan con seguir a Cristo en el camino del Calvario, sino que suben con Cristo hasta la Cruz.

Son almas valerosas, heroicas y generosas, son las al­mas que sienten profundamente la socialidad de la Iglesia y sobre todo de la Iglesia debilitada y por esto se ofre­cen.

Las almas víctimas son las almas iluminadas que han comprendido que no puede haber amor a Dios ni a los hermanos sin el sufrimiento, son las más fieles y auténti­cas intérpretes y realizadoras de los dos mandamientos del Amor.

Las almas víctimas son las que, elevándose por enci­ma de la densa oscuridad que envuelve a la humanidad, quieren elevarse y de hecho se elevan arriba a lo alto, por encima de la atmósfera contaminada y corrompida de esta humanidad materialista, y aun caminando en la tierra, sus almas y sus pensamientos están arriba en el cielo, dirigidos todos a Dios, con Dios y en Dios.

Las almas víctimas son los pararrayos de la humani­dad; ¡ay de los hombres, ay de la tierra si no hubiera al­mas víctimas! La Justicia Divina habría ya recorrido su inexorable camino incinerando todo y todos.

 

¿Por qué son tan poco conocidas?

 

Hijo mío, porque el verdadero bien, la verdadera vir­tud es esquiva de la publicidad, del rumor del mundo, de los modos de vivir del mundo; por esto aman vivir en el retiro, en el escondimiento, en el silencio para estar prontas siempre a captar la voz y las luces que vienen de lo alto, para poder uniformarse a la Divina Voluntad que las quie­re, sí en el mundo, pero escondidas a los ojos de los que no las saben ni las pueden comprender y porque ellas, ena­moradas de Dios, no podrían desarrollar su coloquio con Dios sino en su humilde reserva.

Aún son poco conocidas, hijo mío, porque los hombres al no comprenderlas a sus ojos aparecen como locas e in­sensatas, así el mundo no las ama sino que muy frecuente­mente las desprecia, se ríe de ellas y las evita, pero en rea­lidad las teme y a menudo las rechaza porque su heroica abnegación suena a severa condena y a justa advertencia que las con­ciencias taradas no toleran.

 

 

Nos insensati... credebamus... [57]

 

Los hombres un día deberán rectificar sus pensamientos y sus juicios sobre las almas víctimas a las que voluntariamente han ignorado y despreciado. Los hombres un día verán como el rico Epulón vio al pobre Lázaro reposando en el Seno de Abraham.

Los hombres un día se dirigirán a las almas víctimas exclamando: "Nos, insensati, ergo erravimus a via veritatis. Nos credebamus..."[58]

Hijo mío, te he dicho otras veces que mis caminos son diferentes de vuestros caminos; quien cree en Mí no se perderá en los oscuros laberintos de un mundo dominado por el Maligno, mas quien cree en Mi me seguirá por los senderos que Yo he trazado para todos con mi vida en la tierra.

Te bendigo, hijo, ámame. ¡Ven, hijo, en pos de Mí, ven y sígueme y no te arrepentirás!

 

30 de Noviembre de 1976

 

SACERDOS  ALTER CHRISTUS[59]

 

Escribe, hijo mío:

He querido aclararte lo que es un alma vícti­ma antes de decirte que cada sacerdote debe ser un alma víctima.

Esta afirmación suscitará sorpresa en muchos y estu­por en otros, incredulidad en otros, es decir que esta afir­mación suscitará reacciones diferentes que responderán a los diversos estados espirituales de los que leerán estos men­sajes.

Sin embargo, ratifico con firmeza que todo sacerdote debe ser una víctima.

En realidad, hijo mío, ¿He sido Yo, sí o no, la Víctima por excelencia? Dime hijo mío, ¿No soy Yo la Víctima pura, santa e inmaculada que ha aplacado la ira divina y dado satisfacción a la divina Justicia? ¿Y qué es el sacerdote sino "alter Christus?” ¿Qué son mis sacerdotes sino mis naturales corredentores, y qué corredención será posible no haciéndose víctimas como Yo me he hecho Víctima por vuestra salvación?

¿No he sido Yo, Sumo Sacerdote, y al mismo tiempo Víctima que me he inmolado a Mí mismo para la vida del mundo?

Hijo, en un mensaje precedente se ha explicado claramente qué parte debe tener el sacerdote en la celebración de la Santa Misa y te he dicho: ¡Ay de los sacerdotes que un día descubrirán que en la Santa Misa han sido prota­gonistas inconscientes, pasivos y sólo materialmente presentes en lugar de haber sido conscientemente presentes y activamente copartícipes Conmigo!

¡Presentes estuvieron bajo la Cruz y Conmigo están presentes en cada Misa Mi Madre Santísima y San Juan!

 

Fundirse con la Víctima Divina

 

Si un sacerdote no está presente en el Santo Sacrificio de la Misa con la firme y eficaz voluntad de ofrecerse a sí mismo, unido a Mí, al Padre Celestial para la remisión de los pecados, razón del Sacrificio que se ofrece, el sacerdote prácticamente vacía su sacerdocio de su esen­cia, despojándolo de su naturaleza, del Carácter sacerdotal, mutilando su sacerdocio de su fin; en suma, este sacerdote se burla de su real sacerdocio parti­cipado a él por Mí. Imagina mas bien a un asesino que se burla de su víctima desgarrándole el cuerpo.

Hijo, pero ¿qué han hecho Pastores y educadores si no han sido capaces, si no han sabido infundir en el alma de los “llamados” el conocimiento de la naturaleza, de la esen­cia y de la finalidad del carácter sacerdotal?

Dos esposos que acceden al matrimonio sin conocer la naturaleza y la finalidad del mismo ¿No son acaso dos desventurados? Un clérigo que accede el sacerdocio sin co­nocer a fondo su esencia, su naturaleza y su finalidad, es mucho más que un desventurado, puesto que no sólo pone en peligro su propia alma, sino un número grande de almas ligadas a su sacerdocio en el plano de la economía Divina.

El Sacerdote no sólo debe ser víctima, sino que se ha convertido en víc­tima por la naturaleza misma de su sa­cerdocio; si después rechaza éste su estado de víctima, se hace traidor del Misterio de la Redención, como Judas.

 

El Sacerdote, víctima por la naturaleza de su mismo sacerdocio

 

Feliz aquel que es consciente de su grandiosa y sublime vocación y misión sacerdotal y se rinde dócilmente ante el amor infinito de Dios que se ha dignado sacarlo del estiércol y del polvo de la tierra para encumbrarlo hasta la más grande y sublime dignidad a que la criatura pueda aspirar.

Feliz aquel que consciente de haber sido hecho vaso de elección, se esfuerza con Cristo, en seguirlo hasta el Cal­vario, para fundir sus sufrimientos con los de la Víctima Divina, para ser después con la Víctima tres veces santa, liberador de tantas y tantas almas del yugo y de la brutal tiranía de Satanás.

Feliz aquel sacerdote que no acepta ni pactos ni com­promisos con los enemigos de Dios, con los enemigos de la Iglesia y con los enemigos de su alma y de su conciencia.

Feliz aquel sacerdote que rehusa toda colaboración suya con las fuerzas oscuras del infierno y camina por el sen­dero de la perfección y de la santidad según mi precepto “Sancti estote”[60]; porque si tal precepto de santidad lo es para todos, es claro y evidente que en modo particularísimo lo es para mis ministros, que deben ser santos para santifi­car.

¿Qué decir entonces de la formación impartida en los seminarios de hoy?

Hijo mío, ¡qué pavorosa distorsión en nombre de un progreso y de una subversiva evolución netamente en contras­te con mis ejemplos y enseñanzas!

Pastores, que habéis asistido y asistís pasivamente a tanta perversión espiritual, no creáis que vais a escapar a vuestras gravísimas responsabilidades; vuestros sofismas no sirven para cerrar los ojos de Dios.

Pronto veréis con vuestros propios ojos y pronto pa­garéis de vuestro bolsillo por todo el mal que no habéis sabido o querido impedir, por todo el bien que no habéis realizado.

Te bendigo, hijo mío.

 

1 de Diciembre de 1976

 

VERDAD FUNDAMENTAL

 

Hijo mío, soy Yo, Jesús, escribe y no temas:

Ayer te he dicho que todo sacerdote debe ser una víctima que se ofrece a sí mismo Conmigo al Padre, por la remisión de los pecados y por la liberación de las almas de la tiranía del Maligno, ahora bien. ¿Crees tú que esta verdad fundamental es inculcada en los semina­rios?

¿Crees tú que los Pastores de almas se cercioren, vigilen que los aspirantes al sacerdocio sean iluminados, iniciados y sensibilizados sobre la responsabilidad, más que humana, divina de ser ellos el día de mañana sacerdotes, ministros Míos y administradores de los frutos de Mi Sangre y de Mi Pasión?

No, hijo mío, no se puede nunca dar o comunicar a otros lo que no se tiene. La orientación y la formación dada a los aspirantes al Sacerdocio de ninguna manera es la exi­gida por Mí; es más, hasta es opuesta. Si los Pas­tores y los educadores no son ellos mismos almas víctimas, no podrán formar almas generosas y santas, la razón te la he adelantado.

 

Dinamismo febril = herejía de la acción

 

Pregunto.-  Pero Jesús mío, ¡hay Pastores y sacerdo­tes celosísimos y no son pocos!

Respuesta.- No, hijo mío: te confirmo que hay Pastores y sacer­dotes santos, pero te reafirmo también que ¡son poquísi­mos!

Hay Pastores y sacerdotes animados por un dinamis­mo febril, están contagiados por la herejía de la acción; Yo no juzgo por las apariencias, sino que juzgo una reali­dad objetiva sólo conocida por Mí.

Las almas víctimas aman esconderse, aman entretenerse Conmigo en una oración ininterrumpida, las almas víctimas se distin­guen muy bien de las demás que no lo son. Hoy, hijo mío, en los Seminarios, en las Congregaciones religiosas, poco ha quedado de positivo; han abolido los viejos ordenamientos y los han sustituido con nuevos, casi todos inspirados en principios errados, no conformes a mi querer, a Mi Evangelio.

 

Libertad ¡no quiere decir licencia ni anarquía!

 

Hijo, trataré de hacerte comprender mejor; se ha confundido el concepto de libertad con el concepto de anar­quía... ¿Qué cosa es la libertad para muchos educadores, para muchos sacerdotes y para muchos Pastores? La libertad la han cam­biado y la han confundido con la licencia; por aquí ha entrado la relajación en los Seminarios, por lo que, los aspirantes al sacerdocio nada, o casi, tienen de di­ferente de tantos otros jóvenes, más o menos materialistas, que nada niegan a la voluptuosidad de los sentidos.

Ven películas pornográficas, violentas, de todos modos inmorales y todas  impregnadas de materialismo, experiencias sexuales de todo tipo...; es necesario conocer la vida, se dice, para poder estar en condiciones de hacer la propia opción. La vida, se dice, es movimiento y no hay vida sin movimiento y también la vida del hombre, criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, es movimiento.

El hombre es libre para moverse hacia el bien, y también hacia el mal; pero sólo cuando se mue­ve hacia el bien realiza la finalidad de su vida, de su voca­ción, de su razón de ser, porque para el bien ha sido creado; envilece en cambio su libertad y en consecuencia su dignidad cuando el hombre se tuerce al mal. ¡Libertad no quiere decir licencia ni anarquía!

Esto hijo mío, según parece, no es comprendido por quien, en cambio debería enseñar éstas cosas.

 

Pavorosa perversión moral y espiritual

 

Desde el momento, hijo mío, en el que Dios pone Su semilla en el alma de aquel que ha sido escogido "ab aeterno", la semilla debe ser guardada, protegida y defen­dida por quien la recibe y también por aquellos que por querer de la Providencia, tienen la obligación de realizar su vocación asumiendo con fe y amor su deber de educadores.

Hijo, te reafirmo, y soy Yo, Jesús, quién te da esta ratificación, renuncio a decirte hasta qué punto de perversión moral y espiritual se ha llegado en ciertos seminarios, verdaderos viveros de herejías y de corrupción; estoy forzado a sanear un terreno infectado y pavorosamente contagiado de tantos males.

Has hecho bien, hijo mío, en desaconsejar ciertos se­minarios y ciertos institutos religiosos a aquellos que se han dirigido a ti porque también ellos, dudosos e inciertos, no sabían resolver el personal problema de su vocación religiosa.

Sólo por cobardía, por miedo, por respeto humano, por evitarse molestias no se ha proveído a sanear situaciones penosí­simas por parte de aquellos que tenían el deber de hacerlo sin preocuparse de nada.

Quien cree firmemente no liga su obrar a los juicios del mundo, sino sólo al juicio de Dios.

Te bendigo, hijo mío, ámame.

 

l de Diciembre de 1976

 

EL DIVINO AGRICULTOR

 

La vocación al Sacerdocio es un misterioso germen de vida sobrenatural dejado caer por Dios en el alma del elegido para que éste, bajo la guía de los padres o de personas designadas por Dios para esta obra delicada de gestación, haga madurar la semilla hasta que llegue a su completo desarrollo.

Al alma que lleva en sí esta semilla tan preciosa, que ninguna perla en el mundo la puede igualar, se la debe informar de la preciosidad del don, se la debe animar a la oración, debe ser orientada en sus devociones a Jesús, realmente presente en el misterio de infinita humildad, sabiduría y poder del Misterio Eucarístico, debe ser de­cididamente orientada al amor y a la oración al Espíritu Santo y a la Reina de los Apóstoles, para que Ella, la Virgen santísima,  sea quien lleve a término la maduración de la vocación.

En el período de la gestación de la vocación el alma elegida deberá ser educada también en el Misterio de la Iglesia, de la cual es y será parte y miembro vivo con funciones vitales.

 

Los educadores son colaboradores de Dios

 

Dios obra generalmente por medio de las causas segundas. Mira entonces los seminarios, las órdenes y las congregaciones religiosas, con la específica tarea de entrar en acción sobre los “llamados” para que, mediante la instrucción sagrada y profana, como instrumentos de Dios y colaboradores de Dios, predispuestos en el plano de la economía divina, para completar la formación y maduración de la vo­cación, lleven a los llamados a la ordenación sacerdotal.

Ya se ha dicho anteriormente que a nadie le es lícito turbar el orden y la armonía establecida por Dios en la naturaleza y en la Gracia; el hacerlo se ha dicho ya que es gravísima rebelión al Padre, rebelión que no puede quedar impune, constituyendo grave culpa de soberbia y de orgu­llo; de aquí la grave responsabilidad de los educadores, de todos los educadores, pero en modo particularísimo de aquellos educadores llamados a la tarea más delicada en Mi Igle­sia.

Para estos se requiere sólida santidad y perfección de vida, y es evidente que si esta santidad y perfección no exis­te, no se puede comunicar a los otros; no existe el caso de dar lo que no se tiene.

Esta santidad y perfección de vida contienen en sí mismas: ortodoxia indiscutible, absoluta fidelidad al Su­mo Pontífice y la riqueza de tantas otras virtudes cris­tianas. Los educadores deben ser personas por encima de toda sospecha, estimadas por su rectitud de vida, en una palabra, deben ser modelos de verdadera vida cris­tiana.

 

Tremenda responsabilidad para los educadores demoledores de la fe

 

Los Pastores de almas tienen una grave responsabili­dad en la elección de los educadores para su seminario. Me­jor un seminario cerrado que confiado a demoledores de la fe y de las virtudes cristianas, como por desgracia es de muchos seminarios de nuestros días.

¡Ay de aquellos que se han echado encima la tremenda res­ponsabilidad de elecciones equivocadas, se han hecho cómplices, por incapacidad o debilidad, por cobardía o miedo, de la obra demoledora de Satanás para la ruina de las almas!

Obispos y educadores deberán rendir rigurosísimas cuentas ante la Justicia Divina por todo el mal del que se han hecho responsables... y no piensen que van a encontra­r misericordia habiendo sacrificado, a sí mismos y a su presti­gio personal, el supremo bien de las almas; serán los sacerdotes equivocados y las almas por ellos arruinadas las que se levantarán como testigos ante el Tri­bunal que no admite apelación.

Hijo mío, no te asombre tampoco esta vez si te repito cosas que ya te he señalado con anterioridad, porque es necesario, hijo mío, que todo esto que Yo te digo sea es­crito y divulgado; lo exige el bien de Mi Iglesia.

 

Responden con glacial y diplomática frialdad

 

¡Cuántos han deplorado la trágica situación de seminarios y órdenes religiosas infestadas de herejías!... ¡Cuántas almas víctimas se han ofrecido e inmolado para que fuera puesto remedio a tanta ruina y a tanto desgarro!... Pero su sacrificio no ha servido para mover la glacial y diplomática frialdad de aquellos que habían debido, por mil motivos, ser ultrasensibles ante este problema, el más importante para la función vital de la Igle­sia.

Los Sacerdotes de la Iglesia regenerada tendrán una visión bien diversa de la naturaleza, función y finalidad de su sacerdocio; ellos deberán ser y en realidad serán, verdaderos corredentores, es decir, constructores de mi rei­no en las almas.

Ahora te bendigo, hijo, no temas, escribe todo. A un lado las aprensiones, Yo estaré siempre junto a ti.

 

1 de Diciembre de 1976

 

REALIDAD DESCONOCIDA

 

Escribe, hijo mío.

¿Qué cosa enseñan en los seminarios o en los institu­tos religiosos? Se enseña un poco de todo y no se hace distinción entre lo sagrado y lo profano; al contrario te digo más, lo que debería tener una absoluta preeminencia con mucha frecuencia pasa al último lugar; basta esto para compren­der cuánto ha desviado el mal, el materialismo, a los responsables, a los educadores, del fin al que deberían los consagrados dar vida, energías y todas sus fatigas.

Ayer te he dicho que los sacerdotes son por su misma naturaleza almas víctimas, porque Víctima comple­ta es el Divino Maestro, el cual, con un acto de amor y de misericordia infinita quiere participar a los predilectos Su regia potestad sacerdotal. Porque quiere que aquellos a los que Él ha escogido sean semejantes a Él en el amor, y por lo tanto, primero en el sacrificio y en la gloria después.

El sacerdocio incluye una tal suma de poderes como para asombrar a las mismas jerarquías angélicas. El Arcángel Gabriel, que está ante el Altísimo, se sin­tió altamente honrado por haber sido elegido Embajador an­te la Santísima Virgen para anunciarle el sublime Misterio de la Encarnación, de parte de Dios Uno y Trino.

Cier­tamente esa embajada llevada a cabo por El ha sido la más gran­de que se ha realizado en el universo visible e invisible.

 

No viven sobrenaturalmente, por tanto...

 

Pero cuando se piensa en los poderes regios y en la dignidad conferida por el Verbo hecho Carne a sus sacerdotes, los mismos Angeles quedan admirados y estupefactos, y Satanás mismo, y sus legiones malditas quedan deses­peradamente enojados y trastornados. No pueden comprender cómo hombres, tan inferiores a ellos, sean elevados a dignidad tan alta y sublime.

Todo esto es realidad, hijo mío, pero realidad no com­prendida, no aceptada, no sentida, por lo que los demo­nios se ríen de la ceguera y necedad humana.

¿Por qué este deplorable estado de cosas?

¿Cómo puede un clérigo vivir su vocación en esta visión si los que están en torno a él como custodios, tu­tores, artífices, delegados complementarios en la obra ini­ciada por el Divino Sembrador, son incapaces de vivir ellos mismos sobrenaturalmente su vocación? ¿Cómo pue­den inculcar en otros lo que ellos mismos no creen, no sienten y no viven?

Plantita delicada es la vocación, pero si al rededor de ella hay zarzas espinosas la sofocan y la hacen morir... Más que zarzas espinosas son hoy no pocos educadores en los seminarios.

La vocación es planta delicada que debe recibir luz y calor; pero  ¡luz y calor le quitan los educadores heréticos, marxistas y materialistas!

 

La vocación debe madurar en un oasis

 

No es en el trastorno de la vida moderna, entretejida de traumas, de ruidos, de laxismo, de anarquía, de contestación, don­de se puede madurar una vocación... La vocación comporta una concepción y visión de la vida bien diferente de la que tiene el mundo pagano de hoy.

La vocación debe crecer y madurar en un oasis; y los oasis están circundados por el desierto y ¡están en el de­sierto!

Hijo mío, cuántas vocaciones perdidas y cuánta res­ponsabilidad por parte de aquellos que han sido llamados al apostolado primario; ¿cómo se puede, hijo mío, condu­cir paso a paso a esos “llamados” por senderos y pastos des­conocidos?

En la Iglesia regenerada las cosas cambiarán; quiero sacerdotes responsables y conscientes de su grandeza y dig­nidad sacerdotal, quiero sacerdotes humildes y bien dis­puestos a seguirme en el camino de la Cruz y ¡no en los caminos del mundo!

Deben saber que el mundo es del Maligno y que al Maligno no se le vence sino con la humildad de la Cruz; ¡Yo así lo he vencido y únicamente así lo podrán vencer mis sacerdotes!

Te bendigo, hijo mío, ámame y reza.

Ofrécete para que la Gracia penetre en las mentes y en los corazones de tantos sacerdotes que están en camino de perderse eternamente.

 

1 de Diciembre de 1976

 

ABSURDA INVERSIÓN

 

En ciertos seminarios la enseñanza de la religión es considerada como materia secundaria; la preeminen­cia se reserva y se da al estudio de otras materias profanas: psicología y pedagogía; completamente erróneo.

La enseñanza religiosa debe y deberá ser considerada como el cuerpo, el centro de toda la enseñanza impartida a los aspirantes al sacerdocio. Poco importa a Jesús, Di­vino Maestro y a María Santísima, Reina de los Apóstoles, que los ministros de Dios sean doctos en la ciencia profa­na, pero en cambio sí les importa mucho que sean doctos en la ciencia de Dios, sin la cual no hay fecundidad espiritual; sin descuidar sin embargo el conocimiento de lo que puede complemen­tar la formación del futuro sacerdote.

En los seminarios la primera escuela, esencial e in­sustituible, debe ser la de superiores e integérrimos educa­dores; de superiores no dispuestos a ningún género de com­promisos, ni consigo mismos ni con el mundo.

Se necesitan superiores y educadores santos en el ver­dadero sentido de la palabra. De hecho ninguna escuela de santidad es posible sin la presencia de hombres santos como maestros.

Ahora, hijo mío, no es por nada, por lo que te he hablado de trastorno de situación. No raramente hay superiores y educadores herejes, y la herejía florece y prospera en la soberbia y la soberbia es concupiscencia del espíritu y tarde o temprano viene a desembocar en la concupiscencia de la carne.

 

Para nada sirven los dones naturales, si...

 

De Mí se ha escrito justamente "coepit facere et docere"[61]  y así se debe poder decir de todos los educadores.

Cuidado de los pastores de almas debe ser dar a los seminaristas una dirección espiri­tual irreprochable bajo cualquier aspecto.

Principal tarea del Director Espiritual será hacer com­prender que cada Sacerdote debe ser víctima; que cada sacerdote tiene una misión superior en la Iglesia de Dios, inmolarse a sí mismo con el aniquilamiento primero del propio "yo" en contraste con las enseñan­zas del mundo, que jamás podrán ir de acuerdo con las enseñanzas de Dios, con la inmolación, por tanto, com­pleta de sí mismo según el ejemplo del Divino Maestro, de los Santos y de los Mártires; en estos modelos y prototi­pos es necesario que los llamados se inspiren y a ello sean llevados.

Será tarea del Director Espiritual hacer tomar con­ciencia a los aspirantes a sacerdotes que para nada sirven los dones naturales si no son puestos humildemente al ser­vicio de Dios para su Gloria, al servicio de la propia san­tificación y para la salvación de los hermanos.

Será tarea del Director Espiritual persuadir a los as­pirantes que ninguna actividad exterior tomada en sí y por sí, sirve para santificar y salvar almas. Quien salva es siempre y únicamente Dios, el cual no necesita de nada ni de ninguno.

Si nos ha escogido como sus corredentores es solamente debido a su infinita bondad, a Su Infinito Amor, pero no podremos ser nunca con Él Redentor instrumentos de sal­vación, si no estamos con Él en la Cruz; no hay alternativa para dar fecundidad a nuestra pastoral:  o con Él en la Cruz y con Él víctimas por la remisión de los pecados del mundo y de las almas que deseamos y queremos salvar, o mistifica­dores y traidores del mandato recibido y de los poderes que se nos han conferido.

 

Crisis de identidad del sacerdote... imperdonable laguna

 

Es necesario que los escogidos estén compenetrados y empapados del conocimiento de la vida Divina de  la Gracia, estén empapados y compenetrados de la grandeza, dignidad y potencia sacer­dotal.

Hoy los sacerdotes por una imperdonable laguna y carencia de formación no saben quiénes son, no saben de qué fuerza pueden disponer en beneficio de las almas ator­mentadas y martirizadas por la maldad de los demonios.

Es necesario que los escogidos estén profundamente convencidos de su carácter sacerdotal que los hace padres, maestros y comandantes del gran ejército de Cristo Reden­tor.

Es necesario también que los sacerdotes estén empapados y compenetrados de una fe profunda, inconmovible, sóli­da como la roca en la presencia real de Cristo en el  Misterio inson­dable de su presencia Eucarística entre nosotros.

Ay de aquellos escogidos que se dejen infectar y envenenar por el racionalismo y el positivismo; su fe ya no podrá ser pura y límpida. Infectada la fe languidecen la esperan­za y el amor; es la muerte de la Vida Divina de la Gracia en el espíritu infectado; es la crisis tremenda que arrolla a toda la Iglesia que ha perdido miles y miles de sacerdotes, religiosos y religiosas; es la más grande tragedia que ha herido mortalmente a la Iglesia de hoy.

Una sola cosa es imposible a Dios, el mal; todo lo puede El hacer menos el mal porque no lo puede querer.

La presencia real, personal y física de Jesús en el misterio eucarístico es una realidad indiscutible, es mis­terio de infinita humildad, de infinito amor, de infinita potencia y sabiduría Divina; si un sacerdote no cree en es­ta presencia personal de Mí, Cristo, en su Iglesia jamás podrá ser corredentor.

Te bendigo, hijo mío, ámame.

 

2 de Diciembre de 1976

 

RETOÑOS DESPEGADOS DEL TRONCO

 

Hijo mío, escribe:

no basta la fe en mi presencia eucarística en medio de vosotros, no, hijo mío, no todos los sacerdotes que celebran en pecado, y por tanto sacrílegamente, están sin fe, la mayoría tienen la fe, debilitada, pero la tienen, sin embargo, son sa­cerdotes pésimos; creen en Mí, pero sienten una aversión hacia Mí originada por el estado de culpa en el que se encuentran.

Cuando un sacerdote está en pecado interrumpe vo­luntariamente la acción de las gracias actuales en su alma, esto es, a aquellos impulsos de Gracia que Dios infinitamente bueno da con liberalidad a las almas en medida y propor­ción a su receptividad, y, mientras prácticamente se cierra el alma a Dios, se abre al Demonio, que puede entonces sin difi­cultad influenciar las almas de los culpables hasta hacerlas sus esclavas.

Si un sacerdote no se siente atraído hacia el Sagrario, es un retoño sin raíz, es una rama separada del tronco. Un sacerdote que no siente ninguna atracción por el Sagrario donde reside El Amor, no puede tener sino un espíritu agostado e infecundo.

Hijo mío, ¿cuántos son hoy, los sacerdotes en este estado de aridez y de infecundidad espiritual? ¡Tantos que no los podrías contar!

 

Tenemos unos aliados

 

Hijo, te quiero explicar la duda que ha entrado en tu espíritu en este instante; tú has pensado: si un sacerdote está en pecado y ha roto toda relación con Dios, nada puede dar y nada puede recibir de Dios; además entra en la órbita de Satanás y entonces para éste o para estos, ya no hay esperanza de salvación, ¿no es así?

Respuesta: no es así hijo, no debes nunca ol­vidar la gran lucha entre las potencias del mal y las potencias del bien, la acción del Angel de la Guarda, del Santo Protector y la acción de los Bienaventurados del Paraíso, esta lucha está en curso, y no se terminará sino con el fin de los tiempos.

Tampoco las almas en gracia deberían caer, pero la acción de las fuerzas oscuras del infierno no se detiene sino con la muerte.

No basta pues con creer en la Eucaristía, inefable misterio del que el Sacerdote es también artífice, sino que el sacerdote debe estar consciente de la parte que en este gran misterio Dios le ha reservado.

En la Santa Misa el sacerdote con Jesús y con la Madre es protagonista del misterio de la Cruz, partícipe del sacerdocio real y eterno de Jesús, vive en esos momen­tos como nunca su sacerdocio con Cristo y con la Madre ofreciéndose como Cristo y como La Madre al Padre por la remisión de los pecados, y en este ofrecimiento tan des­cuidado y tan incomprendido está la fuente verdadera y eficaz de la salvación de sí mismo y de las almas.

Repito que si un sacerdote no está convencido de es­ta realidad sobrenatural es como aquel que echa a la basu­ra una preciosísima gema de incalculable valor, no conociendo y por tanto no apreciando ni su belleza ni su precio.

Este ofrecimiento que el sacerdote debe renovar con Jesús y con La Madre cada vez que celebra es muy impor­tante, porque debe ser ofrecimiento eficaz, es decir, debe obrar el aniquilamiento del propio "yo", como en Jesús y la Virgen María y esto quiere decir la inmolación moral y es­piritual de sí mismo ¿No fue vivido por Jesús, “No se haga mi voluntad sino la Tuya?

 

Para ser imán

 

Es esto lo que hace santo al sacerdote, es esto lo que hace fecundo al sacerdote, esta es la fuente de la levadura fermentadora de Gracia para las almas y para toda la acción pastoral que el sacerdote debe realizar.

Los sacerdotes de hoy, salvo excepciones de los pocos verdaderamente afortunados, son áridos, estériles, infecundas ramas secas, buenas sólo para quemar, no obstante la aguda fiebre que los agita y los mueve a obrar aún demasiado activamente.

La Santa Misa, celebrada en comunión perfecta con Cristo y con la Virgen Santísima por las mismas finalidades por las que Cristo continúa inmolándose y la Virgen ofreciéndose, serán, para el sacerdote verdadero y santo, terror de los demonios que verán arrancarse de ellos innumerables almas.

El sacerdote santo que celebra su Misa en unión Conmigo y la Madre, es objeto del amor de Dios y al mismo tiempo imán potente para todas las almas necesitadas de ayuda y de consuelo espiritual.

En él sentirán estas almas el perfume de Cristo, verán en él a otro Cristo, emanará de él el buen olor de Cristo; es así como el sacerdote, conforme a mi Corazón, se hace Conmigo corredentor.

Sólo así el sacerdote santo será el sacerdote sin velos, es decir, sin ficciones; su alma límpida y pura será el espejo de tantas y tantas almas.

El sacerdote verdaderamente santo está y estará convencido de no ser él solo el responsable de las almas, de su actividad y de su apostolado, sino que sabe bien y cree con convicción que el Protagonista de la Redención es Jesús; él e sabe que es un colaborador escogido, creyendo bien en las palabras: "No sois vosotros quienes me habéis escogido a Mí, sino Yo os he escogido a vosotros".

Te bendigo, hijo, reza y ámame.

 

3 de Diciembre de 1976

 

PASTORAL PARA REVISAR

 

Hijo  mío, escribe.

Yo, Jesús, soy Dios, soy infinitamente sencillo, amo la sencillez; quiero la sencillez en cada una de las almas y quie­ro también la sencillez en Mi Iglesia y en las estructu­ras de Mi Iglesia, muchas de las cuales serán reestructuradas.

Hijo mío, para las Iglesias locales o Diócesis serán esenciales tres estructuras:

 

Estructuras Indispensables que un Pastor santo debe procurarse para su Iglesia

 

1. - Un seminario donde se recogerán los escogidos para el sacerdocio.

Será un lugar en el que se acogerán los ‘llamados’ por sacerdotes santos; serán encaminados a la piedad profunda y al estudio, naturalmente en un clima de gran fe, sin ninguna concepción materialista, sin relajamiento, sin anarquía.

2. - Será necesario para el Pastor que tiene a su cuidado la salvación de la grey a él confiada, una comitiva de sacerdotes que estarán adiestrados a liberar las almas presas de las potencias del mal, según el precepto dado por Mí a mis Apóstoles: "Andad, predicad el Evangelio y arrojad los Demonios".

Los Pastores de almas rehaciéndose al Evangelio debe­rán ser los primeros en bendecir a los endemoniados; presidirán esa formación de sacerdotes delegados para este oficio. Los sacerdotes elegidos deberán ser los mejores, animados de espíritu de fe, de piedad, de mortificación.

A esta actividad se podrá agregar la enseñanza religiosa y la dirección de una escuela toda especial para Di­rectores Espirituales.

3. - Será también estructura necesaria, una comisión a quien se pedirá la labor de la asistencia; los miembros de esta comisión serán buenos y santos laicos.

Tal comisión estará presi­dida por el Obispo directamente o por medio de una persona delegada por el Obispo y ninguno de sus miembros abusará de la confianza puesta en él; será escrupulosa en administrar los bienes de los pobres, por­que el defraudar al pobre es pecado muy grave que será castigado por Mí aún en esta vida terrena.

Toda estructura vale si valen las personas de que está compuesta; si una casa se construye con material ina­decuado o con mortero carente de cemento, la casa se derrum­ba.

La primera gran preocupación de un Pas­tor de almas por consiguiente, será la de construir su Iglesia sobre cimientos sólidos y con materiales resistentes y buenos, esto es, ha­cerse rodear de sacerdotes santos; formará así un cen­tro de fermentación capaz de mover y elevar a toda la masa.

Esto debe hacer un Obispo si quiere ser coherente con su gran mandato.

 

El grano de trigo está bajo tierra y debe morir

 

¿Qué cosa he hecho Yo, Jesús, al comienzo de mi vida pública?

Me escogí mis Apóstoles y no es ciertamente al azar como Yo los he escogido; Dios nunca obra al azar, Dios obra siem­pre por un fin bien preciso, nunca movido por cálculos mezquinos, como con tanta frecuencia hacéis vosotros hombres, y esta falta de recta intención lleva a Pastores y sacerdotes fuera del carril.

¡Oh hijo mío, muchos se escandalizarán y no querrán, creer que en Pastores y sacerdotes falte la recta intención... pero cuántas acrobacias para escalar el poder, cuántos hábiles escaladores que no piensan que tarde o temprano podrían ser precipitados en el vacío!

Hijo mío, si la situación de Mi Iglesia ha llegado a una crisis tan grande, no hace falta creer que sea imputable sólo a determinadas categorías; en medida y proporción diferente, los fieles, los sacerdotes y los Obispos, tienen su parte de respon­sabilidad.

Hijo mío, ha llegado la hora, el grano de trigo está ba­jo la tierra y debe morir; de él brotará un debilísimo tallo que con el tiempo se hará fuerte y robusto y llevará a maduración el grano en abundancia.

Dilo, hijo mío, que la hora está cercana. Repeti­damente te he dicho que ninguno debe ser cogido por sorpresa. Repeti­damente te he dicho que queriendo Yo que todos se salven, todos deben saberlo y todos deben prepararse con la peniten­cia y la oración, porque si no os convertís y no hacéis pe­nitencia, os digo que todos pereceréis.

Hijo mío, ámame cada vez más, ofrécete a ti mismo a Mí con lo que tienes, con lo que eres.

Te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que me aman.

 

6 de Diciembre de 1976

 

ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO

 

Hijo mío, escribe:

¿De qué cosa se han hecho responsables muchos Obis­pos míos y muchísimos sacerdotes?

1º -      Son culpables de la herejía de la acción, es decir, de pseudo celo bajo el cual se oculta vanidad.

2º -      Son culpables de haberse dejado absorber por la actividad exterior a veces hasta agotarse; esto no responde a un designio de la Divina Voluntad sino a un sutil orgullo y a una insidiosa maniobra del Malig­no.

3º -      Esta exasperada actividad no ha tenido y no tiene una correspondiente actividad interior, por lo que se ha enraizado en su espíritu la convicción de ser los muros de carga, sin los cuales todo está destinado a derrumbarse; en palabras más sencillas, estima exagerada de sí mismos con una consiguiente disminución de la confianza y abandono en Dios.

4º -      Rechazo a reformarse y a reformar seria y eficazmente sus Iglesias inspirándose en principios evangélicos; ésta es gravísima culpa, porque no les han faltado llamadas de lo Alto, advertencias, admoniciones ni hechos y sucesos sobrenaturales.

5º -      Cómoda prudencia en virtud de la cual han impedido un bien inmenso para las almas, cometiendo ellos mismos innumerables imprudencias.

6º -      No son pocos mis Obispos embebidos de racionalismo y hasta de marxismo.

7º -      Imputación grave les hago por haber buscado siempre y únicamente el compromiso con el objeto de evitar molestias en el vértice. y críticas y reproches en la base, pero ese compromiso no es de Dios, no ha sido ni jamás lo será de sus santos porque está en discrepancia con Mi Evangelio.

8º -      Son también responsables de la anarquía reinante en Mi Iglesia.

9º -      Son responsables de la infección en el campo doctri­nal y no pocas veces moral en muchos seminarios y de la difusión de errores y herejías, haciendo de la Iglesia una pavorosa Babel por lo que no se en­tienden ya sino poco y mal.

10º -     ¿A quién se deben imputar las múltiples contradic­ciones de la Pastoral moderna, sino a los Pastores y a los sacerdotes debido al torpe uso de su autoridad?

Justamente se ha dicho que se debe defen­der y salvaguardar el principio de autoridad a causa de la anarquía que se propaga, pero también se ha dicho que el ejercicio de la autoridad debe cam­biar y que la paternidad y la firmeza se pueden con­ciliar muy bien en un padre Pastor de almas.

11º -     Es luego culpa gravísima de muchos Obispos y sacerdotes haberse dejado influenciar por la diabólica vida moderna, en muchos casos aprobándola y bendiciéndola, ellos, escogidos para una acción totalmente contraria; ellos, escogidos para contrarrestar las fuerzas oscuras del mal y oponerse a su acción demoledora en Mi Iglesia, ellos, las lámparas encendidas en el mundo, se han dejado superar y apagar por la oscuridad del infierno, ellos, el fermento de vida y levadura para el pueblo de Dios, ellos, la sal de la tierra, se han dejado desecar y paralizar por la agresividad de los Demonios.

12º -     Son culpables de emular a los grandes y poderosos de la tierra en el modo de gobernar; son taimados en su diplomacia, olvidando que Yo, Verbo Eterno de Dios, Redentor de la humanidad, Sumo y Máximo Embajador de Dios ante la humanidad entera, he te­nido una sola diplomacia, la de la Verdad; en cambio ellos, compitiendo y emulando a los diplomáticos del mundo se han hecho unos expertos, y a menudo maes­tros de mentira; en realidad la diplomacia del mundo es el arte de mentir, y también ésta es una tre­menda responsabilidad.

El padre del hijo pródigo ha usado la diplomacia del amor.

Yo, Jesús, no he sido un gobernador en los tres años de mi vida pública, nunca he buscado honores, aprobaciones ni consensos humanos, sino que Yo, el Buen Pastor, el Padre del hijo pródigo, he tenido siempre y sólo un único deseo: la Voluntad del Padre y la liberación de las almas del terrible yugo de Satanás en quien hoy ya no se cree.

13º -     Por último, debo imputar todavía a Pastores y sacerdotes, como culpa grave, una insensibilidad por los que sufren, por los enfermos, de mente y cuerpo, por culpa de las fuerzas oscuras del infierno.

Insensibilidad increíble, inconcebible insensibilidad en estridente contraste con las enseñanzas evangélicas, con los ejemplos de Mí, Verdadero Dios y Verdadero hombre, y con los poderes que Yo he dado a Mis Apóstoles y a sus sucesores de curar a los enfermos y de echar a los de­monios.

¡En esto la mistificación se ha llevado a los límites extremos!

¿Pero qué piensan Obispos y sacerdotes que Yo, Ver­dadero Dios, haya dicho cosas inútiles y vanas? ¿Qué piensan que Yo, Jesús, Verdadero Dios haya pronunciado palabras e impartido enseñanzas no útiles y no necesarias en todos los tiempos?

Yo soy Dios, no estoy condicionado ni por el tiempo ni por el espacio, mis enseñanzas son válidas para todas las generaciones, pero ¿Qué tipo de fe tienen Obispos y sacer­dotes de esta generación atea, perversa e incrédula?

¿Pero cómo piensan mis Obispos que los tiempos actuales sean diversos de los tiempos míos cuando humana­do viví sobre la tierra?

¿No han caído entonces en la cuenta de que todo el progreso moderno, este progreso material manipulado por Satanás ha servido al mismo Satanás como instrumento de desór­denes y de perversiones personales, sociales y mundiales?

¿No han caído en la cuenta mis Obispos y sacerdotes de que el fin del hombre no es la tecnología ni el bienestar material escindido del supremo interés espiri­tual de la humanidad entera?

¿No han comprendido entonces Obispos y sacerdotes, o se les ha hecho más cómodo no querer comprender para no chocar contra las fuerzas oscuras y misteriosas del mal, contra las cuales, en lugar de usar el arma de la verdad, han preferido usar el arma diabólica del compromiso?

¿Qué han hecho de la tremenda responsabilidad, que incumbe sobre su sacerdocio, ellos que como naturales maestros eran y son los únicos que tienen la obligación de poner en guardia a las almas contra el peligro, contra las insidias inherentes al progreso material y a la civilización del consumo?

No, hijo mío, no te preocupes por la verdad; bien­aventurados aquellos que sabrán acoger la verdad con hu­mildad, para el bien personal y social de Mi Iglesia.

Por desgracia no han sido escuchadas mis reite­radas llamadas e invitaciones para escudriñar e interrogar sus conciencias, ¡Todas han caído en el vacío!

Hijo mío, es tremendo resistir a la Bondad Divina que llama a la puerta de las almas que quiere salvar; un predecesor de ellos, Judas, resistió, pero su resistencia fue su perdición.

Te bendigo, hijo, repara, reza y ámame.

 

7 de Diciembre de 1976

 

ENGENDRADOS EN EL AMOR Y EN EL DOLOR

 

Escribe, hijo mío:

Soy Yo, la Madre, Virgen Inmaculada, soy la Madre del Unigénito Hijo, desde siempre generado por el Padre, en la plenitud de los tiempos, hecho Carne en mi seno purísimo; soy la Hija predilecta del Padre, sobre Mí se posa Su mirada misericordiosa; soy la Esposa del Espíritu Santo que me irradia con su Amor Infinito; soy, hijo, la Inmaculada Concepción, Madre de Mi Jesús y vuestro tam­bién, Salvador y Redentor; soy vuestra Madre.

Os he engendrado en el amor y en el dolor; y en el amor y en el dolor continúo engendrándoos. Amo a Jesús, el amor por El no es explicable en términos humanos, no lo podéis comprender estando aún sobre la tierra, Él es ver­dadero Hijo de Dios y verdadero hijo mío. Amarlo a Él verdadero Dios y verdadero Hombre, es para Mí una ley de naturaleza, es para Mí necesidad absoluta, más de lo que sea para vosotros el respirar para vivir. Yo no puedo no amar a Dios, Uno en su naturaleza, esencia y Voluntad, aun en la Trinidad de las Tres Personas.

Pero, hijo mío, soy también Madre vuestra y como tal Yo os amo con la misma intensidad con la que amo a Dios; pero ­mientras mi amor a Dios genera en Mí una felicidad, también ésta inex­plicable en términos humanos porque en Mi el amor por la Trinidad Divina es perfecto, Yo vivo en la Trinidad, vivo de la misma Vida Divina, partícipe de las perfecciones di­vinas y de la misma omnipotencia, omnipresencia y omnis­ciencia divinas por gracia, para el amor que nutro por vosotros no es así, porque mi amor por voso­tros está ligado a un sufrimiento, que también para vosotros éste es incom­prensible, en cuanto que vosotros hombres sois incapaces de vivir vuestra vida de prueba con la  fidelidad ple­na como deberíais, porque vosotros hombres ¡ofendéis tan gravemente al Mío y vuestro Dios, mi Amor!

Yo soy la Virgen Inmaculada, Madre de mi Dios, Uno y Trino y Madre vuestra, pero entre vosotros y Yo está el pecado vuestro, están los pecados de la humanidad.

Con mi Jesús os he liberado de las garras de las po­tencias del mal; vosotros hombres ingratos no queréis creer, y, en vuestra ilimitada malicia, continuáis ofendiendo a Je­sús, traspasando continuamente mi Corazón de Madre.

El Calvario continúa y Yo con dolor indecible debo continuamente repetir al Padre: "Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen".

La ofensa hecha a Mi Hijo es espada que penetra en mi Corazón.

Ni siquiera las lágrimas de sangre han servido para sacudir la dureza del corazón humano.

Mañana, 8 de Diciembre, es la fiesta de vuestra Madre Celestial y los hijos buenos festejan gozosamente a su Madre en las ocasiones que a Ella se refieren. Hijos míos, festejad La Inmaculada, poned ante sus pies vuestros gozos, vuestros dolores y vuestras oraciones; Ella está al pié de la Cruz y mira hacia vosotros y os bendice.

Rezadle y poned a sus pies vuestros propósitos de bien; decidle que queréis estar con Ella en vida y en muerte; hijos míos, sed bendecidos, sed perseverantes.

La hora no está lejana; preparaos con confianza, Yo, la Inmaculada no abandonaré a las fauces salvajes de las potencias del mal y salvaré a quien me haya honrado con la fe, la fidelidad y con la oración del Santo Rosario.

¡Rezadlo todos los días con perseverancia y Yo vues­tra Madre, os salvaré!

Hijo, te bendigo; tú sabes que con mi Esposo José estamos a tu lado; los hijos no temen, sino que aman a la Madre.

 

8 de Diciembre de 1976

 

EL HUMO DE SATANÁS

 

Escribe, hijo mío,

¿cuántas veces no se ha dicho, o mejor, repetido, las palabras del Papa: "El humo del Infierno ha entrado en mi Iglesia".

Mi Vicario Pablo VI, ha pronunciado estas palabras verdaderísimas, terriblemente verdaderas, pero han caído en el vacío; desde lo alto se debía comenzar a considerar y meditar estas palabras; por los Obispos se debería iniciar, porque ellos son una columna fundamental de la Iglesia, de la que forman la espina dorsal; por lo tanto, era según la lógica de la razón y de la fe que fuesen ellos los primeros en acoger las palabras del Santo Padre y hacer de ellas objeto de reflexión y de meditación para pasar a un acto práctico y realista; esto es, interrogarse a sí mismos, la propia conciencia, escrutarla hasta el fondo para averiguar si las palabras del Santo Padre no hubieran constituido una seria llamada, una advertencia valerosa y severa para ellos.

Hijo, una vez más te digo, para evitar equívocos, entre mis Obispos no faltan, aunque no sean muchos, los santos, pero la mayoría o no escuchan las palabras del Pontífice o si las han escuchado las han acogido como cosa que  no les concernía a ellos.

Hijo mío, pero ¿qué cosa,  ha querido decir el Pontífice con esas palabras?

 

Tienen ojos pero no ven

 

Te lo explico Yo, Jesús. Mira, hijo, según vuestro juicio humano pocas culpas pueden igualar la gravedad de la culpa de una prostituta; no es que intente justificar ningún pecado, porque todo pecado es siempre un gra­ndísimo mal, pero también en el mal hay una gradación.

Escucha hijo, ¿recuerdas el episodio de la adúltera en el Evangelio que estaban a punto de lapidar? Gravísimo pecado el adulterio, pero Yo te digo, hijo, que el pecado que estaba en el corazón de aquellos que a la adúltera habían condenado a la lapidación, era mucho, mucho más grave que el de la adúltera, por­que era pecado de soberbia y de orgullo, y la soberbia y el orgullo son el pecado de Satanás.

¿Qué quieren decir entonces las palabras del Santo Pa­dre "el humo del infierno ha entrado en la Iglesia?” El humo lleva oscuridad, el humo mancha, el humo impide ver porque en medio del humo los ojos arden y se necesita cerrarlos aún contra la voluntad. La soberbia es el humo que ha entrado en mi Iglesia por el cual muchos Pastores de almas y sacerdotes, no ven, no compren­den el mar de confusión y contradicciones en el que viven. Esto quería Satanás, esto ha logrado su acción malvada; no se comprendían a sí mismos los jueces de la adúltera, no se comprenden a sí mismos muchos Obispos y sacerdotes, porque no ven el abismo que está para abrirse bajo sus pies.

 

El que crea será salvo

 

No estoy para hablarte de lo que ya te he hablado ampliamente en otros mensajes; las contradicciones de la pastoral moderna son tales y tantas que muchos cristianos las ven y las deploran, pero no las ven ni sacerdotes ni Obispos, porque han caído en la complicada red que Sata­nás ha sabido tenderles.

Hijo mío, lo que causa dolor es su obstinación.

Los he invitado muchas veces a considerar bien su vida a la luz del Evangelio, del cual aceptan lo que les conviene e ignoran lo que se les hace incómodo; no ven el humo del infierno que los envuelve; ni siquiera han rozado su mente las palabras del Santo Padre que estaban antes que a nadie, dirigidas a ellos, los Obispos y los sacerdo­tes, y después a todos los fieles.

Hijo mío, todavía me veo obligado a decirte y a repetirte que no quiero Yo la hora de la purificación en la que muchos aún se resisten a creer ignorando Lourdes, Fátima y otras numerosísimas intervenciones Mías y de Mi Madre; si no se deciden a una conversión hoy, mañana podría ser demasiado tarde.

Hijo mío mira la gran desolación que hay en Mi Iglesia; reza y haz rezar. Ofrécete, confía y espera en la Misericordia Mía y de Mi Madre y no quedaréis solos.

Aquellos que humildemente hayan creído serán salvados. Ámame.

 

9 de Diciembre de 1976

 

CUANDO LOS CENTINELAS NO VIGILAN

 

Hijo mío, escribe:

Los Obispos, con el Papa, son los custodios de los va­lores inestimables de la verdad, es decir, de aquel patrimo­nio formado por mi doctrina y mi palabra.

Los Obispos con el Papa son los naturales custodios de los valores morales y espirituales gratuitamente dados a mi Iglesia.

Los Obispos con el Papa son los custodios de los va­lores inestimables de la fe, de mi doctrina y de la palabra viva porque es divina y eterna, y no cambia ni muda con el cambiar y mudar de los tiempos, como no pocos lo pien­san en Mi Iglesia, como los teólogos herejes, sí, herejes, por­que son soberbios y presuntuosos; los Obispos con el Papa son los naturales custodios de los valores espirituales de la Redención, de mi Ley que no muda ni puede mudar jamás, porque es eterna y divina y por tanto nadie, ninguno en la tierra ni siquiera Mi Vicario, tiene el poder de mani­pularla y ponerla al servicio del orgullo y del egoísmo hu­mano.

Los Obispos con el Papa tenían, tienen y tendrán el sagrado deber de una cuidadosa, cautelosa y perseveran­te vigilancia porque estos tesoros espirituales son gratuita­mente dados por Dios a la humanidad para que ésta se pue­da emancipar de la tiranía del príncipe de las tinieblas y así liberarse del mal y elevarse para unirse nuevamente a Dios Uno y Trino, Alfa y Omega. Creador y Señor de toda cosa.

Era y es tarea de los Obispos proteger la fe de los ataques de las fuerzas oscuras del mal, las que arreme­dando a Dios, se sirven en su acción demoledora exactamen­te de aquellos que, escogidos por Dios, deberían ser hijos devotos, fieles, amorosos y celosos de Su Gloria y del bien de las almas; pero por desgracia no pocos consagrados, oscurecidos por la soberbia, plaga terrible y profunda de Mi Cuerpo Místico, no se han dado cuenta de la obra satánica de destrucción y de ruina por parte de mis ene­migos, que son vuestros enemigos y de Mi Iglesia, y cuando han advertido el peligro no han reaccionado con la ener­gía y fuerza debida, porque tenían miedo de perder su prestigio, tenían y tienen miedo de perder su dignidad.

 

Si un ciego se hace guía...

 

¿Cómo se explica, hijo mío, la propagación del error, de la inmoralidad?

¿Cómo explicar el pulular de la herejía, cómo ex­plicar incluso la apología de leyes contra natura, como el aborto, el derecho a la prostitución, la apología del delito?

Es verdad, no han faltado voces de protesta por parte de pocos buenos, pero también es cierto que ha fal­tado aquella movilización en masa de Mi Iglesia, usando todos los medios lícitos y aceptados, sea espirituales, sea mate­riales, para la defensa de los derechos divinos de la verdad, y del bien de las almas. Gravísima culpa para Obispos y sa­cerdotes que no han reaccionado como habrían debido, por el contrario, muchas veces, por motivos que es mejor ca­llar, ellos mismos se han hecho indirectamente cómplices e instrumentos del mal.

Mira, hijo mío, las contradicciones reales y patentes de la pastoral moderna, tan es verdad que por esa necedad, las estructuras de la Iglesia están todas en vía de eliminación o cuando menos en crisis, mientras funcio­nan a toda vela las estructuras de Satanás que son las estructuras de la sociedad ateizada y materializada por Satanás para la divulgación de todos los males doctrinales, morales y a menudo aún físicos.

¡Oh, cuánta ceguera y debilidad en Mi Iglesia! Los Santos y los Mártires ¡no fueron, no son ahora, ni serán jamás unos miedosos!

Los enemigos de Dios y de la Iglesia se han unido para el mal; si en igual medida se hubieran unido para el bien mis Obispos y mis sacerdotes, ¡el rostro de Mi Iglesia no sería como es hoy!

 

¡Tremenda responsabilidad por las gravísimas omisiones!

 

Cierto que no valdrá la justificación ni la afirma­ción hecha ante Mí, Eterno Juez, de que los medios del progreso moderno, en particular los medios de comunica­ción son los responsables de los males existentes en el se­no de mi Iglesia... Soy Dios y conozco muy bien las raíces todas de la crisis presente, conozco muy bien sus diversos orígenes, por esto digo que las justificaciones aducidas, poco sirven ante mi justicia divina.

Los mismos medios y la misma tecnología podrían servir para el bien y podrían servir para contener el mal si una fe viva, despojada de apasionamientos racionalistas o marxis­tas, si una fe operante y pura hubiera sido opuesta a las fuerzas del mal.

¡Seré Yo, en mi juicio, quien valore el grado de respon­sabilidad colectiva y personal de mis sacerdotes y de mis Obispos!

Será inútil toda evasión, del juicio de Dios nadie puede ni podrá jamás escapar. Sobre la conciencia de mu­chos Pastores y sacerdotes, pesan tremendas responsabilida­des; cito las gravísimas omisiones que ha habido para contener las fuerzas del mal, que no sólo  debían ser contenidas sino contraatacadas con todos los medios que Yo, Jesús, y Mi Madre con el ejemplo, con la humildad, con la penitencia, insistentemente os hemos enseñado.

Repito una vez más que han tergiversado sustancial­mente la regla de vida cristiana; la vida es prueba; la vida es lucha contra las fuerzas oscuras del infierno que la in­sidian; alterar esto es tergiversar el cristianismo, es malinterpretar la Redención y resquebrajarla en su esencia.

No, hijo mío, será mucho mejor y más sabio no rebe­larse, sino arrepentirse humildemente de los errores come­tidos.

Te bendigo, ámame.

 

9 de Diciembre de 1976

 

MEMENTO HOMO

 

Hijo mío, escribe,

Yo, Jesús, Hijo de Dios viviente, debo intervenir una vez más para recordar a los cristianos, a mis sacerdotes y a los sucesores de mis Apóstoles, que no son otra cosa que un puñado de ceniza, amasijo de putrefacción.

Por lo que parece esta verdad saludable ya no es mo­tivo ni de meditación ni de predicación; sin embargo el Espíritu Santo la ha recomendado, conteniendo ella tanta fuerza de convicción y persuasión, porque no es una ver­dad abstracta, sino bien concreta, de la que el hombre, si lo quiere, puede sacar una saludable experiencia.

Hijo, la disimulada e insidiosa obra del Maligno parece haber atrofiado las almas haciéndolas incapaces de abrevar en los cristalinos y puros manantiales de la Revelación. ¿No saben los cristianos, tantísimos sacerdotes míos y no pocos Pastores aquello que en realidad son?

¿Están cegados hasta tal punto que no comprenden la tremenda realidad que sin Dios son la pura nada, nada va­len y nada pueden?

¿No saben que no pueden prolongar su vida ni un solo minuto más de lo que eternamente ha sido decretado?

¿No saben que la muerte les puede arrebatar en cualquier ins­tante?

 

Vanidad de vanidades

 

La Sabiduría, hijo, es un don grande y maravilloso que jamás envejece y quien la posee permanece eterna­mente joven en su espíritu y su alma. Pastores, ministros y fieles de­berían pedirla a quien puede darla, al Espíritu Santo.

La Sabiduría es luz capaz de hacer huir a la oscuridad que brota de la soberbia y de la vanidad del hombre que ni de esto se da cuenta. La fiebre contagiosa que anima a esta generación extraviada e inicua por su incredulidad ha hecho olvidar las exigencias de la vida sobrenatural, de la Vida de la Gracia, las exigencias del Espíritu como las de la sabiduría.

¡Pobres cristianos, pobres sacerdotes, pobres Obispos

Escucha, hijo mío, si te hiciera ver las habitaciones de trabajo y de descanso de tantos ministros míos, te encontrarías con montañas de libros, periódicos y revistas de toda clase y género; aquí sería el caso de recordar, de decir lo que se ha dicho de los sacerdotes hebreos: haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen, pero libros de piedad sólida encontrarías bien pocos. La sabiduría, don estupendo del Espíritu Santo se ha esfumado, porque no puede estar ni albergar en las almas en crisis de fe.

Hijo, hay que rehacer todo desde sus fundamentos esto es lo que ha dicho un gran Papa: Pío XII; si un gran Papa, un santo Pontífice ha dicho que todo hay que rehacerlo, quiere decir que lo corrompido se ha generalizado, ya sea en la base como en el vértice. No lo quieren admitir muchos porque admitirlo querría decir en parte aceptar ser corresponsables de esta situación desastrosa, y porque para admitirlo se necesitaría una tal dosis de humildad que no la hay, porque si hubiera esta virtud con la que Yo he vencido a Satanás y a sus legiones, ellos también habrían vencido a las fuerzas del mal.

 

No se quiere creer

 

No hijo, Dios es longánime, es bueno, paciente y misericordioso, mientras los hombres ingratos no hacen otra cosa que abusar de esta infinita bondad, pero los hombres, hoy a merced de Satanás, están caminando hacia el abismo que los engullirá.

Han rechazado y rechazan la verdad y la luz y quien camina en las tinieblas no se da cuenta de la fosa que se lo tragará.

Hay un aspecto pavorosamente trágico en toda esta perversión, un aspecto cuya iniquidad es sin limites cuya perfidia es mantenida diabólicamente escondida a la ma­yoría, a las víctimas del demonio, del odio ilimitado con el cual las fuerzas del infierno tiranizan a esta pobre hu­manidad, no excluida Mi Iglesia; no se quiere ver este lado trágico, no se quiere creer, aunque estén sufriendo sus malvadas consecuencias.

Pregunto: ¿Entonces, Jesús mío, el odio toma la su­premacía sobre el amor? ¿Entonces la luz no tendría la supremacía sobre las tinieblas? ¿El error tendría la supre­macía sobre la verdad?

Respuesta: No hijo mío, serán los hombres mismos quienes provocarán el inminente conflicto y seré Yo quien someteré las fuerzas del mal al bien. y será La Madre, María Santísima, quien aplastará la ca­beza a la Serpiente dando inicio así a una nueva era de paz.

Será el adviento del reino mío sobre la tierra, será el regreso del Espíritu Santo para un nuevo Pentecos­tés, será mi Amor misericordioso el que va a derrotar el odio de Satanás. Serán la verdad y la justicia las que prevalecerán sobre las herejías y sobre la injusticias. Será la luz que hará huir a las tinieblas del infierno.

Te bendigo, hijo mío ámame.

 

10 de Diciembre de 1976

 

SANTO TEMOR DE DIOS

 

Hijo mío, escribe,

Si Dios pudiera cambiar sus enseñanzas, no sería ya Dios; la Palabra de Dios no se muda, no cambia ni cam­biará jamás; ella es eterna como Dios. Ahora bien, Dios ha dado a los hombres una norma de vida, el mandamiento del amor, pero también ha dicho que el amor a Dios debe estar unido al Temor de Dios.

Así como el amor es un don que es preciso pedir sin interrupción, así también es un gran don el te­mor de Dios. ¡Teme al Señor que pasa! Pero los hombres de esta generación verdaderamente perversa han alterado todo e intentan demoler todo.

Del temor de Dios hoy no se habla ya, se habla del amor de Dios, pero del temor no, porque dicen que el temor no se concilia ni puede conciliarse con el amor así como encuentran inconciliable en su necedad la Justicia y la Misericordia, encuentran inconciliables el Amor y el Temor de Dios. En suma hoy se aceptan las cosas que son cómodas y se rechazan las que son incómodas.

Esta es la absurda postura que pastores, sacerdotes y cristianos han adoptado con relación a Dios y en esta absurda postura es evidente la insidia del enemigo que se propone demoler a Dios en el ánimo de los hombres, sirviéndose de la necedad de ellos mismos, demoler el edificio de la Iglesia, desmoronando piedra por piedra; ¿quién habla hoy del Temor de Dios? ¿Quién habla ya de la Justicia Divina? ¿Quién habla de la presencia de Satanás en el mundo, que con sus legiones rebeldes guía la lucha contra Dios y contra los hombres, encontrando por desgracia colaboradores entre estos últimos, aún en­tre almas consagradas no excluidos los Obispos?

 

Ay de aquellos que desafían la ira de Dios

 

Dios es terrible en su ira, ay de aquellos que desa­fían la ira de Dios guareciéndose en la cómoda concepción de que en Dios sólo hay amor y misericordia.

Muchos condenados quisieran poder volver atrás para reformar sus conceptos ahora que ven y comprenden con toda claridad el astuto engaño de Satanás y de su feroz maldad.

Hay una voluntad permisiva que explica sumamente bien la indignación del Señor por su pueblo infiel: guerras, revoluciones, epidemias, terremotos y tantas otras innumerables calamidades vienen del demonio, pero permi­tidas por Dios, por Sus providenciales y sapientísimos fines.

 

Los setenta años de esclavitud babilónica fueron per­mitidos por la indignación que los muchos pecados del pueblo hebreo habían provocado; la destrucción de Sodo­ma y Gomorra no fue de Dios, ningún mal viene de Dios jamás, sino siempre del infierno con la complicidad y perversión humanas. Sodoma y Gomorra y otros innumerables castigos, fueron puniciones no promovidas, sino permitidas por Dios para el arrepentimiento de los hombres. El mismo diluvio universal fue provocado por el infierno con la com­plicidad de los hombres corruptos.

 

El amor no puede permitir el exterminio de la humanidad

 

Los hombres dicen que no temen a Dios; esto es una tremenda blasfemia cuyas terribles consecuencias se purgan en esta tierra y más allá de la vida terrena como en los tiempos pasados.

Tiempos de ceguera, tiempos de oscuridad, porque son tiempos de soberbia. Este hombre, menos que gusano que se arrastra en el fango y en el polvo de la tierra, que tiene la duración de un día, osa desafiar enorgullecido por su ciencia y su tec­nología al Creador y Señor del universo. ¿Hasta cuándo, hijo mío?

Yo soy el Amor. El Amor no puede permitir el  desastre de la humanidad querido por Satanás. Yo soy el Amor Eterno e inmutable, por lo que no puedo que­rer la ruina eterna de las almas.

El infierno será derrotado; mi Iglesia será regenera­da; mi reino que es reino de amor, de justicia y de paz, dará paz y justicia a esta humanidad sojuzgada por las po­tencias del infierno que mi Madre derrotará.

El sol luminosísimo resplandecerá sobre una humanidad mejor; ánimo pues, no temas a nada.

Reza y repara, ofrécete a ti mismo a Dios. Te bendigo

 

2 de Enero de 1977

 

BUSCAD Y ENCONTRARÉIS

 

Escribe, hijo,

Descubrir la verdad es mucho más que descubrir un grandísimo tesoro; el hombre en su necedad engendrada por la soberbia, ignora todo esto, por eso no la busca con la in­dispensable humildad de espíritu y al no buscarla, no la puede encontrar.

Hay hombres que la buscan pero no lo hacen con el esencial espíritu de humildad, insustituible, sin el cual to­do esfuerzo en relación con ella se hace vano e inútil.

Hijo, una vez más te debo repetir que precisamente los mismos destinados por mí a ser la luz del mundo, la sal de la tie­rra, la levadura que fermenta, se han oscurecido pavorosamente y lle­nado de tinieblas porque carecen de este es­píritu de humildad, por lo que no sólo no ven, sino que ni aún comprenden las verdades y realidades espirituales que con mucha claridad deberían ver, con intensidad de fe y con ardiente amor y celo vivir, y transmitir a otros. Me refiero a muchos Obispos y a muchísimos sacerdotes de mi Iglesia.

Por esta culpable necedad y oscuridad ha venido a Mi Iglesia una crisis tremenda de fe y de moral, por la que se ha inundado de errores y herejías, en tal número que no encuentra precedente en el pasado; pero lo que es más paradójico y absurdo es que están buscando en el exterior las causas de esta crisis, naturalmente sin éxito. No ven el mal que les aflige y por el que están afectados; si tuvieran conocimiento de lo que está oculto a sus ojos, natural­mente por su orgullo, quedarían pasmados al tener que constatar que almas humildísimas, simples y escondidas que no han recibido los dones inherentes a la Sagrada Ordenación Episcopal o presbiteral, privadas por tanto de los dones recibidos por todos los Obispos y sacerdotes, ven con clari­dad las verdades reveladas o intuyen su valor, y sufren por la destrucción que el orgullo y la ambiciones han obrado y obran en mi Cuerpo Místico.

 

Presunción y orgullo, raíces de la crisis de fe

 

Hijo, quiero ser más claro. ¿Creen o no creen no pocos Obispos y muchísimos sacerdotes, en la realidad de la lucha en acto por la rebelión de Satanás y de sus legiones?

Creen naturalmente, pero no sobrenaturalmente, es decir, conocen lo que Biblia, Evangelio y tradición dicen al respecto, pero este conocimiento está privado de su alma, esto es, de aquella luz que brota de la Sabiduría, don del Espíritu Santo, recibido en la Ordenación, pero sofocada esa luz y destruida con la presunción y el orgullo.

He aquí por tanto confirmado lo que te he dicho: buscan fuera de sí mismos desviviéndose en mil modos, iniciativas, reuniones inútiles e infecundas; Satanás les ha cortado las alas por lo que se agitan, pero no pueden emprender el vuelo hacia las conquistas espirituales para las que fueron llamados, y para las que fueron honrados con gran dignidad e insuperable potencia.

¡Pobres desventurados! No ven, no comprenden, trompican en la oscuridad más espesa, inofensivos contra las reales, oscuras y misteriosas potencias del mal, son la causa, si no la única, sí ciertamente la más grave de los muchos males de mi Cuerpo Místico.

Ríe, triunfa el enemigo, él, Satanás con sus legiones ha usado el arma más mortífera, su soberbia, de la cual ha contagiado al mundo y en el mundo a la Iglesia.

Obispos y Sacerdotes que conocen naturalmente, mas confirmo que no sobrenaturalmente la Biblia, Evangelio y tradición, se han convertido en seres nocivos para la Iglesia porque el veneno diabólico cubierto con el vestido de una pseudo humildad, produce su efecto demoledor.

Hijo, ahora podrás comprender mejor la raíz de los muchos males que llevan a las almas a la perdición.

 

¿A quien imputar la hora ya cercana de la purificación?

 

Respondan los Obispos y muchísimos sacerdotes:

1) ¿Cómo creen en las palabras de la Biblia acerca de la gran batalla combatida entre los Angeles fieles y entre los demonios rebeldes?

2) ¿Cómo creen en mi Mandato dado a los Apóstoles de ir por el mundo a llevar mi palabra de vida para curar a los enfermos y arrojar los demonios?

3) ¿Cómo creen en las tremendas luchas combatidas por todos los Santos en el curso de los siglos?

4) ¿Cómo creen, no pocos Obispos y muchísimos sacer­dotes, en los muchos males físicos y espirituales que afligen a la humanidad y cómo se las explican a su grey?

5) ¿No saben que todo mal es una imperfección y por tanto como tal no puede ser de Dios?

Sólo y siempre, hijo mío, si es que creen y cuando creen, lo creen naturalmente y por ciencia humana, no por sabiduría divina y por esto es por lo que no han sabido organizar la lucha contra el infierno que hoy es casi el amo indiscutible de la humanidad y de mi Iglesia.

¡La hora de la purificación se acerca! ¿A quién se debe imputar?

Hijo, por esta noche basta. Te bendigo y ámame.

 

3 de Enero de 1977

 

¿QUÉ FE?

 

Prosigamos, hijo mío, el precedente mensaje:

¿ Porqué hijo mío, no pocos Obispos y muchísimos sacerdotes, es más: la casi totalidad no bendicen[62]?

Porque su fe es simplemente humana, cómo son únicamente humanas sus virtudes; en consecuencia sus bendiciones, admitido que las hicieran, serían actos simplemente humanos, privados por tanto de su verdadera alma de fe y consiguientemente, estériles e ineficaces.

Te he dicho repetidamente en precedentes mensajes que ha llegado la hora de poner la segur a la raíz, pero para poder realizar este acto de saneamiento interior, es necesario conocer las raíces que hay que cortar. Por esto te expliqué ayer con mayor claridad cuál es el enemigo que hay que derribar sin tregua y sin titubeos, sin miedos ni temores, sin piedad.

Satanás, la soberbia personificada, y sus diabólicas legiones, ha contagiado de este mismo mal al mundo, la entera humanidad y a mi Iglesia. Todo el mal físico y espiritual tiene una sola y única raíz: Satanás.

Satanás, el mal, con sus legiones, de naturaleza superior a la naturaleza humana, con el engaño y con la insidia, rodean a las almas de los hombres, dedicando, particular atención y cuidado a las almas de los consagrados, de Obispos y sacerdotes, de religiosos y religiosas, para sembrar así mayor ruina en la Iglesia y perder el mayor número de almas.

De hecho la perversión es mayor y más aguda en los pueblos cristianos que en los no cristianos.

 

Parecen vivos, pero vivos no lo están

 

Maestros insuperables son estos asquerosos demonios por su superioridad de naturaleza, en su maestría en el mentir; es relativamente fácil desviar a los cristianos, a los sacerdotes y aún a los Obispos del camino recto en nombre de la dignidad, en nombre de la personalidad y no raramente en nombre del deber, los impregnan de falso celo, de un ardiente deseo de hacer, por lo que descuidan la piedad, la vida interior y se acentúa cada vez más la actividad exterior, terminando poco a poco por olvidarse de Dios al que sustituyen con su yo.

Exteriormente te parecen vivos, como ciertos mani­quíes expuestos en los escaparates, pero en realidad, vivos no lo están; te parecen buenos y hasta santos pero no son ni buenos ni santos; se sustituyen a Mí, Verbo Eterno de Dios que me ven esfumado en las profundidades lejanas de los tiempos, pero no me sienten vivo, verdadero y real, pre­sente en la persona de Mi Vicario al que poco aman, que raramente escuchan y del cual casi nunca transmiten a sus sacerdotes y fieles sus sabias palabras.

En mensajes precedentes te he dicho que para con­jurar tan gran mal, Yo he trazado con mi vida terrena con mis palabras, con mis ejemplos, un camino segurísimo de humildad, pobreza y obediencia, de oración, de morti­ficación; ellos no han querido tomar este camino y se han perdido en los pavorosos laberintos de la soberbia y de la ambición.

Sólo por esto, hijo, se han quedado sordos a mis lla­madas; por esto han resistido y resisten a mis adverten­cias y a mis invitaciones a la conversión.

¿Cómo convertirse ellos, los maestros?

Sin embargo, he indicado el remedio a su gravísimo mal: la soberbia que puede ser vencida sólo por la virtud opuesta: esto es, la humildad.

 

Exemplum dedi vobis[63]

 

Yo, Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre os he precedido con el ejemplo: Yo soy un misterio de infinita humildad presente en la Eucaristía.

¿Obispos y sacerdotes ignoran esto?

Si es sí, es la confirmación de la oscuridad en la que están sumergidos; sí es no, entonces: ¿Cómo explicar su absurdo y paradójico comportamiento, en estridente oposición, Conmigo, Verbo de Dios, Salvador y Redentor de la humanidad?

¿Cómo explicar, hijo, la caída de todas las fortalezas espirituales diseminadas en toda Mi Iglesia: Seminarios, Ordenes, Congregaciones religiosas, conventos, monasterios?

¿Cómo explicar el profesionalismo, que ya en otro lugar te he señalado? ¿Cómo explicar su diplomacia, émula de la mundana, que se puede definir como el arte de mentir y de la hipocresía, tanto que se dice que un buen diplomático debe convencer a sus interlocutores de lo contrario de lo que dice?

Hijo mío, estamos en el lado opuesto de lo que Yo he enseñado: mi diplomacia ha sido la de la verdad, aún cuando la verdad me ha llevado a la Cruz.

Han olvidado completamente lo que se ha dicho en el Evangelio: si es sí, sí. Si es no, no; ésta es mi diplomacia.

Repito, es la diplomacia de la verdad, despojada de cualquier interés personal, que es parte del amor verdadero, no ficticio; del amor genuino que tiende al bien de los demás y no a la salvaguardia del prestigio y dignidad personales.

Hijo mío, ¿cómo se ha podido llegar a tal perversión cubierta con el vestido de celo y de santidad?

La respuesta a todas estas preguntas ya te la he anticipado muchas veces: la soberbia y el rechazo declarado, o peor todavía, tácito de Dios; éste es el mayor de todos los pecados.

Te bendigo, hijo mío, repara y ámame.

 

5 de Enero de 1977

 

SEGUIR CON PERSEVERANCIA

 

Escribe, hijo mío.

Soy yo, Don Calabria, un hermano tuyo en el sacer­docio y quiero agradecerte porque te acuerdas de mí coti­dianamente, y por ese amor que nos une al Amor, y de­cirte que yo no he permanecido inerte, sino que he hecho mucho por ti y continuaré intercediendo ante nuestra Ma­dre para que Ella, que todo puede ante Dios, Uno y Trino, te obtenga la ayuda y el consuelo necesario a fin de que tú pue­das seguir con perseverancia queriendo y obrando an­tes que nada y sobre todas las cosas la Divina Voluntad.

Debes Don O., perseguir el designio que "ab aeterno" Dios ha preparado para ti. Conozco las dificultades que te procuran las potencias del mal, pero ¿qué pueden hacer estos seres inmundos si tú permaneces tenazmente unido a Él?

Te quieren asustar, como han hecho conmigo en el curso de mi vida terrena; ¡cuántas noches de insomnio, cuántas molestias, cuántos fastidios me han procurado! Pe­ro todos su esfuerzo cayó en el vacío y ellos, los soberbios, los viles presuntuosos han tenido que descontar derrota tras derrota.

Don O., Pastores de almas y tantísimos sacer­dotes que deberían ser otros tantos pioneros y estrategas en esta batalla, han desertado del campo, traicionando su man­dato, el más grande y el más noble, no creen y no ven, por consiguiente hace falta rezar y hacer rezar por ellos, porque se necesita continuar en la lucha contra la incredulidad, es necesario perseverar en la lucha contra las potencias del mal con los medios que tenéis a vuestra disposición, validí­simos y eficaces.

El enemigo, que considera soberbia y neciamente que tiene en sus manos la victoria sobre el Divino Salvador y su Iglesia, doblemente engreído por el éxito obtenido sobre los consagrados, azuza a sus inmundos secuaces contra todos vosotros, los que resueltamente lo combatís y lo obstaculizáis.

Enviad también las bendiciones a los buenos y santos sacerdotes con el Crucifijo, él sabe que esto marca el inicio de una pastoral nueva, toda centrada en la razón misma de la Encarnación, Pasión y Muerte de Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.

No os detengáis por las indefectibles dificultades que encontraréis; estáis en lo verdadero, en lo justo, por tanto proceded con orden y con firmeza. Decid a los sacerdotes que bendicen, y también a los santos seglares que desean tomar parte viva en esta santa cruzada, que es necesario procurarse ayuda y apoyo, pidiendo a los mejores, oraciones y sufrimientos para sostén de los que combaten la más santa de todas las guerras.

Don O., si os faltan adhesiones en la tierra, os sirva consuelo saber que tenéis el Cielo con vosotros.

Don Calabria

 

10 de Enero de 1977

 

SAN MIGUEL, DEFIÉNDENOS EN LA BATALLA

 

Escribe hijo mío:

Deseo recapitular lo que en mensajes precedentes te he dicho ya acerca de la creación de los ángeles.

Yo, Dios, soy el Amor infinito, el Amor que por su naturaleza tiene necesidad de un acto de amor, por eso he creado un número sin número de criaturas bellísimas, es­pirituales sobre las cuales volcar mi amor.

Pero, antes de admitirlas a la participación eterna de Mi Reino, he pedido también a ellas una prueba que, por desgracia un ingente número no ha querido superar como al contrario, casi dos tercios han querido y sabido superar; a la cabeza de los rebeldes se ha puesto Satanás con un discreto número de Angeles; a la cabeza de los An­geles fieles se ha puesto San Miguel.

Una gran batalla hubo en el cielo, batalla de inteli­gencia y de voluntad; es algo difícil para vosotros haceros una idea. Los derrotados fueron transmutados en demonios horrendos y precipitados al infierno y devorados por la concupiscencia del espíritu, empapados y compenetrados de un odio implacable e inextinguible, generador de todas las más viles pasiones, en las cuales están congelados sin ninguna esperanza de arrepentimiento, y han dado vida al mal, son todo el mal, con el cual se identifican.

No pudiendo verter su odio sobre Dios, vomitan de continuo su odio sobre la humanidad.

 

La caída y la promesa

 

Después de la creación de Adán y Eva, se atrevieron al gran ataque para adueñarse, en los progenitores, de la humanidad entera; el loco sueño de Satanás: la conquista gran e ilimitado reino sobre el cual ejercer soberanía emulando a Dios. La ferocidad de los demonios es despiadada y sin pausa. La insidia tendida a los progenitores no fue sin éxito positivo, vosotros lo llamaríais "golpe de estado", pero para romper sus locas ambiciones intervino Dios con la promesa hecha a los progenitores de la Redención y así tuvo inicio el misterio de la salvación con sus premisas que la Santa Biblia refiere.

En la plenitud de los tiempos, Yo, Verbo Eterno de Dios, desde siempre engendrado por el Padre, me he hecho Carne en el seno purísimo de la Virgen María; Satanás tuvo miedo, vislumbró que su dominio estaba para ser minado, agudizó su odio contra el velado enemigo del que no tenía conocimiento completo. Su desesperación y su odio alcanzaron su vértice contra Mí, Cristo y mi Iglesia, desde el momento en el que, con mayor claridad, lo vino a conocer.

No menos grande, no menos feroz es su desesperado odio contra la Virgen Santísima:

porque Ella lo ha sustituido a él en el primer lugar ocupado por él en el mundo invisible y visible, como la primera de todas las criaturas después de Dios Uno y Trino Creador.

Porque su “Fiat”[64] ha hecho posible la Redención, que ha inferido un durísimo golpe a su dominio instaurado sobre la humanidad con el engaño y la insidia tendida a los progenitores.

Otro motivo de su implacable odio hacia la Virgen Santísima fue originado por el hecho de que su humillante derrota le ha sido infligida por una frágil criatura de mujer, mucho inferior a él por naturaleza; esto ha sido, es,  y será eternamente un tormento superior a todos los tormentos de la tierra, para vosotros hombres incomprensible y tal tormento mataría a cualquier criatura humana si lo debiese sufrir aunque sólo fuera por un instante.

 

Los demonios, tremendamente perversos, pavorosamente astutos

 

Satanás y sus secuaces en medida diversa, son sólo mal, son incapaces de bien, de cualquier bien. Los demonios no sólo odian a Dios, Cristo, la Iglesia y la humanidad entera, sino que se odian entre ellos; son tiranizados  por caudillos feroces e implacables; el único punto de convergencia entre todos, su odio a Dios, Cristo, la Iglesia a los hombres.

Son seres viscosos e inmundos, incapaces de verdad; mienten siempre, incitan al hombre al mal, solicitando el sadismo, las pasiones, la concupiscencia del espíritu y de la carne.

No todos igualmente potentes, pero todos tremendamente perversos, pavorosamente astu­tos. Esta astucia se engendra por su inteligencia corrupta; por la superioridad de su naturaleza han logrado, con una pér­fida tenacidad, destruir en el espíritu del hombre toda no­ción, o casi, de la existencia de ellos, por lo cual, los hombres casi en su totalidad, no creyendo ya en su existencia, han cesado en la lucha por la que Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, he muer­to en la Cruz.

Esta es la causa verdadera del desastre de la Iglesia, de la grave crisis de fe que debilita Obispos, sacerdotes y fieles.

Los demonios temen solamente a Dios, a la Virgen Santísima, a los Santos, (los que viven y quieren vivir en gracia de Dios), de todos los otros les importa un bledo.

Su gran éxito es el de haber empujado a la humani­dad, o de haber creado en la humanidad entera, una civilización materialista, ateizándola; éxito temporal, puesto que a grandes pasos se avecina la hora de la purificación.

Los hombres que van al infierno se hacen también ellos demonios: igual que los demonios están congelados "in eterno"[65] en el mal, en el odio y en toda otra pasión.

Te bendigo, hijo, ámame.

 

12 de Enero de 1977

 

EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO

 

Escribe, hermano mío, soy Don Orione.

¿Podría faltar mi voz al coro de los demás hermanos míos que te han hablado? ¡Naturalmente que no! He aquí por qué también Yo deseo expresarte algunas ideas que te podrán ser útiles para el cumplimiento de tu deber, en particular en este momento, en verdad crucial, que vosotros, militantes sobre la tierra, estáis viviendo.

Ya otros me han precedido en indicarte las causas remotas y próximas de la crisis de fe que aflige a la Iglesia hoy; el mal es tan grande que merece un diagnóstico agudo y preciso, un diagnóstico veraz.

Es verdad, hoy la Iglesia sufre en su naturaleza de Cuerpo Místico de Cristo; Cabeza de este Cuerpo Místico es Cristo mismo, Cabeza real, presente personalmente con su Divinidad y con su Humanidad; como Cabeza fundador, Cristo, que ya no puede después de su Resurrección sufrir físicamente, sufre en cambio espiritualmente, moralmente, por culpa de los hombres que repudian su Redención, su Amor infinito; esto es paradójico, absurdo, de locura, pero verdadero.

Jesús, Verbo Eterno de Dios hecho Hombre, no es un engañabobos o un embustero; Él es la verdad, toda la verdad. ¡Cuántas veces no ha realizado intervenciones extraordinarias para hacer comprender a los hombres distraídos, indiferentes y apáticos, y no rara vez malos y perversos saturados dos de odio contra Él, el Amor!

 

Tienen miedo de creer

 

¡Cuántas veces no se ha lamentado con almas queridas por Él, apariciones innumerables a Santos a los que ha confiado su infinita tristeza y sufrimiento por la ingratitud de los cristianos, por la ingratitud de los consagrados, sa­cerdotes, religiosos y religiosas!

A Santa Margarita ha dicho: `'He aquí el Corazón (mostrando su Corazón circundado de espinas) que tanto ha amado a los hombres, y de quienes no recibe sino ofensas, ingratitudes, desprecios"...  ¿No se ha manifestado cho­rreando Sangre?

Tú mismo, junto con otros eres de esto testigo. ¿A cuántos otros ha hecho ver su Corazón circundado de es­pinas, y qué quería decir con estas espinas?

Estas manifestaciones, testimonio de Su dolor y de Su infinita tristeza, ¡no cuentan, especial­mente en estos tiempos de oscuridad! No obstante todo esto, consagrados y aún Obispos permanecen escépticos, apáticos, impasibles.

No creen (crisis de fe), no creen y no quieren creer, tienen miedo de creer; no quieren admitir lo sobrenatural por todas las consecuencias inevitables que eso lleva; aquí aludo a los consagrados, precisamente a aquellos que deberían dar testimonio de Él ante el mundo ateo. Son justamente los consagrados los que mayormente entriste­cen y desilusionan el Corazón Misericordioso de Jesús.

Si a la apatía, indiferencia, tibieza, incredulidad de los consagrados agregas la avalancha ininterrumpida que se vuelca sobre El, de pecado, de porquerías, de crímenes, de delitos de todas clases, como en Getsemaní. que son cometidos por cristianos y por hombres de todo el mundo, se puede comprender ¡Su inmenso, infinito sufrimiento!

Para quien ama infinitamente a las almas por las cuales ha sufrido infinitamente y sufre, no hay ni puede haber pena mayor, que ver las almas marchar numerosísimas hacia la perdición eterna.

 

El Papa bajo el peso de la cruz

 

Hermano, cómo sufre indeciblemente la Cabeza invi­sible de la Iglesia, en medida diferente pero increíble­mente grande sufre la Cabeza visible de la Iglesia: el Ro­mano Pontífice. El está en el vértice y desde el vértice como ningún mortal ve, a su Iglesia.

Ve allí la soberbia de la que está impregnada, ve la oscuridad que la envuelve toda, ve las laceraciones que la dividen y la desgarran, ve los errores y las herejías con las que teólogos presuntuosos la despedazan, ve el laxismo espiritual y moral, la anarquía en que se debate, conoce los escándalos, conoce el odio y las conjuras urdidas en las sombras por sus enemigos; su corazón está como aplastado y triturado, sólo la particular gracia y asistencia divina es lo que hasta ahora le han impedido a él sucumbir.

Si a todo esto añades la insinceridad de los que son y deberían ser los más cercanos, entonces se comprende cómo la medida de su sufrimiento haya alcanzado el colmo.

Muchos Obispos y la casi totalidad de los sacerdotes ignoran los inmensos sufrimientos tanto de la Cabeza Invisible como de la Cabeza visible de la Iglesia.

Si los motivos de sufrimiento para la Cabeza visible de la Iglesia son tantos y tan graves, hermano, considera cuánto infinitamente son más graves los de la Cabeza invisible, porque El no sólo los ve globalmente, como los ve la cabeza visible, sino que Él ve el mal personal de cada uno de todos los miembros de Su Cuerpo Místico y de toda la humanidad.

Lo que escapa al ojo humano aún al más agudo, no escapa a Su ojo divino.

 

Tremenda anemia espiritual

 

Hermano mío, la Iglesia sufre en sus Santos y sus justos; sufren en la medida en que aman, sufren porque advierten el grave disgusto causado a ellos por la tremenda anemia espiritual de la que están afectados Obispos sacerdotes y almas consagradas en general.

Sufren los Santos y los justos porque contra ellos concentran los esfuerzos de las potencias del infierno, a veces los someten a un verdadero martirio. Hermano no te he dicho todo, sería demasiado largo, pero quiero recordarte que son sometidos a no ligeros sufrimientos los miembros sanos, los comunes fieles, que notan también ellos un disgusto moral y espiritual por la tibia, y con frecuencia no buena conducta de muchos sacerdotes.

A pesar de todo, yo te digo que no te dejes acobardar, influenciar o atemorizar por quien hace todo esfuerzo por conseguirlo; no te preocupes de la necedad humana. Yo nada hubiese hecho durante mi vida terrena si hubiera dado oídos a las voces de los hombres; hace falta ser todo oídos para las voces que vienen de lo Alto: a éstas siempre he obedecido, y fue así como me hice instru­mento en el plano de la Providencia para mi personal san­tificación y la de otras numerosísimas almas.

Valor, hermano, el camino terreno es muy corto, en cambio es eterno el premio que te espera.

No estás solo; contigo y con tus amigos estamos Nos­otros que os hemos precedido en la Casa del Padre Común.

Don Orione

 

20 de Febrero de 1977

 

LUZ EN LAS TINIEBLAS

 

Escribe, hijo mío,

Dios refleja en el universo Su omnipresencia, omnisciencia, omnipotencia. Los hombres, aturdidos por el Maligno, o mejor aún, la naturaleza humana, herida por el pecado original como por un gigantesco peñasco, es como el que se despierta de un colapso cardiocirculatorio, poco a poco toma conciencia confusamente de las cosas, de las voces y de las caras que están en torno a él.

La tragedia provocada por la primera culpa ha sido una gravedad tal como para aturdir por milenios la humanidad entera, privándola de la luz divina, volviéndola incapaz de percibir las grandes realidades espirituales, razón y causa de su misma existencia. Por sí sola, la humanidad jamás habría llegado a un conocimiento preciso y seguro de Dios, si Dios mismo no se hubiera manifestado. El pecado original ha proyectado la humanidad a las más densas tinieblas.

A disipar estas tinieblas, en la plenitud de los tiempos vino el Hijo de Dios, Luz del mundo, hecho Carne en el Seno de la Virgen Santísima, criatura divina más que humana, en el sentido en que emerge de la Omnipotencia, Omnisciencia y Amor Divino, como la flor más bella del universo, florecida en el tiempo pero querida y concebida en la Mente divina en la eternidad.

 

María Santísima es Madre, Hija y Esposa de Dios

 

María, se coloca en el justo puesto junto a Dios, porque es verdadera Madre del Unigénito, Hijo de Dios, verdadero Dios por tanto y verdadero Hombre; por eso Ella es verdadera Madre de Dios.

Por esto se alza por encima de la naturaleza angélica, segunda sólo después de Dios del que es Madre, Hija y Esposa. Ella participa en un modo único e irrepe­tible, por eso es grande y potente, por la misma grandeza y potencia divinas.

¿Por qué, hijo mío, aun habiéndote ya dicho lo anterior en precedentes coloquios, he querido repetírtelo hoy?

Dios no hace nada inútilmente; Yo, Dios, he querido reclamar a tu atención la ilimitada dignidad de Mi Madre para que tú sepas que Ella, por la perfecta correspondencia a las gracias de la Trinidad Divina, fue y es una excepción sin comparación en el pasado y en el futuro, y una excepción en la eternidad; ninguna comunión con Dios ha sido tan grande y perfecta como la de Mi Madre.

Ella no tuvo la sola misión de ser Conmigo Co­rredentora, contribuyendo a llevar al universo el equilibrio tan terriblemente turbado por la rebelión de Satanás y sus secuaces, sino que su calidad de Corredentora la hizo también Madre de la Iglesia a la que Conmigo engendró Conmigo, en el dolor y en el amor y la hizo también partícipe en sobreabundante medida en mi eterno y real Sacerdocio; por esto ante Ella se postran los Angeles del Cielo y los hombres de la tierra, y tiemblan aterrorizados y huyen los demonios del infierno.

 

Madre de la Iglesia y vencedora de los demonios

 

Recordadlo vosotros, sacerdotes de la Iglesia regenera­da, que en nombre Mío y de Ella, deberéis arrojar a los es­píritus malditos a su infierno, y haréis esto sin preocuparos de la necia incredulidad humana y sin tomaros cuidado de la no menos necia inmovilidad de aquellos que debían, deben y deberán guiar a la Iglesia caminante hacia la meta de la salvación.

La Virgen Santísima, Madre de la Iglesia, Reina los Apóstoles y Reina de la Victoria, será Ella la que va a vencer, reparando así la inercia de mis ministros y Pastores, aplastando por segunda vez la cabeza de la venenosa Serpiente.

Con la Cruz y sobre el Calvario, Yo y Mi Madre hemos triunfado sobre las fuerzas oscuras del mal, dando inicio a la liberación de las almas de buena voluntad.

Con la Cruz y en su Calvario la Iglesia subirá nuevamente el sendero de la salvación, saliendo del humo que la ha oscurecido y la envenena.

Te bendigo, ámame.

 

14 de Marzo de 1977

 

PARTICIPES DIVINAE NATURAE[66]

 

Escribe, hijo mío,

Dilo a todos que no hay cristianos de series diversas, de serie A o de serie B, o bien de serie C; todos lo deben saber, en particular Pastores y Sacerdotes. Todos los cristianos, en virtud del misterio de mi Encarnación, de mi Pasión y Muerte, todos igualmente han sido regenerados a la Vida divina, por la que todos han sido y son elevados a la inefable dignidad de verdaderos hijos de Dios, pero, hijo mío, ¿cuántos son los cristianos que tienen conciencia de esta regia magnanimidad divina con relación a ellos, y que se es­fuerzan por ser coherentes?

Hijo, si pudieras ver tú el exiguo número de los santos obradores de bien en contraste con el colosal número de los obradores de iniquidad, una vez más te digo que serías aniquilado.

Tú me estás objetando en tu corazón, ¿cómo es posible semejante situación? ¿Cómo Tú, Dios Omni­potente, Omnipresente, Omnisciente, te dejas superar por las potencias oscuras del mal? ¿Qué son estas cosas frente a Ti?

Son nada; menos, mucho menos que un gra­nito de polvo frente al universo entero y nada pueden con relación a mí.

Pero no Yo, hijo mío, soy superado, sino los hombres, los cristianos, la Iglesia es superada; los cristianos están pavorosamente tiranizados, y esto se debe a Mi misma Iglesia, y cuando digo Mi Iglesia me refiero a toda la Iglesia docente y discente, pero la iglesia docente, esto es la jerarquía, es mayormente respon­sable, y las razones de esta responsabilidad te han sido claramente manifestadas en precedentes mensajes, en particular en el libro "Líbranos del maligno".

Si mis Pastores y mis sacerdotes fueran más humildes, también ellos estarían convencidos de esto, pero ellos en su mayor parte no ven; los ciegos, hijo, no ven y son ellos los más desventurados entre todos los ciegos y de su ceguera son responsables.

 

Si se volviera a los orígenes

 

Hijo, la Santa Misa, ¿no es tal vez el exorcismo más eficaz? El Santo Rosario ¿no es, después de la Santa Misa el arma más mortífera para derrotar y echar por la ventana a los enemigos míos, enemigos de la Iglesia y enemigos vuestros?

¿No ha sido siempre el Rosario el remedio seguro contra todos los males del espíritu y del cuerpo, de los males personales y sociales? ¿No ha confirmado todo esto mi Madre en el curso de los siglos con hechos indiscutibles que han confundido a la necedad humana y que han cambiado el curso de la historia y el destino de los pueblos y de las naciones?

Todo esto no podía, no debía, ser ignorado, y no puede ser ignorado por mis Pastores ni por mis ministros que tenían y ¡tienen el deber de recordarlo a los cristianos!

Sin embargo, a pesar de esta positiva experiencia de mi Iglesia, muchos sacerdotes y aún Pastores, están ciegos a tal punto de no creer ni siquiera en la evidencia de los hechos y renegar de un pasado que la historia no podrá jamás borrar.

Pero si los Pastores y sacerdotes en humildad de espíritu, con fe viva, en unión Conmigo, se ofrecieran a sí mismos en holocausto, Conmigo, Sumo y Eterno Sacerdote y en unión con Mi Madre Santísima, Reina de los Apóstoles, Madre de la Iglesia, Reina del Santo Rosario, ellos solamente podrían despedir una potencia tal, para hacer huir y neutralizar las potencias oscuras del mal.

Si Pastores y sacerdotes se recogiesen con fe viva en torno a Mí, real y físicamente presente en el Misterio de fe y de infinita humildad, en el Misterio Eucarístico, en torno a Mí, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, vibrante de infinito amor y de infinito poder, verían apa­garse las nefastas actividades de los espíritus malditos.

Si además todavía amor, celo y fe en mis ministros fueran verdadera levadura y fermento de vida sobrenatural para hacer florecer nuevamente en las comunidades parroquia­les la verdadera vida cristiana, mi Iglesia sería testigo de la mayor inversión en su historia.

 

Radix omnium malorum

 

Hijo ¿he sido Yo acaso avaro de gracias, de auxilios, de llamadas y de intervenciones en favor de mi Iglesia docente?

No, hijo mío, he sobreabundado en misericordia y ellos han respondido, en la mayor parte de los casos, con sobre­abundante presunción e ingratitud. Ya te he dicho muchas y muchas veces que la verdadera raíz de muchos ma­les de la humanidad y de mi Iglesia, es la soberbia de la cual la Sabiduría ha dicho que es "radix omnium malo­rum"[67].

En la Iglesia regenerada las fuerzas oscuras del mal casi nada podrán, porque habrá sacerdotes santos, cono­cedores de la santidad y grandeza divina de su sacerdocio, porque Conmigo, junto a Mí y a nuestra común Madre, concelebrarán, ofreciéndose víctimas, Conmi­go Víctima pura, santa e inmaculada, en holocausto al Pa­dre por la remisión de los pecados, y será así como serán neu­tralizadas y derrotadas las oscuras y nefastas potencias del mal.

Serán estos sacerdotes santos los verdaderos, genuinos y auténticos corredentores que con Mi Madre, verdadera Sacerdotisa y Corredentora, salvarán a Mi Iglesia. No más horripilantes sacrilegios, no más repugnantes profanacio­nes, por estos misericordia y justicia reinarán en medio de los hombres que mirarán incrédulos a esta generación perversa y atea y dirán: "Ha sido peor que la generación de Sodoma y Gomorra, rechazando la invitación al arrepentimiento y al retorno a la casa del Padre, y por esto ha sido destruida y dispersada".

Reza, reza, hijo mío y repara.

 

25 de Marzo de 1977

 

AD JESUM PER MARIAM

 

Escribe, hijo mío,

Soy la Reina de los valles, soy la Virgen de Malè, soy la Madre del mío y vuestro Jesús; te quiero hablar de nuevo, hijo; grande es la solemnidad de hoy, querida por Dios para recordar a las generaciones en camino sobre la tierra el Misterio de la Encarnación del Verbo Eterno de Dios en mi seno purísimo, Misterio querido y preestablecido "ab aeterno"[69] por la Trinidad divina para devolver al hombre perdido y separado de Dios por la perfidia de Satanás, a Dios su Creador y Señor.

Hijo, varias veces se te ha dicho que en el Misterio de la Encarnación está el centro de la verdadera historia humana; pero no pocos Obispos y sacerdotes parecen ignorarlo a pesar de que han tenido el sacerdocio y el mandato y así adecuados poderes, para guiar y conducir la familia humana hacia los pastos luminosos de la justicia y de las verdades eternas.

Con la gran embajada de Gabriel ha sido quebrado el loco designio de Satanás y de todas las oscuras y malvadas potencias del mal, de sustituir a Dios para dominar a la familia humana con el mal y arrastrarla a la perdición eterna. El odio desmesurado que lo anima y lo mueve impide a los hombres ver su pérfida locura, tramando hoy más que nunca, conjuras horrendas, crímenes, violencias, rebeliones, azuzando a todos hacia todos los males, puesto que él es el mal.

 

Gran dique contra las fuerzas del mal

 

Hijos míos, vosotros temerosos de Dios poseéis fe y sabiduría, vigilad, custodiad los inestimables tesoros de gracia que tenéis en vuestros corazones, que no pueden compararse a ninguna riqueza humana; vosotros podéis ver lo que muchos investidos del sacerdocio y de gran­des poderes no ven; presunción y soberbia los han cegado.

Por esto, hijos míos os he llamado aquí, aquí en torno a Mí, para deciros que os quiero unidos en la fe y en el amor como un bloque granítico, como un dique capaz de con­tener las fuerzas y las potencias del mal para cortar el avan­ce del común enemigo.

Hijos, se necesita reaccionar, pasar al contraataque Conmigo, junto a Mí; Yo seré quien os guíe en lo espeso de la refriega, porque, en la hora señalada, Yo la Reina de los Valles y también Reina de las Victorias, les aplastaré de nuevo la cabeza y lo expulsaré con sus innumerables legiones al infierno creado para ellos por la justicia divina.

 

El rosario, lámpara en las tinieblas

 

Hijos míos, junto a Mí y Conmigo apresuraremos el advenimiento del reino de Jesús, Mío y vues­tro, a la tierra para una Iglesia regenerada a vida nueva; seréis vosotros, hijos míos, levadura y fermento de una nueva vida, seréis vosotros junto a Mí, que he dado la Luz al mundo, lámparas que resplandecen en las tinieblas.

Aquí, hijos míos, os he llamado, aquí os he querido para que como Gabriel, embajador celeste me hizo a Mí la gran Embajada que reconcilió cielo y tierra, así vosotros, embajadores de Dios y de su Madre, Conmigo reconciliaréis a las almas arrancadas de Dios y de Su Madre con la oración y el ofrecimiento a Dios y a Mí, Madre de Dios.

Ruge el trueno, presagio de tempestad, pero vosotros no temáis, junto a Mí de nada debéis temer. Prudencia hijos, pero no miedo.

A vosotros os ha sido dada un arma formidable; si esta arma fuera usada en Mi Iglesia, todo peligro desaparecería; la he recomendado en Lourdes, en Fátima y en tantos otros lugares, hoy de nuevo la señalo a vosotros: ¡Rosario, Rosario, Rosario!

Os bendigo, hijos amadísimos, y con vosotros bendigo a vuestras familias, a vuestros hijos, a vuestros seres queridos. Estoy con Vosotros en el tiempo y en la eternidad.

 

3 de Abril de 1977

 

LOS DEMONIOS: ORIGEN Y CAUSA DE TODO MAL

 

Escribe, hijo mío,

En los precedentes mensajes te he hablado de las fuerzas oscuras del infierno; te he dicho que vuestra mente no pue­de abarcar su número; te he hablado de su naturaleza es­piritual, son puros espíritus, diferentes de vosotros que sois espíritu y materia; te he hablado de la superioridad de su naturaleza sobre vuestra naturaleza, te he hablado de su poder sobre la materia, son muchos los que han intuido todo esto, pero por el miedo y la vergüenza de ser considerados retrógrados ha­blan de parapsicología, palabra inventada para justificar hechos, o que no comprenden, o que si a veces intuyen el origen de ellos y las causas, por respeto humano las callan.

Hijo, te he hablado de la vida de estos seres inmun­dos, toda remachada en el mal; ellos son el mal y de todo mal son origen y causa.

Odian a Dios que es el Bien, y odian a todos aquellos que hacen el bien, he aquí por qué los buenos están sometidos a tantas contrariedades que no conocen los malos.

Esto que para muchos es un misterio, es cosa sencilla de comprender; odian la luz y la verdad, ellos son tinieblas y error y en la oscuridad y en el error están congelados.

Han salido del infierno y cubren la tierra y sobre ella anidan en cualquier lugar; su suprema aspiración es entrar en el alma y en el cuerpo del hombre para oscurecer­lo, extraviarlo y dominarlo y finalmente para arrastrarlo a la perdición eterna. No tienen otras miras fuera de éstas, porque es sólo así como realizan por completo su odio a Dios y a la humanidad. Si los hombres, y en particular los cris­tianos, no tienen clara conciencia de esta tremenda realidad, del gran peligro que constituyen para ellos estas malvadas potencias, se arriesgan a la condenación eterna.

 

Centinelas avanzados contra el enemigo

 

¿Cuál es, hijo mío, la finalidad de todas las actividades de la pastoral si no es la salvación de las almas?

¡He aquí porqué la pastoral debe ser revisada y rehecha sobre principios evangélicos y no sobre las ideas de hombres presuntuosos y soberbios!

Hijo mío, te has preguntado muchas veces y me has preguntado por qué jamás Yo haya querido de ti una amarga experiencia poniéndote en conocimiento, más que con las palabras, con los hechos, permitiendo el impacto directamente con el oscuro mundo del infierno ignorado, causa de la crisis de fe, hasta de algunos Obispos y muchísimos sacerdotes afectados de racionalismo y materialismo, por lo que pretenden explicar todo en clave racional o material. Este oscuro mundo ignorado por la mayoría, aunque sufren su tiranía, es bien conocido a las almas privilegiadas en rápido ascenso en el camino por la vía de la perfección.

Pregunto: ¿Por qué, Jesús mío, sólo a estas almas privilegiadas?”

Respuesta: Porque a ellas he confiado y confío una misión especial, la de ser en Mi Iglesia y en el ejército que tengo constituido en Mi Iglesia, con el Sacramento la Confirmación centinelas de avanzada, en la Gran lucha en acto contra el enemigo, de ser pioneros de la Iglesia nueva regenerada, reconstruyendo lo que el infierno y la necedad y soberbia humana ha destruido. El ejército del que hoy te he hablado está en ruina; de hecho, ¿qué soldado puede ser aquel que ni siquiera sabe que es soldado y que por eso no se preocupa por las armas indispensables de defensa y de ataque?

 

Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón

 

Hijo, repetidamente te he dicho cómo debería ser com­batida por los cristianos esta lucha que Yo el primero he combatido; recuérdenlo Obispos y Sacerdotes, esto es esencial: no podrán vencer jamás en esta gran batalla sino pisando sobre mis huellas, los ejemplos míos.

Humildad infinita es el misterio de mi Encarnación; obediencia, pobreza y amor ha sido toda mi vida terrena; varias veces he dicho: "Aprended de Mí... Quien quiera venir en pos de Mí, que me siga". Yo he trazado el camino.

¿Qué finalidad tenía y tiene el sacrificio de la Cruz siempre en acto sobre la tierra en la Santa Misa, si no el triunfo del amor, de la verdad, de la justicia, de la paz, sobre todo el mal que el infierno vomita continuamente sobre la humanidad entera y sobre cada alma en particu­lar?

¿No te parece, hijo mío, que todo sea claro? Lo que en cambio es absurdo y paradójico es la insensibilidad de aquellos que, revestidos con mi sacerdocio, hechos copartíci­pes de mis poderes divinos, no tengan de ello conocimiento; se han extraviado en los oscuros laberintos de la vanidad, en los senderos de la herejía y del error.

Hijo, la hora es grave, henchida y saturada de todas las pasiones; la hora tantas veces anunciada y tantas veces aplazada por las lágrimas y la intervención de mi Ma­dre y Madre vuestra que ha sido escuchada por­que el amor de la Hija primogénita, de la Madre y de la Esposa de Dios, es el Amor de Dios, el cual es in­finitamente Misericordioso e infinitamente justo; está cercana por lo que, si no habrá arrepentimiento verda­dero, sincero y universal en mi Iglesia, ya no podrá ya ser impedido el curso de la divina justicia.

Hijo, no alarmarte, no atemorizarte, no titubear en tu fe; tú has experimentado, has visto y ves ahora, pero tú sabes porque Yo te lo he dicho y confirmado, que nadie podrá hacerte mal.

Adelante, hijo, no te cuides del inepto juicio, de la incredulidad de aquellos que si bien deberían creer, pero no ven y no creen, porque culpablemente han renunciado a la luz de Dios por la oscuridad del propio yo.

Te bendigo hijo, y contigo bendigo a todos aquellos que en humildad de espíritu, creen en mis palabras, que son palabras de vida, inmutables y eternas; pasarán las generaciones pero no pasarán las palabras mías.

 

12 de Abril de 1977

 

LUCHA SIN CUARTEL

 

Escribe, hijo mío, es tu Angel, el Arcángel San Ga­briel, quien desea hablarte:

Conozco la fatiga, el tormento de tu espíritu en estos días; debes proteger y defender tu espíritu de todas las agresiones e interferencias que te vienen del exterior, como un huerto cerrado y bien cercado, al que ninguna serpiente debe entrar a llevar veneno, veneno que intoxica el espíritu, dudas y perplejidad, he­chos y visiones de seres inmundos, pasan a tu alma; todo esto no debe ser elemento de in­certidumbre ya que todo está contrapesado con otros tantos hechos y experiencias cuya naturaleza es netamente posi­tiva.

Si luego consideras todo lo que se te ha dicho en relación con la lucha que se combate en el tiempo entre las potencias del mal y Dios; si consideras que el objeto de esta lucha sois vosotros, hombres, en camino en la tierra, si luego consideras también que entre los hombres, los que mayormente son puestos en la mira son aquellos que quieren servir a Dios con fidelidad y amor, entonces toda duda tuya se debe disolver en la nada.

Hermano, quien no es bien aguerrido y quién no se agarra con todas sus fuerzas al Salvador y Redentor, quien no busca refugio y protección bajo las alas de la Madre suya y nuestra, Reina de las Victorias, no puede salir in­demne y vencedor de esta batalla, de la cual hoy, he­cha excepción de pocas almas, la mayoría no tiene la mínima idea, no sólo no se tiene de ella la visión auténtica, sino que no se le concede nin­gún crédito porque ya no se cree en ello, y es aquí, hermano mío, donde se debe concretar la grave y tremenda responsabilidad de la Jerarquía eclesiástica

 

Es la hora de Babel

 

Tú ves hoy el caos, no sólo en tu pequeño mundo, sino en toda la Iglesia universal. Tú lo ves este caos porque Él así lo quiere, la cristiandad revive la hora de Babel.

Obispos contra Obispos, carismáticos contra carismáticos, Obispos y Cardenales que disienten de las directrices del Santo Padre, laceraciones por todas partes en el Cuerpo Místico del Señor; sacerdotes incrédulos, sacerdotes sacrílegos, almas consagradas sin alma, esto es, sin el Espíritu Santo, alma de la Iglesia y alma de las almas; almas frías, almas tibias, almas inmovilizadas y atrofiadas por el Maligno; almas bloqueadas en este caos espantoso y en este caos  impresionante se mueven los buenos, las almas santas unidas a Dios, que forman con Dios, con Jesús Hijo de Dios, su Cuerpo vivo y sufriente, y estas almas proceden adelante y suben su cotidiano calvario con la carga de su cruz.

Contra estas almas se lanzan las miríadas de demonios que a ti, hermano mío, por un particular designio de Providencia Divina se te ha concedido ver, no sólo con ojos de la fe, sino también con los ojos del cuerpo, experiencia poco agradable, pero para ti no sólo útil, sino necesaria porque forma parte de la tarea que te ha sido asignada.

Tú ves cuántos son, un número sin número, ves que no hay lugar ni hay objeto en donde no estén ellos; están en el aire, el aire está infestado y lleno, están en la tierra que pisas, en las cosas que te circundan, en los alimentos que comes, en las bebidas con las que te quitas la sed; la tierra está invadida, la Iglesia está llena de ellos, y por la Iglesia misma estos seres inmundos han encontrado las puertas abiertas de par en par y ahora la estrechan en una venenosa y mortal mordedura.

 

Será Ella la vencedora, terrible como ejército formado a la batalla

 

Hermano mío, a fin de que no tengas que dudar de ti mismo, de tus facultades, Él, Jesús, ha escogido dos almas, los dos jóvenes que están junto a ti, a los que les es dado ver lo que ves tú; no podéis así dudar; pero habéis de saber también que no sois únicamente vosotros los que veis y que podéis constatar de visu[70] esta realidad que el mundo eclesiástico se obstina en ignorar, y peor no raramente en negar, y esto a causa de la crisis de fe que envuelve hoy a esa Iglesia pretendida para ser luz en las ti­nieblas pero que ella misma se ha oscurecido, hasta casi ha­cerse tinieblas.

Hermano, conozco tu pregunta y la prevengo: ¿Hasta cuándo durará esta situación?

Reflexiona, hermano; si esta situación es pe­nosa para ti, piensa y trata de comprender, cuanto te sea posible comprender, cuánto más penosa, infinitamente penosa lo es para Él, Jesús, Hostia Santa e inmaculada que se ofrece continuamente por sus Obispos, por sus sacerdotes y por todos los cristianos, muchos de los cuales rehusan creer en Él, esperar en Él y a amarle a Él; muchos de los cuales continúan lacerándolo y desgarrándolo, no menos de lo que lo laceraron y desgarraron la sinagoga y los romanos.

Hermano, hasta cuándo, tú me preguntas; relee aten­tamente los mensajes que se te han trasmitido y allí encontrarás la respuesta.

El derrumbe está en acto, no lo olvides, como la necedad humana olvida.

Hermano, no te dejes impresionar por lo que hoy ves, no eres tú el único que lo ve, camina rectamente ante el Se­ñor, tú eres instrumento en sus manos  y ¿quién puede algo contra Él?

Yo, Gabriel, estoy cerca de ti; la locura y necedad humana es verdaderamente sin límite, pero será su­perada y vencida por Aquella que por gracia todo puede; será Ella la gran protagonista de la ya no lejana victoria.

Ella, rodeada del cortejo de sus sacerdotes predilectos y de las almas víctimas, será el terror de sus enemigos, de los enemigos de Su Hijo y de la Iglesia.

Será Ella terrible, como ejército dispuesto a poner en fuga y aplasta la cabeza a Satanás y a sus legiones.

Adelante, hermano, Dios y su Santísima Madre te bendigan. Adelante con tu mirada siempre fija en la Casa del Padre común.

Gabriel

 

16 de Abril de 1977

 

EXORCIZAR: LA ACCIÓN MÁS DIRECTA DE LA PASTORAL

 

Escribe, hijo mío:

Te quiero dar algunas normas que tú ya deberías conocer, y a las que deberías atenerte.

1)         ¿Por qué las bendiciones frecuentemente no producen el efecto que ellas en raíz tienen el poder de producir?, ¿Cuáles son las razones?

Es claro y evidente que el que imparte la bendición debe estar en gracia de Dios, debe ser persona de gran fe y sólida piedad cristiana, pero también quien la pide, o quien la pide para él, debe estar en gracia de Dios.

2)         Se necesita aislar la persona que se va a bendecir de todas las demás personas que presumiblemente no son de conocida piedad cristiana, aislarla de los curiosos y de todos los que no participan en el exor­cismo con la oración, o bien con el ofrecimiento del propio sufrimiento.

3)         Las personas soberbias, presuntuosas, presentes, no sólo no ayudan a la obra del que bendice sino que la estorban, reforzando con mucho la presencia y la potencia del enemigo.

4)         El que bendice, debe ser más que prudente, muy sagaz; el adversario hace de todo para distraer al que bendice, para vaciarlo y agotarlo; además, no se debe olvidar que él es la soberbia, el odio y la división; por lo que si encuentra frente a sí, humildad, amor y compostura, se desanima y cede antes.

5)         El que bendice, debe prepararse primero con la oración y hacer acopio, con anterioridad, de oraciones de personas buenas y piadosas.

6)         No es prudente por parte de quien bendice, aceptar el diálogo, sino en raros y determinados casos.

7)         No todos los poseídos por los espíritus malignos lo son en igual medida; hay espíritus diferentes en grado de inteligencia, en fuerza de voluntad, en potencia de perfidia.

8)         Hay ciertos demonios, que no pueden ser derrotados y arrojados, sino por exorcistas santos, santos, verdaderamente santos.

9)         Siempre es norma no sólo de sabiduría sino de prudencia, inmunizarse antes de dar inicio a la bendición, haciendo como mínimo tres veces la señal de la Cruz, hechas sobre sí mismo, o mejor aún, haciendo un exorcismo sobre sí mismo.

10)       Si toda la acción pastoral debe tender a arrancar almas a Satanás y al infierno para traerlas de nuevo y darlas a Dios, siendo éste el único fin por el cual el Padre Celestial ha enviado a la tierra Su Único Hijo a sacrificarse en la cruz, es entonces es claro y evidente que el que exorciza realiza la acción más directa de la pastoral, contra las fuerzas oscuras mal, el que bendice o exorciza se compara a un soldado que no se limita a realizar tareas defensivas, sino que valerosamente va a atacar al enemigo atrincherado en su fortaleza. El que exorciza es el soldado fuerte y valeroso que hace frente al enemigo en una lucha cuerpo a cuerpo; él lleva a cabo un duelo que lo expone a las iras del enemigo y a las venganzas del enemigo, y al igual que todas las acciones valerosas y heroicas están siempre ligadas al riesgo.

11)       Ay del exorcista presuntuoso y superficial, que es cogido espiritualmente impreparado; viene a encontrarse en las condiciones de un combatiente impreparado, desarmado frente a un enemigo más fuerte que él, más aguerrido y más preparado, es claro así la suerte de la infeliz confrontación. El exorcista sensato no se dispone nunca a hacer frente a su enemigo si no tiene la segura conciencia de encontrarse en buenas condiciones espirituales.

12)       Raramente el exorcista aún sabiendo que se encuen­tra frente a un enemigo más aguerrido, más fuerte y más potente por naturaleza, conoce su rango y sus personales prerrogativas.

13)       El invadido, el sojuzgado, el poseso (se es en gra­dos), debe contribuir a la acción del que bendice con sinceros actos de humildad, de arrepentimiento, buscando con estos actos anular las cosas o acciones que han facilitado el dominio del enemigo sobre él.

14)       Te repito, hijo, que es norma sensata aislar a quien se exorciza para contrarrestar la diabólica insidia de las oscuras potencias del mal que buscan siempre amigos y colaboradores, y tales lo son para ellos todos los que se encuentran en pecado mortal y que forman así una barrera en torno al que sufre, que estorba fuerte­mente y a veces anula la acción del exor­cista, sobre todo si el exorcista no tiene o no está en las condiciones ideales para un buen combate. Por esto, frecuentemente, sucede que exactamente quienes piden la intervención del exorcista para una persona a la que quieren ayudar, son después ellos mismos quienes van a obstaculizar o aun anular la acción del que bendice.

15)       Todo lo que vosotros sacerdotes y buenos seglares, hacéis en el bien, estos seres lo hacen en el mal.

16)       ¿Por qué, hijo mío, he querido decirte estas cosas? ¿Por qué he querido darte estas normas? Para que se tenga una idea más precisa de la lucha que está en acto, para que los sacerdotes y buenos seglares que bendi­cen estén siempre más preparados y más prontos a esta actividad pastoral, en comparación con la cual toda otra actividad asume un aspecto marginal.

17)       Sería óptima cosa que Don P. y amigos en la reedición del folleto de las bendiciones, incluyeran estas normas que en la Iglesia regenerada deberán ser conocidas por todos.

18)       Te bendigo, hijo, y conmigo te bendice mi Madre Santísima y bendecimos contigo a todos los sacerdotes santos que viven en armonía y coherencia con mi Evangelio y a todos los buenos laicos que se baten valerosamente en unión con estos santos sacerdotes por el triunfo de mi reino en las almas.

 

5 de Mayo de 1977

 

LA HORA DECISIVA NO ESTÁ LEJANA

 

Escribe, hijo mío:

Soy Yo, tu Jesús, que te hablo. Ya te he dicho algo acerca de Mi Iglesia regenerada, pero no es todo; aho­ra escucha: Todos advierten actualmente que la situación de los pueblos y de mi Iglesia esta saturada de contradicciones, e impregnada de una peligrosa electricidad; todos pue­den ver y constatar que unas nubes oscuras se condensan amenazadoras en el cielo; todos por una misteriosa y pro­videncial intuición, se esperan acontecimientos de tal grave­dad como para cambiar el curso de la historia. En este clima de tensión entre los resplandores de los incendios que se inflaman por aquí y por allá, se mueven los hombres de gobier­no, los hombres de la política, de la cultura. Entre intrigas y conjuras se agitan con los grandes del mundo no pocos hombres de iglesia, todos impotentes frente a los males de los que en parte son responsables.

Hijo mío, Yo, Dios, no quiero ningún mal, ni espiri­tual, moral, o físico; el mal es una imperfección y no puede ser de Dios.

El mal viene siempre del enemigo de Dios y de sus cómplices visibles e invisibles. Yo, Jesús, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, lo podría impedir, y no rara vez lo impido, pero lo permito con frecuencia por fines algunos de los cuales son conocidos por vosotros, y los otros fines ac­tualmente de vosotros ignorados y que los conoceréis un día en la casa de Mi Padre. Por ahora No toca a vosotros conocer los secretos de Mi Padre, pero la hora decisiva para el mundo y para la Iglesia no está lejana.

 

La medida está colmada

 

El mundo y mi misma Iglesia han llegado a tal nivel de perversión moral y espiritual no tolerable ya por la divina Justicia. Esta justicia divina (ya en curso) se manifestará cada vez más, dejando a merced de sí mismos, mundo e iglesia, a los que, viniéndoles a faltar la asistencia divina, serán mayormente tiranizadas por las hordas oscuras y malvadas del infierno, que al no encontrar obstáculos de la Omnipotencia divina, desfogarán su sadismo, pérfido e inhumano, sobre todo y sobre todos; se multiplicarán los atentados a las iglesias, las profanaciones de personas y cosas sagradas; correrá sangre, sangre, sangre. He aquí, hijo mío, por qué ya hoy asistís a hechos tan graves, tan inhumanos, tan salvajes, por  los que frecuentemente os preguntáis cómo es posible llegar a estos excesos.

Pasada esta hora que, como en otros mensajes se ha dicho, no encontrará comparación por su tremenda oscuridad en la historia del pasado, la Iglesia regenerada, actualmente ella también en formación, templada en la fe, en la esperanza y en el amor, es decir, en mi gracia, purificada por el sufrimiento, animada por la divina Palabra; iluminada, vivificada, santificada y fortificada por el Espíritu Santo, será verdaderamente un solo cuerpo, de la que la Cabeza reconocida, aceptada y amada seré Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, uno con el Padre y el Espíritu Santo, Sumo y Eterno Sacerdote y Rey universal; reinaré sobre la tierra para dar paz y serenidad a los pueblos y a Mi Iglesia que después de la purificación ocupará en el mundo el puesto y el lugar que le compete como madre y maestra de los pueblos.

 

La Iglesia no perecerá

 

Hijo, hijo mío, el Padre ha hecho buenas todas cosas y los hombres en su perversidad han hecho Dios de todas las cosas, excepto de Dios. El hombre de esta generación impía y atea, repudian­do a Dios, Alfa y Omega de todo y de todos, ha perdido el conocimiento de sí mismo, pobre criatura, extraviada, ronda en la oscuridad ignorando su dignidad humana y cristiana de Hijo de Dios.

Dios ha amado tanto a la humanidad que por ella ha dado a su Unigénito Hijo, máxima, suma e infinita expre­sión de amor. Pero ¿qué ha hecho el mundo del Hijo de Dios? ¿Qué ha hecho la Iglesia de su Cabeza Invisible y visible? ¿Qué han hecho de ello los Pastores, los sacerdotes, los cristianos? ¿Creen los hombres poder neciamente burlarse de Dios? Hijo, ¿hasta cuándo?

Iglesia nueva quiere decir Iglesia regenerada por la acción del Espíritu Santo, quiere decir iglesia liberada de las intrigas, de las ambiciones, de los egoísmos, de las di visiones que la despedazan y que la entregan en comida, a expensas de sus enemigos visibles e invisibles.

Iglesia renacida, regenerada quiere decir Iglesia unida, quiere decir pastores santos, sacerdotes santos y cristianos santos, unidos entre todos por el primer y máximo mandamiento del amor de Dios y del prójimo. Iglesia regenerada quiere decir bloque granítico que ninguna fuerza adversaria podrá hacer un rasguño, a cuyo vértice estaré Yo, Verbo Eterno de Dios, verdadero Dios y verdadero Hombre, presente hasta la consumación de los tiempos. No, hijo, la Iglesia con su Cabeza invisible y visible el Romano Pontífice, no perecerá.

Mi palabra, que es palabra de verdad y de vida, da testimonio, La Iglesia es Mi Cuerpo, Místico pero real, y como vuestro cuerpo se renueva expulsando de sí las células muertas e inactivas, así también Mi Cuerpo social expulsará de sí todas las células muertas (y ¡cuántas son!) para dejar puesto a células nuevas y vitales. Esta regeneración, oh hijo, está en acto, pero explotará bajo la acción prodigiosa del Espíritu vivificador, en el momento fijado en los eternos decretos de Dios.

Hijo mío, no temas, ámame; reza, repara y ofrécete. Te bendigo, hijo.

 

6 de Mayo de 1977

 

EX FRUCTIBUS COGNOSCETIS EOS

 

Escribe, hijo.

Soy Padre Pío; lo sabías que me escucharías nuevamente, yo mismo te lo dije; también te dije que me volverías a ver y será, pero no ahora, hay todavía tiempo antes de que esta mi promesa se cumpla.

Estás pensando preguntarme sobre tus dudas, tus temores, tus incertidumbres; temes no estar en la verdad, temes engañarte y engañar, continúas dudando a pesar de las señales que has recibido, a pesar de la clara indicación evangélica: la planta es juzgada por sus frutos; ¿no han sido suficientes los testimonios que has recibido del bien que los mensajes han hecho a tantas almas? ¿No han valido de nada para ti los sufrimientos, tribulaciones, la hostilidad por parte de las fuerzas oscuras del mal que ahora ves aún físicamente? ¿Qué quieres todavía hijo, para abandonarte sin titubeos, dudas y temores a Su Corazón Misericordioso?

Guárdate, hijo, de ceder a las sutiles insidias del enemigo que quiere apagar en ti la luz encendida por el Espíritu Santo, para sumergiros de nuevo, a ti y a otras innumerables almas en la oscuridad en la que uno se extravía; astutos y malignos son los enemigos de tu alma, es necesario combatirlos con las armas seguras de la paciencia, de la humildad, de la obediencia, de la pobreza. Cuando las tribulaciones, el sufrimiento, se hacen más agudos, guárdate del abatimiento, arma infernal para atrofiar toda actividad interior tuya, enmarca siempre tus sufrimientos en la visión realista de la vida entendida como prueba.

 

La vida es prueba en orden a la eternidad

 

Esta concepción de la vida como prueba ha estado y está terriblemente oscurecida en el pueblo de Dios por el reflorecer del paganismo que ha borrado en el alma del cristiano el concepto de la vida, entendida y vivida como prueba en orden a la eternidad, así Satanás ha logrado va­ciar los espíritus y los corazones del valor necesario para combatir, por la más grande causa, la justa batalla.

La inmensa mayoría de los cristianos de este siglo, y no sólo de los cristianos, sino un número no pequeño de sa­cerdotes y obispos, han olvidado las armas y han abierto las puertas de su espíritu y de su corazón al enemigo que hace estragos en los individuos, en las familias y en la Iglesia. Hijo, en la Iglesia regenerada será puesto en gran realce el concepto de la vida entendida y considerada como prueba, en camino hacia la gran meta de la eternidad. Las potencias del mal, desde siempre, buscan materializar la vida del hombre en la tierra distrayéndolo y alejándolo cada vez más de Dios, sumo y único bien, Alfa y Omega de todo y de todos, para desviarlo hacia las fugaces y efímeras cosas de la tierra.

En la Iglesia renacida, las almas deberán ser plasmadas, esto es, formadas y educadas en la pureza del Evan­gelio, exento de las falsas y venenosas interpretaciones de hombres soberbios y ambiciosos, más amantes de sí mismos que de la verdad.

Oh hijo mío, las comunidades, in fieri[72] y las surgidas para los últimos tiempos, tienen como finalidad fun­damental la de ser otros tantos centros de difusión en los que la fe, la esperanza y el amor deberán arder con tal intensidad como para desarmar cual­quier tentativa de infección herética, para sustituirse a las viejas estructuras que ya no tienen el espíritu inicial, el espíritu para el que fueron queridas e instituidas. Órdenes religiosas, Congregaciones, Comunidades de consagrados, caerán como frutos carcomidos, no buenos ya para la Iglesia, sino nocivos.

 

Es El quien destruye y edifica, quien levanta y abate

 

Regenerarse quiere decir resurgir a nueva vida. Resurgimiento, hijo, si el derrumbe está en acto, también está en acto el resurgimiento; los ciegos nada advierten, o fingen no advertir. Pero ¿quién detendrá la acción de Dios que como fuego divino quemará todo el producto inmoral, antirracional, anticristiano de los profetas de Satanás, corruptos y corruptores? Esta maldita ralea ha infestado la entera humanidad, la misma Iglesia.

Hijo y hermano mío, D. Octavio, no te asustes ni tampoco te preocupes. Es Él quien destruye y edifica, es Él quien levanta y abate, es el Espíritu de Dios, que no dejará sumergir su Iglesia, pasará purificándola, sanándola, vivificándola, y la salvará de todas las fuerzas y potencias que la quisieran destruida y hundida para siempre.

Hijo, la comunidad que deberás formar deberá estar siempre penetrada de la luz y del fuego del Espíritu Santo. Pureza de doctrina, austeridad de costumbres, amor a Dios y amor al prójimo, serán las características que la deberán animar en todo momento. ¡El formalismo hipócrita será abatido!  Nada en ella será permitido que esté en discrepancia con los preceptos evangélicos. Dios será Alfa Omega. A Él por consiguiente todo honor y Gloria; a Él siempre el puesto que le corresponde, el primero, tanto en el corazón de cada uno y en el corazón de la comunidad.

Padre Pio

 

9 de Mayo de 1977

 

SÍ, JESÚS MIO, YO CREO

 

Escribe, hijo mío:

— ¿Crees tú que Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, estoy realmente presente en estado de víctima aquí ante ti en el tabernáculo?

— Sí, Jesús mío, yo lo creo firmemente.

— ¿Crees tú en el Misterio de Mi Encarnación. Pasión y Muerte, crees tú en Mi Resurrección y Ascensión al Cielo?

— Sí, yo lo creo.

— ¿Crees tú, hijo mío, que la Iglesia es misterio en el cual lo humano y lo divino se encuentran y se funden, como mi Divinidad y mi Humanidad se encuentran y se funden en mi Persona divina?

— Cierto, Señor, yo lo creo y lo quiero creer.

— ¿Crees tú que la Iglesia, mi Cuerpo Místico, ha brotado de mi Corazón abierto?

— Sí, Jesús mío, lo creo.

— ¿Crees tú que la Iglesia querida por Mí es sacramento de salvación?

— Lo creo.

—¿Crees tú, hijo mío, que Yo, Jesús, estoy realmente presente en mi Iglesia, personalmente presente en el Sacramento Eucarístico, con mi Palabra, Yo soy El Verbo de Dios, estoy presente también en mi Vicario?

— Sí que lo creo.

— Afortunado y bienaventurado hijo mío, que crees. Bienaventurado tú, hijo mío que la fe en ti vive y te hace ver lo que muchos no ven; no viendo no aman, no amando están en la muerte, ¿Puede haber en el mundo desgracia mayor que ésta?

— No, Señor.

—¿Crees tú, hijo mío en la misión que el Padre mío celestial me ha confiado?

— Sí, lo creo.

 

La más desconcertante paradoja

 

— He venido al mundo para cumplir la voluntad de mi Padre celestial, y la Voluntad del Padre era que me ofreciera y me ofrezca en holocausto para arrancar las almas a Satanás y a sus legiones infernales. Pero, hijo mío, si Satanás con las hordas infernales no existe, si Satanás es sólo un tabú inventado por la Iglesia, falsa es la misión confiada a Mí por el Padre, falso es también el misterio de mi Encarnación, el de mi Pasión y muerte en cruz, no es realidad la Iglesia; invención es el misterio de la Resurrección y Ascensión al Cielo, pura invención la Biblia, invenciones mis Evangelios, no verdadera la historicidad del fulcro de toda la historia humana, es decir, el Misterio de la Redención, no verdaderas las enseñanzas de los Padres y de los Doctores de la Iglesia, una falsificación la vida de los santos, un embuste el sacrificio sublime de los mártires, toda una colosal y gigantesca mentira en la que han creído generaciones y pueblos de toda la tierra.

El acervo de la historia de la humanidad no sería más que un gran engaño hecho en daño de la misma humanidad. Esta es la tonta y estúpida tentativa del más acérrimo enemigo de la humanidad, a la que, gracias al pecado original, ha logrado sumergir, mortalmente herida, en la oscuridad más profunda.

Hijo mío, que Satanás, que es oscuridad, haya logrado engañar a pueblos y naciones es triste y doloroso, pero que Satanás haya logrado infiltrar su veneno en muchos Obispos y ministros míos, esta es la más desconcertante paradoja que se pudiera verificar.

 

La purificación, hora de gran justicia pero también de infinita misericordia

 

¿Puede, hijo mío, tolerar más Mi Padre Celestial que me ama infinitamente y con igual amor ama a la hu­manidad, para cuya salvación no ha dudado en enviarme a Mí, Su Hijo Unigénito, a morir en la cruz?

Hijo mío, ¿puede Mi Padre Celestial tolerar todavía por más tiempo el torpe connubio de pastores y mi­nistros míos, de almas consagradas, de comunidades reli­giosas con las potencias oscuras y malignas del infierno?

Han rechazado la luz verdadera que ha venido a este mundo para dejarse oprimir y sofocar por las sádicas fuer­zas del mal.

Hijo mío, a ti se te ha concedido ver el abismo pa­voroso en el que pueblos e Iglesia están por precipitarse. La Purificación, por lo demás en acto, será hora de gran justicia, pero también de infinita misericordia puesto que abrirá a la hu­manidad horizontes, antes de hoy desconocidos.

Te bendigo, hijo, ámame, reza y repara; ofrece tus sufrimientos a fin de que el tiempo sea abreviado. Se­rán las almas víctimas con sus sufrimientos quienes abre­viarán los días oscuros de la purificación.

 

9 de Mayo de 1977

 

CONSTANTE PERSEVERANCIA

 

Escribe, hijo, D. Orione te habla:

La gota de agua que cae constantemente sobre el granito logra excavarlo, sin embargo, ¿qué es una sola pequeña invisible gotita de agua? ¿Qué fuerza puede tener para realizar una acción que exige gran fuerza y potencia? Pero la gota de agua para poder socavar el granito necesita de un aliado, el tiempo. Don Octavio, Él te ha llamado: "una invisible gotita de agua, fuertemente atraída hacia abajo", y te ha dicho el porqué de tal definición, ahora yo, Don Orione, te repito: así como la gota de agua para socavar el granito necesita del aliado el tiempo, así tienes tú necesidad de la aliada perseverancia.

Se necesita perseverar en el bien; la criatura humana, rompió el natural equilibrio en el que había sido creada, por el pecado original está sujeta a continuos saltos de humor y a continuas variaciones de temperamento, es mudable como el viento que ahora viene de oriente, ahora de occidente, si no se introduce en esa naturaleza humana tan frágil, tan mudable, un elemento estabilizador del justo equilibrio, nada de bueno puede producir; no puede dar sino frutos amargos y silvestres. Este elemento superior, equilibrador, es la Gracia Divina y en esta Gracia está también el don tan importante de la perseverancia, don esencial, sin el cual queda comprometida la salvación eterna.

Conocer el bien, quererlo hacer, desearlo, no basta, se necesita perseverar en el bien. Cuántos después de los primeros pasos en el camino de la perfección se han detenido. Cuántos otros han embarrancado a mitad del camino, otros por fin  se han detenido cercanos ya a la meta, comprometiendo así renuncias, sacrificios, sufrimientos; todo lo han perdido por no haber perseverado.

 

Juego infernal

 

¿Por qué, Don Octavio, este discurso sobre la perseve­rancia? Porque si tú observas lo que está aconteciendo en la Iglesia hoy, no te dará fatiga el darte cuenta cuánto haya necesidad de ella, porque la inconstancia y la volubilidad de esta generación es tan grande que no tiene precedentes; no viviendo hoy los hombres, hecha excepción de un exiguo número, en Gracia de Dios, quedan a expensas de la propia debilidad y a expensas de la opresora influen­cia demoníaca, por lo que las oscuras fuerzas del mal jue­gan con las almas con el mismo cínico sadismo con el que el gato juega con el ratón capturado con astucia. La causa principal de la inconstancia es ciertamente la ausencia en el espíritu humano de la Gracia Divina, de vida interior, la ausencia en la vida cristiana de la ora­ción, la crisis de fe y la concepción pagana de la vida.

La Iglesia nueva deberá reformar el concepto cen­tral de la formación cristiana, revalorizando la vida interior, la austeridad de toda la vida familiar y en consecuencia de la vida eclesial.

Las nuevas comunidades deberán dar gran relieve al espíritu de mortificación interior y exterior; esto servirá para templar almas y conciencias, para forjar verdaderos soldados de Cristo bien templados en las luchas contra los enemigos de Dios, de la Iglesia y de las almas: demonio, pasiones y el mundo.

Jesús ha dado a su Iglesia el Sacramento de la Con­firmación para transformar a cada bautizado en un fuerte soldado, claramente consciente de su papel de combatiente en el gran ejercito de la Iglesia. La vida del soldado es vida de renuncia, es vida de disciplina, es vida de sacrificios, es vida de lucha. ¿Es acaso ésta la visión y la convicción de los confirmados de nuestro tiempo? No ha habido, no hay y no habrá nunca en la Iglesia de Dios, hombres santos que no hayan conformado su vida con una severa austeridad de costumbres.

 

O con Él, o contra Él

 

En la Iglesia nueva muchas cosas deberán cambiar y cambiarán; deberán ser proscritos los falsos profeta pseudo ‑ maestros, las simplezas de tantos pseudo – teólogos; Él solo es el Maestro verdadero y universal que con el misterio de su Encarnación y Pasión y Muerte ha trazado el camino maestro que pastores, sacerdotes y fieles deberán recorrer a fondo si no van a querer condenarse; ¡o con Él, o bien contra Él!

En la Iglesia nueva ninguno se atreverá a someter a Cristo, a su Iglesia, a su Evangelio y a su moral al progreso de la tecnología moderna que no ha sabido dar ni justicia ni paz ni amor, a los hombres que de estas cosas tienen necesidad y están de ellas sedientos; se ha pretendido y se pretende soberbiamente borrar a Dios del corazón y de la mente del hombre para poner en el puesto de Dios a la tecnología, afirmando que ésta basta al hombre y a su felicidad. Son los hombres los que deben someterse a Creador y Señor del universo, a Dios Redentor y Salvador, a Dios Santificador.

Gravísima y tremenda responsabilidad de la Jerarquía que, hecha excepción de pocos y santos Obispos, por cálculos humanos, por fatuidad de un pseudo progreso material, así dicho tecnológico, ha hecho retroceder la verdadera civilización, que más que a las cosas pertenece al espíritu, para la verdadera civilización mejor alguna máquina de menos y algo de justo y de honesto de más.

Don Octavio, Iglesia nueva que quiere decir pureza diamantina de doctrina y de costumbres. La Purificación despedazará y acabará con todo el producto del orgullo y de la soberbia que todo ha contaminado.

Dios Uno y Trino te bendiga; reza, hermano, y ofrece tus tribulaciones para que la tranquilidad retorne a la Iglesia y a la humanidad.

Don Orione

 

11 de Mayo de 1977

 

LA NUEVA IGLESIA

 

Soy Yo, Don Giovanni  Calabria. Nuestro conocimiento nacido en la tierra continúa en el cielo, en el cielo se ha transformado en santa y fraterna unión en virtud del gran Dogma de la Comunión de los Santos. Te amo Don Octavio, así como tú me quieres a mí, te amo porque en el cielo lo que informa nuestra alma, nuestro espíritu es el amor infinito de Dios. Nosotros no podemos sino amar, viviendo en Él y de Él, amamos todo y a todos; por una sola cosa tenemos aversión, el mal, porque Él es el amor que une, el mal es producto de la rebelión que divide.

 

El Amor que une

 

D.O., también yo, previniendo tu deseo de conocer por mí que estoy en la luz y que en vida acogí y amé la luz, y que es parte del amor del cual brota; tú deseas conocer por mí que estoy fuera del tiempo y del espacio algo acerca' de la purificación, en modo especial de la pos purificación. Él, la Cabeza invisible de la Iglesia, está siempre presente en la Iglesia y nada es extraño para Él de todo lo que se realiza en la Iglesia, es decir, en su Cuerpo Místico. Todo sabe, todo conoce, a todo sigue, porque Él no es sólo el Omnipotente, el Omnisciente, el Omnipresente.  Ya sabes tú que en El no hay ni pasado ni futuro. Él es el instante eterno que no huye jamás.

Cuando yo como vosotros estaba en camino sobre la tierra, Él me hizo conocer y claramente entrever la hora de la purificación, por esto yo de esto hablé en mis escritos, así pues no sólo esta hora vendrá sino que ya está en acto en un crescendo progresivo. Veréis desórdenes, violencias, crímenes, conjuras y profanaciones; tendrá su terrible epílogo: sangre, sangre, dolores y sufrimientos no fácilmente expresables.

 

Pura y bella como la esposa del Cantar de los cantares

 

Tú, Don Octavio, deseas conocer algo más de la pos purificación. Pues bien, en precedentes mensajes ya se te ha dicho que caerán muchas estructuras actuales de mi iglesia: congregaciones religiosas, órdenes religiosas, comunidades que ya no responden al espíritu para el que fueron instituidas, y otras nacerán, más acordes con las necesidades de la Iglesia renovada; esta iglesia nueva no encerrará ya en si semillas de escándalos, de perversiones, gérmenes de divisiones, sed de honores ni de riquezas. Pura y bella, como la Esposa del Cantar de los cantares será madre piadosa, sabia maestra y severa para salvaguardar el precioso tesoro recibido del cielo en custodia. El tesoro de la Palabra Divina, palabra de verdad que no cambia, ni puede cambiar a todo soplo del viento. Deberá salvaguardar no sólo el patrimonio inestimable de la revelación, sino también el patrimonio de la ley, de la moral evangélica, que nunca podrá ser plegada a los tiempos que cambian y se mudan, nunca deberá plegarse a las civilizaciones que cambian con el paso de las generaciones. Son los tiempos y las generaciones los que al contrario, deberán plegarse a la doctrina y a la moral que son de Dios.

La reprochable flexibilidad de los obispos en la materia ha traído la consecuencia de anarquía, del desorden, del relajamiento, males gravísimos de la iglesia que agoniza. Desaparecerá en la iglesia nueva la tremenda plaga del compromiso, táctica diabólica, razón y causa de innumerables enfermedades; sólo y siempre la verdad, sólo la doctrina y la moral cristiana, dones preciosos de Dios a la humanidad y a la Iglesia en particular, pueden sanar a las naciones y a la Iglesia, que son sanables y por tanto pueden ser sanadas. La Iglesia nueva será como Él la ha fundado y como Él la quiere. Será la estrella capaz de guiar a los pueblos unificados hacia la meta común, a los individuos y a las naciones.

Será verdaderamente el sacramento de salvación, gene­rador de justicia de paz y de amor. La Iglesia regenerada será la Iglesia consciente y conocedora de los grandes po­deres divinos que le han sido conferidos. Será la Iglesia compenetrada de su gran misión divina, será la Iglesia que luchará denodadamente por medio de sus Obispos y sa­cerdotes, todos compenetrados de la conciencia de la gran­deza, dignidad y potencia sacerdotales y harán frente a las oscuras potencias del infierno, liberando y sanando almas y cuerpos de tantas, tantísimas criaturas tiranizadas por los demonios, en cuya existencia y maldad todos creerán.

 

Una con Cristo Redentor

 

La Iglesia nueva será la Iglesia consciente, en la que toda pastoral será válida y eficaz sólo si se identifica con la misma actividad humana y divina de Cristo que con­tinúa renovándose y perpetuándose en el Misterio de la Eucaristía que es el Misterio de la Cruz; la actividad hu­mana y divina de Cristo era, es, y será siempre la de redi­mir, es decir, liberar a las almas de la esclavitud de Satanás; ésta es y será siempre la finalidad de la Redención que con­tinúa.

Será por tanto la Iglesia que tomará en serio la gran enseñanza de la Cruz, será la Iglesia que seguirá a Cristo por el camino trazado por Él con la humildad, la pobreza y la obediencia.

La Iglesia nueva será la Iglesia que reconocerá a Cris­to y a Él, a Cristo, dará todo honor y toda gloria, y le dará el puesto que le corresponde en el espíritu y en el corazón de cada uno de sus miembros, en las familias, en la escuela, en la sociedad y en los gobiernos, porque El es el Alfa y la Ome­ga de todos y de todo.

Don Octavio, la muerte no nos ha dividido, estoy cercano a ti, estamos cercanos a ti. Dios Omnipotente te bendiga y te proteja de todo mal y de toda insidia del enemigo ahora y siempre.

D.Giovanni Calabria

 

13 de Mayo de 1977

 

CON JESÚS Y MARÍA

 

Escribe hijo,

es mi padre putativo que te quiere hablar. Hijito, soy el padre putativo del Unigénito, hijo de Dios, Dios como el Padre y Dios como el Espíritu Santo. Yo, pobre carpintero de Nazaret, fui elegido para la grande y única misión; fui yo, José, escogido para otra altísima tarea, la de ser el Esposo de la Madre de Dios; la fundadora que ha dado origen a la familia de la segunda creación espiritual, juntamente con Su Hijo e Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre. Ella, mi Esposa, la segunda Eva, Él, su Hijo, el segundo Adán. Adán y Eva con su pecado han destruido la obra maestra de la creación, Jesús y María han rehecho la obra del Padre, más bella porque por Ellos y con Ellos, Dios ha manifestado su Amor infinito por la humanidad. Tanto amó Dios a los hombres, etc.

Yo, José, fui llamado junto al Unigénito Hijo de Dios para ejercer mi paternidad, no carnal sino real, porque este don me fue conferido por Dios mismo; fui y me sentí verdaderamente Padre, misterio en verdad grande; ejercí poder y autoridad sobre el verdadero Hijo de Dios, el Cual estuvo sometido a mí y obedeció. Hijo, hoy no se quiere ya obedecer, este es otro aspecto de la impresionante perver­sión moral que el neopaganismo ha realizado en el mundo.

Amor grande, pero puro, corría entre mí, y mi verda­dera esposa María; nuestro amor jamás estuvo contamina­do por sentimientos carnales, nos amamos como los ánge­les que no tienen cuerpo y se aman. Jamás yo, pobre carpintero, hubiera podido asumir mi misión, te repito única en la historia del género humano, que me fue confiada, si no hubiera tenido conmigo a Jesús y a María.

 

El misterio de la Redención continúa

 

Hijo mío, Yo, San José con la Virgen Santísima y con Jesús, nuestro Hijo, formamos la más santa de todas las familias humanas; jamás habrá nunca otra similar. Familia Santa, querida y dispuesta como la única cátedra en la que padres e hijos deberían inspirarse. Hijito, así como estuve unido a Jesús y a María en la tierra, así estoy a Ellos unido en el Cielo. A Jesús por Naturaleza divina le es conferido por el Padre todo poder en el Cielo y en la tierra, a María le es conferido ese mismo poder por gracia, y por reflejo también a mí, José. ¿Quién, hijo mío, podrá Jamás narrar las maravillas de Dios? Los hombres no profundizan estos sublimes misterios.

Hijito, el misterio de la Redención continúa; esto parece que lo han olvidado pastores y sacerdotes y la multitud de los cristianos que viven del recuerdo del misterio de la Cruz como un hecho lejano en el tiempo y no como una realidad en acto; de aquí la crisis de fe que los ha sumergido en la oscuridad y en la aridez espiritual.

Jesús, de continuo se ofrece a Sí Mismo al Padre como Víctima santa, pura e inmaculada en holocausto por la remisión de los pecados.

Si en la Iglesia esto fuera creído y vivido por todos no habría menester y necesidad de la purificación. Pero por desgracia, hijito, la purificación ya está en acto como repetidamente se te ha dicho, y seguirá su curso. La rabia de Infierno no  pudiendo nada contra Dios se vierte contra vosotros, pero no prevalece. Valor, pues, no perdáis el ánimo. Estamos en medio de vosotros, junto a vosotros; hace falta perseverar en la fe, se necesita sufrir y ofrecer uniéndoos a la Víctima Santa; es así como podréis abreviar la hora oscura que cada vez se acerca más.

Jesús bendito, Uno con el Padre y con el Espíritu San­to os bendiga y os proteja de todas las astucias e insidias del enemigo.

San José

 

18 de Mayo de 1977

 

BIEN Y MAL, TERRIBLE DUELO

 

Escribe, hijo. Padre L. desea hablarte.

Sí, hermano, también yo deseo hablarte.

Todo el bien que un alma en gracia realiza, así como el mal que un pecador hace, es materia del juicio particular y del juicio universal. Si luego el pecador sinceramente se convierte, Dios, justo juez, quemará en su infinita mi­sericordia el mal realizado antes de su conversión.

Hermano mío Don O., estas cosas tú ya las conocías y entonces lógicamente me preguntarás por qué ahora te las estoy diciendo.

Si te las digo es porque son como premisas al mensaje que estoy para darte.

Aquel que ama a Dios con humildad de espíritu y sinceridad de fe, con voluntad de conocerlo y servirlo cada vez mejor, es hecho objeto de todos los dardos de las poten­cias oscuras del infierno.

Los hombres de este siglo materialista, los paganos de esta generación no tienen, ni pueden tener ni la más mí­nima idea de lo que pasa y se desarrolla entre el alma resueltamente fiel a Dios y las potencias oscuras del in­fierno. El mundo, esto es, los que son del mundo y no de Dios, no creen y no pueden creer en el misterioso pero real duelo, siempre en acto entre las almas santas y el in­fierno.

 

Los buenos son probados en proporción a su bondad

 

El mundo es de Satanás, que es oscuridad, y no puede producir más que oscuridad en las almas que le tienden a él el oído. El animal, que pertenece a un reino inferior al del hombre, está en la oscuridad de todos los problemas que agitan la mente y el corazón del hombre. El hombre al que Satanás ha destruido la vida sobrenatural en su corazón, pertenece a un reino inferior al que pertenece un hombre en Gracia de Dios, por lo que el hombre que no tiene en sí el Reino de Dios, esto es, la Gracia, ve las cosas, pero sólo en clave natural - esto también se te ha dicho ya en un mensaje precedente - porque un velo misterioso envuelve al alma de los que no están en Gracia de Dios; he aquí porqué muchos Consagrados, sea que estén en la base o en el vértice, no ven el velo que les envuelve el alma, casi siempre es la soberbia, "radix omnium malorum"[73].

Las hostilidades de las fuerzas del mal están en la medida del avance que el alma hace en la perfección y en la santidad. Las almas buenas son probadas en la medida de su bondad mientras que los indiferentes son dejados sin molestias y los malos son favorecidos en sus cosas materiales por los mismos demonios.

No por esto quiere decir que los demonios quieran a los réprobos, - ellos son incapaces de amor, aún del más tenue acto de amor, - ellos odian ferozmente a todas las almas porque odian a la naturaleza humana que ha hecho posible la Virgen Inmaculada, Cristo Señor y Redentor y a la Iglesia, que forman el epicentro de todo su odio.

Por qué, Don Octavio, los demonios, aun odiando indistintamente a todos los hombres, favorecen en sus aspiraciones humanas a los perversos, por una exigencia de su estrategia y  plan de perdición eterna de las almas, ellos no son pacientes, sino que saben malignamente esperar.

¿Qué importa esconder por algunos años a sí mismos y su odio, con tal de arrancar almas a Dios, a Jesús Redentor y a la Virgen Corredentora, con tal de precipitar al infierno los frutos de su incesante actividad, dirigida toda a esta finalidad?

Hermano mío, D.O., aun habiéndose ya dicho a ti muchas cosas acerca de estos seres inmundos, Yo he considerado oportuno agregar alguna nueva noción sobre su estrategia o táctica usada en su pérfida actividad.

Jesús obra en la luz y con el amor, los demonios obran en las tinieblas y siempre animados por el odio. Luz y tinie­blas están frente a frente; vida y muerte en un prodigioso duelo se han enfrentado y se enfrentan, porque la Reden­ción está en acto.

 

El rechazo de Dios

 

En la Iglesia nueva se deberá hablar mucho de cuanto te he dicho, dada la incredulidad de este siglo que se ha hecho pagano, que como justamente te ha sido dicho "de todo ha hecho Dios, menos de Dios".

Este horrible pe­cado del rechazo de Dios que no tiene precedentes por su extensión y gravedad, será borrado de la faz de la tierra con un rigor tal, también sin precedentes en la historia del género humano.

D. Octavio, te he hablado de enfrentamiento y de ás­pero conflicto; esto podría llevarte a pensar casi en una paridad de las dos partes, pero no es así, ninguno sea tentado de poner sobre un mismo plano a las dos par­tes opuestas. Dios es infinitamente más grande que el enemigo suyo y nuestro. Dios podría destruir a su adversario, valiéndose de su Omnipotencia así como de su Omnipoten­cia se ha valido para su creación.

¿Por qué no lo hace entonces?

Porque esto no entra en el plano de su Providencia Divina. Ab aeterno sabía que, creando a los Angeles y crean­do a la humanidad ocurriría el gran desafío y la increíble rebelión de una y de la otra naturaleza. Dios no quita jamás lo que Él da. A la naturaleza angélica y a la naturaleza humana ha dado, entre otros dones, el don de la libertad, - responsabilizando así a una y otra naturaleza; en otras palabras nada ha quitado sea a la naturaleza angélica o a la humana.

¿Y los dones preternaturales y sobrenaturales  regalados a la naturaleza humana?

Hermano, no fueron quitados por Dios, sino destruidos por el pecado.

Pon mucha atención, hermano; aun antes de que nuestros progenitores fueran llamados por Dios para dar razón de su desobediencia, se dieron cuenta de que estaban desnudos, esto es, un instante después de su pecado, y cuando Dios los llamó, tuvieron vergüenza; cayeron en la cuenta de haber destruido su vestidura nupcial, cándida e inmaculada, no retirada por Dios sino abrasada por la concupiscencia del espíritu y de la carne. Esta es la historia que se repite en cada alma cada vez que peca mortalmente. Es el pecado lo que obra nuestra ruina, es sólo y siempre el pecado de­liberadamente querido y conscientemente consumado.

A la naturaleza angélica, puesto que es más perfecta y potente que la naturaleza humana, no le fue dada la po­sibilidad de arrepentimiento y por lo tanto de regenerarse.

 

Diversas artes y estrategias de los demonios

 

La Redención es para todos los hombres, hecha excepción de aquellos que deliberadamente la rechazan.

Las po­tencias oscuras del mal, - envidiosas y celosas y llenas de rabia, - por no haber tenido lo que sí se ha concedido a los hombres de buena voluntad, - usan los dones con los que han sido dotados, de inteligencia y de voluntad para seducir al hom­bre, y para involucrarlo en su misma suerte desespera­da.

En ésta su nefasta actividad usan artes y estrategias diversas, según las circunstancias.

He aquí porqué con las almas elegidas, todas dirigidas hacia Dios usan el choque frontal y al descubierto. Todos los santos conocen y han conocido esta tremenda lucha; nunca por sí solos hubieran podido salir de ella victoriosos, sin una particular ayuda de lo alto. Con las almas buenas se limitan a acciones de molestia, de tentacio­nes aún violentas, con los perversos la táctica es la de fa­vorecerlos en todas sus aspiraciones humanas, reservándose para después desfogar su sádico odio, en el momento en el que están seguros que esas almas les pertenecen ya para siempre a ellos.

Hermano Don O., ánimo. Él jamás abandona a quien en Él espera, cree y confía.

Dios te bendiga ahora y siempre.

Padre L.

 

21 de Mayo de 1977

 

Y HABIÉNDOLO ABANDONADO, HUYERON

 

Hijo mío,

Luigina te quiere hablar.

Don O., no se puede pretender vivir en la tierra sin respirar el aire, aun si estuviera contaminado; no se puede pretender superar la prueba, (y la vida humana es una prueba), sin sufrir sus inevitables consecuencias, por eso no te sorprendas si personas no buenas han abierto las hostilidades contra ti.

Hijito, los mensajes están dando sus frutos. Muchas almas frías e indiferentes, han encontrado de nuevo su fervor; otras muchas han reforzado su voluntad de bien, otras almas de consagrados que se habían extraviado en los oscuros y tortuosos laberintos del pecado, mediante estos mensajes, han encontrado el camino de regreso y han vuelto a entrar en la casa del Padre.

La reacción en acto por parte de los enemigos de Dios, de la Iglesia y de tu alma, era inevitable, hijo; de otro lado te había sido manifestada sin ambigüedad.

Te es muy notorio que Satanás es la mona de Dios y por esto también tiene a su disposición a sus judas escogidos entre los consagrados; ¿Por qué exactamente entre los consagrados? Pues porque los mensajes precisamente han sido dados principalmente para los consagrados, hijo, ¿no es ésta, la historia del Misterio de la Redención? Y la historia continúa y el Misterio de la Redención continúa en la Iglesia y en cada alma. ¿Acaso falta algún Judas al lado de Su Vicario? ¿Quién puede hoy medir la amplitud y profundidad del dolor del Papa, concretamente, por la infidelidad de la que es víctima? ¿Por qué, hijito, con estas preguntas te llevo con tu alma y con tu corazón, al lado de Jesús traicionado exactamente por uno de sus Apóstoles, negado por otro apóstol y abandonado por todos los otros? Es sencillo, para que tú, viendo y meditando, no te vayas a hacer ilusiones.

 

Quien quiera venir en pos de mí, tome su cruz y me siga

 

¿Quieres tú amar? Si es sí, hijo, como en realidad lo es, debes entonces estar bien dispuesto a proseguir en el camino de la cruz sin olvidar que en este camino, Él te precede: quien quiere venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame. Él ya no puede sufrir físicamente, pero sufre moral y espiritualmente; y ¿quién puede decir sus sufrimientos? Creerlo insensible a la ceguera de muchos que en la Iglesia deberían por excelencia ser lámparas que irradiaran la luz de la divina Palabra y del calor del amor, creer­lo insensible a los sacrilegios de muchos de sus sacerdotes y de muchos de sus hijos; creerlo insensible a las profana­ciones a Él en el Sacramento de la fe, a las blasfemias, a los insultos que se renuevan y se repiten sin descanso, quiere decir no conocerlo.

Es absurdo, hijito mío, pero verdad: poquísimos son los que comprenden, o mejor, que se esfuerzan en compren­derlo. Pide tú con insistencia estar entre estos. Pero el com­prenderlo, como le es posible a la mente humana, y luego rechazar seguirlo sería cosa aún más grave que la de los que voluntariamente lo ignoran y viven alejados de aquellas rea­lidades cristianas en las que están inmersos. Estáte fre­cuentemente junto a Él crucificado, míralo y obsérvalo en cada una de Sus palabras, en cada una de sus expresiones, esto siempre se debe hacer, pero especialmente cuando la prueba se hace dura y áspera. Cuando se es llamado a estar más cerca de Él.

El amigo no es tan amigo como cuando comparte la suerte del amigo. Él, hijito mío, nos ha llamado ami­gos y vosotros a veces os hacéis la ilusión de serlo, pero ¿estáis luego dispuestos a compartir su suerte? ¿Estáis dispues­tos a subir con El al Calvario? Para Él nuestras palabras de nada sirven si no van acompañadas de los hechos. Hijo, lo que te estoy diciendo a ti suena a escándalo a los oídos de muchos consagrados que no tienen muchos puntos de comparación con San Juan o con San Pedro. El Padre Leopoldo en su mensaje te ha dado una más que exhaustiva explicación.

 

Se redime en la medida en que se sufre con Él.

 

Eras tú quien tenía que llevar la cruz y eran tuyas las cruces vistas en el cáliz, y Él por tres veces ha caído bajo el peso de la cruz como si por ella fuera aplastado; tus cruces no podrán nunca ser como Su Cruz. Hijito mío, se redime con Él en la medida en que se sufre con Él. Ahora observa y escruta con tus ojos la riada de almas en camino hacia infierno, como una manada ilimitada de ovejas desbandadas y traicionadas, que se han desviado por su necedad y por la necedad de los que las guían hacia la perdición eterna ¿No lo ha afirmado así la Virgen Santísima en Lourdes, en Fátima y en tantos otros lugares? No eran fruto de ficciones o de engaños las lágrimas derramadas por la Virgen Santísima en estos últimos decenios, sin embargo nada se ha dejado de intentar con tal de sofocar y relegar al olvido las enérgicas llamadas venidas del cielo.

D. O., tu sufrimiento no será entonces ni vano ni inútil; eres el pequeño granito de trigo arrojado en la oscura humedad de la tierra para que muera y luego lleve fruto.

Hijito, en estas reflexiones encontrarás la fuerza pare adaptarte a Su divino querer. Siempre estoy cerca de ti; las promesas hechas en la tierra cuando son buenas y santas no son nunca anuladas en el Paraíso.

Dios Uno y Trino te bendiga y te proteja siempre, especialmente en los momentos más cruciales en los que el alma es llamada a permanecer junto a Él Crucificado, para compartir con él la tristeza, la náusea, el tedio y la profunda oscuridad del Getsemaní.

Luigina.

 

7 de Noviembre de 1977

 

EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN

Centro y sostén de la historia de la humanidad

 

Hijo mío, escribe,

Soy el Unigénito Hijo del Padre, en la plenitud de los tiempos hecho Carne en el Seno de Aquella que, bendita entre todas las mujeres, Conmigo Redentor se hizo Corredentora de la humanidad entera librándola así de la tiranía del infierno y de Satanás que la había hecho suya, con el engaño y la mentira, en el paraíso terrenal, despojándola de la vida sobrenatural de la Gracia, don estupendo de Dios, gratuito e incomparable.

En el terrestre paraíso de los progenitores, con la com­plicidad de Satanás, fue destruida la vida divina de la Gracia; en la cumbre del Calvario, presente y copartícipe Mi Madre, Yo obré el triunfo de la vida sobre la muerte, realizando así el designio del Padre que quiso hacer de Mí, Su Verbo hecho carne, en íntima unión con Mi Madre, el Corazón propulsor de toda la creación, el Cristo cósmico, epicentro del universo entero.

Satanás, en su invencible odio, busca en Adán y Eva su revancha sobre la humanidad entera sometiéndola a él con el pecado original; en el Calvario Yo, Cristo, nuevo Adán, en unión misteriosa con la Virgen Santísima, Madre Mía y vuestra, con mi sacrificio, obro la Redención; con la nueva creación reconcilio en Mí a la humanidad con El Padre, restituyéndola a Él, Alfa y Ome­ga de todos.

¿Por qué hijo mío, vuelvo yo con gran insistencia sobre un asunto del que ya tanto te he hablado y sobre el cual tanto se ha escrito?

Porque debe quedar bien claro y por todos comprendido que el Misterio de la Redención obrado por Mí, repito con la participación misteriosa de mi Madre, es el centro y fulcro de toda la historia del género humano, hoy puesto en duda en su naturaleza y consecuentemente en sus efectos por muchos sacerdotes, Obispos y teólogos.

Hijo, negando la realidad demoníaca se niega el pecado original, se niega la Redención en su naturaleza y sus efectos sobrenaturales.

Hijo, negando esto se niega la centralidad del Misterio de la Cruz como punto de apoyo de la historia humana, y como exaltación y glorificación misma de la humanidad perdida y desheredada.

Con la Redención se difunde sobre la humanidad una luz nueva.

Yo soy la Luz venida a este mundo, pero hoy esta Luz se quiere apagada y lo que es verdaderamente monstruoso es que las potencias oscuras del infierno hayan encontrado aliados y celosos colaboradores en Pastores, sacerdotes y en tantos teólogos presuntuosos en su obra demoledora; ¿hasta cuándo podré, hijo mío, tolerar una tal abominación?

Sepan pastores, ministros y teólogos de la nueva Iglesia que ningún hombre debe ignorar (porque ignorando compromete su salvación eterna) la doctrina en la cual y por la cual los preceptos divinos hunden sus raíces.

Será actividad fundamental y esencial para la pastoral de la Iglesia regenerada enseñar todo lo que ha sido revelado acerca de la creación, tentación y caída de los primeros padres, con la consiguiente Redención.

Ninguna moral sana es posible sin el conocimiento de la verdad en la que la moral tiene sus raíces. La pastoral en general, salvo pocas excepciones, es actualmente como eje desplazado de su centro, ella mira a las cosas marginales dejando en la oscuridad la parte central; por esta razón las almas están desorientadas con daño grandísimo y peligro de perderse.

 

Su finalidad: arrancar las almas a Satanás

 

La finalidad de la Redención fue, es y será volver a arrancar las almas a Satanás homicida para devolverlas a Dios Creador, Salvador y Santificador. La razón por la cual hoy (aun en el dinamismo febril de la herejía de la acción) se ha venido a menos en relación con este fin principal de la pastoral, está en la soberbia, siempre la única raíz de todos los males.

La soberbia genera en el hombre el disgusto, la náusea de las cosas de Dios, de la oración, y en particular paraliza todo desarrollo de la vida interior de la Gracia, oscurece la mente, debilita la voluntad facilitando así el extravío del alma que poco a poco se hunde en un creciente y ruinoso desapego de Dios con un simultáneo apego a los bienes del mundo y a los placeres de la carne, y al fin aquí la tienes envuelta como en una mordaza tre­menda en la concepción típicamente mate­rialista de la vida.

Hijo, la purificación en acto desalojará este materialismo del que Mi Iglesia y el mundo entero están tan terriblemente contagiados.

En Mi Iglesia regenerada se deberá tener presente que la verdad conocida y amada orien­ta al alma a la humildad, encaminándola al puerto de la salvación eterna.

Los Obispos deberán considerar la enseñanza catequística como un fundamental deber suyo por lo que cuidarán de la apertura de escuelas para catequistas, confiadas a expertos y santos sacerdotes que deberán tomar el agua de las fuentes límpidas de la Revelación, acordándose que siempre Uno solo es el Maestro eterno e infalible cuyas enseñanzas no mudan ni mudarán jamás porque son divinas.

La Iglesia brotada de Mi Corazón abierto, maestra de verdad, porque es depositaria y custodia del patrimonio de la revelación, tomará su puesto de guía de los pueblos, fuerte por mi divino mandato.

La ignorancia de las verdades eternas, la manipula­ción y negación de la historia del misterio de la salvación ha sido y es el arma formidable con la que el enemigo ha traído el caos y la anarquía a la Iglesia y al mundo.

Pero ¡no prevalecerá!

Ya los retoños de la prenunciada primavera despuntan por todas partes, y el advenimiento de mi reino y la victoria del Corazón Inmaculado de Mi Madre están a las puertas.

Te bendigo, ámame.

 

10 de Noviembre de 1977

 

GRAVÍSIMOS PECADOS DE OMISIÓN

 

Hijo mío, escribe: soy Jesús.

Yo, hijo mío, te he llamado y tú has creído en mi palabra; también llamé a Pedro, a Santiago, a Juan y a otros, y ellos creyeron. Hijo, si cuando tú y ellos oída mi llamada, no hubierais res­pondido, ¿qué habría sido de ti y de ellos?

Cuando en el corazón de la noche por tres veces llamé: "¡Samuel, Samuel!" Las tres veces me respondió: "heme aquí, Señor"; exquisita sensibilidad se necesita para responder a Dios que llama.

Ahora Yo, Jesús, te digo, considera todo el bien carente, porque no ha sido realizado por parte de aque­llos que no respondieron a mi llamada, que no respondie­ron a mis repetidas invitaciones; tú, hijo mío, no podrás jamás calcular el vacío abierto por aquellos que permanecieron siempre sordos a mi voz.

Mi Iglesia está toda entrecortada por estos vacíos, por estos abismos.

Ahora, hijo, considera y medita bien en la grave res­ponsabilidad de aquellos que, sordos a mis invitaciones pe­can de omisión creando vacíos pavorosos; el pecado de omisión no es nunca un pecado aislado que permanece en sí mismo; todo pecado repercute en todo el Cuerpo Místico, dando al mismo Cuerpo Místico gran malestar y disgusto; propter pec­cata veniunt adversa.[74]

Prueba a imaginar a mi Iglesia sin los Apóstoles, sin los Santos. De estos pecados de omisión mi Iglesia ahora está lle­na hasta el punto de rebosar.

Pregunta: ¿Por qué Jesús mío tanta obstina­da sordera? ¿Por qué tanto gélido silencio al Amor que lla­ma? ¿Por qué esta obstinación en rechazar Tus invitacio­nes?

Respuesta: Hijo mío, mira en torno a ti y comprenderás; en Mi Evangelio encontrarás no una sino más respuestas; tú no puedes dar oído a varias personas que te llaman simultáneamente, y en efecto cuando esto sucede dirías: "Por favor, por favor, hablad de uno en uno". Y es justo y natural que así sea.

Ahora, hijo, pon atención: ¿Cuántas veces no te llamado de día y de noche? Pero el Inimicus hominis[75] siempre al acecho, a mi voz hacia seguir la suya; al responderme Sí a Mí sabes lo que sucede, como también sabes lo que sucede cuando no respondiéndome a Mí, prestaste oídos a Él.

Hijo, Yo conozco bien la triste herencia del pecado original que hace al hombre inclinarse hacia la vertiente del pecado, del mal, pero también conozco muy bien lo que Yo, Verbo Eterno de Dios hecho hombre, os he dado para haceros inclinar hacia la vertiente del bien; os he dado Redención con sus copiosos frutos.

No, hijo mío, no es concebible que Pastores de almas, sacerdotes y fieles por Mí con tanto amor solicitados y tan paciente longanimidad invitados a abrirse a la luz y al amor, vayan luego a consumar traición sobre traición, sea con relación a Mí, sea con relación a Mi Iglesia. No es concebible que tengan que ofenderme, que venderme nuevos judas, a mis enemigos, aliados con las potencias oscuras del Infierno

 

La hora está señalada

 

Hijo, tú bien poco sabes, bien poco conoces de  las vergonzosas tramas, de las oscuras conjuras que se realizan en Mi Iglesia; ya te he dicho y de nuevo te repito que si te fuera concedido ver todo el mal que se realiza detrás de la fachada de la Iglesia, no podrías sobrevivir ni un instante.

Hijo, a pesar del abismo que se interpone entre Mí el Redentor y las almas inmersas en el pecado, Yo, Jesús, continúo llamando a la puerta de sus almas, de las almas de tantos Obispos míos, de muchísimos sacerdotes y fieles míos porque por todos he aceptado la Cruz, porque a todos los quiero salvos, pero ellos por desgracia están endurecidos en el pecado y cegados por la soberbia y el número de estos desventurados es verdadera­mente grande.

Pero no pienses que mi irreductible enemigo con to­das sus legiones sea imbatible e irrefrenable la tremenda hemo­rragia de almas que van al infierno...

La hora está señalada por la misma prevaricación de ellos.

En un precedente mensaje te dije: Será hora tremen­da, sin precedentes, será hora de justicia y de misericordia; llegará el día en el que todo lo que te he dicho será comprendido; pero hoy muchos no creen y no entienden.

Hijo, no te he hecho una lista de todos los motivos por los que pastores, sacerdotes y fieles no escuchan mi voz y permanecen insensibles a los impulsos de mi Gracia, pero lo haré en un futuro.

Hijo, reza y repara por tus hermanos que caminan por el borde del abismo de cuyo fondo no se puede ya salir. Ofréceme todos tus sufrimientos interiores y exteriores; ámame y quiéreme como Yo te amo.

Te bendigo, y contigo bendigo a todos los consagrados de buena voluntad.

 

15 de Noviembre de 1977

 

IGLESIA NUEVA - IGLESIA REGENERADA - TEOLOGÍA PURIFICADA

 

Luz y tinieblas son realidades materiales en las que vivimos, en las que nos movemos, que nos envuelven y nos compenetran y en las que se mueven y viven todas las criaturas de este universo mundo; son realidades materiales (que caen en el ámbito de nuestros sentidos) y que nosotros no podemos menos de considerarlas auténticas y verdaderas.

Pues bien, otro tanto verdaderas realidades son las luces divinas que nos vienen de Dios como las profundas tinieblas que nos vienen de Satanás.

Satanás, de luz (generador de luz) se transforma en tinieblas; ¿cómo se realizó esta metamorfosis? La soberbia fue la única causa; la soberbia es oscuridad que genera oscuridad, así ha sido para Satanás y sus secuaces, así para otros muchos innumerables.

La Virgen Santa al contrario, por su gran humildad, fue hecha de tal manera luminosa y resplandeciente como para embelesar a Dios y tanto agradó por ésta su humildad a Dios Uno y Trino que La quiso además de Hija, Madre y Esposa divina.

Hijo, estas verdades que te he expuesto en forma sencilla y clara han sido desfiguradas por el error, por la herejía y por la soberbia humana e infernal.

Hijo, un gran y santo Pontífice predijo "una nueva primavera"; en primavera los campesinos proceden a la poda de las vides; es tiempo ya de dar inicio a este trabajo, es necesario podar y limpiar la teología de las hojas y ramas secas, para que las vides se enriquezcan de nuevos y abultados brotes, plenos de humores vitales y no mortales.

Por el aproximarse de la nueva primavera Mi Iglesia es toda un fermento, es todo un hervir de al­mas repletas y henchidas de humores vitales, pero, hijo, la primavera sigue al invierno y el invierno es tiempo de frío, de hielo y de arrolladoras tempestades.

La teología, ciencia divina, envenenada y desfigurada por tantas herejías, espera su poda indis­pensable para recobrar su natural esplendor que hará bella, nueva y santa a mi Iglesia.

Será gema preciosa que en su simplicidad esencial será como manantial de agua pura, viva, que podrá apagar la sed de las almas, vivificarlas y orientarlas en su ca­minar sobre la tierra.

Ay, ay de aquellos que, enrojecidos por la soberbia, movidos por el amor propio antes que del amor de Dios que es verdad, osarán contaminar de nuevo las fuentes del Agua viva querida para salvar y no para perder a las almas.

Ay, ay de aquellos que por ponerse en evidencia a sí mismos no han titubeado en arrastrar a la eterna ruina a tantas y tantas almas; ¡mejor que no hubieran jamás nacido!

Te bendigo, hijo mío, reza y repara; ¡mira qué desgarro y qué ruinas están en acto en Mi Iglesia!

 

29 de Noviembre de 1977

 

SE HAN HECHO TINIEBLA

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Deseo que tomes nota  de cuán grande es la necedad de los hombres, los cuales rechazan el dar oído a Dios, a Dios que cual Padre amoroso los llama con insistencia para ponerlos nuevamente en el recto camino, a Dios que constreñido por su sordera, debe recurrir a la severidad para despertarlos de su sueño de muerte.

He aquí los múltiples aluviones, los terremotos, he aquí tantas otras calamidades, fruto de la necedad humana, que para nada han servido.

Deberás tomar nota también de qué inverosímiles aparecen las ignominias pero son reales, a las que Satanás empuja a los que resisten a Dios, y todavía una vez más constatar la convulsa y activa potencia del enemigo Mío, vuestro y de mi Iglesia.

Hijo, piensa, medita sobre la inconsciencia de los hombres y de tantos consagrados Míos escogidos para ser maestros de verdad, lámparas encendidas para disipar las tinieblas, y al contrario se han convertido en tinieblas ellos mismos, por lo que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen las monstruosas cosas que se dicen y se hacen, y que no se pueden explicar sin la directa y personal intervención de Satanás y de sus malvadas legiones.

Maestro y fautor de todas las horrendas tramas y conjuras que se suceden, que se entrelazan en un crescendo pavoroso bajo su empuje infernal, sólo los ciegos hoy no ven, envueltos como están por las tinieblas, lo que despedaza a la Iglesia y con la Iglesia a los pueblos de la tierra.

La feroz tiranía de Satanás está alcanzando su máximo nivel, más allá del cual no podrá pasar.

Yo siempre he dicho, hijo mío, que no quiero el mal porque soy Dios, porque soy el Amor; soy Dios, infinita perfección y el mal es siempre imperfección.

Pero Yo el mal lo permito para someterlo y fermentarlo para el bien.

 

Purificación necesaria en Mi Cuerpo Místico

 

Satanás, aún sabiéndolo, no desiste de su exasperada y pérfida actividad, porque en el mal fue y está congelado. Hijo, se está alcanzando la última fase de este inmenso conflicto, fase en la que serás testigo de las más absurdas traiciones, de los más horrendos sacrilegios contra Dios y mi Iglesia, consumados precisamente por aquellos que deberían ser sus valientes defensores.

Hijo, los pueblos y las naciones se pueden sanar, pero ¿a qué precio? Bastaría una atenta lectura de la Biblia para hacerse una idea. Tú verás la hora de la purificación; acuérdate entonces de estas confidencias mías para permanecer firme y estable en la fe.

Prevengo, hijo, tu pregunta: ¿No podrías Tú, que eres el Hijo del Dios Viviente, neutralizar toda la nefasta acti­vidad de los demonios relegándolos al infierno, su lugar natural de pena?

Sí, hijo mío, Yo lo puedo todo porque soy Dios, y si no lo hago es porque tengo buenas razones para no hacerlo.

Algunas de estas razones ya te las he manifestado en men­sajes precedentes; es necesario que la hora de la purifica­ción se cumpla en Mi Cuerpo Místico como también un día se cumplió en Mi Cuerpo Físico.

La Misericordia y la Justicia deben tener su cumplimiento.

De nada han servido mis llamadas, mis reiteradas lla­madas; para nada han valido Mis divinas promesas; nada han valido Mis intervenciones en la tierra; casi nada han servido las numerosísimas intervenciones en la tierra de Mi Ma­dre y vuestra; para nada han servido Mis advertencias; po­quísimos las han acogido; sin embargo, eran llamadas, avisos provenientes de Mi Corazón Misericor­dioso, de Mí, Hijo Unigénito del Padre, Dios como El Pa­dre y el Espíritu Santo; se han reído de mí, han hecho insistente mofa de Mí, me han insultado en todas las formas con su necia incredulidad; pero verán cuán tremenda es la ira de Dios.

Ellos la han querido, ellos la han provocado; necios, se han sentado a la mesa con los enemigos Míos y suyos; por ellos han sido engañados y seducidos; Satanás los ha encadenado a sí con las más torpes pasiones, arrollán­dolos en la condenación eterna.

Todo esto es una horrible realidad ante la cual se ne­cesitaba y se necesita reaccionar. Pero ella ha encontrado a Mi Iglesia desguarnecida de aquellas defensas que Yo le ha­bía dado.

Indiferentes mis consagrados y aún mis Obispos, se han pasado al enemigo y ahora colaboran con él secun­dándolo en su abominable juego. De estos éxitos el enemigo está extremadamente orgulloso y celoso.

Serán estos éxitos los que le permitirán desahogar su odio contra Mí y echarme en cara el fracaso y la inutilidad de la Cruz; pobre iluso y necio, verá una vez más la Om­nipotencia divina manifestarse al Cielo y a la tierra en su infinita extensión, pero no se convencerá totalmente sino al el fin de los tiempos, cuando regresaré a la tierra con gran majestad y gloria para juzgar a los vivos y a los muer­tos.

 

Quien cree en Mí no morirá in eterno[76]

 

Una vez más Satanás verá lo que pueden el Amor y la Justicia divina; una Iglesia como nunca fue, res­plandeciente, hecha espectáculo al cielo y a la tierra, y él, el enemigo irreductible, deberá admitir, de mala gana, el haber tenido parte importante en la total renovación de Mi Iglesia, en los momentos en los que, con su perversa actividad confiaba en destruirla.

Ha llegado la hora, hijo mío, en la que los buenos, to­dos los buenos deben tomar conciencia y clara visión de los tiempos y de los acontecimientos en curso que en­vuelven con Mi Iglesia a la entera humanidad.

Creer, firmemente creer, esperar, amar a Aquel que no miente y no decepciona.

Quien cree en Mí no morirá in eterno. Sólo Yo soy la Resurrección y la Vida. Yo salvaré de la ira de sus ene­migos a quien en Mí cree y a quien me ama.

Yo no me olvidaré de él en la hora de la prueba.

Te bendigo, hijo, no temas; ámame, como Yo, Jesús, Ver­bo Eterno de Dios, te amo a ti.

 

 

LA MEDIDA ESTÁ COLMADA, EL VASO SE DERRAMA

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

 

 

Parte 5ª

1 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA

Supremacía sobre todas las autoridades de la tierra

Escribe, hijo mío,

soy Yo, Jesús, que quiero retomar el discurso hace poco interrumpido; de los males de mi Iglesia y de los responsables de los males de la misma, ya te he hablado bastante en los libros precedentes, pero no he agotado el argumento, hay otras cosas que aclarar que a continuación aclararé.

De cuanto te he dicho en los dos mensajes precedentes, emerge una realidad dura para los actuales gobernantes de los pueblos, la plena supremacía de Mi Iglesia sobre todas las autoridades de la tierra, y esto por Su origen, no humano sino divino, por Su misión, que trasciende los bienes y las cosas terrenas, por Sus fines, que son los mismos por los que Yo, Jesús, Unigénito Hijo del Padre, en la plenitud de los tiempos, me he hecho Carne y he muerto en la Cruz para la salvación del género humano.

Todo esto, para los hombres de iglesia, debe ser siempre motivo no de soberbia sino de humildad; deberían tener conciencia de que fueron ab aeterno[77] elegidos, no por sus méritos particulares sino por pura Bondad Divina.

Estridente contraste

Yo, con el misterio de mi real, física y personal presencia eucarística en mi Iglesia, misterio por el que se maravillaron los ángeles del Cielo, con mucha razón, poniéndome en el centro de toda la creación puedo decir a todos: "aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón".

Observa, hijo mío, qué estridente contraste entre Mí, recién nacido Mesías en la cueva de Belén; observa y medita ahora en el no menor contraste entre Mí, Jesús, Crucificado en la Cruz, frente a la pomposa altivez escondida bajo las apariencias de una aterciopelado humildad que les altera hasta la personalidad y les permite manifestarse como en realidad no son. En otras palabras, se han creado una máscara que oculta a los demás su verdadera fisonomía; pues bien, hijo mío, Satanás es quien les ha puesto esa máscara sobre su rostro y Satanás mismo será quien se la arrancará del rostro.

Oh, hijo mío, no te preocupes por las verdades que escribes, fuera esa turbación; la "verdad", tan poco amada, debe ir  siempre afirmada, sin preocuparse de las consecuencias que se derivan de ello, nadie te podrá tocar ni un cabello; deberás sufrir, pero ¿no he sufrido Yo, Eterno Verbo de Dios, Yo, suma y eterna Verdad, por afirmar la "verdad”?

Sí, lo repito una vez más, ¡qué tremendo contraste entre ellos y Yo! Pero la hora de la Purificación barrerá fuera toda la podredumbre de teólogos presuntuosos y soberbios que tanto veneno han sembrado por doquier en Mi Iglesia, barrerá fuera toda la suciedad con la que se ha contagiado cada cosa, desfigurando el Rostro de Mi Iglesia, aquel Rostro que Yo le di en su nacimiento; ahora ella está envuelta en la oscuridad y colmada hasta el punto de desbordar de innumerables contradicciones; hijo, en mi Iglesia no pocos Pastores, Sacerdotes, almas consagradas en general y fieles, son incapaces de reconocerse como lo que en realidad son.

Hijo mío, en la Iglesia renovada no toleraré más burócratas, funcionarios, gobernadores, profesionales... ¡no! Santos quiero, Padres, solamente padres, capaces de ejercer su mandato con bondad, no separada de la firmeza, pero firmeza paterna, siempre y sólo paterna.

Un padre nunca hace injusticias contra sus propios hijos, aunque los hijos no siempre sean respetuosos con relación a sus padres; si todos los Pastores de almas, sacerdotes, etc., fueran verdaderamente "padres", desaparecerían en Mi Iglesia todas las injusticias, un gran mar de injusticias; hijo, no digo todas, pero sí que muchas evasiones se deben atribuir a quien en mi Iglesia se ha olvidado de ser "padre"; piensa, hijo, vocaciones destruidas, sofocadas en la soberbia y en el orgullo de quien no ha sabido o no ha querido ser padre.

 

No se ama ni se perdona por poderes

 

Un verdadero padre sabe comprender y perdonar al hijo que yerra; el padre verdadero sabe comprender a la oveja que se ha perdido y la sigue, la busca y, encontrándola, se la pone sobre los hombros, un verdadero padre se ocupa directamente del hijo perdido, ni se ama, ni se perdona por poderes.

Hijo, tú bien sabes, el amor lleva a la unión; si en mi Iglesia se observara el primer y máximo mandamiento del amor habría no la unión, sino una verdadera y auténtica comunión; tú mismo puedes constatar cómo están las cosas al respecto. Hijo mío, nunca podrá ser comprendido por mente humana el precio de la soberbia, que vuelve necios a los hombres.

En Mi Iglesia regenerada ya no habrá tantos muertos como se registran en la iglesia hoy.

Ésta será mi venida intermedia a la tierra con el advenimiento de Mi Reino en las almas, y el Espíritu Santo será el que mantendrá purificada con el Fuego de su Amor y con sus Carismas a la nueva Iglesia, que será eminentemente carismática.

Actualmente muchos Obispos son desconfiados con relación a los carismáticos, ¿en dónde tiene origen esta desconfianza? ¿Tal vez en la prudencia? Algunas veces sí, pero muchas veces, tiene su origen en los celos, que son hijos de la soberbia; se tiene miedo de que el carismático disminuya el prestigio, al que casi todo se sacrifica, el prestigio es la sombra maléfica de Satanás, que los persigue por todas partes.

Hoy muchos no comprenden, pero llegará el tiempo en que comprenderán.

La soberbia que envuelve mi Iglesia con sombras de muerte, frustra las finalidades de mi Iglesia, porque es causa de la perdición eterna de muchísimas almas; si se piensa luego, que la perdición de una sola alma, es más grave que todas las desgracias, sufrimientos y calamidades de todos los tiempos, bien se podrá comprender lo dramático de la situación.

Basta por ahora, hijo; te bendigo, reza y ámame.

 

1 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA Maestra y guía de todas las gentes

 

Hijo mío, escribe,

soy Jesús, continúo con el discurso abierto sobre mi Iglesia pero nada más lejos de estar cerrado; Yo la he puesto en el mundo, en medio del mundo, porque su misión se dirige a todos los pueblos y naciones de la tierra; ella está constituida por el Querer Divino como maestra y guía de todas las gentes; éste es el puesto que Le compete y éste es el puesto que le será reconocido después de la purificación.

Indescriptible es su tarea en este tiempo intermedio entre la primera venida de Cristo a la tierra con el misterio de la Encarnación y su segunda venida, al fin de los tiempos, para juzgar a los vivos y a los muertos; entre estas dos venidas, que revelan, la primera, la Misericordia de Dios, la segunda, la Justicia Divina, la justicia de Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, como sacerdote, Rey y Juez Universal, esta tercera intermedia venida, es invisible, a diferencia de la primera y de la última venidas, ambas visibles.

Esta tercera venida es el Reino de Jesús en las almas, Reino de paz, Reino de justicia, que tendrá su pleno y luminoso esplendor después de la purificación.

Mi Iglesia está puesta en medio de las naciones, pero ninguna nación en el mundo tendrá el derecho de sobreponerse a ella, quien osare hacerlo iría contra los designios de la Providencia divina provocando su indignación. Mi Iglesia tiene en sí todo lo necesario para realizar su divina misión, estando Yo, Jesús, presente en mi Vicario, el Romano Pontífice, estando además Yo, presente realmente, físicamente y personalmente en el Misterio de la fe, la Eucaristía, presente también con la palabra divina, Yo, soy el Verbo eterno de Dios.

 

Misión salvífica, libre e independiente

 

Ahora pues hijo mío, es evidente que ninguna autoridad de la tierra puede prevalecer sobre Aquel que es la suma autoridad, Alfa y Omega de todo y de todos, sin la cual ninguna autoridad puede haber. ¡Ninguna autoridad hay, si no viene de Dios!

Dicho y declarado esto, mi Iglesia debe y deberá realizar (como Sacramento de salvación) su misión salvífica, libre e independiente, porque ella es de Dios, porque Dios está en ella; ¡ay de aquellos que por soberbia y orgullo intenten obstaculizar su camino en la tierra, incurrirán en la justa indignación y en la ira de la Justicia Divina!

Mi Iglesia en la tierra, en sus relaciones con las naciones, cultivará el respeto y la comprensión recíproca; en efecto la finalidad es común, el bien del hombre; Mi Iglesia con la edificación de la Jerusalén celeste, las Naciones con la edificación de la Jerusalén terrestre. Ambas ciudades son para el bien común de los pueblos, ambos poderes, el Eclesial y el Civil, si no están corroídos por la soberbia, generadora siempre de envidia y celos, serán como dos rieles paralelos que caminan equidistantes, con el mismo punto de partida y de llegada, separados, pero unidos por las traviesas, como unidos están por las traviesas los raíles del tren, que avanzan juntos sin jamás encontrarse.

Necesariamente las relaciones deben existir entre los dos poderes, uno no puede ignorar al otro; estas relaciones deberán desarrollarse siempre en el ámbito de sus respectivas competencias y respeto mutuo; Dios es extremadamente celoso del Don que forma la grandeza y dignidad humana, o sea, de la "libertad", todo abuso, toda vejación es un atentado contra la libertad, que no puede sino ser severamente castigado.

 

Estos hombres, instrumentos dirigidos por Satanás, serán dispersados como polvo al viento.

 

Mi Iglesia regenerada nunca tomará medidas capaces de herir u ofender la libertad de los demás, o en cualquier forma, no conformes con Su Divino Mandante, así tampoco los poderes, y cuando digo poderes quiero decir las autoridades de cualquier naturaleza, civiles, militares, políticas, judiciales... no podrán excederse de sus límites, haciéndolo romperían el equilibrio de la paz en el mundo, delito grave que grita venganza ante la presencia divina.

 

Hijo mío, no hablamos de lo que está ocurriendo en el mundo por obra de hombres corruptos y degenerados, habituados a toda infamia, cegados hasta el punto, como su maestro Satanás, de quererse sustituir a Dios, creyendo que pueden destruir las Leyes divinas y eternas, adjudicándose el derecho, que es sólo de Dios y de nadie más en el mundo, como es el de disponer de la vida y de la muerte, obrando de esa manera contra de Dios, Autor de la vida.

Estos hombres, instrumentos dirigidos por Satanás, sumo e irreductible corruptor, serán barridos afuera como polvillo al viento en la hora que inexorablemente se aproxima; entonces se comprenderá que Dios verdaderamente existe y que es cosa tremenda incurrir en su Ira.

Han violado sacrílegamente las Leyes Mías, los Mandamientos Míos, han profanado la Iglesia Mía, han hecho irrespirable el aire con su hedor infernal, pero un fuego del Cielo caerá sobre la tierra y borrará todo vestigio de la locura humana; no quedará, para ciudades y naciones, piedra sobre piedra, hasta que no sea aplacada la ira tremenda de Dios.

Hijo mío, por ahora basta, reza, repara, ofréceme tus sufrimientos, ámame.

Te bendigo y contigo bendigo a las personas que te son queridas.

 

1 de Diciembre de 1977

 

 

MI  IGLESIA Una, Santa, Católica Apostólica y Romana, prerrogativas que jamás cambiarán

 

Escribe, hijo, retomemos el discurso sobre mi Iglesia. Ella es y lo será Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana; en nada de esto cambia ni cambiará nunca con el cambiar de los eventos humanos; nunca ninguno podrá privarla de sus prerrogativas.

Mi Iglesia está en el mundo para el mundo; no es estática, sino perennemente en camino, tendrá el paso con el mundo como el pastor lo tiene con su rebaño; su misión es netamente misionera, su labor llevar a todas las gentes el mensaje evangélico; no es absolutista y ni  siquiera del todo democrática, de una democracia pura, es Jerárquica porque así la he querido y la quiero Yo, su Fundador; la jerarquía forma su espina dorsal; su gobierno será una forma intermedia entre el absolutismo y la democracia pura.

Sus miembros serán todos los bautizados; en el vértice estará el Papa, que en caso de emergencia podrá gobernar solo, teniendo en sí todo poder deliberativo y ejecutivo.

El Papa, verdadero y directo sucesor de San Pedro, estará en la cumbre de mi Iglesia, que es sociedad perfecta y como tal tiene y posee todos los medios para lograr sus fines independientemente de cualquier otra estructura humana; no pocas de las actuales estructuras caerán y otras serán simplificadas.

 

Una es quien lleva el mensaje y el otro quien lo recibe

 

Cabeza invisible de mi iglesia soy Yo, Jesús; cabeza visible es el Romano Pontífice, sucesor de San Pedro, a quien se deberá siempre amor, respeto y humilde obediencia por parte de todos, Obispos, sacerdotes y fieles sin distinción alguna.

La Iglesia está en el mundo pero es diversa del mundo y jamás podrá identificarse con el mundo, pero no está impedida, por su naturaleza de Maestra y de madre del mundo, en su misión. Uno es quien lleva el mensaje y otro quien lo recibe. Las degeneraciones de la hora actual encontrarán disidentes a muchos fieles, sacerdotes y aún Pastores, pero restablecida la verdad y el equilibrio, ahora sacudidos por tantos males, la Iglesia regenerada no conocerá disidentes acerca de su naturaleza.

Será contrastada siempre, el Cuerpo sigue la suerte de la Cabeza, pero las fuerzas y las oscuras potencias del mal jamás prevalecerán sobre ella; ella goza de la particular presencia del Espíritu Santo que ya la penetra con sus carismas; hoy los carismáticos se van multiplicando por doquier. El Carisma siempre ha existido en la Iglesia, los santos fueron todos carismáticos, aquí hablo del Carisma como don particular y extraordinario dado a determinadas personas para la comunidad eclesial, no hablo de los carismas comunes participados a todos los cristianos con la vida sacramental.

 

Así el Señor dispersa a los soberbios...

 

Las Potencias oscuras del Infierno emplean todos sus recursos para sembrar discordia, envidia y celos entre los carismáticos para disminuir y aun anular los efectos. Los carismáticos deben darse cuenta de esto para no permitir al enemigo atentar contra el plan de la Divina Providencia. Los carismáticos vigilarán para no caer en las insidias del enemigo, cultivando en sí mismos todas las virtudes, pero en modo particularísimo la Humildad, pilar fundamental y central de la santidad.

La Iglesia regenerada será casi totalmente carismática, será verdaderamente Santa y será el Espíritu Santo quien la vivificará y santificará para hacer de Ella un faro de luz que se proyectará sobre la humanidad entera.

¿Quiénes son les hombres para ponerse contra Dios con sus locas intenciones de obstaculizarle el paso? Menos que un puñado de polvo que el viento dispersa. Polvo son los regidores de los pueblos inmersos en la oscuridad más densa de su soberbia.

¿Qué se necesita para confundirlos? Ellos han cerrado su corazón, sus bocas hablan con arrogancia, avanzan y me rodean para abatirme, pero Yo los dispersaré como polvo, nada más que polvo. Han cavado ante Mí una fosa y en ella caerán, serán por ella tragados. Así el Señor dispersa a los soberbios que han urdido conjuras contra Él, así abatirá a sus enemigos, y su Iglesia llevará la salvación hasta los más apartados confines de la tierra.

Hijo, por ahora basta, ámame, te bendigo y contigo bendigo a los que te son queridos.

 

1 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA Pocos advierten el misterioso fermento

 

Soy Yo, Jesús y quiero continuar con la manifestación de mis pensamientos acerca de mi Iglesia actual. Es mi Iglesia que se está renovando, sólo que muy pocas almas se han dado cuenta de mi divina actividad. Te he hecho tocar con la mano la realidad de mi activa presencia en mi Iglesia; has visto a algunas de las almas que he elegido y que tendrán importantes misiones en mi Cuerpo Místico, pero por parte de mis ministros, muy pocos advierten este misterioso fermento, la mayoría están engolfados en sus cosas, que no son mis cosas, como debería ser, porque mis ministros deberían estar ocupados da y noche en las cosas Mías, en las cosas que Me tocan; deberían estar ocupados en tutelar y defender mis intereses, es decir, la gloria de Dios y el bien de las almas; pero en estas cosas piensan bien pocos... la política, los deportes, las películas, a veces hasta pornográficas, vistas en la televisión o en salas públicas, forman su alimento, cuando no se alimentan de cosas peores.

 Siempre sordos, siempre prontos a las murmuraciones, casi siempre indiferentes al problema para el que han sido creados y para el cual han sido llamados y elegidos... Un tal comportamiento con el que se dice No, al Amor; No, a la Luz; No, a la verdad; y Sí, a lo que a estos bienes se opone, es verdaderamente paradójico, absurdo e inconcebible, y por lo que ya no es tolerable.

 

Quiero solo sacerdotes santos…

Dispersaré a los demás como paja al viento

 

Mira entonces cómo Yo, Verbo de Dios, presente en mi Iglesia estoy realizando la obra de la Purificación que deberá restablecer el equilibrio y la armonía destruidos bajo la apremiante acción maléfica del Príncipe de las tinieblas y de la mentira.

En mi Iglesia renovada quiero sólo Sacerdotes Santos para santificar, quiero sólo Sacerdotes conscientes y responsables de su grandeza, poder y dignidad sacerdotal;  dispersaré a los demás como cascarilla al viento y de ellos no quedará en mis santos, recuerdo alguno. Mis santos sacerdotes estarán animados por el amor y por el temor de Dios, conscientes de ser  en mis manos instrumentos de la nueva creación.

Sabrán y creerán verdaderamente que son los Ministros de un Rey Omnipotente y Universal; sabrán valorar el precio de las almas, por lo que día y noche buscarán salvarlas; sabrán que además de ser mis ministros son mis amigos, lo que quiere decir, amigos de Dios, "ya no os llamo siervos, sino amigos", sabrán mis santos sacerdotes de la Iglesia regenerada que no son extranjeros en la Casa del Padre sino futuros ciudadanos de la Jerusalén Celeste y familiares de Dios.

Los pondré como cabezas en medio de mi Pueblo; harán recordar mi Santo Nombre de generación en generación; serán ellos quienes van a señalar ante todos los pueblos y naciones al Cordero de Dios; serán ellos quienes lo harán amar y lo pondrán como Alfa y Omega de todo y de todos, como la resurrección y la vida, corno el Amor eterno e increado que llena el universo de Sí; serán ellos quienes narrarán a todos mis maravillas, quienes proclamarán a los pueblos al Dios Viviente,  serán ellos los que proclamarán Sus mandamientos; serán ellos los que llevarán por doquier la imagen del hombre celeste y no la del hombre hecho de tierra y, con la imagen del hombre celeste, ellos llevarán la integridad de vida, de santidad y verdad.

 

Es tiempo de perdición, pero también de salvación

 

Así serán y deberán ser los ministros de mi Iglesia renovada y resplandeciente de luz como nunca antes lo fue; hijo, éste es tiempo de calamidad, pero también de gran Misericordia; es tiempo de llanto pero también de alegría, es tiempo de perdición, pero también de salvación, y mi Iglesia será salvada de las garras de Satanás, que la quisiera para siempre destruida. Será tiempo de victorias y de triunfos, será el tiempo del triunfo de mi Madre que, por segunda vez, con su calcañar aplastará la cabeza a la malvada Serpiente, será tiempo de vida y de resurrección.

Verás hijo mío, sí, lo verás, el desarrollo de estos acontecimientos sin comparación en la historia humana. Muchos aún se negarán a creer, desgraciadamente creerán cuando sea demasiado tarde;  Hijo, es cierto, la Cruz no te faltará, pero la Cruz, para ti, no sólo es predilección, sino es amor.

Animo, hijo mío, sé lo que piensas, pero no olvides que Yo soy Dios y todo lo puedo. Sí, hijo, todo lo puedo. Puedo tomar al repugnante gusano que se arrastra en el fango de la tierra y elevarlo hasta Mí y hacer de él un ángel de luz. Tú serás Profeta de la Iglesia del mañana y vendrán a ti para conocer mis pensamientos. No te turbes, hijo, es tu Jesús quien te habla, que te sigue, que te ama; es el Amor que en ti busca el amor. No me defraudes, hijo, demasiadas almas me han defraudado, demasiadas almas me han traicionado.

Animo, hijo, acoge mi bendición como prenda de mi amor; contigo bendigo a quienes te son queridos y por quienes rezas, ámame y ofréceme tus sufrimientos.

 

1 de Diciembre  de 1977

 

MI  IGLESIA Maravillosa fusión de lo divino con lo humano

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que te habla,

debo decirte cosas importantes con referencia a mi Iglesia post purificationem[78], hijo, la Iglesia es Mía. Ha salido de mi Costado abierto; mi Iglesia es un sacramento de salvación, instituido por Mí para guiar a todos los hombres hacia el puerto de la "salvación eterna".

La Iglesia es una maravillosa fusión de lo divino con lo humano, de la que se tiene imagen en un orden inferior, en la fusión del espíritu con la materia (cuerpo) en la persona humana; otra imagen la puedes deducir del elemento natural, alma, con el elemento sobrenatural, gracia.

Yo, Dios Uno y Trino he querido la Iglesia, instrumento para realizar y perpetuar en la tierra la segunda creación. Yo soy la Cabeza de la Iglesia, invisible pero real, siempre presente, sobrenaturalmente activo y fecundo. Yo soy el Maestro indefectible de la Iglesia, el Guía seguro; en ella soy Camino, Verdad y Vida.

Mi Iglesia es sociedad perfecta, humana y divina; humana porque los hombres forman sus miembros, divina porque su origen es divino, porque divina es su naturaleza, porque divina es su doctrina, porque divinos son los medios de santificación a su disposición y porque divinos son los fines que persigue. Mi Iglesia es perfecta porque nada le falta para ser tal, porque divina es la Vida que circula en Ella, porque está impregnada por la acción y por la presencia del Espíritu Santo, que la sostiene, la vivifica y la santifica en su camino en esta tierra de exilio.

 

El humo del infierno ha entrado en ella

 

Hijo mío, prevengo tu objeción, no expresada, sino pensada, ¿por qué entonces, Jesús mío, la Iglesia está sufriendo tan terriblemente por tan innumerables males? Porque en la Iglesia está el elemento humano, donde está el hombre ahí está la imperfección; si además el hombre movido por presunción y orgullo intriga con Satanás, Satanás se posesiona de él y lo hace un instrumento del mal; no lo olvides nunca, él es la mona de Dios: todo lo que Dios hace en el bien él lo hace en el mal.

¿Por qué, Jesús mío, la Iglesia está tan gravemente enferma?

Porque el humo del infierno ha entrado en ella oscureciendo las mentes de los que por soberbia así lo han querido; estos desventurados nunca podrán valorar el incalculable daño causado a la Iglesia. Respondo ahora a otra objeción tuya, ¿tal vez ha venido a menos la acción del Espíritu Santo? No, hijo, Dios no miente y Dios es fiel a sus promesas, no es que Dios ha venido a menos, sino que el hombre ha faltado a su fidelidad.

 

Poquísimos son los dispuestos a seguirme en el camino de la cruz

 

Dios no coarta jamás la libertad del hombre, aun cuando el hombre usa de este estupendo don en contra de Dios; y si no fuera así, dime ¿qué sería ahora del mundo? Hijo, cuántas veces no te he dicho que el mal, de cualquier naturaleza que sea, no viene nunca de Dios sino de Satanás que es "el mal", todo el mal, y del hombre que lo quiere, jamás de Dios, no es Dios infiel al hombre sino el hombre es el infiel a Dios.

Los fines de mi Iglesia son los fines del Misterio de la Redención; le toca a mi Iglesia perseguir estos fines, pero también los medios para perseguir estos fines son los de mi Redención: Humildad, Pobreza, Obediencia y el Calvario, al que hoy muchísimos se niegan a subir; también entre los Obispos, entre los sacerdotes y entre los consagrados en general son poquísimos los que están dispuestos a seguirme en el Camino de la Cruz.

Aquí tiene su raíz la aridez de mi Iglesia hoy.

Mi Iglesia es la única custodia, intérprete, depositaria de mi Palabra, aquel que se atreviese a negar a mi Iglesia esta prerrogativa y sacrílegamente se apoderase de ella, mutilando, desfigurando, transformando mi Palabra, cometería pecado grave contra el Espíritu Santo, pecado grave de presunción, pecado que raramente encuentra perdón.

Hijo te bendigo, da gozo a tu Jesús con tu disponibilidad a la Cruz.

 

2 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA Se toma interés en todas las actividades del hombre

 

Escribe hijo,

la actividad de mi Iglesia no está limitada a algunos aspectos de la vida humana del cristiano en la tierra. El cristiano, como persona singular, como miembro de la comunidad familiar, social y eclesial, es el objeto y la finalidad de toda la actividad humana y divina de la Iglesia. Por eso todas las estructuras en las que el cristiano se mueve, trabaja y vive, son también objeto de la actividad eclesial. El querer limitar el campo de acción de la Iglesia sólo a algunos aspectos de la vida del cristiano para excluir otros, sería atentar contra la soberanía de la Iglesia; sería alterar su naturaleza, lo que equivale a frustrar en ella los fines para los que Dios la ha querido y la ha puesto en el mundo.

El que osare hacer esto, llegaría a ponerse en abierto y estridente contraste con Dios; retrocedan aquellos que fueran tentados a hacerlo; mi Iglesia se toma interés en todas las actividades del hombre, sean públicas o privadas.

Es tarea de mi Iglesia vigilar sobre las almas individualmente y sobre todas las estructuras en las que las almas viven; defenderlas y protegerlas de todos los peligros que amenazan en ellas y atacan la integridad moral y doctrinal. La tarea y la responsabilidad de mi Iglesia es verdaderamente grande, por lo que ella deberá vivir en continuo estado de alerta, pues las fuerzas del mal, del Infierno y de la tierra, rodean de asedio por todas partes, por eso siempre deberá defenderse con medios adecuados que no le faltan, como no le puede faltar la asistencia del Espíritu Santo, por lo que nunca le disminuirá la ayuda divina necesaria, si, en la fe, va a querer guardarse de las envidias y de las sutiles astucias de sus enemigos.

 

Nada le puede ser indiferente de todo lo que es inherente a la  vida del hombre

 

Grande y grave tarea de mi Iglesia en el mundo: Con su presencia, con su mandato y con los medios de que dispone deberá santificar la vida de los cristianos, y el ambiente en que ellos viven. Nada le puede ser indiferente de todo lo que es inherente a la vida del hombre: familia, escuela, prensa, cultura en general y todas las estructuras en las sostiene la civilización.

No es lícito a nadie cerrar el paso a la fecunda actividad de mi Iglesia. El hacerlo sería oponerse a Aquel que en Su Omnipotencia y en Su Providencia, a precio de su Sangre Divina, ha hecho de la Iglesia, un sacramento de salvación para todos los hombres. Convénzanse los hombres de ello, de una vez para siempre, que en la raíz de toda opresión a mi Iglesia está siempre Satanás, su irreductible e implacable enemigo, pero si no se cree en el enemigo o uno no se preocupa de identificarlo, no lo podrá jamás vencer…

 

El hombre está en el centro y es objeto y víctima...

Quien obra contra mi Iglesia, lo quiera o no, es un directo colaborador de Satanás que actúa al mismo paso con Satanás en el odio inextinguible que Satanás alimenta y favorece de todos los modos contra Cristo; he dicho todo esto porque todos vosotros debéis saber, y, de este conocimiento sacar motivo para no ser arrastrados por el error y por el mal.

No se puede servir simultáneamente a dos amos que tienen intereses opuestos en este mundo de luz y de tinieblas, de vida y de muerte, de verdad y de errores, o se sirve a Dios, o se sirve a Satanás, no hay otras vías alternas; o Dios Omnipotente, Omnisciente, Dios Amor eterno infinito, increado, Dios que es Luz, o Satanás primer rebelde, oscuridad, odio, división, soberbia, homicida, generador de tinieblas, fomentador de errores, de herejías y de cualquier otro mal.

El hombre está en el centro, es objeto y víctima de esta situación, el hombre libre e inteligente es el único capaz de elegir entre estos dos polos: O con Dios en la vida sin fin, en la luz, en la verdad, o con Satanás, que en sí encierra todos los males.

Esta es la gran realidad histórica en la que el hombre se inserta al venir a este mundo. En mi nueva Iglesia esta realidad constituirá el núcleo central y fundamental del cual a nadie le será lícito, o permitido en forma alguna separarse.

Por hoy basta, hijo mío, reza, repara y ámame siempre.

 

3 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA y el pleno y total fracaso del materialismo

 

Hijo, toma nuevamente la pluma y escribe.

Los hombres están orgullosos y engreídos de su civilización, ¿pero de qué civilización? De la civilización de las cosas, de la materia. Están convencidos, o tales se lo fingen, de que han creado un segundo paraíso terrenal; piensan, y cómo podría ser de otra manera, que un palmo de la mano los separa de la añorada felicidad, que con tan febril ansia buscan por todas partes; la buscan en los placeres de la carne, he aquí el porqué de la ridícula obsesionante fanática exaltación de la sensualidad, de la pornografía, el vicio organizado y legalizado, que empeña medios financieros enormes que ni la más excitada fantasía puede alcanzar, misas negras, cuanto cuesten a los ocultos organizadores; la buscan, los hombres materialistas de este siglo perverso, en los placeres de la mesa, en la posesión de las riquezas, en la avidez de los honores, en los descubrimientos de la ciencia, en el arte, degenerado y envilecido por la carencia de fe y por el rebosar de asquerosos sentimientos...

Pero se están dando cuenta, intentando inútilmente escondérselo, he aquí por qué te digo que fingen, que en todas estas cosas no está la felicidad tan febril y ansiosamente buscada... ¿fracaso entonces del materialismo? sí, hijito mío, fracaso pleno, total del materialismo, pero el orgullo humano nunca admitirá esto, será arrollado y reducido a cenizas, y estas palabras deben entenderse en su sentido literal, será reducido a cenizas, pero esto no lo admitirá nunca, será la era de la purificación la que barrerá fuera la suciedad y hasta su recuerdo; hijo mío, dentro de veinte años no se hablará ya de esto.

 

La batalla esta en acto, pero la Victoria está decidida

 

Marx incitó a los obreros y a los pueblos de todo el mundo a levantarse contra Dios, advierte hijo, he dicho contra Dios, para derrotarlo a Él y a su Iglesia, éste es el verdadero objetivo del marxismo diabólicamente enmascarado bajo el manto del bien social, en efecto ¿no ha dicho el marxismo que la Religión es el opio de los pueblos?

La Virgen Santísima, Madre Mía y vuestra, que conoce bien la verdadera matriz del comunismo ateo, ha recogido el guante, la batalla está en acto pero la victoria está ya decidida;  ésta es y será de mi Madre, que en la hora justa aplastará con Su Calcañar la cabeza de la venenosa Serpiente.

Por lo tanto para los enemigos de Dios y de su Iglesia, para los partidarios del materialismo tan cacareado como la gran victoria del hombre, después de la cual no hay nada sino la gélida sordidez de la tumba sobre la que está escrita la palabra "fin", el marxismo ateo constituye el más colosal engaño perpetrado por las oscuras Potencias del Infierno en daño de la humanidad entera... y esto es motivo de estupor, de asombro, que hombres particulares, que pueblos y naciones, que criaturas inteligentes hechas a imagen y semejanza de Dios, su Creador, hayan podido ser inducidas a este macabro y pavoroso engaño... sólo la soberbia que ciega, puede dar una explicación, después no es tan difícil darse cuenta de las innumerables contradicciones del marxismo ateo; la Divina Realidad de Dios se manifiesta en el hombre mismo, se manifiesta en lo Creado, donde es abiertamente manifiesta Su Sabiduría, su Potencia, Su Presencia.

 

Traidores no menos perversos que Judas

 

Ningún hombre puede aceptar el marxismo sin degradarse a sí mismo, sin chocar contra la evidencia de su espiritualidad, de la grandeza suya originaria de su libertad, libertad que es, y nunca podrá ser, de la materia.

Hijo, si no es fácil comprender la loca ceguera del hombre, que le ha llevado a tan increíble perversión de renegar de sí mismo y ponerse a sí mismo en un nivel inferior al de los animales, dime tú hijo mío, si podrá ser fácil comprender cómo, cristianos consagrados, y hasta Obispos, hayan caído también ellos en esta ruinosa concepción materialista, por la que gastan tiempo y energías para convencerse a sí mismos y a los demás de que el comunismo ateo merece ser tomado en consideración, y, con ello, se acreciente, y peor aún, se alimenten de su mortal veneno; pero ésta es perfidia que grita venganza ante Dios.

Traidores no menos perversos que Judas, han cerrado los ojos a la Verdad, son los enterradores del espíritu, son y serán, dentro de no mucho, los verdugos de la Iglesia, su presencia habla de muerte, ellos, por elección, destinados a ser portadores de vida.

Mi Iglesia tiene muchas ramas secas, tiene muchas ramas espinosas, tiene muchísimas hojas amarillentas incapaces de recibir ya los rayos vivificadores; ramas y hojas que están en la oscuridad, pero mi Iglesia es también cuerpo vivo, estupendamente vivo, rico de perfumadas flores: santos, justos, confesores, mártires y almas Víctimas particularmente fecundas.

Mi Iglesia está a la espera de su completa poda, después de la cual rebosará de humores vitales, toda fealdad le será quitada, aparecerá así ante el mundo bella, divinamente bella, resplandecerá más que cualquier primavera irradiando resplandores de sobrehumana luz; será la Esposa querida por Mí, deseada, fecundada adornada con sus preciosos collares; sabiduría, humilde pureza, amor, fe, esperanza serán las perlas que adornarán su frente.

Ahora basta, hijo mío, descansa; te bendigo y contigo bendigo a los que te son queridos.

 

3 de Diciembre de 1977

 

MI  IGLESIA Bella, pura, revestida de candor y de amor, es así como la quiero, y así será

 

Escribe hijo mío,

soy Yo, Jesús, que te pido volver a tomar la pluma en tu mano; lo que está sucediendo en mi Iglesia, en la que por otra parte no faltan almas estupendas, es verdaderamente abominable.

En mensajes precedentes tuve bastantes veces ocasión de decirte que si te hubiese hecho ver lo que está tras la fachada de mi Iglesia habrías muerto al instante: un infame connubio, una nauseabunda intriga de mis ministros, de mis fieles y hasta de Obispos con las fuerzas oscuras del mal, es sólo un trágico aspecto de esta desoladora realidad, es la desolación de la desolación, desolación grande que requiere una enérgica intervención y una anticipación de los tiempos.

Hijo, soy el Esposo consumido por el deseo de encontrarse con la Esposa en el día de las bodas, soy el Esposo que arde en el deseo de sacar a su Esposa del fango en el que ha sido arrojada, para recuperarla bella, pura, revestida de amor y de candor; es así como la quiero y así es como será mi Esposa del mañana, ay de aquellos que atentaren contra su candor; soy celoso de ella y no permitiré que sea ulteriormente ultrajada.

 

Es cosa verdaderamente paradójica y absurda

 

Mi Iglesia regenerada no deberá ya someterse a la vejación de la soberbia de hombres vueltos esclavos de las potencias oscuras del mal; hijo mío, la lucha conducida por el Príncipe de las tinieblas sirviéndose de la concepción materialista de la vida, ha puesto a la iglesia, y no sólo a la Iglesia, sino a la humanidad entera, en un callejón sin salida, que no puede sino desembocar en la más tremenda tragedia de la historia del género humano, tragedia sin precedentes, te afirmo de nuevo, es cosa verdaderamente paradójica y absurda, que la humanidad camine con tanta ligereza hacia una catástrofe tan inmensa.

La exaltación de la materia, en todos sus varios aspectos y sectores; la glorificación de la fuerza bruta, la divinización de todo lo que es corruptible, el desprecio de todos los valores del espíritu inmortal, que no perece y nunca perecerá, el desprecio de las conquistas del espíritu, razón y finalidad  de la Primera y de la Segunda Creación, son consecuencias lógicas del precipicio en el que la Iglesia y pueblos de la tierra están por abalanzarse.

En mi Iglesia regenerada, la vida individual, familiar y social de los hombres deberá ser desbrozada de todos esos falsos y engañosos bienes por los que los hombres y los pueblos se fatigan, luchan y mueren, cosechando la triste realidad del pecado, es decir, la condenación eterna; esto, hijo mío, es locura, como loco es también quien ha llevado esta locura a la tierra, la vida del género humano en la tierra será redimensionada, sea en el número, sea en la insaciable sed de siempre nuevas exigencias.

 

Pobre humanidad... serás salvada, no por tus méritos ¡y a que precio!

 

Hijo, serán los hombres mismos los que con sus manos destruirán éste su civilización de la materia, de las cosas materiales, ignorando que la verdadera civilización no es de las cosas materiales sino del espíritu inmortal. No será a Mí a quien se deberá imputar la destrucción de su nauseabunda civilización pagana que los está llevando a la ruina extrema, a las brutales violencias, a la exaltación del delito, a la legalización del delito, mira el aborto, presentado como conquista social… No a Mí, hijo mío, no a Mí, sino únicamente a su necedad se deberá la hora tremenda de la purificación.

La Iglesia, renacida a nueva vida no intrigará más con el pérfido materialismo, elogiado y exaltado en unánime coro con todos los medios de comunicación, prensa, radio, cine, teatro, como un pseudo arte sin inspiración y de otras mil maneras. Esta civilización pagana, definida también como civilización de consumo, todo lo ha desacralizado, todo lo ha arrollado, todo lo ha profanado y violado, la naturaleza, sus inmutables leyes, los mares, los ríos, los lagos, todo lo ha contaminado y envenenado; esta civilización de la materia ha roto la armonía del mundo del espíritu y ha quebrado  el equilibrio del mundo físico.

Pobre humanidad... serás salvada, no por tus méritos, ¡y a qué precio! Serás salvada por la Bondad Divina que te ha creado, te ha redimido y te ha santificado.

Reza, hijo mío, ámame; te bendigo.

 

4 de Diciembre de 1977

 

MI   IGLESIA Deberá ser radicalmente reestructurada

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Cuántas cosas serán quemadas en mi Iglesia en la Hora de la Purificación. Sí, hijo mío, he dicho: quemadas, y una cosa quemada quiere decir reducida a cenizas, quiere decir destruida, aniquilada y, por lo tanto, no sirve ya a los hombres. Hablo de muchas estructuras, materiales y no materiales. Mi Nueva Iglesia, como tantas veces te lo he dicho, deberá ser radicalmente reestructurada y aparecerá de nuevo con aquellos primeros rasgos que Yo le di a través de mi Madre y de mis Apóstoles.

Mi Madre Santísima después de mi Resurrección permaneció en la tierra; Ella, junto Conmigo Corredentora, continuó con mis Apóstoles - Regina Apostolorurn - generando a mi Iglesia en la sencillez, en la humildad, en el amor y en el dolor; es evidente, hijo mío, que debe permanecer intocable e inmutable el patrimonio de la Revelación, al que presunción y orgullo humanos quisieran modificar, amputar y transformar, y éste es un delito imperdonable, ésta es soberbia equiparable sólo con la de Satanás y esta soberbia está en el espíritu de pseudo teólogos, de bastantes Obispos,  de innumerables Sacerdotes y consagrados, todos los cuales se arrogan el absurdo derecho de interpretar según su arbitrio la Palabra de Dios, de plegarla y someterla a las exigencias de los tiempos; por lo que, lo que ayer era, hoy ya no es, y esto sólo por el mudarse de los acontecimientos humanos; no es nueva esta herejía, cuántos se hicieron paladines de ella, sobre todo los protestantes con la contrarreforma.

Hijo, lo que es de Dios no se manosea ni se cambia, y quien osa hacerlo desafía a Dios. ¿Y quién es el hombre para ponerse en contra de Dios y osar desafiarlo?

 

Mira la simplicidad de mi vida terrena

 

Instrumentos de Satanás... sí que los hay, pero Yo los dispersaré. Son ellos menos que un puñado de polvo que el viento dispersará, para que ni siquiera el recuerdo de ellos quede. Han abusado y están abusando jactanciosamente de mi Misericordia, de mi Paciencia y de mi Longanimidad divina, y esto empeorará su suerte.

Mi Iglesia será redimensionada, como redimensionada será la humanidad entera, le será restituido su rostro primitivo y destruido el rostro tumefacto y desfigurado que le han dado los hombres.

¿Cuántas veces, hijo mío, te he dicho que Yo, Dios, soy infinitamente simple y que simples quiero todas las cosas? Detesto el orgullo humano que por prestigio personal tiende a hacer complicado y complejo lo que por su naturaleza es simple. Esta impronta de simplicidad el hombre sabio la descubre en todas las cosas; ella constituye mi divino sello.

Hijo mío, considera y medita: Gran Misterio fue y es el de la Encarnación, pero fíjate bien con  cuánta simplicidad Yo lo he manifestado al mundo. Considera también la simplicidad de la familia de Nazaret, prototipo de todas las familias; quedan estupefactos los ángeles del cielo y los grandes de la tierra, como los Magos del lejano Oriente, mira y observa también, hijo, la simplicidad de toda mi vida terrena, qué lejana de las intrigas, de las conjuras, de las ambiciones, de la avidez de los Sacerdotes del Templo, que no pocos puntos de convergencia tienen con hombres de Iglesia de esta generación materialista.

 

¡Será el hombre, justiciero de sí mismo!

 

Oh hijo mío, un fuego caerá del cielo, querido y provocado por el hombre, por la soberbia del hombre y convertirá en cenizas todo cuanto ha sido envenenado y contagiado por el hombre, y así será el hombre mismo justiciero de sí mismo; paradójico, pero verdadero. Están ya marcados aquellos que escaparán al fuego destructor, que limpiará a mi Iglesia y a la humanidad de la suciedad de la que están empapadas; serán destruidas todas las estructuras que han brotado de la soberbia y de la locura humana y que han hecho a humanidad e Iglesia abominables ante la mirada de Dios.

Animo, hijo, subirás a Mí cuando todo sea consumado, cuando pueblos e Iglesia caminarán unidos juntos, en paz y fraternidad, en la simplicidad de Dios, Creador y Señor de todas las cosas.

Hijo, los Santos Padres, los santos y grandes Doctores de la Iglesia jamás se hubieran permitido disentir del juicio autorizado de los que por el Querer divino son los únicos custodios e intérpretes legítimos del Patrimonio de la Revelación; en otras palabras, nunca habrían contestado el legítimo Magisterio de la Iglesia, única Maestra, Custodia e Intérprete de la Divina Palabra; es clara y manifiesta mala fe, no justificable en ninguno y mucho menos en los Pastores, sacerdotes y consagrados en general, el afirmar que la Palabra de Dios, como Dios eterno e inmutable, pueda ser adaptada a tiempos mudables, como mudables son los hombres a todo rumor de viento.

¿Cómo es posible ignorar que Dios, Suma y Eterna Verdad, ni muda, ni puede mudar? No es Dios ni su Palabra quienes han de plegarse al hombre, sino que es el hombre el que siempre y en todas partes "debe" plegarse a Dios.

¿Cómo es posible ignorar que entre todos los vivientes, visibles e invisibles, sólo el hombre en camino sobre la tierra puede mudar? Hijo, es siempre Satanás quien empuja al hombre a sustituirse a Dios, para sustraerlo a Dios y empujarlo hacia el abismo de la perdición.

Ahora basta, hijo, te bendigo; ámame, reza y ofréceme tus sufrimientos.

 

8 de Diciembre de 1977

 

SOY LA MISTICA ROSA DEL PARAISO

 

Escribe, hijo,

soy la Mamá de Mi Jesús y tuyo, soy la Inmaculada Concepción, soy la Virgen Madre vestida de sol y coronada de estrellas, soy María, la Mística Rosa del Paraíso, la Rosa que encierra en Sí todos los perfumes, quien te quiere hablar.

Hijo, cuán agradable ha sido la consagración a mi Corazón Inmaculado de la que hoy me has hecho regalo. Yo hubiera querido hoy, que se celebra la fiesta de mi Concepción Inmaculada, recibir y acoger en mi Corazón la consagración de todo el género humano, para ofrecerlo a mi Jesús, a mi Padre Celestial y al Espíritu Santo, a Quienes el género humano pertenece por creación, por redención v por santificación, pero por desgracia lo que hoy no se ha podido hacer, Yo, María, Madre de la Iglesia y Reina del Universo, te aseguro que se hará cuando en un tiempo no lejano todo esté, cumplido.

Hijo, hace falta apresurar ese día, porque en él se podrá decir que finalmente el Reino de Jesús en el Corazón de todos los hombres ha llegado.

 

El Santo Rosario, poderoso remedio a tantísimos males

 

Se necesita apresurar ese día con la oración agradable a Mí del Santo Rosario, con la mortificación interior del espíritu y con la mortificación de los sentidos. Son sordos, y así permanecen, aun muchos de los que se dicen buenos ante esta antigua invitación mía; sin embargo, hijo mío, Yo desde hace muchos siglos lo he indicado y, lo he indicado más en estos últimos 150 años a mi Iglesia, como un poderoso remedio a los tantos, tantísimos males que la aquejan. Si me hubieran escuchado, particularmente mis sacerdotes y todos mis consagrados, la paz reinaría en el mundo. En ellos está la gran responsabilidad de ser Guías del mundo, de ser luz, sal y fermento, pero, desgraciadamente, muchísimos de ellos de estas cosas no saben absolutamente nada.

Hijo mío, se te ha dicho y tú has visto cómo todo se ha realizado, que muchísimos encuentros con tantas almas fieles han sido predispuestos para que entre vosotros cimentéis la unidad, y en esta unidad, que siempre encierra en sí la Caridad, os defendáis contra los rabiosos asaltos de Satanás y de sus legiones contra los buenos.

Satanás, teniendo de su lado a buena parte del género humano, dirige sus fuerzas y las de sus seguidores contra mi Iglesia, inerme; y tú lo sabes por qué inerme, necesita por tanto, que los buenos sean y estén unidos para hacer frente a las pululantes fuerzas del mal, que por todas partes os rodean.

Pero no tengáis miedo, sed, sí, vigilantes pero también con segura confianza en el Espíritu Santo, en el Corazón Misericordioso de mi Jesús y en mi Corazón Inmaculado. En nuestros Corazones siempre encontraréis refugio y protección.

Hijo mío, no olvides el Bautismo. Tú comprendes bien lo que quiero decirte, para ti tiene una extrema importancia, especialmente en el futuro, tú, hijo mío, entonces comprenderás

lo que ahora no puedes comprender.

Te bendigo, hijo mío amado, y contigo bendigo a todos tus hermanos del Movimiento Sacerdotal Mariano, y bendigo también a la que será tu familia en un futuro no lejano.

La Inmaculada

 

5 de Enero de 1978

 

MI  IGLESIA «Casi total deficiencia de Directores Espirituales»

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús,

quiero reanudar los mensajes que ya te he señalado en un coloquio anterior, vuelvo a un tema ya tratado: "casi total deficiencia de directores espirituales"; ¿cuáles son las causas?

Señalaré las principales:

1)      Falta de sensibilidad pastoral por parte de no pocos Pastores.

2)      Compenetración del materialismo en todas las estructuras de mi Iglesia, seminarios,  Órdenes religiosas, conventos

3)      Deficiente cultura patrística, ascética y mística.

4)      Grande carencia de vida interior, con la consiguiente imposibilidad y lógica incapacidad de dirigir almas, debido al estridente contraste entre las manifiestas exigencias de las almas sedientas de verdad, sedientas de ascensión espiritual y el gélido hielo que se encuentra en el ánimo de los sacerdotes a quienes se ha pedido realizar este delicadísimo ministerio.

Hijo, si entras en una casa oscura y fría ¿en dónde sacarás luz y calor si esa casa carece totalmente de ambos? ¿Cómo puede un alma deseosa de ser llevada a Dios encontrar ayuda en quien está más alejado de Dios? ¡Cuántas almas están detenidas y como paralizadas e incapaces de caminar precisamente porque no tienen quien les ayude!

 

La salvación eterna, meta final de la vida

 

A la cabeza de las iglesias locales están los Obispos, a los cuales incumbe la gran responsabilidad de la vida espiritual de la grey a ellos confiada. Vida espiritual quiere decir fluida circulación de la Vida Divina en su Iglesia, en las almas que la forman; por tanto, al Obispo le incumbe el deber de darse cuenta de las más graves necesidades de las almas confiadas a Él. Si el Obispo es Santo no le faltará la Sabiduría, he dicho la Sabiduría, la intuición que le viene del Espíritu que está en su corazón, por lo que será como devorado por el celo para dar y proveer a las almas todas las ayudas válidas de que tienen necesidad para caminar rectamente hacia la meta final de la vida, que es la salvación eterna. Entonces verá el Obispo con claridad todas las lagunas, las sombras, las necesidades de las almas de la grey que debe pastorear y hará de todo para proveerlas; sólo así se dará cuenta de la desmedrada vida latente de familias religiosas; verá la parálisis de muchas almas, de muchas comunidades y de grupos de oración que tantas veces se equivocan, precisamente por la carencia de una segura guía espiritual.

Primera gran preocupación, despojada de todo interés material y humano, será la de llamar a su alrededor a los mejores sacerdotes para hacer de ellos unos buenos guías espirituales. Con estos sacerdotes decidirá luego lo que es necesario hacer para buscar una verdadera regeneración espiritual de su iglesia, para que en su iglesia no falte nada para poder caminar en el camino de la Santidad.

El Obispo no es sólo "un" Presidente de una Asamblea, sino el Padre espiritual de su iglesia, a la que debe cuidar y alimentar, preservándola de la herejía, del error, de la amoralidad; por tanto, grande es su tarea, que debe llevar a cabo con prudencia y valor, pero con gran fe y amor, prescindiendo de los juicios de los hombres y teniendo en cuenta de la sola Divina Voluntad. Ahora bien, hijo mío, es mi Voluntad que los Obispos sean Santos, para que reflejen en sí mi vida de Hombre - Dios, para esto me he hecho hombre, y que pongan, ojalá, la segur a la raíz para erradicar el mal donde quiera que haya anidado, sin miedo y sin temor. Jamás les será negada mi ayuda si quieren obrar sólo para la gloria de Dios, para el advenimiento de Su Reino y para la realización de Su Voluntad. ¿No es esto lo que yo, Jesús, os he enseñado a pedir cada día?

Así pues, radical desinfección de todas las estructuras infectadas; si un Obispo no se siente quemar por este celo no puede ser mi Apóstol en el mundo.

 

Problema central de la Pastoral: arrebatar las almas a Satanás

 

La concepción materialista que ha envuelto a mi Iglesia en una profunda oscuridad, jamás vista antes, esta crisis de fe qué ha alejado de Dios no sólo a los cristianos sino aun a pueblos infieles, no puede ser curada sino con el regreso a la fe, por lo cual, es tarea de los Obispos desarrollar una pastoral sabia e iluminada, sea dirigida hacia sus sacerdotes que a sus fieles; haya centros para la formación de Catequistas y un centro para la formación de una válida cultura de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia. No tengo necesidad de sacerdotes científicos, no tengo necesidad de teólogos presuntuosos, pero tengo necesidad de sacerdotes sabios y santos que tengan plena conciencia de su grandeza sacerdotal y de sus poderes sacerdotales.

Esto deben comprender los Obispos, y para esto deben obrar, hacia esto deben orientar su pastoral, dejando de lado todo lo que es marginal; una vez más, hijo, afirmo que el problema central de la Pastoral a la que Pastores y Sacerdotes deben enderezar sus energías espirituales y materiales, porque el cuerpo es soporte del alma y para el alma ha sido dado, es el de arrebatar las almas a Satanás y a sus secuaces para volvérmelas a dar a Mí, porque a Mí me pertenecen, e impedir de todos los modos que los rectos y los puros de corazón tengan que ser engañados y arrollados por las astucias del Enemigo.

Se quiera o no, esto es lo que Quiero, y la purificación en acto, hará ella lo que la necedad de mis consagrados no ha sabido o querido hacer.

Te bendigo, hijo y ámame.

 

17 de Enero de 1978

 

DIAS DUROS Y DIFICILES QUE RÁPIDAMENTE SE ACERCAN

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que te habla.

No creo, hijo mío, que puedas tener duda alguna acerca de cuanto te he dicho en todos los precedentes mensajes. Tú te has esforzado en adivinar los tiempos, pero Yo no te he fijado fechas precisas, por lo que si en esto ha habido errores, son únicamente errores tuyos, no Míos.

Tú has dicho que la tiranía de Satanás sobre la Tierra está por alcanzar su máximo nivel, tú lo has dicho porque Yo he querido que lo dijeras, pero muchos te han escuchado con sentimiento de conmiseración, pues son muy pocos, hijo mío, los que ven y muchísimos los que no ven. Y entre estos muchísimos se cuentan aquellos que tienen como tarea principal de su vida la de preceder, en calidad de guías y de maestros, a las almas a ellos confiadas; almas redimidas con mi Sangre preciosísima.

Hijo, te he preparado para los das duros y difíciles que rápidamente se acercan; te he hecho conocer almas víctimas y almas elegidas, para que en la hora de la prueba, si bien separados físicamente, sepáis estar juntos, tan juntos de formar una sola alma, un solo espíritu, un solo cuerpo, unido a Mí con el ofrecimiento generoso y con la oración viva. No tengáis miedo, no os dejéis atemorizar; si Yo estoy con vosotros ¿quién podrá alguna cosa contra vosotros?

 

Nada podrá suceder sin que yo lo permita

 

- Jesús mío, ¿qué deberé hacer yo?

 

Ya te lo he dicho, hijo mío, déjate guiar sin temores; nada podrá suceder sin que Yo lo permita. Cuántas veces tuve que decirte que todo el mal, físico, moral y espiritual tiene una sola raíz: el pecado cometido por los hombres, no sin la intervención de Satanás, radix omnium malorum.[79]

Los hombres han dicho no a su Dios, se han ido tras falsas divinidades, se han creado nuevos ídolos, sirviendo así al Demonio, su irreductible enemigo, ahora pues recogerán sus frutos.

¿No he creado al hombre libre? ¿No lo he dotado de inteligencia para que pudiera discernir el bien del mal? ¿No he dado al hombre una voluntad para que conociendo el bien se determinara a él como finalidad suprema de su vida? ¿Podía Yo, Dios, coartar su libertad, haciéndolo así semejante o, es más, inferior a los brutos? Desgraciadamente muchísimos hombres, especialmente mis consagrados, caerán en la cuenta sólo cuando sea demasiado tarde, pero sólo, hijo mío, por que ellos así lo han querido.

 

-  Jesús mío, ¿serán muchos estos días duros?

 

Hijo, en parte la aspereza y la duración dependerá también de la forma en que vosotros reaccionéis con vuestra fe y con vuestra generosidad.

 

-  ¡No nos dejes solos, oh Señor! ¡Tú solo eres nuestra  roca, nuestra defensa!

 

¿Cuántas veces te he dicho que Yo no defraudo jamás? Yo estoy en medio de vosotros y en medio de vosotros está también mi Madre. Hijo, miradnos a nosotros con la sencillez de niños inocentes y todo lo tendréis de Nosotros.

También en la oscuridad estaré a vuestro lado

El mundo está deslizándose cada vez más hacia el abismo; la oscuridad que lo envuelve está creciendo y dentro de poco esta oscuridad será completa; no lo olvides, ¡también en la oscuridad estaré a vuestro lado!

Hijo, así fue también para  Mí en Getsemaní, ni sentía ni veía a mi Padre, estaba solo en medio de mis amigos; a la oscuridad del Getsemaní siguió la refulgente luz de la Resurrección.

Sé lo que piensas, hijo, y una vez más te prevengo, seré Yo, Jesús, quien preserve a la Asociación Esperanza, a pesar de los Judas que la traicionarán; tú conoces bien la triste suerte del Apóstol traidor; la traición encierra en sí mucha maldad, por lo que difícilmente encuentra perdón.

Naturalmente, cuando la tempestad arrecia con violencia, todos tienen miedo, también los Apóstoles en el lago de Genesaret se asustaron, ¡haced de forma que no merezcáis la reprimenda que Yo les di a ellos en aquella ocasión!

Ahora, hijo, te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos por quienes rezas, no te olvides jamás de la eficacia de mi bendición.

Ámame.

 

8 de Marzo de 1978

 

LA SAGRADA  BIBLIA  ESTÁ  DIRIGIDA  AL  PUEBLO PARA  ILUMINARLO  Y  SACARLO  DE  LA  OSCURIDAD DEL  PECADO  ORIGINAL

 

Escribe, hijo mío, soy Yo, Jesús, que deseo aclararte cuanto te ha dicho C. en relación con la Sagrada Biblia.

Tú sabes, hijo mío, porque varias veces te lo he dicho, que Yo, Dios Uno y Trino, soy por naturaleza infinitamente simple y que por esto por lo que todo lo que hago o digo refleja esta naturaleza mía, igual que todo libro, toda obra de arte refleja el temperamento artístico o literario del autor, así también mi Biblia, si bien manifestando el temperamento artístico, poético y literario de aquellos que como instrumentos fueron elegidos para escribirla, deja con una maravillosa transparencia entrever la infinita simplicidad de Su verdadero autor, el Espíritu Santo.

La Sagrada Biblia es libro querido por las Tres Divinas Personas, en su perfectísima comunión de Voluntad, para comunicar la Palabra eterna e inmutable de Dios al pueblo elegido, para prepararlo al más grande acontecimiento de la historia del género humano: la venida a la tierra de Mí, Verbo de Dios desde siempre engendrado por el Padre, con el mandato divino del Padre de proveer al restablecimiento del equilibrio roto por Satanás con el pecado original, mediante la Segunda Creación, con el misterio de la Encarnación, Muerte y Resurrección mía.

El Santa Biblia primero y el Evangelio después, están dirigidos al pueblo y para el pueblo de Dios, para iluminarlo y sacarlo de la oscuridad que bajó sobre el género humano con el pecado original. Su contenido de luz y de sabiduría es accesible a todas las almas no intoxicadas ni envenenadas por el humo del infierno que oscurece y contamina, es la soberbia, vomitada sobre la humanidad por Satanás, la que él cree, considera y quiere suya, por conquista del mal y sobre la cual intenta imponer su reino de tinieblas, en contraposición al Reino de Dios, Reino de Luz, de Justicia, de Paz y de Amor.

 

"Quien no está conmigo está contra Mí y no tiene parte Conmigo"

 

Nadie tiene el derecho de interpretar la Palabra de Dios, es decir, la Revelación, sino aquella que ha sido encargada por Dios para ésta, esto es, su Iglesia, y en la Iglesia sólo a Aquel al que han sido dadas las llaves del Reino de los cielos, esto es, a Pedro, mi Vicario, y a los sucesores de los Apóstoles que viven en comunión con Pedro.

Han sido arbitrarias, lo son y lo serán siempre las interpretaciones personales de tantos teólogos soberbios y presuntuosos que no los ha inducido la gloria de Dios y el bien de las almas a erigirse como maestros del pueblo de Dios, mientras el Maestro es uno solo: Yo, Verbo eterno de Dios, visiblemente representado en la tierra por el Romano Pontífice; y sean quienes sean, teólogos, Pastores o Sacerdotes, que no quieren o no aceptan el Magisterio de la Iglesia son herejes, anatemas, porque ellos mismos se ponen fuera de la Iglesia. No tienen importancia el prestigio, la dignidad ni el cargo que ellos desempeñan, "Quien no está Conmigo está contra Mí" y "quien está contra Mí no tiene parte Conmigo", con mi Reino, sino que tiene parte con el reino de Satanás.

Hijo, cuántos hay ahora en lo alto y en lo bajo, aun cubiertos de púrpura, fuera de Mi Iglesia, que caminan solemnes y, te repito una vez más, cubiertos con una untuosa y aterciopelada hipócrita humildad. Caminan por el borde del precipicio también muchos Obispos que  aun protestando su fidelidad a la Iglesia, pasivamente, haciéndose así cómplices de Satanás maestro y príncipe de la mentira, han permitido al mismo Satanás entrar en todas partes, sobre todo en los Seminarios, Universidades Eclesiásticas,  Congregaciones Religiosas, para demoler y arrastrar al error y a la herejía a tantas almas que en el plan divino de mi Providencia habían sido elegidas como gérmenes preciosos y fecundos de futura mies, mientras que se han convertido en instrumentos de perdición; por esto, hijo mío, te dije que desaconsejaras a los jóvenes entrar en los Seminarios, para no encaminarlos a las fauces de lobos rapaces.

 

Ay de quien atenta contra la palabra de Dios desfigurándola y falseándola

 

¿Cómo podré ser misericordioso con aquellos Pastores responsables de tanto estrago, de tantas ruinas? ¿No saben que el Pastor da la vida por sus ovejas, mientras que ellos no han movido un dedo para impedir tanto mal? Hijo, ¿pero, qué piensan? ¿Cuándo volverán acaso a entrar en sí mismos para llorar y deplorar tan insensata y necia pastoral?

Hijo, este no es un asunto que se pueda agotar en un solo mensaje, ¡tengo bastante más que decirte!

En mi Iglesia renovada y regenerada los sucesores de mis Apóstoles deberán ser severamente intransigentes y vigilantes a fin de que el patrimonio precioso e inestimable de mi Revelación no vaya a ser tan terriblemente lacerado por el orgullo humano, a fin de que el depósito de mi Revelación sea custodiado como un "huerto cerrado", ¡al que a ninguna serpiente envenenada le sea concedido entrar!

Mi Palabra debe ser acogida pura y simple como pura y simple Yo la he manifestado siempre en mis Profetas; ay de los que atentan contra Ella, desfigurándola y falseándola, ¡mejor les sería a estos desgraciados arrojarse' con una piedra atada al cuello a lo profundo de los mares!

Hijo mío, te bendigo; repara y reza.

 

10 de Marzo de 1978

 

REFORMA DE VIDA INTERIOR

 

 Hijo mío, soy Yo, Jesús que deseo tomar nuevamente el discurso de mi Iglesia.

La Iglesia será hecha nueva, como ya te he dicho en precedentes mensajes, pero no sin una eficaz aportación de Mi Cuerpo Místico, que deberá regenerarse a si mismo en el amor y en el sufrimiento, y esto te puede servir para comprender mejor los brotes de tantos Retoños que  mañana, unificados, serán el jardín de mi Iglesia. Esto te dice también que no es lo último la Asociación Esperanza.

No sé hijo mío, si recuerdas todo lo que te dije con relación a la esterilidad de la Pastoral moderna, que no sólo no da frutos, igual que la higuera de la que habla el Evangelio, sino que ha envenenado y contaminado a la casi totalidad de las estructuras de la vieja Iglesia, tan deformada está en los rasgos que Yo le di en el momento de su nacimiento.

El Enemigo, que está a la raíz de todos los males, materiales, morales y sociales, es siempre el mismo, Satanás, que con la industrialización y con la moderna tecnología, tan cacareada como las grandes conquistas de la ciencia, ahora, como nunca antes, está desenmascarando su trágico engaño tendido a la humanidad entera que sólo empieza ahora a vislumbrar el gran peligro que le aguarda, causado por la contaminación, que toca a muerto y destrucción para toda la naturaleza, muerte y destrucción total para la estupenda morada, morada -la tierra-, que Yo con mi Padre os habíamos dado… pero ¿qué es la contaminación material ante la mucho más grave contaminación de las almas?

El objetivo del enemigo siempre ha sido y es únicamente éste: la ruina y la muerte espiritual y material de la humanidad, conquistada por él con el engaño y siempre mantenida oprimida y tiranizada con la violencia, con las guerras, revoluciones y muerte. Y todo esto hoy quien no lo ve, es precisamente por culpable y voluntaria ceguera.

 

"Es cierto, Jesús mío, que en tu Iglesia hay tanto mal y tanta podredumbre, pero también hay tanto bien... "

 

Hijo mío, en el mensaje anterior has visto cómo el atrevimiento y la agresión de él a las almas no conoce límites, a tanto lo impele su odio que suscita, aun en mi misma Iglesia, hombres, sacerdotes y Pastores, que con inaudito orgullo y junto con el "inimicus hominis"[80] no titubean en sembrar en mi Viña, es decir, en mi Iglesia, toda suerte de errores y de herejías.

Hijo, quiero recordarte otra cosa, aquello que tú un día me dijiste: "Es cierto, Jesús mío, que en tu Iglesia hay mucho mal y mucha podredumbre, pero también hay mucho bien... " ¿qué te respondí? Si te hiciera ver lo que está detrás de la fachada de mi Iglesia, te morirías de ello al instante; ahora, hijo mío, quiero precisarte aun más el sentido de estas palabras, tú ves mucho bien ¿pero todo ese bien que crees ver, piensas que sea todo tal? Yo te niego, y quiero confirmártelo una vez más, que no faltan en mi Iglesia Obispos santos, sacerdotes santos, almas verdaderamente valerosas y aún heroicas, cuyas obras espirituales y aun materiales están animadas por una vitalidad sobrenatural, por eso son agradables a Dios; pero, hijo, te  dije y te repito, que son pocas, pocas en relación al extenderse del mal, de la corrupción de la herejía que arrastra a la condenación eterna a un número ingente de almas.

 

¿Pero comprendes qué cosa quiere decir condenación eterna?

 

Ya intenté hacértelo comprender en otra ocasión: significa que todas las calamidades, de la tierra desde la Creación del hombre hasta el fin de los tiempos ¡son una NADA en comparación con una sola alma que se condena!

¡No es una exageración sino que es verdad!

Grítala fuerte esta verdad a los ciegos y a los sordos.

¡Grita a todos que el Padre Celestial me ha enviado a Mí a la Cruz para que ninguna alma hubiera de perderse!

¿Comprendéis por esto la tragedia del Calvario, que continúa en la Misa y en Mi Cuerpo Místico, para la salvación de las almas?

¿Comprendéis la inmensidad de la lucha entre Vida y Muerte, entre Luz y Tinieblas, entre Verdad y Herejía?

Tratad de comprender y de ver no sólo los grandes males del mundo exterior, de la materia, sino también los más grandes, los más inmensamente grandes males de las almas.

 

Muchísimas obras y actividades de la Pastoral moderna están carentes de su alma, de la recta intención

 

Sí, hijo, muchas son las obras y las actividades de la Pastoral moderna, pero muchísimas de éstas están privadas y carecen de su alma, de la recta intención. Tú ves la actividad, y no siempre es dado a todos conocer su alma, ante Mí, hijo mío, muchísimas de esas actividades aparecen  como pueden aparecer los cadáveres en avanzado estado de putrefacción; las obras sin fe no son aceptas a Dios, ahora ya la soberbia y el orgullo han ahogado la fe en las almas. ¿Cómo podría entonces agradar a Dios una Pastoral que gira en torno a una fe simplemente humana, sin el alma de lo sobrenatural? ¿Sobre una fe humana "racional", enemiga de la fe "sobrenatural?"

He aquí la explicación, hijo mío, no te engañes, sólo las pocas almas privilegiadas podrán comprenderte, las demás, no; de aquí la aversión que nutren con respecto a ti.

Por ahora basta hijo mío, estás cansado, pero resiste para el rezo del Santo Rosario en comunión con los Santos del cielo y de la tierra.

Te bendigo y ámame. Extiende también esta bendición a todos los que te quieren y te son queridos, además no te turbes por las molestias que el enemigo querría hacerte llegar en medida bastante mayor.

 

11 de Marzo de 1978

 

EL ABANDONO, SUFRIMIENTO QUE TORTURA Y LACERA EL CORAZON

 

No temas, hijo, escribe; Yo te lo digo, que escribas.

Recuerdas, hijo, lo que te hice ver en la Verna en 1975, en un instante viste el estado de depresión de mi Iglesia; pues bien, este estado de depresión en mi Cuerpo Místico se va agravando cada vez más. ¿Ves, hijo mío, el abandono en que soy dejado?

El abandono que una persona sufre por parte de otra es siempre desamor; los hijos que abandonan a los padres para irse por el mundo, ciertamente no aman a sus padres; o viceversa los padres que abandonan a los hijos; y cuántas veces sucede que padres y madres desnaturalizados abandonan, aún en su más tierna edad a los propios hijos. ¿Y por qué lo hacen? No ciertamente porque los amen, sino porque abrasados por las más torpes pasiones prefieren el mal al bien, el pecado sucio y no el amor puro, paterno o materno.

Cuánto sufrimiento de quien se siente abandonado; sufrimiento que muchos no pueden comprender, pero que tortura y lacera el corazón.

Hijo, entonces piensa tú y reflexiona sobre el abandono por parte de los hombres, pero añade también por parte de los "hijos de Dios", de mis hermanos, de mis "amigos", de mis ministros y de tantos Pastores míos; mira y considera cómo se me trata en el misterio del Amor, mira la soledad en la que soy dejado, mira y considera los sacrilegios con los que soy traicionado y vendido, mira y considera cuántos me reniegan, mira y considera por cuántos soy odiado... ¡El Amor, odiado! El Amor, que exige como única respuesta amor, en cambio recibe la aversión, la hostilidad y frecuentemente ¡el odio!!! El Camino, abandonado; la Verdad, renegada por el error; la Vida, rechazada y pospuesta a la muerte... ¡Yo, la Luz a la que se prefieren las tinieblas!

 

Convertíos al Señor, si no, todos pereceréis

 

Hijo mío, mira cómo aquí no se trata sólo de abandono sino que hay mucho más que abandono, que ya genera tanto sufrimiento y hace derramar tantas lágrimas por quien es el objeto, y el objeto hoy de esta aversión en mi Iglesia es mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra.

¿Por qué continúo hablándote de todo esto? ¿Por qué continúo con tanta insistencia señalando los males que aquejan a mi Cuerpo Místico, que obstinada y pertinazmente se niega, salvo las excepciones, a tomar conciencia de esta su trágica situación, sumergiéndose cada vez más en la oscuridad que está perdiendo en la condenación eterna a las almas?

Insisto en hablar de esto para que tú, mi pequeña pluma despuntada, lo tengas que escribir y lo grites fuerte a todos: "¡convertíos al Señor, si no, todos pereceréis!"

Siempre te he dicho que no te preocupes del juicio de los hombres, sino siempre y sólo del de Dios.

 

Sordos a mis llamadas y a las de Mi Madre; se han reído y escarnecido a Mis profetas… ¿qué será de ellos?

 

Hijo, para toda alma recta es claro y bien comprensible el choque tremendo entre las potencias de las tinieblas y los hijos de la luz; es bien comprensible y, por parte de todos los buenos, por intuición, que no se habría llegado a este punto si en mi Iglesia el ejército de los confirmados, y puedes decir con mayor exactitud: el ejército de mis soldados, de mis ministros, de mis Pastores, no hubieran rechazado mis enseñanzas dadas con mi Palabra de Vida, con mi Vida de humildad, de obediencia, de amor y de sufrimiento. Si mis ministros y mis Obispos no hubieran olvidado mi clara y explícita invitación a seguirme a fondo en el Camino de la Cruz, hoy no pendería sobre mi Iglesia y sobre el mundo la Ira tremenda de la Justicia Divina, tan duramente probada y ofendida.

¿Hasta cuándo soportará mi Padre a la generación de este siglo perverso? Han permanecido sordos a las llamadas de mi Madre, se han reído y han hecho objeto de mofa a mis Profetas, ¿qué será de ellos?

Hijo, ve ahora a descansar, te bendigo. Ámame y, como siempre, ofréceme tus sufrimientos en reparación de tanto abominio.

 

28 de Mayo de 1978

 

EL JUSTO VIVE DE LA FE

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús, «de fe vive el justo», la fe encuentra su razón de ser en Mí, que soy la eterna Palabra viviente de Dios, encuentra su razón de ser en Mí, que soy la Verdad, y que da a los hombres testimonio de Mí como Camino, Verdad y Vida.

Hijo, tú quisieras conocer el porqué de cada cosa, Yo te he advertido que no lo hagas, para que tu fe sea perfecta y te lleve al abandono total a Mi Corazón Misericordioso.

Hoy es fiesta de mi Cuerpo y de mi Sangre. Este  misterio es aceptado y vivido por la veracidad de mi Palabra. Este misterio, ya anunciado varias veces en la Sagrada Biblia, revelado por Mí y luego instituido en la Ultima Cena, es el don más grande que Dios podía hacer a la humanidad, pero especialmente a su Iglesia, para la vida de la misma, Él está en el centro de las pruebas exigidas por el Padre para entrar en el Reino de los Cielos, Él es el objeto de esta prueba y forma su alma, que se transforma en vida con la esperanza y con el amor: ¡oh, si los hombres supieran, hijo mío, preservar su corazón puro y libre del pecado, qué potencia, qué luz recibirían en este misterio de amor. El misterio de mi Cuerpo y de mi Sangre es cuanto Dios en su infinita munificencia ha podido y querido dar a la humanidad como testimonio de Su Amor infinito por la misma humanidad.

 

El Amor Me tiene prisionero en el misterio Eucarístico

 

Milagro continuo, hijo mío, no inferior al milagro de la Creación del Universo ni al de la Redención: no inferior a todos los milagros realizados en el tiempo, antes y después de mi venida; fuente perenne puesta en el mundo para que los hombres en su breve camino por la tierra pudieran acercarse a la Fuente de la Vida y nutrirse de esta vida, así como los Hebreos se nutrieron en el desierto con el Maná que el Padre hacía caer sobre el árido y estéril desierto para no ser hechos presa de la muerte, quien come este Pan tendrá la Vida y no morirá eternamente, pero quien voluntariamente no lo come y quien lo come indignamente perecerá para siempre.

-¡Oh mi querido Jesús! Tú, que desde siempre conocías la suerte que te estaba reservada a tu Divina Presencia en el misterio del Amor por la ingratitud y maldad humanas ¿cómo es que no te has preocupado en impedir tanto mal?

- Hijo, el Amor que me ha llevado a la Cruz es el mismo Amor que me tiene prisionero en el misterio Eucarístico. Mi amor por los hombres es infinito y supera con mucho la maldad y a la ingratitudes humanas.

Hijo mío, los motivos de credibilidad en este gran misterio no faltan, es más, no sólo no faltan sino que abundan, y si hay cristianos que afirman que no creen, es sólo por voluntaria y culpable ignorancia religiosa; si hay cristianos que profanan el misterio del amor, es porque estos cristianos se han dado, alma y cuerpo, a Satanás, quien ha entrado tan profundamente en sus corazones hasta el punto de haber llegado a ser su amo absoluto.

 

La hora esta próxima y es inevitable

 

Si además hay sacerdotes, y hay tantos, y no sólo simples sacerdotes, que celebran sacrílegamente el Sacrificio de la Misa, éstos, igual que los antiguos sacerdotes Hebreos, están dominados por las DOS concupiscencias, la del espíritu y la de la carne, y no pueden comprender ni pueden ver, pues están envueltos por la misma oscuridad demoníaca, por lo cual de ellos con razón se puede decir: "homo animal non percepit ea quae sunt Spiritus Dei".[81]

Hijo mío, tú bien conoces el estado de tremenda depresión en el que yace mi Iglesia. Ahora ya está saturada, para nada han servido todas las amonestaciones y las llamadas. La hora está próxima y es ya inevitable; y mis enemigos, los nuevos Judas vendidos a las potencias del mal, serán destruidos y dispersados como polvo al viento.

Reza, hijo mío, repara con tus sufrimientos, no importa que comprendas, lo que importa es que con gran humildad tú creas, firmemente creas en Mí, Palabra viviente y eterna de Dios, presente en mi Iglesia en el gran Misterio del Amor y de la fe, presente, y muchas veces solo, en mis Sagrarios.

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todas las personas que te son queridas.

 

30 de Mayo de 1978

 

UNIDOS EN EL TIEMPO Y EN LA ETERNIDAD

 

Hijito mío, soy Luigina.

Si pudiera, hijo mío, hacerte por un solo instante partícipe de nuestro Paraíso, todas tus perplejidades desaparecerían al instante. Imagina una oscuridad profunda. intensa, que te rodea por todas partes y que en esa oscuridad no se está bien - la oscuridad es de Satanás y él es su inextinguible fuente y la oscuridad del espíritu es mucho más terrible que la de una noche lóbrega - y luego, repentinamente, un rayo de Luz celeste que rompe la oscuridad en la que estás sumergido para arrojarte en esta paradisíaca luz... Pero, hijito querido, estas son cosas que es difícil haceros comprender a vosotros, que avanzáis por la imaginación, que estáis en camino y el puerto de llegada para ti Don Octavio, está aún lejano…

No estabais ni estaréis solos en la tormenta ya en curso; tú ya sabes que las almas sencillas y humildes no dejan, por iniciativa propia, de cumplir las promesas hechas, y, en virtud de nuestro pacto "unidos siempre, en el tiempo y en la eternidad", no he distraído mi mirada de tu camino ni un momento y te sigo y te seguiré hasta que llegues al lugar que te espera. Pero ahora está atada a ti la obra que Dios quiere y para la cual ya ha hecho Su elección. Entonces, yo con todos tus amigos del Paraíso os consideramos una sola cosa indisoluble, por tanto nada de temores ni de incertidumbres, pues sabes que a Él no le agradan, y no le agradan porque son manifestaciones de desconfianza y de falta de abandono, mientras Él espera de ti y de los Compañeros más comprometidos una total y perfecta confianza, un total y pleno abandono en Él.

Lo sabes que Él no tiene prisa, pero esto no quiere decir que en  Él haya desinterés o descuido, estas son imperfecciones y ¡en Él todo es infinitamente perfecto!

 

El mal está explotando con la violencia de un huracán, pero pasará

 

Hijito mío, no te quieras medir a ti mismo ni a tu misión en la tierra con la misma medida con la que mides a los demás, no encontrarías el resultado, pues cada hombre y cada obra tienen una impronta diferente. Dios no se repite jamás, y esto vale para ti y para todos los que en la Asociación Esperanza tienen cometidos y responsabilidades de primer plano.

Hijito mío, tú lo sabes, lo deberías saber, que el mal está explotando con la violencia de un huracán que en su furia arrolla hombres y cosas, así también el huracán que Él tantas veces no sólo te ha anunciado sino te ha hecho ver hasta el fondo del Cáliz con riqueza de detalles para ti muy importantes, pasará, como pasan todos los acontecimientos humanos, y no serán las potencias oscuras del mal, las que de ello saquen las conclusiones sino Él, únicamente Él, supremo Señor del cielo y de la tierra, al que todos se deben someter, amigos y enemigos y al que todos deben servir para su Gloria y para el advenimiento de Su Reino a la tierra.

Hijito mío, créelo: nunca ha estado tan próximo a vosotros el advenimiento del Reino de Dios como en este momento, ánimo, confianza, abandono; como niños pequeñitos estad arraigados en Él, que os mira, que os protege, que os bendice, que os ama, como vosotros en la tierra jamás podréis comprender, pero no es el comprender lo que importa, importa creerlo, creerlo firmemente ; no os dejéis atemorizar por las bocanadas de humo que el enemigo arroja a vuestros ojos.

 

Víctima, para formar con Él una sola víctima

 

- Mamita querida, estos hechos nuevos que se verifican en mí, este aumento de sufrimientos ¿cómo explicarlos?

- No creo que necesiten de ulteriores explicaciones, forman parte de tu Cruz. El mal se ensaña y se ensañará cada vez más. Pero ¿No has dicho siempre que el sufrimiento es un don de Dios? Hijito mío, aquí es donde la fe empieza a ser operante y fecunda, si tú crees, aceptas y le das a Él éste tu sufrimiento, entonces serás sacerdote según Su Corazón Misericordioso, es decir, serás el sacerdote que sabe y quiere ser con Él, la Víctima por excelencia, víctima, para formar con Él una sola víctima y así llevar a cabo tu misión de corredentor.

Hijito mío te repito, ánimo, nosotros, los del Paraíso, te estamos cercanos, os estamos cercanos,  nuestra intercesión es continua para que la gracia y las bendiciones de Dios, Uno y Trino, de la Virgen Santa, Reina de los Angeles, Reina de las Victorias, desciendan sobre vosotros, sobre la Asociación Esperanza, sobre su Consejo y sobre todos aquellos que por vosotros rezan y os siguen.

Hijito mío, "unidos siempre, en el tiempo y en la eternidad".

Luigina

 

30 de Mayo de 1978

 

EL DOGMA DE LA COMUNION DE LOS SANTOS ES COSA ESTUPENDA Y MARAVILLOSA

 

Escribe hermano Don Octavio, soy Madre Margarita.

Leyendo tus mensajes las almas sencillas y humildes no necesitarán hacer ningún esfuerzo para aceptar todo lo que en ellos se dice, pero otras muchas deberán fatigarse para creer, la mayoría no creerá nada, y esto a causa de su presunción, pero tú, hermano mío, no te preocupes, solamente no te olvides que el camino terreno es prueba, este pensamiento te servirá a ti y a todos los buenos como la clave indispensable para descubrir siempre nuevas fuentes de luz y de gracia.

Don Octavio, sirva para ti y para tus hermanos, para D., D. P., F., M., y para todos los demás de buena voluntad y de fe viva y genuina por los Sres.C. que con vosotros han estado y están envueltos en la tormenta en curse, tened todos confianza, total confianza en Aquel que os precede y os guía en este vuestro camino, tened confianza también en nosotros, que somos hermanos y amigos vuestros que ya hemos llegado a la Casa del Padre común.

Dilo a todos, y no te canses nunca de repetirlo y de insistir que el Dogma de la Comunión de los Santos es cosa estupenda y maravillosa, por su naturaleza y por los efectos que produce, jamás pensados por vosotros. Hermano mío, la prueba a la que estáis sometidos os parece grande y casi insostenible, en realidad es grande, pero si vosotros la pudierais ver en los maravillosos efectos que produciría en tantas almas, no sólo no os lamentaríais sino que la pediríais aún mayor.

 

Tened miedo de una sola cosa, ¡el pecado!

 

Tú hermano don Octavio, sientes en el interior de tu corazón impulsos de rebelión ante lo que tú juzgas triunfo de la iniquidad, pero recuerda que tanto se te ha dicho en relación con la incesante lucha entre las potencias de las tinieblas y las potencias de la Luz y tantas veces se te ha asegurado que las primeras no prevalecerán sobre las segundas. Y para conservar tu espíritu sereno y en paz, a pesar de que la lucha se hace más feroz, debes creer en la absoluta invulnerabilidad de Él y de todos aquellos que en Él y con Él son una sola cosa.

Caminad hacia adelante serenos y confiados, atentos y sensibles todo signo Suyo, deseosos de prevenir, si es posible, cualquier deseo Suyo. A Él le agrada esta diligente atención a cualquier impulso de su Divina Voluntad.

No será ni es vano ni inútil recordaros lo que en innumerables ocasiones se os ha sugerido: la Humildad. Tened miedo de una sola casa: el pecado y en particular del pecado causa de todos los males, el pecado de soberbia, de presunción. Todos somos siervos inútiles y de esta realidad debe estar impregnada vuestra alma, vuestro corazón, vuestro espíritu; sin humildad, profunda humildad, todo lo que como instrumentos elegidos estáis construyendo, seria vano e inútil.

Don Octavio, yo te repito como en el mensaje precedente que, por aquel lazo que nos ha unido en vida, pido al Omnipotente Dios que te bendiga y contigo bendiga a la Asociación Esperanza, D., D. P., F., M.,  y a todo el Consejo de administración que con buena voluntad dirigen la Asociación, además no puedo olvidar a G. y M.C. con sus hijos.

Madre Margarita

 

31 de Mayo de 1978

 

SIEMPRE Y EN TODAS PARTES ¡EL PRIMER LUGAR A DIOS!

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Juan Bosco.

Tu visita y la del D. P. en Turín al Santuario de la Madre Celestial, Auxilio de los Cristianos, ha sido agradable al Dios Altísimo, querida, inmensamente querida la Virgen Santísima, nuestra común Madre. Las Santas Misas celebradas en la capilla de las Reliquias en honor de los santos mártires Octavio, Giovenco y compañeros, os han obtenido gracias por intercesión de ellos, heroicos y fieles confesores de la fe. No ha sido entonces un viaje inútil vuestra peregrinación, sino rico en dones y en gracias, que un día conoceréis en el Paraíso.

Hermano don Octavio y hermano D. P., ambos tenéis ante vosotros un camino marcado por los eternos Decretos de Dios: debéis formar almas, debéis dirigirlas; deberéis enseñar a las almas que Él  ponga en vuestro camino que sólo Dios es el Alfa y la Omega de todo y de todos, que a Él todo debemos porque todo lo tenemos de Él y, por consiguiente, siempre y en todas partes se debe dar a Él el primer lugar.

Queridos hermanos, eso quiere decir trabajar para la regeneración espiritual de una cristiandad atea, incrédula e impía; quiere decir llevar amor, es decir,  unión a donde reina el odio y la división; quiere decir llevar luz a donde hay tinieblas, llevar fe a donde hay incredulidad; quiere decir, hacer una nueva sociedad.

Es tarea de los miembros de la Asociación Esperanza la de renovarse para renovar, santificarse para santificar, enriquecerse para poder dar a quien no tiene. Carísimos hermanos, deberéis bajar a la viña con un grupo de óptimos viñadores para sanear y fertilizar una viña, llena de cizaña y saturada de enemigos que deben ser derrotados.

 

Ninguna renovación ni regeneración es posible sin María Inmaculada y Jesús Eucaristía.

 

Junto a vosotros, otros bajarán al campo para hacer nueva la Iglesia de Dios; formaréis junto con ellos un gran ejército bendecido por Dios Padre, por Jesús Redentor y por el Espíritu Santo, alma de la Iglesia. Hermanos, en el sacerdocio, entrad a formar parte de un gran plan de Dios; Yo, Don Bosco, por el amor y por la devoción que nutrís por mí, he querido ayudaros y por esto han sido los encuentros con D. C. d. A., con D. U. P., dos dignos hijos míos, dignos miembros de nuestra Congregación; ellos te confirman don Octavio y te indican las dos grandes columnas salvación de la Iglesia, las dos grandes vías que hay que indicar a todos los bautizados de buena voluntad: la Inmaculada y Jesús Eucaristía.

No hay ninguna renovación ni regeneración espiritual sin María Inmaculada y sin Jesús Eucaristía; únicamente con Ellos es como se restablece el equilibrio destruido, sin Ellos se multiplicarán las ruinas, sin Ellos no hay sino perdición; La Virgen Inmaculada es la Puerta por la que el Verbo de Dios entra y se inserta en la humanidad.

La Cruz es y será la liberación de la humanidad de la tiranía malvada de Satanás, pero la Cruz es una sola cosa con la Eucaristía, porque es la Misa la que da al mundo al Redentor con el misterio de la Cruz, ¡así debe entenderse la visión de las Dos Columnas!

Hermanos en el sacerdocio don Octavio y Don P., podríais objetarme que vuestra misión es común a todos los consagrados, sí, es verdad, la misión común de todos los consagrados es la de hacerse "víctima" en unión con Él por la misma razón por la que Él ha entrado en el mundo y ha muerto en la Cruz, misión común a todos los consagrados, sí, pero asumida por poquísimos, y esto es la subversión, lo que debiera ser de todos, o de la mayoría, se ha hecho realidad sólo en poquísimos. Pero prescindiendo de esto, se te ha dicho hace sólo dos días que Dios nunca se repite, si el fin que se persigue es común a todos, los caminos para llegar son diferentes y así el camino de la Asociación Esperanza, si bien obrando en comunión con otras instituciones y obras para la regeneración de la Iglesia nueva, es diferente de las otras. Vosotros, Don Octavio, debéis abrir este "camino" según el trazado establecido ab aeterno por la Providencia Divina.

Os bendigo; estaré junto a vosotros en vuestras necesidades y dificultades. Dios y su Madre Santísima, Auxilio de los Cristianos, están con vosotros.

San Juan Bosco

 

1 de Junio de 1978

 

EL CAMINO DEL AMOR

 

Hermano mío, soy Santa Teresa del Niño Jesús,

Finalmente, hermano mío, ha llegado el momento esperado por mí. Tú al hablar de los caminos que llevan a las almas a Dios te referiste a mí, atribuyéndome el camino más breve: el del amor. Este camino, más bien que descubierto lo he redescubierto, y en verdad me esforcé en recorrerlo hasta el fondo y ahora estoy contenta, tan contenta que más no podría estarlo.

Me ha parecido el menos difícil y sobre todo el más maravilloso... competir en amor con el Amor... Querido hermano, entiéndeme en esta afirmación mía y no la tomes en sentido literal, sino en sentido amplio, Él, que te ama ilimitadamente, si tú pones toda tu buena voluntad, y el amar es acto de la voluntad, lo que sucede no es posible explicarlo, lo intentaré pero no es fácil, si tú haces salir  de tu voluntad un acto de amor dirigido hacia Su Corazón, Él te responde con Su Amor Infinito que envuelve, penetra y  compenetra tu corazón; entonces tu pequeño rayo entra y se funde en el Corazón Misericordioso de Él, y Su amor y el tuyo se funden, son y forman un solo gran amor; así como la llamita de una pequeña cerilla arrojada al gran brasero de un alto horno se hace con él un solo y grande brasero.

 

El camino del hombre en la tierra es prueba

 

Carísimo hermano, haces muy bien en insistir y propagar el concepto de que el camino del hombre sobre la tierra es prueba; prueba de la que ninguno puede escapar, pero prueba de la que es necesario tener una justa y exacta visión, para que ninguno corra el peligro de desviarse.

¿En qué cosa consiste esta prueba? Para mí es una, que se articula en tres:

-                     La primera es prueba de Fe, es la prueba de la fe. Sin la fe es imposible agradar a Dios, por esto si no se cree no hay salvación. Creer, firmemente creer en las verdades y en los misterios revelados;  creer en la Iglesia como sacramento de salvación, puesta por Dios en medio de los pueblos como Maestra, Guía y Luz de todas las Gentes; creer en la autoridad de Dios revelador; creer en las Palabras del Verbo de Dios, que no se engaña ni puede engañar; creer en la Ley eterna de Dios,  en aquella Ley que no cambia ni puede cambiar nunca y  que nadie puede resquebrajar, sin incurrir en la ira de Dios.

-           La segunda prueba exigida por la Omnipotencia Divina consiste en que el hombre en la tierra reconozca que Dios es Supremo Señor y Dueño de todo y de todos y que a Él se debe plena y absoluta sumisión,  por tanto obediencia a la Ley.

-           La tercera prueba exigida por la Misericordia Divina es la del amor. Para mí, Teresa del Niño Jesús, esta prueba encierra en sí las dos primeras; yo personalmente me esforcé por dar al amor la prueba más concordante con el amor y no veo ni comprendo que al Amor Infinito de Dios se le pueda dar otra prueba que no sea el amor.

En el Bautismo hemos recibido del Amor la capacidad de amar y, consiguientemente, la de Servir y Obedecer

Si bien aceptando la total razonabilidad de las dos primeras pruebas, yo no veo la necesidad de ello, y diría, la utilidad de ellas, sobre todo porque los Cristianos en el bautismo reciben la Gracia santificante, esto es, la Fe, la Esperanza y la Caridad, virtudes inseparables y no escindibles. Donde hay amor A DIOS ahí hay fe y, por tanto, si hay fe, ahí hay amor a Dios; no es sólo un juego de palabras, sino una estupenda realidad. En el Bautismo hemos recibido del Amor la capacidad de amar, consiguientemente de servir y de obedecer. Para mí el camino del amor a Dios es el más maravilloso, el más breve y el más seguro.

Hermano Don Octavio… ámaLo, ámaLo, ama al Amor; jamás te dejes influenciar por la falsedad, vanidad, lisonjas e insidias del mundo; yo, aún niña, con claridad, con tanta claridad, vi cómo toda la vida humana es como flor que se abre en la noche, para caer luego marchita al día siguiente...

Ama al Amor, Don Octavio, jamás serás defraudado, en el tiempo ni en la eternidad; ámaLo ahora en las tribulaciones, un día lo amarás en el más perfecto y completo gozo. El Amor te mueve hacia Él como Él se mueve hacia ti; en el encuentro que se produce brotan efectos maravillosos y estupendos para ti, para vosotros y para 1as almas. ÁmaLo, ámaLo hasta consumirte por Él, como Él se ha consumido por ti. Un día comprenderás cómo en esto consiste la verdadera maravillosa razón de nuestra vida.

En virtud de la Comunión de los Santos permanezcamos unidos a Él, Amor eterno e infinito que desde siempre nos ama.

Dios te bendiga y contigo bendiga a todos aquellos a quienes amas, ahora y siempre.

Teresa del Niño Jesús

 

2 de Junio de 1978

 

DIOS, LA FUENTE DE LA VIDA

 

Escribe, hermano mío Don Octavio, soy S. José Cottolengo.

La humanidad, oscurecida por la primera culpa y por el multiplicarse casi al infinito de las culpas personales de los individuos, nace, crece, vive y desaparece de la escena de este mundo en la casi total oscuridad. Apenas, apenas entre las tinieblas oscuras que la envuelven vislumbra una tenue claridad, y esto debido a las verdades fundamentales reveladas. Son pocas las almas que iluminadas, ven a plena luz las grandes realidades celestiales para las que el hombre ha sido creado.

Primera, única y gran realidad: Dios, la Fuente de la vida que comunica la fruto vida a todo el universo mundo, la vida que vibra, que late por todas partes, en las profundidades de los mares, en la superficie de la tierra, en la densidad del aire; de ella está lleno el universo mundo, por doquier está la vida en movimiento. ¡Oh estúpidos y ciegos hombres que no queréis ver el prodigio de la vida que Dios obra, sí, para su gloria, pero también para vosotros, que de su gloria os quiere partícipes; para vosotros que existís, que vivís y de la vida gozáis, estupendo y prodigioso fruto de Su amor!

La creación del universo ha sido un acto de amor; la creación de cada viviente es acto de amor, la creación del hombre, entre todos los vivientes de la tierra es acto de amor y de predilección, porque solamente el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de su Señor y Creador y sólo él puede proyectar la imagen de Dios sobre todos los demás vivientes; solamente él, el hombre ha sido creado con una tarea y una misión cósmica, rey y dominador de todos los vivientes sobre la tierra; él sólo puede ser, y lo es, siempre con tal que lo quiera, el intérprete de la acción de gracias a Dios de todos los vivientes de la tierra.

Ahora, hermano mío Don Octavio, si Dios es principio y causa primera de la vida de todos los vivientes, sería absurdo que no fuera Él a proveer a conservar y dirigir a todas sus criaturas a la consecución de su finalidad, en efecto, así es. En el Evangelio se dice que si Dios provee a las flores de¡ campo, reviste con su esplendor a los lirios y alimenta a los pajarillos del aire... ¿no proveerá Él con mayor razón a las necesidades de vosotros, criaturas humanas, que sois el reflejo de Él sobre la tierra?

 

El hombre, como embrutecido, se pone por debajo de los mismos brutos

 

Hermano Don Octavio, de hecho en estos días por Voluntad Divina estáis dando vida a una Comunidad, la primera de tantas comunidades de la Asociación Esperanza, y esta comunidad en germen florecerá si en ella tiene impulso la fe, la esperanza y el amor; es decir, si más allá de la vida personal, en la vida social de ella misma está profundamente arraigada la vida de la gracia, por medio de la cual a Dios, Creador y Señor, le sea reconocido y dado el primer lugar, lo que quiere decir, como ayer te comunicó Santa Teresa del Niño Jesús, vida de gracia, vida divina, que os moverá hacia Él en la consecución del fin que os ha asignado, con el ejercicio de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad.

Hermano Don Octavio, por otras razones te he hablado de la vida, prodigioso don de Dios. De hecho por todas partes pulula la vida, esa vida que según el orden establecido por Dios creador, debe ser respetada por todos,  venerada como lo exige el recto uso de la razón humana, así como lo exige la Fe y como lo exige el orden natural de las cosas, pero que en realidad, nunca como en este siglo de oscuro y bárbaro materialismo, la vida de los hombres, y de los seres inferiores, es desacralizada, violentada, aniquilada. El hombre, como embrutecido, se erige contra Dios, contra el orden natural establecido por Dios y en un loco instinto, en un salvaje instinto de rebelión, asesina, violando la Ley Divina, suprime la vida con leyes inicuas e inhumanas desde su brotar, la destruye con las más innumerables formas de violencia, poniéndose él, el hombre, el rey de la creación, el sacerdote del universo, por debajo de los mismos brutos, superándoles pavorosamente en sus peores y más bajos instintos. ¡Y todo, mentirosamente, en nombre del Derecho, de la Ley y de la Libertad de la Persona humana!

A esto os ha llevado el engaño de Satanás, hasta esto os ha llevado el más profundo oscurantismo de la pseudo civilización del pecado.

 

La fe, potente imán que atrae al Autor mismo de la vida

 

Hermano Don Octavio, te he hablado de la vida, don prodigioso del Amor divino, que por su misma naturaleza obra para la conservación de la misma vida, dirigiéndola al logro de su finalidad; aquí se revela el Amor sobrenatural operante en el misterio de la Providencia Divina, aquí la Fe se hace un potente imán, tan potente que atrae a Sí al Autor mismo de la vida... "si tuvierais un granito de fe y dijerais a una montaña: quítate, ella se quitaría" Hermano Don Octavio, más que las palabras, aquí sirven los hechos y por lo que a mí concierne tú bien conoces en Turín el gran milagro, que por sí solo debería bastar para disipar las tinieblas que envuelven a los hombres de este siglo materialista, pero los hombres de esta generación perversa no quieren ver, recusan ver, aman las tinieblas, ¡las han preferido a la luz!

Al visitar la "Piccola Casa" del Cottolengo, que hospeda a miles y miles de criaturas humanas rechazadas, sufrientes, abandonadas, se tiene el claro testimonio de cuán queridas son de Dios las vidas de todas las criaturas humanas y cómo Él, Dios, interviene continuamente para conservar y hacer crecer con ininterrumpidos milagros la vida de tantas criaturas humanas.

Dios ama, y prefiere la vida de todas las criaturas humanas, particularmente la de las que más sufren y la de las más necesitadas, a éstas con infinito Amor provee. ¡Misterio vivo el de la Providencia Divina! ¿Acaso ha habido Santo, o hay, que no haya experimentado la Potencia y la Misericordia de la Providencia Divina?

Tu comunidad será de aquellas que, si tenéis fe, os hará tocar con la mano cuán Bueno es el Señor, El no sólo provee sino previene las necesidades de los que en Él confían y a Él se abandonan.

Será tarea tuya, hermano Don Octavio, querer y saber inducir en todos los que formen parte de vuestra Asociación fe y amor sin límites a la Providencia Divina. Tú no puedes tener duda alguna, te has nutrido muchas veces de los dones de la Divina Providencia. Para ti no se debe hablar de creencia sino de certeza en relación con esta estupenda realidad.

Cuánto habría todavía que decir, hermano mío, sobre este asunto, que no considero agotado... ahora pido a Dios que te conceda el don de confiarte sin reservas en Él, que te bendiga y te proteja siempre de todo mal y contigo bendiga al Consejo y a toda la Asociación Esperanza.

¡No desconfiéis! Verás, veréis las obras de Dios y los milagros de su Divina Providencia.

San José Cottolengo

 

3 de Junio de 1978

 

CAMBIO RADICAL DE LA SITUACIÓN

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Lorenzo.

Don Octavio, qué cambio tan radical de la situación; quiero decir que cómo es diferente la visión que se tiene de las cosas aquí en el Paraíso, de la visión que se tiene en la tierra... ¡Qué esfuerzo se necesita en la tierra para poderse formar una visión de los acontecimientos humanos más cercana a la realidad. Nuestro juicio en la tierra está tan afectado por tantos elementos diversos, y frecuentemente opuestos entre sí, por lo que con dificultad y fatiga llegamos a una justa realidad como:

- La naturaleza humana herida por la culpa, y de por sí inclinada al mal, a la falsedad.

- Intereses personales a menudo nos hacen tergiversar la verdad.

- Simpatías y antipatías influyen bastante en nuestros juicios... pero aquí las cosas son diferentes, aquí todo se ve en Dios, suma y eterna Verdad, por lo que la verdad de las la ves nítida, limpia, libre de todo elemento extraño, por lo que, Don Octavio, tú puedes bien imaginar mi asombro cuando después de un breve, pero siempre largo, Purgatorio, en Él he visto la realidad de mis cosas y de la Asociación Esperanza.

Qué áspera y dura es la lucha por la Verdad y por el bien; pero ay en dejarse atropellar sería cobardía el ceder. Él ha muerto en la Cruz por el triunfo de la verdad y de la justicia; quien está en Él y en Él pone fe, su su confianza estará seguro de la victoria; pero tú, Don Octavio, conoces, todos conocéis el camino de la victoria: paciencia, humildad y amor; no el instinto de la naturaleza herida, sino la fe os debe guiar hacia el conocimiento y a la realización de la Justicia y de la Verdad.

Don Octavio, la obra querida e iniciada por Dios en el modo deseado por Él, Dios, suma y eterna Sabiduría, procede según su designio divino. ¿Qué sería de C. si no hubiéramos acogido la invitación divina? ¡Ahora habría caído en las fauces de los lobos hambrientos!

Animo; tenéis muchos amigos en el Paraíso que os miran, que os siguen y que por vosotros interceden y, entre ellos, estoy también yo.

Lorenzo

 

3 de Junio de 1978

 

LA MÁS GRANDE BATALLA QUE EL HOMBRE DEBE COMBATIR EN LA TIERRA

 

Hermano Don Octavio, soy San Miguel Arcángel, el Príncipe de las milicias celestiales que desde hace tiempo desea este encuentro, aunque nuestro recíproco silencio como bien sabes no significa olvido o desinterés el uno del otro, tú me has invocado cotidianamente y yo he respondido siempre a tus invocaciones con la ayuda.

Hermano, según el criterio humano se debería decir que las cosas no van como tú lo las deseaste para que así fuera, no debería haber las oscuras y activas potencias del mal, ni tampoco una Superior Voluntad divina. Tú estás, hermano mío, entre las primeras y segunda, por esto te encuentras en perenne conflicto interior; por esto se ha dicho que la vida del hombre en la tierra es una batalla, pero añado, no es sólo una batalla, sino más bien una gran batalla, una grandísima batalla, la más importante batalla que el hombre debe combatir en la tierra, la batalla decisiva para toda la eternidad. Pero, hermano mío, el inconveniente está precisamente aquí: como otras veces se te ha comunicado, no se puede conducir ninguna batalla y vencer sin no sólo creer en el enemigo, sino que hay que conocer sus astucias, las insidias, la estrategia y las intenciones que tiene en la lucha.

 

La incredulidad difundida y propagada en la Iglesia de Dios

 

Querido Don Octavio, suma desventura para la Iglesia y para las almas es hoy la incredulidad que se tiene acerca del Enemigo; incredulidad cultivada por él y difundida en toda la humanidad, pero lo que es más grave es que esta incredulidad se ha difundido y propagado en la Iglesia de Dios por aquellos que en la Iglesia deberían de ser centinelas atentos y vigilantes ante cualquier insidia y trampa puestas por el enemigo a las almas.

Lo que es tremendamente doloroso es precisamente el hecho de que aquellos que Dios ha elegido para ser guías y conductores del gran ejército de los soldados de Cristo, no sólo no creen, sino que te juzgan demente si osas hablar del enemigo y del deber, tres veces santo, de combatirlo con todos los medios que la Bondad Divina ha puesto a vuestra disposición.

Hermano Don Octavio, con relación a esto tú ya tienes una experiencia, de la que bien puedes agradecer a Aquel que con su nacimiento, con su vida y muerte ha enseñado cómo se debe combatir al enemigo, y lo ha enseñado con el ejemplo y con las palabras; ya estas cosas te han sido repetidas, pero quiero que tú te convenzas, si tuvieras necesidad de ello, de cuán lejos de la realidad primera ha sido llevada la Iglesia. Esta es y será siempre la verdadera razón por la cual Cristo Redentor murió en la Cruz: arrancar las almas al atrevido Enemigo, que parece ignorar esta realidad divina para recordar solamente su repugnante abuso, que ha brotado del engaño y de la mentira.

 

No creen, sino en clave humana

 

Hermano Don Octavio, tú te devanas los sesos preguntándote cómo es posible que pastores, sacerdotes y consagrados en general, siempre salvo las debidas excepciones, y de excepciones es necesario hablar, han llevado a la Iglesia fuera de su eje natural, provocándole un desequilibrio y un inmenso daño. ¿Cómo, te preguntas, es esto posible? También aquí hermano se te ha respondido repetidamente, la soberbia, la soberbia, más o menos velada, ha traído esta oscuridad que envuelve toda la Iglesia.

¿Cómo has sido tratado tú mismo por un Pastor de una gran Diócesis? ¿Qué cosa lo ha hecho manifestarse en cólera con respecto a ti? La oscuridad que envuelve su espíritu; si hubiera estado iluminado ciertamente no se habría comportado como se comportó. Pero la vía justa es la que te ha indicado Lorenzo esta mañana: no creen, hermano mío, no creen sino en clave humana.

Hermano, este comportamiento, común a muchos Pastores, será causa para ti y para la Asociación Esperanza, de otros sufrimientos, pero Lorenzo te ha dicho con razón que sería cobardía ceder... ¡Adelante, entonces! La lucha está en acto y se va intensificando cada vez más, pero el resultado ya está marcado y vosotros lo sabéis; adelante, pues, sin miedo.

Te bendigo, hermano, y contigo bendigo al Presidente,  al Consejo y a todos los miembros de buena voluntad de la Asociación.

Dios está con vosotros, con vosotros estamos también nosotros todos los de la Iglesia triunfante, ¿de qué temer entonces?

San Miguel Arcángel

 

4 de Junio de 1978

 

VIGILAD ORANDO

 

Hermano Don Octavio, soy el Arcángel al que Dios ha confiado tu custodia.

Quienes te han hablado te han recomendado prudencia, mucha prudencia, confianza y abandono total en Él, hermano, te confirmo todo lo que por la Bondad divina te ha sido comunicado.

En el embrollo de esta lucha, de la que tú ves sólo algunos aspectos y otros los descubrirás después, es necesario, sí, proceder con mucha prudencia y cautamente, puesto que el enemigo, astuto y maligno, está siempre al acecho para aprovecharse de tu inexperiencia y la de los demás. Tú, vosotros combatís desde hace algunos años, él combate desde hace milenios, cuántas desgracias y derrotas habéis sufrido por la falta de prudencia; hablar poco y sólo con personas de probada fe, que no son muchas, él, el maligno siempre saca provecho de vuestros errores; se os ha dicho que cuando debáis hablar necesariamente, haya siempre en el puesto de guardia quien vigile orando.

Todo buen estratega no se fía del enemigo y por esto cuando reúne en torno a sí a sus consejeros, su primera precaución es poner centinelas en el puesto adecuado, he aquí porqué se ha dicho y repetido, por el Apóstol y por tantos otros: "sed prudentes", unid además a esta virtud una grandísima humildad, que os lleve a desconfiar de vosotros mismos y a poner vuestra total y plena confianza en el Señor, el cual, en su infinita misericordia os ha dado, os da y os dará, mucho más de lo necesario para que caminéis con plena confianza y abandono en Él, que os ama, y, ¡cuánto os ama! No tenéis razón para dudar, es Él quien os ha elegido, es a Él a quien debéis fielmente seguir, es Él el que obra, Le basta con que no pongáis el palo entre las ruedas, como vosotros decís.

 

Para Dios nada es grande, nada es potente, nada es importante

 

Hermano Don Octavio, debes convencerte de una cosa: Así como un día Él dio vida a la Iglesia con el misterio de su Encarnación-Pasión-Muerte-Resurrección, confió a sus elegidos, es decir, a los Apóstoles, la gran misión de transformar a los hombres en hijos de Dios, dando a los Apóstoles todo lo que se necesitaba para esa misión «id y bautizad, predicad el Evangelio, curad a los enfermos, arrojad a los demonios…»

¿Cómo habrían podido los Apóstoles asumir esa gran y sublime misión si no hubieran estado bien acorazados y enriquecidos con los dones y con los medios necesarios? El, el Salvador y Maestro divino no escatimó, ahora pues también para vosotros,se trata de una gran misión, se trata de reedificar la Iglesia en ruinas, los Apóstoles tenían todo el mundo ante ellos y no por esto se asustaron.

Hermano, sé lo que en este momento piensas, la ilimitada desproporción entre el fin de la misión que se os pide y los instrumentos inadecuados que sois vosotros y que tales os consideráis. Sé que esto es cierto en lo que a vosotros respecta, no es exacto en lo que a Dios concierne. Fuera del tiempo y del espacio, cosas finitas y limitadas, Él, el Omnipotente y el Eterno, tiene en sí el tiempo y el espacio, para Él, que los milenios son menos que una hora, para Él nada es grande, nada es potente, nada es importante, Él elige a quien quiere, cuando quiere y como quiere; una sola cosa pide: el "sí", o el "no", a Su Divina Voluntad. Él respeta la obra de sus manos, el hombre, espera y respeta sus decisiones; y si la respuesta es la deseada, entonces entra en acto Su acción de gracia, a través de la cual realiza su designio de amor.

 

Finalidad de la Redención: liberación de las almas de la esclavitud y tiranía de Satanás

 

Hermano Don Octavio, dadle a Él vuestro "sí" continuo y generoso, tal mino lo hizo siempre su Madre. Vuestro "sí" es vuestro fiat, Él quiere sólo esto, esto es lo único que Él pide, de todo lo demás Él se encarga; abandono total a su divina Voluntad, en esto está la verdadera paz del corazón.

Hermano, Don Octavio, será necesario tener siempre presentes algunas cosas muy importantes y tú sabes que las ideas preceden siempre a las acciones, por eso son precisas ideas simples en las que basar vuestra acción, considero por eso adecuado que junto con Don P. pongáis en el papel las ideas que se os han sido comunicadas y las que se os darán, sobre las que desarrollar vuestro plan para actuar y poner en práctica vuestro plan de acción; ante todo, vuestro programa, - amar, obedecer, servir - Dios debe ocupar el primer puesto: buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará. Debéis aclarar el concepto de que la vida del hombre sobre la tierra es lucha, que la finalidad de la Redención es la liberación de las almas de la esclavitud y de la tiranía de Satanás. etc… etc…

Reordenar estas ideas, vivirlas y hacerlas vivir con el ejemplo y con las palabras, será reedificar y reconstruir la Iglesia en ruinas. Animo, Don Octavio, confianza, prudencia, abandono y… ¡adelante!

Dios Uno y Trino os bendiga y os conduzca a la vida eterna

El Arcángel Gabriel

 

5 de Junio de 1978

 

DÓNDE BUSCAR LA CAUSA DE TANTO MAL

 

Escribe, hermano mío, soy el Arcángel Rafael, que quiero completar con un pensamiento mío lo que se te ha comunicado en estos días.

¿Cómo es posible que en ti se estén alternando sentimientos de confianza y de esperanza con otros de temores e incertidumbres?  Después de todo lo que se te ha dicho, esto no debería suceder, si sucede, debes buscar su causa donde ella está. Yo, Rafael, fui enviado a Tobías y a Sara con la misión de liberarla de los seres inmundos que la atormentaban. Aquí es donde se necesita buscar la causa del mal, esto es, hermano querido, tú tienes que convencerte de que debes liberarte de pensamientos, dudas y temores, con los medios que tienes a tu disposición, porque no son otra cosa que interferencias del enemigo común.

Hermano Don Octavio, yo tuve, y aún tengo, el excelso honor de haber sido elegido como instrumento, como ministro para realizar aquellas misiones que me han sido asignadas; pero también tú, también D. P., habéis sido elegidos para realizar una gran misión en la Iglesia y en la Asociación Esperanza; y esta misión, destinada a regenerar a la Iglesia misma, tiene su oposición, dura oposición, con una acción interna y externa; la interna consiste en agitar temores, incertidumbres, turbaciones de todo género y naturaleza; la externa en excitar contra vosotros a tantos que os asaltan por todas partes como perros mastines.

 

La fe "viva" os guíe en la lucha entre el Bien y el Mal

 

Hermano Don Octavio, si no quieres,  si no queréis ser superados, debéis defenderos de la manera que os está permitida, aun permaneciendo siempre en la obediencia, siendo esta misma virtud un arma de defensa, Él, el Omnipotente, os ha dado la posibilidad de conocer con precisión el asedio con el que habéis sido sitiados, y con el que todavía lo estáis, pero os ha provisto con todos los medios, como bien sabéis, para defenderos: circunspección, prudencia, oración, sacramentos y sacramentales. No os turbe la incredulidad de este siglo, ni la de tantísimos hermanos vuestros, ni la insensibilidad de muchos Pastores; la Fe viva os guíe en vuestro obrar por el bien vuestro y el de muchas almas.

Doble es, por lo tanto, vuestro frente de defensa: interno y externo. El sacramento de la Confirmación os ha hecho "soldados", esto es, combatientes, y el Sacramento del Orden os ha hecho "comandantes", de los Oficiales de esos soldados; así, pues, no os dejéis engañar ya que hoy el ateísmo, tan extendido como nunca antes lo fue, ha sofocado en la Iglesia esta conciencia con el oscurecimiento de los espíritus, llevando por doquier indiferencia, inercia, y, como consecuencia, ruina y perdición para muchas almas. Para ti es evidente que estas no son exageraciones fanáticas, esta es la triste realidad que lleva al mundo hacia el abismo en el que se precipitará por su terca voluntad de rechazar la Luz.

 

Por la maldad y sutil malicia del enemigo, de este problema "no se debe" hablar

 

No te impresione la insistencia, hermano Don Octavio, con la que todos nosotros, que estamos en la bienaventuranza eterna, os invitamos a reflexionar sobre el problema de la lucha entre el bien y el mal, porque este es el verdadero y gran problema de la humanidad, porque en esto la humanidad ha sido y es engañada, porque este es el problema que ha causado la Muerte en la Cruz del Hijo de Dios, del Verbo eterno de Dios hecho Carne, porque este es el problema que Satanás ha querido quitar del medio a los hombres, intensificando su engaño, su mentira, porque este es el problema, pon bien atención en la sutil y malvada malicia del enemigo, este es el problema del que no hace falta hablar, del que "no se debe" hablar.

Don Octavio, D.P., sois ministros de Dios y, como tales debéis asumir la misión que Dios os ha asignado, de poner nuevamente sobre el tapete este vital problema, este central problema, sin importaros las histéricas convulsiones de quien traiciona esta misión con el pretexto de que en su Diócesis no pueden aceptar la Espiritualidad de C. ni la vuestra, dejadlos que hablen, respetando siempre su dignidad Episcopal, tan mal entendida y peor usada.

Adelante, ved cuán cercanos a vosotros estamos, porque éste es el problema, el único gran problema que interesa al cielo y a la tierra. Luz y Tinieblas, Dios y Satanás, salvación y perdición. Este es el problema que interesa a Paraíso, Infierno y a la entera humanidad; y por esto, ve y comprende cómo no hay exageración en nuestra insistencia. Combatamos hombro a hombro por la Gloria de Dios y el bien de las almas, dejemos los muertos a los muertos y adelante en el duro camino.

Dios Uno y Trino te bendiga, os bendiga; bendiga a la Asociación que como tal inicia en embrión su camino, bendiga el Señor vuestros pasos, vuestros propósitos de bien, ahora y siempre.

El Arcángel Rafael

 

5 de Junio de 1978

 

AMAR ES LEY PORQUE QUIEN NO AMA ESTA EN LA MUERTE

 

Escribe, hermano mío, soy Don Armando Benatti.

Se ha dicho que en la Asociación Esperanza el amarse es ley, porque quien no ama está en la muerte; pero el amarse es ley para todos los cristianos, es la ley eterna del Amor, es decir, de Dios, que es el Amor; es la ley del Hombre-Dios, quien dijo: "Un nuevo Mandamiento os doy: Amaos los unos a los otros como yo os he amado", es la ley que hermana a los hombres, que los hace hijos del Único Padre, que es Amor; es la ley que une a los hombres; por eso el odio debería ser eliminado de la tierra, el odio que divide, el odio que oscurece, el odio que mata, el odio que genera tantos males, que hace derramar tanta sangre; el odio que lleva al hastío, que exaspera a los espíritus y los hace infelices...

Hermano don Octavio, Dios, del amor ha hecho una ley, porque:

1 - Como te he dicho, siendo Él el Amor, no podía obrar de otra forma, no puede no ser lo que es.

2 - No puede estar en contradicción consigo mismo, y el amor, como bien te dijo Santa Teresa del Niño Jesús, exige el amor, y no podría ser de otra forma.

3- El enemigo por antonomasia de Dios y de la humanidad, habiendo herido mortalmente por odio a la humanidad contaminándola con el germen del odio, de los celos, de la envidia, y habiendo puesto en la misma humanidad la causa primaria de la división, que ha llevado y lleva a los hombres unos contra otros, como consecuencia ha cosechado el segundo fruto de la maldad del Maligno: el fratricidio de Caín, y desde entonces hasta nosotros, guerras interminables, revoluciones cuyas víctimas ¿quién las puede contar? Y en otra forma, ¿cómo se podrán explicar las violencias de todo género? Sería menester consultarlo a los Teólogos presuntuosos, ellos mismos causa de tantas divisiones, haría falta preguntar a tantos pastores de almas cómo explican el mal en la naturaleza humana y cómo este mal, en parte al menos, se podría eliminar... He aquí porqué Dios ha hecho del amor una ley: porque el amor es unión, y la unión es fuente de paz, de gozo y de serenidad; el Unigénito Hijo de Dios ha muerto para que nosotros seamos una sola cosa con El, Uno y Trino.

4 - Dios, si bien respetando siempre, como ayer se te dijo, la obra de sus Manos, ha hecho del amor una ley para casi forzar delicadamente a la humanidad hacia la finalidad de la Creación y de la Redención, que es la suprema felicidad del hombre y que ¡el hombre jamás podrá lograr fuera del amor, sin el amor!

Hermano mío Don Octavio, esta es la tragedia de la humanidad: tiene la felicidad al alcance de la mano, pero el ladrón deicida hace de todo para impedir a los hombres el logro de esta felicidad. Don Octavio, éste es el único y gran problema, este conflicto que se perpetúa en el tiempo, envolviendo a las generaciones que se suceden las unas a las otras, es la verdadera y trágica historia de la humanidad.

 

Tomad a pecho siempre y únicamente la Gloria de Dios, la verdad y la salvación de las almas

 

Lo increíble e inverosímil es que no se quiere hacer de este problema el centro fundamental de toda la actividad eclesial. De hecho, de mil pretextos se sirve el enemigo: presunciones, miedos, respetos humanos, vivir tranquilo, intereses solapados de carrera… en aquellos que como "guías" y como "comandantes" del gran ejército de los confirmados, es decir, de aquellos que debieran ser los verdaderos combatientes por el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las tinieblas y de la verdad sobre el error para alcanzar su malvado fin.  Con razón el Arcángel Gabriel esta misma mañana en el mensaje que te ha dado os ha animado a que seáis perseverantes en el bien en esta batalla, en la cual hay intereses tan grandes que mayores no podría haber, intereses en los que están en juego los valores y las razones de la Creación y de la Redención del hombre, verdaderos epicentros éstos de la historia del género humano.

No hagáis caso de los necios juicios de aquellos que por abyectos motivos personales se niegan a ver. Buscad de corazón siempre y únicamente la Gloria de Dios, la Verdad y la salvación de las almas.

Don Octavio, la Asociación en la que la Providencia de Dios te ha puesto como guía, debe estar en tal forma penetrada y compenetrada de esta luz, de esta vida divina, que es el amor, que debe- rá ser retoño primero y árbol después, que todos mirarán y del que se dirá como de las primeras comunidades cristianas: "mirad cómo se aman".

Don Octavio, siempre unidos en el amor a Él, a su Madre Santísima, siempre unidos y vivos más que nunca en la Comunión de los Santos, toda la iglesia triunfante está con vosotros y,  ¿cómo podría ser de otra forma?

Adelante, con la bendición de Dios Uno y Trino, de la Virgen Santa y con la ayuda que nosotros pedimos para vosotros.

Don Armando Benatti

 

5 de Junio de 1978

 

ESTOY PRESENTE COMO REDENTOR SALVADOR Y CABEZA DE MI IGLESIA

 

Hijo mío, soy Jesús, escribe. Una vez más Yo, Verbo Eterno de Dios, "ab aeterno" engendrado por el Padre, hecho Carne en el Seno purísimo de mi Madre y vuestra, me dirijo a ti, a quien desde siempre he elegido como instrumento mío para un gran designio de amor y de salvación.

Soy Yo, verdadero Dios y verdadero Hombre, presente en medio de vosotros en el misterio de la Fe, vivo, real, con mi presencia que encierra en si las dos naturalezas, la divina y la humana y, por lo tanto, también estoy presente físicamente como Redentor, Salvador y Cabeza de mi Iglesia, te repito, de "mi" Iglesia, objeto de inmenso odio por parte de aquel que nunca la ha aceptado, nunca ha querido, que siempre la ha odiado y odia, presente como Cabeza de mi Iglesia, porque ha brotado de mi Sangre, de mi Corazón desgarrado, presente en mi Iglesia, centro de tantas ambiciones, de tantas oscuras maniobras queridas y fomentadas para saciar las concupiscencias del espíritu y de la carne, causa de tantos pecados, de tantas profanaciones y de tantos sacrilegios, que se quieren cubrir con el aterciopelado manto del "saber hacer", es decir, de la hipocresía y de los egoísmos más abyectos.

Muchas veces Yo y mi Madre hemos intervenido con fuertes llamadas a aquellos que parecían haber perdido las grandes Realidades espirituales de la Creación y de la Redención. En un mensaje te dije, hijo, que muchos de mis consagrados, arrastrados por la herejía de la acción, están como ahogados por ese corrosivo dinamismo, dejándose así, casi sin darse cuenta, transportar cada vez más lejos de las "fuentes" regeneradoras de la Vida Divina.

 

No pueden aceptar que Yo pueda dirigirme a quien quiera... ¡sin el permiso de ellos ...!

 

He invitado a estas almas, que se han hecho ciegas, no sin su responsabilidad y culpa, a ponerse ante el Crucificado, las he invitado a subir Conmigo a mi Calvario, el camino maestro, el gran camino trazado para enseñar a las almas con los ejemplos de mi Pasión, Muerte y Resurrección. He invitado a todos los consagrados a seguirme por el camino de la renuncia, de la humildad, de la obediencia y de la pobreza, les he invitado a dirigir una mirada a Mí suspendido en la Cruz,  a reflexionar y a meditar, habría bastado esto para suscitar en ellos el arrepentimiento purificador, para volver a encontrar la fe, casi del todo apagada, para reavivar el fuego de la caridad, extinguido o casi... ¡Y no lo han hecho!

Algunos no se han dignado ni siquiera prestar la mínima atención a mis mensajes, porque en su presuntuosa incredulidad no pueden admitir que Yo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que estoy en mi Iglesia, pueda dirigirme a quien quiero, donde, como y cuando Yo quiero. ¡Yo debería, siempre según su presunción, pedirles a ellos permiso para hablar a las almas que me son queridas!!!

Es cierto que les he dado dignidad y poderes, no debidos al hombre, pero esta dignidad y estos poderes los he comunicado a ellos para el bien de toda la comunidad eclesial y no para satisfacer su sed de poder, de riqueza ni de ambiciones personales. Si poderes y dignidad les he dado a ellos, se los he dado para que los pusieran al servicio de toda Mi Iglesia, te repito, de todos los miembros de Mi Iglesia.

Mira la altivez con la que tratan a sus súbditos, hijo mío. Tú sabes bien y ahora lo sabes también por experiencia personal, que cuanto te estoy diciendo no es fruto de tu fantasía o de tu locura, si en ellos hubiera humildad no tendrían las violentas reacciones en curso y en un continuo crecimiento que te confirma, si de ello aún hubiera necesidad, la triste realidad que la Iglesia está viviendo.

 

Causándote sufrimientos, son la confirmación evidente de la verdad que te he manifestado

 

Hijo, te había advertido con anterioridad que serias considerado como insensato,  mi advertencia no podía errar, pero ¿qué cosa es la que les impide a ellos constatar esto? ¡La soberbia! Hijo mío, nunca te he prometido otra cosa en la tierra sino sufrimientos, y ellos no saben que causándote sufrimiento son la confirmación evidente de la verdad que te he manifestado, pero no os dejéis impresionar, unidos a, Mí, de nada debéis temer.

Hijo, en toda mi vida terrena nunca usé de mi poder para humillar, para mortificar o herir a mis enemigos, y si algún rasgo de mi poder manifesté, lo hice sólo para confirmar las verdades que prediqué y enseñé; no busqué en la tierra gloria o prestigio sino más bien humillaciones, no puestos de privilegio o bienestar sino más bien pobreza, no autoridad, sino obediencia hasta la muerte.

Hijo, he pedido intensidad de vida interior; he pedido humildad, pobreza, paternidad, firmeza ¿Y qué cosa he obtenido? Reza y haz rezar, repara, ofreced todas vuestras penas a fin de que la balanza no se incline demasiado a la parte del mal.

Te bendigo, hijo, y Conmigo te bendicen mi Madre Santísima y San José.

 

8 de Junio de 1978

 

AMBOS VIVIMOS UNO DEL OTRO

 

Hijo carísimo,

Soy María, la Madre de mi Jesús y tuyo, me parece justo y lógico que después de Él, deba hablarte también Yo.

En un precedente mensaje mío de hace dos años[82] hube de  decirte cosas importantes acerca de la comunión mía con Jesús, te dije que se trata de una comunión perfecta, del todo diferente de la que vosotros tenéis con mi Hijo divino, comunión de "naturaleza", Él me ha dado a Mí Su naturaleza Divina, Yo después  le di a Él mi naturaleza humana de modo que, entrambos vivimos Uno del Otro en un modo único, perfecto e irrepetible, los pensamientos, los gozos, los dolores, los deseos, la voluntad de Uno son también los del Otro, comunión, por tanto, perfectísima, de manera que los sufrimientos Míos son también los sufrimientos Suyos.

Aquellos que hoy, rebasando todo limite de una justa prudencia, no aceptan las numerosas intervenciones de mi Hijo divino en su Iglesia para evitar que ellos mismos se hicieran la ansiada presa de Satanás y de sus innumerables legiones, para evitar a tantos consagrados míos el pavoroso camino de la perversión que lleva al Infierno, aquellos que por razones de comodidad y con el pretexto de la prudencia, virtud maravillosa y tan recomendada, pero tantas veces tan y tan a menudo mal usada, no creen tampoco en mis numerosas intervenciones en la tierra,  ¿han hecho acaso todo para que estas intervenciones mías y las de mi Hijo Divino lleven a las almas los frutos esperados? Oh, no, por el contrario, han hecho de todo para sofocar los benéficos efectos que de ellas se habrían derivado; la prudencia por ellos invocada ha sido sólo un pretexto para enmascarar la verdadera razón, oculta bajo el manto de la prudencia, es notorio a todos que la incredulidad se ha universalizado, esto es, se ha difundido entre todos los pueblos, cristianos y no cristianos, admitir entonces hechos y acontecimientos que trascienden las leyes de la naturaleza humana querría decir chocar contra un mundo contra el que no se quiere chocar, aún a costa de la fe y, por tanto, de lo sobrenatural, y así se ha inventado la teoría del "saber hacer", teoría erigida en costumbre de vida;  para ellos el arte de mentir está siempre de actualidad.

 

Quien se mete en las tinieblas se priva por sí solo de la luz

 

Fuertes los enemigos de Dios por la debilidad de Su Iglesia, envalentonada la iglesia de Satanás, por la aquiescencia de quienes deberían estar dispuestos a dar la vida en defensa de la Verdad, se hace cada vez más audaz y agresiva y pasa a la ofensiva, cada vez más venenosa, sobre los dos frentes, el de los "principios" y el de la "moral", herejías fomentadas y difundidas con profusión de medios, pornografía difundida con otra tanta largueza de medios: prensa, cine, moda, corrupción que irrumpe por todas partes como caudaloso torrente arrollando la inocencia de los pequeños, la adolescencia, la juventud, la familia, la escuela, las instituciones religiosas; divorcio, anticonceptivos, aborto, he aquí la victoria de la iglesia de Satanás, hecha fuerte, agresiva por la inedia, por el temor del respeto humano, por el profesionalismo que se ha sustituido al apostolado de la Iglesia de Dios, de aquí, hijo, los muchos males que han caído sobre la Iglesia de mi Hijo Divino.

Hijo, a quien te reproche que dices siempre las mismas cosas, responderás que los males son siempre los mismos, quien se zambulle por sí mismo en las tinieblas se priva de la Luz, y tinieblas son ambiciones, sed de poder, manía de erigirse siempre a toda costa contra quien no ama y no quiere las tinieblas... hijo, es simplemente absurdo el comportamiento de aquellos que en mi Iglesia ocupan puestos de responsabilidad y no son capaces de comprender cómo Dios, Creador y Señor de todas las cosas, que a todas sostiene, que a todas provee, no puede ser indiferente o extraño a sí mismo y a las cosas de Su Iglesia a la que tanto ama, siendo Él el Amor.

La Iglesia es sacramento de amor que ha brotado de Él, el Amor; y lo que se debe decir de Él, se debe también decir de Mí. Esta es la razón por la que he querido recordarte aquel precedente mensaje al principio de éste.

 

La oscuridad que hoy envuelve a la Iglesia  es la soberbia, el pecado de Satanás

 

Hijo, cuántas cosas te ha hecho conocer la Bondad Divina en estos últimos días; no temas, ¿no se te ha dicho repetidamente que esta es la hora de las tinieblas y que la oscuridad envuelve a la Iglesia? Una vez más te  re cuerdo que la oscuridad es la soberbia, pecado de Satanás, personificado en la iglesia de Satanás, que es la Masonería que impera en el mundo y en la misma Iglesia mía.

Hijo, no es ningún secreto que muchos consagrados han quedado víctimas de este pulpo monstruoso que extiende sus tentáculos por todas partes con la diabólica preocupación de que ninguna de sus víctimas pueda escapar y con la pérfida voluntad de atrapar a otras. Hijo, ésta es la verdad; la reacción incontrolada que suscita esta verdad en no pocos de mis consagrados es la confirmación de que forman parte ellos; pruebas, pruebas piden, pero pruebas  y confirmaciones explícitas ¡cuántas se te han dado!… No te preocupes de sus amenazas más o menos veladas, no te preocupes de nada, ¡Yo, la Madre de Dios y Madre vuestra, os confirmo que estáis bajo Mi manto por lo que nadie podrá algo contra vosotros!

Adelante, hijo, reza, repara, ten una sola cosa en tu corazón, la Gloria de Dios y la salvación de las almas.

Te bendigo, os bendigo, ahora y siempre.

 

8 de Junio de 1978

 

LAS OBRAS DE DIOS TIENEN ORIGEN EN LA PERFECCION, PERO SE DESARROLLAN EN LAS IMPERFECCIONES

 

Don Octavio, soy Mamá Nina,

cuánta alegría me da saber de tus buenas relaciones con la Casa de la Divina Providencia de Carpi, cuánto bien se ha derivado para ella y para ti, las diversas vicisitudes tuyas y de ella no han cortado estas relaciones… todo esto es bueno y muy bello, por lo que se debe agradecer a Dios y  darle por ello gloria.

Don Octavio, tu experiencia personal te ha demostrado cómo aun las obras de Dios que nacen en la tierra no son ni podrán ser jamás perfectas, tienen su origen en la Perfección pero se desarrollan en la imperfección de los que aun esforzándose en dar lo mejor de sí mismos, han sido elegidos como instrumentos de Dios para realizar Sus designios de amor, siempre y sólo con las fuerzas y energías naturales, pero reforzadas con riqueza de ayudas divinas, y estas riquezas de auxilios divinos, nunca faltan en las obras que son de Dios, pero la intensidad y clase de estas ayudas, siendo siempre de Dios, dependen en buena parte de la correspondencia sensible, pronta, generosa, perseverante y a veces heroica de aquellos que Él ha elegido para estas obras.

Don Octavio ¿por qué te dirijo estas palabras? Porque tú, con los Socios fundadores de la Asociación Esperanza, con los miembros del Consejo de administración, con D. y con otros, sois los instrumentos elegidos desde siempre para la Obra que en germen está abriéndose a la vida para el bien de muchas almas, por esto, Don Octavio, Él ha querido ligarte a la Obra de la Providencia, por esto Él ha querido que vieras el nacer  y la pudieras seguir en todos los años de su infancia, ya que la Obra de la Providencia es aún niña, su desarrollo lo verás en efecto después de la hora crucial de la purificación.

Don Octavio, tú sabes qué doloroso fue para mí y sobre todo para quienes estuvieron junto a mí en aquellos momentos duros y difíciles, el parto de la Obra de la Divina Providencia, sabes, y conoces en parte, pero no sabes todo  de cuánto me costó de sufrimiento interior y exterior, de  cuántas humillaciones se ha entretejido ella, con cuántas lágrimas se ha amasado... Tú ves cuán admirables son los caminos de Dios, y también para ti está ya cercana la hora del parto, no te escandalices de esta palabra, porque las obras de Dios que de Dios son,  no podrían "ser" - esto es, existir- si no hubiera criaturas unidas a Dios, para dar  vida a sus designios divinos.

Este mi mensaje hazlo leer y releer a D., a los otros socios fundadores y a los miembros del Consejo.

 

Quien no está en la luz, está en las sombras de muerte

 

Cuántas veces se te ha repetido que las fuerzas tenebrosas del Infierno no prevalecerán, se entiende con tal que vuestra correspondencia sea como te he dicho pronta, sensible, generosa, perseverante y, si es necesario, heroica, sabe ver en todo y por todo la mano de Dios; has sido echado como un malhechor, ¿qué te dice esto? Que estás unido a Él y que te pide que participes en Su Pasión subiendo con Él al Calvario, que vas por el camino cierto y, por lo tanto nada has de temer; también la Mamá Celestial te lo ha dicho ya en su mensaje.

Don Octavio, no es necesario que yo te asegure con cuán temblorosa alegría, confianza y esperanza te sigo a ti, a d. P. y a los demás que os encontráis en lo más álgido de la refriega por el triunfo del amor sobre el egoísmo humano, por el triunfo de la justicia y de la verdad, por el triunfo de Dios sobre las fuerzas oscuras de las tinieblas, hoy tan descaradas y tan seguras de ellas mismas, tan atrevidas, por haber encontrado no sólo el consenso sino la colaboración de quienes en los planes de Dios deberían ser los Alféreces de Dios en la lucha en acto, pero esto no os asuste, Él es, era y será el más fuerte y el vencedor juntamente con su Santísima Madre y tiernísima Madre nuestra.

Don Octavio, quien no está en la luz está en las sombras de la muerte; esta misma mañana se te explicó porqué llevan la muerte en el tiempo y en la eternidad, y son, como tú lo sabes, soberbia, presunción, sed de poder, voluntad de sobresalir sobre todo y sobre todos, y,  quienes están en las sombras de la muerte no pueden ver y, sólo un grande milagro podría salvarlos…

Dios te bendiga. Dios y su Madre Santísima bendigan a todos; estamos con vosotros, ves que la Comunión de los Santos es una sublime realidad. Nos volveremos a escuchar.

Mamá Nina

 

9 de Junio de 1978

 

ES DIFERENTE DESDE EL PARAISO LA VISION DE LOS ACONTECIMIENTOS HUMANOS

 

Hermano Don Octavio, soy Padre Benedetto.

Desde nuestro último coloquio cuántos acontecimientos han sucedido relacionados con tu camino en la tierra y con la Iglesia; no hace mucho que salí del tiempo, pero aquí en la eternidad todo es presente, por lo que se tiene una visión de los acontecimientos humanos diferente de la que se tiene en la tierra, no que las cosas de la vida humana sean en sí diferentes, ellas son y siguen siendo las mismas, sólo que desde acá se ven de un modo mucho más completo y perfecto de como vosotros las veis, una cosa es ver el fuego desde lejos y otra muy diferente es encontrarse entre las llamas o estar por ellas rodeado, no es que nosotros veamos vuestras cosas con indiferencia, el amor que nos une es mayor y más perfecto y siempre y por doquier nos une, y no sería amor si no fuera así; pero desde aquí nosotros seguimos vuestras cosas con un amor gozoso, siempre y sólo gozoso, para vosotros en cambio es diferente.

Hermano don Octavio, sé que vas a vivir largo tiempo en la tierra, tú también estás al tanto de ello pero no estás muy satisfecho, aunque te esfuerces, como justamente haces en querer adaptarte siempre a la Voluntad de Dios, la que no siempre has interpretado bien; Él ha acogido un deseo tuyo, una oración tuya, sacando de ella un doble bien, para ti y para la Iglesia; para ti, porque no sólo te da modo de expiar tus pecados, y aquí me permito hacerte observar que conviene pagar las deudas contraídas con la Divina Justicia en la tierra, en el tiempo antes que en la eternidad, y también para la Iglesia, porque en lo que te falta aún por vivir deberás sufrir mucho, pero será sufrimiento fecundo de mucho bien y de bastantes méritos, por otra parte, Él, que te ama, no ha hecho sino escuchar un deseo tuyo; agradécele, pues; no le agradecerás nunca lo suficiente por el gran don que te ha hecho, porque a este don está ligada la salvación de muchas almas. ¿Quién no estaría contento de ocupar el puesto asignado a ti en el plan divino de la salvación?

 

¿Qué es un cuarto de siglo frente a la eternidad?

 

Hermano Don Octavio, por la fraterna amistad que nos ha unido en la, tierra me sea permitido decirte que no se justifica tu asombro, en cuyo lugar debes más bien poner todo el reconocimiento y gratitud que te sea posible. ¿Qué es un cuarto de siglo frente a la eternidad si los milenios ante Él, que es el Eterno, son como un soplo o menos? ¿Has olvidado la afirmación de tu hermana de que "si en el Paraíso se pudiera formular un deseo para mí seria sólo el de volver a la tierra para centuplicar en tiempo y en intensidad mis sufrimientos?"

Hermano Don Octavio, todos los santos del Paraíso, si pudieran tener un deseo sería sólo aquel de tu hermana I. ,  por esto te digo, adelante en el camino señalado, y desde siempre trazado, hasta la meta final,  Él, el Amor Infinito te guía y contigo D. D. P., los fundadores y el Consejo de Administración hasta la llegada a la meta; no le metáis a Él el palo entre las ruedas, es decir, haced de tal modo que haya una correspondencia plena y perfecta y, si así lo hacéis, de nada habréis de temer.

 

La loca ilusión de Satanás tendrá pronto su epílogo

 

En torno a vosotros ruge el temporal, pero la vida en la tierra ¿no es un sucederse de buenos y malos tiempos, no es la vida en la tierra un alternarse de jornadas luminosas llenas de sol y de otras nubladas y llenas de lluvia?

La loca ilusión de Satanás tendrá pronto su epílogo, la Virgen Santa, Madre de Dios y Madre nuestra le aplastará la cabeza y una alba nueva despuntará, y tú, hermano don Octavio, asistirás al surgir de esta alba que hará bella y luminosa la Iglesia de Él, que brotó de Su Purísima y Preciosísima Sangre, y será espectáculo nuevo para el cielo y para la tierra.

Don Octavio, unidos siempre como  por un acuerdo hecho,  no nos ves, pero te estamos cercanos, sólo un tenue velo para vosotros invisible, nos quita de vuestros ojos.

Te bendiga, os bendiga Dios Uno y Trino y con Él la Virgen Inmaculada ahora y siempre.

Padre Benedetto

 

9 de Junio de 1978

 

EL DOGMA DE LA COMUNION DE LOS SANTOS NO BASTA CONOCERLO, SE NECESITA VIVIRLO

 

Somos las almas del Purgatorio, escribe, hermano.

Somos nosotras almas Purgantes y esperábamos este encuentro que indudablemente traerá bien a ti y a nosotras, el amor que une a los hijos de Dios, estén en el tiempo o fuera del tiempo como estamos nosotras, es siempre útil y fecundo de bien.

El Dogma de la Comunión de los Santos, para quien cree en él y se esfuerza en vivirlo, lleva siempre frutos santos para ambas partes, ciertamente hermano Don Octavio, para nosotras ningún esfuerzo, ninguna fatiga sea para creer ni para vivir la sublime y estupenda realidad del Dogma que tratamos, en cambio para vosotros que estáis peregrinando en la tierra, se requiere el ejercicio de la vida divina de la Gracia, se requiere el ejercicio de las facultades de vuestra alma, ante todo, el ejercicio de vuestra inteligencia, que debe buscar conocer la existencia del Dogma, conocer el origen, esto es, de dónde y cómo ha nacido, conocer los efectos que produce en quien lo conoce, y en quien  lo vive, se requiere  además el ejercicio de vuestra voluntad, quererlo aceptar y quererlo vivir es acto de la voluntad, se necesita aún el ejercicio de la memoria, la que siempre debe tenerlo presente a la inteligencia y a la voluntad para que ellas puedan recordarlo y quererlo.

Hermano Don Octavio, no es todo, el Dogma de la Comunión de los Santos, como por otra parte se debe decir de tantas otras realidades sobrenaturales, exige, sí, el ejercicio natural del alma, pero sobre todo el ejercicio de la Vida divina de la Gracia introducida en el alma y, por lo tanto: ejercicio de la Fe, para que el Dogma se haga operante se necesita creer firme y fuertemente, sin velos ni sobrentendidas limitaciones, requiere además el ejercicio de la Caridad, del amor, amor verdadero, no ficticio, no ilusorio, amor real acompañado de obras, y tú, vosotros,  sabéis qué obras exige la naturaleza de este Dogma, requiere el ejercicio de la Esperanza, la que como luz transparente os haga vislumbrar y desear los benéficos efectos que el Dogma visto, querido y amado lleva a vosotros y a nosotras.

 

Cuántos tesoros aún por descubrir y valorar

 

Hermano Don Octavio, hemos hablado de realidades maravillosas, o mejor estupendas,  si tuviéramos otros vocablos más eficaces los usaríamos para haceros comprender cuántos tesoros hay aún por descubrir y valorar por parte de muchísimos cristianos que ignoran, que no ven y por lo tanto no obran, para su perjuicio y en este caso también en daño nuestro; Don Octavio, no basta el don de la vida, aun la física, intelectual, espiritual se necesita vivirla, ¿para qué serviría una vida no vivida? Cuánto bien no hecho, cuánto bien descuidado por la superficialidad de fe, de esperanza y de caridad, dones maravillosos, pero muchas veces casi desperdiciados en una tibieza y negligencia incomprensibles

Vosotros deberíais saber muy bien que vuestras posibilidades de bien con relación a nosotras constituyen una reserva potencial casi inagotable, cualquier cosa que hagáis bastaría  transportarla del plano natural al plano sobrenatural de la gracia añadiéndole la intención: "por las almas Santas del Purgatorio", y si son ya cosas de orden sobrenatural, como la Santa Misa celebrada o escuchada, basta sólo con añadir la intención dicha; si salís para un paseo, para una compra  o cualquier otra cosa que hagáis o penséis, hacedlo por amor al Señor y en sufragio de nuestras almas.

 

A vosotros, hombres toca dar el "ya"

 

Tú sabes, hermano, que por parte nuestra la respuesta sería, es inmediata, para nosotras no podemos hacer "nada", pero para vosotros podemos hacer "mucho", pero sois vos otros, quienes vivís en la fe y en la prueba, quienes debéis, por así decirlo, dar el "ya" para volver operante este Dogma de la Comunión de los Santos.

Don Octavio, es cierto que las necesidades materiales y sobre todo espirituales son para vosotros muchas, pero ¿por qué no tener en cuenta que también nosotras, Almas Purgantes, podemos ayudaros mucho para resolver todos vuestros problemas personales y sociales? ¡Si supieras lo que quiere decir Purgatorio!!! ¡Si lo supieran los cristianos, que tan rápidamente se olvidan de nosotras, que tan fácilmente se olvidan de sus promesas, que tan mal viven su fe, que más que en nosotras, piensan en la podredumbre y cenizas de nuestros cuerpos!!!

Hermano nuestro Don Octavio, cuánto se podría y se debería hacer por Caridad y por Justicia con respecto a nosotras... intensifiquemos en mucho nuestra comunión y los benéficos efectos y las bendiciones de Dios serán abundantes.

A la espera…

Las Almas del Purgatorio

 

12 de Junio de 1978

 

FE Y AMOR A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Michele Rua.

He sido el primer sucesor de San Juan Bosco, le he conocido bien en la tierra, carácter  jovial, sabía esconder el gran sufrimiento que  acompañó su vida terrena. En esto le ayudó mucho su férrea Fe, jamás vaciló, le ayudó también mucho la grandísima devoción a María Auxiliadora,  fe y amor a la Santísima Virgen fueron los rieles que lo guiaron en toda su atormentada vida y que le hicieron superar toda suerte de dificultades.

Juan Bosco fue un gran pionero de la Iglesia, fue un valeroso alférez que enarboló, en los albores de su vida sacerdotal, el estandarte de la nueva Iglesia y que consumó su vida de Sacerdote para regenerar la Iglesia, y regenerarla quiere decir hacerla nueva.

Juan Bosco, por la pureza diamantina de su vida, por el ardor de su fe, en él siempre operante, y por el fuego de su amor, sobre todo por los jóvenes abandonados a sí mismos, privados de aquel alimento espiritual sin el cual no es posible la vida de gracia, tuvo una visión clara y precisa de los males que en aquellos tiempos afligían a la Iglesia; por esto puso toda su vida a disposición de la gran causa, es decir, la renovación espiritual del Cuerpo Místico.

Fue ésta, su completa y generosa dedicación, lo que lo hizo tan agradable a Dios, que derramó sobre él ríos de gracias; pero fue precisamente esto lo que desató en su contra la ira y precisamente rabiosa reacción de las fuerzas adversas del infierno, que se sirvieron de su iglesia, la Masonería, de la que como todavía hoy, en aquel tiempo estaba llena Italia; pero don Bosco sabía bien de dónde venían las dificultades, conocía bien a sus enemigos, a los que con prudencia, pero también con valor, opuso siempre una tenaz resistencia, bien informado y bien consciente, de que aquellas fuerzas no habrían nunca de prevalecer contra la Luz contra la luz, la Verdad y la Justicia.

Hermano Don Octavio, pienso que tendrás curiosidad por conocer el porqué de éste mi preámbulo, la razón no falta y es ésta: tú has venido a encontrarte en el centro de una gran tempestad, tú, hermano mío, hace años que vives en un clima tempestuoso y que te mueves en medio de aguas agitadas; tú esperabas en tu corazón que el buen tiempo estuviera para comenzar, cuando de improviso, lanzado atrás por las olas, hete aquí luchando con esas ocultas potencias del mal, con asombro de tu parte. Por esto pienso que la figura de Don Bosco te puede ser de mucha utilidad.

 

No os desaniméis, la lucha será ganada

 

Don Bosco era la prudencia personificada, vigilaba atentamente para no pisar en falso, abierto y reservado, porque conocía profundamente a los hombres y por tanto sabía cómo tratar con ellos, y auxiliado en esto por un gran don, el discernimiento de las almas, por lo que pudo obrar siempre sobre seguro. Completaban luego estos dones otros no menos bellos y preciosos, como una profunda piedad, una gran sabiduría, una fortaleza de espíritu no común, humildad, clemencia, mansedumbre; en suma: era completo.

Don Octavio, tú lo sabes, que al enemigo se le derrota sólo con la humildad y la paciencia. Del Maestro Divino se pudo decir "coepit facere et docere"[83] y esto se debe poder decir de todos aquellos a quienes Él ha elegido para sus designios de amor, por tanto no os desaniméis, la lucha ha comenzado y la lucha será ganada; Él ha vencido al mundo, a la muerte y al infierno y así será para vosotros si permanecéis unidos a Él en una comunión perfecta, con la humildad, la paciencia y todos los demás dones que Él nunca niega.

Se os ha dicho con caridad y justicia; lo que  importa es que  se debe sofocar en vosotros todo resentimiento, toda sombra de resentimiento y en esto estáis faltos. El resentimiento jamás viene de Dios, pero no podéis vencer esa instintiva repulsa solos; rezad y ofreced sinceramente vuestros sufrimientos por su conversión, justicia y humildad pueden muy bien estar juntas.

Animo y adelante, nosotros estamos con vosotros. Dios os bendiga, ahora y siempre.

Michele Rua

 

14 de Junio de 1978

 

EL CONOCIMIENTO EN DIOS DE TUS SUFRIMIENTOS ES MOTIVO DE INCONTENIBLE GOZO

 

Hijo mío escribe,  soy tu Mamá terrena.

Han pasado ya no pocos años desde mi tránsito terreno. Muchas veces he querido hablarte y tú has nutrido también este mismo deseo, pero los numerosísimos acontecimientos de tu vida siempre me han detenido para realizar nuestro coloquio; mi actitud de respeto y de espera no han cambiado con mi paso del tiempo a la eternidad.

Octavio, hijo mío, ninguna mamá quisiera saber que su hijo sufre, digo ninguna mamá que vive en la tierra, pero aquí las cosas se ven desde una perspectiva bien diferente de la que se ve en la tierra; desde aquí veo nítidamente los efectos de tus sufrimientos, aquí veo el "antes" y el "después" de tus sufrimientos,  desde aquí puedo evaluar los efectos que tus sufrimientos te producen en virtud de los méritos infinitos de Su Encarnación, Pasión y Muerte, y esto, hijo mío, este conocimiento no sólo anula la pena sino que infunde un incontenible gozo. Mira, hijo mío, en la tierra el conocimiento de tus sufrimientos era para mi motivo también de sufrimiento, pero acá me es motivo de un incontenible gozo.

Todo esto te confirma lo que te dijo I. en su mensaje, por esto yo también te digo, como te han dicho tantos otros: ánimo; es cierto que debes estar aún sobre la tierra durante unos años y es cierto que tu camino en el exilio terreno está sembrado de sufrimientos cada vez mayores y crecientes, pero ¿qué es todo esto frente a la eternidad que te espera? ¿Qué es, hijo mío, todo esto frente al puesto que desde siempre te ha sido preparado y te está reservado? ¡Mucho menos, hijo mío, que un fugacísimo instante!

La mamá que tiene un hijo atleta y que con certeza sabe que su hijo llegará vencedor a la meta no puede dejar de deleitarse anticipadamente en esa victoria. Hijo, tú también eres un atleta y yo sé con certeza que obtendrás la palma de la victoria, sé también que tu recorrido será muy áspero y duro, pero será coronado con la victoria.

Hijo, es superfluo decirte, lo que ya sabes: todo el Paraíso os mira; porque  lo que Dios quiere y ama, también nosotros lo queremos y lo amamos. - Mamá, ¿estáis todos en el Paraíso? - Sí, hijo, estamos todos, no temas. - Esto me basta y me da gozo.

Te bendigo, hijo, y por ti y por la gran familia, digo grande porque un día así lo será, pido junto con los bienaventurados Comprensores, que Él os bendiga, ahora y siempre.

Tu Mamá

 

14 de Junio de 1978

 

LOS ÁNGELES, SEA EN EL BIEN SEA EN EL MAL PUEDEN OBRAR EN LA MATERIA

 

Escribe, hermano, soy Don Orione.

Mira, hermano Don Octavio, más aún que nosotros, criaturas humanas, hechas a imagen y semejanza de Dios, los Ángeles en medida mucho mayor, reflejan la imagen de Dios; espíritus puros, libres de la materia, y, porque ellos no están aprisionados como lo están nuestras almas, su vida no está condicionada por el espacio; ellos se mueven con la rapidez del pensamiento y, por tanto, ya sea en el bien, ya sea en el mal pueden mucho más de lo que vosotros podéis; libres de la materia pueden obrar sobre la materia de modo tal que impresiona siempre a vuestro espíritu.

Considero útil esta premisa, hermano Don Octavio, porque conociendo mejor la naturaleza de los ángeles es más fácil entenderlos. Y como son seres simples y espirituales son invisibles, por lo que pueden estar junto a ti en un número grande y tú no te das cuenta si ellos así no lo quieren. Esta su invisibilidad hace muy activa su labor con relación a vosotros; y cuando se trata de los Ángeles Negros es fácil imaginar la naturaleza de su incesante actividad. Hermano, la oscuridad en esta materia es casi total en la Iglesia de Dios.

Estas oscuras potencias del mal han influido a tal punto en las mentes y los corazones de los Pastores, Sacerdotes y de los hombres en general que aún en la Iglesia el solo hablar de ellas se considera como manifestación de ignorancia y de superstición, ¿no se dice que son tabúes de la Edad Media? Y la cúpula de la Iglesia, quiero decir Pastores y sacerdotes,  ¿no está en esta misma línea del pueblo paganizado?

 

Vitalísima y esencial cuestión

 

Tú, hermano mío Don Octavio, has tenido quien te instruyera bien en la materia, pero tus conocimientos están lejos de ser completos, lo llegarán a ser, por lo cual tu misión de volver a poner sobre el tapete esta vitalísima y esencial cuestión de la doctrina Católica, será cumplida con gran ventaja, para gloria de Dios y salvación de las almas, pero sabes, además, hermano mío, que no hay bien, real y auténtico, sino a precio  de sufrimiento.

Considera la expansión de mis instituciones, aún estando yo en la tierra, y considera también qué precio de penas y sufrimientos han costado. Mira, hermano, tú al caminar por las calles de la ciudad ves los enormes edificios que se levantan del suelo y se elevan hacia el cielo como si lo quisieran desafiar, los miras, los admiras y los aprecias más o menos según sus estilos, sus líneas, pero jamás piensas en aquella parte que debe soportar el enorme peso de ellos hasta quedar aplastada. Así sucede también con aquellas almas elegidas como cimientos de las Obras de Dios, deben soportar y llevar el enorme peso de ellas, debido a la gran responsabilidad, a las incesantes y opresivas hostilidades del Enemigo, que odia, no quiere y combate las Obras de Dios, con todos los medios de que dispone, de inteligencia, de potencia y de maldad. He aquí por qué ayer se te habló de la estrategia que usa el Infierno contra las bases de Dios en Su Iglesia.

Hermano Don Octavio, por tanto no hay que maravillarse de los asaltos que la Asociación Esperanza ha sufrido y está sufriendo todavía por parte de quien odia desesperadamente el bien y persigue el mal a cualquier costo. Pienso más bien que no será malo recordaros cómo debéis afrontar la lucha, cómo debéis usar los medios de defensa.

 

Haya siempre "centinelas" que exorcicen

 

Don Octavio, vuestro primer defecto, y que tanto os pone en condiciones de inferioridad frente al enemigo, es la falta de convicción. Muchos creen sólo en lo que ven y ante las realidades invisibles se vuelven dudosos e inciertos, como si estas realidades no existieran. Ayer se te dijo que esto es superficialidad de fe; hermano, no puedo sino confirmarlo.

Emplead además la prudencia, prudencia; sed prudentes como las palomas y también debéis ser sagaces: nunca deis nombres, ellos os espían continuamente y cuando tengáis necesidad de hablar, haya siempre centinelas que exorcicen; además, oración y sobre todo humildad, humildad, Satanás no soporta la humildad, un acto de humildad lo confunde hasta el punto de que casi siempre suelta la presa a su pesar.

Hermano Don Octavio, no te parezca extraño que estas cosas que se te dijeron apenas hace un día, yo te las repita, conoces el proverbio latino: "repetita juvant"[84], pero esto, sobre todo, vale para las cosas tan importantes que las vicisitudes cotidianas y las dificultades de la vida tienden a hacer olvidar, en particular porque el Adversario hace de todo para distraerte del pensamiento y de las acciones que van en daño suyo, para volveros impotentes e inofensivos. Esta es la razón por la que desde lo Alto os tratamos de ayudar de todos los modos.

Hermano Don Octavio, es verdad que nosotros estamos en la paz y en la bienaventuranza, que de nada carecemos y que nada podemos desear además de lo que tenemos, pero vuestra lucha ha sido y es nuestra lucha, por eso estamos a vuestro lado, listos siempre ante un  ademán vuestro para ayudaros.

Pido a Dios que os bendiga y os acompañe en cada paso y que la común Madre os bendiga y os proteja de todo mal.

Don Orione

 

14 de Junio de 1978

 

ID Y PREDICAD A TODAS LAS GENTES...

 

Querido Don Octavio, soy Don Enrico.

Muchas cosas has sabido en estos días, todas ellas interesantes y útiles o por decir mejor, necesarias para todo cristiano, pero sobre todo, para todo sacerdote, el cual, quiéralo o no, es vaso de elección con el mismo "mandato" apostólico. "Id y predicad a todas las gentes, bautizándolas en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Y este es el específico mandato dado a los Apóstoles y sus sucesores y, por delegación, a todos los sacerdotes.

Para analizar la importancia y la grandeza de este mandato, basta considerarlo en su proveniencia, que es proveniencia divina, en su naturaleza, la cual no es otra que el fruto del amor de Dios Uno y Trino, del Padre que infinitamente ama, del Hijo que redime y del Espíritu Santo que santifica; si después se quiere considerar este mandato en sus fines, ellos son tan importantes que superan a todos los demás, de cualquier naturaleza que sean, porque son fines sobrenaturales, "porro unum est necessarium"[85]. Ahora bien, hermano Don Octavio,  que este mandato tenga peso como debería tener en el corazón de aquellos a quienes se ha confiado, hace falta responder que no, desgraciadamente, no, salvo siempre las debidas excepciones;  todos los mensajes precedentes directa e indirectamente te lo confirman, amarga constatación, pero por desgracia real constatación.

Los hechos te lo confirman con claridad. La oscuridad del Infierno no sólo envuelve a la Iglesia y al mundo, sino que ha penetrado profundamente en el espíritu y en el corazón de aquellos que deberían ser lámparas encendidas para expandir luz, y en cambio se contentan con que estén a salvo las apariencias; para ellos ésta es una necesidad de supervivencia, y si desaparecieran las apariencias como ha desaparecido la sustancia, a la que cubrían, sería entonces el fin, por eso se emplea tanto celo "sólo" para que no se vaya a caer la máscara.

 

Las apariencias deben quedar a salvo

 

Solamente así, hermano Don Octavio, te puedes explicar a ti mismo y a los demás el porqué de las estridentes contradicciones de la Pastoral actual. Sólo así te puedes explicar la severidad usada contra ti y contra tantos otros que más o menos se encuentran en tus mismas circunstancias..., laxismo y anarquía no son, en lo más mínimo, tomadas en cuenta, pero para su verdadero celo muchos buenos y santos sacerdotes son perseguidos contra todo derecho natural y eclesial, y esto, hermano, forma parte de la moderna Pastoral. Que se afirmen herejías de toda clase, dirigidas a destruir y a demoler la Revelación, la Moral y la Sagrada Tradición, esto no importa, pero si alguno intenta poner diques a las putrefactas y sucias aguas que por todas partes inundan, corroyendo y corrompiendo todas las cosas, entonces contra éste se alza alguno acusándolo de fanatismo, de demencia, de neurastenia, acusándolo de turbar la calma, esa calma buscan, sólo a fin de que no se toquen sus prerrogativas y sus privilegios.

No, hermano Don Octavio, no lo olvidarlo, el mundo es de Satanás y quien no ha querido romper con el mundo, quien se niega a combatir al mundo, quien se alía con el mundo aceptando sus ideas y sus costumbres, en abierta oposición con Quien ha venido a la tierra a hacer frente y combatir al mundo y a su pérfido Príncipe, no puede absolutamente admitir o aceptar a quien se alista contra él. Las apariencias, hermano mío, deben estar  a salvo, y qué no se hace para que ellas lo estén, pero ¿hasta cuándo?

 

Misión dura y difícil

 

Hermano Don Octavio, tu misión en particular, la misión de los que colaboran contigo y la misión de la Asociación Esperanza, es dura y difícil. Vivís en un tiempo muy especial, como ya se te ha dicho. Por Voluntad permisiva de Dios vivís en el tiempo del más descarado y desvergonzado dominio de Satanás, y no sólo dominio sobre el mundo sino también sobre la Iglesia. Y de esto tú ya conoces muy bien las razones y las causas.

Don Octavio, Él, el Amor y la Misericordia infinita, jamás pide pruebas superiores a las propias fuerzas, es siempre generoso en abundantes auxilios para que todas las pruebas sean superadas, ¡adelante pues!

Don Octavio, nos bastaron pocos días para fraternizar, nos conocimos en aquellos pocos pero afortunados días, juntos oramos, juntos celebramos el Santo Sacrificio de la Misa, juntos conversamos y nos prometimos que no dejaríamos morir en el olvido nuestra amistad, por esto desde el cielo te sigo, rezo por ti y por todos vosotros implorando que desciendan sobre vosotros, sobre la Asociación Esperanza, abundantes bendiciones Divinas.

Como ahora unidos en la fe, en la esperanza y en el amor, así un día lo estaremos también en la bienaventuranza eterna.

Don Octavio, vuelve a llamarme pronto.

Don Enrico

 

15 de Junio de 1978

 

EL CAMINO DE LA SANTIDAD

 

Hermano Don Octavio, escribe, soy Alessandrina.

El camino de la santidad es un camino marcado y cualquiera lo puede tomar y recorrer, cualquiera puede detenerse al principio y tomar otro camino; pero es cierto también  que Él, Dios Omnipotente, quiere a todos salvos y que el momento de Gracia para ponernos en la vía justa no lo niega a ninguno, pero por aquel respeto a la libertad y dignidad humana que tiene, no obliga a ninguno una elección más que a otra; si no fuera así, podríamos dudar de Su Infinita Justicia, lo que es absurdo, pues sería como negar su existencia.

Esto, hermano mío,  es misterio para nosotros; Él  sólo, el Creador, conoce las profundidades y todos los meandros del corazón y del espíritu humano, insondables para nosotros, y es cierto que para cada criatura humana hay un momento en el que se le deja caer la invitación a la salvación, igual que hay un momento en el que Dios deja caer la invitación a una determinada vocación. Pero ¿qué cosa es la que determina un  "sí" o un "no" a la invitación de Dios? Esto es un gran misterio para nosotros, pero es cierto que nadie podrá jamás imputar a Dios su propia condena a la perdición.

Lo que se hace más incomprensible aún es el hecho de que el hombre no se preocupe, en particular el cristiano, de profundizar con mayor seriedad el problema de la vida. No hay hombre que no intuya que él es diferente de todos los demás animales y que esta diversidad es sustancial y no accidental, por lo cual debería sentir la necesidad de profundizar en el conocimiento de sí mismo y de este conocimiento de sí mismo, al conocimiento del Autor de la vida, el paso es breve, pero parece que el hombre no logra dar este pequeño paso,  ¿por qué?

 

La Iglesia está hoy en manos de su Adversario

 

La respuesta a este "por qué" es de importancia capital: El hombre viene a la luz de este mundo con su naturaleza espiritual herida mortalmente, y por tanto, débil e influenciable; así el hombre viene a encontrarse más inclinado al error y al mal que al bien; y al crecer y desarrollarse crece y se desarrolla también con él esta inclinación, que se manifiesta en actos, gestos y expresiones que contradicen su ser de criatura libre e inteligente, creada a imagen y semejanza de Dios. Es con esta inclinación al mal, obrada por Satanás en el hombre, con la que Satanás continúa su acción de perversión.

Don Octavio, la Iglesia, Sacramento de salvación, querida por Dios precisamente para ayudar al hombre a sanar sus propias heridas espirituales y darle nuevamente el maravilloso don perdido por el pecado original, está hoy en manos de su terrible Adversario, quien la tiraniza a su antojo; primero la ha asediado por todas partes, luego ha creado en ella las fisuras por las cuales poder entrar, a continuación ha entrado al interior y ha demolido en ella todos los cimientos y todas las fortalezas.

Sé qué cosa pasa por tu mente en este momento: Te preguntas ¿Por qué no ha sido impedida esta invasión, ni por las personas ni por las estructuras sociales de la Iglesia? El porqué te es conocido: Dios Omnipotente, Alfa y Omega de todo y de todos, se detiene ante la obra de Sus Manos, se detiene ante el hombre al que ha sacado del barro de la tierra y le respeta su dignidad de hijo de Dios y la libertad. ¿ Por qué no se ha impedido el asedio y la invasión de la Iglesia? También sabes esto, hermano, porque en la economía divina de la la salvación, Dios somete al bien aun el mal obrado por sus enemigos.

 

La Iglesia Nueva... integra y pura

 

En la Iglesia nueva será necesario adiestrar a los hijos de Dios para la lucha contra las potencias oscuras del mal. Deberán ser los Obispos y los Sacerdotes quienes organicen un gran plan de defensa para los individuos y para todo el Cuerpo Místico. La Iglesia nueva liberada y purificada de toda infestación del demonio, por la sangre de los mártires y de los indecibles sufrimientos de las personas individualmente y del entero Cuerpo Místico, deberá ser mantenida íntegra y pura de ulteriores ataques del enemigo, el cual, humillado y vencido por la gran derrota sufrida por obra de María, Reina de las Victorias, no tendrá ya la agresiva potencia actual, aunque no desistirá de sus ataques.

Hermano Don Octavio, ahora sabes con claridad que es parte de tu labor insistir en la realidad irrebatible de que el centro de la Pastoral de toda la Iglesia es, y siempre será, el motivo verdadero de la Encarnación, Pasión y Muerte de Jesús Redentor, es decir, arrancar las almas a Satanás.

Esto es hoy motivo de escándalo para muchos Obispos y sacerdotes, pero post purificationem[86] todo se cambiará radicalmente.

Don Octavio, el camino que lleva a la santidad es el camino de la Cruz, ella es y lo seguirá siendo el gran secreto de la felicidad, de esa felicidad que el mundo ignora y que no acepta, es más, desprecia; pero ama la Cruz y adelante. También yo, Alessandrina, te digo que no estás, no estáis solos y que es muy importante perseverar.

Dios Uno y Trino, a quien sea dado todo honor y toda gloria, te bendiga, ahora y siempre.

Alessandrina

 

15 de Junio de 1978

 

LA FINALIDAD DE LA CREACION

 

Escribe, hermano, soy Domingo Savio.

Al coro de los Ángeles y de los Santos que te han hablado y al coro de los Santos que te hablarán, uno mi voz también yo, pequeño santo del Paraíso. En el Paraíso no hay sino Santos, no puede haber sino Santos porque tres veces Santo es Aquel que ha querido el Paraíso desde toda la eternidad para que fuera la Patria, la Casa de las legiones Angélicas, que para Su gloria lucharon y luchan, y para que el Paraíso fuera también Patria y Casa de los hijos de los hombres que, a ejemplo y con ayuda las legiones Angélicas, fieles a su Creador y Señor, también ellos se batieron en una dura lucha por la gloria de Aquel a quien se debe todo honor y toda gloria siempre en los siglos eternos.

Hermano Don Octavio, veo lo que a ha rozado tu mente en este momento, si te respondo, tampoco yo podría dejar de hablarte del problema más importante con relación a la vida de los hombres en la tierra. Tú has pensado: Al menos tú dime algo nuevo… Cuántas cosas nuevas para ti podría yo decirte, pero no puedo sino recalcarte el camino de los que me han precedido en sus coloquios contigo, sólo ayer se te recordó la advertencia del Evangelio: "¿De qué le sirve al hombre ganar la estima, la gloria, la riqueza de todo el mundo si luego al final pierde su alma?"

Hermano Don Octavio, ¿cuál es la finalidad de la creación del hombre sino conocer, servir y amar a Dios en la tierra para después ir a gozar de Él en el Paraíso? ¿Se puede decir hoy que esta altísima finalidad sea querida y perseguida hoy por la gran mayoría de los hombres, de los jóvenes?, ¿se puede decir hoy que la humanidad tenga conciencia de la razón de su existir, de su peregrinar en la tierra?

 

La medida esta colmada

 

Tú tampoco ves, hermano mío, el extravío de los pueblos, de las naciones, de los particulares, de la juventud en general. Pavoroso extravío por el que ignorando el camino justo que se debe recorrer se han perdido y se pierden en tenebrosos laberintos de las más profunda degradación espiritual, moral y material. Los hombres, por no haber querido ni sabido buscar la Luz, han caído en las más horribles tinieblas, producidas por las desenfrenadas concupiscencias del espíritu y de la materia. No ves, hermano Don Octavio, cómo las cosas más abyectas y delictivas son acogidas por esta humanidad materializada hasta el punto de haber perdido completamente el sentido del bien y del mal, de la justicia y de las más pavorosas injusticias, el sentido de la verdad y del error. Se aplaude el aborto, el delito, se aplaude la corrupción, la violencia, la glorificación de la fuerza bruta, se aplaude todo lo que está contra la ley divina y la natural. Hasta este punto el acérrimo enemigo de la humanidad y de Dios está ahora empujando a la humanidad misma hacia el oscuro abismo en el que será, en grandísima parte, aniquilada.

La medida esta colmada, el vaso se derrama, la humanidad será, con su perversión, se está disponiendo a ser justiciera de sí misma. Hermano Don Octavio, la locura del materialismo y del racionalismo, que tan fuertemente ha penetrado en la Iglesia, ya está por cosechar sus frutos amargos de perdición temporal y eterna.

 

La iglesia deberá sufrir su tremenda pasión

 

El hombre no tiene necesidad de Dios, así se ha dicho, y, en este clima total, o casi, de materialismo y de racionalismo se ha preparado y se está preparando, en la más loca competencia entre los grandes de la tierra, el más ingente depósito de armas mortíferas listas para destruir la tierra, no una sola vez sino tantas y tantas veces. Hermano Don Octavio, aquí tienes los amargos frutos que la humanidad sin Dios y contra Dios está amontonando para esta generación insensata y sorda a todas las llamadas del Cielo. Esta afirmación mía no ha de entenderse en sentido totalitario... pero casi.

¿Y la Iglesia, puesta en el mundo como Maestra y Guía de los pueblos? ¡Oh!, la Iglesia, la Iglesia de Jesús, salida de la Herida de Su Costado, también Ella ha sido contaminada por el veneno de Satanás y de sus malditas legiones; no perecerá, en la Iglesia está presente el Divino Redentor, no puede perecer, pero deberá sufrir, igual que su Cabeza invisible su tremenda pasión.

Iglesia y humanidad entera saldrán de sus ruinas para dar comienzo a un nuevo camino de paz y de justicia, en el que estará verdaderamente en todos los corazones el Reino de Dios, aquel Reino interior que los buenos desde hace tiempo piden e invocan.

Hermano Don Octavio, también yo te digo ¡Animo! Llegará el momento en el que de ánimo, fe y amor habrá mucha necesidad, pero no temas, Él al momento preciso os dará  aquello de lo que tendréis necesidad.  Dios, sumo Señor de todas las cosas, a quien se debe todo honor y toda gloria en los siglos eternos, te bendiga, os bendiga  esté y permanezca siempre con vosotros.

Domingo Savio

 

15 de Junio de 1978

 

SEÑAL DE FIESTA

 

Soy monseñor Pranzini, escribe.

¿Recuerdas, Don Octavio, el día en que en la Catedral de Mirandola te ordené sacerdote el 12 de marzo de 1932? Aquella noche cayeron doce centímetros de nieve, y yo, tu obispo, te dije que aquella nevada no era casual, sino que constituía una "señal", una señal de fiesta, una señal que la Providencia divina quiso dar para confirmar una intuición mía con relación a ti, para confirmarme que tu ordenación era cosa grande en la vida de la Iglesia. Te dije abiertamente que aquella nevada era de buenos auspicios, pero tú no parecías haberme comprendido, y así fue, de hecho no creíste en mis palabras. Aquella nevada a ti no te dijo nada, a mí me dijo mucho, me dijo que tu sacerdocio estaba marcado como no común y tuve la confirmación del Cielo... y tú ahora la tienes.

Conoces ya las características de tu misión sacerdotal: Poner sobre el tapete el problema central de la Pastoral de toda la Iglesia Universal. Es un problema de substancia, es un problema central, sin el cual no tienen razón de ser los demás problemas eclesiales. ¿Cómo, Don Octavio,  se puede explicar que la Iglesia, verdadera, una, santa, católica y apostólica haya podido ser oscurecida hasta el punto de olvidar su razón de ser en el mundo a pesar de que en estos últimos tiempos haya tenido como Cabezas visibles a hombres santos, como lo han sido los Pontífices que se han sucedido en la silla de Pedro en los últimos cien años?

 

La Iglesia, misterio en el que lo humano y lo divino se encuentran

 

Don Octavio, sabes que la Iglesia es un misterio en el que lo humano y lo divino se encuentran, se entrelazan y se funden. La parte humana, si bien estando admirablemente unida a la parte divina, queda siempre humana y por eso está sujeta a los males que se derivan de una naturaleza herida y debilitada por el primer pecado. La historia se repite, aunque más que repetirse, la historia de la naturaleza humana desde el momento de su herida mortal está siempre bajo la implacable persecución de su mortal Enemigo, y si no se defiende, y no es defendida; es arrollada inexorablemente; pobre naturaleza humana.

Por otra parte, tú bien sabes que la Iglesia es un "cuerpo", un verdadero cuerpo; social, pero real y en cuyo vértice supremo está el Redentor Divino, Jesús, el Verbo de Dios hecho Carne, y junto con Él está su Vicario en la tierra. Ahora bien, la Cabeza divina y humana gobierna y mueve el cuerpo entero por medio de los miembros, ni más ni menos que como sucede en el cuerpo humano, de la cabeza parten todas las órdenes que mueven a los demás miembros. Así en la Iglesia: Su Cabeza y desde su vértice vienen los impulsos que ponen en movimiento a los diferentes miembros, pero mientras que los varios miembros del cuerpo humano, ojos, boca, piernas, brazos, etc. no son ni libres, ni inteligentes, y por lo tanto se dejan manejar libremente por el vértice, en el cuerpo social que es la Iglesia los miembros son libres e inteligentes y forman parte de aquel cuerpo herido y contaminado y, por tanto, son fácilmente influenciables por parte de su acérrimo enemigo: Las potencias tenebrosas del mal siempre al acecho, las que fuerzan su libertad, y mejor y más fácil lo pueden hacer cuando el sujeto, hecho blanco de su acción maléfica,  ha dejado desarrollar en sí los gérmenes del mal inoculados en el momento de la caída original.

 

Ningún resultado positivo sin el sufrimiento

 

En otras palabras, Don Octavio, contaminados los cerebros de los que están al vértice de la Iglesia, la contaminación por fuerza mayor se extiende a toda la Iglesia… Se te ha dicho, y no lo olvides, que la oscuridad espiritual que envuelve a la Iglesia es originada por la soberbia.

Ahora compréndeme: El que llega al gobierno de las iglesias locales a través de embrollos e intrigas, que brotan de la ambición, es un intruso que no actúa movido por la humildad ni por el amor, sino todo lo contrario, actúa en la Iglesia movido por la ambición y por el egoísmo igual que un mercenario. He aquí porqué tantos hoy no son "padres", sino burócratas y funcionarios, que nada tienen que envidiar a burócratas y funcionarios de una sociedad sin Dios y, por tanto, sin amor.

Don Octavio, es terrible, pero así es. Comprende entonces  porqué con tanta insistencia se te ha sugerido proponer de nuevo para estudio de la Iglesia el problema fundamental de su misma razón de ser en el centro del mundo y de los pueblos y esto es la lucha sin tregua entre Luz y Tinieblas, entre Dios y Satanás, entre el Bien y el Mal. No te asombre, pues, el sucederse de los mensajes impregnados todos por las mismas llamadas sobre el más gran- de problema de la Pastoral.

Estás trabajando para la Nueva Iglesia y debe ser motivo de gozo para ti que este trabajo esté estrechamente ligado a la Cruz. No habría ningún resultado positivo de tu misión sin el sufrimiento del que ya sabes y pronto sabrás más.

Dios omnipotente Uno y Trino, el Verbo Eterno de Dios personalmente presente en su Iglesia en unión con la Madre Santísima te bendigan, os bendigan, ahora y siempre.

Mons. Giovanni Pranzini

 

16 de Junio de 1978

 

MARAVILLOSA METAMORFOSIS

 

Don Octavio, soy  hermana Fernanda.

Tú conoces mi metamorfosis, pedida y obtenida por mí a Jesús: 

-  metamorfosis física. Yo era bella y atractiva y llegué a ser fea y no agradable a la vista.

-  metamorfosis social. Tenía una posición social envidiable, pero a ésta preferí la pobreza y me hice Religiosa en la Casa de la Divina Providencia, y llegué a ser el burrito de la Casa; en efecto no me avergoncé de empujar mi carrito por las calles de Carpi, cargado con cuanto la Providencia nos daba.

-  metamorfosis espiritual, fue la más deseada y pedida y de ésta pocos se dieron cuenta en la tierra, y también yo, aunque consciente de su realidad, no vi en la tierra la amplitud y la profundidad.

Don Octavio, esta última maravillosa metamorfosis es la razón de nuestro camino en la tierra. Él se os ha dado para que cada uno de vosotros lleguéis a ser, transformándoos interiormente, frutos preciosos y maduros para la eternidad; en esto se manifiesta la infinita Bondad y Amor de Dios por vosotros, criaturas humanas.

Ayer se te dijo que Dios quiere a todos los hombres salvos, ninguno excluido. Ayer se te dijo además que Él a todos da la Gracia suficiente; el resultado de este don precioso depende sólo de la correspondencia o falta de correspondencia humana.

Nuestro "si" o nuestro "no" son completamente libres. A la invitación de Dios a la salvación salta automáticamente la interferencia del Maligno, pero en el mismo instante salta una ulterior Gracia, apta para mantener en el espíritu humano el justo equilibrio que haga posible el ejercicio de la libertad. De aquí la responsabilidad del hombre del bien o del mal que él hace; de aquí el justo premio o el merecido castigo de las acciones humanas.

 

De mi elección dependió mi santificación

 

Si no hubiera esta intervención compensadora de la gracia, en proporción al ulterior esfuerzo de las potencias del mal, Dios no sería justo, lo que es absurdo, aun sólo pensarlo. Pensar en el bien y en el mal en la vida del hombre sin deber pensar en Dios y en su Enemigo es otro tanto absurdo; y como no hay, ni puede haber ninguna criatura humana responsable que no sea conmovida por este problema del bien y del mal, quiere decir que toda criatura humana tiene la obligación de profundizar en el trágico contraste que se verifica en su vida advertido tan profundamente por San Pablo: "en mí hay dos leyes..."; y además buscar el origen de este gran problema y de él remontarse a Dios, Creador y Señor de todos y de todo, y a Satanás, que de generador de luz antes de su caída se convierte en generador de oscuridad y de todo mal después de su caída.

Don Octavio, los mensajes que actualmente recibes tienen todos esto como finalidad, volver a llevar a la escena de la Iglesia y de la humanidad el gran tema de la Pastoral, que no puede ser sino éste: La implacable lucha entre Dios y Satanás, entre la humanidad mortalmente herida y las oscuras potencias del infierno.

Don Octavio, yo, hermana Fernanda, desde mi primera juventud advertí la aspereza de esta lucha. Joven, atractiva con una posición envidiable, me sentía atraída hacia lo mejor que el mundo me presentaba, insidiada por el Demonio, que hacía todo para impulsarme a ceder a sus lisonjas, y por otra parte, Dios, que con los impulsos de su luz y de su gracia me hacia vislumbrar la futilidad de todo bien terreno, "Vanitas vanitatum...",[87] la fugacidad de la vida terrena que es como flor que se abre en la mañana y se marchita al mediodía. En este duelo y en esta comparación entre las dos tesis, llamémoslo así, presentadas ante mí, por la Luz y por las Tinieblas está la deducción que me traía mi inteligencia y he aquí la elección de mi voluntad,  he aquí la plena y libre responsabilidad de mi persona; he actuado en plena libertad, y de mi elección ha dependido la metamorfosis realizada en mí por la Bondad Divina para mi personal santificación.

 

Consecuencias irreparables de esta lucha si es perdida

 

Me adherí a los impulsos de la Gracia, rechacé las lisonjas del Demonio; de aquí la transformación de toda mi vida, de humana en sobrenatural, y esto que se ha sucedido a mi persona puede y debería suceder en las familias, en la Iglesia, en los pueblos y en toda otra institución; y si esto no pasa no es por culpa de Dios, sino únicamente por culpa de los que no creen en Dios, que no lo escuchan, que lo rechazan dando oídos por el contrario al Demonio, que quiere la ruina de las personas y de la Iglesia.

¡Gran responsabilidad para Pastores y sacerdotes que no iluminan a las almas acerca del origen y gravedad de la lucha que, quieran o no, deben afrontar en la tierra, terrible responsabilidad de los Obispos y sacerdotes que callan, movidos por los más absurdos pretextos, sobre las consecuencias irreparables de esta lucha perdida!

No temas, nunca te faltarán las ayudas necesarias, porque es tarea tuya insistir para anunciar a las almas la triste realidad en la que están inmersas y para indicarles el modo de salir indemnes de ella como salí indemne yo.

Dios, a quien se debe todo honor y gloria te bendiga. Rezad y reparad, en particular por los que no ven lo que vosotros veis.

Hermana Fernanda

 

16 de Junio de 1978

 

DOLORISIMA PASION Y ESPLENDOROSA RESURRECCION

 

Escribe hijo, soy Padre Pío.

No podía faltar mi voz unida a la de los bienaventurados del Paraíso que te han hablado. Ya en la tierra, hijo mío carísimo, vi con claridad por Bondad divina el desarrollo futuro de la vida de la Iglesia. Vi sus trabajos y vi su ascensión hacia el Calvario ya en acto; de ella vi la oscuridad en la que estaba envuelta y en la que se sumergía cada vez más; vi sus Judas y las consecuencias de su traición; vi sus mártires; vi sus ajusticiados; vi la sangre bañar abundantemente la tierra, pero también vi los Retoños túrgidos de humores vitales, vi el alba de su primavera, vi su dolorosísima pasión y su esplendorosa resurrección y entre todas estas cosas también te vi a ti, hijo mío Don Octavio, sí, también te vi con tu Cruz seguir al Cordero por el camino del Calvario, te vi con tu fardo de tribulaciones, sobre los hombros mientras anunciabas a la Iglesia el problema central de la Pastoral, dado de lado por un buen número de Pastores y por un grandísimo número de sacerdotes, que en nombre de no sé qué reforma o de cuál Concilio se han prometido cambiar todo, reestructurar todo: Biblia, Evangelio, Tradición, poniendo aparte a Cristo, Verdadero Dios y verdadero hombre, por lo cual, cada vez más abiertamente, de Cristo aceptan sólo su Humanidad y prácticamente rechazan y niegan su Divinidad. Pretender reestructurar a Dios, reestructurar la Doctrina y la Moral, quiere decir haber alcanzado el más alto nivel de la presunción y de la soberbia al que el hombre puede llegar.

Hijo mío, no es que la Iglesia en el pasado no haya conocido hombres del molde de tantos teólogos presuntuosos de este siglo, pero estos hombres aparecían en el escenario de la Iglesia en tiempos sucesivos, jamás un número tan grande apareció en un mismo siglo, y jamás pusieron en discusión toda la Revelación y toda la Ley, por lo cual, como ayer se te dijo, hoy se ha perdido el sentido del Bien y del Mal, de lo licito y de lo ilícito.

 

El enemigo no prevalecerá...

 

¿Cuánto tiempo, hijo mío, ha empleado Satanás para preparar su inmenso y complejo plan de materialización de la Iglesia y del mundo? Milenios, pero en estos dos últimos siglos, en nombre del progreso y sirviéndose del mismo progreso material, ha acelerado los tiempos con los medios que el progreso de las cosas ha puesto a disposición de la humanidad y, por tanto, también de la Iglesia. Ha acelerado su mortífero plan de demolición de aquella Iglesia, a la que siempre ha odiado, aun antes de que el Salvador la pusiera como Sacramento de salvación en medio de la humanidad.

Ha logrado éxito el enemigo feroz en su intento y en su propósito de demoler la obra de Dios sólo en parte, porque no se le permitirá ir más allá del límite decretado, esto es, no prevalecerá, pero el daño causado a las almas es ciertamente incalculable, es superior a toda capacidad de entender por mente humana.

Es inútil, hijo, adelantar una respuesta al por qué de todo esto, la respuesta ya se te ha dado y repetido muchas veces. Hijo mío Don Octavio, tú has sido elegido como instrumento de la Providencia divina para proponer nuevamente el verdadero problema de la Pastoral, porque él debe estar a la base de toda actividad eclesial, porque ninguna renovación o regeneración sería posible sin cimentarla sobre los sólidos e infranqueables principios de la Fe y de la Moral.

 

El viento de la purificación ya sopla

 

Hijo mío Don Octavio, los milenios ante Él son menos que un instante que pasa, y la actual situación de la Iglesia es como la de una nublada y brumosa mañana de otoño: aire estancado, nula visibilidad, tantos accidentes y tanto malestar, luego se levanta el viento que barre el frío y la molesta y densa niebla y he aquí de nuevo el sol a brillar para infundir

confianza a las almas cansadas y abatidas. El viento de la purificación ya sopla y ya hinche el cielo de nubes cada vez más oscuras, luego el temporal, la tempestad que todo lo arrollará, que destruirá las necias e enloquecidas esperanzas del enemigo; después, el sol de la nueva era de paz y de justicia, el sol que iluminará a la tierra con una nueva luz, luz jamás vista ni conocida. El calor del sol volverá fecunda la tierra como en la vida lo fue.

Hijo mío, la bondad divina te ha reservado este privilegio de divisar todo y ver el éxito de la victoria después de la áspera lucha predicha por ti, y por ti vivida, luego subirás también tú a la Casa del Padre para cantar con nosotros eternamente las alabanzas de Dios, para proclamar la Potencia, la Gloria, el Honor por los siglos eternos y así sea.

Hijo mío, Él te mira con amor, Ámalo, ámalo, hijo, síguelo hasta la Cumbre.

Te bendiga, os proteja hoy y siempre de los asaltos de vuestros y Sus enemigos.

Padre Pío

 

17 de Junio de 1978

 

LA MUERTE NO INTERRUMPE LA VIDA

 

Don Octavio, soy Don Sisto.

Te fue dicho que la muerte no interrumpe la vida, sino que, para los elegidos, la perfecciona; esto es cierto, en efecto, como aquel que llega forastero a una gran ciudad antes desconocida y está distraído por las grandes novedades que divisa, luego, los problemas de su vida vuelven a aflorar y asoman a su memoria, así es para el que llega al Paraíso. No es que inicie la vida ex novo[88], sino que vuelve a recordar las cosas de la vida terrena, naturalmente en una luz completamente diferente, y ve las cosas desde un perfil nitidísimo, por lo que también el interés por las cosas terrenas es modificado por la nueva situación.

Cuando la vida terrena estaba en curso, yo sabia de los muchos males que afligían a la Iglesia, pero ese conocimiento mío era limitado y estrecho y jamás habría podido suponer la realidad. Desde el Paraíso, por permisiva Voluntad divina, la visión de los acontecimientos humanos es bien diversa y también es diferente la visión de la Iglesia. Bastaría con que sólo por un instante todos los hombres en camino en la tierra pudieran tener una visión del mundo para que se verificara un cambio radical de las amargas y tristísimas realidades que vosotros estáis viviendo, pero esto no es posible, la vida en la tierra es prueba, y no sería ya prueba si no fuera así.

 

En la oscuridad de la noche

 

Don Octavio, me parece inútil continuar el discurso sobre el origen de los males llevados a la tierra por la rebelión contra Dios de las fuerzas oscuras del infierno y por la desobediencia de nuestros primeros padres, males agravados por los sistemas de vida económicos y sociales que lesionan o la justicia o la libertad de los individuos y de los pueblos. Puede parecer absurdo que el hombre, dotado de facultades tan maravillosas que lo han llevado a descubrir tantos secretos de la naturaleza y a la conquista de un progreso, que bien guiado podría verdaderamente llevar o acrecentar el bienestar del hombre en la tierra, no haya sabido adquirirlo, no por la incapacidad del hombre, sino por la perversa voluntad del que es Príncipe de este mundo y que tiene a la humanidad como su presa, hecha suya con el engaño y con la mentira. En realidad nunca ha permitido que se pudieran instaurar para los pueblos gobiernos de buena voluntad, gobiernos en los que justicia y libertad pudieran estar juntas, o, al contrario, o está conculcada una o está conculcada la otra, por lo que la vida de los pueblos siempre ha estado convulsionada, agitada, turbada por guerras civiles, revoluciones y otros muchos achaques, provenientes siempre de la primera y única causa: la soberbia de Satanás y de sus legiones.

Don Octavio, para quien usa la inteligencia con la voluntad de averiguar la verdad, la verdad emerge clara de la confusión de los hombres en la tierra. En medio de los pueblos está la Iglesia, que tiene el mandato de llevar las verdades divinas a todos los pueblos y ¿cómo es posible que también en la Iglesia, maestra de paz, de verdad y de justicia haya desde siempre entrado el desorden, la lucha y la injusticia? No te responderé yo, sino más bien te responderá Él, el Divino Maestro con la parábola del sembrador, de aquel sembrador que tuvo su campo infestado por la cizaña que el inimicus hominis[89] había sembrado en la oscuridad de la noche. Medita sobre estas últimas palabras: "en la oscuridad de la noche". El no se manifiesta nunca, todo lo hace en el secreto de la noche, en la oscuridad.

 

Combatir al verdadero gran enemigo del hombre

 

Don Octavio, bastaría una pizca de buena voluntad para comprender que las raíces de los males que afligen a la humanidad y a la Iglesia y que presentan todos las mismas características,  ambiciones personales, orgullo, envidia, celos son siempre las mismas: Satanás y las fuerzas oscuras del infierno. ¿Es posible que los hombres no sean capaces, por el conocimiento de tal realidad, de eliminar de sus corazones, de los pueblos y de la Iglesia todos estos males? No es posible, hasta tanto que individuos, naciones y pueblos, identificando al autor de todos los males, conciban la voluntad de combatirlo con los medios adecuados y eficaces. Paciencia para los pueblos no cristianos, pero para los pueblos cristianos y para la Iglesia, que tenía el mandato de indicar a la humanidad entera el origen de todos los males, a Ella, a quien habían sido dados los medios eficaces para combatirlo y señalarlo a los demás como el verdadero gran enemigo del hombre y del cristiano, es absurdo que no lo haga. Pero la Iglesia hoy se ha dejado magnetizar, por lo que, más que cualquier otro, sufre el daño de ello, que es gravísimo en sus consecuencias.

A ti, Don Octavio, convéncete de ello, te ha sido confiada la misión de presentar a la atención común sobre el verdadero gran problema, he aquí el porqué de la intervención extraordinaria que te llega de lo Alto he aquí el por qué te estamos cercanos; tú continúas en lo más intimo preguntándote cómo puede ser que el Omnipotente te haya elegido a ti para una misión tan grande... no te lo preguntes más, ya se te ha repetido, Él obra y no tiene necesidad de ninguno. Él te ha elegido a ti no porque tú le puedas ser útil de alguna manera, sino sólo porque así lo ha querido y así lo quiere, sea hecha siempre y en todo momento su Divina Voluntad.

Dios Uno y Trino te bendiga. A Él siempre todo honor y gloria en los siglos eternos. Y contigo bendiga la Asociación, a D. P. y a todos los dirigentes y socios.

Don Sisto

 

19 de Junio de 1978

 

GRAN MISION DE LA IGLESIA

 

Soy tu hermana Alice, Don Octavio, escribe.

En estos últimos días ha sido más bien intensa tu comunicación con la Iglesia triunfante; no pocos Bienaventurados te han hablado y te han instruido sobre la gran misión de la Iglesia en el mundo, y en la Iglesia, sobre la gran misión de los Obispos y de los sacerdotes de guiar a las almas a través de la lucha de la vida terrena hacia Dios.

Hermano, ¿recuerdas, las vicisitudes de un famoso General que vivió más o menos hace dos siglos? Te hablo de Napoleón. Imagínalo sentado a su mesa de trabajo rodeado de todos sus mejores generales y de sus expertos en cosas militares, estudiando atentamente el gran plan de su expedición a Rusia. En todas aquellas reuniones se estudió cuántos hombres en las diversas armas, cuántos caballos, cuántos carruajes, cuántas armas, fusiles, cañones, espadas; cuántas provisiones se necesitarían llevar para realizar esa gran empresa. Se estudiaron hasta en los mínimos detalles las diferentes etapas que se efectuarían día a día, se trató de prever todas las reacciones del adversario, se evaluaron en los más mínimos detalles los movimientos, la capacidad de resistencia, las retiradas y otro otros innumerables elementos… todo se trató de prever todo, se hizo todo para prevenir y evitar movimientos equivocados, se necesitaron meses para llevar a término la redacción del plan de invasión.

Esto es lo que hacen los hombres, hermano mío, para sus empresas humanas. Todo estaba considerado: la naturaleza del terreno, los cursos de agua que se debían cruzar, las vituallas, previstos los lugares donde serían los enfrentamientos con el enemigo, del que se había buscado conocer todo por medio de espías,  de diplomáticos…

 

Humanidad e Iglesia, pueblo de Dios en marcha

 

Hermano, esto hacen los hombres en caso de guerra, la humanidad y la Iglesia son "el pueblo de Dios" en marcha a través del desierto de la vida terrena,  he dicho a través del desierto. ¿Qué cosa es la tierra sino un hórrido desierto comparado con la Patria Celestial?

¿No está la humanidad en su marcha terrena continuamente insidiada por fuerzas y potencias enemigas, generadoras de todos los males que la afligen? ¿No está siempre el enemigo al acecho, siempre dispuesto a agredir?

Vosotros, sacerdotes, con vuestros Pastores ¿Cómo dirigís la defensa de vuestros soldados? ¿Qué hacen vuestros generales, los Obispos, para vencer en la más importante de todas las guerras?

¡Toda la crisis actual de la Iglesia de Dios tiene aquí sus causas, las raíces de sus múltiples y ya incurables males!

 

Quien siembra vientos recoge tempestades

 

La humanidad y la Iglesia nunca podrán imputar a Dios el haberlos privado de todos los auxilios ordinarios y extraordinarios; igual que no le faltaron al pueblo Hebreo en su camino hacia la Tierra Prometida para llevarles a la victoria. La ceguera humana y cristiana es cosa verdaderamente incomprensible. La ceguera es tal que la humanidad, que presiente e intuye que está caminando hacia el precipicio, no encuentra la voluntad para reaccionar y salvarse... y tal vez no merece ya ni el rayo de luz necesario, pues la Luz ha sido metódica y fríamente rechazada. Quien siembra vientos recoge tempestades, y viento, mucho viento se ha sembrado, y ahora el huracán que arrollará todo, viene ya en camino.

Hermano mío, Don Octavio, no hay tiempo que perder. Conozco tu misión; acelera la preparación del Quinto libro, pásalo a la imprenta cuanto antes sin preocuparte de las eventuales reacciones negativas. Adelante, trata de ser fiel a Él, que te ama. No des peso a los juicios del mundo, que de nada sirven y que nada valen. Toma a pecho la gloria de Dios y el bien de las almas; éstas son las cosas que verdaderamente valen y por las cuales vale la pena inmolarse.

Sabes que te esperamos y que en la espera intercedemos por ti para que la bendición de Dios Omnipotente y de Su Madre y nuestra y de San José descienda sobre ti y sobre todos los que te son queridos.

Alice

 

19 de Junio de 1978

 

GUERRA SIN CUARTEL

 

Escribe, hijo mío, Yo soy Jesús.

Se te han dado variados mensajes que tienen como objeto a la humanidad entera y a Mi Iglesia, puesta en medio de la humanidad, como objeto de odio, de envidia y de celos por su misión de Maestra y Guía de todos los pueblos. Satanás, a la cabeza de sus pérfidas y malvadas legiones, habiendo perdido el desafío lanzado contra Dios, juró en lo íntimo de su espíritu odio y guerra a Dios y a la obra de Sus Manos.

Obrada la creación del universo, seguida por la creación del hombre, he aquí la primera gran batalla lanzada por Satanás contra los Primeros Padres y ganada por Satanás juntamente con todas las potencias del mal. Esta batalla, la primera de una gran guerra sin cuartel, aún en curso y que no terminará sino hasta el fin de la vida del último hombre, esto es, hasta el fin de los tiempos, esta guerra conducida con riqueza y potencia de inteligencia y era del todo desproporcionada, entre la naturaleza Angélica y la naturaleza Humana existe gran disparidad de fuerza y de inteligencia, por lo que la naturaleza humana habría estado por siempre sometida a una bárbara tiranía sin la mínima esperanza de revancha alguna. Ahora bien, aunque toda la humanidad se había hecho culpable, porque estaba potencialmente toda en Adán y Eva, y los hombres en el tiempo y en la eternidad, habrían debido sufrir atroz mente por una culpa de la que personalmente no eran responsables, esto repugnó a la infinita Justicia Divina, y por eso Ella decretó el misterio de la Encarnación y Redención humana.

 

Ningún "efecto" sin una "causa"

 

Que hoy en la humanidad y en Mi misma Iglesia se haya venido a menos la fe en las grandes realidades históricas que forman la razón de su existencia, creídas y vividas durante milenios por el Pueblo elegido y por la misma Iglesia, que sin estas realidades no tendría razón alguna de "ser", es verdaderamente contra todo uso recto de la inteligencia, contra la historia, jamás en siglos pasados desmentida, contra la evidencia de esta realidad en ejercicio... Es sabido que no puede haber "efecto" sin su propia "causa", entonces entonces el mal (efecto), unido a la naturaleza humana, ¿de dónde trae su origen (causa) si Dios ha hecho "buenas todas las cosas?" ¿Dónde está el origen de la misma Iglesia, de Quién y por qué tuvo origen?

¿Y la historia del pueblo hebreo con sus Profetas y con todas sus vicisitudes, y mi Doctrina, y el número sin número de Santos y de Mártires, si no son encuadrados en esa inmensa guerra en acción como realidad en la historia? ¿Y cómo podría tenerse en pie la verdadera historia humana sin la espina dorsal de la que se compone y por la que se rige, y la actual situación del mundo y de la iglesia cómo se  podría explicar fuera del Bien y del Mal que chocan y que se enfrentan en un duelo continuo sin pausa?

Respondan los hombres: Detrás del Mal ¿quién está? ¿Quién siembra el mal y quién lo hace tan agresivo de suscitar violencias de todo tipo, revoluciones, guerras, discordias y ruinas en todo el mundo?

Y viceversa ¿Quién está detrás del Bien? ¿Quién anima el bien y quién lleva el bien a las más altas cumbres de la perfección? Y ¿Quién perpetúa este choque tremendo atropella a todos los hombres y a todos los pueblos y que dura más allá de la vida de las generaciones, que tiene vida tan larga y tan potente que perpetúa el conflicto sobre toda la tierra y con una duración que desde los primeros días de la humanidad no conoce ni pausa ni conoce ocaso?

¿Son acaso los hombres, los teólogos, los filósofos o los hombres de ciencia quienes coordinan y desarrollan esta tremenda lucha continua, y para fines tan precisos?

¿Por qué 1os hombres hacen tan inauditos esfuerzos con tal de subvertir las grandes realidades históricas de la vida humana en la tierra? ¿No sería mucho más honesto, más sencillo, más acorde con el recto uso de la inteligencia y de la voluntad humanas mirar de cara a la realidad sin exprimirse el cerebro buscando maneras de subvertir la historia y hacer de toda ella una gran mentira? ¿No es también ésta una confirmación y una consecuencia de la primera culpa, raíz y causa de todos los males imputables a la humanidad?

 

Es inmensamente triste sentirme abandonado, traicionado, renegado... por los "amigos"

 

El estar debatiendo continuamente y sin descanso los grandes problemas acerca del origen, presencia y finalidad del hombre en la tierra ¿no constituye una prueba de la presencia de la "Mentira viviente" en el mundo, que odia terriblemente a la Verdad, y la Verdad que es Dios, mientras que la mentira ha sido encarnada por Satanás de la que él es el Príncipe sumo? ¿Qué dicen los historiadores, los científico, y los teólogos de poca fe pero de mucha presunción?

Digan lo que digan no tiene importancia, importante es la realidad, realidad que emerge de los siglos y que los hombres con sus necios debates no puede ni destruir ni cambiar.

Hijo mío, en los mensajes que en estos días se te  han dado, mucho se te ha manifestado; y no puedo sino repetirte que es inmensamente triste para Mí, Jesús, constatar el lamentable estado en el que hoy se encuentra mi Iglesia.¡Mi Iglesia, precio de Mi Sangre!

Y también para Mí, sobre todo para Mí, verdadero Dios y verdadero hombre, sentirme abandonado, traicionado, renegado por aquellos a quienes siempre amé y llamé mis "amigos" ¡es muy triste!

Hijo, no puedo sino repetirte la invitación que tantas otras veces te he hecho, ámame, repara, haz rezar y reparar, soy Yo quien te lo pido y sabes muy bien porqué.

Te bendigo.

 

20 de Junio de 1978

 

LA PRESUNCION HUMANA ORIGINA LA OSCURIDAD

 

Escribe, hijo mío, soy Yo, Jesús.

Quiero continuar la conversación de ayer con la que he querido hacerte ver cómo la presunción humana origina ipso facto oscuridad en las mentes humanas, por lo que a veces se vuelven incapaces de hacer aun los más simples y fáciles razonamientos.

El Enemigo del hombre, que es un profundo conocedor de la naturaleza humana y que conoce su parte más vulnerable, sobre ésta se detiene, sobre ésta trabaja, a ésta acaricia y seduce y, creada la fisura, entra y da comienzo a su obra demoledora.

¿Con los Primeros Padres, qué hizo? también aquí se dirigió a la mujer, a Eva, más susceptible a la vanidad, "¿Por qué no coméis del fruto del árbol de la ciencia del Bien y del Mal?" "Porque el Señor nos lo ha prohibido diciéndonos que si comemos de él moriremos". "No", agregó el Enemigo, "si coméis de él,  os haréis semejantes a Él…"

Hijo, el enemigo es siempre el mismo, y comprobada la eficacia del arma usada contra los Primeros Padres continúa con la misma astucia. ¡Cuántas veces ha entrado en almas que parecían fortalezas inexpugnables mientras en realidad cayeron en sus manos con una facilidad increíble!

Satanás odia terriblemente al Bautista que le arranca muchas almas, es necesario hacerlo a un lado... entonces se sirve de los "celos" de Herodías, de cuya hija se ha chiflado el tirano Herodes, y ¡la partida está ganada!

 

Muchas más las "víctimas" que  los combatientes

 

Otra arma en la que se apoya Satanás es la mujer. No hay lugar donde ella no esté, cine, teatro, en muros de las ciudades y de los pueblos de montaña o de campiña; no hay lugar en el que ella no esté vestida provocativamente, en los periódicos, en la prensa de todo género, en los más diversos objetos; en ella está  la concupiscencia de la carne presente por doquier, arma tremenda, cuyas víctimas son innumerables.

Él  asedia a la humanidad con las dos concupiscencias, la del espíritu y la de la carne, y con éstas ha logrado adueñarse del mundo; con éstas ha logrado dominar a la mayor parte de los hombres; con estas dos armas ha logrado desfogar toda su espumosa rabia sobre los hombres, sobre los pueblos; y con esto llega a calmar su sed de mal, de sangre, de violencia y de toda otra maldad.

¿No hay nadie capaz de un poco de análisis de los males que sufre el mundo, que no pueda ver claramente el origen,  la causa eficiente de ellos?

En mi misma Iglesia son más las víctimas, mucho más las víctimas que los combatientes de los males de hoy, ¿por qué es esto posible?

Porque ya no se cree en la lucha, porque ya no se cree  en mis palabras, que no son como las palabras de los hombres, sino son palabras de Dios que no cambia ni muda jamás.

Sólo pocos santos han permanecido a salvo en sus puestos, porque su fe ha permanecido sólida, y con la fe, la esperanza y el amor; y así, armados de estas tres grandes virtudes, son los verdaderos "luchadores" contra las potencias de las tinieblas y del orgullo.

 

Ejercito en desbandada… por Oficiales traidores

 

Pastores y Sacerdotes: ¿Qué piensan y qué hacen ante la desorientación de un "ejército" en desbandada? En efecto, hecha excepción de los pocos buenos y santos, al presente es como un gran ejército privado de sus mejores oficiales. Es menos malo para un ejército carecer de oficiales que tener oficiales traidores o ineptos. Y ésta es cosa evidentísima, un oficial traidor se convierte en un arma poderosa y mortal en las manos del enemigo y cuántos hay ahora en Mi Iglesia de estos oficiales que se han pasado al enemigo… El dato lo constataréis dentro de no mucho.

Hijo mío, ¿por qué, tanta insistencia en poner al desnudo los males que hay en mi Iglesia? El amor, y Yo soy el Amor, cubre las llagas y no las expone a la burla de los demás. Entonces ¿Cómo explicar éste comportamiento al darte estos mensajes?

Hijo, no el deseo de humillar, que en Mí no puede haber, sino el ardiente deseo de curar, de sanar, de salvar a los que van por el camino de la perdición. El cirujano, cuando los medios a su disposición han sido ineficaces para eliminar ciertos males, pone al desnudo la herida e interviene. Ahora Yo soy el Médico obligado a poner al desnudo las heridas de Mi Iglesia para ponerles remedio. Pero, aunque este último intento resulte inútil, como desgraciadamente será, entonces lo imprevisible será tremenda realidad.

Hijo, sé perseverante en rezar y reparar. Tú no sabes cuánto gozo pueden dar a Mi Corazón tus oraciones y tu reparación.

Te bendigo, hijo, os bendigo, ahora y siempre.

 

21 de Junio de 1978

 

¿QUE HAN HECHO DE ELLO?

 

Hijo mío, escribe.

¿Qué han hecho del fruto precioso de mi amor?

Hijo, Yo amo al Padre con amor infinito, si así no fuera, no sería Dios y con igual amor amo a la humanidad, a Mi Iglesia,  por ella mi Padre me envió a Mí a la tierra, y por ella Yo acepté inmolarme en la Cruz. Instituí la Iglesia para que a través de ella Yo pudiera obrar la segunda creación. Por Mí fueron creadas todas las cosas, por Mí fueron redimidas todas las almas. Por el pecado la creación gime bajo el peso de la primera culpa y de todas las culpas que se siguieron y se seguirán hasta la total liberación, porque, hijo mío, el misterio de la Redención continúa, hijo mío, esto es, está en curso y lo estará hasta el fin de los tiempos, después del cual vendrá el restablecimiento definitivo del terrible desequilibrio provocado por la rebelión a Dios.

Ciegos son los hombres cuando se niegan a creer que no hay tragedia en el mundo las naturales hijas de tan monstruosa madre. Jamás se podrá valorar la situación del género humano en sus vicisitudes dolorosas y alternativas sin remontar los milenios de la historia hasta comparable con la primera culpa, y que todas las tragedias de la humanidad no son otra cosa que la fuente en la que la humanidad tuvo origen y vida.

 

Estamos en las condiciones que precedieron al diluvio

 

Lo que es extraño es el hecho de que esta acción de distorsionar a toda costa la verdad para sustituirla por necias teorías, como la de la evolución, haya encontrado una muda acogida, una tácita condescendencia en ambientes de mi Iglesia, siendo que, por el contrario, se deberían haber manifestado contra tal tentativa infame y falsificación de la verdad en defensa de la misma, en cambio, ¿cómo se la defiende? Con otras argumentaciones igualmente insensatas se rehusa dar fe a la autoridad de Dios, mientras se concede confianza a hombres soberbios y ambiciosos; y así, por obra de Satanás y con el consentimiento de los hombres de la Iglesia, desde el vértice hasta la base, se extiende una capa de niebla sobre la Revelación, fuente de Luz y de Verdad.

Contaminada la fuente, también el chorro que de la fuente brota ya no es puro, y he aquí que el contagio continúa, es más, aumenta,  y las distorsiones de la verdad no se cuentan ya. Hoy la confusión de las ideas en el campo teológico es tal que nada tiene que envidiar a la confusión de las lenguas en Babel, confusión con su origen, con su historia, con sus autores y, por tanto, con sus responsables, y, entre estos, abundan hombres de Iglesia.

Hijo, tú bien sabes que contaminadas las ideas de los hombres, antes o después estarán contaminadas también las acciones, así ha sido y así es. El Marxismo, que ha materializado la concepción de la vida, ha destruido el concepto de la moral en el pueblo cristiano, por lo que hoy de cristiano ha quedado solamente el nombre, pero no ciertamente el hábito de vida.

No es la primera vez que en la historia de la humanidad se verifica este triste fenómeno, por lo cual y por Voluntad Permisiva de Dios, así como la humanidad fue destruida en su casi totalidad por el Diluvio, salvo Noé con sus hijos y los hijos de sus hijos, así hoy; y puesto que las condiciones son semejantes a aquellas que precedieron al Diluvio, la humanidad será destruida, hecha excepción de aquellos que el Señor ha decretado salvar, pues la humanidad, ha permanecido en su inmensa mayoría, repetidamente sorda a todas las invitaciones que se le han dirigido al arrepentimiento y a la conversión.

 

Confirmo la hora de la purificación

 

Los hombres se equivocan y yerran en el juicio que ellos arbitrariamente se han formado acerca de la Misericordia y de la Justicia Divinas. Yerran al juzgar mi longanimidad. Se equivocan cuando, contrariamente a la evidencia, de los hechos de Mi existencia, son perversos cuando niegan Mi existencia y la existencia de la obra de Mis Manos.

¿No saben todos que no hay ley sin legislador, no lo saben los científicos, ateos y no ateos, que deberían haber llegado, a través del estudio de las leyes descubiertas en estos últimos decenios, leyes maravillosas, perfectas reguladoras de toda la dinámica del universo entero,  a comprender que estas leyes presuponen necesariamente la inteligencia, y no saben todos que la Inteligencia que las ha creado no puede ser sino la Inteligencia purísima de Dios?

Sofismas retorcidos para esconder la límpida verdad no han faltado, ni faltan, pero todo el producto de la locura humana y satánica será barrido como un puñado de polvo, y nada quedará de lo que la soberbia ha contaminado.

Te confirmo, hijo mío, una vez más, la hora de la purificación, después de la cual habrá cielos nuevos, tierra nueva e Iglesia nueva. Evidente será para todos la decisiva intervención de Mi Madre, Reina de las Victorias, y la gloria y la Potencia de Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, una nueva Era tendrá su curso en la historia de la humanidad.

Hijo, ámame. Te bendigo, os bendigo, rezad y reparad.

 

LA HUMANIDAD EN EL UMBRAL DE SU LIBERACIÓN

 

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

Parte 6ª

I N T R O D U C C I Ó N

 

 

A todos vosotros, queridos lectores, que ya por decenas y decenas de miles, tanto en Italia como en el exterior habéis acogido con humildad de Fe los precedentes mensajes y de cuyo origen no habéis dudado ni dudáis os digo que reservéis una buena acogida también a los mensajes contenidos en este Sexto Libro.

 

Los tiempos se acortan.

 

Estos mensajes sean objeto de reflexión y de meditación para cada uno de vosotros, pues ya estamos llegando a la antevíspera de la "liberación" de la Humanidad de la feroz tiranía y esclavitud de las Potencias oscuras del Infierno y de sus aliados en la tierra, a quienes todos ya bien conocemos.

 

¡Tened Fe, el choque será tremendo, pero la "Victoria" está ya determinada!

 

La victoria será de AQUELLA que ha sido proclamada "Regina Mundi Universi"[90] y "Reina de todas las Victorias".

 

Creer - Esperar - Amar - Callar - Aceptar - Sufrir - Ofrecer - Orar - Adorar,  esto es nuestra fuerza en AQUELLA y AQUEL que fueron, son y serán siempre "los más fuertes en el tiempo y en la eternidad".

 

D.O.M.

 

                   ORACIÓN

 

Libra Señor mi alma del Maligno.

Libra Señor mi alma de todo pensamiento de vanidad y de soberbia.

Libra Señor mi alma de todo egoísmo.

Libra Señor mi alma de todo y de todos aquellos que pueden estorbar mi comunión Contigo.

Libra Señor mi alma de todo juicio en discrepancia con la Caridad.

Libra Señor mi alma del apego a las personas, a los bienes y a las cosas de la tierra.

Libra Señor mi alma de toda turbación, de toda duda y de toda angustia que oprime.

Libra Señor mi alma de todos lo males espirituales.

Señor me ofrezco a Ti así como soy, con lo que tengo, vuélveme Tú lo que quieres que yo sea.

Señor más que Juez sé para mí siempre Salvador.

Señor Tú eres mi Paz.

Señor Tú eres mi Luz.

Señor Tú eres mi Camino.

Señor Tú eres mi Vida.

Señor Tú eres mi Todo.

Señor Tú eres mi único gran infinito Bienhechor.

Señor dame la transparencia de alma para que mi comunión Contigo, Transparencia infinita, haga de mí una sola cosa Contigo como Tú lo eres con el Padre.

 

Amén.     Amén.      Amén.

 

 

28 de Agosto de 1978

 

SOY MARÍA, MADRE DE JESÚS Y MADRE VUESTRA

 

Hijo mío, soy María, madre de Jesús, esto es, Madre de Dios, porque mi Hijo Jesús es verdaderamente Dios como el Padre, que desde siempre lo engendra y como el Espíritu Santo, el Amor, que de Tres hace Uno solo; SOY yo, hijo, María, Madre tuya y Madre vuestra.

Hijo mío, ¿se puede pensar que una madre, en algún momento de su existencia, terrena o eterna, pueda olvidar y, por tanto, dejar de amar a sus hijos?

Olvidarse de las personas amadas querría decir suspender, aún temporalmente amarlas, suspender el derramar sobre sus hijos el amor que es llama y fuego inextinguible, hablo del Amor divino, de aquel amor que en la eternidad bienaventurada no puede ya extinguirse y por cuanto más grande es este amor, tanto más está extendido, como cascada incontenible, hacia el objeto insustituible para el que ha nacido, arde y vive.

Hijo mío, Yo, criatura y Madre de mi Creador tengo como objeto de mi amor a Él, Uno y Trino, que me ama desde la eternidad y después de Él a vosotros, Porque por vos otros y por vuestra salvación se ha hecho Carne en Mí y Conmigo se ha ofrecido en la Cruz y juntos ante la mirada del Padre se perpetúa la Redención en el sublime Misterio de la Fe y del Amor: la Eucaristía.

¿Se puede pensar entonces, que Yo, María, pueda olvidar me de vosotros mis hijos, que pueda olvidarme de vosotros en un momento tan crucial en vuestro camino, corno muchos quisieran convencerse y convencer a otros contra el recto uso de la razón y de la inteligencia humana?

 

La madre es la primera en  percibir el peligro

 

Hijo mío, cuando en una familia terrena las cosas van mal por un desastre económico, por una desviación moral o espiritual, por ruina o enfermedad que, como temporales rugientes se abaten sobre ella, la primera en percibir el peligro es siempre la madre, y será siempre la madre la que sufra las humillaciones, las incomodidades y el mayor peso de la catástrofe, la madre que, probablemente no escuchada, no ha logrado evitar la tremenda desgracia.

Es absurda, hijo mío, la testaruda obstinación de aquellos, Sacerdotes y Pastores, que no sólo no han escuchado la voz de la Madre Celeste, sino que han hecho de todo y continúan haciendo de todo para impedir que la catástrofe sea evitada y que la Voz de la común Madre sea escuchada;

es increíble la soberbia con la que se pone bajo juicio humano el Obrar de Dios y de su Madre Santísima;

es increíble que el hombre, ya sea seglar o Consagrado, se tome el derecho de poner límites y términos no sólo al obrar de Dios, sino incluso al Querer de Dios;

es increíble que el hombre, misterio para si mismo, pretenda sondear los insondables misterios de Dios, como el del sufrimiento del Corazón Misericordioso de mi Hijo divino y el de mi Corazón Inmaculado ante los males de una humanidad ¡y de una cristiandad prácticamente atea!

Se te ha dicho que "la medida está colmada y el vaso rebosa", por esto hijo mío, vuelvo, digo vuelvo, sobre este tema, desgraciadamente no nuevo: se necesita construir los nuevos cimientos de la vida humana y cristiana sobre auténticas bases Evangélicas. Muchos concuerdan con esto, pero poquísimos están decididos a cortar con una costumbre de vida pagana personal, familiar y social... es el caso de recordar aquí las Palabras de mi Hijo Divino: "no todos los que dicen Señor, Señor, entrarán en el Reino de los Cielos, sino sólo los que hacen la Voluntad…"

 

Se es fecundo no cuando se absorbe, sino cuando se trasmite la vida

 

Vosotros, de la Comunidad Esperanza, habéis sido escogidos como anillo de unión entre un mundo que está inexorablemente declinando y el mundo nuevo que cada vez más marcadamente se está delineando y que a vosotros es concedido ver. Tú ves cuántas almas apenas abiertas a la vida llevan ya en ellas el sello de una Iglesia y de una Humanidad verdaderamente regenerada en el Espíritu Santo... ¡oh, cuán bella será la Iglesia nueva!

Cuántas veces, hijo mío, se te ha dicho que la mujer gime cuando pare un hijo, así también vosotros, escogidos para la Comunidad   Esperanza deberéis gemir. Cuántas veces se te ha dicho  que si el grano de trigo no muere no puede ser germen de nueva vida. "Es ley" morir en el sufrimiento y en el dolor. ¡Oh, si esta lo comprendieran los Sacerdotes que rechazan su estado de Víctima, cuántas almas menos irían al Infierno... ¡Si esta ley la comprendieran los Padres, vacíos y superficiales, que viven y se nutren de necias mundanidades, cuánta luz y Gracia divina más en las familias!

Esto lo deberás decir, hijo mío, a los elegidos de la Comunidad Esperanza; deberás convencerlos de estas realidades, para ayudarlos a vivirlas y a transformarse en verdaderos y perfectos cristianos generosamente vivos y fecundos, pues se es fecundo no cuando se absorbe, sino cuando se transmite la vida.

Cada uno de los miembros de la comunidad Esperanza deberá transformarse en un "cristóforo", es decir, todos deberán ser otros tantos portadores de Cristo a las almas, que de Él están privadas por el descuido y la esterilidad de quienes por vocación traicionada apagan la vida en lugar de portarla y darla.

Por ahora basta, hijo mío, te bendigo y contigo bendigo a todos en el Nombre de Dios Uno y Trino.

 

31 de Agosto de 1978

 

ETERNIDAD: EL INSTANTE QUE NO PASA JAMAS

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Pío XII.

¿Te asombra acaso que un Pontífice se dirija a ti? En la tierra nos separaba una gran distancia, pero para quien ha salido de la tierra las distancias, sean entendidas literal o moralmente, no existen ya.

El cambio que la muerte obra en nosotros es tan grande y tan profundo que podría hacer casi pensar en una nueva creación, pero no es una nueva creación, el alma permanece intacta con su naturaleza espiritual que no podrá cambiar jamás, lo que radicalmente cambia es la vida del alma que sale de las leyes de la materia, del tiempo y del espacio, para quedar inmersa en aquella eternidad de la que en la tierra lograba percibir muy poco, y ese poco, vagamente.

Con la muerte, en el momento en el que el alma humana se separa de aquella materia, con la que estaba tan intensamente unida que formaba con la misma una sola cosa, hasta el punto de infiltrarse, compenetrarla y vivificarla en cada una de sus partes, condicionándose recíprocamente, de modo que toda operación material o espiritual exigía el concurso de ambas, el cuerpo retorna a la tierra, de la cual era, mientras que el alma, en el mismo instante en el que se ha liberado del cuerpo se encuentra ante la Infinita Belleza y Majestad Divina.

El Juicio Divino no es descriptible en términos humanos y no hay nada que agregar a lo que ya os es conocido. Cierto que el aspecto con el que Dios se manifiesta no es igual para todos, depende de las condiciones 'espirituales de quien sufre el Juicio. Para las almas que no están unidas a El por la Gracia, el Juicio es una cosa tan tremenda que preferirían ser aplastadas, aniquiladas, antes que pasar de nuevo por tan terrible experiencia.

Nada interesa ya de todo lo que interesaba en vida, ni los afectos más queridos, ni ninguna otra cosa, sólo Dios, Dios, el todo, fuera de Él la nada, es más, peor que nada, fuera de Él sólo un sufrimiento eterno... la eternidad, el instante que no pasa jamás, sin pasado y sin futuro... el Juicio Divino que pesa sobre el alma para toda. la eternidad...;

terror, odio, desesperación es lo que penetra en el alma, es un fuego tremendo que arde y no consume...;

pero todo esto es tan superior a cualquier humana visión, que ¡es imposible para aquellos que están todavía en camino en la tierra comprender un sufrimiento y una pena de la cual no tienen idea!

 

Palabras absurdas que nada dicen y menos explican

 

Hermano Don Octavio, veo que no has comprendido aún el porqué de este mensaje, a ti te parece que entre lo que estoy diciéndote y lo que te han dicha otros antes que yo no haya nexo, pero no es así, sí hay nexo... ¡no faltaba más!

La superficialidad, por no decir mala fe, de esta generación atea y perversa es verdaderamente tan grande que mayor no podría ser, cuando no se está en grado de explicar las cosas más simples y más claras se inventan las palabras más absurdas que nada dicen y menos explican. ¿Qué explicación saben dar los psiquiatras ateos del gozo por el bien cumplido o del remordimiento por el mal hecho? ¿De dónde nace este gozo o esta pena tan atroz, acaso de una parte del cuerpo?

La ofensa que nos es hecha por medio de carta o por teléfono, directa o indirectamente por otra persona, y que es causa de tanto sufrimiento, ¿ha golpeado acaso algún miembro en particular de nuestro cuerpo? ¿no ha golpeado más bien nuestra alma?

Hay cosas que satisfacen los sentidos, esto es, el cuerpo, pero hay otras que sin tocar el cuerpo dan gozo o dolor al alma, esto es, a aquel elemento espiritual que nosotros llamamos alma y que informa y vivifica al cuerpo.

¿Qué piensan los científicos ateos? ¡Nada! No pueden decir nada y entonces acuñan las palabras más absurdas para embrollar las cosas y hacer oscuro lo que por naturaleza es claro y simple.

 

Quien es de las tinieblas es tinieblas,  pero quien es de la Luz es luz. No queráis juzgar el obrar de Dios

 

La Virgen Santísima en Lourdes, en Fátima, en La Salette y en tantos otros lugares ha advertido a los hombres y los ha invitado a hacer penitencia y a convertirse, so pena el Infierno. Esto quiere decir que los hombres, queriéndolo, tienen a su disposición recursos naturales y sobrenaturales para convertirse, y si no se convierten deben imputar su perdición eterna sólo a ellos mismos.

Todos los hombres normales pueden llegar a determina das conclusiones como fruto de simplicísimas consideraciones y quien no llega, lo debe imputar solamente a una voluntad, a su voluntad perversa, porque a la verdad antepone el error, al bien el mal que ve y que escoge libremente.

Dios jamás quiere el mal, no puede quererlo, no seria Dios si lo quisiera, pero lo permite, porque en Su estrategia Divina del mal saca el bien y frecuentísimamente en pro de quien lo hace, de todos modos siempre en pro de la salvación de las almas.

Los males, sean físicos o espirituales, son siempre el fruto del pecado, "propter peccata veniunt adversa"[91], y si Dios castiga el mal es claro que es fruto de una libre elección, porque en caso contrario deberíamos pensar que Dios no sea justo, pero esto repugna a la evidencia y a la razón.

La hora de la Purificación, que está a las puertas, será hora de Justicia, porque quemará todo el mal que la humanidad ha hecho ¡porque lo ha querido! Cuando la terrible hora suene, he aquí Don Octavio, la razón del mensaje, no queráis juzgar el obrar de Dios, seréis fuertemente tentados a hacerlo, seréis tentados de tachar a Dios de exagerado rigor y quizás de injusticia... no lo hagáis, os lo repito, pues sería para vosotros culpa grave.

La bendición de Dios Uno y Trino te acompañe hasta el fin, te sostenga en las dificultades y te proteja de todo mal.

Pío XII

 

7 de Septiembre de 1978

 

LA VIDA ES PRUEBA

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Pío X..

Sabes que la vida humana en la tierra debe ser vista, considerada y valorada por lo que es, es decir: una prueba. En relación con esto ya bastante se te ha dicho, y no es casualidad que Santa Teresa del Niño Jesús te haya aclarado la esencia de esta prueba, que es: "fidelidad a la Fe, fidelidad a la Ley y fidelidad al Amor".

Pío XII te ha hablado de la conclusión de esta prueba, esto es, del Juicio de Dios al cual ninguno puede escapar, pero la oscuridad que hoy envuelve a un número tan grande de almas es peor que la oscuridad de una noche profunda. En realidad todo lo que circunda al hombre en la tierra es una continua llamada ya sea de la vida o de la muerte, porque nada de lo que ha sido creado puede perderse, pero el hombre está en el centro de todas las criaturas, y como está al centro, es la más importante y la más perfecta de todas. Sólo en el. hombre hay cosas que no se encuentran en ninguna de las criaturas que lo rodean.

1º- En el hombre hay una fuerte aspiración a la inmortalidad, la muerte le repugna, no quisiera morir, repugnancia que no se encuentra en los seres a él inferiores y ¿por qué?

Porque no ha sido creado así, porque en su principio tuvo la plenitud de la vida; la muerte no es sino consecuencia de su rebelión a Dios; esto es un hecho transitorio que el alma del hombre en Gracia intuye y cree, intuición que transforma en Fe, Fe que hace huir todo temor, por no decir muchas veces terror, de quien oscurecido por la concepción materialista de la vida, no ve más allá de la tumba ¡sino el abismo pavoroso de la nada!

2º-. El hombre aspira a la felicidad y este deseo de felicidad está vivo y ardiente en él, la busca por doquier, tanto, que la experiencia de todas las generaciones que lo han precedido no es suficiente para convencerlo de que la felicidad para la que ha sido creado no la puede encontrar en la tierra; en vano los hombres la buscan en la tierra, porque el hombre ha sido creado para una felicidad que ninguna cosa terrena puede dar, porque es felicidad de Ciclo, es felicidad Eterna aquella de la que siente el anhelo.

3º-. El hombre busca la paz, siente la necesidad de paz, necesidad que no puede satisfacer en la tierra, porque la paz de la que tiene necesidad no puede venir a él sino sólo de lo Alto, porque ninguna cosa a él inferior puede darle un don tan superior.

 

¿Es el hombre una criatura equivocada?

 

De lo dicho anteriormente ¿qué conclusión se debería sacar? ¿Qué el hombre es una criatura equivocada y que a diferencia de los seres inferiores que lo circundan tiene aspiraciones, deseos y necesidades que no puede satisfacer y alcanzar?

Sería una deducción errada, precisamente porque sería contra el uso de la recta razón, que no puede admitir errores en la naturaleza. La naturaleza puede ser violentada o lesionada en su armonía, pero desde el exterior, por la malicia y la necedad del hombre; ella no puede jamás autolesionarse o autoherirse.

Pero hay más: si por "naturaleza" entendemos al Universo Mundo y cuanto en él está contenido nos daremos cuenta inmediatamente que las aspiraciones de inmortalidad, felicidad, paz y de luz que encontramos en el hombre, no tienen nada que hacer con el mundo exterior en el que el hombre vive, por lo cual no pueden ser producidas por éste... y entonces ¿dónde tienen origen?

Es innegable que en la existencia del hombre hay estas exigencias superiores, cuyo origen extra natural, razón y fe dejan claramente entrever, esto es, sobrenatural. En efecto, ¡de una cosa inferior no puede venir una de naturaleza superior o diversa!

Pero ¿por qué estas consideraciones? Para hacerte, para haceros comprender cuánto el hombre de esta generación perversa e incrédula es responsable de esta oscuridad que a todo envuelve.

No ha apagado impunemente en él aquella luz natural de la razón que el Autor de la naturaleza ha encendido en él, y si a esta tremenda responsabilidad se agrega la otra de rechazar la Luz de la fe, es decir, la Luz que mana de la Revelación, por fuerza se encuentra inmerso en una oscuridad inmensa, de la que difícilmente puede salir.

 

Serán barridos...

 

Por eso, hermano Don Octavio, aquellos que en vida siempre han rechazado la luz de la Razón y la luz de la Fe acerca de las grandes realidades espirituales en las que viven y de las que son parte serán barridos como hojas arrancadas de sus ramas y precipitados en las tinieblas del Infierno, de cuya existencia tuvieron tantas veces confirmación por los remordimientos de sus culpas y por el tormento que afligía sus espíritus, cuyo origen no se podía ni debía dudar.

 

Hermano Don Octavio, he aquí porqué Pío XII te ha dicho, os ha dicho que no juzguéis a Dios por cuanto sucederá en la purificación. Dios es Suma e Infinita Justicia, ninguno debe dudarlo, ni debe permitirse criticar su obrar. Todos deberán recordar que por el pecado la muerte ha entrado en el mundo y que por el pecado viene el choque entre Vida y Muerte, entre Bien y Mal, entre Luz y Tinieblas.

 

"Nolite judicare"[92]... ni hoy, ni nunca.

 

Te bendigo, hermano, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y contigo bendigo a la Asociación Esperanza y a sus miembros. ¡Sed firmes y coherentes con vuestro programa: servir, obedecer, amar, y superaréis toda dificultad!

 

8 de Septiembre de 1978

 

NO PODEMOS IGNORAR

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Pío XI y quiero hablarte.

El Espíritu Santo, que fue mi Guía, Auxilio y Consuelo durante mi vida, pero sobre todo durante los años de mi Pontificado ilumine tu mente, para que cuanto estoy por decirte te sea de ayuda ahora y siempre, hasta el fin de tus días.

Hermano, se te ha dicho que no juzguéis, y es porque no os toca a vosotros formular juicios inherentes a la vida personal de los individuos y, por tanto, tampoco de las comunidades. Pero el precepto evangélico debe ser sabiamente interpretado, no se debe nunca juzgar, ni siquiera presumir juzgar a Dios y a su obrar; no se deben juzgar, en general, a los hermanos, ni su obrar, pero a veces puede ser indispensable formular un juicio, por ejemplo, para quien administra el sacramento de la Confesión, y en ciertos casos el no hacerlo podría ser culpa. Pero es necesario distinguir claramente que una cosa es formular un juicio y otra es tomar conciencia de hechos y cosas que suceden en tomo a nosotros y que no podemos ignorar. El juicio es culpa cuando pretendemos penetrar el secreto de las conciencias, y con nuestro metro pretendemos establecer responsabilidades juzgando las intenciones de quien hace tal acción, esto es pecado y por eso se os ha dicho que no juzguéis.

 

La oscuridad en un acrecentamiento pavoroso

 

Quién hay hoy que no vea la gravedad de la crisis de Fe que aflige a la Iglesia y la anarquía que la lacera, pero sería absurdo atribuir sólo a esta generación la responsabilidad de cuanto se está verificando hoy, pues esta crisis tiene sus raíces en los pasados siglos, aunque esta generación tiene la gran culpa de haberla agravado y enormemente desarrollado, tanto, que con razón se podría decir que la responsabilidad sea suya...

De tantos modos se han favorecido en la Iglesia enormes vacíos por haber descuidado los estudios Sacros para favorecer los profanos, vacíos de oración, de vida interior... y como consecuencia, vacíos de formación, de errores, de herejías, por lo cual, salvo la pastoral de pocos Obispos santos, la oscuridad ha aumentado pavorosamente, toda la Iglesia está cada vez más invadida e impregnada por ella.

Pero ahora los tiempos se van abreviando. Se te ha repetido varias veces que la prisa, que es un defecto, no es de Dios, porque Dios, más que cualquiera, sabe esperar; pero no saben esperar los enemigos de Dios, que arden por la premura de cosechar los frutos de lo que han sembrado entre los hombres; por esto es por lo que se han hecho atrevidos y prepotentes.

Satanás no se ha sentido nunca tan seguro en su trono de iniquidad como ahora y se estremece y arde por el deseo de manifestarse ya exteriormente como Señor y Príncipe de esta tierra; este es su gran sueño inculcado en su iglesia, es decir, en la Masonería, que obra y vive para él.

 

No será la hora de los "por qué"

 

Hermano, cuando el conflicto, siempre vivo entre la iglesia de Satanás y Dios explotará en su mayor intensidad, entonces vosotros, ya elegidos por Dios como fuerzas escogidas de la Iglesia regenerada, no os perdáis en absurdas consideraciones, en absurdos temores, no permanezcáis pasivamente mirando, no os detengáis a juzgar preguntándoos el porqué de esto o de aquello, sino participad en la lucha rezando y ofreciéndoos a Dios y a los hermanos necesitados, seguros y confiados de que la "gran victoria" de este secular conflicto está reservada al más fuerte y a Su Madre, la Virgen Santísima, porque  ¡«el más fuerte es Jesús»!

La hora de la Purificación no será entonces la hora de los "porqué", sino será la hora de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad, será la hora de la Misericordia y de la Justicia Divina... ¡en esto debéis firmemente creer!

Hermano Don Octavio, ¿por qué también yo os digo estas cosas?

Porque a Nosotros, Supremos Pastores, ha sido con fiada la tarea de prepararnos y preparar vuestras almas. No debéis llegar a aquel tiempo impreparados, sino como conscientes hijos de Dios deberéis todos asumir vuestro deber y vuestras tareas en la oración, en el ofrecimiento y en la adoración de los insondables designios de Dios.

Dios Uno y Trino os asista, os proteja de todo mal y os bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

10 de Septiembre de 1978

 

PURIFICACION, VIRAJE DECISIVO

 

Escribe, soy Pablo VI que deseo hablarte.

Hermano Don Octavio, bastante se te ha hablado, y por muchos, de la crisis de fe y de la purificación, por lo que se podría decir que estos temas están prácticamente agotados, pero no es así, los temas son tales que ofrecen posibilidades de consideraciones sin medida.

La Purificación no es un acontecimiento de crónica diaria, es un hecho tal y único en la historia del género humano porque es un viraje decisivo, y no para una nación, sino para toda la humanidad, de la cual cambiará el rostro.

Como para la "creación" intervino Dios Omnipotente con un acto de su divina Voluntad, así para la purificación, no querida pero por Él permitida, intervendrán directamente Jesús, Dios Uno y Trino, y su Madre Santísima para devolver la armonía y el orden de la creación tan gravemente comprometidos por la perversidad y por la ceguera del género humano.

Esta Purificación, en curso que tendrá su no lejano y tremendo epílogo, verá involucradas a las Potencias Celestiales para vencer a todas las oscuras potencias del mal y sólo al final vendrá la intervención del Hijo de Dios y Su Madre Santísima que determinará el éxito de la Victoria final. La Iglesia de Satanás será aniquilada y el Estandarte de la Victoria, la Cruz, ondeará gloriosamente en la Iglesia Nueva, cuya regeneración está en movimiento.

 

Ninguna cosa turbe vuestra fe

 

El Peso del mal que grava sobre la humanidad es tal que la inmoviliza; ella está como aplastada, sin embargo esta humanidad, objeto y centro de esta inmensa lucha, parece que no se da cuenta.

La razón por la que nosotros, Supremos Pastores, volvemos con frecuencia a este tema es simplemente la de preparar vuestras almas y vuestros corazones para los momentos duros y difíciles, saturados de un sufrimiento inexplicable, de miedos y temores, para que ninguna cosa, por grave que sea, turbe vuestra fe y vuestra paz interior,' sí, hermano, vuestra paz interior, porque si permanece firme la fe, será preservada la paz interior de vuestras almas.

He hablado de las intervenciones del Verbo eterno de Dios hecho Carne y de Su Madre Santísima, sí, ellos intervendrán con funciones diversas: Jesús no intervendrá en la confusión, Su intervención para derrotar a las fuerzas oscuras del mal y arrancarles a ellas la humanidad perdida ya ha sido cumplida con la Encarnación.

Satanás con sus legiones han sido por El vencidos para siempre. Ahora es la humanidad, y la Iglesia en particular, esto es, el Cuerpo Místico, que siguiendo la suerte de la Cabeza debe combatir su batalla contra el cuerpo social de Satanás: la Masonería.

La "Madre" no es Dios, es criatura humana, pero es la "Segunda Eva" y es la "primera" después de Dios, es la primera de las criaturas y encabeza y encabezará a la Iglesia de Jesús hasta la victoria, mientras que la intervención de Jesús será dirigida a sacar el bien del mal de los hombres y cambiar en favor de la Iglesia, hecha completamente nueva, la destrucción ¡no valorable por mente humana!

 

Casi una segunda creación

 

He aquí, hermano Don Octavio, porqué "nolite judicare", sino sólo adorar los estupendos designios de Dios que de la iniquidad de las fuerzas oscuras del mal y de la perversidad de una humanidad arrastrada y cegada por la soberbia, humana e infernal, hará salir casi una segunda creación, dando al Cielo y a la Tierra una Iglesia hecha Nueva,  asombro para los ángeles y para los hombres.

Preparaos a vivir los tiempos apocalípticos, ya en acto, cuyas conclusiones están cercanas, con esta convicción, con esta fe firme y con este amor.

Valor, hermano, es así como deberás preparar las almas de la comunidad que presides, adelante sin desmayos; tú sabes que por nosotros solos no podemos nada, pero en Él y por Él lo podemos todo.

Te bendigo y contigo bendigo tu hermano d. P. Y a toda la Asociación y a aquellos que te son particularmente queridos, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

14 de Septiembre de 1978

 

DERECHOS Y DEBERES

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy el Papa Juan XXIII.

El mensaje que te ha dado Santa Teresa del Niño Jesús merece, así como todos los otros, darse a conocer a todas las almas a las que sea posible hacerlo llegar. En realidad la vida en la tierra es verdaderamente una prueba. Prueba personal, por lo que toda criatura humana deberá rendir cuenta de sus personales actos; pero el hombre no está solo en la tierra, es "naturalmente" sociable, pues tal ha sido creado por Dios, por lo que deberá rendir también cuenta de la familia y de las sociedades de las que es miembro.

La primera entre todas las sociedades de las que forma parte y de la que deberá rendir cuenta es la Iglesia, sea la Católica o no; luego, de las varias sociedades civiles, como los Municipios, Provincia, nación y, finalmente, de las de carácter privado, porque toda sociedad implica derechos y deberes.

Mira, Don Octavio, son rarísimas las almas provistas de esta sensibilidad espiritual, por lo que se ha hecho la convicción de que faltar contra cualquiera de estas sociedades, por ejemplo Parroquia, Municipio o Estado, no es pecado...

El enemigo también en esto ha sembrado convicciones verdaderamente… diabólicas.

Pero ¿por qué esta premisa a lo que te quiero decir?

Es sencillo: Nosotros, Supremos Pastores, hemos abierto contigo un tema destinado a prepararos a la hora de la purificación y a la Iglesia regenerada. Es cierto que están ya marca das por la Misericordia Divina las almas destinadas a superar el escollo de la purificación, pero ¡«ay»   de ellas si no estarán preparadas!

 

fe y pureza de costumbres de acero

 

La vida cristiana "integral" en la Iglesia nueva deberá estar exenta de los graves males de los que está afectada la humanidad de hoy.

¡Ay de aquellos hombres que no estén preparados!

Si su fe vacila, si el tenor de su vida está contaminado e infectado por los graves males de la vida cristiana presente, si fe y pureza de costumbres no son diamantinas, terror, desesperación y hasta locura colectiva será la cosecha de su vida terrena y eterna!

Don Octavio, hermano carísimo, debéis preparaos seria mente con la oración, pidiendo los "dones" de la Fortaleza y la Perseverancia para ser coherentes con cuanto os ha sugerido Santa Teresa del Niño Jesús, es decir: fidelidad a la fe, a la Ley y al Amor, al Amor que no teme, que no juzga y que no duda, porque el amor es lo que vence.

Unicuique suum, a cada uno lo suyo, a Dios lo que es de Dios y al prójimo lo que es del prójimo.

Hermano Don Octavio, si desde lo alto de una torre vieras a un hombre correr en un camino, correr locamente hacia un precipicio del que no se puede salir, y si aquel hombre fuera un hermano tuyo, ¿qué harías?

¿No querrías bajar volando para alcanzarlo y salvarlo? ¿verdad que sí?

Pues bien, ¿no es esto lo que sucede ante tus ojos?

¡Cuántos hombres corren locamente hacia la ruina eterna de su alma, hacia aquel precipicio del que no se sale jamás!

¿No se te ha dicho desde el principio cuando comenzaste tu Comunión con los Santos: lo que se te comunica, grítalo fuerte a todos, para que todos sepan, para que ninguno pueda decir que fue tomado por sorpresa?

 

El amor en acción es amor más perfecto

 

-  Si me pusiera a gritar, quién me escucharía, si aun ahora somos considerados

 locos por muchos, y además no es tarea mía hacer lo que me dices…

- Sí, hermano, atente sin embargo a las órdenes del Apóstol, pero no olvides que el mismo Apóstol os ha advertido que la acción del enemigo se ha triplicado en número y en potencia pero los esfuerzos tuyos y vuestros no han aumentado en proporción.

Crece el número de almas en peligro de condenarse, crece la osada prepotencia del Enemigo... pero vosotros no os habéis puesto al día adecuadamente! Debéis luchar contra un Enemigo que sabe muy bien ocultarse y disfrazarse y mejor aún ingeniárselas, sed vigilantes, sed prudentes y no os desaniméis, ¡ÉL es el más fuerte!

- ¿Qué debemos hacer para ponernos al día?

- Aprended a defenderos mejor. La fortaleza, y por lo tanto la victoria en la lucha, estará en vosotros en la medida en que actuéis para liberaras de las escorias de tantas pequeñas cosas; más pura vuestra alma y más grande será vuestra potencia.

También el polvo que se posa sobre una piedra preciosa ofusca su esplendor y cuántas veces has repetido que ante Dios nada es grande y nada es pequeño… ¡pero también con las cosas pequeñas y menudas se pueden hacer cosas grandes y lograr grandes conquistas aun en el campo pastoral!

¡No os preocupéis por ver los frutos, raramente os será concedido ni vislumbrarlos, y esto por un designio de la Sabiduría de la Providencia Divina!

Ha sido así como también yo he querido responder a tu invitación, y te agradezco por habérmela hecho, pues el amor en acción es amor más perfecto, porque el amor siempre da, y darte a ti, a vosotros, es motivo de gozo.

Me uno  a la numerosa legión de vuestros amigos de la Patria Celestial en pedir a Dios Omnipotente, por medio de la Reina vuestra y nuestra, auxilio, gracia y protección contra las asechanzas e insidias del enemigo.

Os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén. Amén. Amén.

 

2 de Octubre de 1978

 

LA OSCURIDAD ENVUELVE A TODA LA IGLESIA

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy el Papa Juan Pablo I.

De los Papas que te han hablado yo soy el último, pero esto no tiene mucha importancia. Aunque breve, brevísimo ha sido mi pontificado, apenas suficiente para darme cuenta de la inmensa tarea de un Papa; apenas suficiente para darme cuenta cómo la oscuridad envuelve toda la Iglesia, ¡desde el vértice hasta la base!

Sabía y en parte conocía las conjuras que el Maligno estaba urdiendo desde hace tiempo para apoderarse de la Iglesia de Cristo, pero que su malignidad y su osadía hubieran llegado a tanto sí lo ignoraba.

Dios Omnipotente con mi elección como sucesor de Pedro, porque Él la ha querido más que los hombres, ha querido dar a la Iglesia y al mundo un último testimonio de su Infinita Misericordia, pero los hombres que están al vértice de la Iglesia han dicho "no" a Jesús y a su Madre y, porque son siervos de Satanás, están resueltos a entregar la Iglesia, misterio de salvación y de Misericordia, en mano al Príncipe de las Tinieblas.

Una vez más Satanás ha desafiado a Dios tramando una conjura que por malicia, insidias y chantajes no tiene precedente, privando a la Iglesia de su legitimo Pastor para arrojarla de nuevo en el caos precedente.

Hermano Don Octavio, este delito, mejor, esta cadena de delitos, porque este es el primero de una larga serie, no hace sino precipitar los tiempos. Por esto ahora podrás comprender mejor la serie de los mensajes de los Supremos Pastores de la Iglesia.

 

Permanecer firmes y sólidos en la fe

 

- Pero ¿por qué, Padre Santo, estas confidencias precisamente a mí, montaña de basuras y de detritos?

Te preguntas: por qué precisamente a mí, pero ¿por qué te obstinas en dudar? ¿No se te ha dicho que tienes una gran misión en la Iglesia? ¿Crees acaso que el Omnipotente Dios tenga necesidad de los grandes y de los poderosos de la tierra para realizar Sus designios de Amor? ¿No se te ha dicho que Él te ha elegido para confundir la soberbia aterciopelado y la hipocresía de los grandes y de los poderosos de la Iglesia? ¿No escogió al pequeño David para abatir la terca soberbia del gigante Goliat? ¿No escogió a los Doce como columnas de su Iglesia... ¿y qué proporción hay en esta elección? ¿Acaso había relación entre los Doce y la misión que Ellos debían cumplir?

Él mismo te ha dicho: "basta" con los por qué, Él es Dios y puede todo, por eso más bien trata de hacer tesoro de cuanto te viene manifestado, pues la oscuridad, dentro de no mucho, habrá envuelto a toda la Iglesia, la cual estará a total merced de las potencias oscuras del mal, por esto deberéis permanecer firmes y sólidos en la Fe, para que muchos, siguiendo vuestro ejemplo, no vayan a desesperarse y a perderse.

¿No os ha dicho Él que aun en la oscuridad estará junto a vosotros y que no lo dudéis para no merecer ser reprendidos como lo fueron sus Apóstoles que dudaron en el lago de Genesaret?

 

Luego... el gran triunfo de la Reina de todas las Victorias

 

¡La prueba a la que ahora estás sometido junto con los miembros de la naciente comunidad es ligera frente a la gran prueba que os espera!

Don Octavio, hermano queridísimo, trata, tratad de recordar cuanto os ha sido dicho también por mis predecesores; tened cuidado de no tomar a la ligera estos grandes dones y favores gratuitamente dados a vosotros, por tanto, confianza ilimitada y abandono completo en Su divina Voluntad.

En la eternidad todo es presente; el pasado y el futuro no son para la eternidad, pero sí son para vosotros en camino en la tierra, por lo que el tiempo de espera parece que no pasa nunca... pero la espera será breve, luego el choque sin precedentes, marcado por el gran triunfo de la Reina de todas las Victorias, a la que de ahora en adelante honraréis en vuestra comunidad.

- Santo Padre, ¿cuál será la imagen de la Reina de todas las Victorias, aquella de Malé?

- Pronto os será indicado.

- Santo Padre, ¿lo que desde esta mañana está sucediendo en nuestra casa qué significa?

- ¡Que estáis en el centro de una tremenda lucha, hermano Don Octavio, y que Ella, la Reina de todas las Victorias está con vosotros!

Por consiguiente se os ha confirmado milagrosamente que además de Él, está también entre vosotros Ella. Esto debe infundir en todos confianza, amor, abandono, serenidad y paz.

Hermano, juntos elevemos a Dios Uno y Trino, unidos con los coros Angélicos el himno de alabanza:

"Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos, a Él honor y gloria por los siglos de los siglos, amén".

Te bendigo, hermano, os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Amén. Amén.

 

5 de Octubre de 1978

 

GRAVEDAD DEL PECADO

 

Escribe, soy Benedicto XV que con este último mensaje completo la serie de mensajes de los Supremos Pastores de la Iglesia.

Hermano Don Octavio, rindamos homenajear Dios Creador y Señor, Padre Misericordioso con todas sus criaturas, a quienes ama desde siempre, a quienes todo provee  y a quienes dirige a su propia finalidad. 

Pero entre todas las criaturas que dócilmente obedecen a su Creador y Señor hay una, el hombre, que en su soberbia osa rebelarse, aumentando en ella misma y en el entero universo desorden y desequilibrio.

De esto, hermano Don Octavio, puedes hacerte una idea de la gravedad del pecado, de la entidad impresionante de este desorden y de la universalidad de los males de esta humanidad rebelde, incrédula y atea, que insidiada por el Infierno se ha puesta en contra de Dios e, inexplicablemente, precisamente contra todo principio precisamente de lógica, de buen sentido y de fe, ¡Lo odia!

Las potencias oscuras del mal han llevado a la humanidad a un exceso tan absurdo por lo que hoy veis el mal lleva do a los límites extremos de la imaginación, aceptado, escuchado y ¡amado!!

En tal situación, y siempre en el respeto de la libertad personal y social, Jesús y Su Madre Santísima han tratado de hacer recobrar la razón a la humanidad y en especial a la Iglesia, llevada lejos de la "fuente" de la que tuvo origen y vida y de la cual fue alimentada, pero Sus intervenciones han sido hechas vanas por el orgullo y la presunción con las que las potencias oscuras del mal han logrado contagiar a las almas y las estructuras civiles y religiosas. Hoy son pocas las almas y las instituciones que han permanecido ilesas.

He aquí porqué la exasperada locura de Satanás está hoy tan exaltada por el éxito obtenido, por la falta de correspondencia de aquellos que, sostenidos por la humildad, pobreza y obediencia, debían llevar al mundo la Palabra de Vida y Salvación, pero no lo han hecho.

 

El verdadero drama

 

La soberbia herida hoy no quiere aceptar, ni mucho menos admitir esta tremenda realidad y responsabilidad. En realidad, para ellos el prestigio, la ostentación y la comodidad han tenido en su vida la supremacía. Así que de "enemigos" de las fuerzas oscuras, a las que habrían debido combatir sin pausa, precediendo al gran ejército de los Soldados de Cristo, se han hecho colaboradores del "enemigo por excelencia" de la Iglesia y de las almas

Este, hermano Don Octavio, es el verdadero drama que precede a la más inmensa tragedia que el mundo humano haya conocido.

Nadie que no tenga en sí una pizca de humildad quiere oír decir que ha traicionado, pero si alguno, obedeciendo a Dios, los pone delante de hechos concretos y reales, al unísono, no pudiendo negar la evidencia, lo llaman loco o maniático...

Las consecuencias de esta situación, no nueva en la Iglesia, pero nunca antes tan generalizada como hoy, te han sido bien clarificadas por otros que te han ya hablado. Ahora, querido hermano ¿puede Dios, que es Misericordia infinita, permitir que las almas creadas por Él y redimidas con Su Preciosísima Sangre hayan de precipitarse, cada vez  más numerosas, en el Infierno?

¡No!, no lo puede. No puede Él, el Amor infinito, permitir que vaya a la perdición lo que siempre e infinitamente ama... Entonces ¿será Él quien provoque la hora de la perdición?

¡No! Esto repugna a su Naturaleza Divina, infinitamente perfecta y buena,... ¿entonces?

Como ya repetidamente se te ha dicho, Dios permitirá que sea Satanás quien provoque su derrota, por lo cual será Satanás el que desencadene este terrible huracán, en el cual, y por la intervención directa de nuestra Santísima Madre, llevará la peor parte.

 

no todos ven... poquísimos aceptan

 

Hermano carísimo, los Supremos Pastores que te han hablado antes que yo, han tenido todos una sola intención y una sola finalidad: prepararte y prepararos, para que ninguno de vosotros desfallezca en la hora de la dura prueba; sed cautos y prudentes, no exponiéndonos voluntariamente a los ataques de vuestros enemigos.

Cautos, prudentes y reservados en el hablar, porque, querido hermano, no todos ven lo que vosotros veis, no todos piensan lo que vosotros pensáis, no todos, es más, poquísimos, aceptan lo que vosotros vivís.

Hermano Don Octavio, sed firmes en la Fe, perseverantes en la Caridad, confiados en las verdades que os han sido da das por el Amor de Él hacia vosotros; estad unidos en un solo bloque granítico, unidos a Él y unidos entre vosotros.

En esto está vuestra fortaleza y en esto está asegurada vuestra Comunidad. Ahora los enemigos os siguen, os espían, os odian, traman conjuras contra vosotros, pero todo esto será en vano si vosotros escucháis y actuáis en conformidad con las sugerencias que os han sido dadas.

Animo y adelante en el Nombre Santo de Jesús y de su Madre Santísima.

Yo intercedo para que la bendición de Él, Dios Uno y Trino, y de la Madre Suya y nuestra descienda sobre cada uno de vosotros, sobre la Comunidad y permanezca para siempre por los siglos de los siglos. Amén. Amén. Amén.

 

COSAS Y HECHOS DE MI IGLESIA

 

 

5 de Noviembre de 1978

 

DENTRO DE MESES LA OSCURIDAD SERA TOTAL

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Deseo servirme de ti porque para esto te he elegido: para que seas un instrumento mío y para servirme de ti para con fundir la soberbia y la hipocresía de muchos grandes y poderosos de mi Iglesia. Hijo mío, en parte me has hecho ya el servicio que te he pedido, y digo en parte, ¡porque tienes aún bastante por hacer!

Como te dije en precedentes mensajes acerca de la situación de Mi Iglesia, así deseo ampliar el tema sobre lo que te he ya dicho y sobre lo que te diré en el futuro próximo.

Te he hablado de la oscuridad en mi Iglesia y hoy con tus propios ojos puedes constatar toda la trágica realidad de lo que te predije. Te seré más preciso, hijo: "dentro de meses", no dentro de años, la oscuridad será total, por lo cual Mi Iglesia quedará sola a merced del Enemigo.

- ¿Jesús mío, entonces tus eternas e inmutables palabras "¿no prevalecerán?"

- No siempre quien está en manos de sus enemigos es destruido por ellos; queda solamente prisionero. Y ¡ Mi Iglesia estará prisionera en manos enemigas!

- ¿Jesús mío, por mucho tiempo?

- Ya se te ha respondido. Dependerá del arrepentimiento de los hombres, pero la prueba será dura y muchos hombres serán arrollados y se perderán; luego, la locura humana y diabólica fundidas juntas desencadenarán un cataclismo sin ningún precedente, tal que el mundo nunca ha conocido cosa que pueda ni aun asemejarse.

- ¡Señor mío bendito, los hombres están al borde de un precipicio pavoroso y ni siquiera se dan cuenta!

- Sí, porque están en una culpable ceguera.

- Jesús querido, dicen que los libros están cargados de pesimismo y escritos por un pobre hombre enfermo de la mente...

- ¡Los verdaderos enfermos de la mente son quienes viven en el pecado, como los animales inmundos viven en el pantano o en lugares peores! Quien habla así quiere decir que está sumergido en las dos concupiscencias, la del espíritu y la de la carne. Pero tú, hijo mío, no te preocupes por eso; cuántas cosas se te han revelado, da gracias por ello a la Misericordia divina.

 

Si no me escucháis...

 

Para aquellos que no quieren creer en mis palabras que tú has escrito transcribe las palabras del profeta Malaquías de este 31º domingo del año: "Rey grande soy Yo, dice el Señor de los ejércitos, y mi nombre es tremendo entre las gentes. Y ahora para vosotros, ¡oh sacerdotes!, este decreto: Si vosotros no me escucháis y no os ocupáis activamente en dar gloria a mi nombre, dice el Señor de los ejércitos, Yo mandaré sobre vosotros la maldición y haré maldición de vuestras bendiciones. Pues vosotros os habéis apartado del camino y habéis hecho tropezar a muchos en la ley, dice el Señor de los ejércitos, por esto os he hecho Yo también despreciables y vi les ante todos los pueblos, porque no guardasteis mis caminos y habéis procedido con parcialidad con respecto a la Ley, ¿No tenemos todos un solo Padre? ¿Por qué, pues, obrar pérfidamente unos contra otros?"

 

Leyendo el presente mensaje, y en particular lo que dice Malaquías, dirán que estas palabras no son aplicables a estos tiempos; sabrán que mienten, pero sostendrán su punto de vista con diabólica presunción.

Así ha sido  para los libros anteriores y así será también ahora, porque los presuntuosos están en la oscuridad y por lo tanto no ven, no pueden ver.

No creerán que Yo, Dios Omnipotente, cambiaré sus bendiciones en maldiciones y que estas maldiciones serán terribles, como terrible es Mi Nombre, porque caerán sobre aquellos Pastores, Sacerdotes y Consagrados que no se han mantenido fieles y coherentes a mi Ley, a mi Fe y a mi Amor.

 

¡sois como cadáveres ambulantes!

 

Pastores y Sacerdotes, Religiosos y Religiosas: Por vuestra soberbia os habéis alejado del recto camino y habéis sido obstáculo para muchas almas que se han condenado por culpa vuestra por el bien que no habéis hecho y por el mal que habéis hecho. La dureza de vuestros corazones os ha hecho duros e insensibles a los impulsos de la Gracia, la presunción os ha nublado la mente y enflaquecido la voluntad, sois como cadáveres ambulantes, por esto os estoy haciendo siempre más despreciables a la vista de los pueblos, traicionados y defraudados porque vosotros los habéis abandonado a merced de las potencias oscuras, de las cuales debíais haberlos defendido.

No apeléis a la Misericordia Divina pues el tiempo de la Misericordia no ha sido acogido. Ahora es tiempo de Justicia.

¡Es cómodo acordarse de la Misericordia de Dios en el tiempo de la calamidad!

En verdad, en verdad os digo: la hora está cercana, arrepentíos y haced penitencia, porque si no todos pereceréis.

Hijo, ahora basta. Como siempre, te digo: reza, repara y ámame. Te bendigo y contigo bendigo a la naciente Comunidad, que Yo he querido, que Yo quiero como una perfumada flor de la Iglesia regenerada.

 

6 de Noviembre de 1978

 

EL TENEBROSO REINO DE SATANAS

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Ayer te dije que era mi intención ampliar el diálogo sobre mi Iglesia y sobre hechos y cosas que tocan su vida; hoy te digo que uno de estos hechos que interesa mayormente a mi Iglesia, es la cruda realidad de sus más encarnizados enemigos.

Es una realidad evidente, claramente revelada, rica de tantísimas señales, confirmada por tantos y dolorosos testimonios y causa primera de todos los sufrimientos humanos, creída y terriblemente vivida por todos los Santos de todos los tiempos y por todos los elegidos, porque no se puede ser Santo, no se llega a ser elegido, si no es cribado y atribulado en el crisol de las potencias oscuras del Infierno. Ahora bien, hoy esta realidad no sólo es puesta en discusión, sino que es hasta negada por Pastores, Obispos y Sacerdotes, que con venenoso celo extienden la incredulidad.

Hijo mío, Yo, Verbo eterno de Dios, me propongo volver a afirmar solemnemente la existencia del "tenebroso reino de Satanás" y manifestarte, aunque brevemente, algunas cosas de la naturaleza de esta turbia realidad.

Pretendo además confirmarte una vez más que la finalidad del misterio de Mi Encarnación es sólo el de arrancar las almas al Infierno "eterno", creado para quien no ha querido y no quiere someterse a Dios, Uno y Trino, Alfa y Omega de todo y de todos.

He hablado de Infierno eterno, hijo, y así es, aunque la presunción humana en su ilimitada necedad tenga la absurda y ridícula pretensión de rehacer o corregir los eternos decretos de Dios. Las provocaciones de los hijos de las tinieblas en efecto han sido y son tales que la Omnipotencia del Padre habría ya severamente castigado a esta ingrata humanidad si hubiera faltado la intercesión de Mi Santísima Madre y las oraciones y penitencias de los justos.

He aquí una vez más confirmado lo que te he dicho en precedentes mensajes, publicados en el quinto libro y esto es, que toda la acción pastoral de mi Vicario en la tierra, de los Obispos y de los Sacerdotes trae origen de esta inmutable finalidad: arrancar las almas de las potencias oscuras del Infierno para conducirlas de nuevo a la Casa del Padre Celestial.

 

Masonería, la iglesia de los demonios

 

Hijo mío, cuántas veces te he dicho y recordado que Lucifer y su estado mayor basan su actividad y su modo de ser remedando a Dios... 

Yo, Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, he fundado mi Iglesia jerárquica... y jerárquica es la iglesia de Satanás en la tierra, la Masonería;

Yo, Jesús, había diseminado fortalezas espirituales en toda mi Iglesia... la masonería, la iglesia de los demonios, ha diseminado en el mundo sus Logias, con jefes y gregarios con el solo fin de contraponerse y combatir a mi Iglesia. Y siendo los demonios tales precisamente por rebeldes a Dios, toda su actividad está inspirada y basada en la rebelión y, por lo tanto, sobre todo lo contrario de cuanto se realiza en mi Iglesia.

La masonería, querida, sostenida y guiada por las potencias oscuras del mal, está alcanzando el máximo nivel de su obra de demolición de mi Iglesia obrando en el interior y en el exterior; en el interior tiene bastantes gregarios en el vértice y en la base, en el exterior, como siempre enmascarada por la hipocresía, pero golpeando e inyectando con su aguijón venenoso a todos aquellos con los que entra en contacto; además hoy, presintiendo próximo el gran choque minuciosamente preparado desde hace tanto tiempo con arte solapada, no duda en manifestar lo que siempre ha mantenido celosamente escondido, ocultado.

Tachan de locura a quienes han permanecido y permanecen firmes en la fe y en la fidelidad a Dios y a la Iglesia, que aunque casi enteramente prisionera de estas fuerzas tenebrosas infernales y terrenales resistirá y no será destruida, es más, de los sufrimientos de la hora actual saldrá más bella y más luminosa, como nunca antes lo fue.

 

Cuántos no creen en Mi presencia

 

Hijo mío, te has preguntado muchas veces cómo es posible que te hayas venido a encontrar enredado en tantas luchas con las potencias oscuras del Infierno, que te han costado sufrimientos difícilmente comprensibles por los demás y tantas lágrimas amargas… cómo es posible que también ahora debas soportar esta persecución, porque así la puedes llamar, persecución, también ésta, oculta a los demás, pero bien notoria para ti; ahora bien, creo que desde este momento tal interrogante no tenga ya razón de subsistir, por otra parte ¿cuántas veces lo he respondido ya?

Hijo, te he reservado una tarea y una gran misión para la que era necesaria la dolorosa experiencia permitida por mi Divina Voluntad.

Ahora, hijo mío, ten confianza y no temas de nada. Preparaos a asumir bien vuestros deberes de hijos predilectos; no os faltarán nunca los auxilios ni la asistencia divina.

Amaos como Yo os amo. ¡Cuántos no creen en mi presencia personal en medio de vosotros, cuán grande y triste es la oscuridad en la que se debaten!

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a la Comunidad.

Ámame, reza. Rezad y reparad.

 

6 de Noviembre de 1978

 

UN ARMA TREMENDA: EL MALEFICIO

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Fiel a la promesa que te he hecho deseo continuar la conversación iniciada ayer y comunicarte otras cosas referentes a mi Iglesia.

La perfidia y la malicia de las potencias oscuras del mal es tal que muy difícilmente se puede conocer toda su extensión. También difícilmente se puede comprender cómo malicia y perfidia se hayan insinuado, como una inmensa nube tóxica, en los más remotos entresijos de mi Iglesia, envenenando todo y oscureciendo todo.

¿Puedes tú hoy contar las herejías que laceran a la Iglesia?

Las potencias oscuras del Infierno además, sometiendo a sí a los hijos de su iglesia, querida para diseminar todos los males posibles con los cuales golpear, lacerar y atormentar almas y cuerpos, tienen también a disposición un mal grande, un arma tremenda para golpear, no sólo el espíritu sino también los cuerpos de los miembros de mi Iglesia: ¡el maleficio!

 

esto suscita estupor y aun escándalo en quienes...

 

Del maleficio, ¡cuántos son víctimas hoy! ¡Un número sin número!… Sin embargo esta palabra: "maleficio", que es causa de indescriptible sufrimiento, suscita perplejidad, dudas e incredulidad aún en aquellos que son víctimas de ello;

suscita risas y burlas en quienes no creen;

suscita estupor y hasta escándalo en aquellos que deberían conocer su naturaleza,  origen y causa y deberían sugerir modos y medidas para defenderse e indicar los medios para combatirlo.

Pero ¿quiénes son éstos que fingen estupor y asombro cuando oyen hablar de maleficio?

Es increíble de decir hasta dónde llega la perfidia de los Demonios y de sus aliados y colaboradores en la tierra, precisamente porque estos son Sacerdotes, Obispos y hasta Cardenales, que descaradamente con engañosos pretextos, con una malicia y perfidia satánica y con un nauseabundo y fingido celo prohiben a los Sacerdotes confiados a su cuidado usar los medios buenos y eficaces, ya indicados en el pasado por la Iglesia, aceptados por la Cristiandad y usados por todos los Santos, quienes han apreciado su utilidad y su eficacia, presentando como cobertura de su hipocresía la aplicación del Concilio, entendida a ¡quitar de en medio los tabúes que ¡podrían disminuir el prestigio de la Iglesia!

Se ha llegado así a prohibir a los Sacerdotes "bendecir" a personas maleficiadas y a limitar el uso del agua Bendita, imponiendo bendecirla sólo en las Misas dominicales, y todo, naturalmente, bajo la apariencia de cuidar celosamente el prestigio de la Liturgia.

 

maleficio: presencia de oscuras fuerzas ocultas

 

Este es un aspecto negativo y demoledor, pero son tantos los aspectos negativos y demoledores de la Pastoral moderna, desviada como está de su finalidad fundamental, que es la de arrancar a las almas de las garras de las fuerzas oscuras del mal.

Lo que estoy diciéndote, hijo, son pequeños fragmentos de los trágicos males de mi Iglesia. Los maleficios son una tremenda realidad, cuya visión sin embargo, por arte diabólica, está quitada aún de la vista de quienes son sus víctimas.

En efecto, en la voluntad de quien los encarga y de quien los obra, el hablar de ello se considera culpa, índice de ignorancia y de oscurantismo, mientras que el oscurantismo forma precisamente parte de la naturaleza diabólica de los demonios, que por medio de su iglesia en la tierra lo difunden, lo propagan llevándolo a las almas sirviéndose precisamente de los maleficios.

¿Qué quiere decir maleficio y qué es? Es la presencia de "fuerzas oscuras" ocultas en personas, lugares o cosas, con las cuales en general se crean situaciones de sufrimiento espiritual y material.

He dicho en general, porque no siempre donde hay presencia de fuerzas oscuras ocultas hay sufrimiento, en efecto en aquellos que son artífices de los maleficios, esto es, son instrumentos de estas fuerzas oscuras ocultas, no hay sufrimiento espiritual ni material, porque les viene evitado por esas mismas fuerzas a las que están ligados.

El "espiritismo", que es evocación de fuerzas ocultas, jamás es de Dios, sino siempre del Infierno y es medio para extender en la tierra el reino del Príncipe de las tinieblas, y así los sometidos a la iglesia de Satanás son otros tantos celosos apóstoles de ocultas presencias en almas, lugares y cosas, artífices por consiguiente de tanto increíble sufrimiento.

Negar hechos y consecuencias de la pérfida actividad de las potencias oscuras del Infierno es como negar a Dios, el Cual, para liberar a la humanidad de tanto mal me ha enviado a la tierra a Mí, Verbo Eterno de Dios hecho carne, a morir en la Cruz.

Hijo, por ahora basta, te bendigo, ámame.

 

6 de Noviembre de 1978

 

ALMAS MALEFICIADAS

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Me propongo continuar con la conversación del mensaje anterior, en el que he querido aclararte algunos aspectos de "uno"  de los tantos medios con los cuales las potencias oscuras del Infierno embaucan a las almas inexpertas, imprudentes, siempre deseosas de novedades, débiles o indefensas, por estar privadas de la asistencia espiritual, o por su negligencia, o por el incumplido deber de quienes por vocación habían sido designados para cuidar su vida religiosa, almas lisonjeadas por espejismos prohibidos, y casi siempre engañadas...

Pero no intento incluir a todas las almas en las susodichas categorías, porque en efecto hay también almas buenas, santas, almas en serio camino hacia la perfección que por Voluntad permisiva de Dios son maleficiadas, en cuanto a que el sufrimiento que les procura el maleficio, para ellas se convierte en medio de expiación, de purificación, de santificación, de enriquecimiento y de redención; porque el sufrimiento, de cualquier parte que provenga, si es aceptado con fe y generosamente ofrecido, se cambia en santificación.

-  ¿ Qué almas pueden ser maleficiadas?

-  Teóricamente todas. Unas directa o indirectamente por obra de las fuerzas del mal y otras por Voluntad Permisiva de Dios. Pero el maleficio lleva siempre en él el sello del Infierno, también cuando es provocado por los gregarios de la iglesia de Satanás, la masonería.

-  ¿Los maleficios son todos de la misma naturaleza?

-  En muchos aspectos sí, en cuanto a que todos llevan al maleficiado sufrimiento espiritual y físico.

-  ¿Los maleficios son todos iguales?

-                     No, se diferencian mucho entre ellos;

el maleficio producido por un Consagrado reviste siempre una mayor gravedad, sea por la intensidad de malicia o por el tiempo que se necesita para liberar a la persona afectada;

quien además se hace culpable de maleficio evocando los Espíritus Malignos puede determinar la naturaleza, la gravedad, el grado y el número de las presencias de los espíritus, que generalmente son tres, pero también más;

pero para cualquier maleficio, sus efectos dependerán siempre de la libre Voluntad Permisiva de Dios.

 

La acción pastoral más directa

 

- ¿Qué medios se deben usar para liberar a las almas que son afectadas por él?

-  Hijo mío, te dije en otra ocasión que el exorcista no debe esperar consuelos, sino sólo y siempre sufrimiento, y que raramente ve el resultado de su acción pastoral, la más directa pastoral, de la que Yo, Verbo eterno de Dios, he dado tantas veces ejemplo arrojando los Demonios y curando a los enfermos, pero para que este Ministerio Pastoral surta sus efectos debe ser ejercido por Santos Sacerdotes.

Vendrá el día en el que Obispos verdaderamente santos se acordarán de la validez de Mi Mandamiento "Id y predicad el Evangelio a todas las gentes, bautizándolas, curando a los enfermos y arrojando a los demonios".

El exorcista, además de ser santo, debe ser hombre de profunda oración, debe usar todos los medios consentidos como los Sacramentos, en los que hoy ya casi ninguno cree mientras su eficacia depende de la Fe y de la Gracia de quien los usa;

impartirá también "las bendiciones", que si son en forma Privada no necesitan de ninguna licencia del Ordinario, pero si en cambio el exorcismo es público y hecho en nombre y en unión con la Iglesia, necesita el permiso del Ordinario del lugar en el que se realiza.

Te he dicho además en otras ocasiones que la estrategia de Dios es la de dirigir hacia el bien todo el mal obrado por las fuerzas oscuras del Infierno y de sus gregarios, que se perpetúan en los siglos; mientras que la estrategia de las potencias oscuras del Infierno es la de "tratar" de dirigir hacia el mal todo el bien realizado en la tierra por los hombres de buena voluntad.

 

monstruoso y culpable engaño

 

La hora de la liberación de un alma golpeada por un maleficio está siempre determinada por la Voluntad Divina y puede ser anticipada por la colaboración, la fe y el deseo de liberación del afectado, o puede ser prolongada por la falta de colaboración, de fe y del deseo de ser librado, o también por la acción maléfica aún en acto por parte de quien ha procurado el maleficio.

El maleficio también puede ser mantenido o prolongado por un Designio misterioso de Amor, dirigido a salvar almas relacionadas con el maleficiado en un plano particular de salvación.

Hijo mío, los tiempos se abrevian y está muy cercana la hora en la que las cosas se podrán y deberán llamar con su verdadero nombre, porque deberá ser frustrado el plan diabólico destinado a enmascarar estas dolorosas y malvadas realidades, con las que se ha particularmente querido atacar a la Iglesia, sin suscitar la justa reacción, es más, sirviéndose de los hombres de la misma se ha querido convalidar el plan diabólico y defenderlo de todo contraataque que pudiera obstaculizar su evolución.

Un engaño colosal y monstruoso del que son víctimas tantas almas que pagan  con sus sufrimientos, sin recibir el mínimo auxilio o consuelo de aquellos que, en el designio de Dios, habrían debido ser sus naturales protectores y defensores.

Hijo, por ahora basta, como siempre, te bendigo; ámame. reza y repara.

 

7 de Noviembre de 1978

 

TÚ, COMO PROFETA ELEGIDO DEBERÁS ANUNCIAR...

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

La prueba tan dura y áspera que estás viviendo es la confirmación de cuanto te he dicho, pero ahora prevengo tu pregunta y respondo: No te he pedido esta dura experiencia sólo para ti, es más, más que para ti, te la he pedido para los demás, un día comprenderás y deberás constatar cuán verdaderas son éstas Mis Palabras.

Todo el mundo humano ha sido monstruosamente engañado, y es mi Voluntad que la Verdad se haga camino entre todos los hombres y tú, hijo mío, igual que otros, has sido elegido para ser un instrumento dócil para la realización de Mi plan de renovación y de regeneración de la Iglesia.

Actualmente eres objeto de mucho odio... pero ¿de dónde su origen? Tú lo sabes; los enemigos invisibles y visibles tuyos intuyen que los meses están contados y que la hora en la que Iglesia, Pueblos y Naciones descubran el colosal engaño del que han sido víctimas por siglos está cercana. ¡De aquí tanto odio!

Tú, hijo mío, como Profeta elegido deberás anunciar a las almas, con las palabras y con los escritos, esta paradójica, absurda y monstruosa conjura en daño de la Iglesia y de los Pueblos; pues habiendo sofocado en ellos la "luz" de la Razón, del buen sentido y la "luz" de la Fe y no hablo sólo de la fe católica, sino de la fe de todas las Religiones, se deja que los hombres de la Ciencia, de la Política, del Arte, de la Literatura, hombres de la iglesia hablo de aquellos que se han adherido a la iglesia de Lucifer en la tierra y de aquellos "teólogos", tan numerosos, que hacen competencia para destruir los grandes valores de la Revelación se deja, repito, que todos ellos compitan en demoler y destruir con capciosos pretextos todo cuanto hablan sido dado en custodia a los Pueblos y a las Naciones como patrimonio precioso de Verdad, belleza y gloria del entero Género Humano, único patrimonio de "verdadera" civilización.

 

Síntesis realista y veraz de la inmensa tragedia

 

Hijo mío, pronto deberá ser puesto en circulación el V Libro para hacer conocer a los hombres lo que les espera en el próximo futuro.

El título de este libro: "La Medida Está Colmada; El Vaso se Derrama; La Humanidad Justiciera de Sí Misma", encierra en sí una síntesis realista y veraz de la inmensa tragedia preparada fríamente con la obra Satánica de siglos y con la colaboración de aquellos hombres que, en general, por todos son considerados los "grandes" de la humanidad.

Ahora bien, este hecho, a la luz de la razón, de la fe y de la lógica, considerado en sí y por sí es un monstruoso absurdo; pero si es enmarcado en el histórico conflicto surgido por el odio implacable de las potencias oscuras de las tinieblas contra las potencias de la Luz, y siempre en acto, se le puede entrever una lógica tremenda, si bien queda siempre como un hecho misterioso que sean precisamente los hombres más dotados de dones naturales los que se dejan cegar por la oscuridad demoníaca y se transforman en monstruos generadores de mal y de ruinas espirituales, materiales, intelectuales, morales y civiles.

No, hijo mío, no exageraciones, como algunos dicen; no exagerado pesimismo, como otros te acusan, sino te confirmo, que no hay términos adecuados para describir las ruinas producidas por estos hombres pervertidos por la soberbia, ruinas de todas clases, surgidas todas del Odio.

No, no es exageración este cúmulo gigantesco de males, de los cuales vosotros no podéis tener más que una parcialísima y limitada visión, pero cuando con el precipitarse de los tiempos se acreciente y llegue a su máximo nivel, entonces, salvo los elegidos, todos los demás serán sus víctimas.

 

Oh necedad humana…

 

Oh necedad humana, qué misteriosa e incomprensible eres...

abdicar a la Luz por las Tinieblas;

abdicar a la Verdad por el Error;

abdicar a la Vida por la Muerte;

abdicar al Amor por el Odio ...!

¿Cómo explicar este monstruoso fenómeno si no admitiendo la nefanda interferencia de las Fuerzas y de las Potencias oscuras del mal del que hoy se ríen?

el hecho luego de que estas fuerzas y potencias oscuras sean superiores a la naturaleza humana no es suficiente para justificar su presencia en medio de los hombres y su malvada acción devastadora de almas y de cuerpos, hijo mío. Un poco de tiempo aún y todos comprenderán lo que obstinadamente siempre han rechazado querer comprender.

No temas, habías sido prevenido de todo, por lo tanto no temas por las explosiones de odio contra ti; esto te explica la validez de tu misión, por la que el Infierno te odia; pero si el Infierno te odia, eres compensado por Mi Amor que te confirmo.

Otra vez confirmo cuanto se ha dicho con Mi bendición, que extiendo a toda la Comunidad, ahora en el crisol de su dura prueba.

Ámame, reza y repara.

 

11 de Noviembre de 1978

 

EXORCISMO: EL APOSTOLADO MÁS DIRECTO

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús, que desea reemprender la conversación interrumpida hace algunos días.

Quiénes son los que deben exorcizar.

Por mandato divino, por deber de justicia y de caridad, son los Obispos quienes pueden ejercer este poder, directamente o indirectamente. El poder de exorcizar y el poder de liberar las almas de las que el demonio o más demonios se han apoderado y liberar las almas de las potencias oscuras del mal, es el apostolado más directo, porque, lo repito una vez más, la razón del Misterio del Mi Encarnación es precisamente sólo esto: o sea, el rescate de las almas de los demonios y de su feroz tiranía, con el precio de Mi preciosísima Sangre..

Todos los bautizados de camino en la tierra ¿no deben amarse, y quererse más que hermanos?

¿No he dado a Mi Iglesia reglas bien precisas e indicaciones prácticas de cómo amar a los propios hermanos, indicando también el modo de concretar el amor cumpliendo las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales?

Ahora bien, ¿quién más enfermo y más necesitado que un maleficiado, que siempre sufre en el alma y en el cuerpo, quién más necesitado de comprensión y de ayuda?

¿ Quién está en condiciones de ayudar, liberar y consolar a un maleficiado más que los Obispos, los cuales tienen la plenitud del Carisma Sacerdotal?

           

Sufrimiento: arma indispensable

 

Si el Obispo es verdaderamente santo no le faltará ni la sensibilidad de comprender, ni la Gracia de actuar eficazmente sobre quien sufre de maleficio, pero si no es santo, ni ve ni comprende; por lo que él mismo tendría necesidad de que se le ayudara con un exorcismo.

Hijo mío, para afrontar al Enemigo a cara descubierta se necesita fe, valor, fuerza y otros dones que no tienen sus raíces en la soberbia, sino sólo en la humildad; tú podrías buscar por todas partes, pero un bravo y fuerte exorcista lo encontrarás sólo entre los humildes, jamás entre los soberbios; un bravo exorcista jamás lo encontrarás entre los hambrientos de prestigio, de riquezas, de comodidades, sino sólo entre los pobres; porque quien ama el prestigio y las comodidades que ofrece el mundo no es nunca de Dios y no podrá nunca estar en grado de realizar un genuino apostolado todo dirigido a la Gloria de Dios y al bien de las almas.

El exorcista verdadero, que verdaderamente puede obrar con éxito y que, como ha sido dicho en un mensaje anterior, casi nunca conoce los frutos de su obrar, es aquel que está dispuesto a aceptar, y gustoso acepta, el sufrimiento como don de Dios y como arma esencial e indispensable para su lucha, arma que atemoriza y espanta al Adversario, y esto es para el exorcista ya parte del éxito a que tiende.

Hijo mío, en gran parte los capciosos pretextos por los que muchísimos Obispos ya no exorcizan encuentran en esto su explicación; he dicho que es tiempo de hablar sin velos y sin sobreentendidos, pues bien ¿qué éxito podría tener sobre el Enemigo uno que es ya presa del mismo y su prisionero?

En mi Iglesia regenerada no quiero incrustaciones de ningún género; todo debe volverse puro y limpio, como era al principio.

El Oficial que en guerra no precede a sus soldados no es un buen oficial y no puede aspirar a la victoria;

la victoria no es de los viles sino de los valientes.

 

exorcizar es la flor y nata de la pastoral

 

Muchas y muchas veces te he dicho que si se cree en mi Evangelio no es posible dar a mis palabras un sentido diferente de aquel que Yo le he dado, y Palabras relativas al Mandato confiado a los Apóstoles son claras, simples y precisas: "Id y predicad Mi Evangelio... curad a los enfermos y arrojad a los Demonios". Y estas Palabras mías, como todas las demás, son eternas e inmutables. ¿Se las cree o no se las cree?

Si se cree: ¿por qué no se ponen en práctica?

Si no se cree: ¿por qué se aceptó hacerse en Pastor de almas, traicionando la finalidad primaria de la pastoral?

Se excusan con el pretexto de que este deber se puede cumplir indirectamente a través de cualquier sacerdote, delegado "ad hoc"... ¡La hipocresía humana verdaderamente no tiene límites! Ya te he dicho, hijo mío, que no se ama por poderes; así el bien, cuando hay todas las posibilidades de hacerlo directamente se debe cumplir personalmente y no a través de terceros, y de este modo sólo si estuvieren condicionados por situaciones particulares, ahora ya, ¿qué mejor bien que exorcizar, pues ¡esto constituye la flor y nata de la pastoral!?

Además de cuanto se ha dicho hay que agregar que el Obispo tiene el sacrosanto deber de preceder a los demás con el ejemplo y que teniendo el Obispo la plenitud del sacerdocio, tiene también la plenitud del Poder Sacerdotal, por lo cual el Obispo que ejerce este ministerio desprende una fuerza y una potencia muy particular, que es propia del Carácter Episcopal.

Los Obispos que ejercen éste su principal poder de arrojar a los Demonios indirectamente delegando a uno o más Sacerdotes para su Diócesis a menudo demuestran escasez de fe, falta de sensibilidad pastoral y carencia absoluta de visión realista de una situación verdaderamente triste, porque hoy los maleficiados son muchísimos y muchísimos los que van implorando una ayuda, que no encuentran jamás en los Obispos y casi nunca en los sacerdotes que no creen, hasta el punto de hacer una trágica ironía con quien tiene necesidad de otra cosa que la estupidez de sacerdotes sin fe y sin amor.

Hijo, por ahora basta, aunque no se ha agotado el discurso.

Te bendigo y contigo bendigo a quienes te son queridos, ámame, reza y repara.

 

12 de Noviembre de 1978

 

QUIÉN PUEDE EXORCIZAR

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús. Continuemos con el tema de ayer sobre el exorcismo.

¿Quién puede exorcizar? Además de los Obispos, naturalmente los Sacerdotes que tienen esa facultad delegada por el Obispo. En la consagración sacerdotal está incluida también la facultad de exorcizar, pero ahora hablo del exorcismo oficial que los obispos se han reservado para sí, porque el exorcismo privado es de todos los sacerdotes y aún de los seglares

Como te dije en anteriores mensajes, el exorcista debe ser siempre persona de profunda vida interior, que viva intensa mente la Vida de la Gracia, plenamente consciente y conocedor de lo que hace y, por lo tanto, que conozca a fondo la naturaleza de la trágica lucha que ha de sostenerse contra 1as misteriosas, pero reales, potencias del mal; que sepa de las astucias y de las insidias que ellas están siempre prontas a tender contra todos y de manera especial contra aquellos que les hacen frente sin temores y sin miedo, pero con la necesaria prudencia.

     

El primero y el más potente medio de ataque

 

Los sacerdotes, que después de los obispos son los que participan más íntimamente en el Real Sacerdocio de Cristo deben exorcizar por un primario deber de su estado, por un deber de justicia y también de caridad.

Si el sacerdote en realidad está convencido, como de hecho lo debe, de ser "corredentor" con Cristo; si está convencido de que "redimir" quiere decir liberar a las almas hechas prisioneras por las potencias oscuras del mal, no se ve cómo pueda ignorar el primero y más potente medio de ataque contra sus adversarios que, fuertes por la superioridad de su naturaleza, no ahorran golpes de mano en perjuicio de las almas para hacerles daño, sobre todo cuando son invitadas por personas perversas para posesionarse de ellas y torturarlas de todas formas.

¡Sea dicho y afirmado una vez más, que es cosa absurda y paradójica que un Sacerdote ignore, o afirme que no cree en los Demonios ni en su odio por toda la humanidad, sin excepción alguna, pero especialmente por la humanidad mejor, porque eso equivale a afirmar que ignora el "porqué" del Sacerdocio y de su misión en medio del mundo!

Estos sacerdotes pueden muy bien ser comparados con Oficiales de un Ejército que no creen que deben combatir contra el enemigo que los ataca, afirmando, que no existe, que sólo es una fábula de tiempos pasados, mientras que sus soldados caen numerosísimos ante sus ojos.

Ésta, hijo mío, es la situación de muchísimos sacerdotes de esta generación loca e incrédula, que asiste impasible a la acción demoledora y disgregadora de las potencias demoníacas, sin pestañear, es más, ¡fingiendo asombro ante quien los acusa de complicidad con las adversarias fuerzas del mal!

 

Llamar a buenos seglares para sustituir a Sacerdotes

 

Por esto, hijo mío, una noche de 1974 te dije que te procuraras crucifijos para que los dieras a buenos seglares, animados de un espíritu de fe y de caridad, que no encuentro ya en mis sacerdotes, a fin de que esos seglares "bendigan", dado que los sacerdotes no sólo no bendicen ya, sino que se ríen de aquellos que animados por un verdadero espíritu sacerdotal lo hacen aún.

Desmayando los Sacerdotes en los fines primarios de su vocación, Yo Verbo eterno de Dios, te sugerí que llamaras a buenos seglares, temerosos de Dios, para sustituir a los Sacerdotes materializados, para bendecir sin miedos y sin temores, asegurándote la eficacia de sus bendiciones.

Continúa, hijo mío, pues la necesidad es grande, de hecho, Mi Iglesia rebosa de fuerzas enemigas; está llena de ellas en su interior y cercada de asedio en el exterior, pero tú sabes de qué parte se inclinará la suerte favorable en este inmenso conflicto.

No alimentes dudas, hijo mío, te confirmo que las fuerzas del Infierno se desencadenarán cada vez más contra ti, pero no temas; te he dicho que serás compensado con la abundancia de mi amor y que ninguno podrá nada contra ti.

Ofréceme tus sufrimientos, que Yo transformaré en luz y gracias para tantas almas inmersas en lo oscuro de la incredulidad.

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a la Comunidad, que me es querida porque es y será un "faro"  de luz en las tinieblas.

Ámame, reza y repara..

 

13 de Noviembre de 1978

 

TODO CONFIRMADO ES UN COMBATIENTE

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que quiero continuar la conversación acerca de los maleficios, que tan frecuentemente se llevan a cabo en Mi Iglesia.

 

Ayer te dije que ha de ser considerado como deber del propio estado exorcizar a aquellos que son golpea dos por maleficio y te señalé también a los buenos seglares que pueden y deben exorcizar. Cierto no serán pocos los que manifestarán asombro mientras otros fingirán escandalizarse por estas afirmaciones, pero ni su asombro ni su escándalo pueden cambiar la naturaleza de los hechos.

Todo Confirmado es insertado en el gran Ejército de la Iglesia, y, como todo cristiano es insertado naturalmente con el Bautismo y organizado en el Cuerpo Místico de Cristo, adquiriendo la Gracia que lo hace hijo de Dios, con todos los atributos relacionados a este gran y gratuito don hecho por Dios a todo bautizado, así todo Confirmado, en su papel de Soldado adquiere con el distintivo propio del soldado, distintivo y carácter invisible pero eterno, el derecho y el deber de participar en todas las actividades del Ejército del que forma parte y de las que la principal es combatir al común Enemigo.

El Sacramento de la Confirmación, así como el del Orden, os hace mayormente participes del Real Sacerdocio de Cristo, Víctima por excelencia, es más, la sola gran Víctima verdaderamente agradable y acepta al Padre, por la cual las almas son redimidas; ahora bien, redimir quiere decir liberar a las almas tiranizadas por el Maligno.

Además de este primario efecto, la Confirmación da al confirmado los Siete Santos Dones, por los que se inserta más establemente en el Cuerpo Místico, fortaleciendo todo el Cuerpo Social de Cristo, como por otra parte todo niño, llegado a la edad suficiente, es acoplado en la escuela para que con el estudio pueda mejor organizarse e insertarse en la Sociedad Civil en la que vive.

 

Ejército en desbandada... derrota inevitable

 

Hoy en la Iglesia no se comprenden ya estas cosas, que Por Sí mismas son muy sencillas, y por otra parte es gravísimo que por muchos Sacerdotes hoy no sean conocidas ni la naturaleza ni la finalidad de un Sacramento tan importante y que señala en la vida de los niños una etapa tan grande.

No creyendo ya en las potencias oscuras del mal, ¿cómo pueden explicar a los niños un Sacramento instituido por Mí, Verbo eterno de Dios, para que todo hombre que viene a este mundo Me escolte para combatir contra las fuerzas oscuras del Infierno?

¿Por qué te dije aquella noche que entregaras el crucifijo a "buenos" seglares y no a todos los seglares?

La razón es evidente: porque no todos los cristianos son buenos, no todos viven la vida de gracia y son temerosos de Dios, y por esto muchísimos carecen de las cualidades esenciales para la eficacia de las bendiciones.

Se te ha dicho que aquellos que son víctimas de los Demonios no pueden tener ningún poder sobre ellos, pues bien, hijo mío, si el mundo rebosa de mal es precisamente porque en el mundo y en mi misma Iglesia las potencias tenebrosas del Infierno no encuentran ya resistencia alguna, hechas naturalmente pocas excepciones; el Infierno hoy domina porque el gran ejército de mis soldados está en desbandada y desorganizado.

¡Oh, cuántos desertores en Mi Iglesia, y no sólo simples soldados, sino Oficiales, y altos Oficiales... y cuando en un ejército da comienzo la hemorragia de las deserciones, se acabó, la derrota es inevitable!

Mi Iglesia sin embargo no perecerá, porque Yo, Dios Uno y Trino, no lo permitiré, pero Ella es ya prisionera de las fuerzas oscuras del mal... y tú sabes lo que ha sucedido, sucede y sucederá: cosas tremendas, en las que las almas buenas y sencillas no pueden creer, sino a duras penas.

 

iglesia prisionera, pero "viva"

 

Hijo mío, sé lo que piensas: ¡Si la Iglesia está prisionera son inútiles los esfuerzos encaminados a liberar a las almas esclavas del Enemigo!

No, no es así. Te he dicho prisionera, pero aún "viva", y si está viva, como lo está, puede aún obrar, cierto con dificultad y sin poder contar con el éxito de sus esfuerzos, pero esto no importa, porque la actividad es señal de vida, así como en general el humo es señal de fuego, aunque no se le vea.

Cuando un pueblo se encuentra en un estado de cautividad tiende a la libertad, se mueve hacia la libertad, pero se hace cauto y prudente... así debéis actuar también vosotros, puesto que, os repito, los militantes de la iglesia de Satanás os miran, os espían, os odian y no están nada de inertes, es más conjuran contra vosotros; por lo tanto, actuad, sí, pero prudentemente, cautos sobre todo en el hablar.

El reino de Satanás, aun estando cercano a una gran derrota, ha alcanzado el máximo nivel de su potencia en la tierra y esto no se puede ni se debe ignorar.

Hijo, Te bendigo y Conmigo te bendicen mi Madre Santísima y San José, quienes siguen de cerca las varias fases de vuestra lucha.

Extiendo ésta mi bendición a todos aquellos que rezan, esperan y sufren por la Gloria de Mi Nombre y por la salvación de las almas.

Ámame, reza y repara.

 

13 de Noviembre de 1978

 

EL REINO DE SATANAS ES OSCURIDAD

 

Hijo mío, toma de nuevo la pluma en la mano y escribe.

Te he hablado de pavorosa realidad, de pavoroso y gigantesco engaño realizado por Satanás en daño de la entera humanidad y cuyas consecuencias son inexpresables en términos humanos, porque el hombre es demasiado pequeño para poderlas comprender, pero es lo suficientemente grande para experimentarlas.

La ignorancia es como una nube que genera oscuridad, y la oscuridad es como la negrura que impide la visión de las cosas.

El reino de Satanás en la tierra es reino de oscuridad, esto es, de oscuridad completa que quita la visión de cuanto Satanás desde hace milenios, pero especialmente en estos dos últimos siglos ha estado tramando para la destrucción de la Iglesia y de la humanidad entera, y de todo cuanto está obrando en daño del Reino de Dios en su loca, sí, verdaderamente loca ilusión de aniquilarlo juntamente Conmigo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne.

El reino de las tinieblas no es eterno, es sempiterno; ha nacido y surgido en antítesis al Reino de Dios, por iniciativa de Lucifer, seguido por Belcebú, por Satanás y por densísimas legiones de ángeles.

El absurdo pensamiento de estas criaturas rebeldes, su absurda voluntad, ya que en ella están congelados, es la de querer competir con Dios, considerándose no sólo iguales, sino además superiores a Él; por esto continúan desafiándolo, no pueden ya no querer desafiarlo, ni podrán ya jamás concebir o creer en el Misterio de la Encarnación del Verbo Eterno de Dios.

¡Que el Eterno Hijo de Dios pueda asumir la naturaleza humana, esto es, una naturaleza inferior a la suya, es cosa tan absurda que ellos no aceptarán jamás!

De aquí el ilimitado odio y la insurrección que determinó la gran batalla y la tremenda fisura que dio lugar a la oscuridad del Infierno y de aquí también el odio implacable e inagotable, el odio generador de envidia y de celos contra la naturaleza humana.

 

En el infierno se sufre en razón de los dones habidos en la tierra

 

Estos monstruos sin amor, incapaces aún sólo de imaginar el amor, no podrán jamás amar a una criatura humana; la rodearán de lisonjas, la insidiarán con embustes y mentiras sólo para atormentaría mayormente, porque estas monstruosas criaturas ) aun cuando dotadas de dones naturales, como la inteligencia, la voluntad y otros, no podrán nunca usarlos para el bien, sino sólo para el mal.

Fríos y gélidos en los planes de destrucción experimentan una sádica necesidad de precipitarse cada vez más en las iniquidades; piensan inexorablemente el mal, lo quieren y lo llevan a cabo.

Actualmente en la oscuridad están intensificando conjuras sobre conjuras y las llevan a cabo por medio de sus aliados y de su iglesia: la masonería, para desencadenar en la tierra una batalla que no tiene comparación, sino sólo en el conflicto que se verificó en el Cielo con la fractura del mundo invisible a ojos humanos, pero no por esto menos verdadero y real, y que llevó a la separación de los Angeles de la Luz de aquellos de las Tinieblas y a la creación del Infierno eterno, lugar y castigo adecuado para quien, por pura y simple maldad, abdicó a la Luz por las tinieblas, al Reino de la Felicidad y de la Bienaventuranza por el reino del más terrible odio e implacable desesperación, locura verdaderamente inalcanzable e insuperable.

El "reino de las tinieblas" está gobernado por una tríada y es jerárquico; es reino lleno de odio y de iniquidad y se sostiene precisamente sobre las pasiones más oprobiosas. Es reino de horrores que no tiene paralelo en ningún otro lugar del Universo y no es descriptible en términos humanos.

Súbditos de este reino son todos los ángeles que con Lucifer, Belcebú y Satanás sostiene la gran rebelión.

Pero es un reino en continua expansión, porque van a engrosarlo todos los hombres que dicen "no" al plan de la Salvación, para decir sí al plan diabólico de las potencias oscuras del Infierno.

Las criaturas humanas que mueren en pecado mortal quedan en el pecado eternamente, pero Ángeles y hombres han llevado y llevan al Infierno también sus dones naturales, por lo que, cuanto más destacados han sido estos dones tanto más grande es su pena, porque Dios, infinita Justicia, da a cada uno en razón de lo que ha merecido, por lo que en el Infierno se sufre en razón de los dones habidos en la tierra.

 

Convertíos... convertíos antes de que sea demasiado tarde

 

Quien en la tierra tuvo la suerte de ser particularmente predilecto de Dios con dones preciosos de Gracia y de Amor y con una Vocación santamente envidiada por los Ángeles del Cielo y tuvo la fortuna de ser elegido para la sublime misión de Ministro de Dios, con dignidad y poderes que no tuvo ningún Ángel, ni siquiera el más rico, si se condena, quedará envuelto en un fuego devorador que ninguna lengua humana será nunca capaz de expresar.

¡Pobres Consagrados míos, gangrenados en el pecado y en las dos concupiscencias, si supierais lo que os espera y, lo que pende sobre vuestra cabeza no desdeñaríais las más rudas y largas penitencias!

¡Convertíos, convertíos antes de que sea demasiado tarde... es Jesús quien os hace esta invitación!

¡Arrodillaos ante Mí Crucificado y pedid piedad y perdón!

ahora ya basta, hijo mío, te bendigo; extiendo esta mi bendición a todos aquellos que te son queridos y a todos aquellos que ven y por eso rezan por la salvación de mis Consagrados.

Ámame, reza y repara.

 

13 de Noviembre de 1978

 

EL HOMBRE, CREADO PERFECTO, POR SU CULPA SE HA HUNDIDO EN LA REBELION

 

Escribe hijo mío, sigo siendo Yo, Jesús, que después de una merecida pausa te digo que vuelvas al trabajo por segunda vez, mi pequeña pluma despuntada.

El hombre, pequeña pero estupenda síntesis de los tres reinos del universo, verdadero microcosmos, no salió de la infinita Potencia Creadora de Dios tal cual hoy es, salió bello y perfecto, con el reflejo de un alma, soplo de la Potencia Divina, y por lo tanto libre y responsable de sus actos, capaz de dominar a la materia y de moverse libremente en los horizontes infinitos de la eternidad divina y de adentrarse y salir de los confines de la naturaleza humana para alcanzar y tocar con su espíritu las infinitas bellezas y gozos de la Trinidad Divina... y todo esto mientras estaba en espera de poder entrar en la Casa del Padre Común, el Paraíso.

Pero un día, el más triste entre todos los días, fue rozado por la oscuridad del Infierno, hecha de odio y de rebelión y, por su culpa, se hundió en la rebelión y en el odio, de lo cual jamás habría salido si el Amor de Dios Creador no le hubiera asegurado la salvación por obra de una Niña Madre del Verbo eterno, Redentor de la humanidad.

 

a la promesa siguió la venida del redentor

 

El hombre, bello, Perfecto y feliz, dejó de ser tal cuando tocado por la culpa consentida fue arrojado de su luminosa morada, dando inicio a las desgracias que lo acompañarán por todo el tiempo de su permanencia en la Tierra, hasta la consumación de los tiempos.

Pero Dios, como se dijo, tuvo piedad de él y no lo abandonó, y así, a la "promesa" de la Redención hizo seguir la "venida" del Redentor, precedido de una preparación milenaria, escrita por Voluntad Divina con la Infalible asistencia del Espíritu Santo, Luz y Guía para todos aquellos que hubiesen querido, amado y preferido el "Camino" de la Salvación a aquel oscuro de la perdición.

Ahora bien, si tú consideras la situación actual de la humanidad desde un punto de vista neutral, quiero decir, si consideras a la actual humanidad libre de prejuicios, tú ves, hijo mío, una situación tanto en contraste con la que debería ser lógicamente según el recto uso de la luz de la razón y de la fe.

Los auxilios divinos de la Redención, de una abundancia y riqueza tal que supera de hecho toda imaginación, lógicamente deberían influir en favor de la supremacía del Bien sobre el Mal, de la paz sobre la guerra, de la Verdad sobre el error y, por tanto, en favor de un juicio positivo, pero si observas objetivamente, ¿cuál es la realidad que ves?

¿Por qué los hombres, los Cristianos y Mis Ministros a pesar de los potentísimos medios sobrenaturales de los que pueden disponer han llegado al caos actual? ¿Por qué, hijo mío?

 

Consciente y querida rebelión contra Dios

 

No bastan para justificar la situación actual de la Iglesia y de los pueblos la "herida" infligida a la humanidad al inicio, de donde la tendencia a las pasiones y al mal, ni las intervenciones de las fuerzas oscuras del Infierno; además de todo esto, está la responsabilidad de los individuos y de los pueblos; responsabilidad que no hace falta en absoluto devaluar sino que, al contrario, es necesario ver hasta el fondo para comprender lo que está por sobrevenir.

Dios es justo y no permitiría jamás un castigo no merecido, por esto la hora de la purificación, anunciada desde los tiempos antiguos, es la prueba aplastante de la responsabilidad humana, tanto de los individuos, como de las naciones y de la Iglesia; es la prueba de la consiente y querida rebelión contra Dios.

Observa, hijo mío, a esta humanidad en sus múltiples aspectos: 

Observa los medios de comunicación, que en general son medios de perversión: televisión, prensa, radio; todo está como podrido, y con el pretexto de informar a la opinión pública, la deforman y la corrompen propagando el contagio del mal, incitando a la violencia y a la corrupción y produciendo la disgregación del tejido social; quién puede comprender la inmensidad del mal hecho a los menores con la prensa pornográfica introducida en las familias a menudo por los mismos padres o por algún "apóstol" del mal, sólo por el simple gusto del mal;

mira la prostitución, convertida hoy en hecho habitual, como el adulterio, el aborto y tantos otros pecados contra natura, de los que se reivindica abiertamente su legitimidad sirviéndose precisamente de los medios de comunicación y del cine, que desgraciadamente no es otra cosa sino una escuela de violencia, de hurtos y de rapiñas y además de tantos otros males;

observa los otros aspectos del cuerpo social, como la moda excitante de la sensualidad y causa de tantos pecados cuya gravedad nadie podrá comprender hasta el fondo, moda que ha entrado por doquier, aceptada por las familias y por la Iglesia misma, por la que se ha permitido hasta el llevar  en la Iglesia minifalda y vaqueros, modas verdaderamente diabólicas, ante las cuales se  han doblado las rodillas, llegando a los más inicuos compromisos; observa el mundo de la Política, que tiene casi siempre como palanca la sed del poder, y en el que la lealtad pocas veces asoma, y que no desdeña, con tal de llegar al intento, ni siquiera el delito y donde la hipocresía y la falsedad reinan soberanas; observa el mundo del arte en sus varias manifestaciones, éste refleja siempre la fuente de la que brota... y un cuerpo en plena putrefacción no puede sino emanar un hedor nauseabundo; jamás podrá un hombre expresar lo que no tiene o lo que no siente, por eso las extravagancias y las cosas más extrañas son el así llamado producto artístico de una sociedad invadida por el materialismo; y, ¿qué puede expresar el materialismo hoy sino un materialismo cada vez  inferior?

 

Gran culpa de la Iglesia el no haberse opuesto sino débilmente

 

Hijo mío, podrías continuar pasando revista por todos los demás aspectos de la vida moderna, pero el cuadro que se te ofrecería no cambiaría en absoluto; pero Yo, Jesús, quiero dirigir una vez más tu atención hacia Mi Iglesia y hacia su responsabilidad en las vicisitudes de la vida moderna.

Su gran culpa es la de no haberse opuesto sino débilmente, a la gran avalancha del materialismo, que no quiere decir otra cosa sino Paganismo;

la Iglesia "niña" no cedió al materialismo pagano y nos dio los Mártires, la Iglesia actual ha cedido en todo y nos está dando desertores y traidores, herejías sobre herejías, males sobre males... pero para todo esto nadie puede presentar justificación plausible.

En la Iglesia, como en las Naciones de la tierra, aquellos que más tuvieron, porque fueron mayormente dotados de dones, siempre habida cuenta de las debidas excepciones, han sido los que peor han respondido y por lo tanto son los más responsables del proceso de desintegración espiritual, moral, civil, artística y literaria.

Cuántos hombres soberbios y presuntuosos se consideran artífices de una civilización puramente material, sin alguna cosa de espiritual, pero ¿qué importa al hombre de camino en la tierra los supersónicos, las navecillas espaciales, la televisión en color, si luego él, el "rey de la creación" termina en el infierno?

Es una realidad ésta, de la que el hombre de hoy, en la estúpida ceguera que le invade, se puede reír, pero es realidad que permanece en toda su fatalidad; estos hombres, denominados grandes, no debían hacer progresar sólo las cosas materiales, sino ¡"ellos" debían progresar en los Caminos del Espíritu Santo!

Qué vuelco total, hijo mío; estos hombres verdaderamente diabólicos antes que desarrollar los valores morales, espirituales y artísticos, con un gran ensañamiento han hecho de ellos medios de perversión, de corrupción, de muerte y de violencia de todas clases... por tanto no hombres, sino monstruos invadidos por el espíritu del mal pero disimulado siempre de apariencia de bien.

He aquí, hijo mío, estos hombres que, en general el mundo honra como los benefactores, son los más grandes enemigos de la humanidad, son los "hijos del Infierno", engendrados por el Infierno, protegidos y organizados en la iglesia creada por el inextinguible odio de Satanás, este es el más colosal enredo, el más colosal engaño tendido a la humanidad y a mi Iglesia.

Por esto, Dijo mío, esos hombres que en general el mundo honra como unos benefactores, son los más grandes enemigos de la humanidad, son "hijos del Infierno", generados por el Infierno, protegidos y organizados en la Iglesia creada por el inextinguible odio de Satanás. Esta es la más colosal confusión, el más colosal engaño hecho a la humanidad y a mi Iglesia.

A esta luz un día se podrá comprender mejor la hora de la purificación.

Ahora basta, te bendigo y como siempre te digo dame tu amor; reza, y repara.

 

15 de Noviembre de l978

 

¿QUIÉN ES EL MÁS FUERTE?

 

Hijo mío, escribe, soy Jesús  que me propongo continuar la conversación sobre hechos, cosas y caos de la presente hora referentes a la humanidad pero en particular a mi Iglesia.

En estos últimos mensajes te he hablado de cómo y con qué armas el mundo invisible de los demonios ha logrado someter a sí Iglesia y pueblos y ahora prevengo la objeción de muchos, que estando las cosas así, se preguntan: entonces ¿quién es el más fuerte?

Tú sabes ya quién es el más fuerte, pero no lo saben sino pocos, la razón de estos mensajes, para que se haga luz donde hay tinieblas y se quite el velo caído ante los ojos de los hombres irreflexivos y abúlicos que han usado bien poco  la luz de la razón y todavía menos aún la luz de la fe, apagada antes aún de desarrollarse, para que puedan darse cuenta de las grandes y sublimes realidades en las que están inmersos y de las cuales no han sabido aprovecharse.

 

Han buscado por todas partes, pero no han mirado dentro

 

Como un perseguido que logra escapar de los perseguidores que lo siguen y hambriento y cansado llega a una gran casa donde se refugia, ha escapado, sí, a sus perseguidores, pero ahora hambre y sed lo muerden y él busca entonces por todas partes sin encontrar nada de comer ni de beber, por lo que su situación se ha hecho difícil, pues si sale, es acorralado y si permanece dentro, está el hambre... pero él ha buscado en todas partes, ¡excepto en la "despensa", abarrotada de todo buen alimento!

Así son los hombres y los pueblos de este siglo incrédulo, ellos han buscado y hurgado por todas partes para encontrar una solución a sus problemas. Han buscado y hurgado en las ideologías políticas, en la ciencia, en nuevas filosofías, en los descubrimientos, en los viajes, en los placeres, en las revoluciones, y hasta en las guerras, pero ¡no han encontrado nada!

Ellos no han mirado dentro de la única estancia de su refugio en la tierra, la de lo sobrenatural, verdadera despensa abarrotada de todo bien capaz de saciar el hambre y la sed que los muerde interiormente.

Cuántos descubrimientos, cuántos hallazgos e invenciones, pero lamentablemente no han descubierto lo sobrenatural, de lo que sólo podían sacar todo lo que era necesario para satisfacer sus grandes aspiraciones de felicidad, de verdadera libertad, de justicia y de amor.

Pueblos e individuos han buscado la luz, pero en cambio se han hundido más en tinieblas cada vez más oscuras. Hoy pues pueblos e Iglesia están envueltos por las densísimas tinieblas de los celos, del miedo; han buscado el amor y han encontrado el odio; han buscado la paz y han encontrado guerras y revoluciones; han buscado la justicia y deben sufrir la vejación de las más sombrías injusticias... ensoberbecidos creían tener en sus manos la clave mágica de la felicidad, y en cambio se dan cuenta que están en el descontento y en la infelicidad.

Esto es lo que ha sucedido a las generaciones del siglo XX que han pretendido hacer a un lado a Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente, y no sólo hacerlo a un lado, sino poderse impunemente sustituir a Él, es más, poniéndose directamente contra Dios burlándose y organizándose con las "ligas de los sin Dios".

 

La Entera Humanidad implicada en la purificación

 

¡Se necesita propiamente ser ciego para no reconocer en este inmenso movimiento marxista materialista una toma de posición como la que hubo en el albor de los tiempos entre las potencias oscuras de las tinieblas y las Potencias de la Luz.

Por esto hijo mío, hube de decirte otras veces, que la hora de la purificación será tal que no tiene comparación en la historia de la humanidad; en efecto, en el conflicto siempre en acto entre los ángeles negros de la rebelión y los de la Luz, fieles a Dios, estará implicada la humanidad entera, no sólo la humanidad viviente en la tierra, sino "toda" la humanidad, salva en el Paraíso o perdida en el Infierno.

Hijo mío, estamos en el culmen de la más grande crisis, y precisamente mientras las apariencias te hacen ver el non plus ultra[93] de la civilización y del progreso, la realidad es bien diversa.

En otras ocasiones, hijo mío, hube de decirte que si te hiciera ver lo que está detrás de la fachada de mi Iglesia morirías por ello al instante, hoy agrego que si te hiciera ver lo que está detrás del escenario del mundo, igualmente no podrías sobrevivir ni un solo momento.

Te repito que el gigantesco y monstruoso engaño perpetrado por Satanás en perjuicio de la humanidad viviente no tiene precedentes y solamente la inmensa nube de mal que la recubre le impide darse cuenta de esta trágica realidad.

¡Oh sí, rían también los hombres, proclamen también su estúpido escepticismo ¡no hacen sino estimular en quien ve y comprende tanta amarga conmiseración!

Hijo mío, tú ves y comprendes los efectos de la soberbia, "radix omnium malorum"[94] y ves también cuánta verdad hay en las palabras del Espíritu Santo, por  lo cual reza para profundizar en ti la humildad, "radix omnium bonorum"[95].

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todos aquellos que caminan ante Dios en humildad de espíritu;

en verdad, en verdad te digo, éstos verán a Dios.

 

15 de Noviembre de 1978

 

YO SOY LA VERDAD

 

Hijo mío, escribe.

Mira cómo son verdaderas mis promesas; yo soy Verdad y verdad son las cosas que te estoy diciendo, sí, que te estoy diciendo a ti, para que tú las difundas, precisamente tú, "mi pequeña pluma despuntada".

No me preguntes "por qué" me propongo prevenir éste tu incurable por qué: porque así lo quiero Yo, Jesús; muchos no creen, porque no me conocen, aunque se hacen ilusiones de conocerme, otros piensan que habría sido más lógico que me hubiera dirigido a ellos, siendo más dotados que tú… ¡de manera que Yo, Verbo eterno de Dios, me habría equivocado en mi elección!

Dicen así quizás sin darse cuenta de haber juzgado a Dios! Pobre e incurable naturaleza humana, cuán refractaria eres a la Luz…

De todos modos hijo mío, repito aún que no te preocupes de lo que piensan los demás; los juicios de los hombres se desvanecen tan pronto como se desvanece la nube que se dispersa en el cielo, pero es "sabiduría", gran sabiduría tratar de comprender lo que piensa Dios de Ti, de Vosotros.

 

La Sinagoga no murió nunca, sólo se ha mimetizado

 

Ahora continuemos nuestro discurso. En el mensaje precedente te hice ver cómo los individuos, los pueblos y las naciones de estas últimas generaciones han caído presa del colosal y gigantesco engaño de proporciones universales que ha hecho cambiar de rumbo a la humanidad entera por el camino de una ruina sin precedentes.

Pero no sólo los pueblos y las naciones de la tierra, sino también mi Iglesia, puesta en medio de los pueblos para ser Guía y Maestra, ha quedado contagiada por el mal común, si bien conservando en Sí una vitalidad tal que le puede permitir no sucumbir, porque Yo, Jesús, estoy en ella... pero la tentativa en curso de arrastrarla y destruirla con una acción envolvente y asfixiante ¡es verdaderamente terrible!

Cómo ha podido suceder todo esto, es luego  claro para quien tiene ojos para ver y oídos para oír, de hecho el Enemigo ha apuntado sobre las personas más dotadas: ministros, pastores, teólogos... y a través de ellos ha llegado a resquebrajar las estructuras internas: Doctrina, Fe y Ley...

Con una obra disimulada e insistente ha logrado casi borrar lo sobrenatural, reduciendo  la Iglesia a una simple institución humana… Se ha comportado con la Iglesia sustancialmente como la Sinagoga se ha comportado Conmigo.

¡La Sinagoga no murió nunca, sólo se ha mimetizado!

Judas me vendió a la Sinagoga por treinta monedas de plata, hoy los nuevos judas han vendido a mi Iglesia a la Sinagoga ¡sólo por satisfacer su inextinguible sed de poder!

Yo, Jesús, fui muerto, pero después de tres días resucité y la Sinagoga, queriéndolo o no, ha debido tomar nota de ello vengándose en Mi Cuerpo Místico, que también resucitará más bello y resplandeciente, como jamás lo fue.

 

La ambición se transforma en traición

 

Hay un punto oscuro, hijo mío, que debo aclarar y es que los hombres más eminentes de los diferentes pueblos, cuanto más dotados, hayan podido caer en un tan colosal engaño, porque fueran rozados y tocados por la soberbia de Satanás, puede ser más o menos comprensible, aunque no justificable, pero que hombres entre los más dotados en Mi Iglesia hayan llegado a ese punto a pesar de todo lo que han recibido, es de una gran gravedad tal que no es absolutamente posible comprender, pues se trata de la más grave culpa que es posible cometer en la tierra.

Vos estis lux mundi...[96] ¡y la luz prefiere apagarse para hacerse tinieblas!

Id y predicad mi Evangelio que es Vida... y vosotros habéis preferido predicar vuestras palabras de mentira y de muerte.

La ambición humana quiere elevarse sobre Dios para destruir su plan y se transforma en rebelión, y para satisfacerse a sí misma se vuelve traición, por lo que no duda, con el fin de apagar su propia sed de poder, en urdir conjura sobre conjura para intentar destruir Mi Cuerpo Místico.

Por ahora basta, hijo mío, reza y ofréceme tus sufrimientos, te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son queridos.

 

15 de Noviembre de 1978

 

CAOS EN LA DOCTRINA. EN LA MORAL Y EN LA LITURGIA

 

Continuemos, hijo mío, soy Jesús, escribe.

En estos últimos mensajes, que tienen como titulo Cosas y hechos de mi Iglesia, hube de hablarte de caos, y verdaderamente es el caso de hablar de caos en la doctrina, en la moral y en la liturgia.

Se ha pretendido cambiar todo, pero cambiar todo en sentido anticonciliar, porque ésta es la substancia de los hechos, y tú sabes bien lo que significa la palabra "substantia"… la "sustancia" está bajo los accidentes y por lo tanto no se ve, se ven sólo los accidentes. Así, igualmente bien oculta debe quedar la intención de actuar en contraste con el Concilio y bien evidente debe aparecer en cambio la voluntad de reformar todo en conformidad con el Concilio, por lo que toda la obra de regeneración espiritual, tan cálidamente querida y recomendada por el Concilio, se ha convertido en una acción disolvente del gran patrimonio de la Revelación y de la entera Redención.

He aquí bajo los más falsos pretextos el por qué del afirmarse de un número grandísimo de errores teológicos, dogmáticos y morales con los que se ha atacado sustancialmente la Biblia, hasta el punto de que bastaría aceptar solamente algunas de las tantas herejías afirmadas para hacer caer toda la credibilidad de la Biblia misma, y golpeada mortalmente la Biblia, lógicamente no se sostendría ya ni siquiera el Evangelio con todo su contenido.

Caos doctrinal por consiguiente y no aclaraciones o descubrimientos de nuevas facetas de las Verdades Bíblicas o Teológicas, ¡pero aquí no no se requeriría un simple mensaje sino más bien un amplio tratado para aclarar mejor el número y la sustancia de todos los errores y de todas las herejías salidas de los turbios labios de muchos teólogos modernos!

 

Verdad y justicia prevalecerán sobre mentira e hipocresía

 

Caos doctrinal. forzado al paroxismo en nombre de la libertad de pensamiento y de palabra. Como si la libertad fuera una cosa de la que puede servirse sin discriminación alguna, sea para el bien o para el mal, para la Verdad como para el error.

En mi Iglesia nueva este abuso de la libertad deberá cesar; no era coartar la libertad el prohibir la difusión de las herejías tendentes a llevar a las almas lejos del plan y del misterio de la salvación, no, era sólo contener en su justo uso el don de la libertad; así como no es mal prohibir y castigar severamente a aquellos que en nombre de la libertad quisieran diseminar bacterias portadoras de muerte Y las herejías ¿no llevan acaso  muerte a las almas, cuya vida es mucho más preciosa que  la vida de los cuerpos?

¿Cuándo se decidirán finalmente los  hombres a abrir su corazón y su espíritu al bien y a la Verdad y tomarán conciencia de la humillante condición en la que viven?

Ellos hablan de libertad y están atados corazón, alma y cuerpo a la más feroz tiranía, la de Satanás.

En mi Iglesia nueva deberían ser restablecidas las medidas disciplinarias para quien abusa de la libertad, don de Dios, para arrojar al hombre en la humillante y envilecedora sujeción a las potencias del Mal.

Muchos, leyendo este mensaje, a ejemplo de los Sacerdotes del templo, se desgarrarán las vestiduras y gritarán escandalizados a la blasfemia, pero no importa, lo que verdaderamente cuenta es que la Verdad y la Justicia prevalezcan sobre la mentira y la hipocresía.

 

¡Para muchos Ministros míos ya no hay pecado!

 

Hijo mío, caos, oh si, caos en la Ley de mi Iglesia, por lo que hoy para muchos Ministros míos ya no hay pecado; ¡dar la vida o quitarla es la misma cosa!

Muchos ministros míos comunistoides asiduos y atentos lectores de revistas y diarios marxistas piensan sustancialmente así y también algún Obispo lo piensa así.

Para esos es lícita hasta la legalización de la matanza de millones de inocentes... pero esto grita venganza ante la presencia de Dios y tal vez cambiarán de opinión cuando ellos mismos pierdan la vida, pero será demasiado tarde para comprender cuanto vale la vida de una criatura humana.

Hijo mío, ¡más que caos! Incluso Obispos han mantenido el semblante ante la más infame entre todas las leyes humanas, en la cual se ha confundido el "amor carnal" con el amor mandado por Dios como suprema Ley, que contiene toda la Ley Antigua y  Nueva, envileciendo este gran Mandamiento con las más nauseabundas concesiones en el campo moral, poniendo en un mismo plano lo lícito y lo ilícito, el bien y el mal, en contra de la inequívoca claridad y limpidez de mis Mandamientos y Preceptos.

Si no es caos esto, ¿a qué cosa se le deberá llamar caos?

Hijo, veo que estás cansado; continuaremos mañana, ahora te bendigo y contigo bendigo a todos los que colaboran en la redacción de este VI volumen y Conmigo te bendice mi Madre, que Ella también se reserva hablarte.

 

16 de Noviembre de 1978

 

CAOS EN LA DOCTRINA

 

Toma la pluma y escribe, hijo mío, soy Jesús.

Caos en la doctrina he dicho y ¡qué caos!

Te he señalado algunas verdades bíblicas negadas o mal interpretadas, tanto que ahora ya el principio protestante de la libre y personal interpretación de las verdades reveladas es es casi comúnmente aplicado así que hay ya tantos maestros como son los cristianos o los no cristianos.

Todo esto es absurdo, ¿pero qué cosa no es absurda en el estado actual de las cosas?

Otro detestable principio tácitamente aceptado es que la Revelación es entendida e interpretada según el desarrollo de los tiempos, es decir son los pueblos los que según el grado de su civilización pueden adaptar la Revelación a las exigencias corrientes en los diferentes momentos de su historia.

Basta esto para comprender a qué enorme confusión se puede dar vida y alimentar en la Iglesia, no la "Verdad" eterna e inmutable, sino la verdad subjetiva; dejada por lo tanto al libre albedrío del hombre herido por la Culpa, influenciado por sus pasiones y, sobre todo, circundado por las potencias oscuras del Infierno, es decir, por la Mentira.

 

Todo esta trastornado... ¡y la raíz es siempre aquella !

 

Las consecuencias de la degeneración de la verdad no tienen necesidad de ser ilustradas, ni de ninguna aclaración. ¡Todo está trastornado, todo es caos!

Ejemplos prácticos se pueden dar a montones:

Adán y Eva no son personajes históricos que realmente vivieron y que fueron protagonistas de la terrible desobediencia a Dios, no, son sólo personajes míticos pensados por el hombre, y no creados por Dios... las consecuencias son de una gravedad y de un alcance tal que ninguna mente humana puede comprender; así en efecto, de un brochazo, se anula "todo";

se niegan la Virginidad y la Concepción Inmaculada de mi Madre Santísima;

se discute y niega Mi misma Divinidad, pero si se niega Mi Divinidad cae el Misterio de la Iglesia, Sacramento de salvación; cae el Misterio de la "Gracia", es decir, de la Vida Divina participada a los hombres mediante los Sacramentos, los cuales a lo más son aceptados como símbolo, igual que símbolo es considerado el Sacrificio de la Misa.

El derrumbe doctrinal está en curso y se está precipitando cada vez más hacia abajo, arrastrando en su caída todo el Patrimonio de la Revelación, sagrado Depósito entregado por Dios mismo a la Iglesia para la humanidad, ¡don estupendo por el que los hombres nunca Le podrán estar suficientemente agradecidos!

Cada hombre se erige en maestro negando la autenticidad del Unico, solo, verdadero y gran Maestro que soy Yo, Jesús. ¿Pero de dónde tanta ruina? La raíz es siempre aquella: ¡la soberbia!

Soberbia que por algunos ha sido domada y sojuzgada, otros en cambio la han acariciado y alimentado y de aquí la crisis de fe, que quiere decir oscuridad y que no queda sólo como un hecho interior y personal, sino que se repercute al exterior envolviendo a otras personas.

Si en efecto no se cree ya en la validez de los Sacramentos, no se irá a confesar y a quien pida explicaciones se le responde que basta con confesarse directamente con Dios y todo está en orden... se ha llegado hasta a considerar más que suficiente la "confesión comunitaria" y a aconsejar desechar la confesión porque en realidad no hay necesidad de confesarse frecuentemente, basta un acto de arrepentimiento... Y tan es cierto esto que no es raro el caso de Confirmandos y Comulgantes que en el día de la Primera Comunión ¡son admitidos a los Sacramentos sin primero haber hecho preceder la Confesión!

Cuántas personas que por años no se confiesan y que creen que Pueden recibir tranquilamente la Sagrada Comunión…

cuántos sacerdotes que dejan transcurrir años y años sin confesarse…

oh, hijo mío, éstas son llagas ocultas, pero reales, y por éstas y otras tantísimas sandeces se defiende en público y en privado citando el Concilio, que habla de renovación...

¿y  sería entendida así la renovación eclesial de la que habla el Concilio?

 

maniobra envolvente para tratar de destruir la iglesia

 

Regenerar quiere decir rehacer, y para muchos la renovación de la Iglesia se lleva a cabo con la cotidiana, metódica y racional demolición de todo;

el autor de este plan de demolición es viejo, tan viejo como el hombre; quedando así todavía demostrada una vez más la maniobra envolvente en acción para intentar destruir Mi Iglesia, y en esta colosal maniobra participan Cardenales, Obispos, Sacerdotes y Consagrados de ambos sexos y ¡con tanto celo que visto desde el exterior parece verdadero, pero no lo es!

Te recuerdo, hijo, que cuando hablo de Cardenales, Obispos, Sacerdotes, etc., no es mi intención generalizar, queda siempre la reserva hecha;

en verdad no faltan buenos Sacerdotes, buenos Obispos y Cardenales, si bien ¡siempre en un número exiguo!

Ahora, hijo mío, basta; descansa y más tarde continuaremos. Te bendigo, ámame, reza y repara para que sea aligerada la avalancha de pecados en los que está inmersa la entera humanidad y son heridos Mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de la Madre Mía y vuestra.

 

16 de Noviembre de 1978

 

CAOS EN LA LEY

 

Toma de nuevo la pluma y escribe, hijo mío, soy Jesús.

Caos en la Ley he dicho, y qué caos, porque es la inevitable consecuencia del caos doctrinal, en cuanto que la Ley se sostiene en la Fe y la Fe en la Revelación, por lo que en crisis Revelación y Fe, está en crisis también la Ley.

También aquí podemos considerar superfluas las explicaciones, pues todo se ha hecho evidente desde el primer Mandamiento "Yo soy el Señor Dios tuyo, no tendrás otro dios que a Mí", pero ¿qué sucede ante esta primera y fundamental ley?

Ésta se ha dado como fundamento de toda la Ley, puesto que el fundamento de toda la Ley es Dios, quien así se presenta al hombre: Yo soy vuestro único Dios, a Mi sólo adoraréis, pues no hay otros dioses: Yo solo soy la primera, única y absoluta Realidad de la cual provienen todas las demás, visibles e invisibles, humanas y cósmicas. Y sólo ante esta Realidad el hombre debe someterse, sólo a esta Realidad el hombre debe subordinarse.

Sustraerse es tremenda rebelión, punible con penas que trascienden el tiempo y el espacio, penas eternas por tanto, hecho en sí espantoso en cuanto es el producto de la rebelión de las potencias oscuras del Infierno y se hace suerte horrible para el hombre que rechaza reconocer a Dios como su Creador y Señor de todas las cosas.

 

De todo se ha hecho Dios... salvo de Dios

     

De esta sublime realidad brota como consecuencia natural el "santo Temor de Dios", que hoy el hombre no sólo ha conculcado y pisoteado, sino ha llegado nada menos que a organizarse "sin Dios".

Son pocos los que cultivan respeto a Dios, aún entre los cristianos... ¡baste  pensar en el diluvio de blasfemias a menudo con astucia queridas, divulgadas, enseñadas y hasta pagadas y premiadas.

En otra ocasión te dije que de todo se ha hecho Dios, salvo de Dios: del dinero, de las pasiones más sucias, de la ciencia... de todo, y si no es esto caos, hijo mío, ¿a qué cosa se le podrá llamar caos?

Tomemos otro ejemplo: "Santificarás las fiestas"; ¡tú ves de qué modo se santifican hoy las fiestas! Para evitar lo peor se ha inventado la Santa Misa anticipada de víspera... domingo: Dies Domini.[97]…es el día del Señor, es el día en el que se recuerda la Resurrección, pero para estas últimas generaciones no valen los valores del Espíritu, de la Fe, de la fidelidad a Dios, Alfa y Omega de todo y de todos, es la materia la que debe sustituirse a Dios, cueste lo que cueste pero la materia debe prevalecer sobre el Espíritu...

Por esto el Domingo se ven los estadios repletos, las playas y los campos poblados como las ciudades… se necesita divertirse, no descansar, ¡divertirse a toda costa!

Dios había dado al hombre el domingo para que descansase de las fatigas y, puestas a un lado las preocupaciones cotidianas, no fuera a olvidar su dignidad de Hijo de Dios, su destino la eternidad feliz, y para que en el reposo y en la oración, santificándose a sí mismo, honrara a Dios.

No creo que haya más que agregar acerca de las consecuencias de este proceso de materialización del plan del Señor, ¡aquí se necesitarían libros enteros y no un breve mensaje!

 

Quien está en la oscuridad voluntaria y culpable, no puede ver

 

Te he hablado de gigantescas maniobras de envolvimiento de Mi Iglesia y cuanto he dicho se refiere sólo a un aspecto particular del gran plan de demolición interno y externo, que es justificado con pretextos fútiles y ridículos, válidos sólo para quien ha sofocado la fe en su propio espíritu, pero absolutamente inexistentes para quien  tiene la visión justa y grandiosa que viene de la fe, que trasciende materia y tiempo para llegar hasta la Luz infinita de Dios.

No olvides, hijo mío, que quien está en la oscuridad voluntaria y culpable, no ve, ¡no puede ver!

¿Queremos echar también una mirada a la familia, otra base de 1a Iglesia?

También aquí caos; en crisis el hombre, no podía faltar la crisis de la familia, la que se encuentra en pleno proceso de disolución. La familia hoy es concebida y querida contra Dios. El divorcio y el aborto reconocidos y aceptados por todos los pueblos cristianos es de ello una solemne confirmación... pero Yo he hablado de pleno proceso de disolución y ¿por qué ha sucedido?

Observa el plan, verdaderamente diabólico, por medio del cual se ha llegado a la des espiritualización de la familia actual;

relajamiento espiritual por el cual desde hace bastantes generaciones se ha descuidado la oración, sobre todo la oración "comunitaria"; ninguna vida resiste si no se alimenta, y también la vida de la Gracia si no es alimentada se apaga, y así ha sucedido en la casi totalidad de las familias cristianas, por lo cual, apagada la vida de la Gracia ha entrado el pecado; el matrimonio, que a menudo, es más, demasiado a menudo se concibe sólo como un medio de placer; pecados y delitos contra la maternidad...

Habría bastado esto para que las fuerzas del Mal hubiesen entrado a realizar su obra nefanda, luego... prensa, cine y televisión están haciendo el resto…

Pero ahora basta, aunque el discurso sobre la familia apenas se ha esbozado.

Te bendigo, hijo, no temas, Dios está presente en todas partes y es más fuerte que todas las potencias del Mal.

Ámame y repara.

 

16 de Noviembre de 1978

 

CAOS EN LA LEY.

 

Hijo mío, escribe.

Te he dicho que éste es tiempo de grandes males y que las fuerzas oscuras del Infierno han llegado o están por tocar el máximo poder a ellas permitido, en virtud de los insondables designios divinos, pero también es tiempo de grandes verdades, porque quiero que todos sepan, quiero que todos los de buena voluntad sean ayudados a tomar de nuevo el justo camino de la salvación.

Todos deben saber hacia qué parte orientar el restante camino de su vida a fin de que puedan encontrarse en la condición ideal de hacer su elección, pues hoy muchas almas están atormentadas por la duda, por muchas dudas, viven como en una penumbra en la que no pueden definir ni luz ni tinieblas, por lo que un rayo de luz para cualquiera de ellas puede ser verdaderamente determinante y tanto más porque no siempre son responsables de ésta su incierta situación.

Por eso es tiempo de quitar las vendas para que queden al descubierto las purulentas llagas de mi Cuerpo Místico, no por el pésimo gusto de denigrar, sino para curar las heridas y para que la vista de tan nauseante espectáculo haga reaccionar a muchas almas en inminente peligro de resbalar hacia el abismo, del cual no se sale...

 

El sacerdote, o elige a Dios con una fuerte vida interior, o bien…

 

En el precedente mensaje te he hecho un fugaz esbozo de algunas de estas llagas purulentas de las que está afectado mi Cuerpo Místico, llagas que le han gangrenado partes vitales como la familia. Per ahora deseo dirigir la mirada hacia la inmoralidad propagada y desbordada por doquier, aún entre mis consagrados los sacerdotes, siempre hechas las debidas excepciones para los pocos buenos y santos sacerdotes.

No te hablaré de nuevo acerca de qué es el sacerdote, ni tampoco de su dignidad o de sus poderes, esto ya ha sido dicho en otros mensajes; te hablaré de las grandes dificulta des en las cuales hoy se debate; dificultades que le hacen difícil mantenerse en el justo equilibrio de la fe y de la gracia en cuanto a que son muchas las fuerzas negativas que actúan sobre él.

Tentaciones interiores provenientes de las potencias oscuras del Infierno, que si no exentan a ninguno, mucho menos al sacerdote, que no es sólo persona por si misma, sino que por la naturaleza de su vocación y por la divina misión de la que está investido se convierte en persona pública que polariza en tomo a sí a tantas y tantas almas;

y por esto es objeto de atención, negativa naturalmente, por parte de les "sin Dios", quienes lo miran con hostilidad;

es hecho blanco de la incomprensión de los dichos "buenos", pero que no lo comprenden precisamente por su formalismo interior que les impide comprender cómo el sacerdote es el hombre que no siendo del mundo debe vivir en el mundo, que no es de Dios, sino de Satanás.

Por todo esto el sacerdote hoy vive en el gran peligro de hacer una elección equivocada, o Dios, con una fuerte vida interior, o bien ¡sumergirse en las realidades humanas!

 

¿Qué se hace para eliminar tanto mal?

 

Si el sacerdote elige las realidades humanas, poco a poco Perderá el gusto por Dios, luego pasará al disgusto, luego a la náusea, para llegar al fin a la traición a Dios. Es una elección sin vía de escape.

Cuanto más se sumerge en las realidades humanas, más se precipitará a lo bajo, hasta llegar a la pérdida de la fe, y por lo tanto de la vida de la Gracia; en este punto el descenso se convierte en caída que la arrastrará definitivamente en el mal y, por lo tanto, en la perdición eterna.

¿Pero cuáles son estas realidades humanas tan peligrosas?

Los medios de comunicación social moderna, como la televisión, el cine, los periódicos y las revistas empapadas de peligrosas y venenosas ideologías; prácticamente casi toda la prensa, compenetrada como está por los miasmas de la corrupción;

la convivencia asidua con personas de otro sexo; el sacerdote es un hombre que lleva en si, como todos los demás, todos los gérmenes de las pasiones, y con el vacío que en sí se crea con la crisis de fe, inevitablemente queda incendiado por el fuego de las pasiones, mismas que en él son particularmente violentas: qui amat periculum in illud peribit.[98]

Llegado a este punto él pierde todo recato y todo pudor y por todo el mal ocultamente acumulado en sí se transforma como en un leproso capaz de contagiar su mal a un número cada vez mayor de almas.

Cuántos son los sacerdotes que resbalan hoy en esta pendiente… un número grandísimo, convertidos como en otras tantas centrales de muerte espiritual, centrales de escándalos y de corrupción... pero ¿qué se hace para evitar tanto mal?

Nada o casi nada por parte de los Pastores... oh, no ignoran el hedor que se difunde en su grey, pero se finge no saber, no ver y no oír... ¡mejor así que tener disgustos o estar en vueltos en responsabilidades que pesan y que no se quieren asumir!

…y éstos que te doy son sólo bosquejos, no es la visión global, ¡sería demasiado para ti!

Ahora basta, ámame; mañana continuaremos.

 

17 de Noviembre de 1978

 

.CAOS EN LA LEY.

 

Hijo mío, toma de nuevo la pluma y escribe.

En mi Ley está escrito "no robarás": en realidad todo el comercio que se desarrolla hoy en el mundo está entretejido de fraude; y aún aquellos que se consideran buenos y honestos no se hacen ningún escrúpulo en practicarlo habitualmente, se dice "lo hacen todos", pero el hecho de que el mal se haya extendido en tan gran medida que se ha hecho general es motivo de mayor deploración, jamás de justificación!

El fraude continuo es pecado contra la justicia, es pecado que por su naturaleza exige como reparación la restitución de lo robado, y quien no la cumple se expone al gravísimo peligro de comprometer su salvación eterna.

El mal, de cualquier naturaleza que sea, turba y desordena al cuerpo social entre cuyos miembros se cumple. Por esto mi Iglesia ha sido querida y puesta en el mundo, precisamente para recomponer el justo equilibrio en las almas, para iluminarlas, cuidarlas y curarlas, y sólo obrando así se obra para el común bien social.

 

"Materialismo" la herejía que encierra en sí todas

 

En mi Ley también está dicho "no cometerás actos impuros", pero en este campo el caos es completo; no existen ya barreras, el mal se extiende como un río en crecida y ha contagiado a la entera sociedad humana, sólo han quedado inmunes las almas en las que la fe es verdaderamente viva y operante.

¿Cuál es la causa de todos los males de los que está afectada la presente humanidad?

El Materialismo, la concepción materialista de la vida. Esta es la herejía que encierra en sí a todas las demás herejías;

ésta es la herejía de la que se han servido las potencias del Infierno para cercar a la humanidad, habiendo obtenido un éxito indiscutible.

La responsabilidad del cristianismo es grande precisa mente por no haber sabido reaccionar con todas las fuerzas a su disposición ante este grandísimo peligro para 1as almas y ante esta colosal maniobra; no se han empuñado las armas con la debida presteza y no se ha respondido con la energía necesaria, por eso se ha llegado al estado actual de las cosas; la división de las varias Iglesias Cristianas, he aquí por qué hube de decirte en un precedente mensaje que la crisis actual tiene sus raíces en los siglos pasados;

el proceso de industrialización, que ha roto la compaginación familiar y ha alejado de

Dios a los hombres con la martilleante propaganda marxista, que poco a poco ha logrado apagar la fe en los corazones...

he aquí, esta gran crisis que ha tenido su inicio en el pasado y que hoy ha alcanzado su máximo nivel y que muy pronto será totalmente borrada de la faz de la tierra, por lo que dentro de VEINTE AÑOS estará apagado aún su recuerdo.

Toda la Ley de Dios, en cambio, que hoy está estremecida como por un gran terremoto, quedará, eterna e inmutable como Eterno e Inmutable es Dios.

 

La misión del sacerdote es misión religiosa

 

El caos en la ley es tal que los hombres, como se ha dicho en precedentes mensajes, han perdido aun el sentido del bien y del mal;

padres desnaturalizados que han perdido toda sensibilidad moral y no tienen en sí ya nada de cristiano;

la blasfemia se ha convertido en un hecho habitual;

la conversación obscena ahora ya como la blasfemia;

cuán frecuentes los pleitos, que no rara vez llegan a las más crueles violencias;

libros y revistas pornográficos dejados como alimento de los hijos, aún desde su más tierna edad;

el lenguaje cada vez más grosero y trivial;

las infidelidades conyugales comúnmente aceptadas y frecuentemente consumadas con el recíproco consentimiento… en gran número de familias verdaderamente ha sido cancelado el concepto de bien y de mal…

Todo esto, mucho más, es el producto del materialismo que ha compenetrado hasta a las estructuras de la Iglesia, si bien en otras formas, pero siempre venenosas y mortales, por lo que los sacerdotes impregnados de ideologías materialistas es como si hubieran cambiado naturaleza, pues con la misma facilidad absuelven todo a todos.

No asombren estas afirmaciones, porque para muchísimos sacerdotes son importantes sólo los problemas sociales, que en ellos tienen preeminencia sobre todos los demás. Es aquí donde el sacerdote desnaturaliza el modo de concebir el sacerdocio, el modo de "ser sacerdote".

El sacerdote es Otro Cristo, y Cristo, Sumo Sacerdote, ha venido a la tierra para salvar a las almas de la tiranía del Infierno.

Por esto la misión del sacerdote ¡no es misión política o sindical, sino "religiosa", toda dirigida al solo bien espiritual de las almas!

Muchos sacerdotes han desertado; muchos se han desviado; muchos están inmóviles en su vida sacerdotal porque las realidades mundanas en las que están inmersos les han hecho perder de vista el verdadero motivo de su sacerdocio y de su vocación, y todo porque en un momento dado les ha faltado el influjo de la Gracia, que es fruto de fe viva y operante y de sincera piedad, es decir, fruto de vida interior, por lo que secándose esta fuente, todas las desviaciones y degeneraciones de la vida sacerdotal se hacen comprensibles.

He aquí algunas consecuencias en el mundo eclesial del caos de la Ley, que aparece como reseca e incapaz de lograr su finalidad.

Basta por esta mañana; ámame;  te bendigo; reza y repara.

 

17 de Noviembre de 1978

 

CAOS EN LA LITURGIA

 

Hijo mío, es tiempo de tomar de nuevo la pluma en la mano para escribir, hablemos aún de caos, pero de caos en la Liturgia.

Los cristianos deben buscar la unidad en todas las cosas. Todo lo que los lleva a estar sólida y santamente unidos entre ellos, para ser "una sola cosa" como Yo lo soy con mi Padre, es bueno; he aquí pues la Iglesia, que por Voluntad Divina los une en una gran familia, la familia de los hijos de Dios, y en la Iglesia, para mejor solidificar y cuidar esta unión, he ahí las Diócesis y las Parroquias, y en las Diócesis y en las Parroquias la unidad es buscada, y querida y mantenida mediante la Liturgia, que es el respiro a través del cual el Cuerpo Místico alimenta la propia vida; es el medio a través del cual el Cuerpo Místico es alimentado con las Palabras de Verdad y con los Sacramentos, generadores de Gracia, es decir, de Vida Divina.

El Cuerpo Místico en sí y por sí es estupendo porque no carece de nada para conservarse, crecer y desarrollarse, dando gloria, riqueza de energías y potencia espiritual, a quien esto quiere…

La Iglesia es, sí, perfecta, pero no está exenta de las insidias de las potencias del mal, que no dejan nada de intentar para llevar desorden, desviaciones, abusos, envidias, celos y otros males, todos aptos para crear caos, por lo que en mi Santuario, la Liturgia, de medio de unidad, bajo el influjo de la soberbia, que es siempre radix omnium malorum,[99] se convierte en medio de división.

 

presunción y rebelión

 

He aquí un cisma que parte de razones litúrgicas, aunque debajo de éstas anidan otras;

en la distribución de la Santa Comunión la presunción y la rebelión se ponen de inmediato en acción: un consejo de Obispos prohibe dar la Hostia en las manos y también otros organismos autorizados, como el Vicariato de Roma... pero en Roma y en otros lugares se continúa desobedeciendo, quebrantando así la unidad litúrgica;

la Comisión Litúrgica dicta disposiciones acerca de la celebración de los Sagrados Ritos… pero no todos se atienen a ellas, al contrario... pero si luego se quiere ver cómo se quebranta la unidad litúrgica, que forma parte de la más completa unidad eclesial, ¡basta observar cómo son administrados los Sacramentos!

Una clara disposición del Consejo Episcopal Italiano establece que el sacerdote en el ejercicio de su ministerio debe vestir la vestidura talar... Esta es una infracción litúrgica habitual, pues ningún sacerdote hoy antes de confesar, dar la Comunión o bautizar se pone vestidura talar;

la justificación es que así lo hacen todos... como si uno dijera, dado que todos ofenden y desobedecen a sus padres lo puedo hacer también yo... ¡este no es precisamente un buen razonamiento por parte de quien debería ser maestro de Sabiduría!

¡Se va al confesonario en mangas de camisa y a veces hasta en camiseta sin mangas!

Como ves, me he limitado a las infracciones comunes con las que la liturgia es desmembrada como un cadáver sin vida.

¡Qué decir además de las Santas Misas celebradas a tiempo de récord!... sacerdotes que habitualmente empleaban OCHO minutos para la celebración de la Misa… otros DOCE o CATORCE…

¡El acto Más importante del Culto, el acto más solemne de la Liturgia realizado "peor" que cualquier otra acción humana!

Ciertamente que este modo de actuar no concurre eficazmente a lograr aquella unidad espiritual auspiciada y querida por Dios... ¡Ni se diga que éstas son excepciones que no se deben tomar en cuenta, por que en toda la Iglesia estas excepciones son tantas que no se pueden en absoluto desatender!

 

Liturgia, un lenguaje eficaz y potente

 

Caos, por lo tanto, también en la Liturgia…

Oh, si todos mis Sacerdotes tuvieran conciencia de su grandeza sacerdotal... de su dignidad de la cual no hay ninguna otra que la pueda igualar en la tierra, cuántas almas más traerían a Mi Corazón Misericordioso!

La Liturgia, con sus símbolos y con sus figuras es un lenguaje eficaz y potente que desciende al corazón de quien asiste, si quien la realiza lo hace con espíritu de Fe y de convicción.

¡Cuántas veces mis Angeles, presentes siempre numerosos en las solemnes funciones litúrgicas, se estremecen cuando se ven obligados a constatar las gélidas condiciones interiores de los sacerdotes que actúan no por Fe y no por Amor, sino por una fina y abyecta hipocresía!

También aquí sólo un pequeño esbozo sobre un aspecto de Mi Iglesia, que si bien bajo el peso de tantos males, ¡resiste y resistirá el formidable choque conclusivo que sus enemigos están preparando con la necia y pérfida colaboración de tantos hijos míos degenerados!

Una vez más te repito que no está lejano el día en el que como Paloma cándida y pura la Iglesia volverá a ser para su Jesús la Esposa de la que habla el Cantar de los Cantares.

Basta, hijo mío, te bendigo y contigo bendigo a todos los que te son cercanos y colaboran contigo para la Gloria de Dios y para la salvación de las almas.

Tú permanece siempre como "mi pequeña pluma despuntada" al servicio de la Verdad.

 

18 de Noviembre de 1978

 

SALVEMOS LAS GRANDES DISCIPLINAS DE LA IGLESIA

 

Hijo mío, soy Jesús, escúchame y escribe.

Recientemente, poco antes de subir a la Casa de mi Padre Celestial, mi Vicario en la tierra, el Papa Juan Pablo I dijo, y hace pocos días también Juan Pablo II ha repetido. "¡Salvemos las grandes disciplinas de la Iglesia!"

¿Qué han querido decir con este requerimiento lanzado a toda la Iglesia, un llamamiento angustiado, un verdadero grito de alarma?

Se intenta salvar una casa en peligro de ser destruida o en parte ya destruida; se trata de salvar una cosa presa de las llamas... y en tal caso se trata de pedir y se invoca ayuda para salvar lo salvable.

¡Mi Iglesia está en llamas, hijo mío, y las llamas le están destruyendo las estructuras más bellas con las que la edifiqué!

Los Baluartes Espirituales con que la ceñí y que en Ella diseminé por doquier están todos en llamas, todos en crisis.

Dentro de no mucho vendrán también las "llamas materiales" a completar las destrucciones, porque a completar las destrucciones, porque esta Mi Iglesia se deberá rehacer enteramente nueva.

En otras ocasiones hube de decirte cómo Conventos, Comunidades, Congregaciones y Ordenes Religiosas son otras tantas hogueras de incendio y de crisis, donde las llamas después de haberse incubado por largo tiempo bajo las cenizas han ya comenzado a inflamarse y dilatándose y encontrándose han formado un gran incendio en el que está envuelta Mi Iglesia, que ahora, en plena crisis, ¡arde toda!

 

Crisis de Fe y vida interior, por tanto anarquía

 

Diócesis, Parroquias, Seminarios y todas las demás estructuras acusan más o menos un gran malestar que brota de una única y sola causa: Crisis de Fe, equivalente a crisis de verdadera vida interior y he aquí como consecuencia, la crisis exterior que se comprueba en todo mi Cuerpo Místico y cuyas manifestaciones ya conoces, por lo que no considero oportuno repetirlas, ahora en Mi Iglesia hay "anarquía"; anarquía de la que no se quiere oír hablar, sobre todo por quienes son su principal causa y sobre los que pesa la mayor responsabilidad.

Anarquía en la forma de vestir para el Clero; quien hace una Ley tiene también el deber de hacerla respetar, de otra manera ¿para qué hacerla? ¿ Por qué entonces se ha hecho una Ley y no se ha hecho nada para hacerla respetar? ¿No es esto un carente sentido de responsabilidad?

San Pablo ha hablado claramente de la modestia con la que las mujeres en particular, pero no sólo las mujeres, deben asistir a las Sagradas Funciones en la Iglesia… ahora bien, vestido más inmodesto que los vaqueros ¿cuál es?

Anarquía en la Liturgia y en la administración de los Sacramentos... aquí basta recordar lo que he dicho en un precedente mensaje…en tantísimos casos se ad ministran los Sacramentos como se administrarían las propias cosas materiales, olvidando la "sacralidad" del Sacramento, que es fruto de mi Redención. No puedo tolerar ya más allá estas sacrílegas profanaciones, y no desciendo a detalles de los que ¡hasta los fieles menos sensibles a las cosas de Dios se han escandalizado profundamente!

Anarquía en las relaciones eclesiales. Cuántas veces se desobedece... Cuántos sacerdotes suscritos a periódicos y revistas marxistas... Cuántos sacerdotes que leen periódicos que sutilmente inculcan ateísmo e inmoralidad... Cuántos sacerdotes frecuentan salas cinematográficas prohibidas a los seglares...

Los Obispos lo saben, pero ¿por qué no han intervenido casi nunca? Y si no lo saben, ¡quiere decir que no se preocupan mucho de la situación ni de los peligros con los que están amenazados los Sacerdotes de su grey!

Ahora se inicia el tiempo de la justicia.

A Dios no se le traiciona impunemente

Hijo mío, te veo preocupado... ¡oh, no lo estés! Soy Yo, Jesús, quien te lo pide. ¿No te he asegurado tantas veces diciéndote que ninguno podrá nada contra ti más de lo que Yo permita y que si permito que tengas que sufrir es sólo para Mi mayor Gloria y el bien de las almas?

Hijo mío, cuando un campo está infestado de tantas malas yerbas, o se limpia con una enérgica acción de escarda o queda destinado a la esterilidad… ¡esta es hoy la condición de mi Iglesia!

La acción de saneamiento radical que hará nueva y tan bella a Mi Iglesia ya se ha iniciado… tú me quieres decir que muchos ríen burlonamente incrédulos... he dicho "ríen burlonamente", porque estos incrédulos son los fieles de la iglesia de Satanás que, como su jefe, están congelados en la incredulidad, pero cuando llegue el momento en el que deberán, o mejor, querrían cambiar de opinión, ¡ya no tendrán tiempo!

Una vez más recuerdo a estos traidores Míos y de Mi Cuerpo Místico que he sido paciente, magnánimo y Misericordioso, pues era tiempo de Misericordia... pero ahora, hijo mío, da comienzo el tiempo de la Justicia. ¡A Dios no se le traiciona impunemente!

Hijo, te bendigo y Conmigo te bendicen mi Madre y San José; ¡ámame y no temas jamás!

 

21 de Noviembre de 1978

 

EL MAL LO SOMETO SIEMPRE AL BIEN

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que después de una breve pero indispensable pausa te digo, toma de nuevo la pluma y reanudemos nuestro trabajo.

La experiencia que has debido hacer ayer, precisamente en el día de tu onomástica, ha sido dura y amarga, ¡oh sí, cuán amarga! Pero tú sabes que Yo jamás quiero el mal, ni lo podría querer porque no sería ya Dios, pero contra todas las reacciones de las fuerzas ocultas del Infierno, el mal, lo quieran o no, Yo lo someto siempre al bien y esto te lo he hecho tocar ya con la mano innumerables veces.

Ayer, hijo mío, has visto la respuesta concreta a la pregunta que me hiciste hace una semana de que cómo también los Directores Espirituales pueden, y no raramente, ser maleficiados.

Ayer lo has tocado con la mano y has pagado el costo a carísimo precio.

 

Podrás formar almas con el "espíritu" de la Iglesia regenerada

Ahora pues, ¿qué debes hacer, hijo mío? ¡Obedecer!

Pero entiende bien el sentido de esta obediencia: tú no te ocuparás de cosas materiales o administrativas, pero sí podrás aconsejar a la entera Comunidad si los responsables te lo piden y si las personas se presentan a ti para Dirección Espiritual.

Comportándote así estarás en la perfecta obediencia y tú no tendrás de ello ninguna perturbación porque es lo que siempre has hecho y así podrás continuar tu misión de formar almas con el espíritu de Mi Iglesia regenerada.

¿No te había dicho ten confianza y verás, veréis dentro de poco cuán bueno es el Señor?

Además, la experiencia hecha ayer es una ulterior confirmación de que está acercándose rápidamente el tiempo en el que Mi Iglesia será dejada a plena merced de las potencias oscuras del Mal, que son la oscuridad; ¡oscuridad que la envuelve y la ciñe toda, por lo que los hombres no verán todos igualmente, sino a medida y proporción de su Fe! 

Ve hijo mío, con qué claridad ven las Almas Víctimas ¿ pero esto por qué?

Porque ningún otro me ayuda a cargar la Cruz como Ellas y puesto que ellas se unen a Mí y se identifican Conmigo en el Calvario, Yo las recompenso por éste su amor, ¡teniéndolas como en el Tabor!

 

Será vuestra salvación cuando todo se derrumbe en torno a vosotros

 

Tienes en el ánimo saber por qué haya Yo permitido el maleficio de tu Director Espiritual... Porque esto forma parte de Mi insondable plan de Amor y de Misericordia.

Tú querrías también saber cómo es posible que se haya ligado la edición y distribución del Quinto Libro al proyecto de reconciliación: Todo se debe imputar al maleficio; conocen mi Voluntad con relación a esto, pero ¡no han sido capaces de seguirla!

- Jesús mío, Tú lo puedes todo… nadie puede resistirte sin que Tú lo permitas.

-  Sí, hijo mío, ¡me ocuparé Yo de todo! 

Tú mira que se salvaguarden la Fe, el Amor y la Esperanza, trata de que se crea y se viva el programa de la Comunidad enteramente sin reservas, ¡y no temas nada!

Vuestra fuerza es la unión cimentada en el Amor y la Fe... y si así lo hacéis, os repito que seréis una de las flores más bellas y perfumadas de mi Iglesia, y seréis verdaderamente un "faro" de intensa luz en las tinieblas que avanzan cada vez más densas y más negras.

El próximo día 30 uníos también para festejar a Mi Gran Embajador, acreditado cerca de vosotros como Guía, Defensa y Protección potente y segura, y Yo, Jesús, estaré presente en medio de vosotros con todo Mi Amor y toda Mi Misericordia.

No temáis nada; estáis construyendo vuestra pequeña gran arca y en ella todo lo debéis prever y proveer, porque será vuestra salvación cuando todo se derrumbe en torno a vosotros.

Hijo, te bendigo, os bendigo ahora y siempre estoy con vosotros y si vosotros permanecéis Conmigo de nada debéis;  ¡ámame  como Yo os amo a todos vosotros!

 

He  puesto en  MI  IGLESIA

tesoros  de INFINITA RIQUEZA

 

22 de Noviembre de 1978

 

¡SE OBSTINAN EN NO CREER!

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

Hasta hoy, los mensajes que te he transmitido eran para lamentar  males y abusos que se han creado en mi Iglesia con una finalidad sin embargo bien precisa y clara, la de tratar de ponerles remedio;

lamentablemente pocos los han tomado en serio;

los demás se han dejado enredar por la duda, por la incredulidad y por la abulia que les ha impedido poner la mano en el arado,  ¡obstáculos todos provocados por los mismos enemigos en los que se obstinan en no creer, contribuyendo así a acrecentar los males y facilitando su obra demoledora!

He dicho que se obstinan en no creer, y esto, contra la evidencia. A cada momento se topan con hechos y sucesos a los que no se les puede dar explicación humana alguna y para los cuales, la razón y la lógica deben aceptar una explicación que trascienda la razón, pero ni esto vale...

Se comportan como niños que niegan a la mamá haber tomado a escondidas cualquier golosina mientras la están engullendo a boca llena...

¡Este es el comportamiento de tantísimos hombres de hoy frente a hechos que no admiten ninguna explicación humana!

 

Es la hora en la que las cosas se deben llamar por su nombre

 

Ve, hijo mío, cuántas dudas y hoy frente a por las palabras que están como subtítulo en la portada de los libros: "Confidencias de Jesús a un Sacerdote suyo "…

Se piensa y se dice que esto no puede ser y que no es posible, sobre todo cuando se piensa que estas palabras se hayan dirigido a un determinado Sacerdote, con nombre y apellido y conocido por todos con el fardo de sus miserias...;

no se dan cuenta estas personas de que pensando y razonando así se elevan sobre un pedestal a lo menos igual al de Dios, de quien intentan juzgar:

las intenciones; pero ¿quién puede juzgar las intenciones de Dios si está prohibido juzgar aún las intenciones de los hermanos?

la Potencia y los Poderes; pero ¿ quién puede juzgar los Poderes de Dios si son infinitos, y quién los puede medir?

Presunción inaudita de la que ni siquiera se dan cuenta, porque se dice y se piensa así sólo por falta de Fe; no se cree en realidad que nosotros seamos y vivamos inmersos en Dios, que es infinito y es la primera y absoluta Realidad de la que cualquier otra es...

¿Por qué entonces Yo, Dios y Hombre, es decir, Verbo eterno de Dios no habría podido o debido dirigirme a ti, hijo mío, y como a ti a tantos otros?

¡Así pues la soberbia humana ha llegado a tanto de pretender condicionar el modo de pensar y de obrar de Dios, Creador y Señor de todas las cosas!

Se ha dicho y pensado: Si Jesús tuviera algo que decir debía decírmelo a mi, que tengo la plenitud del Sacerdocio..  ¡y en esto la estupidez humana supera todo límite!

Te he dicho, hijo mío, que ha llegado la hora en la que las cosas se deben llamar por su nombre, y que Yo soy el Amor, pero te he dicho también que Yo soy la Verdad;

no es que Yo sea más Amor y menos Verdad o más Verdad y menos Amor, no, Yo soy Amor y Verdad y no es que la Caridad tenga un derecho de precedencia sobre la Verdad, no, ¡Yo quiero, hijo mío, Caridad y Verdad en igual medida.

 

Por la carencia de humildad la Iglesia agoniza

 

En vuestra reunión de B. has visto y constatado cómo se ha exagerado sobre una de estas virtudes en perjuicio de la otra, mientras que no puede ser la una sin la otra.

Ahora sin embargo aquello que te he dicho sobre las dos grandes e inseparables virtudes de la Caridad y de la Verdad vale también para todas las demás. En efecto, igual que en un cuerpo humano o social, si carece de un órgano vital no se tiene una vida buena y regular, así también de las almas, de manera que si un alma carece de una virtud Teologal, en ella la "vida", (vida de Gracia, vida Divina), se apaga, y si falta otra gran virtud, la "vida" languidece.

Hay pues hay otra virtud, que si bien no está enumerada entre las virtudes Teologales es fundamental y sin la cual la vida de la Gracia no puede existir, nunca podrá existir, y es la Humildad.

La carencia de humildad ha llevado a Mi Iglesia a agonizar y no perecerá sólo porque Yo no lo permitiré.

Hijo mío, ahora basta, continuaremos cuanto antes, pero quiero ahora decirte aún una cosa: no te preocupes por lo que se dice de ti y de la Comunidad, pues si verdaderamente me quieres amar Yo sólo te debo bastar, porque en Mí encontrarás todo, en Mí tendrás todo lo que verdaderamente vale, es decir: Fe, Esperanza, Caridad, Sabiduría, Humildad y todo otro verdadero bien.

Te bendigo y contigo bendigo a toda la Comunidad, a la que sigo, miro y amo.

Ámame, reza y haz rezar y reparar.

 

22 de Noviembre de 1978

 

CARISMA, DON EXTRAORDINARIO GRATUITAMENTE DADO

 

Es tiempo de continuar, hijo mío, escribe, soy Jesús.

Hemos hablado de los no pocos males por los que está afectado mi Cuerpo Místico, ahora es tiempo de hablar de los bienes de los que es rica Mi Iglesia, una riqueza inmensa.

Forma parte de esta riqueza espiritual el "Carisma", don extraordinario gratuitamente dado y que gratuitamente también debe ser usado propter comunitatem,[100] y quien afortunadamente por Gracia divina hace uso de él no puede jamás estar en contraste con la Jerarquía, puesto que también el Orden Sagrado es un Carisma, carisma ordinario pero que tiene sin embargo el mismo origen, naturaleza y los mismos fines del extraordinario.

Juez de la legitimidad del Carisma que es dado con el Orden a un Obispo o a un Sacerdote es la Iglesia;

Juez del Carisma extraordinario de un alma es el Obispo.

Antes de formular un juicio sobre un carismático los Obispos deben usar de prudencia, rezar y hacer rezar, puesto que del resultado de su juicio puede depender el bien o el mal para tantísimas almas;

el juicio además, que el Obispo debe dar, no debe ser indefinidamente pospuesto por miedo, temor u otros motivos menos nobles, deteniendo así y obstaculizando o hasta desviando, el Plan de Dios.

 

¡Cuánto bien se ha perdido porque lo ha impedido el orgullo humano!

 

Hijo mío, tú querrás saber el por qué de una conducta semejante... he aquí, muchas veces es por celos, por el hecho de que donde hay engreimiento  hay siempre envidia y celos, y ya que el Carisma auténtico, es decir, proveniente del Espíritu Santo eleva siempre ante los ojos del pueblo a aquel que lo recibe, así se teme que rebaje o eclipse al del Obispo;

ha sido así tantas veces… pero si en la base de este modo de ver y juzgar estuviera la Humildad se habrían evitado males de mucha gravedad.

El Carisma extraordinario dado por el Espíritu Santo tiene como finalidad la integración de Carismas ordinarios, por lo tanto no se debe nunca alimentar ningún temor o miedo sino siempre y sólo alegría y reconocimiento a Dios, que ésto da para el bien común de las almas, pero esto  por desgracia no lo pueden comprender ni ver aquellos que tienen el espíritu entenebrecido por la oscuridad. No debería haber nunca contraste entre la Jerarquía y los Carismáticos genuinos y auténticos) porque, como si a un cable en el cual ya hay una determinada potencia eléctrica se le introduce una ulterior, no sobreviene de ello ningún daño, pues las dos potencias se funden en una sola, o como si en un vaso de agua se agrega todavía un poco, no hay inconveniente, pues el agua se funde con el agua, así debería ser también en la , mientras al contrario ) ¡cuánto bien se ha perdido por haber sido impedido por el orgullo humano, generador de todos los males, impedido por la envidia y por los celos que dividen y ciegan a tantos en Mi Iglesia y que la destruirían si tuvieran la posibilidad de ello!

 

Fuego y agua serán como rodillos compresores

 

Sea dicho una vez más, "la hora de la purificación" ya ha iniciado su acción de erosión y el vértice se alcanzará cuando la avalancha, enteramente despejada dé comienzo a su imparable descenso, en el que arrollará todo y a todos, destruyendo y aniquilando todo el producto del orgullo humano.

Todo esto se realizará con una violencia jamás vista en la tierra, fuego y agua serán como rodillos compresores, luego, vientos, terremotos, aluviones, hambre, sed... concluirán la obra purificadora de una humanidad prostituida como una mujer dedicada al pecado...

Los hombres han dicho "no" a Mis reiteradas invitaciones al arrepentimiento y a la conversión;

han dicho "no" al Amor, a la Verdad, a la Misericordia y Paciencia de Dios;

han dicho "no" a las numerosas intervenciones de la común Madre Celestial, impidiéndose toda vía de salvación;

así experimentarán la "Justicia Divina".

Por esto Mi Iglesia nueva quiero Obispos Santos y Humildes, que deberán, con su humildad, volver a emprender el camino desde el punto de partida desde el que Yo, Verbo eterno de Dios inicié con el Misterio de la Encarnación mi camino de verdadera y no ficticia Humildad, de pobreza y obediencia, porque sólo de este modo será posible restaurar el equilibrio roto y el orden destruido.

Te he hablado de anarquía en la Iglesia y en los Pueblos y tú sabes que "anarquía" quiere decir desorden moral y espiritual, rechazo del orden y exaltación del desorden, mientras en cambio con Obispos Santos tendré Sacerdotes Santos, y con Sacerdotes Santos tendré "santa" a toda Mi Iglesia.

Hijo, ahora basta, continuaremos cuanto antes; te bendigo y contigo bendigo la flor que tú sabes y que es tan querida de Mi Corazón y del Corazón de nuestra común Madre Celestial.

 

23 de Noviembre de 1978

 

CARISMA: ORDINARIO Y EXTRAORDINARIO

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús, 1o que te estoy diciendo deberá servir para la Iglesia nueva.

El "carisma" no es una cosa nueva para la Iglesia; ha nacido con ella misma y se ha manifestado siempre en todo tiempo, ahora bien, el ordinario es dado a través de algunos Sacramentos, en cambio el extraordinario es dado directamente por el Espíritu Santo, para los fines ya dichos en el precedente mensaje.

Los dos carismas, ordinario y extraordinario, se integran y se funden como la luz de dos lámparas encendidas y puestas una junto a la otra y cuyas individuales luces se compenetran y se funden en una misma e idéntica luz, pues son de la misma naturaleza, y emanan los mismos rayos y el mismo calor.

He aquí esto  y aquello que está previsto en el designio de Dios, pero si no es o no fuera así, entonces quiere decir que han entrado en acción, orgullo y presunción para realizar su obra demoledora y contraponerse al plan de Dios.

¡Cuántas veces ha sucedido y sucede esto, creando tremendos vacíos espirituales y desperdiciando tesoros de gracias a causa de un poco de vanidad y de presunción!

 

Cúmplase este derecho con absoluta objetividad y solicitud

 

La Jerarquía, a la que compete el derecho de juzgar la validez del carisma extraordinario debe cumplir éste su derecho con clara y manifiesta rectitud, con absoluta objetividad y con celosa solicitud, despojándose a si misma de todo prejuicio de parte, porque no se debe repetir más en mi Iglesia regenerada el espectáculo indecoroso, injusto y no raras veces infame de carismáticos estafados, calumniados, acusados de falsedad, perseguidos o hechos internar en Clínicas Neurológicas o de todos modos privados de su libertad e impedidos de comunicarse con los demás...   

¡Estas son terribles injusticias que gritan venganza ante la presencia de Dios!

Yo he querido también de ti esta experiencia; he querido que tocaras con la mano los efectos de la soberbia, definida por el Espíritu Santo como radix omnium malorum; ¿recuerdas cuando pediste al Pastor de una Diócesis poder visitar a una gran carismática, una gran Santa, en cuya humilde casita sucedieron por tantos y tantos años cosas y hechos muy por encima de toda ley humana, cuál fue la respuesta a tu petición? "Yo, ni apruebo ni niego"; es decir no quiso tomar la responsabilidad de una respuesta clara y precisa.

¿Conclusión? La duda ha serpenteado por años en tantas personas y ha sido causa de incertidumbre y sufrimiento para tantas almas...

¿Cuál es la razón? Solamente par sacudirse de las espaldas una decisión que pesaba y evitarse molestias en cadena y también para no poner en peligro su propio y tranquilo vivir... ¡como si fuera posible a un Pastor de almas tener un tranquilo vivir!!!

Y en el carisma recibido de Dios ¿se ha pensado o no? ¡Oh, demasiado a menudo antes que en Dios se piensa sólo en el propio yo!

¡Cuántos son los carismáticos hoy puestos en la condición de no poder usar del Carisma recibido, y por fines abyectos...!

También tú los conoces; pero ¿hasta cuándo?

¡Qué enorme responsabilidad!

 

La Iglesia nueva será en buenísima parte carismática

 

El carismático recibe siempre el carisma no para sí, sino para la comunidad y ¡ay de los carismáticos que ceden a la fuerte tentación de usar del carisma no para la gloria de Dios y el bien de las almas, sino para ventaja y finalidades personales!

El carisma no imprime ninguna marca o señal particular en el alma que lo recibe, como  hace el Bautismo, la Confirmación y el Orden; Dios lo da y Dios lo puede siempre retirar: Deus dedit et Deus abstulit…[101] Por eso quien no hace de ello buen uso puede ser privado de ello, como ya ha sucedido tantas veces.

Varias veces te he dicho, hijo mío, que la Iglesia Nueva será en buenísima parte "carismática", porque el Espíritu Santo estará sobre ella con Su Soplo santificador y la volverá bella a los ojos de Dios y de los pueblos, no permitiendo que los "carismáticos", ordinarios y extraordinarios, se destruyan recíprocamente, impidiendo el mucho bien ligado a los carismas.

Serán relegados todos en su Infierno los fomenta dores de orgullo y de soberbia;

habrá Obispos santos, ¡por lo que la Iglesia será santificada in radice[102]!

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todas las para ti queridas y como siempre, pido oración reparadora.

 

23 de Noviembre de 1978

 

YO ESTARE EN MEDIO DE VOSOTROS HASTA LA CONSUMACION DE LOS SIGLOS

 

Toma de nuevo la pluma y escribe, hijo mío soy Jesús, el Redentor, el Salvador que ha venido para recoger, no para desparramar; para reunir y poner a salvo la grey mortalmente herida por el Enemigo, y he hecho esto dando la vida por mis ovejas y por mis corderos; desde la Cruz sobre el Calvario desciende un torrente de Sangre Divina, en la cual la humanidad pecadora y rebelde se puede sumergir en un baño purificador.

¡Esto he hecho y esto continúo haciendo hasta la consumación de los siglos!

Los hombres sin fe de este siglo desventurado no saben ver el gran prodigio de amor que se perpetúa y se consuma para ellos y para su salvación eterna;

"sine effusione sanguinis non est remissio".[103]

he aquí, hijo mío, bastaría que los hombres vieran y creyeran en este gran prodigio de amor para transformarse, para convertirse y cambiar el rumbo de su camino en la tierra, porque existe, sí, el mal en la humanidad y en Mi misma Iglesia, pero mi Amor Divino os ha provisto a fin de que ninguno pueda decir que se había perdido por la falta de los medios necesarios para la salvación.

Yo estaré en medio de vosotros hasta la consumación de los siglos, éste es un don tan grande y tal que ningún otro lo puede, no digo igualar, sino sólo lejanamente bosquejar, en efecto Conmigo, Verbo eterno de Dios hecho Carne, presente entre vosotros tenéis "todo". Conmigo en efecto ¿qué cosa os puede faltar?

Conmigo tenéis la vida, el camino, la verdad, la luz, la fuerza Y la potencia para derrotar al Enemigo, el agua que apaga la sed, el pan que sacia, la sabiduría, la justicia, la paz, la misericordia...

¡Conmigo tenéis verdadera mente todo!

pero la mayoría parece ignorarlo

Pero desgraciadamente si los hombres cansados, extenuados, sedientos y desorientados no saben que junto a ellos está un lugar delicioso que tiene en sí todos los consuelos de los que sienten necesidad, pueden desfallecer, aún teniendo la salvación al alcance de la mano... ¡y es precisamente esto lo que está sucediendo en la tierra!

Yo, Jesús, Hombre Dios, Salvador y Redentor, fuente perenne de Luz, de Vida, de Fe, de Amor, estoy en medio de los hombres con Mi Corazón cósmico sediento de almas, pero la mayoría parece ignorarlo; tanto es así que si algunos advierten mi presencia es sólo para renegarla e intentar destruirla ante la impasibilidad de Aquellos que he preferido llamándolos amigos e hijos míos, elevándolos al rango de Ministros míos y Embajadores ante los pueblos y naciones!

¿Por qué, hijo mío, en la humanidad y Mi misma Iglesia, a pesar de mi divina Presencia, los hombres continúan caminando hacia caminos de perdición, antes que hacia el camino de salvación?

Conozco lo que en este momento piensas, esto es, te desagrada que vuelva a lamentarme hablándote de cosas que te he repetido tantas veces y que has escrito repetidamente, pero ¿por qué te he elegido para una experiencia tan amarga, cual es el choque en acción desde la creación del hombre hasta hoy entre las potencias de la Luz y las de las tinieblas?

Precisamente porque tú, mi profeta, después de haber vivido y sufrido esta amarga experiencia pudieras llegar al conocimiento y ver con claridad los orígenes, la naturaleza y el desarrollo de este choque para decirlo, para poder hablar de él a los demás y ¡hacerlos conscientes de su elección y responsabilidades acerca de la gran finalidad de la vida!

 

sus penas en el infierno serán centuplicadas

 

¿Cómo no hablar, hijo mío, de una situación verdaderamente triste en la cual el hombre a veces se debate desesperadamente y a la que está ligada su salvación o condenación eterna?

Seria como si quisiera hablarte del hombre callando todo acerca de su origen y de su naturaleza espiritual y además de la unión del alma con el cuerpo, ¿qué podría entonces decirte?

En otras palabras, tú sabes que es tu misión específica sacar a la luz las causas y los responsables de los males por los que Mi Iglesia sufre y languidece y por los cuales tantas almas se pierden... ¡y esto lo debes hacer con tenacidad hasta el fin!

Todos deben saber que a Mi Iglesia le ha sido dado todo lo necesario para la realización de su misión en el mundo;

he dicho todo porque a Ella me he dado y me doy Yo mismo, y Conmigo no lo puede faltar y no le falta nada;

sombras y luces deben ser conocidas por todos para que cada uno pueda responder con los abundantes medios de defensa que tiene a su disposición ante el mal que lo insidia.

¡Ay de aquellos que abandonando sus puestos de responsabilidad se pasan al Enemigo!

Pero peor aún para quienes manteniendo exteriormente sus posiciones clave, traicionan tramando y sirviendo al Enemigo en su rabiosa obra de perdición;

"más les valiera no haber nacido";

porque sus penas en el Infierno, escribe sin miedo esta palabra: Infierno, ¡serán centuplicadas en comparación con los demás condenados!

¡Como ves, hijo mío, no sólo tinieblas, sino también viva luz para quien ama la Luz!

Te bendigo, hijo, y Conmigo te bendicen mi Madre y San José, y juntamente contigo bendecimos a la Comunidad y a las personas que te son queridas.

 

23 de Noviembre de 1978

 

HACEN EL MAL, PERO SIEMPRE disfrazado  DE APARIENCIA DE BIEN

 

Hijo mío, soy Jesús que te invita a tomar la pluma por tercera vez en este día. Escribe y no temas.

En los mensajes precedentes hemos hablado de la "iglesia de Satanás", querida y alimentada continuamente de nuevos prosélitos, y cuántos más ha hecho en estos últimos decenios, un número grandísimo, muchos de los cuales de alto rango, sea entre los seglares como en la Iglesia;

todos están bien organizados con estructuras y medios de lucha adecuados, cuya principal y más potente arma es el maleficio, sea como un hecho individual o como arma de grupo, y naturalmente todo en oposición a Mi Iglesia;

prosélitos que son perseverantes y malignamente celosos en perseguir el mal, pero siempre disfrazado de apariencia de bien.

Esta es una realidad de la que hace falta tener conciencia y conocimiento para saberse defender, haciéndole frente con los medios que la Iglesia pone a disposición de sus miembros, medios sobreabundantes y de una riqueza que sólo Ella tiene y puede tener, pero que,  para gran perjuicio suyo, tiene todavía en la mayoría de sus miembros, una innata ignorancia casi total acerca de la lucha en curso entre las potencias oscuras y tenebrosas del mal y los hombres, quienes son su objeto y víctimas.

 

la iglesia riquísima en medios de defensa,  pero paupérrima en conocimiento del enemigo

 

Dos realidades por tanto, en continua contraposición, pero una de ellas está siempre en guardia, y bien adiestrada en incesante movimiento, dedicada a rodear, insidiar y golpear sin pausa a la otra parte, la cual, aun siendo riquísima en medios de defensa, es paupérrima en Fe y conocimiento del Enemigo, del que se ha interesado bien poco en conocer la potencia, la naturaleza y la estrategia; lógica consecuencia de estos hechos es que los Enemigos de la Iglesia han logrado penetrar en ella, eliminando defensas, destruyendo fortalezas, insinuándose por doquier y adueñándose de posiciones estratégicas y ocupando hasta no pocos puestos de Mando aún en los más altos vértices.

Ahora, este hundimiento, hecho de ignorancia, de indiferencia, de apatía y de anemia espiritual es fruto del más colosal engaño del Enemigo, ya que es el "materialismo", el que ha oscurecido y está oscureciendo todo y que prepara "aquella hora", cuyos signos premonitorios se advierten ya en el horizonte.

Hijo mío, hace falta que al menos todos los que llevan el nombre de "cristianos" estén preparados, porque desde la Creación del Mundo invisible, esto es, desde el combate entre los Espíritus permanecidos fieles a Dios y  los rebeldes, nunca se ha visto un choque tan tremendo como se verá en la hora de la purificación, al repetirse este inmenso y gigantesco conflicto sin precedentes en la historia de la humanidad ¡y en el que estarán involucradas todas las fuerzas al servicio de Satanás recogidas en su iglesia!

De todo esto ríen burlones e incrédulos muchos hombres, incluidos muchos de los que habían sido llamados a adiestrar a los soldados de Mi Iglesia contra las potencias oscuras del Infierno, y ahora también ellos altamente contagiados, aunque sería mejor usar una palabra más acorde con la verdad esto es, dominados psicológicamente precisamente más que los otros, no parece en efecto que ni siquiera pase por su mente lo que en tiempos ahora ya muy próximos va a suceder en este mundo tan atrozmente engañado por la Mentira, con el disimulado arte de aquel que es el Padre y el Generador de todo el mal y, de todos los males que la humanidad sufre, y  sufrirá como jamás ha sufrido en el pasado…

 

yo soy el amor, pero soy también la justicia

 

Con este mensaje he querido dar a los hombres de este tiempo la visión realista y veraz de los dos mundos en choque entre ellos: el Mundo de la Luz y el de las Tinieblas; el Mundo de la Vida gozosa y de la Verdad y el de la "muerte de la Gracia sobrenatural";

dos mundos que implican un número tan grande de criaturas que ninguna mente humana es capaz de comprender...

la humanidad no sabe lo que pende sobre su cabeza, y esto es terrible... Los hombres deben saber, deben conocer...

¡he aquí el porqué de estos mensajes!

¡Afortunados quienes les presten fe!

 Los corrompidos ciudadanos de la Pentápolis no creyeron a los Profetas y precisamente por la dureza de sus corazones las ciudades fueron destruidas por un fuego "descendido" del Cielo... creían burlarse impunemente de Dios, pero la Justicia Divina los golpeó tan duramente ¡hasta dispersar al viento aún el polvo de sus huesos!

Yo amo a mis criaturas todas, las he amado tanto que por ellas y por su salvación no he titubeado en morir en la Cruz, porque Yo soy el Amor, hijo, pero soy también la Justicia.

Esto lo deben saber todos aquellos que persisten en la ciega obstinación de rechazo y de resistencia al Amor, ¡que hasta ahora ha llamado inútilmente a su corazón!

Hijo mío, reza, no me niegues tu amor y tu oración, que no quedará sin respuesta.

Por tercera vez, hijo, te bendigo, y contigo a todos los que tú amas.

 

24 de Noviembre de 1978

 

LA "ORACION" SAETA QUE PENETRA Y RASGA LA OSCURIDAD

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

En los anteriores mensajes hube de decirte que como toda medalla tiene su doble cara, positiva y negativa, así es en mi Iglesia, muy rica también en bienes espirituales. Esta mañana quiero hablarte de uno de estos bienes en particular, de la oración; ella es:

arma poderosa con la que podemos obtener de Dios todo;

arma formidable con la que aun los más débiles pueden transformarse en fuertes, hasta el punto de hacerse invulnerables a todos los ataques lanzados por los enemigos;

arma que si es usada sabiamente consigue siempre hacer prevalecer al combatiente sobre el enemigo;

es el arma empuñada constantemente por los Santos y de la cual Yo, Verbo eterno de Dios, he hablado ampliamente en el Evangelio.

La oración es pues el arma por Mí confiada a mi Iglesia como "garantía de seguridad y de cobertura", es un arma infalible si se usa con humildad, fe, esperanza y amor, es decir, si es usada en las condiciones de perfecta salud espiritual, en cuanto que quien usa esta arma debe estar en Gracia de Dios, ya que la Gracia nos liga a Dios con un "pacto de amistad", esencial a todos los efectos, sea para las victorias particulares como para la victoria final. Entre las numerosas sombras y la densa oscuridad que envuelve a Mi Iglesia, la oración es como saeta que penetra y rasga esta oscuridad como un rayo luminoso, como una flecha imparable; es arma poderosa que detiene siempre la arrogancia del Enemigo y lo pone en fuga.

 

…orad... de otro modo pereceréis todos

 

Hijo mío, hoy la situación de la Iglesia es muy precaria, es como la de un gran Imperio en la víspera de su caída, pero la cosa más extraña es que la humanidad advierte la gravedad del momento sin encontrar la fuerza para sacudirse y reaccionar empuñando el arma infalible, capaz de detener la derrota ya en acción y para salvarla de la extrema ruina.

Una vez más te recuerdo, hijo, que la Iglesia habría debido acoger las amorosas y autorizadas invitaciones de mi Madre en La Salette, en Lourdes, en Fátima y en tantos otros lugares; invitaciones con las que  la común Madre nuestra, con sencillez y claridad ponía sobre aviso a Iglesia y Mundo para sustraerlos de la tremenda ruina de la purificación "Haced  penitencia, rezad, ha dicho señalando la Corona del Santo Rosario, de otra manera todos pereceréis".

Cuántas veces lo ha dicho, pero ¿cómo ha respondido el Mundo y cómo ha respondido mi Iglesia? 

Pocos, poquísimos en comparación con la inmensa mayoría de los hombres, han acogido la invitación del Cielo;

¡orgullo y soberbia no han permitido a los Cristianos y a los hombres de este siglo  desventurado, caído entre las insidias de las viscosas potencias infernales, creer en la común Madre!

No se han tomado en su justa consideración las palabras llenas de Amor y de Misericordia de la Mamá Celestial; no se ha dado la respuesta esperada con ansia, esto es, la respuesta de la conversión, la oración y del arrepentimiento, es más, se ha continuado haciendo de todo para alejar a Dios del corazón del hombre, para descristianizar a la Iglesia, hundiéndola cada vez más en el materialismo para hacerla olvidar su gran misión Divina.

¡Oh, cuán fáciles son los hombres para olvidar las tantas veces que han sido salvados por la Misericordia Divina, particular y socialmente considerados!

La Iglesia, y con ella la Civilización Cristiana, ¿no ha sido salvada en Lepanto de las Potencias de la Media Luna?

Tal salvación sin embargo le llegó a la Iglesia y a las almas particulares ¡siempre y sólo por la "oración"!

 

los creyentes se salvarán como se salvó Noé

 

La cristiandad está llena de estupendos Santuarios y de magníficas Iglesias esparcidas por doquier para recordar el poder del Santo Rosario y de la oración en general, pero el materialismo de estos últimos tiempos, usando de todos los medios ha hecho de todo para hacer olvidar al hombre su dignidad de Hijo de Dios y, siempre disfrazado de tantos modos diferentes, ha intentado matar la fe en el hombre, haciéndolo así completamente sordo a las llamadas del amor de Dios.

Los hombres de este siglo XX han sido sumergidos en todas las realidades materiales para hacerles olvidar la única y gran Realidad, fundamento y base de todas las demás, esto es, Dios.

¡A tanto ha llegado la obstinada maldad de Satanás!

Hijo mío, la Iglesia no perecerá y no perecerá precisamente por el poder de la oración de los pocos buenos y por las humildes oraciones de aquellos que no se han dejado engañar por las insidias venenosas del Infierno.

Estos están ya marcados y se salvarán como se salvó Noé con los hijos de sus hijos en el Arca, de la que tanto se rió la necedad y la ceguera de aquellos que no creyeron.

Mi Padre Celestial jamás apartará de Sí a aquellos que Celestial Le elevaron su fervorosa oración con fe viva y con corazón humilde y sincero.

Basta, hijo mío, continuaremos pronto, por ahora te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que colaboran en la difusión de mis mensajes.

 

24 de Noviembre de 1978

 

YO SOY EL DIOS DE LOS EJERCITOS

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús; esta mañana te hablé de la oración: arma formidable y siempre eficaz cuando se lleva a efecto en los modos debidos, pero estéril e inútil cuando faltan las condiciones necesarias en el alma de quien la hace.

Ahora, si Pastores, Sacerdotes, Religiosos y almas consagradas pierden de vista su estado de combatientes, pierden de vista también las armas, de las que un combatiente no se debe separar jamás, ¿no soy Yo "El Dios de los Ejércitos"? Pero ¿qué cosa entienden mis consagrados con estas palabras?

Las palabras "Dios de los Ejércitos" hoy no son ya agradables, por eso simplemente se han borrado de la Biblia... Pero la realidad no ha cambiado por esto. Yo soy, permanezco y seré, téngase bien presente esto, "el Dios de los Ejércitos". No lo olvidéis, sobre todo vosotros, constructores de mi Iglesia hecha nueva, porque ésta será una de las principales bases de la regeneración espiritual del post purificationem[104].

¿Quiénes son Mis soldados? Todos los confirmados son los que formarán las nutridas legiones de la Iglesia Nueva.

Todos los gobernantes de este mundo tienen sus soldados. ¿Solamente el Omnipotente Dios "Rex omnium cordium"[105] no debería tener los suyos?

¡Yo soy verdaderamente REY y por lo tanto tengo y tendré mis ejércitos por los siglos eternos!

 

¡iglesia envilecida y desacreditada por deprimida en cuanto a combatividad!

 

Hijo mío, ¿por qué a los ojos del Mundo Mi Iglesia ha sido tan envilecida, desacreditada ridiculizada y vejada en tantos modos? Precisa y únicamente por deprimida en cuanto a "combatividad".

Las milicias de un ejército, abandonadas y dejadas a sí mismas terminan por dispersarse y anularse y si además luego se hace de todo para convencer a valientes soldados de que el enemigo no existe, que existe sólo en la fantasía de unos pocos dementes ilusos, es claro que la moral de esos soldados poco a poco se resquebraja y se destruye...

He aquí, hijo mío, esto es precisamente lo que han hecho Pastores y Sacerdotes;

bajo la martilleante acción diabólica han tendido insidias a mis soldados, engañándoles para convencerlos de que no se debe hoy hablar de "soldados", ni de enemigos, ni de luchas, porque todo esto es sólo fruto de la exaltada imaginación de pobres enfermos de esclerosis galopante;

que las palabras "Dios de los ejércitos" deben desaparecer como cosas y tabúes de otros tiempos... 

así mientras tanto el Enemigo lleva a cabo su obra de destrucción espiritual, moral y no raramente aún física, sin encontrar ninguna resistencia, porque ya no hay, salvas siempre las debidas excepciones, quien se oponga a los asaltos cada vez más violentos de las potencias oscuras del mal.

¿Dónde encontrar la explicación de esta gran tragedia?

El Enemigo de la Iglesia sabe muy bien con qué hacer palanca sobre el espíritu de quienes tienen puestos de responsabilidad, sobre todo de quienes en el Ejército de mis Soldados tienen puestos de Generales o de Oficiales con la grave tarea de mantener vivo en el ánimo de los soldados, su estado de combatientes y de adiestrarlos e instruirlos para conducirlos a la victoria;

la sola gran victoria que vale para toda la eternidad y que verdaderamente vale la pena combatir en el camino de vuestra vida.

 

¡No Misericordia por tanto, sino Justicia!

 

¿Qué importa al hombre conquistarse estima, gloria, riquezas, placeres, honores, si luego al fin de su vida encuentra la condenación eterna en el Infierno "eterno"?

Ninguna mentira, engaño o traición podrá jamás anular esta tremenda realidad ni esta espantosa condena que no admite apelación alguna, aun con el pasar de los milenios...

he aquí otro engaño del Demonio: Hacer creer que después de algunos milenios la Justicia Divina será cambiada en un acto de Misericordia...

oh necedad humana que haces de los hombres que son Hijos de Dios y soldados míos unas pobres criaturas dementes y siempre listas a tragarse el anzuelo lanzado por aquel que es el más acérrimo enemigo del hombre, al que odia y engaña sólo para hacer de él un esclavo suyo para toda la eternidad.

Permíteme una vez más, hijo mío, deplorar la postura de quienes habiendo sido elegidos para ser Corredentores y Colaboradores fieles en la tarea y en la más grande Misión que el Omnipotente Dios podía asignar a una pobre criatura humana, ¡se hayan transformado en cambio en "traidores" de Aquel que los había elegido entre tantos otros!

¿Se podía, hijo mío, desde lo alto de la más sublime dignidad precipitarse así tan abajo como para hacerse "siervos y esclavos" en la iglesia de Satanás, siempre en abierta oposición a Mi Iglesia y para daño y ruina de las almas "rescatadas" con la Preciosa Sangre de Mi Humanidad?

¡No Misericordia, por lo tanto, sino Justicia para estos mentirosos que no han jamás verdaderamente conocido qué cosa quiere decir amar!

Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todos aquellos que humildemente aceptan Mi Palabra y la ponen en práctica:

"bienaventurados los que crean aún sin haber visto".

Reza, repara y ámame siempre como Yo te amo a ti.

 

24 de Noviembre de 1978

 

LA CONFIRMACION HACE VERDADEROS Y PROPIOS "SOLDADOS"

 

Hijo, escribe.

En el precedente mensaje te hablé de la Confirmación, un Sacramento grande e importante, como lo son todos los Sacramentos, que alista a los cristianos en Mis Ejércitos acrecentándoles dignidad y poder y haciendo de ellos verdaderos y propios soldados.

Soldado es aquel que debe luchar para defenderse a sí mismo y al suelo patrio, que quiere además decir familia, lengua, cultura y todos los valores de la civilización en la que vive y está inmerso.

Así igualmente se debe decir del cristiano hecho adulto en el espíritu por medio de la Confirmación, Sacramento instituido por Mí, llegado a ser "soldado" precisamente para que esté en condiciones de luchar contra todas las fuerzas adversas desatadas contra él por el estado mayor del Infierno, es decir, por Lucifer, Satanás y Belcebú, de manera que combatiendo con armas adecuadas pueda rechazar todos los ataques dirigidos contra él y contra la Iglesia, Sacramento de salvación, puesta en el mundo para acoger en su seno a las almas heridas por el pecado Original y no sólo por el original, y no sólo por el Original, para que pueda guiar a este gran ejército hacia la Tierra Prometida, la verdadera Patria, es decir, la Casa del Padre común, que no ha dudado para vuestra salvación en enviarme a la tierra a Mí, su Hijo predilecto, a morir en la Cruz.

Los confirmados no deben entonces combatir sólo para una defensa personal, sino también por la gran Familia de Dios, la Iglesia. Ellos en efecto están dotados de una estupenda "divisa", de la cual deben estar siempre satisfechos y orgullosos, una divisa indestructible y que una vez recibida quedará para la eternidad, y tal permanecerá aún en el Infierno, pero como motivo de un más tremendo castigo, porque en ella el condenado se reconocerá soldado, pero un soldado que con la traición apagó el esplendor de aquella dignidad y poder de que gozó en la tierra y con las cuales habría podido adquirir un Reino de felicidad eterna.

 

es necesario dar una visión divina y sobrenatural del sacramento

 

La Confirmación es el Sacramento que consagra al cristiano como "soldado combatiente" contra las fuerzas adversas del mal, y con el Carácter que imprime indeleblemente en el alma, distingue al soldado de Cristo de quien no lo es;

es un don precioso que enriquece la naturaleza humana del cristiano con fuerza y poder, poniendo al Confirmado en la condición, como ya se dijo, de defenderse a sí mismo y a la Iglesia, de la cual forma parte. Iglesia que es depositaria y Custodio de las riquezas inestimables de la Divina Redención;

con los dones luego que el Sacramento lleva, el confirmado adquiere también derechos y deberes de los que debe tener una clara visión y una perfecta conciencia, puesto que no se pueden cumplir deberes que no se conocen y de los que no se tiene conciencia.

Por todo lo dicho resulta evidente la gran responsabilidad de los Pastores y de los Sacerdotes y de todos aquellos que tienen la delicada tarea de preparar las almas de los confirmandos, de hacerlo con una visión divina y sobrenatural acerca de la naturaleza del Sacramento, que no es un hecho humano referente al cuerpo, sino un hecho Divino referente al Espíritu, con la sola finalidad de recibir de Dios la fuerza necesaria para vencer en la guerra que el confirmado deberá siempre sostener por todo el curso de su vida terrena;

los confirmandos deben conocer bien las condiciones para que el don de Dios, gratuitamente dado, pueda producir sus frutos.

Los Sacerdotes que no se preocupan de preparar bien el espíritu de los confirmandos, sin ni siquiera cerciorarse si están o no en Gracia de Dios, pecan gravemente ante Dios, demostrando con esto estar privados de la sensibilidad que debería ser connatural a la "paternidad sacerdotal".

¿Qué pensar de aquellos Sacerdotes que mandan a los adolescentes a la Santa Confirmación sin haber hecho preceder la Confesión, como si fuera una cosa de poca importancia?…

¡En este punto el sentido de la Pastoral se ha diluido tanto hasta extinguirse del todo!

 

La Confirmación, verdadero fundamento de todo el Cuerpo Místico

 

Los confirmandos deben saber que las Tres Personas de la Santísima Trinidad intervienen sobre el cristiano: el Padre, con la Creación; el Hijo, con la Redención; el Espíritu Santo, con la santificación, mediante su "descenso" en el alma de alma de los individuos ¡precisamente en la Confirmación!

He dicho que en mi Iglesia nueva el Sacramento de la Confirmación deberá ser reintegrado en su naturaleza; deberá serle dado de nuevo todo lo que hoy le ha sido quitado vaciándolo de su contenido sobrenatural;

deberá serle prestada de nuevo la más solícita atención por parte de Pastores y Sacerdotes, porque este Sacramento formay es un verdadero fundamento para todo el Cuerpo Místico;

se necesitará ponerlo de nuevo en su justa y verdadera luz, porque es un Sacramento comprensible sólo si es encuadrado en el gigantesco y real conflicto siempre en acción entre las potencias de la Luz y las de las Tinieblas.

Los ojos tienden de por si a la luz, porque para esto han sido creados; la inteligencia tiende a la Verdad porque para ella ha sido dada, pero así como el ojo que se cierra para no ver no destruye la luz, la inteligencia que rehusa mirar de cara la realidad y la verdad, tampoco las destruye. Por eso esta ceguera culpable del cristiano no admite justificaciones, y por esto te he dicho que no habrá Misericordia para todos aquellos que han sofocado en sí la luz de la razón y la luz de la fe.

El Sacramento de la Confirmación tendrá por lo tanto en la Iglesia nueva el puesto que le compete y que tiene en el plan divino de la regeneración espiritual del Cuerpo Místico.

Te bendigo, hijo, ámame; conmigo te bendicen la Virgen Santísima y San José.

Reza y repara.

 

29 de Noviembre de 1978

 

ALMAS VICTIMAS

 

Escribe, hijo, soy Jesús.

Te dije que te daría la visión de algunos aspectos de Mi Iglesia, tanto negativos como positivos; pues bien, uno de los más positivos y de los más estupendos, de los más queridos de Mi Corazón Divino y que Me compensa abundantemente por todas las penas que los hombres ingratos causan a Mi Corazón, son las "almas Víctimas".

El mundo sabe poco o nada de ellas, por eso no se preocupa de ellas,  las ignora y no se siente en absoluto interesado por ellas; pero hay "otro mundo" que desgraciadamente las conoce, las sigue y las persigue sin darles ni tregua ni reposo, las atormenta, las acecha, las tienta y con despiadado sadismo las hace sufrir.

Hijo mío, tú esto lo crees, pues tienes todas las razones para creerlo y no tener duda ninguna al respecto. Pero desgraciadamente muchos, leyendo este mensaje, esbozarán una sonrisa de duda; otros, moviendo la cabeza, dirán que estás verdaderamente un poco chalado... y serán los más benignos, los otros se desgarrarán las vestiduras y se asombrarán de que se dejen publicar semejantes idioteces, porque, hijo mío, que se publiquen herejías de todo género, nada que decir, pero que se publiquen las "confidencias" que Yo, Jesús, hago a aquellas almas que "ab aeterno"[106] me he elegido no debe ser, ¡porque son idioteces que el buen sentido debe prohibir!

Una vez establecido esto, descorramos por un momento el velo que oculta al mundo las almas que amo más que a todas las demás.

 

ellas aceptan, desean, llevan y ¡aman la cruz!

 

¿Quiénes son estas maravillas de Dios?

Cuanto más los hombres se sumergen en las realidades materiales tanto menos ven y comprenden las maravillas de Dios, hasta el punto de que se les escapan las cosas, digamos así, menos materiales de la materia, como el perfume de una flor y el color o los colores con los que se viste la tierra en las diferentes estaciones, por lo que si no saben siempre apreciar la parte menos material de las cosas, ¿cómo podrán comprender las finuras de una alma llena de Dios, tan llena, de ser una sola cosa con Dios?

Como se hace difícil hacer comprender a un niño cosas de por sí difíciles para un adulto, así se hace más difícil hacer comprender ¡las maravillas que Dios obra en las almas de sus santos!

Las almas víctimas son aquellas almas que respondiendo fielmente, por cuanto la criatura es capaz, a la llamada de Dios, quieren hacerse semejantes a Él, condividiendo con Él todo, pero con particular cuidado la Cruz, la cual aceptan, llevan, aman y desean igual que la Primera Grande Infinita Víctima del Calvario.

Las almas víctimas son las hostias inmaculadas y puras, puestas en el Altar para ser ofrecidas junto con Jesús y con Su Madre al Padre para la remisión de los pecados;

son las joyas del Paraíso;

son las perlas preciosas y ocultas, conocidas solamente por Dios Uno y Trino;

son objeto de admiración de los Ángeles y de los Santos;

son, después de Él, la Víctima de todas las víctimas, y después de su Madre Celestial, Corredentora, las corredentoras que arrancan las almas del purgatorio, pero sobre todo de la férrea tiranía de Satanás.

Hijo mío, no todos ven lo que vosotros veis; sois Pocos los que veis lo que está oculto a los demás... por lo cual ¿qué pueden entender de almas víctimas los que no ven ni siquiera todo lo de las realidades materiales en las que están inmersos?

 

Verdaderamente los "caminos" de Dios son Misteriosos

 

Pero, ¿Obispos y Sacerdotes? Quien no ve y no vive más que para el propio yo ¿cómo podrá darse cuenta de los otros que le rodean?

He aquí un ejemplo práctico.

Dos almas sencillas y humildes que creen con la sencillez del niño y por esto Yo las he amado y las amo en un momento crucial de su vida se acercan a un Alma Víctima que está Conmigo en la Cruz por decenios y de ella reciben luz, consuelo y ánimo para seguir su vocación;

las mismas dos almas son llamadas por su Pastor, que no sólo demuestra no conocer el espíritu de su vocación sino que está también en la oscuridad más completa acerca de sus almas y por eso intenta disuadirlas, pero no lo hace abiertamente sino por tercera persona.

He aquí la "oscuridad" por la que en Mi Iglesia no se logra ver ni hacer el propio deber de Pastor y de Padre. Quien lo debería hacer por vocación, por obligación del propio estado y por aquella paternidad dada para bien espiritual de sus mismos hijos, mientras una humildísima y oculta "alma víctima"  ve con tanta seguridad y con humildad, pero con igual certeza aconseja a las dos almas proseguir, pues están en lo justo y poder así cumplir en ellas la Voluntad de Dios.

¡Verdaderamente, hijo, los caminos de Dios son misteriosos, por lo que si no ha comprendido el Pastor, no te asombre si han comprendido menos aun sus colaboradores!

Esta es otra confirmación de que Mi Iglesia está ahora ya en manos del Enemigo que no la destruye sólo porque Yo no lo permito ¡y no lo permitiré jamás!… Pero esto no lo comprenden y no lo comprenderán sino cuando sea demasiado tarde.

Hijo mío, te esperan otras pruebas, o mejor, os esperan. Te repito esto no para asustarte sino para que te prepares a afrontarlas con espíritu sereno. Tú sabes que no prevalecerán, y esto te debe bastar.

Yo, Jesús, con Mi Madre Celestial estamos con vosotros y con vosotros permanecemos; amadnos como Nosotros os amamos a vosotros; os bendecimos.

Mañana, día de mi gran Embajador acreditado ante vosotros estaremos en medio de vosotros; el Enemigo no lo quisiera, pero si lo queremos Nosotros ¿qué puede él contra Nosotros?

 

29 de Noviembre de 1978

 

MI CORAZON CÓSMICO

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús.

En mensajes precedentes te he hablado acerca de los diferentes modos en los que estoy realmente presente en Mi Iglesia:

Lo estoy en mi Vicario, el Romano Pontífice.

Lo estoy con mi divina Palabra; soy el Verbo eterno de Dios;

donde hay dos, tres o más personas reunidas en mi Nombre estoy realmente presente, porque siendo el Amor, tengo necesidad de expandirlo en todo el mundo visible e in visible;

estoy también presente físicamente, realmente, personalmente en el Misterio de la Fe y del Amor, es decir, en la Eucaristía.

Desde aquí la Potencia infinita de Mi Corazón Sacratísimo penetra, anima y mueve todas las cosas, visibles e invisibles, orientándolas hacia el fin para el que fueron y son creadas. Por esto Mi Corazón Eucarístico es verdaderamente "cósmico", porque irradia y es propulsor de Luz, de Vida y de Amor; porque en Él, de Él y por Él se ha recobrado el equilibrio, roto por la rebelión angélica y la humana, con la creación del Infierno, en el que se precipitarán todos los enemigos de Dios y en el que la Justicia ofendida encuentra de nuevo su equilibrio con el castigo de los culpables. El Misterio de la Salvación está verdaderamente en el Corazón del Hijo de Dios, querido por el Padre y vivificado por el Espíritu Santo, para el cual el Amor tomó forma y cuerpo en el Seno purísimo de la Virgen María "et concepit de Spiritu Sancto, et Verbum Caro factum est"[107].

Mi Corazón de Verbo eterno de Dios, engendrado desde siempre por el Padre, comenzó a latir al unísono con el Corazón Inmaculado de la Madre mía y vuestra y comenzó a ser el "corazón cósmico" que con Su Amor infinito penetró de Sí todo y a todos, mundo animado e inanimado, y que con Su Potencia infinita todo ilumina, todo vivifica y todo calienta.

 

Omnia per ipsum facta sunt

 

Hijo mío, es con esta poderosa visión de la centralidad de Mi Corazón Sacratísimo, centro propulsor de todo y de todos, del amor, de la luz, de la vida natural y sobrenatural, como deben ser entendidas las palabras: "omnia per Ipsum f,acta sunt" [108]. Realmente a Él y en Él todo converge con un flujo y reflujo incesante. De Él y por Él, nuestra vida. De Él la Redención. Por Él recobrada la armonía rota por el pecado. Por Él reintegrada la Justicia ofendida. Por Él, la salvación para todos los hombres de buena voluntad.

Con el Misterio de Su Encarnación se realiza el plan de la Trinidad Divina de la Segunda Creación; y por Él la Segunda Eva aplastará por primera vez la cabeza de la antigua serpiente, infligiéndole la más tremenda humillación; por que la soberbia será humillada como nunca fue.

Con el Misterio de la Encarnación todo el universo visible e invisible advirtió que la Segunda Creación era un hecho consumado y que cambiaba radicalmente la situación determinada por la rebelión angélica y humana;

exultaron los Ángeles y un cántico nuevo se elevó en el Cielo: "Santo, Santo, Santo es el Señor, el Dios de los ejércitos, hosanna en lo alto de los Cielos".

Ahora Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, está en medio de vosotros, estoy en medio de vosotros y " no os dejaré ya huérfanos", permaneceré en la Tierra hasta la consumación de los siglos en "estado de víctima", pero presente, siempre presente con Mi Corazón Cósmico, propulsor de Luz, de Amor y de Vida eterna.

 

los hombres verán la potencia del señor

 

Este aspecto positivo de Mi Iglesia es una realidad que en la Iglesia regenerada todos los hombres deberán conocer, aceptar y amar, porque es absolutamente inadmisible y contra la lógica de la razón y de la fe que el oscuro veneno en el corazón del hombre continúe perpetuando la absurda y paradójica situación de hoy, en la que el odio prevalezca sobre el amor, las tinieblas sobre la luz, y que sobre la felicidad eterna sea preferida la eterna condenación.

Los hombres verán la Potencia del Señor y quedarán tan hondamente impresionados de ella que a su pesar deberán someterse a esta estupenda realidad, y tal como fue dicho: ¡Al fin el Corazón Misericordioso de Jesús y el Corazón Inmaculado de María triunfarán!".

Es ésta la estupenda realidad de la Iglesia hecha nueva. Y por esto Mi Iglesia será tan bella como nunca fue, porque el "estremecimiento"  del Espíritu Divino la invadirá, y por eso será casi toda carismática:

de este modo se cumplirá el advenimiento de Mi Reino a la Tierra, implorado desde hace tanto tiempo y por tantas almas. Será como una intermedia venida mía y también  la conclusión parcial de la gran lucha y de la más grande batalla entre las fuerzas oscuras del Mal y las Potencias de la Luz.

En Mi Iglesia regenerada Yo quiero que Mi Corazón Misericordioso, propulsor de Mi omnipotencia divina, es decir, Mi Corazón Cósmico, sea el "centro cósmico" en el cual converjan Fe, Esperanza y Amor de todas las almas en un flujo y reflujo que se realiza en el tiempo y se perpetúa en la eternidad.

Hijo, en Mi Iglesia regenerada quiero que Mi Corazón Cósmico y el Corazón Inmaculado de María, nuestra común Madre, sean honrados con una gran fiesta, semejante a la Navidad y a la Pascua.

Te seré más preciso en el futuro.

Ahora, hijo mío, basta. Te veo cansado. Te bendigo ámame, reza y repara.

 

4 de Diciembre de 1978

 

SOCIEDAD PERFECTA, DIVINA Y HUMANA

 

Hijo mío, toma de nueva la pluma y escribe.

 

Mi Iglesia; una vez más repito Mía, porque salió de las heridas de mis Llagas, especialmente de Mi Corazón abierto por una lanza, es "sociedad perfecta", Divina y Humana, y como tal está provista de todos los medios para realizar la finalidad para la que Yo, Verbo eterno de Dios, la he creado.

Quien ve hoy a Mi Iglesia desde el exterior podría dudar de esta afirmación mía, tanto más si la observa sólo por la parte exterior, esto es, en su humanidad, o si la observa nada más a través de los muchísimos males que hoy la aquejan, o si piensa como muchos, que los medios de que dispone no son adecuados para estos tiempos ni para el progreso, no considerándolos ya válidos para el fin para el que le fue ron dados, porque vendría a tener una visión de la Iglesia que no corresponde a la realidad, sería en efecto una visión fuertemente oscurecida y deforme hasta tal punto que si no se hace hostil, permanece por lo menos indiferente a su respecto y este es un mal peor aún.

Es cierto que los males que hoy la  afligen son tales y tantos que la hacen irreconocible, pero el estado actual no debe ni puede ser considerado como su estado "habitual".

Hoy Mi Iglesia está en crisis, una gran y terrible crisis de Fe, pero cuando haya pasado, lo que quedará será tan bello que no es posible describirlo.

 

Los Sacramentos: signos eficaces de la gracia

 

Quiero hablarte hoy de algunos medios considerados no idóneos ya por muchos fieles he dicho fieles, pero vale también para muchos Ministros míos; hablo de los Sacramentos, que son tesoros celestiales dados a la Tierra por mi Misericordia, y a la Iglesia para que pudiese y pueda ser en medio del mundo Sacramento de Salvación.

Se ha hecho de todo para desacreditar su potencia y su eficacia, para desacreditarlos ante los ojos de los cristianos y no se ha comprendido que esto forma parte del plan, en fase de  plena actuación, preparado por las fuerzas oscuras del Infierno para demoler Mi Iglesia.

Los  Sacramentos, signos eficaces de la Gracia, no son figuras o símbolos, sino una realidad altamente consoladora, y dados por Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, a la humanidad:

para insertarla en mi Iglesia;

para darle la fuerza para hacer frente a las misteriosas potencias del mal y poderse defender y proteger de las mismas;

para normalizar las relaciones Conmigo resquebrajadas por las culpas actuales;

para conservar, desarrollar y hacer crecer la "vida";

para regular la vida social de la Iglesia misma, ayudándola en su camino misionero a alcanzar su finalidad;

para multiplicar en la Iglesia los "hijos de Dios" y así poderlos asistir, confortar y animar en su tránsito de la Tierra a la Eternidad.

En todo esto, hijo mío, tú puedes ver la "lógica" de los Sacramentos y puedes comprender su grandísima utilidad y los efectos maravillosos que producen en las almas y en todo el Cuerpo Místico;

el1os responden a la exigencia de la naturaleza del hombre, en efecto son "signos materiales"  que corresponden a la parte material del hombre, que tiene necesidad de ver, oír, tocar, gustar… signos materiales, pero que "confieren" la Gracia, y la Gracia no se refiere a la materia sino al espíritu, esto es, al alma del hombre, a la que compenetran e invisten de la fuerza necesaria para los diversos momentos de su vida en la tierra.

Por todo esto ¡las fuerzas oscuras del Infierno han hecho y hacen de todo para oscurecer su belleza y su eficacia!

Pero ¿de qué modo, hijo mío?

 Sirviéndose precisamente de aquellos que deberían ser los tutores de los Sacramentos, los defensores de su dignidad y los sostenedores de su eficacia y potencia...

Considerando el modo con que son administrados, es cierto que los fieles no sacan de ello motivos de mayor aprecio, al contrario, en cuanto que más que Sacerdotes llenos de fe y veneración, los Ministrantes dan la impresión de ser obreros que manejan distraídamente sus utensilios de trabajo...

tú ves a muchos Sacerdotes acercarse al Altar o al Confesonario con una vestimenta que no tiene nada de Sagrada…

los ves tratar y manejar los "frutos" de mi Redención con el mismo descuido con el que se maneja la pala, la azada o la paleta...

Oh, no es ciertamente ésta la manera de inculcar en los fieles confianza, veneración y estima a los Sacramentos, que son dones maravillosos y estupendos testimonios del Amor de Dios por sus hijos, "miembros vivos" de su Cuerpo Místico!

 

los enemigos se sienten seguros y… saborean la victoria…

 

Después de la purificación, los Pastores deberán llevar a cabo una obra de reestructuración acerca de la disciplina de los Sacramentos, rectificando donde hay que rectificar y devolviendo todo al punto justo.

Ya te he dicho que Mi Iglesia es atacada desde el exterior por las fuerzas oscuras del Infierno y desde el interior por los tantos Judas que la traicionan con el pretexto de actualizarla en sus múltiples estructuras, Doctrina, Sacramentos, Liturgia…

con una gigantesca y vasta maniobra; y con la coalición con todas las fuerzas a Ella enemigas, los tantos Judas y las fuerzas oscuras del Infierno están preparando su destrucción. .. y se sienten ya seguros y ya saborean la victoria…

Pero ¿por qué todo esto?

¡Porque no se cree en Mi Divinidad!

¡Oh!, cuán grande como nunca y amargo será su desengaño cuando deberán constatar que Yo, Jesús, no soy sólo un simple hombre que vivió como tantos otros sobre la tierra hace dos mil años, sino que soy verdaderamente Dios, que todo lo puedo y que estoy en la tierra más vivo que nunca y que obro cuando y como quiero…

verán que Mis palabras no son como las de ellos; ¡Mis Palabras no pasan, ni pasarán jamás!

He dado a mi iglesia tesoros inestimables que no son como los tesoros de los hombres, porque Yo le he dado tesoros vivos de vida eterna, son cálidos latidos de amor y rayos de Luz celestial que muchos también entre mis Consagrados no han sabido comprender, ver, apreciar ni amar... pero habíais sido ya advertidos también de esto: "Nolite ponere margaritas ante porcos"[109], pero quien está inmerso en las realidades terrenos no podrá jamás ver la Realidad celestial.

Hijo, por hoy basta. Te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son queridos; ámame siempre.

 

5 de Diciembre de 1978

 

SOY "VERDADERA" MADRE TUYA Y VUESTRA

 

Escribe, hijo mío, soy María, la Madre de Jesús, y también Madre tuya y vuestra; verdadera Madre que os ama sin medida y sin límite.

¿Qué hace una verdadera Madre, hijo mío?

Ella está siempre con el pensamiento y con el corazón junto a sus hijos a pesar de que por las circunstancias esté separada físicamente de ellos. Su amor no sólo la lleva a pensar en ellos y a desear tenerlos junto a ella sino también a participarles y darles todo cuanto puede; se preocupa por su salud; teme y se preocupa por los peligros que puedan ellos encontrar y reza para que no sucumban ante ellos; llora por sus sufrimientos y se alegra por sus alegrías... en suma, trata de prodigarse en todos los modos sin preocuparse de ella misma ni de sus propias necesidades… en una palabra ¡quisiera siempre darse para ser aún con ellos una sola cosa!

¡Esto es lo que hace y lo que exige el verdadera amor!

Si, desgraciadamente, sus hijos, por haber endurecido su corazón en el mal no advierten el amor de su Madre o se ríen de él o no lo consideran en lo más mínimo, tú puedes comprender, aunque no sea fácil entender, el dolor tan atroz del que son causa a "quien"  los ama más que a toda otra cosa...

si luego la perversión de los hijos llegara hasta el punto de ponerse hasta en contra de su Madre, ofendiéndola, insultándola y burlándose de ella ¿quién podría tener palabras para expresar el dolor de esa pobre y desventurada Mamá?

 

os he engendrado en el dolor y en el amor

 

Hijo mío, hay una Mamá allá arriba en el Cielo, pero que está siempre presente también en la tierra y que ama a sus hijos con un amor tan grande e intenso que no se puede describir ni comprender, que los ama con un amor que viene inmediata mente después del amor de Dios que es Infinito, que los ama con un amor que por si sólo supera el amor de todas las mamás humanas que fueron, que son y que serán y esa Mamá, como tú bien sabes, soy Yo, María, la Virgen Inmaculada que con Jesús, ofrecido por vosotros en la Cruz el Padre, os he engendrado a la "vida divina" en el Dolor y en el Amor.

¡Yo os amo como vosotros jamás podréis comprender; os amo tanto, hasta el punto de que continúo sacrificando a mi Jesús y ofreciéndolo al Padre por vuestra salvación en el Misterio de la Cruz, que se renueva y se perpetúa realmente en el Misterio de la Misa!

Hijos míos, vosotros conocéis el precio de vuestra Redención, que Jesús paga continuamente al Padre Celestial, y junto con El Yo también pago, porque soy la Corredentora.

El Amor que Él os trae es infinito, como infinito es también el sufrimiento ligado a este amor, y Yo estoy unida a Él en una manera única e irrepetible en el género humano, porque Yo vivo de Él y de su naturaleza Divina y Él vive de Mí y de mi naturaleza humana, por lo que todo lo que es Suyo es Mío y todo lo que es Mío es Suyo.

.

Los tiempos se acercan... ¡orad y haced penitencia!

 

Hijo, hijos míos, con lo dicho anteriormente os será más fácil penetrar en mi dolor y en mi sufrimiento sin limite, porque hechas las debidas excepciones como siempre, ¿cuántos son los hijos con el corazón endurecido y extraviado que nada saben y nada quieren saber de mi amor por ellos?

¿Cuántos son los hijos que me ofenden, que me insultan, que me blasfeman y hasta que me odian?

Pero no es todo... ¿Cuántos son los hijos que no sólo a Mí sino también insultan a mi Jesús, el Salvador, la Luz, el Amor, la Vida y la Verdad?

¡Oh, son incontables...! Pero no es todo aún…

En efecto no se trata solamente de hijos comunes, sino de "hijos predilectos", y son tantos aquellos a quienes mi Jesús ha llamado sus amigos y que ahora han hecho causa común con las potencias oscuras del Infierno desertando de Mi Iglesia, el Cuerpo Místico, para pasarse a la iglesia de Lucifer y secundar celosamente sus oscuros e inicuos intereses.

Hijo e hijos míos queridísimos que tanto amo, os digo que seáis perseverantes en la Fe y en la Fidelidad, que seáis perseverantes en el Amor, porque los tiempos se abrevian y la hora decisiva se acerca cada vez más; rezad y haced penitencia, rezad y reparad, sed fuertes y no deberéis temer a nada, porque Yo, María, Madre de Dios y Madre vuestra estoy con vosotros!

Os bendiga el Padre, os bendiga el Hijo y os bendiga el Espíritu Santo, y con Ellos también Yo os bendigo.

 

6 de Diciembre de 1978

 

MARIA, REINA DE TODAS LAS VICTORIAS

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús y quiero continuar el discurso interrumpido hace dos días.

Un gran e inigualable tesoro de Mi Iglesia es Mi Madre Santísima, que también es verdadera Madre vuestra y es Reina del Universo, Reina de todas las victorias, Reina del Ciclo y Reina de la Iglesia. Ella ama con un amor semejante al mío y, puesto que por Gracia Ella puede todo lo que Yo puedo, os ama como os amo Yo.

¡Sólo monstruos de una abominable maldad pueden no amar a Mi Madre, que después de Dios es la "primera" del Cielo y de la Tierra, la primera del universo mundo y a la que ninguna criatura podrá jamás igualar eternamente!

Es en esta visual desde donde se debe contemplar a mi Madre, que es la única criatura salida perfecta e Inmaculada del Amor y de la Potencia de Dios Padre Creador, por que es la única que no conoció la común culpa con la que nacen todos los hombres. Jamás perteneció a las potencias oscuras del mal;

no conoció el dominio de Lucifer ni siquiera por un instante, porque en toda la duración de su vida no conoció culpa alguna, ni siquiera la más leve;

su espíritu, su corazón y su no fueron nunca mínimamente rozados por el mal. Ella nació y vivió en un candor perfecto y en una transparencia semejantes en todo y por todo al candor y a la transparencia de Dios Uno y Trino;

por esto, antes aún de que fueran puestos los cimientos de la Tierra y del Mundo Ella era ante Dios el objeto de sus infinitas

complacencias.

 

Por Ella fue vencida la muerte y obrada la segunda creación

 

El Orden y el equilibrio rotos por el pecado de la humanidad fueron recobrados por medio de Ella;

por medio de Ella fue vencida la muerte que había entrado en el mundo y fue obrada la segunda creación, por la cual todo hombre de buena voluntad puede ahora conseguir la finalidad de su creación y de su vida, es decir, alcanzar la Vida eterna.

¿De dónde nace entonces la hostilidad hacia mi Madre?

Del incurable Odio de las Potencias oscuras del mal, porque por Ella se ha cumplido la Justicia Divina con la creación del Infierno, mientras María es la manifestación de la Misericordia Divina, por la cual las almas humanas pueden obtener la salvación eterna:

de aquí que los Celos y la envidia han alcanzado un nivel tal que vosotros, criaturas humanas, jamás podréis comprender, pues la ""soberbia de las Potencias oscuras del Infierno ha sido mortificada en proporción de la gravedad de su culpa y ellas, Por lo tanto, no podrán jamás resignarse al pensamiento de que una criatura humana, tan inferior a ellas por naturaleza, pueda sustituir a Satanás, ahora cabeza de las Legiones rebeldes; ni podrán jamás resignarse tampoco al pensamiento de que el Verbo de Dios se haya "hecho Carne", es decir, haya asumido una naturaleza humana para unificarla con su naturaleza Divina.

Es un torrente de odio el que ha brotado del Infierno y de él se ha alimentado contra mi Madre y vuestra y contra todo lo que Ella ama y es objeto de su predilección, y más que a cualquier otra cosa a la Iglesia, que Conmigo ha generado, alimentado y alimentará hasta la consumación de los siglos;

de ahí las blasfemias, los insultos y los sacrilegios cometidos contra Ella, la criatura que es complacencia de Dios y esperanza de la humanidad... los hombres no tienen ningún motivo, ni aparente ni real, de odiar a nuestra común Madre, por eso si lo hacen es siempre bajo la apremiante acción diabólica;

María es y será siempre el terror del Infierno y ningún demonio, ni siquiera los jefes, como Lucifer, Satanás o Belzebú, osarán jamás atacar a la Virgen, sino que huirán ante Ella, pero proveen a éste su vil miedo mandando por delante a los hombres más inclinados al mal, igual que el bruto se sirve del niño para su siniestro propósito.

 

María, alba radiante de la Iglesia regenerada

 

Pero todo esto no puede en lo más mínimo ensuciar la Flor más bella del Ciclo y de la Tierra, que inunda con su esplendor a Ángeles y Santos del Paraíso y sacia con su perfume a los felices bienaventurados Comprensores del Antiguo y del Nuevo Testamento, porque María está puesta al centro de la Trinidad Divina y encierra en sí toda belleza, toda gracia, todo perfume y toda esperanza de los buenos en camino en la tierra, que miran a Ella, Estrella de la mañana, confiados y seguros de no perderse en los tenebrosos laberintos de esta vida terrena.

Si los demonios han inculcado en el espíritu de los réprobos tanta aversión contra María, por otra par te Ella está en el centro de la fe y del amor universal de todos los buenos que confían en Ella, en Ella creen y en Ella esperan, siendo en efecto la Depositaria de todas las esperanzas de los hombres en camino en la tierra.

María es "luz de Luz", "amor de Amor", "vida de Vida"; es Retoño brotado en medio de la Trinidad Divina, es "árbol de la vida" que despunta, crece y expande sus ramas fecundas en el mundo entero y las almas redimidas con la Sangre de su Sangre, justamente la llaman e invocan Madre, y constituye el ornamente más bello y precioso de la Casa del Padre.

Ella os custodie, os salve y os guíe en las tinieblas cada vez más densas que envuelven la Iglesia, porque Ella será el alba radiante de Mi Iglesia regenerada y arco de la nueva Alianza después de la purificación.

En tus tribulaciones, hijo mío, mira a María y nunca quedarás defraudado; te bendigo y contigo bendigo a todos los que te son queridos ahora y siempre. Amén.

 

7/9 de Diciembre de 1978

 

DIOS UNO Y TRINO VERDAD ABSOLUTA

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús y deseo continuar con el coloquio interrumpido ayer.

Entre los tesoros de mi Iglesia hay otro preciosísimo, pero no siempre apreciado por los hombres y buscado con el ardor que bien se merece, y es la "Verdad".

La verdad absoluta soy Yo, Dios Uno y Trino.

La verdad relativa es la que más se acerca a Mí, esto es, es aquella a vosotros participada por Mí, verdad suprema..

La "mentira" es oscuridad que brota, como cualquier otro mal, de la soberbia.

La "verdad" es transparencia que se deriva de la Transparencia absoluta que es Dios.

La Verdad es luz intelectual plena de amor y de amor está toda compenetrada; mientras la mentira, que es siempre engaño, es la antítesis de la verdad.

Quien posee la verdad posee a Dios, "Ego sum Veritas"[110]; y poseer a Dios es poseer todo, es decir, es poseer la paz, la vida, la esperanza que sostiene, ayuda y fortalece, que genera la fuerza de luchar y proseguir el camino hacia la meta final, única finalidad de la vida y de la creación. Por el contrario el error, que es engaño, mentira y tortuosidad mantiene al alma vinculada a la muerte.

 

La Iglesia: única legítima intérprete de las verdades reveladas

 

Hijo, la "verdad" está en Mi Iglesia, la sola y única institución humana que posee este inestimable tesoro que Yo le he dado;

es la sola y legítima Depositaria de la Revelación;

es la sola y legitima intérprete de las Verdades reveladas;

es la sola Maestra de verdad que tiene en sí la garantía de las verdades enseñadas;

por esto le será dado el puesto que le corresponde esto es de Guía de los pueblos y de las naciones.

He dicho qué es Mi Iglesia, sacramento de salvación, que posee este precioso e inestimable don, pero no son para considerarse sacramentos de salvación los miembros individuales de la Iglesia, o particulares "grupos" o determinadas escuelas, a veces verdaderos estercoleros donde pululan herejías de todo género;

no son para considerarse iglesia los numerosos presuntuosos Teólogos que se han hecho promotores de doctrinas insensatas rebosantes de errores y de verdaderas y propias herejías;

no son ni siquiera para considerarse iglesia tantos Pastores que independientemente de Mi Vicario difunden principios contrarios a la Revelación;

no son de ninguna manera para considerarse buenos Pastores y buenos Maestros aquellos Obispos que "tácitamente" aprueban el afirmarse y el difundirse tantos errores entre su grey... ¡y el número de estos últimos es grandísimo!

Sé que lo que te voy a decir, hijo mío, podrá parecerte paradójico, pero es la verdad: Si un Obispo o un Sacerdote están en gracia de Dios ven y verán más o menos, según su transparencia espiritual, pero si no están en gracia de Dios en su espíritu está la oscuridad, esa oscuridad tremenda que es muerte espiritual y tú sabes que los muertos no pueden sino emanar hedor, ahora bien, quien por soberbia y orgullo ha traicionado vendiéndose a la iglesia de Satanás y tú sabes que hoy éstos son muchos, si no ha habido en él un sincero arrepentimiento seguido de una santa Confesión, podrá ser Obispo o Sacerdote sólo ante los hombres pero no lo es ante Dios, porque el Orden Episcopal o Sacerdotal está suspendido, esto es, no ha impreso jamás ningún Carácter ni podrá jamás producir algún efecto en aquellas almas desventuradas.

 

No aceptan la Verdad... y Yo soy la Verdad

 

¿No te dije muchas veces que si te hiciera ver todo lo que está detrás de la fachada de Mi iglesia no podrías sobrevivir ni siquiera un instante?

¡Pero esto no es todo!

Tú continúas preguntándote cómo es posible todo esto, ahora no es el caso de hablar de posibilidades sino de mirar de frente una tremenda realidad que te abre una rendija de luz sobre una situación dramática de mi Iglesia y que te explica la complaciente indiferencia de la propagación del error y de la herejía y además tantos otros males.

¿Cómo podrías explicar la pasividad, el silencio culpable y ese intentar continuamente obstaculizar el bien bajo los más absurdos pretextos, siempre naturalmente camuflados de celo por la verdad, por parte de quienes no aman, no buscan y no quieren la verdad, mientras que no tienen ojos para ver ni palabras para estigmatizar el mal que se consuma ante ellos?

No aceptan la verdad... y Yo soy la Verdad; no pueden aceptarla porque han matado en ellos la Fe, que es transparencia, a través de la cual se vislumbra la verdad para adherirse con la voluntad a ella... pero ¿cómo puede ver quien ha sofocado y matado en su propio corazón la Fe por amor del propio yo?

Es cierto, hijo mío, que ellos leyendo estos mensajes Míos se sentirán ofendidos y reaccionarán contra ti, pero tú no te preocupes por ello, porque no podrán nada contra ti, pues lo quieran o no, soy Yo, Jesús quien te habla y quien te ha elegido para desenmascararlos, en vista de que se han resistido a toda invitación mía para ponerse de nuevo en el camino justo del arrepentimiento para el retorno a la Casa del Padre.

Los depositarios de la Verdad son Mi Vicario y los Obispos unidos, he dicho unidos, con Él en una profunda comunión de Fe y de Amor; a ellos la tarea de ser Luz y Maestros de Verdad.

Ahora basta, hijo mío; te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son queridos; no temas, no temas nada, ¡Yo, Jesús, soy el más fuerte!

 

9 de Diciembre de 1978

 

UNA CATEDRA LUMINOSA

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús. Continuemos con el mensaje de hoy mismo: la Verdad.

Está en medio del Mundo una CÁTEDRA resplandeciente y luminosa, y sobre aquella cátedra se sienta un hombre igual, pero "diferente" de todos los demás hombres, es el Cristo en la Tierra, Mi Vicario, el Romano Pontífice ¡y es el único hombre en la tierra que cuando habla a la Iglesia y al Mundo como Vicario Mío, tiene el don de la infalibilidad!

También éste es un inestimable tesoro, por el cual ninguno debe alimentar la duda de perderse en los laberintos de los errores y de las herejías poniéndose en el camino de la perdición, porque Él, el Maestro que me sustituye en la tierra puede decir con seguridad absoluta a los errantes, a los perdidos, a los inciertos y a los dudosos: "el Camino a seguir es el camino que Yo os indico; siguiéndolo no os perderéis jamás". Por lo tanto este hombre que está en la Cátedra de Pedro con la "verdad" puede dar también a los hombres de buena voluntad paz, seguridad y serenidad.

 

El Romano Pontífice, faro de luz y de verdad

 

Por parte de muchos enemigos internos y externos, con una tremenda erosión, aún en acción, se ha intentado destruir el Dogma de la Infalibilidad del Romano Pontífice cuando en su calidad de Vicario Mío habla de Fe o de Moral a todas las Gentes... ¡pero su turbia acción no arribará a nada!

El Dogma está, permanece y permanecerá en la vida de Mi Iglesia como una espléndida gema que le dará un esplendor del todo particular y extraordinario, especialmente después de la purificación. Y tal don es participado a todos los Obispos que viven en comunión de fe y de amor con Mi Vicario y con Él actúan en unidad de propósitos para el bien común de Mi Iglesia.

"Los Obispos que no están unidos a Mi Vicario, como he dicho antes, no disfrutan de este maravilloso tesoro".

He aquí entonces que en el mundo oscurecido por las tinieblas generadas por la soberbia está una Cátedra única como faro de luz y de verdad, capaz de señalar a todos los hombres que vienen a este mundo el camino seguro de la salvación eterna... pero los hombres hoy, sumidos en la materialidad como están, no saben ni pueden comprender el Amor Misericordioso del Padre que tanto los ama.

¿Quién se preocupa, hijo mío, de enseñar y explicar a los hombres estas manifestaciones del Amor de Dios respecto a ellos?

Fides ex auditu…[111] este es el plan de la Divina Providencia, pero si ninguno habla de las cosas necesarias para la formación de las conciencias cristianas ¿cómo podrán formarse estas conciencias?

Cátedra de Verdad y la Verdad es luz, pero los hombres de hoy son tinieblas. ¿Cómo pueden entonces desear, buscar y amar la Verdad?

Se busca de todo, se habla de todo excepto de la Verdad, y distraídos como el Procurador Romano Poncio Pilato preguntan: "¿quid est veritas?"[112] pero no esperan la respuesta ¡por el vago temor de conocerla!

En el mensaje de esta mañana te he dicho que la Verdad es la antítesis del error, como las Tinieblas son la antítesis de la luz, como el amor es la antítesis del odio; ahora bien, como Verdad y Error tienen fuentes opuestas y en contraste, se explica la lucha que no cambia, ni cambiará jamás, en efecto Dios, transparencia infinita, porque es "verdad infinita", y las potencias oscuras del Infierno, porque son "oscuridad y error", están en una lucha perenne que tendrá su conclusión sólo al fin de los tiempos.

 

La "Verdad"  es Dios participado a vosotros mediante Mi Palabra

 

Los Escribas, los Fariseos y los Sacerdotes del Templo siempre han impugnado Mis verdades, las odiaron siempre y las combatieron con todos los medios, porque eran tinieblas, esto es, soberbia, que quiere decir odio implacable, odio que encuentra su punto de desfogue en la "Cruz". Hijo mío, tú sabes que hasta ahora no ha cambiado nada y que ¡la Sinagoga continúa con los mismos engañosos medios y con los mismos propósitos que tenía la iglesia hebraica en los tiempos de mi vida terrena!

La Verdad es Dios participado a vosotros mediante Mi Palabra, es decir, la Revelación, asegurada mediante la Infalibilidad del Romano Pontífice y de los Obispos en comunión con Él.

La herejía, el error y la oscuridad son el producto de Satanás, producto que les participa largamente a sus seguido res que no ven otra cosa que su propio yo…

¡Oh hijo mío, en Mi Iglesia hay ya quien ha pagado la verdad con la vida así como Yo pagué con la Cruz… como mis Apóstoles pagaron con el Martirio … y como tantos hoy están pagando con lo mismo!

Nada puede cambiar, por que no pueden cambiar los términos de este lucha: transparencia, luz y amor por una parte, oscuridad, error y odio por la otra. Pero no temáis, porque Yo, Verdad, estoy en medio de vosotros y permanezco en medio de vosotros, y si Yo estoy con vosotros ¿quién podrá algo contra vosotros?

Ahora basta, hijo mío, estás cansado, como siempre, te bendigo y Conmigo te bendicen el Padre y el Espíritu Santo y con Nosotros te bendicen mi Madre Santísima y San José, juntos bendecimos a ti y a todas las personas queridas por las que rezas, y también a la Comunidad

 

10 de Diciembre de 1978

 

EL PODER EN LA IGLESIA

 

Hijo mío, has descansado esta mañana, ahora toma de nuevo la pluma y escribe, soy tu Jesús.

¿Cuántos son en Mi Iglesia los que verdaderamente la conocen y que conocen a fondo el tejido de éste Mi Cuerpo Social? Pocos, hijo mío.

Nosotros somos miembros de este cuerpo, pero miembros libres e inteligentes, de su linfa nos nutrimos, nos alimentamos y respiramos, pero todo esto frecuentemente sucede inconscientemente, por lo que nos hacemos extraños a nosotros mismos, casi como si un hijo, rompiendo contra natura los vínculos que lo unen al padre y a la madre, tratara de hacerse extraño al cuerpo del que ha recibido vida, alimento, etc.

¿Cuántos conocen otro tesoro de Mi Iglesia, un tesoro que la hace bella, potente y perfecta y que Yo, Dios Uno y Trino le he dado, esto es, el "poder"?

Cuando digo que Mi Iglesia es verdaderamente Sociedad perfecta, porque no le falta nada para ser tal, y que es única en el mundo por la riqueza de sus tesoros espirituales, afirmo una cosa de la que hoy pocos están convencidos, y la razón de esta poca convicción es siempre la misma, hijo mío, la crisis de fe en lo sobrenatural.

Ahora bien, aunque la carencia de esta convicción se encuentra más difundida precisamente en la Jerarquía, constituyendo una sombra oscura que a los ojos de los hombres resta esplendor Mi iglesia, ella sin embargo no disminuye nada en su valor y en su potencia.

 

O renovarse en la "realidad" o "perecer"

 

Cuando en Cesarea de Filipo Pedro respondió a mi pregunta: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo", ¿recuerdas lo que repliqué?  "... y Yo te digo: tú eres Piedra y sobre esta Piedra edificaré Mi Iglesia y las puertas de los Infiernos no prevalecerán contra Ella. A ti daré las llaves del Reino de los Cielos y todo lo que atares en la Tierra quedará atado en los Cielos, y todo lo que desatares en la Tierra quedará des atado en los Cielos." ¿Podría dar a Pedro, y por medio de Pedro a los Apóstoles unidos con él, un poder más grande que éste?

¿Qué otra sociedad en el mundo puede disponer de un poder semejante?

¡He aquí, hijo mío, por qué Mi Iglesia en plena coherencia Divina y Humana debe en su calidad de Maestra y Guía dirigir a los hombres hacia los ilimitados horizontes de la eternidad divina!

¡AY de aquellos Pastores que obstaculizan en esto a Mi Vicario en la tierra, del Cual en cambio deben ser siempre ayuda, consuelo y sostén!

¡Ay de aquellos Pastores que por innobles motivos de amor propio rompen la Comunión con Mi Vicario, haciéndose ramas secas y estériles con gran daño para todo el Cuerpo Místico, del cual se hacen parte que estorba y deformante!

¡Ay de aquellos que, como Lucifer, se mudan de generadores de luz en generadores de tinieblas!

¡Hijo mío, no es sólo el Mundo el que deberá rectificar su concepción, hoy totalmente errada, sobre Mi Iglesia, sino también muchos Cristianos y Consagrados deberán renovarla radicalmente, porque o renovarse en la Realidad o perecer!

¡Tú ves que siempre se llega a aquella que es la sola y única razón y causa de todo, esto es, cómo la Iglesia sea aceptada y conocida sólo en su parte humana e ignorada, culpablemente ignorada, en su parte Divina y sobrenatural... crisis de fe por tanto, sí, crisis que la estrangula como un pulpo, intentando ahogarla y hacerla perecer, pero inútilmente, porque Yo, verdadero Dios y verdadero Hombre no lo permitiré NUNCA!

 

la vida es prueba pero vale la pena afrontarla con humildad y fe

 

Quiero repetirlo una vez más aún, hijo mío, ninguna otra Sociedad  existente en el universo mundo dispone del poder del que dispone Mi Iglesia... en fin, no hablamos naturalmente del Infierno, del reino de Lucifer y de su estado mayor que hacen de todo para "remedar" una potencia semejante a la de Mi Iglesia.

Las potencias oscuras del Infierno gozan, sí, de un poder superior al humano, poder extra natural, pero no sobrenatural, debido a su naturaleza angélica, superior a la naturaleza humana, por el cual pueden, sí, actuar sobre la naturaleza humana, pero ¡no en la medida en la que se esfuerzan por hacer creer!

Es este otro engaño con el que logran atrapar a muchas almas que nunca han querido ni sabido mortificar su propio orgullo, prestándose a la astucia y al engaño del Enemigo.

El "poder" concedido a Mi Iglesia no ha sido dado ni siquiera a los mismos Angeles del Cielo, que están realmente asombrados, pero complacidos, por cuanto se ha dado a los hombres de Iglesia, en cuanto Iglesia.

Ahora basta, hijo mío debes cumplir otro deber Cristiano y como Sacerdote; no temas nada, te confirmo al respecto cuanto te he dicho otras veces esto es, que la vida es una prueba, dura, áspera y difícil, pero que vale la pena afrontarla con humildad y fe, porque serás por todo recompensado de una manera tan generosa y abundante como sólo Yo, Dios, puedo dar!

Te bendigo, hijo, y Conmigo te bendice el Padre y el Espíritu Santo; te bendecimos Nosotros, Dios Uno y Trino y con Nosotros te bendicen la Madre Celestial y San José ahora y siempre.

Amén.

 

10 de Diciembre de 1978

 

"PODER" SOBRENATURAL, esto es, no debido

 

Escribe, hijo mío, soy otra vez Yo, Jesús, que llamo a la puerta de tu corazón y deseo proseguir con el mensaje de hoy mismo. Veo que estás cansado, pero me agrada y me alegra que hayas preferido quedarte Conmigo para escuchar lo que te voy a decir.

Así, pues, Mi Iglesia está dotada con un poder que ninguna otra sociedad humana posee; es un poder sobrenatural, esto es, no debido a la naturaleza humana; y dado sólo a Ella porque es Sacramento de salvación, donde lo humano y lo Divino se encuentran y se funden…

pero no es todo; ¡en este don hay un "algo" más, tan grande, sublime y estupendo como para dejar extáticos a los Ángeles del Cielo!

Que Yo, Dios Uno y Trino, puesto que soy el Amor y Amor infinito, haya llegado a darme a Mí mismo en mano a  los hombres para que pudieran hacer de Mí lo que quisieran, en bien o en mal, y que lo haya hecho no "una sola vez", sino que lo continúe haciendo sin interrupción hasta el fin de los tiempos, es una cosa tan extraordinaria y superior al más alto vuelo de la más vivida y encendida fantasía que nadie habría podido ni pensar, y tal de dejar verdaderamente extasiados a los Ángeles del Cielo!

¡A esto ha llegado mi Amor!

¡He llegado a esto a pesar de que "conocía y sabía" el comportamiento humano respecto a Mí!

 

solo por amor me he entregado en sus manos

 

Cuando en el Huerto de los Olivos sudaba Sangre bajo el peso de todos los pecados de la humanidad, consumados o por consumarse hasta el fin de los tiempos, veía que para muchos todo habría sido inútil pero veía también hasta qué punto llegaría la ingratitud humana ante mi Amor Infinito... a pesar de todo no titubeé en entregarme a mis enemigos, no sin antes haberles demostrado que me daba en sus manos "sólo por amor", pero que era Dios Omnipotente.

Después del "beso" de Judas me acometieron: "¿A quién buscáis?" les dije, y ellos: "A Jesús de Nazaret". "Ego sum"[113] y ¡en esta respuesta mía estuvo la manifestación de mi Omnipotencia, todos en efecto cayeron por tierra golpeados violentamente y "sólo" cuando les ordené levantarse lo pudieron hacer!

¡Cuántos milagros hice también durante mi misma Pasión porque quería hacer comprender a los hombres de todas las generaciones que fue siempre y sólo el influjo de Mi Amor el que me movía!

¡Quería que en Mí, más que los demás Atributos Divinos vieran siempre y sólo el Amor!

A pesar de todo, ante Mis ojos, en el Huerto de los Olivos y durante todo el tiempo de mi dolorosísima Pasión no eran sólo a mis verdugos a quienes veía sino también todas las Misas sacrílegas, las Misas negras..., veía los insultos y las burlas de los presentes y de todos los futuros enemigos de mi Amor...

¿Hay acaso alguien en el universo mundo que haya hecho lo que Yo he hecho y hago?

¡No! Sin embargo, hijo mío, a pesar de todo, Yo, Dios, di a los hombres "poder" sobre Mí, sobre mi Cuerpo... ¡y a los hombres de mi Iglesia dejaré este poder hasta la consumación de los tiempos!

¿No es éste un misterio tan grande como para solicitar la confianza más total, la admiración y la adoración más íntima de mis Pastores, Sacerdotes y Consagrados en general?

¡ Hijo mío, dirige una mirada a tu alrededor y, salvas siempre las excepciones, juzga tú cómo soy tratado!

 

¿Qué más habría podido hacer que no haya hecho?

 

En Mi Iglesia está el poder de transubstanciar el pan, y el vino en Mi Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad;

está el poder de perdonar los pecados. ¿«quién puede perdonar los pecados sino Dios»? Sin embargo, con la participación de Mi Sacerdocio hecha a los Apóstoles y a los Sacerdotes les he dado también este gran poder, que no tienen los Querubines ni los Serafines del Paraíso;

también he participado a Mi Iglesia el poder de administrar los Sacramentos, que tienen el precio de mi Sangre, de Mi Pasión y Muerte.

En el matrimonio los padres tienen el poder participado por Dios, sólo y único Autor de la vida, de generar la vida física de sus hijos, pero el poder de generar la vida sobrenatural de la Gracia en los hijos de los hombres Dios lo ha participado a Su Iglesia mediante un Sacramento, el Orden.

¿Qué otra sociedad en el mundo puede disponer de tantos inigualables tesoros cuales son aquellos de los que dispone la Iglesia?

No busquemos las causas de la gélida penumbra, de la neblina y de la indiferencia que ahora verificamos en Mi Iglesia, porque las hemos localizado más y más veces, pero después de la purificación las cosas cambiarán;

no han servido, desgraciadamente, las llamadas venidas de lo Alto, ni los milagros realizados para confirmar estas realidades divinas; no han servido los validísimos testimonios de los Santos, que no han faltado nunca, no faltan, ni faltarán jamás, como tampoco han faltado los testimonios de los Mártires; no se arroja la vida por una quimera, y tales testimonios han sido continuos.

¿Qué más habría podido hacer y no he hecho para manifestar Mi Amor a los hombres?

Tú mismo, hijo mío, puedes medir Mi Amor y la perfidia e ingratitud humanas.

Te bendigo, hijo, y contigo a todas las personas que te son queridas; ámame, reza, y una vez más te pido tus sufrimientos para reparar tanto mal que hay en el mundo.

 

11 de Diciembre de 1978

 

SACRAMENTO DE SALVACION

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que me propongo continuar los mensajes que había prometido darte y, si bien recuerdas, te había dicho: no te diré cosas nuevas o no conocidas, sino sólo profundización y ampliación de cosas ya dichas anteriormente...

Con los precedentes mensajes he querido poner de relieve cómo Mi Iglesia puesta en el mundo como Sacramento de Salvación es una realidad diferente de todas las demás que la rodean; cómo es única y perfecta en su género, aunque sean imperfectos los miembros que la componen; y he querido atraer sobre Ella la atención de los buenos mientras se agitan en torno las potencias oscuras del mal y se agitan amenazadoras las aguas  precursoras de tempestad.

De estos mensajes resulta bien claro que la oscuridad avanza, hablo naturalmente, de oscuridad espiritual, y que los buenos deben estar unidos entre ellos, porque "sólo" si están unidos estaré Yo en medio de ellos generoso en mi ayuda y mi apoyo, de otra manera, divididos, serán fácil presa del Enemigo, que jactancioso pero también aterrorizado presiente cercana la hora de la batalla decisiva.

El trabajo que ha llevado a cabo usando todos los recursos de los que ha podido disponer, le hace presumir que la victoria será suya... una victoria suya que no sólo decidirá el futuro de su reino sino también de toda la humanidad, porque en su loca ilusión él piensa que con esta victoria suya, ahora ya próxima, debería poner fin a la "Victoria" de la Virgen, es decir, de Aquella a la que él odia más que a ninguna otra criatura del mundo visible e invisible.

 

el enemigo obra y actúa como un "ilusionista"

 

Esta victoria debería ser su gran revancha sobre Mí, verbo Eterno de Dios hecho Carne, sobre Mí, Dios Uno y Trino y sobre Mi Madre, criatura humana que le ha destronado a él, que de Príncipe de luz le ha hecho el Príncipe de las tinieblas; humanamente hablando, todo esto parecería increíble, sin embargo él ha quedado y quedará en ésta su locura por toda la eternidad; un "odio" incurable e inextinguible arde dentro de él como un "fuego devorador" que lo lleva a actuar siempre desesperadamente y a no encontrar ni un momento de tregua.

Sé lo que piensas en este momento, hijo mío: ¡¿Por qué no le he puesto el bozal?! Te lo he dicho tantas veces, porque no quito nunca los dones de naturaleza una vez dados, pero sobre todo porque aún en el mal, lo quieran o no, están siempre obligados a servirme, en cuanto a que el mal lo encauzo siempre al bien.

Y también vosotros, según mi ejemplo debéis hacer otro tanto, templar vuestras armas espirituales, consolidar vuestra unión, aceptar los motivos de sufrimiento para vuestra purificación y procuraros así aquella riqueza "que la polilla no carcome  y que ningún ladrón puede robar".

No os desesperéis nunca, porque por muy grande que sea la incomodidad que el Enemigo os cause, no podrá nunca sobrepasar aun un solo milímetro el límite que le he trazado… y esto debe infundiros un gran sentido de seguridad, serenidad y confianza.

Su táctica es la de hacer creer que "puede" mucho más de lo que en realidad puede; él obra y actúa como un ilusionista ante un público de niños que equivocan su destreza y su habilidad como si estuviera dotado en cambio de un poder oculto y misterioso.

Pero ¿por qué este retorno sobre aquel que es la fuente de todos los males que sufre la humanidad?

Porque es extremadamente útil conocer todo lo que sea posible sobre el Enemigo que os asedia, os insidia y quiere vuestra ruina, en el momento en que está preparando un ataque tan decisivo.

 

Creer, esperar y amar firmemente, esta es la clave de la salvación

 

¿No es propio del Padre amoroso preparar a los hijos antes de emprender un viaje largo y difícil?

Ahora bien, hijo mío ¿no soy Yo el Padre bueno y amoroso que os estoy preparando a vosotros que estáis en camino en la tierra previniéndoos de las dificultades que el viaje comporta y los obstáculos y los peligros que encontraréis?

¡Os he avisado antes precisamente porque no quiero que tengáis que perecer bajo las ruinas del inminente y tremendo derrumbamiento que sepultará a una gran parte de la humanidad!

¡La incredulidad, la indiferencia, el materialismo y el orgullo humano han hecho de tal modo, que muchos, repito, "muchos" no hayan querido aceptar mis advertencias; las han dejado caer en el vacío o se han burlado de ellas juzgándolas como frutos de demencia o de manía religiosa, haciéndose así culpables ante Dios de haber sofocado en ellos mismos la luz de la inteligencia y de la fe,  por esto inexorablemente perecerán!

Se hace excesivo mal uso de la inteligencia, el maravilloso don dado por Dios al hombre para la búsqueda de la verdad, ya que el hombre ha sido creado para la verdad.

Te he dicho ayer que Yo soy la Verdad... verdad olvidada, no deseada y tantas veces incluso escarnecida y ofendida... y lo mismo se diga de la fe, muerta en el corazón de tantos hombres que rehúsan creer en Dios, Verdad absoluta y eterna, para creer en los hombres, verdaderos ídolos de arcilla, a los que basta el lanzamiento de una piedrecita para hacerlos derrumbarse...

¡Oh estupidez y ceguera humanas, cuán deplorables sois!

Hijo, creer, esperar y amar firmemente, he aquí la clave de la salvación en el tiempo y en la eternidad.Ahora basta, hijo mío te bendigo; ¡ámame, reza y repara!

 

14 de Diciembre de 1978

 

LA FE SIN LAS OBRAS ESTÁ  MUERTA

 

Escribe, hermano Don Octavio, soy Don Enrico.

Tú sabes que Nosotros, que ya no estamos como vosotros condicionados por el tiempo y el espacio, os estamos muy cercanos, pero si no sois vosotros los primeros en llamarnos, aun siendo todos miembros del mismo Cuerpo Místico, no podemos ponernos en comunicación con Vosotros; la razón es obvia y te ha sido ya ampliamente explicada, pero ¡repetita iuvant![114]

Don Octavio, tú crees en todo esto, así como también lo creí yo estando en la Tierra, y éste creer tuyo nos ha hecho posible traducir en realidad práctica el Dogma de la Comunión de los Santos, mientras que muchos, a pesar de que profesan esta fe, desgraciadamente en realidad no la viven, por lo cual es como si no creyeran, pues "la Fe sin las obras está muerta".

Acerca de la gravísima crisis de fe de la que está afectada la Iglesia, tú ya has escrito tanto  como para poder decir que casi toda está envuelta en ella, desde el vértice hasta la base, por lo que no te debes asombrar si hablando de cosas que se refieren a la fe muchos no te comprenden, ¡no te pueden comprender!

¿Cómo podría entenderte un ciego de nacimiento si le hablas de colores de los que no tiene la más remota idea?

¡No olvides nunca la analogía que existe entre lo que sucede en el campo material y el espiritual!

 

en la Iglesia hoy impera la ceguera

 

Crisis de Fe quiere decir vida "materializada", "descreída"; por esto Satanás, que con la fiel colaboración de su iglesia ha hecho todos los esfuerzos posibles para lograr esta meta tan deseada, en vista de que su loco sueño está casi logrado está decidido más que nunca a llegar hasta el final y por tanto multiplica rabiosamente sus ataques, sobre todo contra aquellos que están decididos a resistirle el paso, y de manera particularísima contra aquellos que no quieren sólo conservar el inestimable patrimonio de la fe en sí mismos, defendiéndola y acrecentándola en sus propios corazones, sino que tratan también de protegerla en los hermanos contra todas sus acometidas.

Hermano Don Octavio, tú no comprendes a los que se lanzan contra ti, sólo porque eres fiel a la fe... e igualmente ellos no comprenden que no les comprendas!

Lo que para nosotros es la cosa más natural y normal de este mundo, como la consoladora y estupenda realidad de la Comunión de los Santos, para ellos es inconcebible sólo el pensarla!

Como ves, un contraste completo.

Nosotros creemos firmemente en la realidad de los Sacramentos como signos eficaces de la Gracia... para ellos la Gracia no existe… por tanto los Sacramentos no confieren absolutamente nada!

Nosotros creemos firmemente en la presencia real de Cristo "vivo" en la Eucaristía... para ellos la Eucaristía no es nada más que un símbolo, por lo tanto...

Sabes cómo crisis de Fe quiere decir ceguera, y cómo esta ceguera impera hoy en la Iglesia, y las consecuencias son las más desastrosas, en efecto los Maestros elegidos para propagar la Fe, la Vida sobrenatural y la Verdad, han desertado en masa y se han pasado al campo enemigo haciéndose promotores de herejías y de mentiras...

por eso te espían, te siguen, te odian y están tramando, pero no temas, porque no podrán hacer nada de más de lo que les sea  permitido para el bien tuyo y de la Iglesia;

no te asombres, pues estáis en dos orillas opuestas, por tanto adelante, entre cardos y espinas sí, ¡pero siempre adelante!

¿no te dijo Él al comienzo de tu misión: "hijito, me tacharon a Mi de locura, me revistieron con el vestido que era símbolo de la locura ¿por qué no deberían hacer otro tanto contigo si quieres ser verdaderamente un Ministro Mío que me sigue a donde quiera"?

 

¡Ten plena y absoluta confianza en Él,  sabes que no defrauda jamás!

 

¿Qué otra cosa quiere decir sacerdocio sino Calvario, cruz  y almas que redimir?

«Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia... », no olvidarlo jamás, hermano, porque éste es un privilegio sumo, del que hace falta alegrarse.

Es verdad que tú sufres ya tanto, pero no olvides que has sido prevenido de todo, se te ha dicho que tu sufrimiento está en un aumento continuo, pero también se te ha dicho innumerables veces que Quien salva es Él y que Él a sus predilectos además de la participación de Su Sacerdocio Real agrega también la participación a su estado de Víctima, es decir, de verdadero Corredentor.

No agradecerás nunca bastante a Dios por haberte elegido para ésta misión en Su Iglesia;

yo también fui Sacerdote Víctima;

tú has visto hasta ahora sólo mi sufrimiento en la tierra, pero un día te será concedido ver la otra cara de la medalla, es decir, el bien hecho y las almas salvadas por toda la eternidad... pero ¿qué otra cosa quiere decir Sacerdocio sino Calvario, Cruz y almas que redimir?

Mira qué  pocos son los sacerdotes verdaderamente santos que suben tras Él su cotidiano calvario, incomprendidos y perseguidos por aquellos que los deberían defender... pero contempla cuántas almas podrán subir a la gloria del Paraíso.

Mira también la marea de los otros Sacerdotes que con la Fe han perdido de vista la santidad de su misión sacerdotal y de su incomparable misión de "víctima" y ¡ve lo que ha hecho de ellos el Enemigo!

Hermano Don Octavio, no olvides que la muerte no corta la vida, que al contrario continúa en Él, Autor de la Vida.

Dios Uno y Trino te bendiga.

 

28 de Diciembre de 1978

 

EL ORGULLO NO NACE DE LA MATERIA SINO DEL ESPÍRITU

 

Escribe, hijo mío, soy Jesús que me propongo reanudar el discurso.

Una vez más quiero hablarte de vuestra naturaleza humana lesionada en la parte más noble de sí misma, esto es, en el espíritu, en el alma. El móvil de la rebelión de vuestros progenitores contra Dios fue el orgullo; y el orgullo no nace de la materia, sino del espíritu.

La "desobediencia", nacida del orgullo, es también ella generada por el espíritu y la infección espiritual nacida en el alma bien pronto se extiende y contagia toda la "vida del espíritu", por lo cual el alma, que compenetra, informa y da vida al cuerpo, estando ya contagiada, contagia del propio mal al cuerpo, en el que tienen asiento los sentidos, y así la "vida espiritual" y "material" del hombre es capturada entre las espiras del mal y debilitada hasta tal punto que basta un pequeño empujón para hacerlo caer, y para provocar el pequeño empujón están o el Príncipe de las Tinieblas o alguno de sus satélites siempre dispuestos a hacer saltar el muelle de la tentación.

Herida así la naturaleza humana en Adán y Eva, así ha quedado herida mortalmente toda la humanidad, consecuencia tremenda que ha dado origen, como en una reacción en cadena a otros innumerables males… primero entre todos, la pérdida de los dones sobrenaturales, porque destruida la amistad entre Dios y la Humanidad, ha venido por ello la pérdida del Paraíso, de la inmortalidad y de todos los demás dones extranaturales  por lo que el hombre de rico que era... se  volvió pobre; de libre Hijo de Dios, se ha vuelto… presa y esclavo del Demonio, sujeto por consiguiente a todos los males espirituales y materiales.

 

Lucifer cree en su propia convicción, ser semejante a Dios

 

Todos vosotros conocéis estos males; la muerte del alma y del cuerpo; el alma en pecado está muerta a la Vida Divina, por lo que no podrá ya ver, poseer o gozar de Dios...  el cuerpo está sujeto a una serie innumerable de males... deformaciones, enfermedades, violencias, guerras, crímenes, calamidades de todo género...

remontad hacia atrás la historia del hombre y veréis una trágica secuencia de dolores y sufrimientos inenarrables, de luchas íntimas y exteriores... era "rey" y "príncipe" de la Creación, estaba "hecho" para dominar... ahora tan a menudo es dominado y abrumado por la misma creación que resiente la pérdida de la primera armonía destruida por el pecado;

sus esfuerzos por volver a subir la pendiente de su ruina resultan casi siempre destruidos por su misma perfidia en una perenne tentativa de evasión sin posibilidad de éxito, no cesan jamás en su continuo flujo y reflujo.

¿Qué lengua humana podrá describir jamás lo trágico de las espantosas consecuencias del "primer" pecado de la humanidad? ¡Todos los males, morales, espirituales y físicos que han inundado a la Tierra traen  su origen del primer pecado!

En un precedente mensaje hube de decirte que los Primeros Padres en el Paraíso Terrenal habían sido enriquecidos con una abundancia tal de dones naturales, extranaturales y sobrenaturales precisamente en vista de su estado de Fundadores del linaje de la entera humanidad y estaban por tanto en una situación favorabilísima para poder rechazar todo ataque del Enemigo; el odio de las potencias oscuras del Infierno por la humanidad era tal como para impulsar a Lucifer a insistir a ultranza con toda la astucia, en la convicción de que sólo actuando para lograr la caída de los Primeros Padres habría tenido la posibilidad de formarse su reino... éxito, que por desgracia, en realidad obtuvo y está obteniendo.

Lucifer está congelado en la convicción de que la entera humanidad es suya por derecho, es decir, que toda la humanidad le pertenece por haberla hecho suya por conquista... sin importar el modo...;

no cree en la Redención, sino cree en su propia convicción, ser semejante a Dios y, por lo tanto, poder y deber reinar como Dios sobre la humanidad... ¡no tiene, ni puede tener una idea diferente de ésta!

 

de todo su mal sacaré mucho bien para vosotros y para las almas

 

No tiene la certeza de que la Redención haya sido realizada por Mí, Verbo eterno de Dios hecho Carne; tiene de ello una fuerte, fortísima duda, pero no la certeza absoluta;

Me odia con todo el odio de que es capaz y puesto que está congelado en el error no piensa que es usurpador, es más, él, el usurpador por excelencia, me considera a Mí un usurpador, que le arrebato las almas para darlas al Padre, y así también considera usurpadores a todos aquellos que me siguen, obrando Conmigo para la salvación de las almas.

Hijo mío, tú te preguntas y piensas tantas veces: "Pero ¿por qué la tiene tomada contra mí y me es causa de tanto sufrimiento...?"

porque ha logrado poner fuera de combate a un número grandísimo de "consagrados", esto es, de aquellos que deberían haber sido mis naturales colaboradores…

de este modo puede arrojar todo el veneno suyo y el de sus secuaces contra aquellos que aún le resisten.

Por tanto, hijo mío, puesto que tú, vosotros  y los miembros de la Comunidad, estáis resueltos a no ceder a sus astucias ni a sus amenazas, él usa toda su potencia para crearos dificultades.

Prevengo tu objeción, a la que ya he respondido tantas veces… lo permito esto porque del mal, y en particular de "su mal", sacaré tanto bien para Vosotros y para las almas y de nuevo porque del soportar su persecución, pues sois verdaderamente perseguidos y lo seréis todavía, os volveré más fuertes y más idóneos para la realización de Mi designio de Amor.

Por ahora  hijo mío basta, te bendigo y contigo bendigo a D. P. y a toda la Comunidad.

¡Yo, Jesús, con Mi Madre y San José estamos con vosotros, ¡esto os asegure de nuevo!

 

29 de Diciembre de 1978

 

ÉL, NUESTRA FORTALEZA Y DEFENSA

 

Escribe, hermano don Octavio, soy don Giacomino.

Mi camino en la tierra no raras veces me pareció duro y con la impresión de no poder continuar en aquellos momentos en los que la lucha era más viva, y más fuerte el choque entre la confianza, el cansancio y el temor de no conseguirlo y la voluntad de querer proseguir hasta la meta final…

Ciertamente que por mí solo no habría podido vencer y superar las muchas dificultades que las fuerzas adversarias me procuraban, pero para impedir el paso al Enemigo nunca me faltaron el auxilio y la fuerza de Él, nuestra fortaleza y defensa.

Lo que en en la tierra la vida me parecía eternamente largo, ahora en la eternidad veo mi presencia en la tierra como si hubiera durado un instante, como si fuera un puntito invisible en el espacio inmenso y sin confines;

esto para decirte que se necesita tener presente que la vida terrena, por más larga que sea, es una nada respecto a la eternidad.

 

la oscuridad ahora tiene ventaja sobre la luz

¿Cómo hacer comprender a los hombres su insensatez?  ¡Por desgracia no tenemos medios eficaces para convencer a la gran parte de la humanidad envuelta en las tinieblas! La oscuridad ahora tiene ventaja sobre la luz, por lo que solamente un acontecimiento superior a las fuerzas humanas podrá poner fin a esta situación anormal y paradójica, haciendo, sí, que la Luz, la Verdad y la Vida tomen de nuevo el dominio sobre una humanidad víctima del odio más encarnizado de las potencias oscuras del mal.

No importa que te repita cosas que ya conoces muy bien, ni que te diga cómo se ha llegado a formar la situación que se vive hoy en la tierra... tú has sido llamado precisamente para esto, para decir a esta generación ateizada su repugnante perversión, tal de haberla llevado a un nivel inferior al de los animales;

muchísimos hombres hoy no saben ya reconocerse como criaturas hechas a Imagen y Semejanza de Dios, sino que se consideran como simples animales y de ellos derivados, con la diferencia de que los animales, que actúan por instinto, están en perfecta armonía consigo mismos, mientras que los hombres, que reniegan su naturaleza de hijos de Dios, actúan siempre en contradicción consigo mismos, generando un conflicto incurable entre su alma y el cuerpo, es decir, entre su "ser criaturas espirituales" con aspiraciones espirituales de felicidad, de libertad y de perfección... y su "ser criaturas materiales" con la sed de placeres y con instintos perversos que tantas veces hace de ellos monstruos...

 

el tiempo que queda a disposición es poco

El saneamiento de la humanidad, sumida en males tan graves no puede ser ya realizada por el hombre, sino sólo directa mente por Dios; será El en el momento fijado quien cambiará una situación que a los ojos de cualquiera parece incurable. También las Naciones son curables, pero sólo por parte de Él, que es el Salvador.

Don Octavio, tú sabes cómo sucederá esta regeneración de la Iglesia y de la humanidad;

se ha hablado de ella desde los tiempos más remotos y se han reanudado las Profecías en los tiempos más cercanos a vosotros, tú mismo  has escrito  repetidamente de ello;

el tiempo que ahora queda a disposición es poco, por lo cual será prudente releer los mensajes y tratar de  recoger y utilizar todas las advertencias y sugerencias que se refieren a los no lejanos y grandiosos acontecimientos.

¡Si pones en Él, que te ha elegido, toda tu confianza, no dejará que te falte nada, ya sea en el orden de la Gracia como en el de la naturaleza!

Te bendigo, y conmigo no puede faltar la bendición de Luigina, que te sigue dondequiera y que ruega por ti, fiel a vuestro mutuo pacto acordado cuando estaba aún en vida en la tierra.

 

2 de enero de 1979

 

UNA BLANCA FIGURA DE HOMBRE

 

Hermano don Octavio, soy Marisa.

Si tú pudieras ver desde donde estamos lo que vemos y cómo lo vemos, sería una sorpresa  tan grande que tu vida humana se destrozaría; tú sabes que nosotros estamos y vemos en Dios y, como ya se te ha dicho otras veces, se ve todo de una manera diferente, más limpio y exento de elementos extraños, por lo que se ven las personas y las cosas en su objetiva realidad;

nosotros vemos ahora la Tierra habitada por una humanidad inquieta y turbulenta, como es inquieto y turbulento aquel que no posee al sumo Bien, la vemos moverse en todas direcciones, afanosamente buscando aquello para lo cual ha sido creada, pero la vemos evitar cuidadosamente moverse hacia "la" dirección en la que estaría "cierta" de encontrarlo.

En medio de esta riada de hombres en camino vemos, como pequeños oasis puntuados por acá y por allá grupos de hombres que para mantenerse en el camino que conduce con seguridad al puerto de llegada van a contra corriente, y en el hormigueo de miles de millones de hombres, sufrientes o gozosos, sanos o enfermos, pero todos únicamente deseosos de felicidad vemos "estar" una blanca figura de hombre que resalta por su estatura moral y espiritual como un gigante y empuña solo y con mano firme un estandarte, es el estandarte de la Iglesia de Cristo, que muchos y poderosos enemigos quisieran arrancarle, pero que Él mantiene con mano segura mientras señala a todos el Camino de la salvación.

 

Muchos fingen fidelidad y obediencia, pero conjuran contra Él

 

Este invicto Capitán que no teme nada, caerá, gloriosísimo Mártir, enrojeciendo con su sangre la inmaculada vestidura que lleva, irrigando así también él a la Iglesia que salió del costado de Cristo, Verbo eterno de Dios hecho Carne y muerto en la Cruz por la liberación de la humanidad de la feroz tiranía de Satanás, el implacable enemigo de Cristo y de Su Iglesia;

muchos de aquellos que deberían estar en efecto al lado del valiente y glorioso guerrero lo han abandonado pasándose al Enemigo, y aunque exteriormente fingen fidelidad y obediencia, al mismo tiempo conjuran contra Él, pero todas las intrigas y trampas de los enemigos de  Cristo, sumo e invencible Rey de los siglos eternos, caerán en el vacío, porque "no prevalecerán".

Hermano don Octavio, aunque los hombres en su culpable ceguera no ven, porque por su orgullo se niegan a ver lo que nosotros vemos con claridad, ni creen lo que nosotros creemos, no cambia absolutamente nada de los Decretos eternos de Dios, porque el inmenso hormigueo de hombres que cubren la tierra y que convulsivamente se agitan en la oscuridad no son sino un puñado de polvo que pronto será dispersado por el viento, y la tierra que ellos pisotean con pie soberbio quedará árida y desolada, luego "purificada" por el fuego, para después ser fecundada después por el honesto trabajo de los justos que por Bondad Divina se librarán de la hora tremenda de la Ira Divina.

"Luego", hermano don Octavio, será el Reino de Dios en las almas, ese Reino que desde hace siglos los justos imploran al Señor invocando " adveniat Regnum tuum "[115].

 

Te buscaran para tener luz y consuelo

 

Esta generación incrédula y perversa será la protagonista de acontecimientos tan grandes y jamás vistos en la historia de la humanidad, pero es necesario prepararse a estos acontecimientos predisponiendo el propio ánimo en la oración y en la penitencia, esto es, con un sincero arrepentimiento de las propias culpas, porque el tiempo que tenéis a vuestra disposición para esto no es mucho.

Desde hace tiempo se habla de oscuridad; desde hace tiempo se dice que Iglesia y humanidad están envueltas por una oscuridad ahora ya total, en efecto que sean precisamente los Pastores y los Sacerdotes, si bien veladamente, quienes dan valor al mal y condenan el bien,  es una deformación espiritual de tal gravedad, y es en el Cuerpo Místico una anomalía generadora de una oscuridad sin precedentes y tal que lo hace abominable a los ojos del Cielo.

Animo, don Octavio, es duro y difícil convencerte de que has sido el bendito y afortunado elegido, pero desde el Seminario y sin saberlo lo has predicho repitiendo con frecuencia "Spiritus ubi vult spirat"[116]… ahora ha llegado el tiempo de que te convenzas de que aquellas palabras eran para ti;

confirmaciones has tenido tantas, por lo que no deberías permitir que la duda ni siquiera rozara tu alma, sino más bien, si grande es la misión que te ha sido confiada, no menos grande es la responsabilidad que ella comporta;

el no tener conciencia de esto sería peligroso, y el no corresponder adecuadamente

sería culpa y daño para ti y para innumerables almas.

Humildad; es la humildad, don Octavio, lo que debes tratar de perseguir, porque te será siempre necesaria, pero sobre todo cuando vengan a ti personas de toda clase y te busquen para tener de ti luz y consuelo… y tú serás luz y darás consuelo en la medida en la que sepas amar al Señor en la humildad.

Estas son las maravillas de Dios, los prodigios de Su Amor y de su Misericordia.

Te estoy cercana; has estado en mi casa y has rezado ante el Crucifijo que me era tan querido y te correspondo intercediendo por ti, ahora y siempre. Amén.

 

 

 

Oh Virgen Santa, Madre de Jesús y Madre nuestra

 

Nadie ha amado a Jesús más que tú

Nadie ha sufrido por Jesús más que tú

Nadie ha  creído en Jesús más que tú

Nadie ha seguido tan fielmente a Jesús más que tú

Nadie ha conocido a Jesús más que tú

Nadie ha servido mejor a Jesús más que tú

Nadie ha estado unido a Jesús más que tú

Nadie ha adorado a Jesús más que tú

Nadie ha glorificado a Jesús más que tú

Nadie ha obedecido a Jesús más que tú

Nadie ha participado en la Omnipotencia de Jesús más que tú.

 

Oh María, Madre nuestra, no alejes tu mirada jamás de nosotros

peregrinos en la tierra en camino hacia el Puerto que nos espera.

Oh María, Madre nuestra, ayúdanos, asístenos, protégenos y defiéndenos

de los numerosos males espirituales y materiales que nos rodean.

Oh María, verdadera Madre de Dios y verdadera Madre nuestra,

inmunízanos contra todas las insidias del Infierno,

danos la perseverancia y guíanos a través de las dificultades de  nuestra vida terrena.

Amén.     Amén.      Amén.


 


[1]  Para la mayor gloria de Dios

[2]  Por los pecados vienen las contrariedades

[3]  Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia Mí (Jn 12,32)

[4]La gracia santificante es participación en la Naturaleza de Dios, por lo que nos volvemos hijos suyos, herederos del Paraíso y miembros de la Iglesia. Ahora María es “la llena de gracia”, es la verdadera Madre de Dios,  es la Madre de la Iglesia  que Ella nutre y cría como ha hecho con Jesús. En consecuencia María, aun permaneciendo como criatura infinitamente inferior a Dios, de quien es la humilde esclava, por la gracia y por la maternidad divina, que la hacen también Reina del Universo, participa de la Naturaleza de Dios en la medida más profunda y sublime  “¡Fecit mihi magna qui potens est! (¡El que es poderoso ha hecho en mí cosas grandes!)” 

 

[5]  El sacerdote, otro Cristo

[6] La soberbia, raíz de todos los males

[7]  El que no ama  permanece en la muerte

[8]  Partícipes de la divina naturaleza

[9]  No ganarán

[10]  Y el Verbo se hizo carne

[11] N. T. María Valtorta,  nacida (1897) en Caserta no lejos de Nápoles, hija de militar y madre de recio carácter, por lo que sufrió frecuentes contradicciones, finalmente padeció largos años de enfermedad hasta su muerte (1961) en Viaréggio (Toscana).

Dejó abundantes manuscritos que siempre afirmó como dictados y visiones.  Su obra  principal histórico doctrinal "El Poema del Hombre Dios", relata con admirable exactitud geográfica de lugares que nunca visitó, y soltura  de estilo, abundantes pasajes de la vida de Nuestro Señor y la Santísima Virgen, desde el nacimiento y la infancia a la Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Asunción.

[12]  Que disfrutan de la visión beatífica.

[13] Hacha grande para cortar el árbol de raíz

[14] 28 de Julio de 1975

 

[15]  Ver nota el  23 de septiembre de 1975

[16]  Por los pecados vienen las contrariedades.

[17]  De Dios nadie se ríe.

[18]  Hasta la muerte.

[19]  Hacha grande para cortar de raíz.

[20]  Ver arriba nota  4  el 8 de octubre.

[21]  No echéis vuestras perlas delante de los puercos.

[22] Hágase.

[23] Ten presente tu fin y jamás cometerás pecado.

[24] Como león rugiente buscando a quién devorar.

[25]  Hasta la muerte.

[26] El que no ama permanece en la muerte.

[27] Ver página... del día 17 de noviembre en el que Jesús pide que sea instituida la Pía Unión de los “Amigos del Santísimo Sacramento”. Algunos sacerdotes la han acogido y han realizado esta invitación.

 

[28]  Dame fuerza contra tus enemigos.

[29]  Milicia es la vida del hombre en la tierra (Job 7,1)

[30]  Hágase tu voluntad.

[31]  El enemigo del hombre.

[32]  No serviré.

[33]  La Justicia y la Misericordia se besan.

[34]  Reina de los Apóstoles.

[35]  Desde la eternidad.

[36]  Hágase.

[37]  Desde la eternidad.

[38]  Muchacho gravemente disminuido en el físico y dotado de dones sobrenaturales.

 

 

[39]  Buscad primero el Reino de Dios, y todas estas cosas se os darán por añadidura.

[40]  Nada sin voz.

[41]  Está decretado que los hombres mueran una sola vez.

[42]  Muerte, ¡qué bueno es tu juicio!

[43]                   El enemigo del hombre

[44]                   Llamados al efecto

[45]                   No te serviré

[46]                   Cuando haya sido levantado etc.  Jn 8, 28

[47]                   Yo soy la Resurrección y la Vida  Jn 11, 25

[48] El amor de Cristo nos apremia

[49]A la Mayor Gloria de Dios

[50]No son para la persona sino para la comunidad.

 

[52] De todo corazón

[53]                   Buscad primero el Reino de Dios... Mt 6. 33

[54]                   Ahora vemos en un espejo, en enigma. 1 Co 13,12

[55]                     oración de bendición o de exorcismo

[56]                   Desde siempre

[57]                   Nosotros insensatos. creíamos...

[58]                   Nosotros, insensatos, luego equivocamos el camino de la verdad. Nosotros creíamos...

(Sb 5,6)

[59]                   El Sacerdote, otro Cristo

[60]                   Sed Santos

[61]                   Empezó por hacer y luego enseñar

[62]                   ‘Bendecir’ tomado en su sentido de exorcizar

[63]                   Ejemplo os he dado

[64]                   Hágase

[65]                   Para siempre

[66]                   Partícipes de la naturaleza divina 2 Pe 1, 4

[67]                   Raíz de todos los males

[68]                   A Jesús por María

[69]                   Desde la eternidad

[70]                   A la vista de ojos

[71]                   Por sus frutos los conoceréis  Mt 7, 16

[72]                   Que se están formando

[73]                   Raíz de todos los males

[74]                   A causa de los pecados vienen los males

[75]                   El enemigo del hombre

[76]                   Para siempre

[77] Desde la eternidad

[78] Después de la purificación.

[79] Raíz de todos los males

[80]  El enemigo del hombre

[81] 1 Cor 2,14 El hombre mundano no capta las cosas del Espíritu de Dios

[82]  7 de Enero de 1976: T - I Parte 2ª pág.  203

[83] Comenzó a hacer y enseñar

[84]  El repetir ayuda

[85] Así pues una sola cosa es necesaria Lc 10, 42

[86] Después de la purificación.

[87] Vanidad de vanidades Qo 1,2

[88] De cero

[89] Enemigo del hombre

[90] Reina del Mundo Universo

[91] Por los pecados vienen las desgracias (Cf. Lv 26, 24-27)

[92] No juzguéis  (Mt 7,1)

[93] El "no va más"

[94] Raíz de todos los males

[95] Raíz de todos los bienes

[96] Vosotros sois la luz del mundo Mt 5,14

[97] Día del Señor

[98]  El que ama el peligro perecerá en él Si 3, 26

 

[99] Raíz de todos los males

[100] En beneficio de la comunidad

[101] Dios dio, y Dios quitó (Job 1,21)

[102] En la raíz

[103] sin efusión de sangre no hay remisión (Heb 9,22)

[104] Del (tiempo) después de la purficación

[105] Rey de todos los corazones

[106] Desde la eternidad

[107] Y concibió por obra del Espíritu Santo y el Verbo se hizo carne

[108] Todo fue hecho por Él (Jn 1,3)

[109] No echéis vuestras perlas delante de los puercos (Mt 7,6)

[110]  Yo soy la Verdad  (Jn 14,6)

[111] La fe viene de la audición (Rom 10,17)

[112] ¿Qué es la verdad? (Jn 18,38)

[113] "Yo soy" (Jn 18, 6)

[114]  La repetición ayuda.

 

[115] Venga tu Reino (Mt 10, 6)

[116] El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3,8)