Actualizado el miércoles 13/MAR/24

Perseverar es la contraseña

Retiro. 

Los sacerdotes y religiosos suelen hacer anualmente un retiro para retomar fuerzas en el apostolado. Y es bueno que esto sea así, porque en el trajinar de la vida, a veces podemos perder un poco de vista el fin para el que hemos sido creados, que es para la gloria de Dios.

Entonces también nosotros, que quizás vivimos en medio del mundo, debemos, de vez en cuando, retirarnos a la soledad, ya sea materialmente aislándonos un poco del mundo; o también espiritualmente, huyendo del mundo interiormente.

Esto es necesario para pensar un poco y meditar sobre el sentido de la vida, para qué estamos en este mundo, qué medios estamos empleando para santificarnos, y qué nos conviene hacer de ahora en adelante.

Por ello son muy buenos los retiros ignacianos, de silencio. Pero también podemos hacer un retiro a nuestra medida y según los tiempos de que disponemos y en las situaciones que nos encontremos, para usar ese tiempo en más oración y meditación de las cosas trascendentes de la vida.

No es fácil perseverar en el bien porque estamos inclinados al mal, y lo que es bueno se nos hace cuesta arriba, en cambio lo que es malo lo hacemos con facilidad. ¡Qué bueno es entonces aislarnos un par de días o más, y sopesar las cosas del mundo como realmente valen!

Hagamos el propósito, al menos durante este año, de hacer algún retiro guiado por buenos sacerdotes. Y si no podemos hacerlo por algún motivo, al menos dispongamos de un fin de semana o algún día entre semanas para dedicarnos a nosotros y a nuestro espíritu, para tomar fuerzas y seguir en el combate de todos los días.

Por algo el Señor quiso prepararse a su misión pública, yendo cuarenta días al desierto. Así se preparan los apóstoles. Y si nosotros tal vez no estamos llamados a ser apóstoles en el sentido más amplio de la palabra, sí en cambio debemos cuidar nuestra alma y darle lo necesario para que ella pueda alimentarse y tomar fuerzas para perseverar en el bien.

Pensemos en estas cosas y hagamos memoria a ver cuánto tiempo hace que no dedicamos unos días, o unas horas, a nuestro espíritu, y pongamos los medios para que esos tiempos sean más frecuentes.

Si desea recibir estos textos periódicamente en su correo electrónico, por favor
SUSCRÍBASE AQUÍ