Actualizado el martes 16/JUL/24

Vivir el Evangelio

Simples como Dios. 

Dice la Escritura que Dios hizo todo simple, pero el hombre lo complicó. Y ésta es una gran verdad, porque todo lo que viene de Dios es simple, pero el hombre quiere dar su toque a la obra de Dios, y es ahí cuando la complica.

Por eso si queremos vivir bien el Evangelio, tenemos que en primer lugar leerlo con la ayuda del Espíritu Santo, que es u Autor y es quien lo sabe explicar a los fieles. Y, además, debemos seguir la guía que nos da la Iglesia Católica, Esposa de Cristo, única que nos puede guiar a comprender toda la verdad contenida en él.

Si hacemos así, cada día se nos irán iluminando más las verdades de la fe, y comprobaremos que la vida cristiana es mucho más sencilla de lo que parece, porque se trata de imitar a Cristo, que es Dios, y que por lo tanto es simple, como quiere que simples seamos nosotros los católicos.

Huyamos de los teólogos presuntuosos, de los sabihondos que quieren complicarnos la vida con palabrería difícil y conceptos extraños, pues el Santo Evangelio es la Buena Noticia dada a los pobres y a los humildes, y todos la pueden entender. Incluso hay más, generalmente son los pequeños y los mínimos de este mundo quienes mejor comprenden la Buena Nueva, mientras los sabios e inteligentes se quedan en ascuas.

No nos desanimemos si no tenemos estudios teológicos o de Sagrada Escritura, puesto que si somos humildes y sencillos, el Espíritu Santo nos hablará al corazón y seremos sabios según Dios y no según el mundo, porque practicaremos lo que sabemos y el Señor estará contento de nosotros.

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Todos los males individuales, familiares, nacionales y mundiales, vienen de no practicar lo que dice el Santo Evangelio.

Ya lo dice Jesús mismo, que el hombre que escucha sus palabras pero no las practica, se parece a uno que edificó su casa sobre arena, y que al soplar los vientos, desbordarse los ríos y embestir contra la casa, ésta se desmorona y queda una gran ruina.

Pues así sucederá con aquel que oiga o lea el Evangelio, pero que no se esfuerce en practicarlo. Se encontrará que al final de su vida, su casa, es decir, su alma, estará en ruinas. Y ya sabemos para qué son buenas las ruinas, para demolerlas del todo porque no sirven para nada. Y así será para nuestra alma, que será desechada para siempre en el Infierno.

Obrar de acuerdo al Evangelio, es lo que nos hará felices en el Cielo y ya desde esta vida, porque no hay nadie que sea más feliz que aquél a quien su conciencia no le reprocha nada.

Y por otro lado, quien no actúe de acuerdo al Evangelio, será infeliz para siempre en el Infierno, y su infelicidad ya comenzará desde esta vida terrena.

Por eso en esta sección, creada el 11 de Septiembre de 2011, iremos exponiendo las enseñanzas del Evangelio y el modo de llevarlas a la práctica en nuestra vida cotidiana, para hacerlas carne en nosotros y así edificar la casa sobre roca.