Actualizada el lunes 26/NOV/12 (Primera entrega)

Visitar a los enfermos

Maldición.

Cuando uno está enfermo, se siente rechazado e incluso maldecido por Dios. Por eso es una gran obra de misericordia el que nos vengan a visitar y a traer la esperanza, y la seguridad de que Dios nos ama, que nos sigue amando, y que incluso la enfermedad es una clara señal de predilección del Señor por nosotros, porque no sólo con ella nos permite descontar lo que debemos a la Justicia divina, haciéndonos más corto el Purgatorio; sino porque si sufrimos inocentemente ayudamos a salvar almas, porque la oración y el sufrimiento son los que redimen a los hombres.

Entonces siempre debemos pensar en los seres queridos que tenemos enfermos, para ir a visitarlos, porque estas visitas son ocasiones para hablar de Dios, para consolar, y ¿por qué no?, para despertar la fe y el amor a Dios en el enfermo.

En estas cosas sucede como en las obras de misericordia materiales, porque el hombre está acostumbrado a creer que cuando tiene prosperidad viene de Dios, y si recibe una suma de dinero o recursos materiales, bendecirá a Dios y se sentirá amado por Él.

También el enfermo, al recibir la ayuda y el consuelo de quien lo visita, enseguida eleva la mirada y el corazón a Dios, que le da ese consuelo, y bendice al Señor, y esa bendición recae sobre el visitante, a quien Dios bendecirá enormemente, porque nunca hay que olvidar que el enfermo a quien vamos a visitar es el mismo Cristo.

Y también están los enfermos espirituales, que sufren de mil maneras, incluso la soledad y el abandono, y aquí es una gran obra de amor el ir a visitarlos, y escucharlos pacientemente, y con nuestra alegría sacarlos un poco de la oscuridad en que viven.

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