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Rezar el Padrenuestro

 

La oración más importante que debemos rezar es el Padrenuestro, ya que el mismo Señor Jesús nos lo ha enseñado para que nos dirijamos al Padre Celestial y le hagamos todas las peticiones.

Esta oración es un compendio maravilloso y no puede ser superada, pues es el mismo Dios quien nos la ha dado.

Una forma muy fructífera de rezarlo, es meditando lentamente en cada palabra que decimos.

Aunque no sepamos ninguna otra oración, sino sólo el Padrenuestro, ya tendríamos materia suficiente para hacer oración, salvarnos y santificarnos, porque en esta oración están las siete peticiones que los hombres necesitamos hacer a Dios Padre.

Es la oración de los hijos, que juntos se dirigen al Padre eterno para interceder por todos los hombres.

El Padre del cielo se enternece cuando sus hijos rezan con amor y respeto esta oración, y derrama sobre ellos un torrente de gracias y dones espirituales y también materiales, cuando estos son necesarios para la salvación y no se oponen a ella.

 

Rezar el Avemaría.

 

El Avemaría es una oración celestial, porque fue compuesta por Dios, que a través del Ángel Gabriel y de Santa Isabel, alabó a María Santísima, y que luego la Iglesia también completó con la voz de los hijos de Dios a la amorosa Madre del Cielo.

Por eso si queremos rezar algo que agrade muchísimo a la Virgen y a Dios, no tenemos que buscar más allá del Padrenuestro y del Avemaría, oraciones ambas que con sólo rezar esas dos ya nos podemos santificar.

Cada vez que rezamos el Avemaría la Virgen se estremece de gozo recordando el momento de la Encarnación del Verbo en su seno virginal, y derrama una lluvia de gracias sobre la humanidad, sobre nosotros que lo rezamos y sobre todo el universo.

Rezando el Avemaría, damos mucha gloria a Dios, porque le recordamos los momentos sublimes en que su Sierva le dijo sí.

Aunque sólo sepamos rezar el Avemaría, ya alcanzaríamos todas las gracias que Dios nos tiene preparadas. Por eso es tan eficaz rezar el Santo Rosario, compuesto de Padrenuestros y Avemarías.

 

Rezar el Gloria.

 

Aunque en la vida sólo rezáramos el Gloria, ya estaríamos cumpliendo la misión de criaturas de Dios, puesto que los Ángeles en el Cielo cantan el Gloria, y nosotros, rezándolo en la tierra, albaríamos a Dios como merece.

Por ejemplo una forma agradable de rezar el Gloria es rezando 24 Glorias en honor a Santa Teresita, por sus veinticuatro años que vivió en la tierra.

También rezamos el Gloria cuando terminamos de rezar cada decena del Rosario. Por eso si rezamos el Rosario, estamos rezando un compendio maravilloso de oraciones que agradan tanto a Dios y a su Madre, que el Cielo no ha escatimado gracias a quienes rezan esta oración.

Es bueno, cuando rezamos el Gloria, inclinar la cabeza en la primera parte de esta oración. Efectivamente cuando decimos: “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”, es bueno mantener inclinada la cabeza mientras se dice esto, puesto que estamos adorando y alabando al mismo Dios, a la Santísima Trinidad.

Y también debemos poner especial cuidado en pronunciar esta “y” entre cada Persona, porque ello es indicativo de la igualdad de las Personas divinas.

 

Rezar el Credo.

 

La Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que la oración que más le agrada es el Credo. Y es muy lógico que sea así, puesto que en estos tiempos el ateísmo está haciendo estragos entre las almas, y es necesario proteger nuestra fe, haciendo frecuentes actos de fe rezando el Credo.

Estamos en los tiempos en que la Mujer vestida de Sol lucha contra el Dragón rojo, es decir, María Santísima combate contra el ateísmo. Y por eso tenemos que cuidar nuestra fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios y salvarse.

El Credo es un compendio maravilloso de todo lo que debemos creer los católicos, y al rezarlo aumentamos nuestra fe y nos afirmamos en ella, e incluso hacemos que otras almas comiencen a creer o reaviven su fe débil, porque la oración nunca se hace a título personal, sino que influye a muchas almas, a toda la Iglesia, ya que todos formamos un solo cuerpo y la oración, sea cual fuere, beneficia a todos sus miembros.

Si el Dragón rojo es el ateísimo teórico y práctico, entonces una de las mejores maneras de combatirlo es rezando el Credo.

Tratemos, entonces, de rezarlo todos los días, y sobre todo recémoslo con convicción y fe, porque si tenemos fe, entonces lo tenemos todo, porque tenemos al mismo Dios y nada nos será negado.

 

Rezar la oración al Ángel Custodio.

 

Si estuviéramos solos frente al demonio, la lucha sería desigual,  porque el diablo, por ser un ángel, es superior en naturaleza a los hombres. Entonces es que el Señor ha puesto a nuestro lado un Ángel Custodio, a quien nosotros tenemos que invocar frecuentemente, porque él puede actuar en tanto y en cuanto nosotros le invocamos.

Efectivamente nuestro Ángel de la Guarda está muy condicionado para actuar a que nosotros lo invoquemos, pues si no lo invocamos en nuestra ayuda, muy poco o nada puede hacer por nosotros.

Por eso tenemos que rezar todos los días, varias veces por día, la oración al Ángel de la Guarda, que es la siguiente: “Ángel de Dios que eres mi Custodio, ya que la Soberana Piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname. Amén”.

Si hacemos así, entonces nunca el demonio nos podrá hacer ningún verdadero mal, porque estaremos protegidos por nuestro Ángel Guardián.

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