Actualizada el domingo 25/AGO/13 (Primera entrega)
Perdonar las injurias
Desatamos.
Cuando una persona nos ofende y peca contra nosotros, es como que queda atada por el pecado, y Dios espera nuestro perdón para poder perdonarla. De esa forma es necesario que aprendamos a conceder el perdón a todos, para que Dios, a su vez, perdone también a todos, y nos perdone a nosotros que siempre le ofendemos.
Nuestra naturaleza nos impulsa a tomar venganza y revancha de las ofensas que recibimos. Pero los hombres no somos sólo naturaleza, sino también espíritu, y el espíritu, con la ayuda de la gracia de Dios, puede perdonar de corazón a quien lo ofende.
Es de capital importancia el perdón de las injurias, puesto que si vamos a rezar pero antes no hacemos un sincero acto de perdón a los hermanos que nos ofendieron o que creemos que nos han ofendido, la oración no sólo que no llega al Cielo, sino que es un mal, porque si rezamos con odio o rencor, entonces Dios rechaza esa oración y no nos escucha.
Hagamos el propósito de perdonar de corazón a quienes nos trataron mal, para estar siempre libres y, sobre todo, para estar en paz, porque un corazón que no perdona, que está resentido, que tiene odio y rencor, jamás tendrá paz consigo mismo.
El demonio sabe estas cosas y por eso atiza todas las brasas del odio para encenderlas y que así estemos como anclados en el mal y no llevemos frutos.
Pensemos en estas cosas y pidamos ayuda a Dios para perdonar de corazón a todos, porque Dios nunca manda imposibles, y si manda que perdonemos, también da la gracia necesaria para poder cumplirlo. Lo que pasa es que a veces no queremos perdonar, “queremos” seguir guardando rencor, y eso no es de buenos cristianos.
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