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María del Rosario de San Nicolás
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Reina de la Paz

Movimiento Sacerdotal Mariano

 

Mensajes de la Santísima Virgen al Padre Gobbi.

 

13 de mayo de 1984

Aniversario de la Primera Aparición de Fátima

 

Convertíos

“Éstos son mis tiempos. Mientras recordáis hoy mi primera aparición acontecida en Fátima en 1917, estáis viviendo los acontecimientos que entonces os anuncié.

Estáis dentro del período en el cual la lucha entre Yo, “la Mujer vestida del Sol” y mi Adversario, “el Dragón Rojo”, se encamina ya hacia su conclusión.

Por esto aparezco aún de manera nueva, más extraordinaria, para confirmaros qué habitual es mi presencia en medio de vosotros.

Comunico a todos mi querer materno con un mensaje que hoy se ha vuelto más urgente y angustioso:

–Convertíos y arrepentíos de vuestros pecados.

–Convertíos y volved a Dios, que os salva.

–Convertíos y caminad por la senda del bien, del amor y de la santidad.

Éste es, aún, para vosotros, el tiempo precioso de la conversión. Acoged mi invitación que, de tantas maneras, continúo todavía dirigiendo a mis hijos, tan amenazados.

Orad más, orad con el Santo Rosario, orad en Cenáculos entre vosotros, orad sobre todo en familia.

Quiero que las familias cristianas retornen a orar Conmigo y por medio de Mí, para que se salven de los grandes males que las amenazan.

Mortificaos con la penitencia y el ayuno corporal.

El ayuno que Yo prefiero es el de abstenerse del mal y del pecado; el de la renuncia al tabaco y al alcohol, al cine y a la televisión. No miréis espectáculos televisivos que os corrompen en vuestra interior castidad e introducen en el alma tanta disipación, sembrando en el corazón gérmenes del mal.

Os pido también el ayuno corporal, al menos de vez en cuando, como os ha pedido mi Hijo Jesús en el Evangelio, cuando ha dicho: “Cierta clase de demonios sólo se pueden arrojar con la oración y el ayuno.”

Consagraos continuamente a mi Corazón Inmaculado y vivid en cotidiana comunión de vida y amor Conmigo.

Soy la Madre de la Fe, soy la Virgen fiel, y hoy debéis pedir mi auxilio para poder permanecer en la verdadera Fe. Por esto os invito a escuchar y seguir al Papa, que tiene la promesa de Jesús de la infalibilidad, y a recitar con frecuencia el Credo, como renovada profesión de vuestra Fe.

Si hacéis cuanto os pido, caminaréis Conmigo cada día hacia vuestra conversión.

Vivid bien este espacio de tiempo, que el amor misericordioso de Jesús os concede todavía.

Vivid con confianza y con alegría el cercano momento del triunfo de mi Corazón Inmaculado.”

 

31 de diciembre de 1984

Última noche del año

 

Los signos de vuestro tiempo

“Hijos predilectos, pasad en dulce intimidad Conmigo, las últimas horas del año, que está por terminar.

¡Cuántos hijos míos pasan estos momentos en diversiones y algazara, y se emborrachan de vacío en medio de frivolidades y pasatiempos con frecuencia licenciosos y contrarios a la Ley del Señor!...

Yo, por el contrario, os invito a pasar estas horas en oración, en el recogimiento, en un silencio interior para que podáis entrar en un coloquio Conmigo, vuestra Madre Celeste.

Entonces, con la misma confianza de una madre con sus hijos, os revelo las preocupaciones, las ansias, las profundas heridas de mi Corazón Inmaculado, y al mismo tiempo, os ayudo a comprender y a interpretar los signos de vuestro tiempo.

Así podéis cooperar al designio de salvación, que el Señor tiene sobre vosotros, y que quiere realizar a través de los nuevos días que os esperan.

–Vosotros vivís bajo una urgente súplica, hecha por vuestra Madre Celeste, que os invita a caminar por la senda de la conversión y del retorno a Dios.

Hijos predilectos participad en mi preocupada ansiedad de Madre, al ver que no es acogido ni seguido, este mi llamamiento. Y, sin embargo, veo que vuestra única posibilidad de salvación está ligada solamente al retorno de la humanidad al Señor, en un fuerte compromiso de seguir su Ley.

Convertíos y caminad por la senda de la gracia de Dios y del amor.

Convertíos y construid días de serenidad y de paz.

Convertíos y secundad el designio de la divina Misericordia.

Con cuántos signos el Señor os manifiesta su querer de poner finalmente un justo freno a la propagación de la impiedad: males incurables que se propagan; violencia y odio que estallan; desgracias que se suceden; guerras y amenazas que se extienden.

Sabed leer las señales que Dios os manda a través de los acontecimientos que os suceden, y acoged sus serios avisos a cambiar de vida y a volver al camino que os conduce a Él:

–Vosotros vivís bajo una preocupada y constante súplica de la Madre Celeste a permanecer en la verdadera fe.

Y, sin embargo, veo angustiada, cómo los errores continúan difundiéndose, se enseñan y se divulgan, y de esta manera se hace cada vez mayor entre mis hijos, el peligro de perder el don precioso de la fe en Jesús, y en las verdades que Él os ha revelado.

Incluso entre mis hijos predilectos, ¡qué grande es el número de los que dudan, que ya no creen!

¡Si vierais con mis propios ojos qué extendida está esta epidemia espiritual, que ha herido a toda la Iglesia! La inmoviliza en su acción apostólica, la hiere y la lleva a la parálisis en su vitalidad, volviendo con frecuencia vacío e ineficaz incluso su esfuerzo de evangelización.

–Vosotros vivís bajo mi preocupación tan dolorosa al veros aún víctimas del pecado que se propaga; observando cómo por doquier, a través de los medios de comunicación social, se proponen a mis hijos experiencias de vida contrarias a cuanto os prescribe la ley santa de Dios.

Cada día se os nutre de pan envenenado del mal, y se os da de beber en la fuente contaminada de la impureza.

Se os propone el mal como un bien; el pecado como un valor; la trasgresión de la Ley de Dios como un modo de ejercitar vuestra autonomía y vuestra personal libertad.

De este modo se llega hasta perder la conciencia del pecado como un mal; y la injusticia, el odio y la impiedad cubren la tierra y la convierten en un inmenso erial privado de vida y amor.

El obstinado rechazo de Dios y de retornar a Él; la pérdida de la verdadera fe; la iniquidad que se propaga y lleva a la difusión del mal y el pecado: ¡He aquí los signos del perverso tiempo en que vivís!

Ved, no obstante, de cuántos modos intervengo para conduciros por el camino de la conversión, del bien y de la fe.

Con signos extraordinarios que realizo en todas las partes del mundo, con mis mensajes, con mis apariciones tan frecuentes, indico a todos que se aproxima el gran día del Señor.

Pero, qué dolor experimenta mi Corazón Inmaculado al ver que estas mis llamadas no son acogidas, con frecuencia son abiertamente rechazadas y combatidas, aun por aquellos que tienen la misión de ser los primeros en acogerlas.

Por esto hoy me revelo sólo a los pequeños, a los pobres, a los sencillos, a todos mis niños que me saben aún escuchar y seguir.

Jamás como ahora me es tan necesaria una gran fuerza de súplica y reparación.

Por esto me dirijo a vosotros, hijos predilectos, y os invito a pasar de rodillas, en continua oración Conmigo, las horas de esta última noche del año.”

 

Fulda (Alemania), 8 de septiembre de 1985

Natividad de la Virgen María

 

La hora de vuestro público testimonio

“Hijos predilectos, acoged hoy mi invitación a entrar en mi Corazón Inmaculado y a dejaros conducir por Mí. Todos los que acogen mi invitación y se consagran a mi Corazón forman parte de mi ejército victorioso.

En este día, en la fiesta de mi nacimiento, os quiero en torno a mi cuna como una corona perfumada de amor y de oración.

Hoy os llamo a todos a un público y valiente testimonio.

Mirad a vuestra Madre Celeste que nace “como aurora que surge, bella como la Luna”.

¿Qué oscurece hoy la vida de los hombres?

Son las tinieblas de la rebelión contra Dios, de su obstinada y tan extendida negación.

Debéis difundir por doquier el potente grito: ¡Dios existe! ¿Quién como Dios?

La posibilidad de salvación para la humanidad se abre sólo con su retorno a Dios.

Entonces debéis difundir con valentía mi materno reclamo a la conversión y al retorno al Señor por el camino de la oración y de la penitencia, de la caridad y del ayuno.

Esto es aún, por poco tiempo, lo que se le concede a la humanidad como oportunidad favorable para su conversión.

Mirad, soy vuestra Madre que nace “esplendorosa como el Sol”.

¿Qué ofusca hoy la belleza y esplendor de la Iglesia? Es el humo de los errores que Satanás ha introducido en ella. Se difunden cada día más y llevan a muchísimas almas a la pérdida de la fe.

Causa de una tan vasta difusión de los errores y de la gran apostasía son los Pastores infieles. Callan cuando deberían hablar con valentía para condenar el error y defender la Verdad. No intervienen cuando deberían desenmascarar a los lobos rapaces, que se han introducido en la grey de Cristo disfrazados con piel de corderos. Son perros mudos que dejan despedazar  el rebaño.

Vosotros, por el contrario, debéis hablar con fuerza y con valentía para condenar el error y para difundir sólo la Verdad.

Ha llegado la hora de vuestro público y valiente testimonio.

Ofusca también el esplendor de la Iglesia la profunda división que ha entrado en su interior y que de día en día se hace mayor.

Debéis, entonces, testimoniar esta unidad con un fuerte compromiso de unión con el Papa y con los Obispos a Él unidos. No sigáis a aquellos Obispos que se oponen al Papa. Sed acérrimos defensores del Papa y denunciad abiertamente a los que se oponen a su Magisterio y enseñan cosas contrarias al mismo.

Mirad a vuestra Madre Celeste que nace “terrible como un ejército ordenado para la batalla”.

¿Qué es lo que hace inútil y vana vuestra fuerza y os detiene amedrentados frente al violento ataque de mi Adversario? Es la tolerancia del pecado, que os aleja de la vida de mi Hijo Jesús.

Es el gran abandono de la oración, que os comunica su misma fuerza.

Sed, entonces, hoy valientes testigos contra el pecado.

Que por medio de vosotros vuelva a resplandecer en la Iglesia el gran don que Jesús os hizo con el sacramento de la reconciliación.

Volved a confesaros con frecuencia y orad más. Orad conmigo, orad con el Santo Rosario.

Lo que el Papa dijo en este lugar (Fulda) corresponde a la verdad. Estáis ya muy cercanos al gran castigo; entonces os digo: entregaos a Mí, y recordad que vuestra arma más eficaz en estos terribles momentos es la del Santo Rosario.

Formáis, pues, mi ejército, que en estos tiempos conduzco a su mayor victoria.”

 

Dongo (Como), 1 de enero de 1986

Fiesta de María Madre de Dios

 

Reina de la Paz

“Mirad hoy a vuestra Madre Celeste.

Es la fiesta de mi divina maternidad.

Es, también, el primer día del nuevo año y la Iglesia os invita hoy a orar para obtener el gran don de la Paz.

Yo soy la Reina de la Paz.

El día de Navidad os di a Aquel que es vuestra paz, a mi hijo Jesús.

Jesús os ha llevado a la paz con Dios, y así os ha abierto el camino de vuestra salvación y de vuestra verdadera felicidad.

Jesús os ha llevado a la paz con vosotros mismos, y así os ha abierto el camino de la paz del corazón. La misma sólo puede nacer de vivir en la gracia divina, que Él os ha merecido con su nacimiento entre vosotros, con su vida y con su cruenta inmolación sobre la Cruz.

Si vivís en la gracia de Dios, vivís en la paz del corazón.

El egoísmo, el odio, la impureza, cualquier pecado os priva de la paz del corazón.

Jesús os ha llevado a la paz con todos y os ha trazado la vía hacia la verdadera fraternidad.

Debéis considerar verdaderamente a toda persona humana como un hermano vuestro.

Os pido a todos que viváis en una verdadera comunión de fraternidad y de mutuo amor, sin distinción de raza, lengua o religión. Sois todos hijos de Dios redimidos por Jesús, confiados a mi espiritual maternidad, por tanto, debéis vivir todos como verdaderos hermanos entre vosotros.

Sólo por el camino de una fraternidad verdaderamente vivida podrá llegar a vosotros la paz.

Pero la paz está cada día más amenazada. Los hombres caminan por la senda de un vasto y obstinado rechazo de Dios; son víctimas del pecado y de la impureza; son incapaces de comprenderse y amarse, y de este modo los derechos humanos son pisoteados, los pobres y los hambrientos, son abandonados, aumentan las opresiones y las injusticias, la violencia estalla amenazadora y las guerras se extienden cada vez más.

En este año os acechan graves amenazas contra la paz y grandes peligros de males.

Por esto hoy, en la fiesta de mi divina maternidad, os invito a confiaros a Mí, que soy la Reina de la Paz.

Convertíos y tornad al Señor por la vía de la oración y de la penitencia, de la mortificación de los sentidos y del ayuno.

El espacio de tiempo que Dios ha concedido a la humanidad para su conversión está casi agotado. Por esto os dirijo hoy, con dolorida y materna preocupación este mensaje. Escuchadlo y os salvaréis.

Seguidlo y encontraréis la paz del corazón.

Difundidlo por doquier y contribuiréis a preparar para todos, días, no de infortunio y aflicción, sino de esperanza y de paz.”

 

Rubbio (Vicenza), 30 de julio de 1986

 

Arca de la Nueva Alianza

“Hijos predilectos, Yo os llevo cada día por el camino hacia la perfecta imitación de mi Hijo Jesús.

Sólo así podréis ser hoy una señal de alegría y de consolación para todos.

Éstos son los años dolorosos de la prueba. Ésta os ha sido ya preanunciada por Mí de tantos modos y con muchas señales.

Pero, ¿quién me cree?, ¿quién me escucha?, ¿quién se empeña de verdad en cambiar de vida?

Dos son las espadas que atraviesan mi Corazón de Madre. Por una parte veo el gran peligro que corréis, porque el castigo está ya a la puerta; y por otra veo vuestra incapacidad para creerme y aceptar las invitaciones a la conversión, que Yo os doy, para que podáis eludirlo.

Ahora me dirijo todavía a vosotros, mis predilectos e hijos a Mí consagrados, y os invito a levantaros sobre este mundo, de vuestras diarias preocupaciones, de los desordenados apegos a las criaturas y a vosotros mismos, de la mediocridad y de la tibieza, de una aridez más vasta cada día.

Entrad en el refugio, que la Madre celestial os ha preparado para vuestra salvación para que podáis pasar a salvo en mi Corazón Inmaculado los días terribles de la gran tempestad, que ya ha llegado.

Éste es el momento de refugiaros todos en Mí, porque Yo soy el arca de la Nueva Alianza.

“En los tiempos de Noé, inmediatamente antes del diluvio, entraban en el Arca aquellos que el Señor destinaba a sobrevivir a su terrible castigo. En vuestros tiempos Yo invito a todos mis hijos a entrar en el Arca de la Nueva Alianza, que Yo he construido en mi Corazón Inmaculado, para ser ayudados por Mí a sobrellevar el peso sangriento de la gran prueba, que precede a la llegada del día del Señor”.

No miréis a otra parte. Sucede como en el tiempo del diluvio y nadie piensa en lo que os espera.

Todos están muy ocupados en pensar solamente en sí mismos, en los propios intereses terrenales, en el placer, en satisfacer de todos los modos sus pasiones desordenadas.

¡Incluso en la Iglesia, qué pocos son los que se preocupan de mis llamadas maternales tan dolorosas!

Al menos vosotros, mis predilectos, debéis escucharme y seguirme. Entonces por medio de vosotros, Yo puedo llamar a todos a entrar lo más pronto en el Arca de la Nueva Alianza y de la salvación, que mi Corazón Inmaculado os ha preparado para estos tiempos del castigo.

Aquí estaréis en paz y podréis convertiros en señales de mi paz y mi maternal consolación para todos mis pobres hijos.”

 

Dongo (Como), 6 de septiembre de 1986

Aniversario del Milagro de las Lágrimas
y Primer sábado de mes

 

Mi Corazón sangra

“Soy vuestra Madre tan dolorida.

Todavía hoy descienden de mis ojos misericordiosos lágrimas copiosas.

Con ellas quiero haceros comprender cuán grande es el dolor del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celestial.

Mi Corazón sangra.

Mi Corazón está traspasado por heridas profundas.

Mi Corazón está inmerso en un mar de dolor.

Vivís inconscientes de la suerte que os espera.

Transcurrís vuestros días en un estado de inconsciencia, de indiferencia y de completa incredulidad.

¿Cómo es posible esto cuando Yo, de tantos modos y con signos extraordinarios, os he advertido del peligro que corréis y os he predicho la prueba sangrienta, que está próxima?

–Ya que esta humanidad no ha acogido mi repetida invitación a la conversión, al arrepentimiento, al retorno a Dios, sobre ella está para abatirse el mayor castigo, que jamás haya conocido la historia humana.

Es un castigo mucho mayor que el del diluvio. Descenderá fuego del cielo y gran parte de la humanidad será destruida.

–La Iglesia de Jesús está llagada por el contagio maléfico de la infidelidad y de la apostasía.

En apariencia todo permanece tranquilo y parece que todo va bien. En realidad está invadida por una falta de fe, que crece de día en día, extendiendo a todas partes la gran apostasía.

Muchos Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Fieles no creen ya, han perdido ya la verdadera fe en Jesús y en su Evangelio. Por lo cual la Iglesia debe ser purificada con la persecución y con la sangre.

En la Iglesia ha entrado también la desunión, la división, la lucha, el antagonismo.

Las fuerzas del ateísmo y de la masonería, infiltrada en su interior, han logrado romper su unidad interna y oscurecer el esplendor de su santidad.

Éstos son los tiempos, por Mí predichos, en que Cardenales se oponen a cardenales, Obispos a Obispos, Sacerdotes a Sacerdotes y la grey de Cristo es dilacerada por lobos rapaces, que se han introducido bajo pieles de inofensivos y mansos corderos.

Entre ellos figuran algunos que ocupan puestos de gran responsabilidad y por su medio ha logrado Satanás penetrar y actuar en el vértice mismo de la Iglesia.

¡Obispos y Sacerdotes de la Santa Iglesia de Dios, cuán grande es hoy vuestra responsabilidad!

El Señor está a punto de exigiros cuentas de cómo habéis administrado su viña.

Arrepentíos, implorad perdón, reparad y, sobre todo, volved a ser fieles al ministerio que os fue confiado.

El pecado se comete más cada día, no se reconoce ya como un mal, es buscado, conscientemente querido y ya no es confesado. La impureza y la impudicia recubren las casas construidas por vuestra rebeldía.

Por esto mi Corazón sangra: por la obstinada incredulidad y la dureza de vuestros corazones.

Mi Corazón sangra, al veros tan cerrados e insensibles a mi angustiosa llamada materna.

Mi Corazón sangra, porque veo vuestros caminos y ensangrentados, mientras vivís en una obstinada inconsciencia de lo que os aguarda.”

 

Recife-Pernambuco (Brasil), 17 de febrero de 1988

Miércoles de Ceniza: principio de la Cuaresma

 

Convertíos y volved al Señor

“Desde esta tierra, tan insidiada por mi Adversario, donde, sobre todo, en estos últimos días, muchos de mis hijos se han convertido en instrumentos del dominio de Satanás, que seduce a todas las naciones de la tierra con la copa de la impureza y de la lujuria, os dirijo mi renovada y preocupada invitación a la conversión.

Convertíos y volved al Señor por el camino del sincero arrepentimiento y de la confesión personal de vuestros pecados a los Sacerdotes.

Convertíos y volved al Señor por el camino de un consciente y serio propósito de huir del pecado y de alejaros de toda ocasión que os pueda llevar a caer en pecado.

Convertíos y volved al Señor por el camino de la mortificación de los sentidos, de la penitencia y del ayuno.

Comienza hoy la Cuaresma de este Año Mariano: Un período en el que la Iglesia solicita a todos el cumplimiento de obras de caridad y de penitencia.

Vuestra Madre Celeste os invita hoy a vivir bien el tiempo cuaresmal de este año consagrado a Mí. Está a punto de terminar el plazo de tiempo concedido por el Señor a la humanidad para su conversión.

Secundad, pues, mi preocupada voz, que os solicita hagáis todo cuanto ahora os pido para la salvación de toda la humanidad.

–Ante todo quiero que en cada uno de vosotros se haga más fuerte el compromiso de vivir en Gracia de Dios, renunciando a Satanás y a las malas obras, al mundo y a sus numerosas seducciones.

Caminad siempre por el camino de la pureza, del amor y de una mayor santidad.

–Luego os pido obras personales de mortificación y de penitencia.

Ofreced a mi Corazón Inmaculado cada día una corona tejida por muchas pequeñas y escondidas mortificaciones, realizadas por la salvación de muchos de vuestros hermanos, que viven habitualmente en pecado y se hallan bajo la esclavitud de Satanás.

–Finalmente os pido que os alejéis de todo lo que pueda contaminar la pureza de vuestro corazón y la castidad de vuestra vida.

No participéis en espectáculos profanos.

No perdáis el tiempo ante la televisión, que es el instrumento más poderoso en manos de mi Adversario para difundir por todas partes las tinieblas del pecado y de la impureza.

La televisión es el ídolo del que se habla en el Apocalipsis, construido para ser adorado por todas las naciones de la tierra, y a la que el Maligno da forma y movimiento, para que se convierta en sus manos, en un terrible medio de seducción y de perversión.

Si hacéis cuanto hoy os pido, depositáis en mis manos una potente fuerza de intercesión y de reparación.

Así puedo presentarme ante el trono del Señor, grande y terrible, justo y santo, para implorar para vosotros su divina misericordia: –Perdona, os Señor la iniquidad de tu pueblo que has comprado al precio de tu preciosísima Sangre–.

Y antes de que el tiempo, que se os ha concedido para la conversión termine, podréis ver ya los signos del triunfo del amor misericordioso de Jesús en las primeras extraordinarias intervenciones del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste.”

 

 

 

 

 

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