La misma medida.
Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les medirá. (Mt 7, 2).
Comentario:
Jesús nos sigue revelando este secreto tan importante que deberíamos tener presente a lo largo de toda nuestra vida, para que cuando nos llegue la muerte y nos presentemos al juicio de Dios, ante Jesucristo Juez, seamos absueltos de todas las culpas.
Efectivamente, seremos juzgados con la misma regla que hemos empleado para juzgar a los demás en vida. Si somos indulgentes con los prójimos, entonces Dios será indulgente también con nosotros.
¡Qué motivo tan importante para no juzgar y no condenar nunca más a ninguno de nuestros hermanos! ¡Qué gran ocasión para saber compadecer a los hombres que actúan mal y no sabemos por qué! No queramos juzgarlos y pidamos a Dios por ellos, para que se conviertan, porque si somos muy duros con ellos, también el Señor nos medirá a nosotros como hemos medido.
Esto que nos dice el Señor es especialmente para que no despreciemos a nadie y no nos creamos superiores a ninguno, no sea cosa que de jueces que somos, pasemos a ser los acusados.
Jesús, en Vos confío.
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"Jesús, en el Tabor, se manifestó con toda su majestad y con toda su gloria a sus tres discípulos preferidos. De la nube luminosa que los envolvía resonó repentinamente una voz, la voz del Padre celestial: «Este es mi Hijo muy amado, en quien he puesto mis complacencias: escuchadlo».
Otro hecho evangélico.
Sucedió en las bodas de Caná. La delicadeza atenta de Nuestra Señora acaba de adivinar el aprieto de quienes la han invitado. Ella, y Ella sola, conoce la omnipotencia de Jesús. Y va a abogar por la causa de sus amigos. «Hijo, no tienen vino». A primera vista Jesús parece desechar el pedido; en realidad, y como siempre, la oración de su Madre va a ser escuchada. María lo ha comprendido enseguida. Apaciblemente dice a los servidores: «Haced lo que El os diga».
Por eso en esta sección se irán colocando frases de Jesús tomadas del Santo Evangelio, para seguir el consejo que nos dio el Padre eterno y la Santísima Virgen, es decir escuchar al Señor y obrar de acuerdo a sus enseñanzas.