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Introducción
Santa Gertrudis
San Juan Eudes
Santa Margarita María de Alacoque
P. Bernardo de Hoyos
P. Agustín de Cardaveraz
María del Divino Corazón
Benigna Consolata Ferrero
San Juan Evangelista
La herida del costado
El Reino del Corazón de Jesús
Importancia de la Consagración
Consagración
Virtudes
Promesas
Nueve Primeros Viernes
Confianza
El Corazón de Jesús al mundo
GRUPO:
Apóstoles del Sacratísimo Corazón

PortadaSanta Margarita María de Alacoque

            De familia de posición social relativamente elevada, nació en el pueblo de Lhautecourt, diócesis de Autun, el 22 de Julio de 1647. El 25 de Agosto de 1671 tomaba

el hábito en el Monasterio de Paray-le-Monial en la Orden de la Visitación. Fue Asistente de la Superiora y Maestra de novicias. Las comunicaciones extraordinarias con el Corazón de Jesús fueron muy numerosas. Trabajó incansablemente por difundir su devoción; y el 17 de Octubre de 1690, a los 43 años de edad, expiró santamente en el mismo Monasterio de Paray.

             Esta alma privilegiada es la primera figura de los tiempos modernos en la devoción del Corazón de Jesús; sus escritos son la fuente más rica y exacta en la materia, que existe, y a la cual debe acudir por lo mismo quien deseare conocer en toda su extensión y profundidad la devoción al Divino Corazón. Sobré todo, son de recomendar sus cartas, en las que se halla casi todo lo mejor que se ha escrito sobre esta admirable devoción. 

 Palabras de Benedicto XV 

            «La iglesia católica entera - escribía Benedicto XV al editor de las obras de la Santa - se felicita de tener a su disposición, gracias a ti, el archivo viviente del culto del Sagrado Corazón. La vulgarización de estas fuentes preciosas servirá a los teólogos y a los predicadores a meditar y establecer después con fruto los fundamentos doctrinales de una devoción, que importa precisar más de día en día en su fin, en su espíritu y en todas sus prácticas». 

            «La devoción al Sagrado Corazón ha llegado a ser familiar a la piedad cristiana, pero el movimiento del que la Bienaventurada Margarita María ha sido la propagadora, está llamado a extenderse más aún, y la obra que tú editas será uno de los mejores auxiliares del apostolado, el cual debe continuarse con más ardor todavía, si es posible, en esta época agitada y tumultuosa». 

            Siguiendo los consejos del Pontífice, hemos procurado cavar en esta abundante mina, que contiene gran cantidad de mineral y pequeña de escoria; pues Santa Margarita, al revés de otros autores, habla poco y dice mucho. 

Una causa de su eficacia 

            Tienen por otra parte los escritos de esta Santa eficacia peculiar para insinuarse en las almas; lo cual no encierra nada de extraño, si se atiende a la mucha parte que parece tuvo en ellos la influencia particular del Corazón de Jesús.

            Cuando recibió la orden de hacer su propia biografía, como sintiese mucha repugnancia en ello, el Señor le dijo que obedeciese: 

            «Escribe, pues, sin temor conforme Yo te dictare, y te prometo derramar la unción de mi gracia, a fin de que Yo sea glorificado con ello». Y explicándole las causas por qué le ordenaba escribir, díjole: 

            «En tercer lugar, para hacer ver que soy la Verdad eterna, que no puede mentir; que soy fiel en mis promesas, y que las gracias que te he concedido pueden sufrir toda suerte de exámenes y pruebas». 

            «Es necesario decir a V. una cosa que me impediría en absoluto escribir, si la obediencia no me ordenara lo contrario, y es que cuando escribo, después de ponerme de rodillas para ello, como un discípulo delante de su maestro, escribo siguiendo lo que Él me dicta, sin poner cuidado ni pensar en lo que escribo; y esto me hace sufrir grandes humillaciones, tanto por el temor que tengo de decir lo que yo quería callar y tener oculto, como por la idea en que estoy de que vuelvo a repetir siempre lo mismo, porque me han prohibido tornar a leer las cartas, a causa de que, cuando lo hacía, no me podía contener de romperlas y quemarlas». 

            «Me manda V. que le conteste ampliamente...; quiero decir a V. en su santa presencia (del Corazón de Jesús) todo lo que El me inspirare para su gloria, pues no está en mi mano hacer de otra manera, ni preparar nada para escribir, sino decir sencillamente cuanto Él me pone en el pensamiento sin preocuparme nunca del resultado». 

Su cerebro incorrupto 

            Quién sabe si, para expresar ese influjo del Corazón de Jesús que aparece en las frases de la Santa, permitió el mismo Señor que, por espacio de casi 200 años, se conservase incorrupto el cerebro de su sierva, como lo atestigua un testigo presencial que lo observó, al descubrirse los restos en 1864, cuando Pío IX publicó el decreto permitiendo se procediese a la beatificación. «A las diez del 13 de Julio (1864)- escribe dicho testigo - el Ilmo. Sr. Obispo de Autun, acompañado de Monseñor Borgui y de unos doscientos sacerdotes, entró en el Monasterio de Paray, y en él instaló el tribunal, bajo cuya autoridad y vigilancia iba a abrirse el sepulcro... Levantada con mucho cuidado la piedra sepulcral, se vio, en una excavación bastante profunda, la caja de nogal que contenía los restos de la Venerable... Ábrese la caja de madera, y aparece sucesivamente a nuestras miradas lo que queda en este mundo de aquella, a quien se dejó ver Jesucristo tantas veces... Hubo en la inspección y veneración de aquellas reliquias un momento más interesante que los demás. Todos los huesos, como queda dicho, estaban secos, y las carnes consumidas, pero el cerebro estaba intacto: había resistido a la corrupción. Esta parte tan frágil, que se disuelve tan pronto, que es la primera que se corrompe, había atravesado dos siglos sin destruirse...».

            Parece que Nuestro Señor no quiso permitir se corrompiese aquel órgano, que Él había usado como instrumento particular de su amor para comunicar a los hombres tan grandes y consoladoras ideas. ¡Buena lección para aquellos que habían considerado a la humilde religiosa como visionaria y de enfermizo cerebro! Ahora bien, esta principalísima evangelista del Divino Corazón, ¿qué concepto tenía acerca de la importancia de la devoción que venimos exponiendo? Citaremos algunos pasajes de sus escritos, para que el lector pueda por sí mismo verlo. 

Primera gran revelación 

            En carta al P. Croiset, dándole cuenta de la primera gran revelación, que a nuestro juicio es la más importante de todas, dice: 

            «Y me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado de los hombres, y de apartarlos del camino de perdición adonde Satanás los precipita en tropel, le había hecho formar este designio, de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracia, de santificación y de salud que contenía, a fin de que, todos aquellos que quisieren darle y procurarle todo el honor, el amor y la gloria que estuviere en su mano, El los enriqueciese con abundancia y profusión de estos divinos tesoros del Corazón de Dios, que es la fuente de ellos, y al cual era necesario honrar bajo la figura de este Corazón de carne, cuya imagen deseaba Él fuese expuesta y llevada consigo, sobre el corazón, para imprimir en él su amor y llenarle de todos los dones de que El estaba henchido, y para destruir en él todos los movimientos desordenados». 

            «Y que esta devoción era como un último (un dernier) esfuerzo de su amor, que quería favorecer a los hombres en estos últimos siglos con esta redención amorosa (de cette rédemption amoureuse), para sustraerlos del imperio de Satán, el cual pretendía arruinar, y para colocarlos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, que quería restablecer en los corazones de todos aquellos que quisiesen abrazar esta devoción». 

            «Y después de ello, este Soberano de mi alma, me dijo: «He aquí los designios para los que te he elegido y hecho tantos favores y tomado un cuidado muy particular de ti desde la cuna; Yo no me he constituido personalmente tu maestro y director, sino para disponerte al cumplimiento de este gran designio y para confiarte este gran tesoro, que ahora te muestro al descubierto». 

            La lectura de este trozo deja cierta impresión de grandeza. Vamos a examinar más despacio algunas ideas contenidas aquí y en otros escritos de Santa Margarita. 

1. Una redención amorosa 

            «Que deseaba favorecer a los hombres - dice la revelación primera - en estos últimos siglos con esta redención amorosa...» Indicaremos después en qué sentido deba tal idea tomarse; entretanto se ve claro que la Santa no temía parangonar esta devoción con el acontecimiento magno y único en su género de la redención del mundo. Parecerá ello, quizá, exageración notable. Si esta idea se encontrara sólo en alguna ocasión de entusiasmo extraordinario, no seria infundada tal hipótesis, mas con sólo estudiar algo los escritos de la virgen de Paray se convencerá uno pronto de que se trata de idea que llevaba grabada profundamente en su alma. 

            Escribiendo a la Hermana M. Magdalena des Escures, dice en tono igual de grandeza: 

            «Me parece que el gran deseo que Nuestro Señor tiene de que su Sagrado Corazón sea honrado con algún homenaje particular, es a fin de renovar en las almas los efectos de su redención, haciendo de este Sagrado Corazón como un segundo Medianero entre Dios y los hombres, cuyos pecados se han multiplicado tanto, que es necesaria toda la extensión de su poder para obtenerles misericordia y las gracias de salud y de santificación que tiene tanto deseo de comunicarles abundantemente. 

            La devoción, pues, del Corazón de Jesús tiene por objeto «renovar en las almas los efectos de la redención», es decir, dar al mundo una impulsión de vida semejante a la que recibió con la venida, pasión y muerte del Redentor; en lo cual Santa Margarita no hace sino confirmar las ideas que vimos ha poco en Santa Gertrudis. 

            Añade la Santa en la cita precedente que el Sagrado Corazón es «como un segundo Medianero para con Dios en favor de los hombres». Es el mismo pensamiento; porque si esta devoción divina es una especie de segunda redención, claro está que el Corazón de Jesús será como un segundo Redentor, como un segundo Medianero, pues Jesucristo con su encarnación, pasión y muerte fue el Medianero entre Dios y la Humanidad caída. 

            En las cartas 37 y 90 vuelve a insistir en lo mismo. 

            «El me ha dado a conocer que su Sagrado Corazón es el Sancta sanctorum, el Sancta de amor; que El quería fuese conocido ahora para ser el Medianero entre Dios y los hombres». «Hemos de orar en el Corazón de Jesús y por medio del Corazón de Jesús, que quiere de nuevo constituirse Medianero entre Dios y los hombres» 

            En la 132, aparece más clara la idea de Santa Gertrudis: 

            «Me parece que no hay nada que yo no quisiera hacer y sufrir para darle el placer que desea con tanto ardor (difundir esta devoción), primeramente para tornar a encender la caridad tan resfriada y casi apagada en los corazones de la mayor parte de los cristianos, a los cuales quiere Él dar mediante esta devoción un nuevo medio de amar a Dios por medio de este Sagrado Corazón, tanto como Dios desea y merece ser amado» 

¿Qué significa? 

            ¿Cuál es el sentido que Santa Margarita quería dar a estas frases de nueva redención, etc.? Para nuestro intento tal cuestión tiene un valor secundario, como dijimos arriba, pues nosotros únicamente deseamos demostrar que, en el concepto de la Santa, esta devoción es algo grande en el mundo; y eso se muestra evidentemente, cualquiera que sea la explicación especial que a las frases mencionadas deba darse. 

            No obstante, parece probable, como se verá por otros testimonios que insertaremos después, y ya se insinúa un poco en algunos de ¡os vistos, que ¡a devoción al Corazón de Jesús es como una redención segunda, no en el sentido de que implique redención numéricamente distinta de la efectuada por Cristo Nuestro Señor en la cruz - ¿quién piensa tal desatino? - sino en el de que, o es una comunicación tan copiosa e inusitada de las gracias merecidas por la vida, pasión y muerte del Redentor, que efectivamente pueda llamarse como una redención nueva, o es una renovación del período de fervor que se siguió inmediatamente a la redención de Cristo. Ya se ve que entrambas explicaciones no son entre sí diversas esencialmente, sino que la primera indicaría la causa y la segunda el efecto. Ambas están confirmadas por otros testimonios de la Santa y de otros grandes amigos del Corazón de Jesús. «El no quiere establecer su nuevo reino entre nosotros – escribe Santa Margarita - sino para repartirnos más copiosamente sus gracias de santificación y de salud». 

2. Un último esfuerzo de su amor 

            He aquí una nueva expresión con que la Santa designa en la .primera revelación principal la devoción del Corazón de Jesús. «Y que esta devoción era como un último esfuerzo de su amor». 

            Tampoco se trata aquí de una frase escapada en momentos de religioso fervor, sino de idea repetida acá y allá en diversas ocasiones. 

            Así en carta a su hermano, el sacerdote, dice que para comunicarnos sus dones ha manifestado Jesús «la devoción de su Sagrado Corazón, que contiene tesoros incomprensibles, los cuales desea que sean derramados en todos los corazones de buena voluntad, porque éste es un último esfuerzo (un dernier effort) del amor del Señor para con los pecadores, con objeto de llevarlos a penitencia y darles abundantemente sus gracias eficaces y santificantes, y así obtener su salvación». 

            Véase de paso cómo la devoción al Corazón de Jesús no es solamente para almas de vida espiritual algo elevada, como algunos imaginan, sino para los pecadores también. 

            Al P. Croiset escribe que esta devoción será uno de los medios de que El quiere servirse: 

            «Para apartar gran número de almas de la perdición, arruinando el imperio de Satán, a fin de volverlas a colocar mediante sus gracias santificantes en la vía de la salud eterna, como me parece haberlo prometido así el Señor a su indigna esclava, haciéndole ver esta devoción como uno de los últimos esfuerzos de su amor hacia los hombres, con objeto de que, poniéndoles claramente ante los ojos, como en un retrato, su Divino Corazón herido de amor por el bien de ellos, pueda poner su salvación en seguridad, sin permitir perezca nada de cuanto le estuviere consagrado», etc., etc.

            Además del punto de que venimos tratando, repárese en la promesa de la salvación eterna hecha a la consagración

            «Este Corazón Divino es el tesoro del cielo y de la tierra, que nos ha sido dado... como la última invención de su amor». 

            Y con matiz más expresivo, dice en la carta 97 que esta devoción: 

            Es una preciosa bebida - unas copias tienen portion, otras potion; parece más auténtica la segunda forma - que nos ha sido dada por nuestro buen Padre celestial como último remedio (pour dernier remède) de nuestros males». 

            Se habrá observado cómo Santa Margarita habla de un último esfuerzo. La palabra francesa (dernier) que usa siempre, o casi siempre, puede significar, o último de manera que no venga otro en pos de él, o último en el sentido de lo más reciente, lo más moderno, a la manera como solemos decir: «el último invento». No obstante la oscuridad de este punto, nos parece que, del estudio atento de todos los pasajes de la Santa en que habla de la devoción al Corazón de Jesús, parece más probable que ella creía ser éste, en efecto, el último y postrero de los grandes impulsos dados por Nuestro Señor al mundo, de forma que los que vengan después, si algún otro viene, no sean sino una introducción y aplicación más completa de este remedio admirable. Por otras varias razones también nosotros nos inclinamos hacia esta última opinión. 

3. Este gran designio de Dios 

            Nuevo nombre que Santa Margarita da a nuestra devoción, y que encontramos también en aquel largo documento que citamos más arriba: 

            «Yo no me he constituido personalmente tu maestro y director, sino para disponerte al cumplimiento de este gran designio». 

            «Y creo - escribe al P. Croiset - que ésta es la razón por la que ha escogido Él a este bienaventurado amigo de su Corazón, (el B. P. de La Colombière) para el cumplimiento de este gran designio, que, como espero, será tan glorioso a Dios, a causa del ardiente deseo que tiene de comunicar por este medio su amor y sus gracias». 

            Habla de cómo vio por primera vez al P. La Colombière, y añade: 

            «Fue necesario descubrirle, a pesar mío, lo que yo había siempre tenido secreto con tanto cuidado, porque él había sido destinado para la ejecución de este gran designio, acerca del cual confieso no saber ni poder expresarme, según lo que me es dado a conocer, pues es un abismo».

            Suplica al P. Croiset que no saque a relucir nada de ella en sus escritos: 

            «Porque sé -dice- que a mi Soberano no le sirve de nada tan vil y miserable instrumento en orden al cumplimiento de tan gran designio, designio que ha de procurarle tanta gloria en lo tocante a la salud de las almas que, si os lo pudiese expresar como me parece que me lo da a conocer, se redoblaría el celo de usted por esta devoción». 

4. Tesoros, profusión de gracias 

            Este pensamiento de la abundancia de bendiciones y gracias, que en sí encierra y comunica la devoción al Corazón de Jesús, es frecuentísimo en los escritos de la Santa. De dos maneras se halla expresado: afirmando positivamente, pero en vago, esa copia de bienes, y confesando su impotencia de manifestar cuanto conoce. 

            a) No puede decir cuanto sabe. - Ciertamente, leyendo los escritos de los grandes amigos del Corazón de Jesús, se ve que lamentan con frecuencia cierta imposibilidad de expresarse acerca de estos misterios. 

            Así en la carta 132, después de enumerar la Vidente de Paray las gracias que en general recibirán mediante la devoción al Corazón de Jesús, añade: 

            «Mas respecto a aquellos que se ocupan en hacerle conocer y amar, ¡oh!, si yo pudiese y si me fuese permitido expresarme, de la manera que me es dado a conocer, acerca de las recompensas que recibirán de este amable Corazón, exclamaría V. como yo, ¡qué dichosos son aquellos que Él ha de emplear en la ejecución de sus designios!». 

            Nótese cómo aquí dice la Santa que ni puede ni le es permitido hablar. A la pregunta de cuál podrá ser la razón por qué el Corazón de Jesús no le permitía decir cuanto sabía de esas gracias, satisface la Santa algunas líneas después: 

            «Y la razón – dice - por qué no me es permitido hablar de las recompensas, que Él promete a aquellos que ocupare en esta santa obra, es a fin de que trabajen sin otro interés que el de su gloria con la intención de su puro amor». 

            Esta misma imposibilidad de hablar y otra causa de ella apareció ya en los dos últimos textos del número precedente: 

            «Confieso no poder ni saber expresarme según lo que me es dado a conocer, porque es un abismo». Lo propio se repite en las promesas a los apóstoles del Corazón de Jesús: «si me fuese permitido manifestar las riquezas infinitas...; en las promesas a las Comunidades religiosas: mas de poder expresar las gracias...»; pero estos testimonios hemos de verlos después. 

            b) Cúmulo de gracias.- Esta idea ya ha aparecido indirectamente en los testimonios precedentes; añadamos algunos más, en que se expresa en primer término: 

            «Me parece - escribía a la misma M. Saumaise - que soy una gotita de agua en este océano del Sagrado Corazón, que es un abismo de toda suerte de bienes, una fuente inagotable de toda clase de delicias; y cuanto más se saca de ella, más abundante es. Es un tesoro oculto e infinito, que sólo pide manifestarse, derramarse y distribuirse a nosotros, para enriquecer nuestra pobreza». 

            «Para esto (para que seamos santos) nos ha manifestado - escribe a su hermano - la devoción de su Sagrado Corazón; ésta contiene tesoros incomprensibles, que Él desea sean derramados en todos los corazones de buena voluntad». 

            «Si no me engaño, estoy en el (Sagrado Corazón) como en un abismo sin fondo, donde Él me descubre tesoros de amor y de gracias para las personas que se le consagraren y sacrificaren... En las cuales (en sus criaturas) El quiere establecer su imperio, como la fuente de todo bien, para proveer a sus necesidades». 

            «Su Sagrado Corazón es una fuente inagotable, que no quiere otra cosa que derramarse en los corazones humildes... ». 

            Éste es el manantial inexhaurible de todos los bienes, que no busca sino derramarse y comunicarse...». 

            Así se podrían multiplicar los pasajes. Esta idea servirá quizá también, para que pueda irse explicando más claramente el lector los apelativos de segunda redención, último esfuerzo de su amor, etc., que, según hemos visto, aplica a esta devoción Santa Margarita. 

5. Deseos vehementes del Sagrado Corazón 

            Es éste un punto que llama la atención en Santa Margarita, y es muy significativo. Porque, si bien Jesucristo, como tan amante de los hombres, no puede menos de anhelar su salvación y cuanto a ella se refiere, sin embargo, como el lector notará, aquí se descubren deseos tales, que no son los ordinarios, deseos que por lo mismo hacen sospechar alguna especial razón. 

            Habla la Santa de las almas que salvará esta devoción y añade: 

            «Esto es lo que le da un deseo tan ardiente de ser conocido, amado y honrado de los hombres, en cuyos corazones tanto anhela establecer por este medio el imperio de su puro amor, que promete grandes recompensas a los que se ocupen en hacerle reinar». Nótese, además, en el texto precedente, el amor singular y extraordinario del Corazón de Jesús para con las personas que propaguen con fervor su devoción, y las promesas verdaderamente espléndidas en favor de estos apóstoles; la explicación es sencilla: como el Corazón Divino siente deseo tan ardiente de que su devoción se difunda, no pueden menos de darle un placer grandísimo los que se ocupen en ello; de ahí su amor, de ahí sus promesas, de ahí todo. Lo mismo se afirma en otros varios pasajes. 

            Pero volvamos a nuestro tema. En esta misma carta, un poco más adelante, hablando del libro del P. Croiset, que el «Corazón de Jesús pide con tanto ardor», añade la Santa: «Haga usted, pues, sin diferirlo, lo que desea de usted; porque no puedo menos de manifestarle que me insta ardientemente a causa del vehemente deseo, que descubre más y más a su indigna esclava, de ser conocido, amado y honrado de los hombres, para reparar las grandes amarguras y humillaciones que le han hecho sufrir, y de las cuales quiere aplicarles los merecimientos por este medio. Mas dame a conocer ser tan excesivo este deseo, que promete a todos cuantos se consagraren y dedicaren a El para darle este placer etc.». 

            ¡Qué expresivo se muestra aquí el deseo del Corazón de Jesús! 

            «Mi Divino Maestro dio a conocer a su indigna esclava..., que tenía una ardentísima sed de ser conocido, amado y honrado de los hombres con homenajes y honores particulares, a fin de tener manera de contentar su deseo de comunicarles abundantemente sus misericordias y sus gracias santificantes y saludables». 

            En este texto magnífico está expresado, con grande integridad, todo el porqué de esos anhelos ardientes de que esta devoción se difunda y se practique. 

            Mostrándole un día su Corazón arrojando llamas por todas partes, le dijo: 

            «Si tú supieras cuán sediento estoy de hacerme amar de los hombres, no perdonarías nada para ello». Y otras veces oía decir: «Tengo sed, me abraso en deseos de ser amado». Y esto causaba en mí tan fuerte impresión, que me deshacía en lágrimas por no poder satisfacer su amoroso deseo, cosa que espero harán ahora sus fieles siervos, según me lo prometió al enviarme a aquellos que Él se había preparado para esto». 

6. Odio de Satanás a esta devoción 

            No se trata de un simple aborrecimiento, pues éste lo siente Lucifer hacia todo lo que es santo, sino de aborrecimiento extraordinario, a juzgar por el número de veces que lo repite la Santa, y la forma enérgica de expresarse. 

            «Me parece que el demonio teme extremadamente el cumplimiento de esta buena obra (la primera imagen del Corazón de Jesús), por la gloria que ha de dar al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, con la salvación de tantas almas como la devoción a este amable Corazón obrará, mediante aquellos que se consagraren a El del todo para amarle, honrarle y glorificarle». 

            «(El enemigo)... revienta de despecho (crève de dépit), por no haber podido estorbar esta amable devoción», dice con frase fuerte la Vidente de Paray. 

            Y escribiendo a la Hermana Joly de las «oposiciones y contradicciones que Satanás suscitó a los principios, dice: que fueron más grandes de lo que puedo decir». 

            «En fin -añade-, creo que Él realizará estas palabras que hacía resonar continuamente al oído del alma de su indigna esclava, entre las dificultades y oposiciones que han sido grandes, en los comienzos de esta devoción: «Yo reinaré a pesar de mis enemigos y de todos aquellos que se opusieren a ello». 

            Nótese de paso en este pasaje, cómo el Corazón de Jesús distingue dos clases de personas que se opondrán a su reinado: sus enemigos con Satanás a la cabeza, y otros que no serán enemigos, pero que, sin embargo, estorbarán el que reine. 

            «Veo que todas esas contradiccioncillas, que se oponen a nuestra amable devoción, sorprenden a V. y le hacen sufrir mucho, si no me equivoco. ¿Y por qué?, pues me parece que ha sido V,. advertida de que las levanta Satanás, rabioso como está de ver que este medio saludable le ha arrebatado ya no pocas almas, y todavía le ha de arrebatar muchas más, por la omnipotencia de Aquel que, en el tiempo elegido por El, hará que todas esas oposiciones y contradicciones redunden en gloria suya y confusión de este enemigo, y se servirá de ellas como de sólido fundamento en que establecer esta santa devoción; por lo cual es necesario nos resolvamos a aguantar esas borrascas de Satanás. Hasta dicen que todos los párrocos tienen orden de no recibir ninguna devoción nueva en sus parroquias, y que aun ha sido ya prohibida en algunas ésta del Divino Corazón; que además se va a prohibir a todos los libreros que impriman nada sobre este asunto, y otras muchas cosas que se dicen contra esta devoción santa. Mas todo eso nada me sorprende...». 

            «Por poco que me mezcle en un asunto - escribía en otra ocasión - es lo bastante para hacer que en él hormigueen los obstáculos, según la amenaza de Satanás, de que los haría pulular en cuanto yo emprendiese, y procurarla dañarme en todo». 

            Sería difícil contar las dificultades y largas dilaciones que hubo, cuando se trató de hacer el primer cuadro del Corazón de Jesús, y todos saben el revuelo que se levantó cuando, en la Capilla privada del Noviciado, se dio por primera vez culto doméstico a su Imagen, siendo Maestra de novicias nuestra Santa. 

            Cuando más adelante veamos lo que ha de ser el reino del Sagrado Corazón, y el porvenir poco halagüeño que mediante él espera al imperio de Lucifer en la tierra, entenderemos completamente la causa de los odios del infierno. 

7. Virtud santificadora de este culto 

A) Respecto de los individuos 

            Aunque todas las grandezas que sobre la devoción al Corazón de Jesús nos ha referido Santa Margarita son principalmente en orden a la santificación de los hombres, sin embargo, creemos no estará demás aducir algunos testimonios que especifican algo más aquellas ideas un poco generales. 

            «¡Si V. supiera cuánto mérito y gloria tiene el honrar a este amable Corazón del adorable Jesús, y cuál será la recompensa de aquellos que, después de estar a Él consagrados, no buscan sino honrarle! Sí, me parece que esta sola intención hará sus acciones más meritorias y agradables delante de Dios, que todo cuanto ellos hubiesen podido hacer sin esta aplicación». 

            «No sé, mi querida Madre, si comprenderá V. lo que es la devoción al Sagrado Corazón de Jesucristo Nuestro Señor de que le hablo; produce un gran cambio y fruto en todos los que se consagran y se dan a ella con ardor». 

            «Me parece que no hay camino más corto para llegar a la perfección, ni medio más seguro de salvación que estar consagrado enteramente a este Corazón Divino, para tributarle todos los homenajes de amor, honor y alabanza de que seamos capaces». 

El librero. Un diseño. Dos monedas 

            Había la Hermana Joly publicado un librito sobre el Corazón de Jesús. La Santa indicó al P. Croiset su deseo de que lo ampliase; lo mismo hicieron algunos fervorosos estudiantes; y el buen librero M. Horacio Molin, amigo del P. Croiset y que se había entusiasmado por esta santa devoción, comprometióse a editarlo por sí mismo, movido del deseo que sentía de glorificar al Corazón de Jesús; súpolo la Sierva de Dios y escribió al P. Croiset: 

            «Pero, sobre todo, («miro como escogidos y predestinados a su amor eterno») a ese buen librero, que ha mostrado en este asunto tan buena voluntad; pues por semejante gasto se ha ganado un lugar en este Corazón adorable, el cual se tornará en asilo seguro para él en la hora de la muerte. Jamás ha hecho cosa que le haya de ser mejor premiada». 

            Repárese en las últimas palabras. Jamás había hecho el librero en su vida acción que le hubiese de ser mejor recompensada, que aquel acto de apostolado por el Corazón de Jesús.

            Iba a hacerse la primera imagen o pintura del Sagrado Corazón; se pasó en ello mucho tiempo, y hubo mil dificultades; por fin, tomóla a su cargo la M. de Saumaise, encargándose del diseño la Hermana Joly. Cuando la Santa vio por primera vez su ansiado cuadro, escribió: 

            «Y por lo que se refiere a esa buena hermana (Joly) creo, si no me engaño, que ha dado a Él tal placer por esto que ha hecho en su honor, cual no lo había podido hacer hasta ahora con todas las otras acciones de su vida». 

            La M. Saumaise quiso contribuir a los gastos de la imagen, y envió a la Santa pata ello dos luises de oro en seguida contestóle: 

            «¡Qué honor para V. haber dado los dos luises de oro, que hemos recibido, y que la muy honorable Madre conservará hasta que la cosa esté hecha; porque me parece poder asegurar a V., según me siento apremiada a hacerlo, que jamás dinero alguno ha sido mejor recompensado que lo será el de V. Y creo que ha dado V. tal gusto al Sagrado Corazón con esta liberalidad que se dirige directamente a El, cual no le hubiese V. dado con todo cuanto hubiera podido hacer durante toda su vida!». 

            ¡Cuántas veces repite la Santa este pensamiento! 

Otros pasajes 

            Cuando las novicias oyéronla hablar de su devoción: «se dieron – dice - con tal ardor a honrar a este Divino Corazón, cuya imagen les dio trazada a pluma en un trozo de papel, que les hizo hacer muchos progresos en su perfección en poco tiempo. Y aunque les atrajo muchas mortificaciones, no se volvieron atrás, antes se animaron más y más a honrar a este Corazón Divino». 

            «Jamás se ha visto tanto ardor, como el que esta devoción derrama en los corazones. ¡Dios sea eternamente bendito!». 

            «Éste es, según creo, - escribía a su hermano - uno de los caminos más cortos para lograr nuestra santificación». 

            Buen testigo fue dicho hermano de la Santa, que en pocos meses dio, por este medio, un gran cambio. 

            «No puede V. Creer -decía en otra carta- los buenos efectos que esto (la devoción al Corazón de Jesús) produce en las almas que tienen la dicha de conocerla». 

            Así podríamos multiplicar los testimonios de Santa Margarita, que en esto se parece a Santa Matilde, la cual solía repetir con gracia: «Si hubiese de escribir todos los bienes que me ha comunicado el benignísimo Corazón de Dios, llenaría un libro mayor que el de maitines». (Alude a los voluminosos libros de coro). 

B) Respecto de las Comunidades religiosas 

            Dada la fuerza santificante, respecto de los individuos en particular, que esta devoción encierra, se cae de su peso la importancia que del propio modo tendrá en orden a las Comunidades religiosas, que al fin y al cabo se componen de individuos; pero como a pesar de esto, Nuestro Señor tuvo palabras especiales para ellas, no parece será inútil que expongamos nosotros, al menos, algunas de ellas. 

            La mayoría de los textos hablan de la Visitación y de la Compañía de Jesús, por razón de las personas que intervenían en aquellas circunstancias, pero ya se entiende que, fuera de algunas cosas peculiares de estas Órdenes, lo demás, que es casi todo, son promesas que se realizarán en cualquier Instituto o Comunidad que ponga las condiciones pedidas, ya que Dios Nuestro Señor no es aceptador de personas. Además de que la propia Santa en otros pasajes habla de la misma forma, refiriéndose a todas las Órdenes religiosas, y de que, en fin, la experiencia enseña continuamente que no hay distinción de individuos ni de Órdenes para el Corazón Divino, sino según la distinción de la fidelidad y el amor. 

            En orden, pues, a las Comunidades religiosas varios son los efectos que Santa Margarita atribuye a la devoción del Corazón de Jesús. Indicaremos sólo los más principales. 

Quiebras, cimientos 

            En carta de 1685 a la M. Saumaise, dice: «Nuestro Padre S. Francisco de Sales, temiendo que los fundamentos de su edificio viniesen a cuartearse, había pedido un sostén capaz de defenderlo. Se le concedió la devoción del Corazón de Jesús, como medio para reparar las quiebras del edificio, y servirle de defensa contra los ataques de sus enemigos, y de apoyo para que no sucumba en lo venidero». 

            «No puedo dispensarme de decir a V. unas palabras más acerca de la fiesta de nuestro Santo Fundador, el cual me dio a conocer que no había medio más eficaz para reparar las quiebras de su Instituto que introducir en él la devoción al Sagrado Corazón, y que él deseaba que este remedio se usase». 

            «Yo pienso que éste es uno de los medios más eficaces para tornarle a levantar de sus caídas, y servirle como de castillo inexpugnable contra los asaltos que el enemigo le da continuamente para arruinarlo, por medio de un espíritu extraño de orgullo y ambición, que quiere introducir en lugar de aquel de humildad y sencillez, que son el fundamento del edificio. Y confieso a V. parecerme que nuestro Santo Fundador es quien desea y solicita que esta devoción se introduzca en su Instituto, porque conoce sus efectos». 

            Nótese cuántas veces habla de cimientos, fundamentos, etc.; y es que en este punto está el nervio de las Órdenes religiosas. Es fácil equivocarse y creer, al menos prácticamente, que la Orden se reduce a guardar escrupulosamente ciertas prácticas tradicionales externas, o si internas, de importancia secundaria, y en cambio lo fundamental, los ejes y el alma del Instituto, lo que fue lo más saliente en los religiosos primitivos, dejarlo en segunda línea. Por ahí vino Israel al estado en que lo hallé Jesucristo, y del cual no se ha levantado aún. A todos se nos dirige aquella magnífica sentencia del Salvador: Haec, estas cosas, es decir, las graves de que acababa de hablar, las fundamentales, los cimientos, oportet facere, se han de hacer, en éstas se ha de insistir; el illa, y aquéllas, a saber, lo del comino y el anís, las menudencias, lo secundario, non omittere, no omitirlas; es decir, poner el cuidado suficiente para no dejarlas, y nada más; porque las energías vitales de nuestro ser son limitadas, y si se nos va mucha agua por la cañería de las menudencias, por fuerza tiene que ir poca por la cañería de los cimientos. 

Fervor primitivo 

            «Estos frutos de vida y de salud (que traerá la devoción al Corazón de Jesús) nos renovarán en el espíritu primitivo de nuestra santa vocación. Me parece que la gloria accidental de nuestro Santo Fundador jamás se ha aumentado, cual se hace por este medio». 

            «Satanás quería vomitar su rabia destruyendo el espíritu (de nuestro Instituto), y por este medio arruinarlo. Mas yo creo que no logrará su intento, si queremos, según las intenciones de nuestro santo Padre, servirnos de los medios que él nos presenta (esta devoción), para restituirnos al primer vigor del espíritu de nuestra santa vocación, viviendo según las máximas del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo». 

            Como dijimos al principio, lo que Santa Margarita dice referente a la Orden de la Visitación debe aplicarse a las demás. Véase como ejemplo la promesa que venimos explicando. En carta a su Director dice, no ya tocante a su Orden, sino a todas en general: 

            «Sobre todo haga V. por que la abracen (esta devoción) las personas religiosas, porque sacarán de ella tantos socorros, que no será necesario otro remedio para restablecer el primitivo fervor y la más exacta regularidad en las Comunidades menos observantes». 

            Así como lo que dice de la Visitación no es sino un caso particular de lo que sucederá a las Órdenes religiosas, del propio modo, cuanto aquí promete a éstas no es en resumen sino la aplicación de lo que ya vimos antes que, tanto Santa Gertrudis como ella, afirman de la Iglesia en general: la renovación del fervor de los tiempos primitivos, la inyección, mediante la devoción al Sagrado Corazón, de aquella sangre joven, vigorosa, ardiente, que corría por las venas del naciente cristianismo. 

Unión de caridad 

            Es una de las virtudes esenciales en las Comunidades religiosas; con ella son un paraíso en la tierra, mas sin ella son un huerto lleno de hortigas y abrojos. Por eso todos los fundadores tanto han insistido en esta hermosa virtud, y por eso ha resaltado en todos los Institutos religiosos mientras se han conservado en su fervor primitivo. No es extraño, pues, sea objeto de particulares promesas por parte del Corazón de Jesús. 

            En la carta 131, después de enumerar Santa Margarita varias promesas a las Comunidades religiosas, añade: 

            «Y (prometió) que Él derramaría esta suave unción de su ardiente caridad en todas las Comunidades religiosas en que fuere honrado y se pusieren bajo su especial protección, que mantendría en ellas todos los corazones unidos para no formar sino uno solo con el suyo». 

            «Que Él derramaría - añade en otra carta - la suave unción de su ardiente caridad en todas las Comunidades en que fuere honrada esta divina imagen». 

            «En aquellas (Comunidades) que le conocieren y se colocaren bajo su protección, Él derramará abundantemente los tesoros de sus gracias santificantes, por la unción de caridad y la suavidad de su amor». 

            Y obsérvense las expresiones que la Santa usa: unción de caridad, suavidad de amor; no se trata de una caridad dura, que a veces molesta más que el vicio contrario, sino suave, embalsamada, ungida; caridad que, a manera de una atmósfera aromática, envuelva la Comunidad entera, suavizando las asperezas propias de la vida religiosa. 

Los fines de cada Instituto 

            Ya de suyo se entendía esta promesa, al hacer las precedentes; porque si la devoción al Corazón de Jesús renovará el fervor primitivo en cada Orden, claro es, que les hará conseguir perfectamente los fines para que fueron fundadas; no obstante, también aquí el Corazón de Jesús ha querido en sus promesas especificar más claramente este punto. 

            Exponiendo Santa Margarita aquella hermosa visión, en que la Virgen Santísima hizo entrega de la devoción al Corazón de Jesús a la Orden de la Visitación y a la Compañía de Jesús, dice: 

            «Y a medida que ellos (los religiosos de la Compañía) le procuraren tal placer, este Divino Corazón, fuente de bendiciones y de gracias, las derramará tan abundantemente sobre las funciones de sus ministerios, que éstos producirán resultados que sobrepujen sus trabajos y sus esperanzas, lo mismo en lo tocante a la salud y perfección de cada uno de ellos en particular», (es decir, que también en esto el fruto sobrepasará el trabajo y las esperanzas). 

            Y a las hijas de la Visitación les dijo, entre otras cosas: 

            «En este Divino Corazón es donde hallaréis un medio fácil de cumplir perfectamente lo que se os manda en este primer artículo de vuestro Directorio, que contiene en substancia toda la perfección de vuestro Instituto». 

            Como el fin de la Compañía de Jesús es completamente apostólico, no es de maravillar que las promesas referentes a la eficacia en mover los corazones al bien se repitan con frecuencia. 

            «Él les promete derramar abundantemente y con profusión sus bendiciones sobre los trabajos del santo ejercicio de caridad para con las almas en que ellos se ocupan...» 

            «De ellos dependerá el enriquecerse con abundancia de toda suerte de bienes y de gracias, porque por este eficaz medio que Él les presenta, es como podrán desempeñar perfectamente, según su deseo, el santo ministerio de caridad a que están destinados. Porque este Divino Corazón derramará de tal manera la unción de su caridad sobre sus palabras, que penetrarán como una espada de dos filos los corazones más endurecidos, para hacerlos susceptibles del amor de este Divino Corazón; y las almas más criminales serán llevadas por este medio a saludable penitencia». 

Promesas en general 

            Son muchos los pasajes en que las promesas, a pesar de no contener ninguna gracia en particular, son, no obstante, muy hermosas, por la idea de abundancia y profusión que respiran. 

            «Confieso a V. que me siento incapaz de expresarme acerca de lo que Él me da a conocer referente a las gracias y profusión de bienes, que desea derramar sobre nuestro Instituto, al cual quiere hacer objeto de sus complacencias. Mas ¡ay!, ¿no habrá ninguna Comunidad que no tenga sino frialdad para con Él, y en cuyos corazones encuentre dificultad para entrar?». 

            Se me ha mostrado un tesoro de gracias y de santificación para la Comunidad de V., a causa del gran placer que Nuestro Señor recibe con el honor que en ella se tributa a su Sagrado Corazón. Pero creo que, de hablar a V. con franqueza, las gracias que le promete no consisten en la abundancia de las cosas temporales, porque dice que ellas son ordinariamente las que nos empobrecen de su gracia y de su amor. De esto último es de lo que desea enriquecer vuestras almas y vuestros corazones». 

            Conviene tener en cuenta la observación precedente. Lo que el Corazón de Jesús quiere dar a las Comunidades no es abundancia de los bienes de este mundo, que de suyo son muy aptos para desportillar el espíritu de pobreza, que es una de las bases del estado religioso. A las riquezas del cielo es adonde apuntan sus promesas; de los bienes de la tierra dará según vaya conviniendo, aunque también en esta materia se notará la mano previsora de su providencia amorosa. En las riquezas espirituales las promesas no tienen semejantes restricciones. 

            «¡Si pudiéramos comprender - escribe la Santa al P. Croiset - las grandes ventajas de gracias y bendiciones que ello - la devoción al Corazón de Jesús - procurará a estas dos Congregaciones, con cuánto ardor trabajaríamos en eso, si conociéramos los frutos de este tesoro!». 

            «En fin, por este medio es por donde Él quiere derramar sobre la Orden de la Visitación y sobre la Compañía de Jesús la abundancia de estos divinos tesoros de gracia y de salud, con tal que le tributen lo que de ellos espera, o sea: un homenaje de amor, de honor y de alabanza y que trabajen con todas sus fuerzas por el establecimiento de su reino en los corazones». 

            Conviene que reparen las Congregaciones religiosas en las condiciones que se piden en estas postreras líneas; para el cumplimiento completo de las promesas. 

            De lo dicho se desprende lo que pueden esperar los Institutos religiosos de esta soberana devoción, el día en que la abracen de lleno, como, gracias al Señor, lo van haciendo. 

            Y es cosa maravillosa que siendo ella siempre una, se acomode tan perfectamente a toda clase de Órdenes, a pesar de las diversidades de espíritu; es a manera de un sol divino y vivificante que nutre y vigoriza todo linaje de flores, haciendo adquirir a cada una las formas, los matices y el perfume propios de su peculiar especie. 

            Por eso se advertirá que apenas hay Instituto religioso que en el curso de su historia no haya tenido algunos grandes amigos del Corazón de Jesús. El gran San Agustín, que por ser uno de los precursores de Santa Gertrudis, con razón ocupó un lugar muy preferente en el monumento del Cerro de los Ángeles, es gloria de la Orden Agustiniana; el enamorado San Bernardo de la Orden Cisterciense; San Buenaventura de la Orden Franciscana; Santa Gertrudis y Santa Matilde, de la Orden de San Bernardo; Santa Catalina de Sena, de la Orden Dominicana; Lanspergio, de la Cartuja; Santa María Magdalena de Pazzis, de la Orden Carmelitana. 

            Esto enumerando solamente las figuras más conocidas de todos; porque en pos de cada una puede cada Orden presentar una legión de otras muchas que han brillado en cada siglo. De los Institutos religiosos de formación más moderna no hay que hablar, pues de seguro no hay ninguno que no tenga grandes modelos de amantes del Corazón de Jesús. 

8. Remedio soberano para las almas del Purgatorio 

            No deja de sorprender la devoción de Santa Margarita a las ánimas del Purgatorio. Que un santo canonizado la haya tenido es cosa muy natural, pero que un alma como Santa Margarita, cuya misión en la tierra fue únicamente el reinado del Corazón de Jesús; a quien, como ella misma confesará después, el Sagrado Corazón parece había formado para Sí de tal manera, que era enteramente insensible a todo cuanto Él no fuese; que un alma así se nos presente después, no con una devoción ordinaria hacia las benditas ánimas, sino tan saliente y tan marcada cual no se ve en la inmensa mayoría de los santos, ofrece materia para pensar si, tal vez, haya alguna misteriosa relación entre la devoción al Corazón de Jesús y las almas del Purgatorio. 

Devoción de Santa Margarita 

            Que en Santa Margarita sea nota característica, es cosa clara para quien esté versado algún tanto en sus escritos; en la Vida y Obras de la Santa se pueden hallar sin dificultad más de cincuenta pasajes sobre las almas benditas; las apariciones eran frecuentes y muy familiares, tanto que ya la Santa las llamaba sus amigas

            ¡Qué contacto con ellas supone el siguiente párrafo que vamos a transcribir, y que no es sino uno de los muchos que tiene sobre este tema!: 

            «Nuestra querida Madre me ha dado para las almas la noche del Jueves Santo, permitiéndome pasarla delante del Santísimo Sacramento, en donde estuve una parte del tiempo como rodeada toda de estas pobres almas dolientes, con las cuales he contraído una estrecha amistad; y Nuestro Señor me dice que me da para ellas este año, (habla así la Santa porque todas sus obras eran ya del Corazón de Jesús), con objeto de que les haga todo el bien que pueda. Están frecuentemente conmigo, y no les doy otro nombre que el de mis amigas pacientes. Hay una que me hace sufrir mucho, y no la puedo aliviar cuanto yo quisiera». 

            Ellas le contaban sus penas y las causas que las habían motivado, cosa por cierto de grandísima instrucción; muchos de los sufrimientos de la Santa eran debidos a su unión con las ánimas: 

            «El Sagrado Corazón continúa dándome ciertas almas del Purgatorio para ayudarlas a satisfacer a la divina justicia; en este tiempo es cuando sufro un tormento poco más o menos como el de ellas, sin hallar descanso ni de día ni de noche». 

            «El me hizo ver en Sí dos santidades, una de amor y otra de justicia, ambas rigurosas a su manera, y las cuales se ejercitarían continuamente sobre mí. La primera me haría sufrir una especie de Purgatorio dolorosísimo de soportar, a fin de aliviar las santas almas que están en él detenidas, y a las cuales permitiese El, según su beneplácito, que se dirigiesen a mí». 

            Frecuentemente pedía oraciones y sacrificios para ellas, con un encarecimiento que muestra bien el amor que les tenía: 

            «¡Ah, mi buena Madre, -escribía a la M. de Saumaise- qué obligada le quedan!, si me ayuda V. con sus oraciones a aliviar a mis buenas amigas pacientes del Purgatorio, pues así es como yo las llamo! No hay cosa que no quisiera hacer y sufrir por alivianas. Le aseguro que no son desagradecidas». 

            Cuando salían del Purgatorio, venían, a veces, a despedirse y darle las gracias. 

            Con mucha razón y conocimiento de causa en el templo votivo nacional al Sagrado Corazón en Montmartre, una de las capillas esta dedicada a las ánimas benditas, como para demostrar la relación que media entre ellas y esta devoción sagrada. 

La explicación 

            ¿Qué pretendía, pues, declarar el Corazón de Jesús, al desear que su íntima confidente, siendo así que tan exclusivamente la había escogido y preparado para esta misión divina, repartiese, sin embargo, tan notablemente su devoción y su alma con las ánimas benditas? 

            Creemos que la solución la da ella misma en cierta frase que deja escapar como de paso en una de sus cartas a la M. de Saumaise: 

            «¡Sí V. supiera con cuánto ardor estas pobres almas demandan ese nuevo remedio tan soberano para sus sufrimientos, pues, así es como ellas llaman a la devoción del Corazón de Jesús y, en particular, la Santa Misa! (se entiende en honor del Corazón Divino)». 

            Si eso es esta devoción en orden al Purgatorio, parece muy natural que Nuestro Señor quisiera manifestarlo a los hombres, tanto para bien de aquellas almas santas y predestinadas, a quienes El tanto ama, como para utilidad de los mismos viadores, que al conocer el valor extraordinario a que se cotiza allá esta moneda divina, pudiesen en este mundo atesorar gran caudal para ellos en el futuro, y para otras pobres almas en el futuro y también en el presente. 

Preciosa carta resumen 

            Realmente es de las mejores que tiene Santa Margarita, y pensamos no poder hacer epílogo más perfecto de cuanto llevamos dicho, que insertándola aquí entera; la escribió, según parece, al fin de la vida a su director espiritual, dice así: 

            «¡Que no pueda yo contar todo lo que sé de esta amable devoción, y descubrir a toda la tierra los tesoros de gracias que Jesucristo encierra en este Corazón adorable y que tiene el designio de derramarlas con profusión sobre todos aquellos que la practicaren! Le conjuro (je vous conjure), mi Reverendo Padre, que no omita nada por inspirarla a todo el mundo. Jesucristo me ha dado a Conocer, de una manera que no da lugar a duda, que principalmente por medio de los Padres de la Compañía de Jesús, era por quienes Él quería establecer en todas partes esta sólida devoción, y mediante ella granjearse una muchedumbre infinita de servidores fieles, de perfectos amigos y de hijos enteramente reconocidos. 

            Los tesoros de bendiciones y gracias que este Sagrado Corazón encierra, son infinitos; yo no sé que haya ningún ejercicio de devoción en la vida espiritual, que sea más a propósito para elevar en poco tiempo un alma a la más alta perfección, y para hacerle gustar las verdaderas dulzuras que se hallan en el servicio de Jesucristo. Sí, lo digo con toda seguridad: si se supiese cuán agradable es esta devoción a Jesucristo, no hay cristiano, por poco amor que tenga a este amable Salvador, que no la practicase en seguida. 

            Haga V., sobre todo, por que la abracen las personas religiosas, pues sacarán de ella tantos socorros que no será necesario otro medio para restablecer el primer fervor y la más exacta regularidad en las Comunidades menos observantes, y para llevar al colmo de la perfección las que viven en la más perfecta regularidad. 

            Cuanto a Las personas seglares, ellas hallarán por medio de esta amable devoción todos los auxilios necesarios a su estado, es decir: la paz en sus familias, el alivio en sus trabajos, las bendiciones del cielo en todas sus empresas (dans toutes leurs entreprises), el consuelo en sus miserias, y que en este Sagrado Corazón es donde verdaderamente encontrarán un lugar de refugio durante toda su vida, y principalmente a la hora de la muerte. ¡Ah, qué dulce es morir después de haber tenido una tierna y constante devoción al Sagrado Corazón de Jesucristo! 

            Mi divino Maestro me ha dado a conocer, que aquellos que trabajan por la salvación de las almas, lo harán con verdadero éxito (avec succès), y sabrán el arte de tocar (toucher) los corazones más endurecidos con tal que tengan una tierna devoción a su Sagrado Corazón y trabajen por inspirarla y establecerla en todas partes. 

            En fin, es evidente a todas luces, que no hay persona en el mundo que no recibiera toda clase de auxilios celestiales, si tuviera para con Jesucristo un amor verdaderamente agradecido, cual es el que se le manifiesta por la devoción a su Sagrado Corazón».

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