Actualizada el martes 24/DIC/13 (Primera entrega)
Consolar al triste
Valle de lágrimas.
Esta tierra es un valle de lágrimas, y si bien a veces vamos por la vida despreocupados y divirtiéndonos, también es cierto que sucede a menudo que sufrimos alguna desgracia o problema que nos hace recordar esta verdad: que la tierra no es el Paraíso, sino un lugar de exilio, donde la felicidad es como en cuentagotas.
Sabiendo estas cosas, seremos compasivos con quienes están tristes por diversos motivos, y sabremos consolarlos, señalándoles que después de esta vida vendrá la felicidad sin límites, la alegría perpetua.
“¡Ay de los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!”, ha dicho el Señor en el Evangelio.
Por eso si llevamos una vida tranquila, en paz y sin tristezas, demos gracias a Dios y seamos compasivos para quienes no tienen la misma suerte que nosotros, porque quizás un día seamos nosotros quienes estaremos tristes y abatidos, y entonces nos gustaría que los hombres fueran compasivos con nosotros y nos consolaran.
La tristeza es una pasión que se despierta por un mal presente, y lo que tenemos que hacer es intentar que no se desordene, es decir, que no nos lleve a bajar los brazos, a dejar de cumplir nuestras obligaciones, ni nos lleve a la desesperación.
Hay que saber que la tristeza es como un reclamo para Satanás, que en seguida viene cuando un alma está triste, para tentarla, y así hacerla su prisionera. Por eso todo lo que hagamos para consolar al triste, lo estaremos haciendo por la salvación de un alma o varias almas.
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